Durante la noche era la final de la Copa América, todo el mundo estaba con los huevos por explotar de los nervios, caminando a las puteadas, empujando a todos, bocinas en la calle. La copa era importante para todos, si no la ganaban iban a combustionar como sociedad. Así es la pasión de mucha gente. A veces la pasión se vuelve nuestra excusa para estresarnos y ahí se vuelve un problema.
Así se sufre esperar y cuando no salen las cosas como se planean, parece que uno tiene una bomba en la cabeza. Así una pareja decidió juntarse a dedicar tiempo en común a distintas pasiones, la pasión de ella era él, la pasión de él era el fútbol. Se encontraron temprano, varias horas antes del partido que fue un lindo domingo con sol, vendían banderas en cada esquina y había un festival en la calle. Ella estuvo sentada en el sol todo el día sobre una manta gigante con la expectativa de verlo, se había puesto linda y estaba contenta de que él haya cancelado la cancelación que ya le había planteado más temprano. Se encontraron en la Plaza de Mayo a tomar unos mates mientras ellos hablaban de cosas sin importancia, no estuvieron mucho ya que él quería estar con ella a solas.
Él era su droga, ella se lo decía siempre. El olor y la piel de ese hombre eran su pasión, pero para él ella era una más del montón lo suficientemente especial para compartir ver el partido. Eso era suficiente para ella. Caminaron a la casa, pasaron la tarde juntos hasta que quedaban dos horas para el partido. Era momento de prepararse para sostener la expectativa de la copa con las manos, casi literalmente.
Decidieron pedir algo de comer, mientras esperaban la comida ella se servía a su droga completamente. Faltaba una hora para el partido y la comida ya estaba por llegar. Surgió la idea de comprar un vino, ella quería complacerlo así que bajó por la comida y por una botella de vino. A ella le faltaba experiencia teniendo una cena romántica con alguien, como quedaba poco tiempo y esta era la primera vez que invitaba a alguien a cenar, decidió agarrar la primera botella de un precio razonable que encontró, sin consultarle a él. Gran error.
Faltaban 30 min para el partido, él se dió cuenta que no tenían la tele lista para ver la final. Había que ingeniárselas porque esta chica no tenía ni cable, él no entendía como ella no había visto ningún partido mientras que él rompió su cábala para verla, él tenía lástima de que ella siempre andaba sola. Mientras ella se fue a buscar cosas y él se empezó a impacientar e impacientar.
Se sentaron a comer, faltaban 15 minutos para el partido, ella feliz abrió el vino y se lo sirvió. Él tenía la paciencia corta, ya que le había estresado buscar cómo ver la final en la casa de la chica. Estaba buscando alguna excusa para explotar, así que agarró la copa vino como la copa de fútbol, tan pronto el vino tocó sus labios lo escupió al piso y gritando dijo: "que vino tan malo, una porquería - no sabes ni comprar vino. ¿Por qué no me preguntaste? No me mandaste un mensaje, mira que sabía que eras ínutil pero no tanto. Si no sabes qué comprar tenes que comprar Malbec, siempre Malbec".
Ella se quedó dura, ya le había advertido que no sabía comprar vinos, ella intentó agarrarle la mano pero él se la apartó mientras seguía increpando como comprar vinos. Para colmo de males la tele entrecortada empezó a decir: el partido ha sido demorado. Los estímulos de esas dos frustraciones le explotaron la cabeza a ese hombre: la mujer y el partido. Se levantó nervioso de la mesa para sentarse en el sofá frente la tele, ella quiso consolarlo comprando otro vino pero él se negó, la ira de los planes que no salieron bien, dilatando el tiempo que la copa que él necesitaba para ser un hombre feliz estuviera en sus manos. Se le explotaron los huevos.
La agarró del cuello y le dijo: "Queres tu droga eh, acá tenes tu droga" y le empezó a pegar puñetazos en la cara. Luego la tiró sobre la cama que estaba en una esquina de la casa. Ella sabía que cuando se ponía así había que dejar que la bestia se tranquilizara sola.
El partido tardó una hora en empezar pero él no lo sintió porque estaba descargando su todo con ella. Cada minuto que pasaba más lejos de su copa, más la empequeñecía con sus manos de hombre. Ella se dejaba porque era la atención que ella conseguía. Siempre era así.
"Sos una pussy crazy mal, no podes vivir sin mí porque sos delicada" - la soltó porque ya empezaba el partido. El final era conocido, ellos ganaron, su hombría siguió intacta porque ganaron. La cábala rota solo le dió un mal sabor en la copa de vino pero no de hombría. Esa fue la última vez que vió a esa chica.