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Cristina Sáez LA EDUCACION EXPANDIDA
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Artículo

Vuelta a la experiencia

Escuela 2.0

Altruismo en tiempos de crisis

¿De memoria?

Las frases

Artículo

El profesor de Literatura Latinoamericana Jon Beasly-Murray, de la Universidad de Columbia, en

Canadá, no era lo que se dice un partidario de la red en sus clases. Al contrario, se mostraba bastante escéptico sobre el uso, por ejemplo, de páginas como Wikipedia como fuente de documentación para los autores que se estudiaban en su asignatura. Pensaba

que la información que contenía era bastante pobre. De ahí que decidiera emprender un experimento.En lugar de advertir a sus alumnos sobre la

mala calidad de los contenidos de la archifamosaenciclopedia on line, les propuso crear entradas decalidad para nutrirla de información.

Los alumnos, divididos en grupos de trabajo, investigaron y, durante el curso, elaboraron artículos sobre diferentes autores. Tres de los equipos consiguieron que sus reportajes aparecierandestacados en Wikipedia. Al final del año lectivo, habían elaborado más de 2.000 artículos; el menos popular obtuvo unas 15.000 visitas al año y el máspopular supera las 750.000.

Aquellos estudiantes de literatura desarrollaron las competencias clásicas que se supone que deben adquirir al realizar un trabajo de investigación sobreun autor: lectura, documentación, referenciación,escritura y conocimiento profundo del tema. Tuvieronque trabajar en equipo, colaborar y ponersede acuerdo, de manera que ponían en práctica suinteligencia emocional. Pero, además, llevaron acabo algo real, que hicieron público al colgarlo de verdad en Wikipedia, con lo que contribuyeronal conocimiento global y por lo que obtuvieron el reconocimiento de miles de internautas (hagan laprueba, busquen el proyecto en Wikipedia; tecleenMurder, Madness and Mayhem).

“Es el trabajo más interesante que jamás he hecho”, decían. Este proyecto es uno de los ejemplosinsignia de una nueva ola de educadores quecreen y defienden que se pueden usar las nuevas tecnologíaspara estimular el aprendizaje y hacer de él unproceso más rico y participativo.

Muchas cosas han cambiado desde que irrumpió internet en nuestras vidas. Por ejemplo, las reglasde la comunicación y de la información; cómo hacer negocios e incluso cómo consumimos ocio.Y la educación, dicen, no puede mantenerse al margen de esa revolución.

De hecho, no lo hace, al menos en la educación no convencional. Y es que con la aparición de la red, las fronteras del aprendizaje se han difuminado y han surgido nuevas formas de enseñar y de aprender.

Ahora la adquisición de conocimientos ya no pasa exclusivamente en el aula,sino que puede producirse en cualquier lugar y en cualquier momento. Y lo mejor es que el alumno, consumidor de contenido,ha dejado de tener un papel de observador pasivo para convertirse en protagonista activo: crea, opina,comparte conocimiento, participa, se relaciona en red y en la red.

Esta nueva manera de entenderla enseñanza se denomina educación expandida.

Para Tíscar Lara, vicedecana de Cultura Digital de la escuela de Organización Industrial (EOI),

“el concepto de educación expandida engloba las nuevas formas de educación que incorporan y se adaptan a los procesos sociales que ha traído consigo internet, como la nueva cultura digital, que se basa en la organización en red, el trabajo en equipo,el copyleft –licencias que permiten que cualquier usuario use, modifique y redistribuya un trabajo, siempre que se mantengan estas mismas condiciones de utilización y difusión–. Procesos que hasta ahora quedaban fuera de los sistemas educativos convencionales”.

Es una forma de aprender mucho más natural,que se expande fuera del aula tradicional. Para los defensores de esta educación, el aprendizaje está en todas partes y cada vez disponemos de más formas de acceder a ese conocimiento. Y no sólo se refieren a la tecnología, al hecho de que desde cualquier dispositivo podamos conectarnos a internet y consultar información, sino también a las personas.

Podemos aprender con otros profesores que no tienen por qué estar delante de nosotros y pueden ser otras personas que, por el placer de compartir conocimiento, te enseñan lo que saben y podemos aprender con otros materiales que no tienen porqué ser libros de texto. Esa expansión del aprendizaje está provocando profundos interrogantes y desafíos en el sistema educativo tradicional.

