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Prado fantasma

Un patrimonio en detrimento

Por: Jorge Andrés Santos Gómez

La soledad de los guayacanes

Por estos días, en Prado Centro no queda ni el recuerdo de los pétalos amarillos que  tapizan los andenes del barrio. Las lluvias primaverales de flores doradas caen lentamente a lo largo de agosto, mientras que los guayacanes van perdiendo el esplendor de sus delgadas ramas, que al final del mes parecen sacadas de un cuento de terror.

El ciclo floral del guayacán es casi el reflejo de la historia de Prado, un barrio que nació en medio de un terreno baldío e insípido,  creció de manera resplandeciente  y  hoy se encuentra en una etapa de  desfloración donde la pintura de sus casas cae, dejando ‘heridas’ arquitectónicas que todavía no se han podido sanar.

La diferencia entre Prado y el guayacán es que para este último hay un florecimiento  seguro. Las épocas de lluvia nutren las semillas del árbol y cuando llega la sequía nacen de nuevo las flores. Prado, en cambio, ha visto pasar por décadas muchas primaveras carentes de florecimiento;  e incluso hoy los guayacanes están abandonando sus aceras, dejando al sector solitario en una oscura imponencia.        

Lo que hoy es Prado Centro  no supone ni el mínimo reflejo de lo que Ricardo Olano (su fundador) tenía pensado para el vecindario. El sueño de este empresario antioqueño comenzó en 1907, cuando adquirió los terrenos de “La Polka”, delimitados entre lo que hoy son las calles de Bolívar y Venezuela.

Cinco años atrás, ya Ricardo Olano había realizado la visita que alimentaría su visión  de un barrio pudiente donde se alojara  la clase dirigente de la región. El Prado, un reconocido sector de Barranquilla, que para entonces era considerada la gran metrópoli colombiana, fue la inspiración de Olano, quien pretendió replicar el modelo republicano de ese sector de la capital del Atlántico (1).

Sus aspiraciones arquitectónicas sólo se convirtieron en un hecho después de su viaje por Europa, cuando la familia Olano comenzó a realizar bosquejos para la organización del nuevo barrio que acogería a los ricos de Medellín, entonces ubicados en las quintas del sector de La Playa.

Enrique Moreno,  y los hermanos Juan y Ricardo Olano fueron los pioneros del sueño de fundar en la Villa de Aburrá un sector con los grandes portones londinenses, los palacios de París y las casonas californianas donde pudieran tener un digno hogar las grandes familias antioqueñas de prestancia económica.

Toda la historia que hay detrás de Prado es desconocida por muchos de  sus nuevos habitantes, quienes no alcanzaron a ser testigos de los tiempos dorados de aquellas calles amplias por las que transitaron los carros de  hombres con control político y económico, no sólo en el departamento sino en el país entero.

Pero del antiguo Prado sólo queda la grandeza de sus casas, y son más las busetas que bajan de Manrique y Campo Valdés, que los vehículos de políticos y grandes empresarios; personajes que hace cinco décadas emanciparon hacia barrios como Laureles y El Poblado.

Y aunque aún existen habitantes que llevan en su memoria el pasado histórico resguardado dentro de  esas casas republicanas, son más los que ignoran  quiénes precedieron su presencia en los hogares de Prado, cuyas fachadas no mantienen fidelidad con los tiempos de opulencia que hacían de este sector el orgullo de los Olano.

El claro ejemplo del deterioro del patrimonio histórico de este barrio es  la antigua casa del ex presidente Carlos E. Restrepo, mandatario apreciado por Ricardo Olano, debido a que “reivindicó la política y mejoró las condiciones para empresarios de mentalidad liberal” como él (2).

 La casa de tres niveles, donde vivió el primer presidente antioqueño, cuenta con amplios balcones y ventanales. No obstante, es una edificación fantasma, corroída por la mugre, llena de ‘costras’ e invadida por propaganda política del Partido Liberal, que paradójicamente era el movimiento opositor a los ideales conservadores de Restrepo.

El patrimonio pradiano es custodiado únicamente por cadenas oxidadas envueltas entre las rejas y esquirlas de botellas incrustadas en el revoque improvisado de los viejos muros. Algunas casas, incluso, parecen haber renunciado a revivir los tiempos de antaño, pues sus portones y  ventanales han sido cubiertos completamente por muros de ladrillo.

