Casos extraterrestres
A fines de Marzo del año 2017, en un programa de noticias de canal 13 transmitido por DirectTV, un servicio satelital, precisamente en Telenoche, reflotaron un antiguo caso de abducción ocurrido en La Pampa, para rellenar el programa con algo fuera de lo común o con otras intenciones, dudosas en fin, es para pensarlo, porque en líneas generales en Argentina cuando se tocan tales temas se hace en tono burlesco. Lo cierto es que el programa salió al aire y lo pude ver luego de una tanda de noticias, noticias habituales que generalmente todos miramos a esa hora.
“No sentía ni que me tocaran” relataba Julio cuando veía le sacaban sangre del brazo izquierdo en una especie de habitáculo luminoso esférico mientras estaba sentado en una especie de sillón odontológico rodeado de cuatro seres; o usando la expresión bíblica, de “cuatro criaturas vivientes”, solo que morfológicamente distintas a las de Ezequiel o Apocalipsis.
El caso relatado no fue un sueño ni nada parecido, se trató de una abducción ocurrida durante una actividad que estaba desarrollando la persona mencionada. Muchas personas aducen que todo se trata de un cuento mal interpretado luego de alguna clase de ingesta alucinógena, o, en el peor de los casos, un mero cuento falso que hace el “protagonista” para “saltar a la fama”, una extrema posición de parte de cierta clase de personas que prefiero no hablar sobre ellas ahora.
Entre otras declaraciones, esa persona dice: ‘Aparecí unos 20Km del lugar de donde había empezado’ relataba Julio, ‘en lo que ahora es la ruta 8, una ruta de tierra, sentado en mi camioneta (“la camioneta fue conmigo”)’, sentado sobre el volante, “y… bueno, ¿dónde estoy? Doy la vuelta, porque la camioneta estada en sentido oeste-este, doy la vuelta para volver acá (lugar donde empezó el hecho), estaba orientado, no sé cómo, pero estaba orientado…en ese momento, y volví a pasar por la tranquera.”
Algo muy difícil de aceptar para quienes los “extraterrestres” no existen, y mucho menos de seres espirituales que supuestamente no pueden interactuar con la materia poder mover sin que nadie viera nada una camionetita de más de mil kilogramos a semejante distancia.
Deseo saber más del caso, intuyendo que seguramente habrían más datos relacionados con ese caso ocurrido hace tantos años. Lo encuentro inmediatamente, y el primero que bajo es el siguiente, donde aparece por escrito el relato de Julio Platner, denotado por quienes lo abordaron periodísticamente como ‘el más creíble de todos’.
“De hecho, la historia de este chacarero fue una de las que le resultó más impactante y confiable.
Confío plenamente es el Caso Platner porque conozco al protagonista y porque la historia tiene un gran respaldo social y de protagonistas secundarios, como el testimonio de los dueños de la chacra donde ocurrió todo, a quienes se les quemó el televisor. Además existieron otros aspectos como la reacción infrecuente de los caballos que estaban en el lugar a la hora del encierre”, opinó.
El Caso Platner ocurrió el 9 de agosto de 1983 cuando Julio Platner visitó la finca de Antonio Fisher, a 10 kilómetros de Winifreda, para gestionar la venta de cereal.
Esa tarde, al retirarse de la finca sucedió algo que cambiaría su vida para siempre: vio una luz, escuchó un sonido similar al de una turbina y perdió el conocimiento.