Vuelta a la experiencia 

Hasta que se inventó la escritura,el aprendizaje se basaba en la experiencia de las actividades de la vida cotidiana. Los conocimientos se adquirían a través del contacto con

los demás y la repetición, a base de observar cómo otro cogía la lanza y cazaba, cómo molía el trigo curtía el cuero. De hecho, es así como aprende nuestro cerebro, mediante la relación con los otros,mirando, copiando e imitando. Incluso tenemos unas neuronas, llamadas espejo, dedicadas a esa tarea que constantemente recogen la información del ambiente, la procesan y almacenan para tener la lista cuando necesitemos usarla.

Tras la aparición de la letra escrita y de los primeros soportes, poco a poco el conocimiento dejó de basarse en observar y repetir, y la palabra escrita y leída cogió el relevo a la experiencia directa con las cosas. Nacieron así las primeras escuelas, que datan del 2.000 a.C. y que estaban en Sumeria. En ellas, un individuo concentraba el conocimiento y lo transmitía a un grupo de alumnos. Y ese modelo ha perdurado hasta nuestros días.

Sin embargo, unos cuantos miles de años mástarde, el nuevo contexto digital está propiciando

un cambio en el aprendizaje tal y como lo entendemos.

Para Pedro Jiménez, del colectivo Zemos98, experto en cultura digital, “la tecnología nos

ha hecho darnos cuenta de que el conocimiento no reside de modo tradicional en un profesor que sabe mucho y que vierte esos conocimientos en una especie de vaso que hay que llenar, que son los alumnos, sino que los procesos de comunicacióny de educación, de interacción, son ahora mucho más abiertos, más participativos e informales”. La educación expandida supone una nueva oportunidad para recuperar el concepto de reciprocidad en las formas de distribución del contenido. “Ahora el conocimiento reside en toda la humanidad, gracias a proyectos como Wikipedia, y no en unos cuantos que deciden cómo y cuándo distribuirlo”, añadeJiménez.

De hecho, buena parte de nuestro aprendizaje pasa fuera del colegio, el instituto o la universidad, aunque a veces no lo identifiquemos como educación.Ocurre cuando nos socializamos, cuando colaboramos los unos con los otros. Cuando unamigo te enseña a hacer una página web o a jugaral baloncesto. En ese sentido, para Juan Freire,biólogo, profesor de la Universidad de A Coruña uno de los principales defensores de la educaciónexpandida, “internet es el nuevo espacio públicodel siglo XXI en el que nos relacionamos, socializamos,e intercambiamos conocimiento”. Ahora, paraaprender cómo se retoca con Photoshop una fotoo a preparar sushi basta con buscar en YouTube.Otro internauta nos enseña.

Escuela 2.0 

En el 2009, Zemos 98 y Platoniq –otro colectivo que trabaja con las tecnologías para

fomentar la comunicación y autoformación ciudadana– pusieron en marcha el proyecto Banco común de conocimiento (BCC). En el IES Antonio Domínguez Ortiz, en un barrio marginal de Sevilla conocido popularmente como el de las Cien Mil Viviendas, demostraron a los chavales que aprender puede ser otra historia. “Quisimos transgredir los valores que normalmente se dan en el aula –explica Sofía Coca, de Zemos 98–. El proyecto consistía en

un intercambio de conocimiento informal, popular. Era tan fácil como ver qué puedes enseñar y qué puedes aprender”. Durante una semana, alumnos y estudiantes intercambiaron roles. Los chicos enseñaban a otros estudiantes desde cómo se eliminaba el virus que había infectado su ordenador, hasta cómo arreglar el carburador de una moto. Llevaron las palmas flamencas al aula de música, y las matemáticas, a una cancha de baloncesto. La experiencia fue todo un éxito. Y en todo ese proceso, los profesores sólo se encargaban de dinamizar.

Esta nueva forma de educar, más conforme con la cultura digital en que vivimos, tiene, para Tíscar Lara, de EOI, implicaciones en todos los niveles del modelo educativo: “Significa cambiar metodologías, el rol de profesores y alumnos, la actividad, el cómo se aprende, con qué se aprende, las formas de evaluar, e incluso el concepto de aula tradicional

deja de funcionar. Es esencial que cambiemos el modelo de educación, porque necesitamos también modificar el modelo de comunidad. Vivimos inmersos en la sociedad de la información, donde las formas de construir conocimiento, de relacionarnos

de acceder a la información, de compartir las experiencias como persona, han cambiado, y

necesitamos estar formados de otra forma para poder actuar en ese nuevo entorno social”.

