RECOPILADOR: Julio Salinas Jáuregui.
Diario La Unión, Valparaíso, 12 de noviembre de 1916, pág. 10
LA ISLA DE PASCUA Y SU SITUACIÓN ACTUAL
La población.- El hambre.- La esclavitud.- Una súplica.
Reportaje a Monseñor Edwards
Publicamos anteayer los datos que Monseñor Edwards nos proporcionó sobre la soberanía de Pascua y sobre la propiedad de la Isla.
Quedó en claro con esa publicación cuán absurdas e indolentes son las amenazas de Mr. Williamson y cuán desmedidas e infundadas resultan las pretensiones del señor Merlet.
Estas últimas han encontrado su correctivo en el decreto que ha declarado la caducidad del contrato de arrendamiento de la Isla a dicho señor.
En cuanto a las amenazas de Mr. Williamson, parece que el Gobierno piensa tomar enérgicas medidas con relación a la casa comercial que éste representa [sic], si no da expliaciones espontáneas de su extraña actitud.
El asunto tendrá resonancia en el Parlamento y si llega, siguiendo el ejemplo de Inglaterra, hasta la formación de una lista negra.
Pasamos ayer nuevamente a casa de Monseñor Edwards, para renovar nuestra interrumpida entrevista.
La población de Pascua
–¿Cuál es la situación actual de Pascua?
Antes de contestar, deseo dejar bien claramente establecido que la población de Pascua NO va extinguiéndose y que es muy digna de susbsistir.
En efecto, cuando Chile tomó posesión de la Isla había en ella 185 habitantes y hoy hay 273 naturales, 1 chileno, 1 francés, y 1 italiano.
Durante el año último nacieron 19 noñis y no murieron sino 3 personas.
Pocos años antes de que Chile ocupara la Isla, había en ella 104 habitantes.
Pascua presenta, por consiguiente, uno de los casos de más rápido crecimiento de la población.
Actualmente hay en la Isla 90 niños menores de 8 años, 30 de 8 a 15 años, 26 jóvenes de 15 a 20 95 habitantes de 20 a 50 y 32 mayores de 50 años: de éstos, doce son de más de 80 años.
La Balbina Ukahei y la Virginia Beri tienen más de 100 años.
No se trata de una raza que se extingue.
Ni tampoco de una raza degenerada.
El hambre
–Esos datos son de mucho interés pero querría nos dijera en qué condiciones vive esa gente?
–Lo he dicho ya tantas veces. Viven muriendo de hambre, no tienen trabajo, ni hay caridad para ellos,
Los leprosos y los sanos están abandonados.
Daré a ustedes un detalle edificante: cuando se hace la esquila de las ovejas, la Compañía Explotadora, se ve obligada a ocupar algunos indígenas, y el salario entra una ración de carne… pero, el que recibe este pago no puede llevar la carne a su casa para su mujer y sus niños, la come en el local de la esquila o la dejan.
No es afirmación de un corazón compasivo, lo del hambre de los pascuenses: son los médicos de la “Baquedano” los que lo vienen afirmando de año en año, en documentos que están en el archivo de ese buque.
La esclavitud
Pero hay algo peor que el hambre. En Pascua ha existido, hasta hace muy poco, la esclavitud. El trabajo era obligatorio para los naturales, no se les pagaba nada, se les apuntaba veinte centavos en la libreta de la pukpería y después de tres meses alcanzaban a comprar 6 varas de lienzo….
Como a esclavos se les han quitado de las tierras y los animales, las casas y las sementeras y se les ha sometido en sus hogares a las peores afrentas.
Los de la Compañía Explotadora son indiscretos para escribir sus cartas: Merlet escribió el año pasado al capitán Ward, comandante entonces de la “Baquedano”, pidiéndole restableciera en la Isla el trabajo obligatorio, porque los indígenas pisaban el sueño de su isla.
La carta está en el archivo de la “Baquedano”.
Ahora, existe algo peor, el
Lock-out
El más criminal de los lock-outs! No se da trabajo a nadie, no se vende ni se compra nada a nadie.
“¡Así se morirán de una vez!”
Todos los cargos contra Merlet constan de sumarios oficiales, de declaraciones juradas y muchos de ellos han sido confesados.
–¿Cuál cree que sea el remedio¡
–Ya el Gobierno ha hecho lo principal. Lo demás toca a la caridad. He recibido donativos de Santiago y de provincias: algunos cuantiosos y otros más modestos. En los cuarteles y hospitales se preparan para hacerme obsequios que me serán utilísimos: útiles de casa, remedios, ropas, herramientas, semillas.
Debo llevar veinte arados, ya cuatro me han sido obsequiados; necesito herramientas de carpinteros, máquinas de coser, géneros, hilo, botones, agujas…
Yo estoy seguro que cuando las señoras de Santiago sepan que recibo cualquier regalo para los pascuenses en Rosas 1165, no dejarán de mandarme lo que ellos tanto necesitan.
¡Dios se los pagará!
“La Unión” está segura de que las súplicas del Monseñor Edwards serán atendidas.