BRIOLATINA 51
Sociedad Latinoamericana de Briología
Boletín Informativo
Noviembre 2004
Editorial
Se acerca la navidad. Además de buenos deseos para familiares, amigos y colegas, sería saludable meditar sobre el significado de esta temporada para los musgos. En varios países de América Latina todavía se celebra la navidad con piñatas, dulces y ‘nacimientos’. En la representación de la escena del nacimiento de Jesús, con frecuencia se usan carpetas de Thuidium delicatulum o de Hypnum amabile para dar un toque verde a la campiña en el diminuto Belén. La costumbre de usar musgos que después se descartan ha causado graves daños ecológicos en los sitios de extracción. Año tras año los recolectores retiran la cubierta del suelo; la erosión, la eliminación de zonas de germinación de árboles y la alteración de otras relaciones tróficas en los bosques, avanzan también con los años. Las investigaciones en México indican que una sola familia puede recolectar hasta 50 toneladas de los musgos mencionados. Sin embargo, como las grandes carpetas ya han sido retiradas de los bosques, en los mercados ahora se incluyen musgos con otras formas de crecimiento, por ejemplo, especies de Campylopus y Leptodontium.
En favor de nuestros bosques y sin perjuicio de la tradición, se podría alentar la substitución de los musgos por otros materiales que reflejen mejor el paisaje navideño y que no tengan un costo ecológico tan alto.
Claudio Delgadillo M.
Exploración Briológica en Cabo de Hornos
William R. Buck
(Traducción libre de C. Delgadillo)
1era Parte
Al descender en Punta Arenas, empezó la turbulencia. El avión se agitaba como si estuviera en la mitad de una tormenta aunque el cielo estaba claro. Al aterrizar me percaté que la causa era el viento fuerte, más fuerte de lo usual en esta parte del mundo.
Este era mi tercer viaje al extremo sur de Chile y en esta ocasión había invitado a dos colegas y amigos, Bruce Allen del Missouri Botanical Garden, y John Engel del Field Museum de Chicago. Bruce y yo volamos juntos desde New York, mientras que John se nos unió en Punta Arenas para recolectar briofitas en el archipiélago en el extremo sur de Sudamérica.
En mis dos viajes anteriores, había pasado la mayor parte del tiempo en Isla Navarino, donde se localiza Puerto Williams, la capital de la Prov. Antártica Chilena, con una población de unos 1000-1500 habitantes, la mayoría asociados con la Armada Chilena. Debido a mejores relaciones entre Argentina y Chile, la armada está reduciendo el número de marineros activos en Puerto Williams. Muchos residentes son empleados de industrias militares, pero con menor presencia militar en Chile subantártico, el gobernador trata de promover el ecoturismo en la provincia.
En este viaje intentaríamos pasar la mayor parte del tiempo en un pequeño barco viajando entre islas muchas de las cuales casi han sido poco exploradas por botánicos. Nuestra partida se retrasó debido a los vientos tan fuertes que mantuvieron el Puerto cerrado soplando consistentemente a unas 60–80 mph, con cielos claros.
La tarde del 13 de enero, Bruce, John y yo fuimos al puerto para ver el barco que sería nuestra casa las dos semanas siguientes. El puerto estaba cerrado, pero se nos permitió el acceso al muelle. El viento soplaba fuerte, casi a 100 mph. Temía caer a las aguas del Estrecho de Magallanes o perder los lentes, por ello me los retiré y caminamos en el centro del muelle. Las olas se hacían cada vez más grandes conforme nos alejábamos. La mayoría de los barcos anclados eran grandes unidades militares, pero el nuestro era el Don José Pelegrín, que parecía de juguete junto a los grandes buques militares. No hubiera sido problema si las olas del Estrecho de Magallanes no empequeñecieran el barco que sólo tenía18 metros de largo, 5 metros de ancho y un calado de 2 metros. Fue construido como barco pesquero, pero rentado a los científicos, era más productivo y ofrecía menos trabajo que durante la pesca.