Luego de aquello recuerda haber despertado en un sillón similar al que usan los odontólogos rodeado por cuatro seres que lo observaban. Medían 1,60 de altura, aproximadamente, tenían ojos grandes sin párpados, labios finos y nariz chata con dos pequeños agujeros. Platner contó que le quitaron sangre y que despertó en un camino vecinal, a 17 kilómetros de la finca de Fisher, dentro de su camioneta. Tenía marcas en su brazo izquierdo del que aún manaba sangre.”[1]
Lo llamativo del caso, como casi siempre sucede, fue la ausencia de preguntas pertinentes por parte del periodista entrevistador ante semejante trato invasivo. Todos parecen quedar estupefactos, sin saber qué preguntar. En el extremo de la prensa amarillista los periodistas suelen preguntar a quién perdió un ser querido en un asalto o tragedia: “¿cómo se siente Ud. a raíz del hecho?”, pregunta no solo estúpida sino innecesaria, pues, ¿cómo se va a sentir sino mal? En estos casos ya sabemos que el periodista busca reflotar el morbo colectivo para impactar más con la finalidad de captar mayor cantidad de público interesado en ver tragedias humanas con personas sufriendo de verdad y de eso modo tener más auspiciantes y cobrar más caro la publicidad, pero en el caso de Platner esa hubiera sido una pregunta necesaria: ¿Cómo se sintió Ud. después del hecho? ¿Cómo se siente ahora al recordar lo sucedido? Paradójicamente en tales casos no hacen este tipo de pregunta, donde sí es importante, porque permitiría conocer la reacción del individuo afectado por tal maltrato.
Debemos tener en cuenta que este tipo de abducciones así como las mutilaciones de ganado son acciones en contra de la voluntad y los intereses de las personas. Son acciones perpetradas por fuerzas que van más allá de la capacidad humana para poder enfrentarlas o resolverlas. ¿Y las aceptamos resignados sin más? ¿No reaccionamos enojados frente a semejantes acciones criminales? ¿Somos acaso seres esclavos de entidades invisibles que pueden hacer lo que les venga en gana por ser ellos nuestros dueños, de la misma manera que los humanos les hacemos lo mismo a los animales por ser parte de nuestro ‘ganado’? ¿Acaso adoptando el escepticismo y la burla, juzgando falsarios los hechos, resolvemos la situación?
Buscando ahondar más en la mente de la víctima, hallo a otro periodista cuando en otra ocasión visita a Platner y deja que se explaye más y busca brindarnos más datos sobre el protagonista y su familia.
¿Elegido?
“Casado con María Eva Schreiber, padre de Ariel, Miguel y Diego, y abuelo de Fiama (14), Felipe (5), Camila (9) y Martín (1), la familia de Julio espera la llegada de su quinto nieto.
"¿Si fui un elegido? No sé, no sé por qué… aunque pensándolo bien, ese día yo no tenía que ir al campo de los Fischer -ubicado a 15 kilómetros de Winifreda, en cercanías de Villa Mirasol-, sobre la ruta 35. Tenía que ir un compañero de la cerealera en que trabajábamos y cambiamos… Eran más o menos las 8 de la noche, y me estaba volviendo del campo: agarré el camino que tenía dos tranqueras hasta la ruta y abrí la primera… El dueño me había pedido que las cerrara para que no se escaparan los animales… cuando llegué a la segunda tranquera que da a la calle, saqué la cadena y una luz blanca me encegueció. No podía ver más que esa luz, como la de una autógena, que lo rodeaba todo, y allí no sé más", me cuenta ahora sentado a la mesa del comedor de su casa.
"No me importa si me creen".
Refiere un episodio que reprodujo por miles desde entonces, y que le tocará contar 2 o 3 veces por semana habitualmente. No se altera, casi no se inmuta y parece tener incorporado ese diligencia -eso sí- como algo que se incorporó a su vida para siempre. "No tengo problemas cada vez que alguien quiere escuchar… y tampoco me importa si me creen o no me creen. Yo tampoco creía… pensaba que ‘algo’ podía haber, pero siempre decía que hasta que no lo viera. Y fijate vos…"; y sonríe con esa indulgencia que parece ser una característica de su personalidad.
