MUJERES EN EL RENACIMIENTO
En pleno Renacimiento, el pintor Van Eyck reconoce a Sofonisba Anguissola como su maestra. Monjas, damas de corte, hijas de pintores iniciadas a la sombra de sus progenitores y mentores famosos como Tintoretto, Durero o Horacio Gentileschi, constituyen una sólida genealogía de mujeres artistas que se inicia en los tiempos remotos de la Antigüedad.
Susana Horenbout, (1438)
Marietta Robusti: hija del pintor Jacobo Robusti, más conocido como Tintoretto. Además de ser pintora, cultivó la música. Su obra se confunde frecuentemente con la de su padre. Vestida con ropa masculina, Marietta lo acompañó en sus visitas a todas las cortes de Europa.
Levina Teerline: (1510-1576) reconocida miniaturista en la corte inglesa durante el reinado de Eduardo VI. Fue la artista mejor pagada de su época por encima de los conocidos miniaturistas ingleses Hans Holbein y Nicholas Hilliard. Sin embargo, no ha quedado rastros de su trabajo.
Sofonisba Anguissola, gran pintora del Renacimiento (1528-1624), da a conocer Juego de Ajedrez, obra considerada una de las mejores de su género del siglo XVI. Es excepcional por la representación de un grupo de mujeres practicando un juego intelectual. El pintor Van Eyck dijo de ella: “A pesar de haberse quedado ciega a los sesenta años, en materia de pintura he recibido más luz de una ciega, que de todos mis maestros”.
Diana Scultori Ghisi (1547-1612), conocida como Diana Mantovana, obtiene permiso papal para imprimir y vender sus trabajos con su nombre; de esta manera será la única mujer a la que se le permitió firmar sus obras. Reconocida grabadora, su trabajo se inscribe dentro de la tradición de los impresores de Mantua.