Juan Valera y Alcalá-Galiano nació en Cabra el 18 de octubre de 1824.

Comenzó a cursar Filosofía en el Seminario de Málaga, ciudad en donde publicará sus primeros versos. Terminó sus estudios en Granada y más tarde marchará a Madrid para licenciarse en Derecho.

Gracias a las gestiones de su padre, se le nombra agregado sin sueldo en la Legación de Nápoles, donde estará hasta finales de 1849.

Posteriormente es enviado como agregado de número de la Legación de Lisboa con sueldo de 12.000 reales anuales. Desde allí se trasladó a Río de Janeiro como secretario de Legación presidida por Delavat.

En septiembre de 1853 regresa a Madrid y colabora en la prensa madrileña con artículos literarios y políticos.

Viaja a Rusia bajo las órdenes del Duque de Osuna en 1857.

En 1858 es elegido diputado a Cortes por Archidona.

En 1860, es propuesto para ser redactor principal en el periódico El Contemporáneo, donde ese mismo año publica su novela Mariquilla y Antonio.

Un año mas tarde es elegido miembro de la Real Academia de la Legua.

Se casó con Dolores Delavat en París.

El 24 de febrero de 1872 es nombrado director general de Instrucción Pública.

Retirado temporalmente de la política, publica Pepita Jiménez (1874) y Las ilusiones del doctor Faustino (1874-5) en la Revista de España.

En 1875 conoce a Marcelino Menéndez Pelayo. De esta amistad nace una considerable correspondencia de mucho valor para la crítica.  

Entre 1881 y 1893 vuelve a la vida diplomática: primero, Ministro de España en Lisboa, más tarde en Washington y, por último, en Bruselas y Viena.

En los años siguientes publicará Juanita la Larga (1895), Genio y figura (1897) y Morsamor (1899)

Murió el 18 de abril de 1905.

Fuente: http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/vlr/12937620889185963087846/p0000001.htm#I_1_

Concepción del modo de novelar

Valera publica en Crónica de ambos mundos, 1860, uno de los primeros textos de teorización de la novela de su época: Naturaleza y carácter de la novela.

En este ensayo muestra el autor una estética de tendencia idealista, similar a la defendida por D. Marcelino Menéndez Pelayo: la obra de arte como creación humana que representa la idea bajo forma sensible.

Según Valera en la novela cabe todo, con tal de que sea historia fingida y pone el acento en la creación de personajes que actúan con su libre albedrío. También piensa que la novela y el drama históricos deben tener el color local y de época para resultar verosímiles.

Valera afirma que el lenguaje debe reproducir la verdad estética, no la verdad real y grosera; para ello deberá cuidar la depuración y primor artístico. En su opinión, los escritores naturalistas confunden la dignidad de estilo y la carencia de decoro con la naturalidad y la llaneza, adoptando un lenguaje soez.

Fuente: http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/vlr/90259514322358374754679/p0000001.htm#I_1_