TÓPICOS LITERARIOS
LOCUS AMOENUS
SIGNIFICADO
“AMOENUS” adjetivo latino:
ameno, agradable, delicioso.
La traducción sería “lugar agradable”, por extensión lugar propicio para el gozo, el amor y el disfrute.
DEFINICIÓN
“AMOENUS” adjetivo latino: ameno, apacible, delicioso
-La traducción sería: LUGAR AGRADABLE, por extensión es un LUGAR PROPICIO PARA EL AMOR , EL GOZO Y EL DISFRUTE
DESCRIPCIÓN
LUGAR CAMPESTRE ESTILIZADO, NATURALEZA IDEALIZADA
ELEMENTOS PAISAJÍSTICOS FIJOS:
- PRADO
- ÁRBOLES TUPIDOS
- VEGETACIÓN FRONDOSA
- ARROYO O FUENTE
- SUAVE BRISA
- SONIDO DE PÁJAROS
- FLORES EMBELLECEDORAS
-AGRADABLES AROMAS
NO ES UNA DESCRIPCIÓN REALISTA
ORIGEN: LITERATURA LATINA
EN SU POEMA ENEIDA VIRGILIO ALUDE A LA NATURALEZA CON EL ADJETIVO “AMOENA”, HERMOSA
OTROS AUTORES LATINOS DONDE APARECE EL TÓPICO SON: TEÓCRITO, VIRGILIO Y HORACIO QUE ENMARCAN SUS ESCENAS PASTORILES EN PAISAJES BUCÓLICOS.
ESTOS AUTORES SON EL ORIGEN DE LA LITERATURA BUCÓLICA DEL RENACIMIENTO:
- ARCADIA, SANNAZARO
- ÉGLOGAS PETRARCA Y GARCILASO DE LA VEGA
POETAS ROMANOS COMO PETRONIO O TIBERIANO FIJAN EL TÓPICO COMO RECURSO RETÓRICO
Amnis ibat inter herbas ualle fusus frigida,
luce ridens calculorum, flore pictus herbido.
Caerulas supernelaurus et uirecta myrtea
leniter motabat aura blandiente sibilo.
Subtus autem molle gramen flore puchro creuerat;
et croco solum rubebat et lucebat liliis.
Tum nemus fraglabat omne uiolarum spiritu.
Inter ista dona ueris gemmeasque gratias
omnium regina odorum uel colorum lucifer
auriflora praeminebat flamma Diones, rosa.
Roscidum nemus rigebat inter uda gramina:
fonte crebro murmurabant hinc et inde riuuli,
quae fluenta labibunda guttis ibant lucidis.
Antra muscus et uirentes intus hederae uinxerant.
Has per umbras omnis ales plus canora quam putes
cantibus uernis strepebat et susurris dulcibus:
his loquentis murmur amnis concinebat frondibus,
quis melos uocalis aurae musae zephyri mouerat.
Sic euntem per uirecta pulchra odora et musica
ales amnis lucus flos et umbra iuuerat.
(Antología Latina, I,2, núm. 809)
EDAD MEDIA: GONZALO DE BERCEO LOS MILAGROS DE NUESTRA SEÑORA
LOCUS AMOENUS COMO ALEGORÍA
Es una figura literaria muy utilizada en la Edad Media. Consiste en presentar un conjunto de seres o de cosas que simbolizan a otras, que normalmente se hallan ocultas. Los seres o cosas que presenta el autor pertenecen todas ellas a un mismo mundo y guardan relación entre sí. Las cosas simbolizadas, que normalmente son conceptos o ideas abstractas, también pertenecen a un mismo mundo y están relacionadas unas con otras. Veámoslo mejor con un ejemplo:
En su introducción a “Los milagros de nuestra Señora”, Gonzalo de Berceo nos dice que yendo de romería, llegó a un paraje natural muy bonito que invitaba a descansar. En él había flores hermosas con muy buen olor, cuatro fuentes, árboles frutales, la sombra de esos árboles, aves que cantan con dulzura, armoniosamente; el verdor del prado que, hiciera el tiempo que hiciera, siempre permanecía bello y sin agostarse. Cada una de estas cosas o seres representa algo. Después de presentarnos los versos alegóricos Gonzalo de Berceo explica a continuación lo que simboliza cada cosa.