Con el viento soplando estábamos confinados a Punta Arenas. En el barco encontramos a nuestro guía, el Dr. Ricardo Rozzi, especialista en ética ecologica en la Universidad de Magallanes en Punta Arenas y líder de la Fundación Omora, una organización no gubernamental dedicada a la protección de habitats prístinos en el fin del mundo. Durante la cena el tema principal de conversación era cuándo se detendría el viento. Para nuestra sorpresa, al salir del restaurant, ¡el viento había cesado! De inmediato acudimos al muelle para enterarnos que tendríamos que esperar a que oficialmente se declarara abierto. Todavía con la memoria del oleaje y del pequeño barco, no teníamos prisa de estar en mar abierto así que regresamos al hotel a esperar el fin del papeleo. Cerca de las 11 PM, cuando acabábamos de acostarnos alguien llamó a la puerta para solicitar nuestros pasaportes. Los entregamos y regresamos a dormir, pero a la media noche alguien más llamó para decir que el barco partiría tan pronto llegáramos al muelle. Recogimos nuestras pertenencias, tomamos nuestra píldora para el mareo, dejamos el hotel y nos apresuramos a llegar al muelle todavía no despiertos por completo.
Se me había hecho notar que el espacio en el Don José Pelegrín era reducido y yo imaginaba un sitio húmedo con olor a pez, más apto para un contorsionista. Para mi gusto, no estaba tan mal. El sitio estaba apretado y faltaba ventilación, pero era adecuado. Las 10 literas en 5 pares estaban arregladas en un espacio en forma de E, bajo la cocina, con acceso al frente del brazo corto. Cada litera media exactamente 6 pies de largo por lo que mis pies quedaban planos contra un extremo y mi cabeza contra la cabecera. La peor parte era lo angosto de la litera. Acostado sobre mi espalda podía elegir que mi brazo derecho colgara por un lado o que el izquierdo quedara contra el casco de la embarcación. No importó llegar a la medianoche pues en seguida me fui a dormir. Lo que no fue aparente la primera noche era que no había baños a bordo y después de varios días sin ventilación, el área de dormir se parecía a un gimansio de secundaria. Por fortuna, las temperaturas en esas latitudes nunca son muy altas por lo que, aunque sucios, rara vez sudábamos. Podía haber sido mucho peor.
A la mañana siguiente, el mar estaba en calma y el paisaje era espectacular conforme pasábamos entre las islas del archipiélago. Mi interés personal estaba en la Provincia Antártica Chilena, en la parte sur del archipiélago. Sin embargo, nuestra primera parada fue una playa en Isla Grande de la Tierra del Fuego en Prov. Tierra del Fuego. En este sitio traté de restringir mi colecta pues sabía que entre más colectara, más tendría que identificar a mi regreso. El bosque de Nothofagus llegaba hasta el mar y era tan denso que era difícil penetrarlo. La lluvia es tan alta que los troncos de árboles erectos y caídos y el suelo mismo estaba cubierto de briofitas. En estas condiciones, las hepáticas dominant sobre los musgos. De interés particular fue Megaceros endiviaefolius, por ser común y con abundantes esporofitos. Como eran desconocidos, John se hizo de buen material. En este sitio también había musgos interesantes. Nunca había visto Dendroligotrichum dendroides vivo (aunque D. squamosum es común en Isla Navarino) y fue un placer conocerlo. Atrapado entre las hepaticas había algunas hookeriáceas, incluyendo representantes de Achrophyllum, Distichophyllum y Calyptrochaeta. Otro musgo que nunca había visto en el campo fue Eucamptodon perichaetialis. Después de colectarlo, Bruce y yo no sabíamos lo que teníamos hasta que después de revisar un listado de los musgos de Tierra del Fuego por Celina Matteri y Magui Schiavone, me percaté que debía ser Eucamptodon. Esto me permitió molestar a Bruce ya que este musgo está en las Dicnemonaceae que él revisó para su doctorado, pero no pudo reconocer.