¿Y entonces? "Bueno, de pronto me vi en medio de una habitación esférica, sentado como si estuviera en el sillón de un odontólogo y cuatro personas, cuatro seres, no sé cómo decirte, que me rodeaban. Podría decir que tres eran ‘varones’ y una ‘mujer’. No me asusté para nada, había una gran paz en el lugar así que estaba tranquilo. Quise hablarles, preguntarles quiénes eran, que querían, pero me di cuenta que cuando pensé en hacerlo me contestaban telepáticamente. Me decían algo así como que estuviera tranquilo, que esto que hacían ahora pasaba muchas veces en el mundo. La ‘mujer’ se acercó y me puso como si fuera una moneda aquí -señala su muñeca izquierda-, y después con el mismo elemento y un tubo aquí en la vena del antrebrazo (a la altura del codo) me sacaron sangre. La ‘mujer’ puso un dedo -tenían una mano normal, de cinco dedos- arriba del tubo y vi que la sangre subía sin hacer ningún esfuerzo", precisa.
Las marcas.
Muestra su muñeca y se ve claramente una marca que se ahonda a medida que se frota la zona, y también la huella que le quedó en el antebrazo. Miro mi propio brazo y me doy cuenta que no tengo ninguna marca de las varias veces que me sacaron sangre. "Después los médicos me dirían que de la muñeca me sacaron una célula, y sangre del antebrazo", explica Julio.
"¿Qué más me acuerdo? Todo, todo me acuerdo. Yo iba con una campera, una camisa y un pullover, y cuando estaba sentado en el sillón no tenía la campera, y después me di cuenta que tampoco el reloj… En un momento dado, de curioso, los quise tocar con mi mano derecha, pero me di cuenta que había como una pared, supongo que un panel magnético o algo así que me lo impedía. Lo mismo me había pasado antes cuando me había querido parar. Había una gran luminosidad que venía de todos lados, incluso desde el piso… Me trataron muy bien, si hasta en un momento tuve ganas de preguntarles cuánto les debo", se ríe el protagonista.
"En un momento no los vi más. Me acuerdo de 4 o 5 minutos, pero después sacando cuentas me di cuenta que habrían sido unos 20 ó 25, porque a las 9 y media de la noche estaba de vuelta en mi casa. En ese instante cuando no los ví me quise parar, quise caminar, pero me di cuenta que estaba como en el aire, y ahí sí, no me acuerdo de más nada. Después me vi en la camioneta -una Fiat 125-, y enseguida me orienté dónde estaba, así que di la vuelta y pasé por el campo de donde me habían llevado. Cerré la tranquera que había quedado abierta, ahí me dí cuenta que tenía sangre en la camisa, y me volví a mi casa". Le pregunto a Julio: ¿Creés que te llevaron con camioneta y todo? "Sí, porque las huellas que se buscaron después indican que llegué hasta la tranquera y nada más", dice absolutamente convencido.
¿Y luego? "Llegué al comercio donde trabajaba, pero todos se habían ido, así que volví a casa. Los chicos se acostaron… me acuerdo que el menor tenía nada más que un año, y mi señora me preguntó qué pasaba, que me veía raro. Ahí le conté. ¿Si me creyó? Sí, porque no tenía por qué mentirle, y le mostré los ‘pinchazos’, que en realidad no eran pinchazos…".
La fama circunstancial.
"Al otro día fui al doctor Pizarro, que se extrañó por todo y me dijo que tenía que denunciarlo a la policía. Ahí empezó todo… la gente empezó a venir de todos lados, salió en los diarios, empezaron a llamarme de los canales de televisión de Buenos Aires, y todo el día así. Hasta que un día era tal el barullo, incluso hasta las 12 de la noche, de gente que venía porque quería escuchar, que tuve que decir basta. Pero nada más que eso", describe los días posteriores y su fama que sobrelleva sin complicaciones. "¿Famoso? No, para nada. Mi vida no cambió para nada, seguí trabajando, haciendo lo mío". Y le aclara a Luis Barabaschi, nuestro corresponsal en Winifreda, que su ascenso en el trabajo no lo atribuye a "aquello" que llamó la atención de todos. "Como todos uno quiere progresar, y posterior a aquello pasé de empleado a dueño, pero nada que ver". Luis, como yo, también se conmueve con el relato, y recuerda cuando su maestra de la primaria los reunió frente a un televisor para ver "Cordialmente", popular programa televisivo de la época conducido por Juan Carlos Mareco.
