LEE CON ADECUADA ENTONACIÓN Y VOCALIZACIÓN, RESPETANDO LOS SIGNOS DE PUNTUACIÓN LA SIGUIENTE LECTURA:

           Sospeché algo raro ese día, mi mamá me peinó con jugo de limón y me hizo un copete en el pelo corto, al que agregó colonia. Me echó un membrillo en un bolsito y un pan con mermelada que ella hacía. Me llevó a la escuela, me dió un beso y me dejó con la profesora. Yo me quedé triste, pensaba que me estaba regalando y nunca más la vería. Pobre de mí y pobre de otros niños, también los estaban regalando. Algunos lloraban, no era para menos.
         Me imaginaba a mi hermano mayor feliz en la casa, al fin libre de mí, con mi mamita solita para él.
         ¿Qué hice mal? ¿Por qué me regalaban si era tan lindo?
          Mi esperanza era mi padre, que al llegar a casa y no encontrarme, saliera a buscarme y me regresara con ellos.
          En la escuela me entraron a un salón, con muchas sillas y mesas, junto con otros niños regalados; la profesora explicaba cosas en la pizarra, ¿Quién podía entender lo que enseñaba, con tanta tristeza que tenía en mi corazón de niño?
         Después de un rato, nos dejaron salir a un patio grande, podíamos servirnos la colación, saqué el membrillo, me lo iba a comer para pasar la pena, pero vi que tenía un gusanito, al verlo no quise que le pasara lo que me estaba ocurriendo a mi; no me comí el membrillo para no dejarlo sin su hogar.
          Esa tarde fue interminable, mis dudas se repetían mil veces en mi pequeña cabeza de niño angustiado.
          ¿Qué hice mal? ¿Por qué me regalaban si era tan lindo?

           

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