Salimos de este sitio al subir la marea que hacía difícil trabajar en la playa. Debíamos contar con un bote inflable para ir del barco a sitios en la playa, pero en la prisa por salir a medianoche, el bote no fue incluido. Por ello, sólo contábamos con un bote de remos para tres briólogos y los que estudiaban plantas con flores, aves, mamíferos, algas marinas, artefactos arqueológicos y vida marina. El bote tenía que hacer numerosos viajes y el barco permanecía lleno. Los tres aseguramos una litera, pero los otros científicos y la tripulación tenían que disputar la suya cada noche. Los otros tenían que dormir en las bancas de la cocina o en el piso.
A la mañana siguiente, despertamos con lluvia ligera pero continua hasta desembarcar en Isla London. No debía sorprendernos pues en la isla llueve ¡cerca de 4 metros al año! Atracamos sobre rocas y no necesitamos el bote pues brincamos sobre las rocas para llegar a la playa. Esta fue la primera parada en la Prov. Antártica Chilena y en la orilla noroccidental de la provincia por lo que estaba ansioso, a pesar de la lluvia, de ver que encontraría. No tenía idea de lo que era una de los primeros musgos que vi. Crecía abundantemente sobre ramas y rocas y tenía esporofitos con preciosas caliptras mitradas. Ya a bordo del barco, con la ayuda de Bruce, me di cuenta que era una especie de Macromitrium, una epífita tropical típica. Su hallazgo en Chile subantártico a casi 55° S es como encontrar al género en la costa en el sur de Alaska o en British Columbia central. En Nortemérica, el género apenas llega a la costa del Golfo a los 30° N. Esta agradable sorpresa caracterizaría todo el viaje. Nos quedamos a colectar en Isla London hasta el almuerzo y encontramos muchos bonitos musgos.
El paisaje era espectacular a lo largo del Canal Beagle; la lluvia cedió y nuestra vista mejoró. En cada recodo había nuevos deleites visuales y el bosque de Nothofagus, extendiéndose hasta el mar, mantenía la promesa de musgos exuberantes que nos mantenía atentos por horas.
No se podrían esperar delicias gastronómicas a bordo del Don José Pelegrín. Sin embargo, la cocina estaba equipada con estufa de gas y horno y un cocinero de tiempo completo, sin una gran variedad, pero con buena comida. El cocinero preparaba pan casi todos los días echando mano de gran cantidad de harina para alimentarnos, inclusive a los vegetarianos. La experiencia me dice que lo que parece muy bueno en el campo, en casa no lo es tanto, pero estando en el campo, no importa.
Con un cielo encapotado y con un poco de llovizna, nos detuvimos en Isla Grande de la Tierra del Fuego, sobre la orilla occidental de la Sonda Ventisqueros. Cerca de la orilla encontramos nuestro primer musgo interesante, Sauloma tenella. Cerca de donde atracamos, un pequeño arroyo se precipitaba y desembocaba en el mar. En el valle húmedo alrededor del arroyo había un denso bosque de Nothofagus, pero en los riscos abiertos dominaba un matorral bajo, no más de varios centímetros de alto. Encontramos dos especies de Conostomum, C. tetragonum y C. magellanicum en este sitio. Junto con Rhacocarpus purpurascens crecía un musgo misterioso, con el aspecto de una Amblystegiaceae, con ramificación pinnada y hojas catenuladas. En casa y con ayuda del microscopio, descubrí que era un musgo para la lista de mi vida, Pararhacocarpus patagonicus. Con la obscuridad en puerta, en espera de más lluvia y sin tiempo para continuar, regresamos al barco, contentos de nuestro primer día completo en el campo. Las literas nos parecieron buenas. (continuará)
Briología en Puerto Rico
Viajes. La doctora Inés Sastre-De Jesús realizó una visita corta al Herbario Nacional, St. Augustine, Trinidad, University of the West Indies (UWI). La doctora conoció a la Señorita Srishti Mohais quien labora en el herbario como técnico y tiene a su a cargo el mantenimiento de la colección de briófitos.
