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miguel hernandez.docx
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ME LLAMO BARRO AUNQUE MIGUEL ME LLAME (fragmento)

(El rayo que no cesa)

Me llamo barro aunque Miguel me llame.
Barro es mi profesión y mi destino
que mancha con su lengua cuanto lame.

Soy un triste instrumento del camino.
Soy una lengua dulcemente infame
a los pies que idolatro desplegada. (…)

EL SILBO DE AFIRMACIÓN EN LA ALDEA (fragmento)

Alto soy de mirar a las palmeras,
rudo de convivir con las montañas...
Yo me vi bajo y blando en las aceras
de una ciudad espléndida de arañas.
Difíciles barrancos de escaleras,
calladas cataratas de ascensores,
¡qué impresión de vacío!,
ocupaban el puesto de mis flores,
los aires de mis aires y mi río. (…)

¡Rascacielos!: ¡qué risa!: ¡rascaleches!
¡Qué presunción los manda hasta el retiro
de Dios! ¿Cuándo será, Señor, que eches
tanta soberbia abajo de un suspiro?
¡Ascensores!: ¡qué rabia! A ver, ¿cual sube
a la talla de un monte y sobrepasa
el perfil de una nube,
o el cardo, que de místico se abrasa
en la serrana gracia de la altura?
¡Metro!: ¡qué noche oscura
para el suicidio del que desespera!:
¡qué subterránea y vasta gusanera,
donde se cata y zumba
la labor y el secreto de la tumba!
¡Asfalto!: ¡qué impiedad para mi planta!
¡Ay, qué de menos echa
el tacto de mi pie mundos de arcilla
cuyo contacto imanta,
paisajes de cosecha,
caricias y tropiezos de semilla!

LAS ABARCAS DESIERTAS

Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraba los días
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.

AL PARTIR DE SU TIERRA

PIERDE EL PASTOR DOS LÁGRIMAS

Mira hermano, en nuestro valle
se me perdieron dos lágrimas...
¡las más grandes que tenía!
y yo no puedo buscarlas.
Mira hermano, corre al valle
y búscalas en las granas...
No vayas a confundirlas
con el mijo de la escarcha:
mis lágrimas son más puras
y amargas que las del alba.
Tal vez por ser muy espesas
se han convertido en luciérnagas.
A estrellitas se metieron
tal vez por ser muy ingrávidas...
Búscalas de todos modos,
y, cuando las halles, guárdalas
en dos cajitas, hermano,
como para niñas, blancas.

TRISTES GUERRAS

Tristes guerras

si no es amor la empresa.

Tristes, tristes.

Tristes armas

si no son las palabras.

Tristes, tristes.

Tristes hombres

si no mueren de amores.

Tristes, tristes

EN CUCLILLAS, ORDEÑO

En cuclillas, ordeño
una cabrita y un sueño.

Glú, glú, glú,
hace la leche al caer
en el cubo. En el tisú
celeste va a amanecer.
Glú, glú, glú. Se infla la espuma,
que exhala
una finísima bruma.

(Me lame otra cabra, y bala.)

En cuclillas, ordeño
una cabrita y un sueño.

A LOS LIBROS BELLOS…

A los libros bellos, pétalos de rosas,

ponedle en las páginas…

A los libros feos,

nada…

(nada o pajas).

LLEGÓ CON TRES HERIDAS

Llegó con tres heridas:

la del amor,

la de la muerte,

la de la vida.

Con tres heridas viene:

la de la vida,

la del amor,

la de la muerte:

Con tres heridas yo:

la de la vida,

la de la muerte,

la del amor.

LEYENDO

Un ciprés: a él junto, leo.
(El sol va acortando poco
a poco su fulgor loco.
Preludia un ave un gorjeo.)

Me acuesto en la hierba. Leo.
(Es el poniente de hoguera:
contra él una palmera
tiene un débil cabeceo.)

Echo el ojo al hato. Leo.
(Da el sol un golpe mayúsculo
a una montaña...
Crepúsculo.
Se oye de un agua el chorreo.)

