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Intervención Tomás Abraham
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La acción de las familias, de padres y madres, ayuda políticamente a desenmascarar la corrupción y las asociaciones criminales. Lo hizo en la década del ‘70, durante el terrorismo de estado del proceso militar; lo hizo en la década del ‘90, luchando contra las mafias protegidas por el menemismo y el duhaldismo, contra la bonaerense, con lo de la AMIA, el Banco Nación, IBM y tantas cosas que forman parte del archivo de la amnesia, porque a eso se dedican los grandes medios –como decía Claudia- deformadores de opinión, para que nos olvidemos de todo.

Pero Cromañón parecía algo distinto, decían estos, no solamente los grandes medios, sino esta especie de circuito cultural del que formamos parte, porque fue un accidente. Acá el crimen no tenía un dedo señalando a una especie de criminal, mafioso o lo que fuere. Parecía un accidente porque pudo no haber ocurrido o le pudo haber ocurrido a cualquiera; pudo haber ocurrido en otro momento; estas cosas pueden suceder; no podemos nombrar a un culpable como si esto fuera intencional, etc… Las frases que escuché en ese momento son interminables.

Falló un sistema de seguridad. En realidad, había que decirlo en voz bien alta. No éramos muchos lo que lo decíamos, la verdad, que no falló un sistema de seguridad, sino que funcionó un sistema de inseguridad y de alto riesgo que podía en cualquier momento provocar una catástrofe y esto se debía a prebendas a empresarios de la noche que distribuían monedas a funcionarios policiales y políticos para ir llenando esa famosa caja sin la cual los políticos dicen que no se puede ejercer su bendita función