En un libro de la Biblia que se llama Evangelio de San Mateo, nos habla de unos magos, no porque hicieran magia, sino porque eran unos hombres que tenían estudios sobre religión y astrología. También conocemos otros datos por haberse trasmitido oralmente, de unas personas a otras, en la antigüedad.

               Un monje benedictino llamado Beda nos dice que Melchor era un  anciano de blancos cabellos y larga barba del mismo color; Gaspar, más joven y rubio y Baltasar, negro.  Beda los consideró representantes de Europa, Asia y África, para así acentuar la soberanía universal de Cristo sobre todas las razas y países.

               Estos magos venían de Oriente hasta Belén siguiendo el resplandor de una estrella. Le ofrecieron a Jesús tres presentes:

Le regalaron oro, porque este precioso metal representaba, la riqueza y el poder de los reyes y era una manera de reconocer que Jesús, era el rey más importante que había nacido.

               Le dieron incienso, porque era una resina aromática extraída de un árbol y utilizada para adorar a los dioses, con ese regalo le demostraban que lo reconocían como al Dios verdadero.

También le dieron mirra, una sustancia perfumada muy valiosa que sacaban de un árbol muy espinoso. La mirra era uno de los ingredientes del aceite utilizado como bálsamo para sepultar a los muertos y se usaba también en la medicina. La mirra representaba el dolor y la capacidad humana del niño así como que era reconocido como hombre.

               Los Reyes Magos vivieron muchos años y  regresan durante la noche del 5 de enero, para dejarles regalos a los niños y niñas que creen en ellos y que por supuesto se han portado bien.