Mañana, precisamente, se van a cumplir 27 años de esta historia. A Julio Platner no le importa, pero su relato me parece verosímil, e incluso su forma de contarlo, sin excitaciones, se me antoja un elemento más para entender que lo que dice realmente le sucedió. A él no le importa. En la puerta de su casa me despide: "hasta cuando quieras". Y la única reflexión que se me ocurre es: qué pedazo de historia tenés para contarle a los nietos, Julio.
"Ellos nos vigilan".
Cada tanto, ante cada "aparición", o alguna referencia de hechos fantásticos, en algún viaje nocturno me encontré tratando de ver algo en el firmamento. Nunca ví nada. Sí escuché relatos, de amigos, de compañeros de trabajo que alguna vez vieron. Pero en la Redacción las opiniones están divididas entre los que creen y los que no. Nestor cuenta que "cuando era chiquito vi un ovni en la playa. Le conté a los mayores, pero nadie me creyó". Martín recuerda que viajando con Hugo Arias desde el sur, vieron una luz que venía, y de pronto la nada. Se miraron y se preguntaron: "¿Lo viste? Sí", se contestaron al unísono. Platner, obviamente, tiene que responder cada vez una catarata de preguntas. "¿Sí voy mirando cuando viajo?, ¿Si espero que vuelvan? No, para nada. Cuando ando en la ruta no me distraigo mirando el cielo. ¿Sabés? Pienso que hay civilizaciones mucho más adelantadas, y que de alguna manera nos vigilan, nos miran, nos estudian, y que si se tiene que dar, como me pasó a mí, un día cualquiera aparecen. Pero no los estoy esperando", se sonríe porque sabe que me sorprende. Su vida -salvo esa "fama" que de algún modo niega- no cambió nada. "En alguna caminera cuando ven mi documento preguntan si soy el del ovni, pero nada más", cuenta, aunque estudiosos del tema vuelven a pedir su testimonio cada tanto. Él sigue tranquilo, trabajando, yendo al fútbol a ver al Deportivo Winifreda, o incluso llegando a Santa Rosa para algún otro clásico, siguiendo a Ríver, o jugando algún truco o un mus en el boliche que está cerca de su casa. Casi como si nunca le hubiera pasado lo que le pasó. Créase o no.
Personas "normales".
Julio Platner señala que "eran ‘personas normales’, de una altura media, de 1 metro 65, ó 1,70, pero no mucho más. Tenían como un traje tipo buzo, ajustado, color azulado, o verdoso, medio extraño, orejas, boca muy fina y no tenían pelo. No se si porque tenían alguna vestimenta o qué". Enseguida dice que "lo único que me llamó un poco la atención fueron sus ojos, muy grandes y que parecían sobresalir de la cara, sin pestañas y sin cejas, como que un reborde. Después nada más, cuerpos normales, sus manos con cinco dedos, igual que nosotros. No, no ví si tenían ojos celestes o qué color", vuelve a reírse.
Llama mucho la atención que Platner nunca sintió que invadieron su vida, obligándolo a prestarse a un tipo de examen biológico de interés solo para los extraterrestres. Afirma sintió una “paz”, diría acogedora, como deseándola volver a experimentar. No cabe duda alguna que existió una influencia en su mente para que no sintiera ninguna reacción al trato obligatorio sufrido. La capacidad que tienen estos seres es impresionante frente a las nuestras. Queda en el aire el raro olor de “algo hay”, “nos vigilan”, “no estamos solos”, y yo diría, “tenemos dueños”. No tenemos libertad alguna como especie ni como individuos, nos hallamos subordinados a entidades superiores. Son capaces de hacernos perder el conocimiento sin sentir absolutamente nada, a lo sumo ver una luz y escuchar el sonido como de una turbina, calmar nuestra mente, respondernos antes que preguntemos, sedarnos, hipnotizarnos, hacernos sentir bien y luego dejarnos sin secuela ninguna, y por sobre todo, con las tremendas ganas de saber de qué diablos se trata.
