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MANUAL DE ECONOMÍA POLÍTICA
P. NIKITIN
QUÉ ESTUDIA LA ECONOMÍA POLÍTICA
La Economía política marxista-leninista es parte de la ciencia íntegra del
marxismo-leninismo.
El marxismo-leninismo es la ciencia de las leyes que rigen el desarrollo de la
sociedad, la ciencia de la revolución socialista y la dictadura del proletariado, la ciencia
de la construcción de la sociedad socialista y comunista. El marxismo-leninismo es una
doctrina íntegra y armoniosa que comprende tres partes: la Filosofía, la Economía
política y la teoría del Comunismo Científico. La Economía política es una parte
importante del marxismo-leninismo, ya que trata de la base de la vida de la sociedad
humana.
La producción de bienes materiales es la base de la vida de la sociedad
Hace ya mucho tiempo que surgió el problema de móvil que hace progresar a la
sociedad humana. A este respecto se han expuesto distintos criterios. Por ejemplo, los
representantes de la religión vienen afirmando que el desarrollo se produce obedeciendo
a la voluntad divina. Sin embargo, la ciencia y la práctica han demostrado que no
existen fuerzas sobrenaturales. También se ha difundido la opinión, compartida hoy
todavía por muchos hombres de ciencia burguesa, de que el desarrollo de la sociedad
depende en grado decisivo del medio geográfico es decir, de determinadas condiciones
naturales (clima, suelo, minerales, etc.). Claro que el medio geográfico es una de las
condiciones indispensables para el desarrollo de la sociedad, pero no la determinante. A
lo largo de tres mil años, por ejemplo, se han sucedido en Europa tres regímenes
sociales distintos, y en Europa Central y Oriental, incluso cuatro. Mientras tanto,
durante el mismo período, las condiciones geográficas de Europa no experimentaron
cambio alguno, y si se produjo fue tan insignificante que la geografía apenas lo registra.
Hay quien considera que la marcha de la historia depende de la voluntad de
personalidades eminentes: hombres de Estado, jefes militares, etc. En realidad, las
personalidades eminentes aceleran o retardan el advenimiento de uno u otro
acontecimiento, pero no pueden cambiar el curso de la Historia.
¿Cuáles son, pues, las fuerzas determinantes del desarrollo de la sociedad? Marx
fue el primero en responder a esta pregunta.
Para vivir, los hombres necesitan alimentos, vestido, calzado, vivienda y otros
bienes materiales. Y para poseer estos bienes, tienen que producirlos, tienen que
trabajar. Cualquier sociedad está condenada a desaparecer si deja de producir bienes
materiales. Por eso, la producción de los bienes materiales es, como enseña Marx, la
base de la vida y del desarrollo de cualquier sociedad.
¿Qué se debe entender, pues, por producción de bienes materiales? En el proceso
de producción de los bienes materiales concurren el trabajo del hombre, los medios de
trabajo y el objeto que ha de ser elaborado.
El trabajo es la actividad racional del hombre encaminada a la producción de
bienes materiales. En el proceso del trabajo, el hombre ejerce su influjo sobre la
naturaleza para adaptar los objetos de ésta a sus necesidades. El trabajo es patrimonio
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exclusivo del hombre, una eterna necesidad natural y la primera condición de toda la
vida humana. Según expresión de Engels, el trabajo ha creado al propio hombre.
El proceso de la producción es inconcebible sin los medios de trabajo. Medios
de trabajo son todas las cosas de que se sirve el hombre para actuar sobre los objetos
que han de ser elaborados. Figuran entre ellos las máquinas, el utillaje, instrumentos,
instalaciones, edificios destinados a la producción, todos los tipos de transporte, los
canales, las líneas de conducción de energía eléctrica, etc. La tierra es también un medio
universal de trabajo. De todos estos medios de trabajo, corresponde el papel decisivo a
los instrumentos de producción. De los instrumentos de trabajo de que se vale el hombre
depende precisamente su poder sobre la naturaleza. Marx señala que las épocas
económicas se distinguen unas de otras no por lo que se produce, sino por los
instrumentos que se emplean en la producción de bienes materiales.
Los hombres se valen de los instrumentos de producción para actuar sobre los
objetos del trabajo, es decir, aquello sobre lo que recae el trabajo del hombre. Y como el
trabajo del hombre recae sobre la naturaleza circundante, la propia naturaleza (la tierra y
el subsuelo, las aguas) es objeto universal del trabajo. Todos los objetos primarios del
trabajo se encuentran en la naturaleza. El hombre debe adaptarlos para satisfacer sus
necesidades.
Los medios y los objetos del trabajo forman, en conjunto, los medios de
producción. De por sí, los medios de producción, como es lógico, no pueden crear
bienes materiales. La maquinaria más perfecta es ineficaz si no interviene el hombre. De
ahí que el factor decisivo de toda producción sea el hombre, su fuerza de trabajo.
Las fuerzas productivas y las relaciones de producción
En cualquier fase de desarrollo que se hallara, la producción siempre ha tenido
dos aspectos: las fuerzas productivas y las relaciones de producción.
