Manifiesto a favor de la Educación Literaria que necesitamos

26 de diciembre de 2023

El conocimiento humano no es neutral. Este Manifiesto habla de la manera de enseñar y aprender la Lengua y la Literatura para que sean significativas y aplicables en las vidas de las personas; es decir, de cómo desarrollar conocimiento competencial en el ámbito de la comunicación. 

Esa es la orientación de los vigentes currículos escolares, elaborados por equipos de docentes y otros especialistas, y aprobados en 2022 en desarrollo de la nueva Ley de Educación (LOMLOE). Se trata de un planteamiento, recomendado desde hace décadas por organismos como la OCDE, la UE o la UNESCO, que, sin embargo, topa con resistencias entre aquellas personas que no aceptan la necesidad de una orientación actualizada, a través de unos nuevos marcos curriculares, ya que quieren que se enseñe este ámbito de conocimiento tal y como lo aprendieron, de manera reproductiva, gramatical, historicista y memorística. 

Tales resistencias se difunden en profusos relatos y se reafirman por distintos canales, en algunos casos con especial énfasis ideológico. Por eso, ahora, las personas que firmamos este Manifiesto, queremos reivindicar y respaldar públicamente la didáctica comunicativa y competencial de la Lengua y la Literatura, en base a fundamentos que aplicamos en la práctica profesional y que pasamos a compartir. 

1. El lenguaje nos hizo humanos

A diferencia del resto de los animales, el ser humano tuvo que aprender y aprehender el mundo a nivel social y a través del lenguaje, llegando a consensos sobre cómo nombrar y, por tanto, entender el mundo que le toca vivir.

2. Oralidad, pensamiento, imaginación

Nacemos al lenguaje a través de la voz, de la voz de los otros que escuchamos. En la interacción de las voces, nuestros cerebros interiorizan palabras y desarrollan lenguajes y generan pensamiento: la imaginación es una de sus dimensiones, la que permite proyectar lo que aún no está y traer al presente lo que estuvo. 

3. La palabra

La palabra es un factor esencial en la constitución del ser humano, nos hace crecer individualmente y ser parte de la comunidad. La literatura oral y la literatura escrita aportan cauces, medios, formas… que intervienen en la formación y el desarrollo  de la persona que somos y que iremos siendo. Por eso la educación literaria es una parte importantísima de la educación, de la creación y la re-creación, continuada en el tiempo, de cada individuo.

4. Educación Literaria

La imaginación, como sucede con otras dimensiones del pensamiento, se nutre y crece o se abandona y depaupera. Si, realmente, aspiramos a que las personas sean creativas y capaces de tomar iniciativas, resulta imprescindible alimentar las potencialidades de la imaginación en las edades tempranas, proveyéndola de sonoridades, metáforas, relatos, arquetipos, argumentos... Ese es el propósito de la educación literaria desde la más temprana edad: ser fuente de alegría y confianza, libertad y aventura, belleza, bienestar compartido, admiración y descubrimiento de emociones humanas para el autoconocimiento, para buscar nuestro lugar en el mundo, y entablar diálogos con los otros.

5. Textos, interpretación compartida de la vida

La educación literaria no es lo mismo que la historia de la literatura ni que la memorización de textos ni que la filología. Es la experiencia, la vivencia de situaciones, ambientes y diálogos en torno a textos emitidos con voluntad de belleza y recepcionados con deseo de descubrimiento, que hacen posible interpretar sentidos de la vida de manera compartida. Los textos orales, la narración oral y la lectura de viva voz, ofrecen un soporte adecuado para desarrollar la imaginación y para una educación literaria competencial, tanto en la recepción como en la expresión. 

6. La mediación

Aprendemos juntos, con los otros y de los otros, también la educación literaria, propiciada por iguales pero, sobre todo, por adultos que ejercen como mediadores entre los textos y sus receptores niños y jóvenes, recomendando lecturas significativas, aportando referencias para la interpretación, proponiendo itinerarios literarios, guiando comunidades de lectores/as. Una mediación que ha de tener en cuenta los gustos de lectores y lectoras en formación y su diversidad, pero que, al mismo tiempo, ha de saber huir de modas y modos que atienden más al beneficio empresarial que al desarrollo emocional de cada etapa del individuo.

7. Reproducción y competencia

Reproducir literalmente el enunciado de un texto o memorizarlo no garantiza competencia para comprender su significado. La educación literaria se orienta a desarrollar competencias personales y sociales, que estructuran conocimientos. emociones y experiencias para generar autonomía para ser, para convivir. No pretende formar remedos de filólogos de 9 años ni de historiadores de la literatura de 15. La creatividad literaria, abordada de manera inclusiva y cooperativa, no individualista y competitiva, llama a desarrollar competencias comunicativas a través del juego, el lenguaje no verbal, las canciones, la dramatización, la visualización de imágenes mentales, el pensamiento metafórico….esos canales que dan acceso a la imaginación y la expresan. 

8. Leer y escribir no es lo mismo que "lecto-escritura"

La “lecto-escritura” mezcla lo que debería estar separado desde el principio. Recepcionar textos escritos no es igual a producirlos. La escritura es un sistema de comunicación humana, de pensamiento y expresión. Enseñar-aprender a reproducir un código escrito no equivale a ser capaz de manejarlo con funcionalidad, expresividad e intención personal. Antes de escribirlos, niños y niñas pueden contar cuentos con sus propios recursos expresivos. El aprendizaje de la escritura, para que sea fructífero y competencial, debe partir del deseo y el placer de comunicar, y el de la lectura, del placer y el deseo de apropiarse de los textos, de hacerlos propios, de participar en  la construcción de sentido, no de reproducir su literalidad.

9. Comprensión

Comprender es dar sentido. Comprender no es reproducir el significado de un texto, sino el sentido que adquiere para cada persona, y poder expresarlo, compartirlo y aplicarlo. Esta capacidad es la que necesitamos educar y, solo después, valorar. 

10. La evaluación: valorar, mostrar aprecio

Evaluar es otorgar valor y mostrar aprecio. Medir es otra cosa: es medir. La evaluación de la educación literaria, de la enseñanza-aprendizaje de la escritura y la lectura, y de la comprensión de textos debe otorgar valor y mostrar aprecio de los logros, reajustar los procesos para mejorarlos e incluir a todos en los avances. 

11. Ser educador, educadora

Los educadores y educadoras, profesionales, familiares y sociales, asistimos a una disyuntiva de propósito: 

• bien favorecer la autonomía personal y colectiva para la emancipación de los seres humanos, su diversidad y libre albedrío; 

• o bien participar de la cultura (académica, empresarial, tecnocrática) de la formación que provee de élites y mano de obra para la reproducción de un sistema de acumulación falto de equidad. 

• La educación literaria, en casa a la más temprana edad y en la escuela -que con frecuencia compensa carencias de los hogares-,  la enseñanza y el aprendizaje de la escritura y la lectura, y las ideas en torno a la comprensión se constituyen como oportunidades fundacionales, básicas para elegir entre uno u otro.

Firmantes 

1. Antonio Rodríguez Almodóvar, escritor, Sevilla

2. Iluminada Jiménez Olivencia, educadora literaria,  Granada 

3. Seve Calleja, escritor, Bilbao 

4. Piluka Labaien, educadora literaria, Pamplona 

5. Alejandro Pedregosa, escritor, Granada

6. Emilio Roca, bibliotecario escolar, A Coruña

7. Miguel Ángel Mendo, escritor,  Madrid

8. Luis Arizaleta Comajuan, educador literario, Zabalza

9. Marisa López Soria, escritora, Murcia