Para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, hemos leído y resumido cuatro textos que hablan de la visión de la mujer en el Romanticismo.
El primero es la Introducción a las poesías de la Señorita Armiño, de Carolina Coronado
Carolina Coronado nos da su visión de las mujeres literatas y de su posición en la sociedad de su época.
Para ella, la mujer que se dedica a la literatura no pretende conseguir la independencia, sino que simplemente añade una tarea más a su vida para embellecerla. El estudio o la creación no alteraría para nada su vida doméstica, sino que solo sería una tarea cotidiana más. Es decir, que hacerse una mujer literata no significa que se tenga que dedicar de lleno a los libros y abandonar por ejemplo el cuidado de sus padres, de los hijos o del hogar.
La verdadera literata será, pues, aquella que sepa armonizar su rol como mujer y su faceta creadora.
El segundo es la Carta a Eduarda, de Rosalía de Castro.
Nicanora escribe una carta a su amiga Eduarda. En ella, Nicanora le explica lo difícil que es la vida de una escritora. Todo el mundo critica a estas mujeres, ya que no se creen que aquello lo haya escrito una mujer, sino que, con la pretensión de ser escritoras han hecho que sus maridos les escribiesen los textos y así poder ellas firmarlos.
Por otro lado, también lamenta el que se considere que la mujer solo sirve para casarse, hacer las tareas domésticas, hacer felices a sus maridos e influir en sus maridos a su antojo. Nicanora esta totalmente en contra de esta visión, pues ella es escritora y mujer.
El tercero es un fragmento de la conferencia de Carmen Martín Gaite El punto de vista femenino en la literatura española. El legado del Romanticismo.
Carmen Martín Gaite señala que, en la literatura, la mujer sufrió una manipulación que la hizo ascender al rango de heroína a cambio de desaparecer como ser de carne y hueso. Se la relega, por lo tanto, a la no existencia.
Por otro lado, no es raro ver cómo se produce el proceso inverso; es decir, se la degrada. Y así, en Bécquer a veces es la representación misma de la muerte y en Espronceda aparece como ángel caído.
Por lo que respecta a la vida real, se pensaba que la mujer de talento era una calamidad ya que, por escribir unas páginas, podía olvidar sus tareas verdaderas: el trabajo doméstico y la atención de la familia.
Termina la novelista española destacando que pocas escritoras se cuestionaron las rígidas normas que relegaban a la mujer inteligente a una órbita secundaria.
El cuarto texto sobre el que hemos trabajado es el artículo de la profesora Marina Mayoral De ángel de luz a estúpida (El triste destino de la amada romántica).
En la literatura española es Espronceda quien fija los rasgos característicos de la mujer deseada por los poetas románticos: "ángel puro de amor", "ángel de luz", "manantial de purísima limpieza"...
En realidad, esta visión de la amada es igual a la de otras épocas. Lo peculiar de la amada romántica es el camino que recorre hasta su desaparición como objeto de deseo.
En esto tiene una gran importancia la posesión, pues ésta lleva aparejada la pérdida de la pureza y con ella una de las condiciones indispensables para ser objeto erótico. De ahí las reiteradas advertencias que los poetas hacen a la mujer. Así, dice Espronceda en “El estudiante de Salamanca”:
Tu eres, mujer, un fanal
transparente de hermosura: ¡ay
de ti!, si por tu mal rompe el
hombre en su locura tu
misterio cristal.
O en el conocido poema “A Jarifa en una orgía”:
Mujeres vi de virginal pureza entre albas
nubes de celeste lumbre Yo las toqué y
en humo su pureza trocarse vi y en lodo
y podredumbre.
Sólo la Muerte puede evitar el proceso de degradación de la amada.
Seguidamente, la profesora Marina Mayoral trata del camino que conducirá a la amada hacia la estupidez.
Para ello constata que, en los retratos románticos de la amada, brilla por su ausencia un rasgo que las escritoras se encargaron de destacar: es hermosa y pura, pero nada se dice de su inteligencia. Puede ser que los hombres las prefieren tontas. Los poetas no lo dicen pero las escritoras lo denuncian. Un testimonio valioso es el de Rosalía de Castro, quien escribió en la “Carta a Eduarda”:
Los hombres no cesan de decirte siempre que pueden que una mujer de talento es una verdadera calamidad, que vale más casarse con la burra de Balaán, y que solo una tonta puede hacer la felicidad de un mortal varón!
¿Exageraba? La profesora Marina Mayoral cree que no. Para ello nos recuerda dos poemas de Bécquer:
En "Tu pupila es azul y cuando ríes...", el poeta expresa lo que siente ante la amada cuando ella misma ríe, llora y piensa:
Tu pupila es azul y cuando ríes su
claridad suave me recuerda el trémulo
fulgor de la mañana que en el mar se
refleja. Tu pupila es azul y cuando
lloras las transparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío sobre una
violeta.
Tu pupila es azul y si en su fondo como
un punto de luz radia una idea me
parece en el cielo de la tarde una
perdida estrella”.
Aquí se nos da la impresión de que el pensar no es una actividad constante, ni siquiera frecuente como llorar o reír, sino algo accidental que sucede de vez en cuando. Esto queda reflejado mejor en el poema "Cruza callada y son sus movimientos / silenciosa armonía", en el que se dice:
Ella tiene la luz, tiene el perfume,
el color y la línea,
la forma engendradora de deseos,
la expresión, fuente eterna de poesía.
¿Que es estúpida? ¡Bah! Mientras callando
guarde oscuro el enigma,
siempre valdrá lo que yo creo que calla
más que lo que cualquiera otra me diga”.