¿Y los profesores? Si cambian las normas del juego, ¿qué papel deberán desempeñar ellos? Pues seguramente de mediadores, de guías. “Ya existe el software que puede resolver todas tus preguntas y es Google. Los educadores deberán tener un papel de

mediación entre los conocimientos y el alumnado, ayudar a los estudiantes a formular las preguntas adecuadas, más que a intentar resolver cuáles son las respuestas correctas”, indica Sofía Coca. Los profesores y las escuelas seguirán siendo esenciales, simplemente tendrán que reformular los valores que venimos heredando desde hace 4.000 años. “Los profesores ya no podrán controlar el conocimiento que adquieren los niños, pero les deberán

dar herramientas para que puedan obtener y analizar información de forma inteligente, para así convertirse en mejores alumnos y miembros de la comunidad”, añade Pippa Buchnan, profesora de la P2P University, de la Fundación Mozilla.

Las clases en un aula dejarán de tener un sentido estrictamente cognitivo, “desde el momento en que podemos acceder al conocimiento por vías muy distintas, algunas incluso mejor que la del profesor; desde el momento en que las mejores universidades

del mundo cuelgan vídeos con sus cursos. El aula tiene sentido para una buena clase magistral, que sintetiza, identifica problemas, te muestra

puntos de vista, te guía. Hasta ahora, el 95% de la enseñanza se basaba en las clases; ahora quizás tendría más sentido que la docencia se basara en un 10% de clase y que el resto del tiempo sirviera para otras cosas, como establecer relaciones, desarrollar

proyectos, aprender a trabajar colaborativamente”, opina Juan Freire, de la Universidad de A Coruña.

Los profesores dejarán de ser puramente fuentes de saber de matemáticas, lengua, historia o dibujo para proporcionar a los chavales otra clase de conocimiento esencial: las competencias emocionales.

En el aula, les enseñarán a trabajar en equipo, a entender al otro, a comprender qué les pasa a ellos mismos y a resolver conflictos. Deberán darles herramientas para que se formen como personas, como individuos más solidarios, cooperadores, responsables, autónomos y, sobre todo, felices.

Y para todo eso no hace falta que la tecnología esté en clase. Hasta ahora, se solía pensar que la educación 2.0 consistía en pizarras digitales y tabletas en lugar de libros. Se interpretaba la tecnología como un cambio instrumental, pero el profesor, los alumnos e incluso los materiales seguían siendo los mismos. “Los libros tienen que ser materiales

de recurso que están en la red y que se modifican continuamente. El ordenador y los dispositivos móviles deben servir para producir y compartir información”,considera Freire, y pone el ejemplo de un profesor de biología que encargó a sus alumnos doblar un documental. Los chavales tuvieron que investigar para poder escribir los subtítulos y usar la tecnología para editar el vídeo. “Es así como aprendemos, poniéndonos manos a la obra, juntos, aprendiendo unos con otros, unos de otros. Resulta más interesante ese aprendizaje, basado en problemas prácticos, que uno teórico sin aplicación en un

contexto determinado”.

Altruismo en tiempos de crisis

Hace un par deaños, un grupo de gente comenzó a reunirse cadasemana. No se conocían de nada pero compartíaninquietudes. Unos querían aprender a montar unatelevisión por internet, otros a editar, a retocarfotografía. Ninguno de ellos era experto, pero seencontraban, investigaban, discutían, compartíanlas informaciones que iban encontrando, las fuentes,hasta que lograban lo que se habían propuesto:aprender. Fue así como nació la P2P University

(p2pu.org), la primera universidad inspirada en lafilosofía peer-to-peer, intercambio libre y gratuitode contenidos en internet, que tiene como objetivoresponder de forma adecuada a las demandassociales. Ahora ya hay grupos en todo el mundo,desde Sudáfrica hasta India, Japón, Alemania oEstados Unidos.Todo es voluntario. Esa es otra de las característicasde este nuevo tipo de educación de la culturadigital. “El altruismo es un valor escaso en el sistematradicional –opina Tíscar Lara, vicedecana decultura digital de la EOI–, pero es algo que está creciendoen internet”. Y pone como ejemplo los muchostutoriales –cursillos de autoaprendizaje– que

corren por la red. “Mucha gente dedica tiempo yesfuerzo a formalizar la forma en que ellos han llegadoa un aprendizaje y lo comparten en internet,para que así otros no cometan los mismos fallos ypueden acceder de forma más sencilla”, prosigue.No sólo los tutoriales, también los blogs, los foros, oiniciativas como Wikipedia imperan este altruismo

2.0, en el que la gente echa un cable por el placer deayudar y de compartir.

