El tío: es el espíritu que gobierna las profundidades, el compadre de los mineros, el patrón que fecunda a la Pachamama, a la madre tierra, para que produzca vetas de mineral. Cuando está satisfecho, hace que las vetas afloren; cuando se enfada, provoca derrumbes.
En Bolivia te dan mil versiones borrosas del Tío: ritos andinos, resistencias espirituales contra los conquistadores españoles, ceremonias prohibidas, fusión de cultos demoniacos y cristianos, dobles y triples mundos. Cada minero cuenta su historia, mezclada con fantasmas de compañeros muertos en explosiones que ahora deambulan por las galerías buscando sus miembros desperdigados, demonios encarnados en murciélagos y vizcachas, mujeres preñadas por genios diabólicos y hombres que quedan tontos por la aparición repentina de los espíritus en los pozos más profundos. Es el peligro del exotismo: la primera vez en otro país, todo lo que ves y todo lo que te cuentan parece fascinante.
Por este motivo, Wari envió cuatro plagas distintas para acabar con la población, sin embargo, la diosa Nusta --conocida como la Virgen del Socavón-- logró vencer a las plagas.
Los Caporales es el legado de la danza típica boliviana en España. Este baile es muy popular, especialmente durante los carnavales y celebraciones, como el Carnaval de Oruro. El traje de cabo masculino representará a una antigua guardia militar española. Los bailarines llevan botas de tacón alto con grandes campanillas, un sombrero en la mano izquierda y un látigo en la derecha. Una falda larga femenina está compuesta por una minifalda y bragas a juego, pantimedias al tono de piel, zapatos elegantes y un bombín atado al cabello. Se utilizan muchas lentejuelas de colores en la ropa Caporal.
Los hombres y las mujeres a menudo bailan por separado en bailes de marcha progresivos. Un sinfín de colores y resplandores iluminan las calles, acompañados de la vitalidad y sonrisas de los bailarines. Debido a sus necesidades físicas, los Caporales son más populares entre los hombres y mujeres jóvenes de entre 20 y 30 años. La música de Caporales es contagiosa y rítmica: las personas que ven el espectáculo celebran el baile con palmadas especiales y movimientos de hombros.
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