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Es interesante observar que la historia de la humanidad hubiera sido diferente si se hubieran presentado de otra forma los hechos.

Y de esa manera bien podríamos decir que:

Recopilación y redacción por Francisco Arámburo. Con música de piano.

EN BROMA Y EN SERIO

(para pensar sonriendo)

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Asimismo Hipócrates y Galeno, los padres de la Medicina, ni siquiera soñaron con las vacunas, los antibióticos, los hospitales, las transfu-siones de sangre, la anestesia, los marcapasos, los Rayos-X ni los asombrosos avances médicos modernos. Es más: nunca imaginaron que existieran los gérmenes ni los virus. Y si hubieran conocido a Luis Pasteur, lo hubieran considerado como

una especie de semidiós.

Los faraones de Egipto no conocieron las grúas, el acero, el concreto, ni contaron con herramienta pesada para construír las pirámides... pero vean lo que lograron.

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¡Y nada más imaginen lo que hubieran logrado Tales de Mileto, Sócrates, Platón y Aristóteles si hubieran

contado con una grabadora!

También imaginemos a Virgilio con sus Églogas y sus Bucólicas.

Y a Horacio con sus Sátiras.

Ah, y las inmortales TRAGEDIAS de Sófocles, Esquilo, Eurípides y Aristófanes, todos ellos capturados en discos compactos. ¡Qué maravilla!

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Julio César y Alejandro Magno jamás conocieron los cañones ni la pólvora, así como tampoco disfrutaron de una buena pizza, de una película o de la televisión. Y qué decir lo que hubiera sucedido si en tiempos de Nerón se hubieran popularizado los equipos de fútbol para competir en el Coliseo.

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Otra hubiera sido la historia si los cuatro evangelistas

(San Lucas, San Juan, San Mateo y San Marcos)

hubieran tenido sendas computadoras.

Los textos y fotos del momento podrían haberse enviado directamente y en el instante mismo de estar ocurriendo los hechos a todos los rincones de la tierra por internet.

¡Nomás imagínenlo!

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Es importante darnos cuenta que los Vikingos viajaron

sin brújulas, y que Cristóbal Colón no pudo llevar

alimentos enlatados, ni siquiera una simple

y rústica hielera para transportar unas

cervecitas bien frías para el viaje.

También recordemos que ni Cervantes, Dante, Shakespeare, Dostoyevsky, Tolstoi ni Oscar Wilde jamás tuvieron

una máquina de escribir.

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A pesar de su poderío y de sus lujosos palacios,

los reyes de Francia nunca supieron lo que era un cuarto de baño, ni siquiera un sanitario (ni papel). Los jardines de Versalles eran unos ar-tísticos laberintos para que las damas de la cor-te pudieran ocultarse y levantarse sus ampulo-sas faldas para hacer sus necesidades.

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Simón Bolívar, San Martín, Napoleón y Pancho Villa jamás tuvieron en sus manos un rifle AK-47, ni lo imaginaron siquiera. George Wáshington y Benjamín Franklin nunca pudieron tomar un taxi o manejar una moto para llegar con rapidez adonde querían ir,

ni contaron jamás con una pastilla para el dolor de cabeza.

Beethoven, quien pasó los últimos años de su vida totalmente sordo,

no pudo usar audífonos para escuchar sus propias composiciones

en un equipo de alta fidelidad. Y Mozart, Donizzeti, Verdi y Puccini

no pudieron escuchar nunca sus óperas grabadas en un disco

compacto para disfrutarlas tranquilamente en sus casas.

Mozart

Beethoven

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Asimismo las seis esposas de Enrique VIII

de Inglaterra quizá hubieran salvado la vida,

o corrido con mejor suerte, si

hubiera existido en esa época

el divorcio.

Simplemente imaginemos cuán diferen-te hubiera sido la Historia si Herodoto, Plinio el Viejo (Vesuvio), Marco Polo y Bernal Díaz del Castillo hubieran tenido sendas cámaras filmadoras para reseñar sus vívidas descripciones históricas.