Veamos otra investigación y comparemos con los otros relatos sobre el mismo caso:
La historia: En la tarde del 9 de agosto de 1983, Julio Platner visitó la finca de Don Antonio Fisher, situada a unos 10 kilómetros de la localidad de Winifreda, para gestionar la venta de cereal. La amigable charla se prolongó más de lo previsto y alrededor de las 7:30 pm (19:30 horas), Platner decidió irse a su casa. Fisher lo acompañó al lugar donde había estacionado su camioneta y antes de despedirse le pidió a Platner de asegurarse de cerrar bien la tranquera (puerta o portón en otros países) para evitar el escape de un grupo de caballos que estaban sueltos en la finca.
Mientras Platner se dirigía hacia la entrada de la finca, vio a una reflexión entre los árboles, pero no le pareció importante. Cuando llegó a la tranquera, se salió de su camioneta para abrirla y de pronto vio una masa luminosa de luz lanzándose hacia él, que parecía la luz de una "soldadura autógena" y produjo un sonido similar al de una turbina. Instintivamente intentó de cubrir su cara con su brazo derecho, pero perdió el conocimiento.
Una experiencia increíble: Cuando su conciencia volvió, se encontró sobre una camilla o "un sillón, parecido a lo que los dentistas usan", rodeado por cuatro seres que lo observaban atentamente. Como pudo notar, la habitación era amplia y esférica, sin esquinas notables y las paredes parecían que estaban acolchadas ya que en ciertas partes notó algo como "bultos". El lugar estaba bien iluminado, pero Platner no pudo identificar ninguna fuente de luz convencional. A su derecha observó una especie de "vitrina", que se destacaba por su brillantez en contraste con el resto del entorno que era más opaco y no mostraba ningún detalle. Platner estima que permaneció en esa sala por unos cinco minutos.
Los seres que lo acompañaban tenían una forma antropomórfica, eran proporcionados en altura, estimado a 1,60 metros. Dos de ellos estaban delante del abducido y los otros dos en cada lado y levemente detrás de él. Uno de los seres tenía senos, por lo que Platner identificó a éste como una mujer. Ella estaba reteniendo el hombro derecho de Platner con su mano izquierda.
Los ojos de estos seres eran grandes, redondos, fijos y no tenían párpados. En vez de encontrarse hundidos en una cavidad, sobresalían de la cara y Platner afirmó que en el centro de cada ojo "había otro ojo pegado en la parte superior del otro." Los labios eran finos, similares a los de los humanos y la nariz era chata y tenía dos pequeños agujeros.
Sus movimientos eran suaves y lentos que dio la sensación de que se deslizaban en lugar de caminar. Platner describió el vestuario como "una sola pieza ajustada al cuerpo" de un color gris-verdoso, pero le dio la impresión de que se integraba con la piel, sin que se notara las costuras o los bordes de la tela.
Platner, que intentó de comunicarse, no lograba emitir ningún sonido ni podía oír lo que decían los seres al mover sus labios. Aseguró que la entidad femenina telepáticamente le informó que él podía contar de lo que le estaba ocurriendo, pero también le aseguró en adelanto que no todos iban a creerle. Un segundo mensaje le instó a calmarse.