La romería simboliza la vida en este mundo.
El Prado donde descansa el romero simboliza a la Virgen María. (como la Virgen María es eterna y sin mancha así el prado está siempre verde y bello).
Las cuatro Fuentes claras son los cuatro evangelios.
La sombra de los árboles son las oraciones que se le hacen a Santa María; porque las oraciones nos protegen del pecado igual que las sombras no protegen del excesivo calor.
Los árboles representan a los santos milagros que hace la Virgen; pues dan frutos muy sabrosos, de la misma forma que el conocimiento de los milagros produce en los hombres comportamientos buenos, maduros y sabrosos.
Las aves simbolizan a San Agustín, San Gregorio y otros santos que cantaron, como cantan las aves, los hechos gloriosos de María.
Yo, maestro Gonzalo de Berceo llamado,
yendo de romería fui a parar a un prado
verde y jamás hollado de flores bien poblado,
lugar a apetecible para hombre cansado.
Derramaban perfume las flores bien olientes,
refrescaban en hombres las caras y las mentes
(manan en cada esquina) fuentes claras corrientes,
en verano bien frías, en invierno calientes.
Había allí gran número de buenas arboledas,
granados e higueras, perales, manzanedas,
y muchas otras frutas de diversas monedas
mas no había ninguna podridas ni acedas.
La verdura del Prado, la olor de las flores,
las sombras de los árboles de templados sabores,
refrescáronme todo y perdí los sudores
podrían vivir los hombres con aquellos olores.
Nunca encontré en la vida lugar tan deleitoso
ni sombras tan templadas ni olor tan sabroso;
descargué mi ropilla por yacer más vicioso
me eché a la sombra de un árbol hermoso.
Yaciendo a la sombra perdí todos los cuidados,
oí sones de aves, dulces y modulados.
Nunca oyeron hombres órganos más templados,
ni formar se pudiesen sones más acordados.
Unas tenían la quinta y las otras doblaban,
otras tenían el punto, errar no las dejaban
al posarse, al moverse todas esperaban,
aves torpes o roncas allí no se posaban.
Nunca habrá un organista nunca habrá un violero,
ni giga ni salterio, ni mano de rotero,
ni instrumento ,ni lengua ni tan claro vocero,
cuyo canto valiese frente a esto un dinero
.
Si intentamos decir todas las sus bondades,
ni la diezma podríamos, esto bien lo creades
que había de nobleza tantas diversidades,
que no las contarían ni priores ni abades.
El Prado que vos digo tenía otra bondad:
por calor o por frío no perdía su beldad,
siempre estaba verde en su integridad,
no perdía la verdura por nula tempestad.
Y después de que estuve en tierra acostado,
de todas mis penurias fui luego liberado,
olvidé toda cuita, el cansancio pasado,
quien allí morase sería bienaventurado
RENACIMIENTO: GARCILASO DE LA VEGA
Corrientes aguas puras, cristalinas,
árboles que os estáis mirando en ellas,
verde prado de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
hiedra que por los árboles caminas,
torciendo el paso por su verde seno
(Égloga I, estrofa 18)
Convida a un dulce sueño
aquel manso rüido
del agua que la clara fuente envía,
y las aves sin dueño,
con canto no aprendido,
hinchen el aire de dulce armonía.
Háceles compañía,
a la sombra volando
y entre varios olores
gustando tiernas flores,
la solícita abeja susurrando;
los árboles, el viento
al sueño ayudan con su movimiento.
(Égloga II, 64-76)