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LAS GLOSAS EMILIANENSES
(anotaciones en latín, romance y vasco)
– MONASTERIO DE SAN MILLÁN DE LA COGOLLA (LA RIOJA)-
1. Las glosas emilianenses son las anotaciones en latín, romance y vasco,
interlineadas o marginales, escritas en el siglo XI en el códice latino Aemilianensis 60
(Biblioteca de la Real Academia de la Historia), con la intención predominante de resolver
dificultades de comprensión sintáctica, morfológica y léxica de ese texto latino.
2. La lingüística nos obliga a puntualizar que una lengua no nace en un momento
exacto y en un lugar determinado. Una lengua hablada experimenta
modificaciones que se difunden y admiten por los hablantes con lentitud (E.
Coseriu, 1988; E. Alarcos, 1982; F. Lázaro, 1980); por ello, un planteamiento riguroso a la
hora de abordar lo concerniente al nacimiento de nuestra lengua sería el que se encuentra
en las palabras justas y expresivas de Dámaso Alonso (1972, p. 11): «el latín llega a ser
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el español a lo largo de una evolución lentísima y constante, y nunca podemos
cortar por un punto y decir: " Aquí está el español recién nacido." Así contestó la
ciencia. Pero en el espectro hay un instante en el que ya estamos seguros de ver el color
amarillo, y no verde. Se trata, pues, de saber cuál es el primer testimonio
conservado que caiga ya del lado del español, y no del latín».
Y en este sentido, con la cautela y relativismo convenientes, no cabe duda de que con las
Glosas Emilianenses nos encontramos ante «la más antigua aparición escrita (por
ahora) de algo que no es latín y parece castellano», ante "el primer ejemplo histórico
de nuestra lengua» (E. Alarcos, 1982, pp. 10 y 17).
3.1. La importancia filológica del Aemilianensis 60 radica en la presencia en él de las
antedichas anotaciones o glosas.
Es extraño que los más solventes archiveros del Monasterio de San Millán, PP.
Mecolaeta y Romero, del siglo XVIII y Minguella, Prior del convento, en el XIX, no fijaran su
atención en la existencia de tan valiosas aclaraciones; sólo repararon en la rareza y
antigüedad del manuscrito. Tampoco apreciaron el valor excepcional para la Historia de
nuestra lengua de las glosas de este códice los distinguidos codicólogos y paleógrafos de
finales del siglo pasado Eguren, Ewald, Pérez Pastor o Ferotin.
Quien primero percibió tal trascendencia fue D. Manuel Gómez Moreno (1911),
que transcribió todas las glosas y las envió a Menéndez Pidal; a la vista
fundamentalmente de la doxología que constituye la glosa más extensa, concluyó que el
romance castellano existía en San Millán como lengua literaria. Dos años más tarde este
autor (1913, p. 99) publicó por primera vez esa glosa:
«Cono aiutorio de nuestro dueno, dueno Christo, dueno Salbatore, qual dueno get
ena honore, e qual duenno tienet ela mandatione cono Patre, cono Spiritu Sancto,
enos sieculos de losieculos. Faca nos Deus omnipotes tal serbitio fere ke denante
ela sua face gaudioso segamus. Amen».
Posteriormente, don Ramón Menéndez Pidal (1976) publicó las glosas romances y
estudió el códice y sus contenidos en la obra, en todos los sentidos magistral, Orígenes del
español. Las glosas emilianenses constituyeron para el maestro de la filología
española una fuente capital en el análisis de la etapa inicial de nuestro idioma.
Ya en las últimas décadas los mejores análisis e interpretaciones del Aemilianensis 60
los debemos a D. Manuel C. Díaz y Díaz. En 1976 ofreció la descripción del manuscrito y
presentó una bibliografía actualizada sobre el códice en su estudio Manuscritos visigóticos
de San Millán de la Cogolla. En Las primeras glosas hispánicas (1978) llevó a cabo una
minuciosa descripción codicológica, que todavía precisó más en Libros y librerías en la Rioja
altomedieval (1979).