Platner recuerda que el silencio era total, que la temperatura era absolutamente normal y que no se sentía la mano apoyada en el hombro derecho. En cierto momento, trató de levantarse, pero su cabeza chocó contra una barrera que no podía ver. No recuerda haberse golpeado, pero en cambio se sintió paralizado. Al observar su propio cuerpo, se dio cuenta de que le habían quitado la chaqueta y el suéter, el reloj y todavía tenía su camisa puesta, aunque la manga de su brazo izquierdo estaba enrollada.
El ser de apariencia femenina mantuvo su mano izquierda sobre su hombro derecho y los demás seres aplicaron en su muñeca izquierda un tubo transparente de unos 20 centímetros, con un extremo flexible que terminaba en una esfera. El ser movió el objeto sobre la superficie de su brazo izquierdo y se detuvo en la fosa del codo. El tubo se llenó hasta la mitad con sangre que, según Platner, parecía ascender en forma de remolino. Después de la extracción, se le instó a ponerse de pie, que Platner hizo con cierta inseguridad. Lo último que recuerda es que los seres desaparecieron repentinamente.
El despertar: Platner recuperó la conciencia dentro de su camioneta. Aproximadamente cuarenta minutos habían pasado desde que el resplandor de luz se abalanzó sobre él. Se sentó con las manos en el volante y recordó que "no me faltaba nada. Tuve mi reloj y estaba completamente vestido de nuevo. Incluso tenía la chaqueta cerrada hasta la mitad como antes, algo que me llamó la atención porque la cremallera tiene un defecto en la parte de abajo y es difícil de enganchar. La llave estaba en su lugar, pero el motor estaba apagado, lo mismo con las luces de los faros, que antes estaban encendidas. El vehículo arrancó sin problemas."
Él inmediatamente reconoció el paisaje y se dio cuenta de que estaba en un camino vecinal a unos 17 kilómetros de la tranquera de acceso de la finca de Fisher. Entonces recordó que Fisher le había pedido que cierre la tranquera, así que regresó al lugar. Platner dijo que en el momento en que salió a cerrar la tranquera, tomó conciencia de la extraña experiencia que había vivido. Se colocó delante de los faros de la camioneta y pudo ver que tenía marcas en su brazo izquierdo, donde la sangre seguía brotando.
Platner subió a su vehículo y se dirigió a su lugar de trabajo en Winifreda. Llegó a Nervi S.A. aproximadamente a las 8:30 pm (20:30 horas), pero no comentó nada a sus compañeros de trabajo. Permaneció allí hasta las 9:00 pm (21:00 horas), y luego se fue a su casa. Su esposa notó que estaba alterado, ante su insistencia, Platner le contó lo sucedido. Ella le recomendó que al día siguiente visitara a Adolfo Pizarro, el médico de la familia.
El diagnóstico médico: El Dr. Pizarro examinó las marcas y comprobó que la lesión en la muñeca parecía una simple raspadura. La marca que aparece en la fosa del codo fue una punción en una vena, similar a la que queda después de una extracción de sangre. El médico cree que el pinchazo no parecía haber sido producido por una jeringa común, ya que aparecen varios agujeros pequeños y la marca superficial no mostró evidencia de un hematoma.
Conclusión: Esta historia fascinante es una abducción típica, excepto que este abducido recuerda todo lo que sucedió, sin la necesidad de la regresión hipnótica.[2]
Otra fuente aporta a su manera.
Lo siguiente fue escrito por Gary Richman del periódico estadounidense "The ENQUIRER", traducido por Nelson C. Rivera (PRUFON).
El detector de verdad confirma la historia del negociante:
"Los extraterrestres del ovni me abdujeron y me robaron mi sangre"
Un respetado empresario dice que fue abducido por extraterrestres quienes lo llevaron a bordo de su ovni, le extrajeron más de un cuarto de galón (un litro) de sangre[3], entonces lo trasladaron de nuevo a la Tierra – ocho millas (13 kilómetros) de donde fue recogido.
"Yo estaba estupefacto... Pensé que estaba soñando", recuerda Julio Platner, propietario de una tienda de alimentos de ganado en Winifreda, Argentina.