Esta situación ha llevado a los líderes del barrio, quienes se resisten a ser testigos del deterioro, a reclamar ante la Administración Municipal soluciones prontas.  Uno de ellos es Gonzalo Isaza, residente de Prado desde hace 16 años, y conocedor de los antecedentes históricos del sector.

Su casa, ubicada sobre la carrera Palacé, está incluida dentro de las  150 que convierten a Prado en el único sitio de conservación de Medellín, según el Plan de Ordenamiento Territorial. Y  al igual que muchas de ellas, los imponentes arcos y muros blancos que la componen se encuentran invadidos por grandes manchas negras.

Cruzar las altas y gruesas puertas de la casa de Gonzalo Isaza es como realizar un viaje en el tiempo. Éstas rechinan lentamente mientras se abren y dejan  ver  un largo corredor atravesado paralelamente  por un hall, un vestíbulo y varios cuartos que no se alcanzan a percibir bien a causa de la poca luz que entra por el solar.

 Del techo restaurado de más de dos metros cuelgan dos grandes lámparas de cristal que iluminan una sala llena de antigüedades. Gonzalo se sienta en uno de los muebles. A su derecha se encuentran las escalas de madera que conducen a los niveles superiores de la casa,  a su izquierda dos elefantes de porcelana india que custodian su retrato de bodas y sobre una de las paredes, 14 fotografías antiguas enmarcadas por un contorno negro.

No son sólo objetos como las porcelanas o el reproductor de long play   los que le dan ese aire de antaño al hogar de Gonzalo. Del fondo del pasillo sale el sonido de un antiguo tango del compositor ecuatoriano Julio Jaramillo:

“Linda muchachita, de cara de rosa. Tú la más bonita, tú la más hermosa. Linda colegiala de los ojos negros, mujer de mañana ven te ruego yo”, entona la voz delgada del cantante mientras que el bandoneón marca el ritmo presuroso de ese tango romántico.

- Prado tuvo sus 15. Fue uno de los sectores de mayor prestancia, pero como todo imperio, tuvo su decadencia. El barrio cayó en el olvido y eso es lo que tenemos hoy – sentencia  Gonzalo con pesimismo.

Él, además de residente del barrio, es el vicepresidente de la Asociación de Propietarios de Prado (Aproprado), organización que nació como consecuencia del descuido del patrimonio y que hoy se encuentra en el limbo a causa de la falta de participación de la comunidad.

Del imperio a la decadencia

Muchos vecinos de Prado se preguntan cómo un barrio habitado por un ex presidente, por la familia Cano (fundadora del diario El Espectador) o por los Duperly  (representantes de Kodak en Medellín) terminó siendo lo que hoy es: un vecindario despoblado, oscuro e inseguro (3).

Esta decadencia puede ser explicada desde varios puntos. Prado, durante sus más de 80 años de existencia ha tenido una serie de contradictores contextuales que marcaron su devenir y su situación actual.

El primero de ellos fue la crisis estadounidense de 1929, que afectó directamente a la economía colombiana y a los empresarios antioqueños. Las importaciones fueron reducidas y las construcciones de Prado, compuestas por materiales extranjeros, tuvieron que ser suspendidas y posteriormente terminadas con materiales de menor calibre. La recesión de los 30 obligó, entonces, a que Prado fuera constituida por hogares más pequeños y con menos nivel.

No obstante, fueron dos hechos los que le asestaron el golpe final a Prado, quitándole gran parte de su estatus socio-económico. El primero, fue la reducción de los miembros de la familia antioqueña; el segundo, la llegada a Colombia de la arquitectura moderna que se adaptaba mejor a las necesidades de los moradores, quienes requerían de espacios menos grandes y rimbombantes.

Como consecuencia, El Poblado y Laureles comenzaron a ser los barrios por los que se inclinaban los nuevos ricos de Medellín. Y por ende, Prado perdió muchas de sus características más representativas: el concepto de casas aisladas desapareció, los grandes antejardines también y las casas comenzaron a ser deshabitadas por lo costoso de su mantenimiento.  