Para algunos expertos en educación expandida hay

más. “Cuando compartes conocimientos con alguien,

cuando ayudas a un compañero a hacer una

web, estás aprendiendo más, porque el mejor modo

de aprender es enseñar –afirma Pippa Buchnan,

de la P2P University–. No sólo doy mi información,

sino que creo herramientas gratis que pongo al

servicio de la comunidad y, cuando hago eso, me

estoy desarrollando como individuo. Creo que esa

es una de las motivaciones que tiene la gente para

participar y poner a disposición de los demás su

conocimiento”.

“El deseo de aprender es el gran motor que está

detrás del desarrollo de software libre. Muchos

programadores quieren ampliar sus conocimientos,

convertirse en mejores programadores, con

más habilidades. Entonces generan una herramienta

que ponen a disposición de la comunidad.

Y mientras lo hacen, aprenden y mejoran. Para

muchos eso es una gran motivación”, se maravilla

Mark Surman, director ejecutivo de la Fundación

Mozilla, una organización sin ánimo de lucro

dedicada a la creación de software libre que tiene

como misión “mantener la elección y la innovación

en internet”.

Adaptarse o fracasar. La educación tradicional

tendrá, dicen los expertos, que ser permeable a

todos los cambios que está propiciando internet

y empaparse de la filosofía de la nueva cultura

digital. Y tendrá que hacerlo por dos motivos: el

primero, porque ya estamos dirigiendo nuestro

propio aprendizaje, el segundo, señala Surman,

“porque aprender sobre la web será esencial para

ser un ciudadano digital en el futuro”.

No se trata sólo de usar las nuevas tecnologías para

acceder al conocimiento, sino de imbuirse en esa

nueva forma de aprender colaborando, trabajando

en equipo, compartiendo aprendizaje. Como

afirma el divulgador Pere Estupinyà (El ladrón de

cerebros, ed. Debate, 2010), compartir información

no es dividirla, sino multiplicarla. “Está en la condición

humana la necesidad de crecer y de compartir

juntos. Y la tecnología nos ayuda a hacerlo y es

catalizadora –considera Lara–. Le da a la gente la

oportunidad de dar lo mejor de sí misma”.

¿De memoria?

Las capitales de Europa, losríos de España, las fórmulasde derivadas e integrales,quéescribió Quevedo, latabla de los elementos químicosy así hasta miles decosas que hemos aprendidoen el colegio de memoria yde las que, probablemente,nosacordaremos de muypoco. Nos pasamos mediavida memorizando cosas,como loros, que despuéssomos incapaces de retenery que, en la mayoría de loscasos, jamás volveremosa usar. “Es una pérdida detiempo y de neuronas”,considera Roger Schank,uno de los principalesinvestigadoresen el ámbito de lainteligencia artificial, teoríadel aprendizaje y construcciónde entornos virtualesde la enseñanza. Durantemás de 35 años ejercióde profesor en tres de lasprincipales universidadesamericanas, Stanford, Yaley Northwestern, y ahorase dedica a impulsar lacreación de nuevos colegiosy universidades que formena ciudadanos que sepanentenderse entre ellos, quesean felices.

“Para poder aprender–reivindica Schank– debemosimplicar las emociones,porque se sabe que losrecuerdos, la memoria, vanasociados a ellas. Se aprendehaciendo, un concepto

nada nuevo, que científicosy filósofos vienen reivindicandodesde la antigüedad.

Seguramente, alguna vezviaje a algún lugar y mire unmapa. Por ejemplo, puedque vaya a Nueva York einvestigue cómo llegar, quécosas puede visitar. Y unavez haya ido, toda la vida

recordará si por allí pasa ono un río o cómo se llama.

Aprender de memoria unmontón de datos sobre laciudad carece de sentido. Encambio, cuando experimentaalgo, lo recuerda.

La escuela es lo opuestoa la educación, porque laeducación llega a través dela experiencia en la vida.

En lugar de enseñarle elnombre de los ríos, ¿por quéno hacer una excursión con

los alumnos por España yvisitar ciudades y aprender

in situ?”

Las frases

Las nuevas tecnologías están provocando cambios en cómo nos comunicamos, trabajamos

e incluso aprendemos. Es hora de que el sistema educativo tradicional se adapte

La educación sale del aula

Desde los inicios de laescritura, la transmisión delsaber ha estado en manosde la figura del profesor

La educación expandida hace que el alumno cree contenidos

El proceso educativo del futuro se basa en colaborar y trabajar en equipo