Me pongo sentado. Leo.
(La muriente luz se enjambia
fingiendo una gran Alhambra
de mármol cristaloideo.)

(Trunca el ave su gorjeo.
Por el oriente descuella
la noche.

¿Nace una estrella?)
No quedan luces... No leo.

NO PUEDO OLVIDAR

No puedo olvidar
que no tengo alas,
que no tengo mar,
vereda ni nada
con que irte a besar.

QUERER, QUERER, QUERER

Querer, querer, querer,
esa fue mi corona:
Esa es.

IMAGEN DE TU HUELLA

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,

que son dos hormigueros solitarios,

y son mis manos sin las tuyas varios

intratables espinos a manojos..

No me encuentro los labios sin tus rojos,

que me llenan de dulces campanarios,

sin ti mis pensamientos son calvarios

criando nardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento,

ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,

y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento

y la olvidada imagen de tu huella,

que en ti principia, amor, y en mí termina.

ACEITUNEROS (fragmento)

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?

No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.

Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.

Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento. (…)

EL CORAZÓN ES AGUA

El corazón es agua

que se acaricia y canta.

El corazón es puerta

que se abre y se cierra.

El corazón es agua

que se remueve, arrolla,

se arremolina, mata.

EL SILBO DEL DALE

Dale al aspa, molino,

hasta nevar el trigo.

Dale a la piedra, agua,

hasta ponerla mansa.

Dale al molino, aire,

hasta lo inacabable.

Dale al aire, cabrero,

hasta que silbe tierno.

Dale al cabrero, monte,

hasta dejarle inmóvil.

Dale al monte, lucero,

hasta que se haga cielo.

Dale, Dios, a mi alma

hasta perfeccionarla.

Dale que dale, dale

molino, piedra, aire,

cabrero, monte, astro,

dale que dale largo.

Dale que dale. Dios,

¡Ay! Hasta la perfección.

TANTO RÍO QUE VA AL MAR

Tanto río que va al mar
donde no hace falta agua.
Tantos cuerpos que se secan.
Tantos cuerpos que se abrazan.

LA SIRINGA (fragmento)

Corta siete tubos

de un viejo cañar,

que ninguno de ellos

sea al otro igual:

átalos juntitos,

afínales las

redondas bocuelas,

llévatelos a

la curva del labio,

y ponte a soplar

leda y quedamente… (…)

Y de los boscajes,

bajar se verá

plumajes de pájaros,

que se han de rasgar,

de envidia, los buches,

que gotearán

el gorjeo inédito en

grano musical.

CERCA DEL AGUA TE QUIERO LLEVAR (fragmento)

Cerca del agua te quiero llevar
porque tu arrullo trascienda del mar.

Cerca del agua te quiero tener
porque te aliente su vívido ser.

Cerca del agua te quiero sentir
porque la espuma te enseñe a reír.

NIÑO

Rueda que irás muy lejos.
Ala que irás muy alto.
Torre del día eres,
del tiempo y del espacio.

Niño: ala, rueda, torre.
Pie. Pluma. Espuma. Rayo.
Ser como nunca ser.
Alborear del pájaro.

Eres mañana. Ven
con todo de la mano.
Eres mi ser que vuelve
hacia su ser más claro.
El universo eres,
que gira esperanzado.

Pasión del movimiento:
la tierra es tu caballo.
Cabálgala. Domínala.
Y brotará en su casco
su piel de vida y muerte
de sombra y luz, piafando.

Asciende, rueda, vuela,
creador del alba y mayo.
Alumbra. Ven. Y colma
el fondo de mis brazos.

EL SOL, LA ROSA Y EL NIÑO

El sol, la rosa y el niño
flores de un día nacieron.
Los de cada día son
soles, flores, niños nuevos.

Mañana no seré yo:
otro será el verdadero.
Y no seré más allá
de quien quiera su recuerdo.

Flor de un día es lo más grande
al pie de lo más pequeño.
Flor de la luz el relámpago,
y flor del instante el tiempo.

Entre las flores te fuiste.
Entre las flores me quedo.