Las fuerzas productivas son los medios de producción y, ante todo, los
instrumentos de trabajo creador por la sociedad, así como los hombres que producen
bienes materiales. Precisamente los hombres, gracias a su experiencia y hábitos de
trabajo, son los que accionan los instrumentos de producción, los perfeccionan, inventan
máquinas y amplían sus propios conocimientos científicos. Con ello se asegura el
desarrollo continuo de las fuerzas productivas y se despliega la producción de bienes
materiales en medida creciente.
Sin embargo, los hombres no producen los bienes materiales trabajando
aisladamente, sino en común, en grupos o en sociedades. Tomemos, a título de ejemplo,
una fábrica de calzado de nuestros días. ¿Cuántos hombres trabajan en ella para
producir una clase de mercancía: el calzado? Centenares e incluso millares, todavía
trabajan más personas para esta empresa en la fabricación de máquinas, el curtido de
pieles, la producción de hilos, agujas, etc. Por consiguiente, en el proceso de la
producción de bienes materiales, los hombres se hallan vinculados entre sí, dependen
los unos de los otros y contraen determinadas relaciones.
Marx dio el nombre de relaciones de producción o económicas a las que surgen
entre los hombres en el proceso de la producción, el cambio y la distribución de los
bienes materiales. Las relaciones de producción pueden ser relaciones de cooperación y
ayuda mutua de hombres libres de la explotación o bien relaciones de explotación del
hombre por el hombre. Esto depende de quien es el propietario de los medios de
producción: la tierra y el subsuelo, los bosques, las fábricas, los instrumentos de trabajo,
etc. Cuando los medios de producción son propiedad privada y no pertenecen a toda la
sociedad, sino a determinadas personas, grupos o clases sociales, se establecen
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relaciones de explotación del hombre por el hombre, relaciones de dominación y
subordinación. Bajo el capitalismo, los obreros carecen de medios de producción y por
eso, precisamente, se ven forzados a trabajar para los capitalistas. En el socialismo, los
medios de producción pertenecen a toda la sociedad. De ahí que en él no haya
explotación del hombre por el hombre y las relaciones entre las personas sean de
cooperación amistosa y ayuda mutua socialista.
Las relaciones entre los hombres y los medios de producción determinan la
situación y el lugar que ocupan los hombres en la producción y los medios de
distribución de los productos del trabajo. Por ejemplo, en el capitalismo, la burguesía,
que es la propietaria de los medios de producción, dispone de todos los productos del
trabajo de los obreros, mientras la mayoría de estos últimos vive sumida en la miseria.
En el socialismo, en el que los medios de producción pertenecen al pueblo (son
propiedad social), la distribución de los artículos de consumo se efectúa según el trabajo
y se asegura la elevación constante del nivel de vida material y cultural de todos los
trabajadores. Este es el contenido de las relaciones de producción (económicas) entre
los hombres.
La historia del desarrollo de la sociedad humana conoce cinco tipos
fundamentales de relaciones de producción: el de la comunidad primitiva, el esclavista,
el feudal, el capitalista y el socialista, correspondiente a la primera fase del comunismo.
Cada uno de ellos tiene por base una forma determinada de propiedad de los
instrumentos y medios de producción. Así, la base de las relaciones de producción de
los regímenes esclavista, feudal y capitalista es la propiedad privada de los medios de
producción que siempre ha originado y origina inevitablemente la división de la
sociedad en clases hostiles, en explotadores y explotados. Por eso, el rasgo fundamental
de la esclavitud, el feudalismo y el capitalismo es la encarnizada lucha de clases.
Únicamente no hay lucha de clases en el socialismo, en el que la base de las relaciones
de producción es la propiedad social, socialista, sobre los medios de producción; la
sociedad consta de clases amigas: obreros, campesinos y la capa social formada por los
intelectuales.
Las fuerzas productivas sumadas a las relaciones de producción forman
conjuntamente el modo de producción.
Las fuerzas productivas constituyen el elemento más dinámico del modo de
producción, se modifica continuamente debido a que los hombres perfeccionan sin cesar
los instrumentos de trabajo y acumulan experiencia productiva. Por lo que respecta a las
relaciones de producción, cambian según va cambiando el nivel de desarrollo de las
fuerzas productivas y ejercen, a su vez, su influjo sobre el desarrollo de éstas.
Cuando las relaciones de producción corresponden al nivel de desarrollo de las
fuerzas productivas, éstas progresan con todo éxito. Los países socialistas, donde la
producción se desarrolla intensamente, sin crisis ni paro forzoso, porque se basa en la
propiedad social sobre los medios de producción, ofrecen un ejemplo de
correspondencia de las relaciones de producción con el nivel de las fuerzas productivas.
Cuando las relaciones de producción no corresponden al nivel de desarrollo de
las fuerzas productivas, constituyen un freno para el desarrollo de la producción. Los
países capitalistas ofrecen un ejemplo de falta de correspondencia de las relaciones de
producción con el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. En ellos la producción
progresa lentamente, durante las crisis económicas llega incluso a retroceder, y muchos
millones de trabajadores pierden el empleo y van a engrosar las filas de los parados.
Esto se debe a que en la sociedad burguesa domina la propiedad privada capitalista
sobre los medios de producción, lo que constituye un impedimento para el progreso de
las fuerzas productivas.
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