En los años 70 comenzó la debacle de un barrio en el que hoy confluyen más de 30 centros de congregación religiosa, y una serie de instituciones educativas, de salud y centros geriátricos. Prado está siendo deshabitada, pues en los últimos 10 años pasó de tener 12.500  a 7 mil pobladores. En las noches los guayacanes reposan solitarios, con el recuerdo disuelto los juegos de niños a su lado que corrían por las calles años atrás.

Revitalización, un tema de voluntades

Para Gonzalo Isaza,  devolverle la vitalidad a Prado Centro es una coyuntura que ocupa tiempo y dinero y que requiere, sobre todo, voluntad política de las entidades encargadas. La conservación del patrimonio es tan solo una parte de la problemática del barrio, pues paralelamente hay temas de igual importancia que requieren soluciones prontas.

Sin embargo, la Alcaldía sólo ha atendido de manera inmediata los tópicos más urgentes. Tal es el caso del edificio Barco, ubicado en la carrera 50c con la 64, cuyo alcantarillado (construido con materiales no convencionales, como boñiga)  colapsó, causando afectaciones ambientales en sus alrededores.

Con el fin de solucionar el tema de las redes de acueducto construidas hace 60 años, las secretarías de Desarrollo Social y Planeación hicieron el estudio de suelos que fue entregado la semana pasada a Empresas Públicas de Medellín, para que comiencen las obras de reparación que tendrán una inversión de 1.200 millones de pesos.  

El liderazgo de Prado Centro viene trabajando con la comisión accidental del Concejo, destinada a atender los problemas de dicha comunidad. Ésta ha servido como forma de ejercer presión sobre los Administración Municipal, que ha incumplido varios de los compromisos adquiridos  con los propietarios.

El Plan Parcial de  Prado Centro, concebido desde la administración de Sergio Fajardo Valderrama, lleva ya dos años en proceso de dilatación. A causa de esto, en abril del año pasado, se llegó en el Concejo al acuerdo 23, mediante el cual se reglamentaba  la Protección al Patrimonio. En él, la Alcaldía pidió un plazo de un año para adelantar labores en el barrio que facilitaran la ejecución del Plan.

Hoy, cuatro meses después de  haberse cumplido el plazo, la comunidad sigue a la espera del cumplimiento de estas labores que implican aplicar “instrumentos de sensibilización y divulgación de algunos programas complementarios del Plan Especial de Protección, de gran importancia para promover y estimular la conservación, frenar procesos de deterioro y revalorizar componentes destacados del patrimonio cultural inmueble municipal” (4).

El concejal Jesús Aníbal Echeverri, explica que la dilatación de este proceso se debe a que “el problema de Protección Patrimonial es en toda la ciudad” y la Alcaldía le ha dado prioridad al sector del centro, donde hay varios inmuebles que la Nación considera patrimonio arquitectónico-cultural.

No obstante, Echeverri asegura que en septiembre el Concejo y la Alcaldía trabajarán conjuntamente el tema de Prado Centro, con el fin de tener en octubre todo un plan estructurado y comenzar su ejecución para el año entrante.

Esto causa descontento en los habitantes de las casas patrimoniales, a quienes se les prometió exenciones del impuesto predial y rebajas hasta del 100% de los servicios públicos. Y aunque ‘sobre el escritorio’ de Alonso Salazar está el estudio de estas exoneraciones, Prado deberá esperar un año más para que entren en vigencia.

Miedo en las calles solitarias

Uno de los grandes  atributos paisajísticos de Prado Centro son sus calles, aceras y sardineles; propias de un barrio diseñado para caminar y admirar pasivamente. Sin embargo, cuando se esconde el sol, esta es una acción que, por el miedo, pocos habitantes del sector se atreven a realizar.  

Al caer la noche, Prado se impregna de un tono amarillento de penumbra causado por la opaca luminosidad de las farolas de luz pública que no alcanzan a exponer los seres que se refugian entre las sombras. Allí, cuando el sol ya no alumbra, los recicladores  cuentan con sus manos sucias el dinero que les deja la recolecta diaria, los mecánicos guardan sus overoles y se marchan a sus hogares, y otro ramillete de personas (entre viciosos e indigentes) se consumen inquietos en su desgracia.

Prado es el paso obligado para muchos sectores colindantes, de múltiples conflictos  que transitan por las calles del antiguo vecindario patrimonial. Los expendios de droga y las calles de prostitución de Lovaina, los bazares de Bolívar (epicentro de la indigencia) y los talleres de El Chagualo habrían escandalizado a Ricardo Olano, hombre pudiente que se ofendía por la modestia al vestir del humilde presidente Marco Fidel Suárez (5).