3.2. En cuanto al contenido del códice, considera este autor (1979, pp. 238-240) que el
manuscrito 60, originario de zona navarra o pirenaica (en el sentido medieval de los
términos), está constituido por la unión de dos piezas independientes en su origen;
«el sector A contiene una versión de las Sentencias de Padres que tradujo al latín Pascasio
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de Dumio, incompleta en su texto. Concluye en el folio 28 recto actual, quedando en blanco
el verso del folio.
El sector E, que [...] comenzaba con el fol. 50, presenta en el folio 50, y por
consiguiente con la distribución usual en un códice, las Orationes in diem sanctorum Cosme
el Damiani.. que se inician con el Vespertinum, el cual lleva la Completuria y la Benedictio;
siguen luego nueve oraciones, tres para cada uno de los grupos de cantos y oraciones que
constituían las denominadas "missae" [...].
Todo este conjunto de oraciones concluye en el folio 59 donde se ha quedado
medio folio en blanco. Desde el fol. 55 se lee una serie de homilías, introducidas [...] por
el epígrafe Incipit liber sententiarum [...]. En el fol.67 Incipiunt sermones cotidiani beati
Agustini, que son coincidentes en parte con textos también transmitidos en las llamadas
Homilías toledanas, las cuales se caracterizan, cuando no son más que piezas tomadas de
grandes sermonarios, como los de Agustín, León Magno, Máximo de Turín y singularmente
Cesáreo de Arlés, por la libertad con que han sido tratadas [...].
El primer y grave problema que nos afecta es el de los añadidos del códice. En
efecto, el primero de ellos consiste en la Passio beatissimorum martirum cosme el damiani,
copiada por letra similar a la del sector A [ ...] .En el fol. 42 se inicia la Missa in diem
sanclorum cosme el damiani, que concluye en el fol. 48. Al final de este texto aparece la
firma del copista, que se repite en fol. 28 [...]. Todavía ha tenido el manuscrito una vida
mucho más agitada. Una mano algo posterior, muy burda y desaliñada, incorporó
aprovechando los blancos restantes un Officium de litanias, que se inicia en el folio 28
vuelto, corre por el folio 29 recto y sigue ocupando los folios 48 vuelto, 49 íntegro y 50
recto».
3.3. Santos García Larragueta (1984), autor de una completa publicación codicológica
sobre las Glosas Emilianenses, ofrece la descripción de las características materiales del
Amelianensis 60 (pp. 35-43). Se trata de un códice de 97 folios, en pergamino de
escasa calidad, que una mano moderna numeró Con numeración arábiga del 1 al
96, omitiendo el folio situado entre el 25 y el 26. Las hojas Son de forma
rectangular, desgastadas en los bordes, con una media de tamaño de 188,5 por
137 mm, dispuestas en bifolios, agrupados por lo general en cuaterniones.
La tinta predominante es la de color marrón oscuro, y son los colores verde,
rojo y marrón los preferidos para la iluminación.
El trazado de las letras de las glosas es ligero de peso, de ástiles finos, hecho
con pluma fina; su tamaño es menor que el de las letras del texto, como
consecuencia del espacio en que han de plasmarse.
3.4. Este códice, en el que en los siglos XIII o XIV se siguieron escribiendo
palabras interlineadas o en los márgenes (M.C. Díaz y Díaz, 1979, p. 241), salió de San
Millán a Burgos por decisión del Jefe Político de esa ciudad castellana, como describe J.B.
Olarte (1977), a principios de marzo de 1821, junto con otros setenta y dos valiosísimos
ejemplares (códices góticos, códices galicanos e impresos incunables) y posiblemente
permaneció allí hasta 1872; hoy día se encuentra en la Real Academia Española de la
Historia.