Un médico que examinó a Platner dice que está convencido de que el hombre estaba diciendo la verdad... y Platner incluso pasó una prueba de detector de la verdad con gran éxito.
Su pesadilla comenzó cuando conducía una camioneta por un camino de tierra en dirección a casa, alrededor de las 7:30 pm (19.30 horas) del 09 de agosto del año pasado.
"De pronto me quedé desconcertado por una luz muy brillante, acompañada por un zumbido extraño", le dijo al periódico "The Enquirer".
"De repente yo estaba sentado en un cuarto extraño, pero sin mi camioneta. Las paredes de color beige (o beis) parecían acolchadas. No había puertas ni ventanas.
"Cuatro seres extraños estaban en el cuarto. Uno tenía rasgos femeninos y los otros tres eran varoniles. Eran cerca de 5 pies y 3 pulgadas (1,5 metros) y vestían con uniformes muy ceñidos que cubrían sus pies, y sus cabezas.
Tenían los ojos grandes, saltones, pero sin párpados y cejas, una nariz chata pequeña y una boca fina.
"Yo estaba aterrorizado. Les pregunté quiénes eran y qué estaban haciendo... y me contestaron sin hablar. Me habían llevado a bordo de un platillo volante.
"Traté de levantarme y andar, pero parecía que estaba confinado por un escudo invisible. Oí una voz dentro de mí, diciéndome que me quedara tranquilo, que nada me iba a pasar.
"Me di cuenta que no llevaba mi abrigo y mi suéter ya, y mi reloj había desaparecido también. Una de las criaturas se me acercó con un tubo como de vidrio. Él lo puso en mi muñeca izquierda, entonces en la parte interior de mi codo.
"Pude ver que estaba sacando mi sangre... se elevaba en forma de gotas a través del instrumento transparente.
Recibí una orden mental de ponerme de pie. Sorprendentemente, mi reloj, abrigo y suéter estaban conmigo de nuevo. Hubo otro destello y me encontré en la Tierra, en mi camioneta... pero ocho millas[4] de distancia de donde yo había estado antes. "
Aturdido y confundido, Platner condujo a su casa y le contó a su esposa lo que había sucedido. Ante su insistencia, dio aviso a la policía y vio a un doctor.
"Todo apoya la historia de Platner", dijo el oficial de policía Carlos Ponce, quien realizó la investigación policial del caso.
"Al mismo tiempo, él dice que cuando Platner fue llevado a bordo del ovni, los televisores en la ciudad tuvieron interrupciones de transmisión... sin explicación.
"También descubrí algo muy extraño al día siguiente... las marcas de los neumáticos de la camioneta de Platner corre hasta cierto punto, y luego se detiene, confirmando su historia.[5]
"Y 15 días después del incidente, un ovni grande circular fue visto sobrevolando la ciudad."
Para comprobar más la historia de Platner, el periódico Enquirer tenía una cinta de sus declaraciones analizada mediante un "Psychological Stress Evaluator" (Evaluador de Estrés Psicológico), un dispositivo que se utiliza en más de 300 organismos encargados de hacer cumplir la ley para determinar si alguien está diciendo la verdad mediante la medición del estrés en su voz.
Un ex oficial de inteligencia de los Estados Unidos que co-inventó el dispositivo, llamado Charles McQuiston declaró que, "La voz de Platner es completamente libre de estrés. Está diciendo la verdad... no hay duda al respecto".
El Dr. Adolfo Pizarro, el médico que Platner vio después de su abducción, añadió que "En mi opinión profesional, hubo una extracción de sangre o de algún material.
"Le he tratado durante seis años y se puede declarar que Platner siempre ha sido tranquilo, racional y sano. Él es muy respetado y un ciudadano ideal".