Estudiantes graduados en la Universidad de Puerto Rico Recinto Universitario de Mayagüez. Amelia Merced Alejandro defenderá su tesis para el grado de maestría en diciembre 10 del 2004. La tesis se titula: A Heterochronic Sequence for the Development of Paraphyses in Neckeropsis (Schimp.) (Bryophyte: Neckeraceae).
Juan Carlos Benavides egresado de la Universidad Antioquia, Colombia, fue aceptado en el programa de maestría e iniciará sus estudios en enero 2005.
Literatura para Latinoamérica
Benavides, J.C. & R. Callejas. 2004. El descubrimiento de Bromeliophila helenae Gradst. (Marchantiophyta, Lejeuneaceae) en el norte de los Andes de Colombia. Cryptogamie, Bryol. 25: 170-174.
Delgadillo M., C. 2004. Musgos. Pp. 127-135 in I. Luna, J.J. Morrone & D. Espinosa (eds.), Biodiversidad de la Sierra Madre Oriental. Las Prensas de Ciencias, México, D.F.
Delgadillo M., C. & M.M. Schiavone. 2004. Aloina and Aloinella (Bryopsida, Pottiaceae) in northern Argentina. Brittonia 56: 291-293.
Delgadillo M., C. 2004. A cladistic analysis of Aloinella Card. (Musci: Pottiaceae). Taxon 53: 713-718.
Frahm, J.-P. 2004. Recent developments of commercial products from bryophytes. Bryologist 107: 277-283.
Matteri, C.M. 2004. The mosses (Bryophyta) of Uruguay, their synonymy and distribution. Cryptogamie, Bryol. 25: 147-167.
Newton, A.E. & E. de Luna G. 2004. Climacium dendroides from Cofre de Perote, a high-elevation tropical montane site in Veracruz, Mexico. Bryologist 107:368-372.
Ochyra, R. 2004. Pterigoniadelphus M. Fleisch., the correct name for Felipponea Broth. (Leucodontaceae). Taxon 53: 809-811.
Parolly, G., H. Kürschner, A. Schäfer-Verwimp & S.R. Gradstein. 2004. Cryptogams of the Reserva Biológica San Francisco (Province Zamora – Chinchipe, southern Ecuador) III. Bryophytes – Additions and new species. 25: 271-289.
Rico, R. & T. Pócs. 2004. Briofitos de las tierras altas de la Guayana venezolana: Hepáticas del Roraima-tepui I. Cryptogamie, Bryol. 25: 205-248.
Nuestras Briofitas
Lejeunea flava (Sw.) Nees fue la primera especie de Lejeunea s. str. descrita para América, con base en colecciones de Swartz en Jamaica publicadas como Jungermannia flava Sw. en 1788. Está ampliamente distribuida en los trópicos; en América crece generalmente como epífita entre 0 y 2500 m s.n.m. Se caracteriza por los anfigastrios relativamente grandes, las células de las hojas papilosas y los periantios con cinco quillas enteras. Lejeunea flava es una especie autoica. En la fotografía se observan varios periantios y un pequeño androecio. Argentina, Misiones, Reiner 1665 (GOET).
Descripción e ilustraciones: Reiner-Drehwald 2000 (Tropical Bryology 19: 81-131); Schuster 1980 (The Hepaticae and Anthocerotae of North America, vol. 4. Columbia, University Press, New York).
BRIOLATINA es el boletín informativo de la Sociedad Latinoamericana de Briología. Se edita en México, D.F. por Claudio Delgadillo M. a quien debe dirigirse la correspondencia relacionada con su contenido: briolatina@briolat.org o moya@servidor.unam.mx