JORGE GUILLÉN, Y otros poemas. 1973.
Ariadna. De Chirico, 1913.
Ariadna en Naxos
I
El barco se detuvo.
“¿Nombre tiene esa isla?”
Era la voz de Ariadna.
Dijo Teseo: “Naxos.
¿Y si desembarcáramos?”.
“¿En esa parte no muy atractiva,
Sin gente?”
Descendió la pareja.
Quedaron dos esclavos en la barca.
Por la orilla vagaron los esposos.
La exploración fue breve.
Cerca había una gruta.
Ariadna se sentó sobre una roca.
“Aguárdame.”
Y Teseo se fue...¿por su camino?
Y desapareció.
¿Acaso para siempre?
Ella aguardó, cansada.
El calor
Mantenía amistad con muchas cosas.
Sonaba el mar con ritmo
De gran ondulación que acompañase,
Y cedió su vigilia a tal reposo
La mujer de Teseo:
Deleite de un cansancio que se borra.
Abrió los ojos. Se alarmó. ¿Teseo?
No. Se extraviaron voces.
Naxos allí sin próximo habitante,
Vegetación escasa hacia una playa,
Primordial desnudez.
Teseo ¿dónde está? ¿Se esconde acaso?
Ariadna
Se rindió a la evidencia:
Un total abandono...
Con invasión de miedo,
Miedo del mundo, miedo del amado.
El mar,
La desierta ribera,
El cielo como techo ¿qué le valen?
Su desesperación
Se agarra al clavo ardiente.
Ya no está sola. Su dolor, Teseo,
Convive con la entraña,
Con la memoria que se le revuelve
Sin recuerdos concretos.
Un vacío se extiende haciendo daño.
¿Posible aquella ausencia,
Tal oquedad? A nada corresponde.
Enigmas
Que aquella angustia oscura no soporta.
Ensimismada Ariadna
Sobre un peñasco se hunde en el vacío.
¿Cuánto tiempo inconsciente va pasando?
El sol es ya de tarde
Con rayos que se afrontan cara a cara.
Aquel rumor marino
Diseña una cadencia más serena.
Ariadna ve su desventura dentro,
Dentro de sí remota,
Un horror fabuloso.
Traición. ¿Y de aquel hombre
con quien gozó de amor y de una hazaña?
Teseo, laberinto, Minotauro.
Horas felices en aquella Creta
Del palacio real.
Teseo, Fedra, Minos, Pasifae...
Esa mujer tendida
Reduce
Su gran memoria al héroe,
Siempre deslumbrador.
II
Se oscurece la pena,
Sólo se ve maldad.
¿Aquellas horas íntimas
De tan profundo enlace
No implican permanencia
Dentro de aquel vivir aún tan firme?
¿Todo se pierde en desvanecimiento,
Polvo al fin sin vestigios?
Reminiscencias muy confusamente
Retornan
A la tan dolorida.
No gime Ariadna. Se concentra, muda,
en un desgarramiento:
Condenación sin juicio.
Ay, se padece y basta.
¿Aquel Teseo es héroe?
Mira Ariadna hacia el mar:
Implacable se azul.
Y más despacio escruta el horizonte.
Es pavorosa, bajo tanto cielo,
La soledad sin mínima esperanza
De salvación. ¿No existe más que Naxos,
Olvidado, perdido?
Y la creciente angustia
Redobla en la garganta sus ahogos.
Una hija de rey
Se dispone a la muerte.
Abandono ya es hambre.
¿Era homicida el plan de aquel Teseo,
Tan monstruoso como el Minotauro?
Ariadna va a morir.
Todo se vuelve incierto. ¿Sin mudanza?
Entre las sombras grises
Y el gris del oleaje
Se derrama neblina, luego lluvia
Ligera.
El tiempo hacia el futuro
Se desliza por ruta sin presagio.
¿Flotante
Por esa blanda atmósfera
Se encontrará algún dios
Con sus rayos rectores?
¿Habrá ya algún destino
Que penda sobre Ariadna, sobre Naxos?
La en absoluto sola
Columbra anulación.
¿Anulación? Quien sabe.
Un azar -¿por qué no?-
Puede irrumpir en el minuto mismo
-¡Luz!- de algún cruzamiento,
Fasto o nefasto azar,
Resurrección, transformación, sorpresa
Creadora, quién sabe.
Ariadna, tan exhausta,
Todavía subsiste.
El tiempo agonizante es inconsciencia,
Pesadilla indolora.
Tal mutismo recubre el desamparo
Que exige ya mudanza,
Algún novel rumor.
III
Entonces...
Es una historia antigua. La sabemos.
Ariadna agonizante
No puede oír ni ver ese oleaje,
Ahora tan hermoso.
¡Un barco!
Y desembarcarán
Personajes de Grecia.
Sociedad acompaña
-Vedle, central- a un dios:
Tan próximos los dioses y los hombres.
Dionisos no desciende todavía.
Va a pisar tierra pronto.
Tropezará el cortejo
Con aquella mujer ya moribunda,
Que su pulso recobra,
Su ritmo esperanzado.
Dionisos
Ve en Ariadna, ya erguida,
Princesa de infortunio.
Fuente:
Jorge Guillén. Aire Nuestro.
Homenaje. Y otros poemas. Final.
Edición crítica de Óscar Barrero Pérez.
Barcelona: Tusquets, 2008.
virgi.pla IES Serpis