¡Un litro de sangre! ¿De dónde sacaron ese dato? Julio nunca menciona la cantidad ni tan elevada. La historia termina a una distancia imprecisa, entre 14 a 20 Km de dónde estaba. Cuando precisa su estado emocional manifiesta: “Yo estaba estupefacto”, es decir pasmado, atónito, extático, helado. Es lo que menos se puede esperar de una experiencia traumática de esta naturaleza.
En http://www.taringa.net/comunidades/ovniweb/8483853/La-abduccion-del-argentino-Julio-Platner.html
Entrevista a Julio Platner en TV en 1999.
En 1999 Julio admite que el tema le interesa y estaría dispuesto a contactarse con ellos para averiguar más. La periodista que efectúa la entrevista deseaba saber cómo se encontraba Julio, pues fue un caso de ‘invasión’ al no preguntarle si deseaba someterse a un examen para que le saquen sangre, sin saber ni para qué ni porqué. Todo eso se percibe en el siguiente video, donde el especialista Carlos Ingaramo específica el caso de Julio como “no traumático”
Aparece una duda sobre el año y el día al comparar distintos relatos, en este caso ‘9 de Agosto’, no el 8 de Agosto del año 1982 y no de 1983 como aparece en el primer sitio, ‘si recuerdo bien’…comienza diciendo Platner en dicha entrevista radial. Su relato del suceso es siempre el mismo. Salvo el informe obtenido y publicado en ingles por el Enquirer que aparece traducido difiere en algunos aspecto (por ejemplo, Julio nunca dijo que había estado en un platillo volador) la historia se mantiene sin variantes ni agregados por décadas.
Por ejemplo, cuando regresa nuevamente por la ruta 35, al pasar nuevamente por el lugar de dónde había sido abducido, notó que “habían árboles que estaban quemados” y ‘cables del telégrafo “estaban cortados”’. Recién “me asuste” ‘cuando volví a casa, tenía manchas de sangre en la camisa y el corte en la muñeca’. La esposa de Julio quería que fuera al médico, y el médico (Dr. Pizzaro) le indujo a realizar la denuncia a la policía al notar que esas marcas eran “raras”.
Estos detalles del relato ponen de manifiesto que el contacto fue completamente físico y no del tipo astral o meramente mental. La manifestación en nuestro entorno dimensional afectó plantas y rompió cables, además de extraer sangre dejando manchas por dicha causa.
Julio, según admite, tuvo otros casos que no los contó ni los quiere contar. Afirma que en esos otros casos se le volvió aparecer otra vez seres de “esos”. ‘Cuando yo quería preguntar algo, antes que hablara “ellos” me responden telepáticamente.’ Es decir, podían leer la mente. Claramente, Julio no debe de interesarle para nada hacer el ridículo de modo repetitivo frente a la opinión pública y recibir burlas o insultos de parte de los escépticos, ni tuvo que inventar una historia desopilante para tapar algo que no desea le averiguaran, por lo que debió tener un encuentro con seres inteligentes de una dimensión superior.
¿Existe una dimensión invisible donde viven seres inteligentes de una capacidad superior a la nuestra? Hace un tiempo le pregunté a Sixto Paz si tales seres eran físicos, como nosotros, o eran de otra composición, y me respondió que “son físicos”, afirmación difícil de aceptar. Si lo fueran, no podrían desaparecer ni actuar de la manera que actúan, por lo cual considero que adoptan formas físicas para interactuar con nuestro mundo, y una vez conseguido su propósito se “esfuman”, desapareciendo como si fueran fantasmas.
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[1] http://www.lanueva.com/la-region-impresa/883739/avistaje-de-ovnis-y-seres-extranos-en-la-pampa--mito-o-realidad.html
[3] Negrita mía para señalar un aspecto de cómo se tergiversa la noticia.
[4] Ya no son 20Km sino 14Km. Negrita mía.
[5] Un camino de tierra en el cual hubo marcas de la camioneta también al entrar, con lo cual no es muy convincente el razonamiento.