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Aurten, munduko haurrak ezagutzen ari gara.

Hiruhilabete honetan Europa kontinentea ikasi dugu.

Bisitatu dugun bigarren herrialdea Finlandia da, han, Ari izeneko mutila ezagutu dugu.

EUROPA

FINLANDIA-Laponia

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Mutil hau Ari da. Ari Finlandian bizi da, Laponian. Ari bere familiarekin bizi da: ama, aita, bi anaia eta anaiordearekin.

Bere zaletasun gogokoena arrantza egitea da. Bere kirol hoberena hockey da. Handitan albaitaria edota hockey jokalaria izan nahi du.

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Hona hemen gelan egin ditugun lanak,

zuen gustukoak izatea espero dugu.

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El saame bobalicón

2.MAILA

Cuento de Finlandia

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En el bosque vivía un hombre saame con su inteligente esposa y su hermosa hija, Nastai.

Como era bobalicón lo dejaba todo a manos de su esposa. Ella sabía dónde cazar y pescar, dónde poner las trampas y atar las redes. Era ella quien vigilaba los rebaños de renos, curtía las pieles, cosía la ropa, cocinaba y mantenía el fuego encendido.

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Un triste día, la madre de Nastai murió. Ahora era Nastai la que tenía que encargarse de las labores. Así lo hizo y todo le salía muy bien.

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Un día llegaron a la cabaña una mendiga y su horrible hija. Habían oído hablar de un viudo necio que vivía muy bien y querían apoderarse de todo lo que tenía.

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Un día, al regresar del bosque, Nastai encontró a la mendiga y a su hija sentadas a ambos lados de la chimenea como si fueran las dueñas.

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-¿Quiénes sois vosotras?- jadeó Nastai

-Soy la nueva señora de la casa y harás lo que te diga.

-Pero…¡Papá!- imploró Nastai.

El padre se limitó a asentir levemente con la cabeza.

-¿Lo ves? Él está de acuerdo.

Nastai se convirtió en su esclava. Hacía todo lo que le pedían sin recibir nada a cambio.

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La mendiga odiaba la tierra saame. Odiaba el viento, odiaba a los lobos que aullaban de noche, odiaba la soledad y sobre todo odiaba a Nastai que era buena y hermosa.

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Un buen día , la mendiga anunció:

-¡Nos marchamos!

Ordenó al hombre bobalicón que preparara el trineo y lo llenara con todo lo que había en la cabaña.

Se marcharon de allí, dejando a Nastai sola y sin nada.

La cabaña quedó vacía y Nastai lloraba desconsolada.

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-Se han llevado las redes, las trampas, los renos y a mi padre. ¿Cómo voy a vivir?

Se lo han llevado todo.

-No todo- dijo una voz dulce.

-¿Mamá?- exclamó Nastai. Se volvió pero no vió a nadie.

-Mira a tu alrededor, se han olvidado una cosa.

De repente, el sol iluminó un hilo que se había quedado enganchado en las tablas del suelo.

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-Anuda el hilo y haz una red para pescar, luego échala al lago.

Nastai obedeció y, al rato, descubrió con alegría que la red estaba repleta de peces. Esa noche cenó un delicioso guiso de pescado.

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Ahora ve al bosque y busca un pino joven. Trenza sus ramas para formar una cuerda y atrapa con ella a una cría de reno- dijo la voz de la madre.

Nastai obedeció, fabricó la cuerda y capturó a un joven reno que ató fuera de la cabaña.

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A la mañana siguiente descubrió que la madre del reno estaba junto a su cría. Al día siguiente, se presentó el macho con otro hijo, y pronto todo el rebaño estuvo reunido frente a la cabaña de Nastai.

De este modo, Nastai tenía abundante comida, leche de reno y compañía.

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Mientras tanto, la mendiga y su hija baían derrochado toda la riqueza del hombre bobalicón. Volvían a ser pobres y estaban a punto de morir de hambre. Tan sólo les quedaba un reno. La mujer ordenó al hombre bobalicón que lo enganchara al trineo.

-Vamos a volver a tu cabaña. Al menos allí tendremos un techo sobre nuestras cabezas.

Seguramente Nastai, estará muerta.

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Así que regresaron los tres. Pero se llevaron una gran sorpresa. Al acercarse a la cabaña, vieron un rebaño de renos que pacía tranquilamente. De la chimenea salía una espiral de humo y, de la puerta abierta, emanaba delicioso olor a comida.

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Se apresuraron a entrar. Nastai se alegró muchísimo de ver a su padre.

-¡Dios mío!- exclamó la mendiga- ¡Aquí tenemos todo lo que nos hace falta!

Por primera vez en su vida, el hombre bobalicón se hizo cargo de la situación.

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-¡Ah, no! Esta es mi cabaña. Sal de aquí, mendiga, y llévate contigo a tu horrible hija.

Las puso de patitas en la calle y cerró la puerta de un portazo.

Nastai preparó a su padre el mejor guiso de pescado que había probado en su vida, y a partir de entonces, vivieron felices.

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