La otra cara de la conquista:
No fue un descubrimiento y una conquista, fue un expolio y un holocausto.
Por Fco. Javier Alvear
Salutacions
Bon dia a tothom. Voldria, en primer lloc, agrair molt sincerament la invitació a aquest espai. Un espai de debat i idees. Un espai valent i imprescindible.
Dit això, parlaré en castellà, només perquè em puc expressar millor. En castellà xilè, que l'és la llengua de Pablo Neruda, de Victor Jara i de la Violeta Parra.
Una llengua mestissa que té incorporació, com de l'àrab (no oblidem que aquí van arribar amb els espanyols milers de moros i jueus expulsats de la península pels Reis Catòlics), del nagualt, de la veu quechua i del mapudungún, la llengua dels maputxes.
Quisiera, por la brevedad del tiempo, nada más que formular algunas afirmaciones y señalar un par de datos avalados por el conocimiento científico:
El (mal)llamado descubrimiento y conquista fue en realidad un expolio y un holocausto. De los más horrorosos que registra la historia de la Humanidad. Dicho así, puede sonar un tanto provocador y bastante perturbador, una cuestión más bien política, pero a decir verdad, ambas afirmaciones están basadas en el conocimiento científico y en investigaciones realizadas, muy recientemente, por prestigiosos estudiosos y universidades.
Más específicamente, a la llegada a La Española, como le va a denominar Colón a la isla que hoy comparten territorio Haití y República Dominicana, se encontró con una población de cerca de 300.000 personas que en 60 años disminuyó a tan solo 500 personas.
De tal modo, que la historia oficial nos ha querido vender por siglos a Colón como un descubridor y una eximio navegante, y la verdad que es hoy es visto, al calor del conocimiento y toda la información que nos legado de la ciencia, como un cruento genocida y esclavista, que ni siquiera supo donde llegó.
En efecto, él siempre creyó que había llegado a las Indias (Occidentales), de ahí que haya quedado el error de denominar como “indios” a los nativos americanos. Un error que pervive hasta nuestros días y que, además, era capaz de aplicar los más horrorosos tormentos a sus víctimas, como córtales la nariz y las orejas. Tan solo porque no hablaban su lengua ni adoraban a su Dios.
Es por ello que Colón, tal y como lo registran los papeles de Simancas (2005), de su tercer viaje a América vuelve en las entrañas de un galeón, junto a su hermano Bartolomé, hecho prisionero y engrillado de pies y cuello, acusando de los gravísimos delitos de aplicación de tales tormentos, tanto a los aborígenes como a sus adversarios.
De modo tal, que hoy, con motivo de las revueltas que se han registrado en América Latina y en los EEUU (como otras partes del mundo), en este último tiempo, prácticamente no hay un solo monumento de Colón que se haya mantenido en pie; actualmente en este país han sido removidos 33 estatuas del personaje, a propósito del Live Black Matter. Asimismo, en Ciudad de México acaban de remover la estatua de Colón del Paseo de la Reforma para ser reemplazada por una estatua en homenaje a una mujer aborigen, simbolizando con ella sus millones de víctimas: ‘La joven de Ajamac’, una figura descubierta a inicios de año en la huasteca veracruzana.
Por tanto, resulta muy interesante que estos movimientos de reivindicación y lucha por una sociedad mejor, articulen, a esta idea, precisamente, el rescate y la recuperación de la memoria de lo que fueron esos pueblos, su gente y su cultura. Una cultura que fue esquilmada y arrasada tan brutalmente como los derechos y sus riquezas.
Es por ello que nos cuesta aceptar que, hoy por hoy, en Tarragona sigan existiendo calles que nos recuerdan a figuras con una mancha esclavista como la Reina María Cristina o el general Prim, quien aplicó, en el ocaso del decrépito imperio español, el durísimo Código Negro en Puerto Rico contra los esclavos, hace bastante menos tiempo.
De esta manera, en estas luchas democratizadoras, muy conectadas con las movilizaciones y las demandas del propio Procés catalá, que fue un ejemplo no solo para el 15-M sino que, también, para la Primavera Árabe y otros procesos semejantes registrados en el mundo, con esas millones de personas en las calles movilizándose pacíficamente, se está dando -también- una batalla por los términos del control del discurso, como una forma de relecturización y de reescrituración de la historia y del pasado, para ayudarnos a construir un futuro mejor. De ahí la importancia de este aspecto.
En definitiva, se trata de una forma de rescate de la verdad de la historia, no la verdad de los vencedores, sino de la verdad de todos, también la de los vencidos. Como decía Machado en Proverbios y Cantares, “¿Tu verdad? No, la verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”. ¡Muchas gracias!
Tarragona, 12 d’octubre de 2021