Las problemáticas criminales de estos barrios se han trasladado hasta Prado, lo cual aumenta el índice de atracos  y drogadicción, según los informes de la Policía, que ha realizado más de 1.300 capturas  (entre jíbaros  y ladrones) en el último año.

Para tratar de menguar el problema, el Área Metropolitana obtuvo el permiso de descopar los altos árboles de Prado, para así mejorar la iluminación de las calles. De no ser efectiva esta medida, EPM deberá asumir los costos de nuevas luminarias con mejores especificaciones técnicas.

Pero  la inseguridad de Prado está atravesada por un tema más amplio que la iluminación de sus calles. En la última reunión de la Junta de Acción Comunal, la comunidad sentó una voz de protesta por la falta de agentes de Policía en el sector.  Y es que para proteger los barrios de Boston, Los Ángeles y Prado (que conforman el segundo cuadrante de seguridad de la comuna 10) la Policía tan sólo dispone de 3 patrullas.

Para el comandante de la estación de Policía La Candelaria,  César Aníbal Umaña Ramírez, el problema no radica en el número de agentes, sino en la falta de comunicación entre los residentes y la institución. “Aquí tenemos que ser verracos todos, de manera efectiva, eficiente y dándole la cara a esos sinvergüenzas que hay que capturarlos y azararles el parche. Pero yo no puedo solo”, asegura.

Lo contradictorio del asunto, es que no existe coherencia entre el discurso de las diferentes entidades competentes en el tema de seguridad. Y para la muestra está la afirmación de Jesús Aníbal Echeverri sobre la instalación de un CAI móvil, mientras que el comandante Umaña descarta de manera enérgica esta opción.

La crisis de seguridad de Prado empeora no sólo por la carencia de unidades policiacas, sino por la falta de coordinación entre las instituciones, pues para el comandante Umaña no tienen ningún sentido dejar a los delincuentes a disposición de la Fiscalía, porque piensa que es mejor “azararles el parche”.

Prado sufre actualmente una crisis  atravesada por múltiples coyunturas y la única esperanza que  tienen  sus habitantes  es el cumplimiento de la palabra de la Alcaldía, el Concejo y la Policía. La promesa de hoy es la restauración de las casas, el mejoramiento de las aceras, el control de la seguridad y la adecuación de un espacio público.

Pero más allá de los acuerdos escritos y las palabras de los funcionarios, los propietarios requieren con apremio resultados que corroboren la voluntad política  y eviten que dentro de un año tengan que seguir clamando para que a su barrio llegue, después de 50 años, esa primavera florecida que están esperando.  


  1. Pag. 48 - Retrato del barrio Prado: sueños, realidades y memorias
  2. OLANO, Ricardo. Memorias 1874-1947
  3. Patricia Muñoz Ahmd, Piedad Restrepo Posada, Samuel Ricardo Vélez – Revitalización Urbana barrio Prado – Medellín
  4. Artículo 90 - Acuerdo Municipal 23 Plan Especial de Protección Patrimonial
  5. OLANO, Ricardo. Memorias 1874-1947

Fuentes:

-Tesis: Retrato del barrio Prado: sueños, realidades y memorias (Natalia Correa Restrepo)

-Revitalización Urbana Barrio Prado – Medellín (Patricipa Muñoz Ahmed, Piedad Restrepo Posada, Samuel Ricardo Vélez González)  

-Plan Parcial Prado Centro

-Diagnóstico del Plan de Protección Patrimonial Aproprado (http://aproprado.blogspot.com)

-Junta de Acción Comunal Prado Centro (2631631)

-Gonzalo Isaza (2542137)

-Édison Rojas – fundador de Aproprado – (2542407)

-Concejal Jesús Aníbal Echeverri (3113182619)

-Comandante de la estación de Policía La Candelaria, César Aníbal Umaña Ramírez (3128511389)

-Comandante del CAI Boston, Andrés Moreno Martínez (3118081995)

-Acuerdo Municipal 23 de 2009 (Plan Especial de Protección Patrimonial)

-Memorias deRicardo Olano – Tomo 1 – (Salón Biblioteca Pública Piloto)