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CUENTO “EL MEDIO POLLITO”

Esta es la historia de un pollito tan pequeñito, tan pequeñito que todos le llamaban el

medio pollito. Pues bien, estaba el medio pollito en su portal escarbando cuando de

buenas a primeras se encontró una monedita. Bueno, en realidad era medio real. Estaba

muy, muy contento con su nueva monedita cuando, de pronto, escuchó un gran

alboroto. Alzó los ojos el medio pollito y se encontró, ¡uy!, que venía el rey con todos

sus ejércitos. Provenía de una batalla y venía tan cansado que le dijo al m. pollito:

- ¡Eh, medio pollito! ¿Por qué no me prestas el medio real?

- Es que, es que es mío, me lo acabo de encontrar.

- No te preocupes, dentro de un mes yo te lo devolveré.

- Bueno, si es así. Usted es el rey. Yo lo creeré.

Y el rey se marchó. El m. p. estuvo esperando todo un mes y dos y tres. Pero el rey no

volvía. Nadie le devolvía su monedita. Así que decidió emprender un viaje para buscar

lo que él consideraba que era suyo.

- Pío, pío, pío quiero lo que es mío.

Y así iba diciendo por el camino cuando el m. p. se encontró con una paloma.

- Buurr, buurr...¡Eh, m.p.! ¿Dónde vas tan tempranito?

- Voy al palacio del rey, porque quiero que me devuelva mi medio real.

- Déjame que vaya contigo.

- Bueno, métete en mi medio culito.

Y así prosiguió su camino hasta que se encontró con una zorra.

- ¡Eh, m. p! ¿Dónde vas tan tempranito?

- Pío, pío, pío quiero lo que es mío.

- ¡Déjame que vaya contigo, yo te ayudaré!

- Pues métete en mi medio culito, si quieres.

Y siguió su camino y se encontró con un enorme lobo. Y en vez de comérselo, le

preguntó:

- ¡Eh, m. p.! ¿Dónde vas tan tempranito?

- Pío, pío, pío quiero lo que es mío. Es que le he prestado al rey una monedita y

no me la devuelve.

- Pues déjame que vaya contigo, que tengo ganas de ver la corte.

- Pues métete en mi medio culito, si quieres.

Y siguió su camino y se encontró con una montaña enorme de piedras. Y le dijeron:

- ¡Eh, m. p.! ¿Dónde vas tan tempranito?

- Pío, pío, pío quiero lo que es mío. Voy al castillo a pedirle al rey mi media

monedita.

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- ¡Déjanos ir contigo y te ayudaremos!

- Bueno, meteros en mi medio culito, si así lo queréis.

Y siguió su camino. Cada vez estaba más cerca del palacio del rey, cuando se

encontró un enorme río que debía cruzar. El río viendo al m.p. que iba tan ligero le

preguntó:

- ¡Eh, m. p.! ¿Dónde vas tan tempranito?

- ¿Yo? Pues voy al palacio del rey a que me devuelva una monedita.

- ¿Me dejas que vaya contigo?

- Bueno, si quieres métete en mi m. culito.

Y el río se metió. El m. p. siguió andando por su camino y se encontró un

borriquillo

- Ia, ia, iaa...¡Eh, m. p.! ¿A dónde vas tan tempranito?

- Voy al palacio del rey y ya estoy muy cerquita.

- Déjame que vaya contigo.

- Bueno, métete en mi m.culito.

El burrito se metió dentro del m. p. y...diez pasos más adelante llegó el m.p. al

castillo del rey. Allí llamó a la puerta.

- ¡Eh, abridme que vengo a hablar con el rey!

El rey en persona salió a ver quién llamaba.

- Majestad, ¿ no se acuerda usted que le presté una monedita?

- Yo no me acuerdo de nada. ¡ Lleváoslo al granero! ¡A mí la guardia!

Y se lo llevaron al granero y allí se acordó de la palomita, así que la llamó:

- ¡Eh, palomita blanca! Sal de mi m. culito y cómete el grano que me ahogo.

Y así lo hizo la paloma. Se comió todo el grano del granero y dejó al m. p. en una

esquina sentado tan tranquilo. Cuando el molinero fue por el grano descubrió que el

granero estaba vacío. Se lo dijeron al rey y el rey ordenó que metieran

inmediatamente al m. p. en los corrales de los gallos de pelea:

- ¡Al m. p. llevadlo a los corrales!

Y él se acordó de que llevaba a la zorra:

- ¡Eh, zorrita, por qué no sales y te comes a los gallos de pelea!

La zorra salió y se zampó a todos los gallos del corral. El rey se enfadó muchísimo y

mandó al m.p. al establo donde tenía a todos los caballos de su ejército. Y claro, el

m. p. se acordó del lobo:

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- ¡Eh, lobo, lobito! ¿Por qué no sales y te comes a los caballitos que me están

dado coces con sus patas?

Y salió el lobo y de un bocado se comió tres caballos y siguió y siguió...hasta que el

m.p. se quedó tranquilo. El rey se enfadó mucho y mandó al m.p. al mismísimo

pozo lleno de agua. Entonces el m.p. se acordó de las piedras de las montañas.

- ¡Eh, piedras blancas, azules, moradas, salid de mi m.culito que me voy a ahogar!

Las piedras fueron llenando el pozo hasta llegar al mismísimo brocal y el pollito

salió encima de ellas. El rey se enfadó muchísimo al verlo aparecer por allí. Y claro,

ya no se lo pensó dos veces y dijo:

- ¡Que lo manden a la olla! Hoy comeremos m. pollo en salsa.

Se lo entregaron al cocinero y lo metieron dentro de la olla. El m.p. solo tuvo que

pedir ayuda al río:

- ¡Eh, río, sal por favor, que hace mucho calor aquí y me quemo! Apaga el fuego

con tu agua.

Y eso fue lo que ocurrió. El río apagó el fuego y pudo salir el m.p. de la olla. Y el

agua empezó a subir, a subir y todo el mundo tenía que subirse en las sillas, en las

mesas,...Y el rey dijo:

- ¡Por favor, m.p., di algo para que deje de salir agua!

Y claro el m.p. se acordó del borriquillo.

- ¡Eh, burrito, sal de mi m. culito!

Y el burrito salió y se bebió toda el agua. Y el rey cuando vio que el m.p. le había

hecho caso, había sido tan bueno con él, había hecho todo lo que le pedía y que lo

había liberado de haberse ahogado, le dio al m. p. su medio real. Pero también le

entregó su medio castillo y su medio reino.

Y ... ¿sabéis algo? cuando el m. p. creció se convirtió en un pollito entero.

Y colorín colorado este medio cuento se ha acabado.

Y chistera, chistera este cuento redondo ya está fuera.