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Si las costureras de la Edad Media hubieran contado con máquinas de coser;

si Carlo Magno hubiera tenido unos prismáticos para dirigir sus batallas;

si Hernán Cortés hubiera tenido un diccionario bilingüe y Josefa Ortiz

de Domínguez hubiera conseguido un teléfono celular...

¡Todo hubiera

sido diferente!

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Imaginen lo que hubiera avanzado el mundo si Pitágoras hubiera tenido una calculadora y Moisés unos lentes obscuros para protegerse del sol durante su famoso

y largo viaje del EXODO por el desierto.

Si Carlos Lindbergh hubiese contado con radar en su avión y los zares de Rusia con una televisión para ver las imágenes de las provincias que se estaban rebelando.

Ah, entonces... ¡otra hubiera

sido la historia!

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Ah, pero lo máximo hubiera sido si se hubieran podido transmitir por televisión en aquellas épocas pretéritas “en cadena nacional, en vivo

y a todo color” estos grandes acontecimientos

de la historia:

El Sermón de la Montaña, la toma de Constantinopla

por los turcos, el Concilio de Trento, la coronación

de Josefina por Napoleón, la toma de la Bastilla

y el estreno de la ópera AÍDA en El Cairo.

¡Esos sí que hubieran sido

unos verdaderos exitazos!

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PERO a pesar de todo, sin brújulas, grúas, concreto, técnicas modernas de construcción y demás inventos, se hicieron grandes obras.

¡Y vaya que sí!

El Partenón

Chichén Itzá

Machu Pichu

La Gran Muralla China

Palacios y

castillos

El Taj Mahal

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SIN EMBARGO, en lugar de estar agradecidos por lo que hoy tenemos,

nos quejamos de una y mil tonterías: que no tenemos todo lo que

queremos, que esta vida es “insufrible” y muchas cosas más.

He aquí algunas cosas que hoy nos sacan de quicio:

¡Maldición! Se acabó el rollo de papel; se me quemó el pan en la tostadora;

me cortaron el teléfono; no encuentro mis anteojos; me aprietan estos zapa-tos; no arranca la batería del auto; no hay estacionamiento; me robaron la antena; está muy lento el tráfico; el vuelo viene retrasado; que lluvia tan ino-portuna; no se me quita esta maldita gripe; se fue la luz; hay mucho ruido aquí; callen ese perro; mi reloj se adelanta; está muy caro el pasaje; se le acabaron las pilas a este aparato; se le cayó el sistema a la computadora;

se descompuso la televisión; se me desinfló una llanta; no funciona este horno de micro ondas; ¡uuf! me estoy muriendo de calor; hay demasiada gente formada en esta ventanilla...

¡y mil cosas más! ¿No es cierto?

¡Pero si eso no tiene mayor importancia!

Y aquí transcribo las sabias palabras de mi padre,

quien las decía medio en broma y medio en serio:

“Como quiera que sea, estamos mejor que si estuviéramos peor.”

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Ah, pero nadie pone atención (o por lo menos no comenta) tantas cosas agradables que están a nuestro alrededor

si tan sólo les brindáramos una poca de atención.

Por ejemplo:

¿Por qué no podemos ser así?

¡Que bonito día! Que agradable brisa está soplando; qué precio-

sas nubes; qué bonito está cantando ese pájaro; que bello paisa-je; que bien huelen esas flores; mmm! qué sabroso platillo; que música tan hermosa están tocando; que bonita sonrisa tiene esa niña; que bien te queda ese color. Y en fin: ¡que bella es la vida!

¡Qué bello

atardecer!

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Hay que meditar que en realidad tenemos más

ventajas, facilidades y comodidades hoy en día que las que tuvieron nuestros antepasados, y habría que darle gracias a Dios por eso.

Hay que reconocerlo.

REFLEXION FINAL: Nuestro paso por este mundo es muy corto y no deberíamos perder el tiempo en quejarnos

ni en criticar la vida. Ella hace lo que puede...

y lo que nosotros le permitimos que haga. Medítenlo.

Todos deberíamos hacernos esta pregunta: “¿Merezco más de lo que tengo, o tengo más de lo que merezco?”

faramburo@aramburosuites.com

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