“La libertad del conocimiento”

        Mi cuerpo, cada vez que ingresaba a aquel infierno, quedaba paralizado tras escuchar y sentir aquellos  golpes, gritos, risas, topetazos y chillidos.

…”Mira ese negro de mierda” “Ay, sus zapatos están todos rotos” “¡Que mugriento, nunca se baña!” “Piojoso” “Está como está porque sus padres son unos vagos” “Le debería dar vergüenza venir así” “¿No sabe que esta escuela no es para cualquiera?” “¿Para qué viene si no sabe nada?” “Pobre fracasado” “No servís para nada, inútil” “Lacra inmunda”…

        Eran tantos los insultos que escuchaba de mí, que solo pensaba “y claro, como va a poder terminar la escuela un negro de mierda como yo”. Dejé de creer en lo que me decía mi madre, “la educación es el fruto para poder salir adelante”, ya nada me importaba. Fue tal el punto que no quería ir más allí, pensé en dejar, ya no aguantaba más las burlas, los maltratos y la discriminación.

        A pesar de todo lo que me decían, yo siempre cabeza gacha ante la situación, pero eso no quería decir que no me importara lo que me decían, mis ojos me ardían de tanto aguantar las ganas de llorar, no hallaba refugio para consolar la angustia que llevaba mi cuerpo, ya no tenía escapatoria de tal sufrimiento.

        Cada vez que llegaba a mi casa después de las clases, mi madre, entre medio de todos los quilombos de la casa, mientras hacia la comida y atendía a mis hermanitos que lloraban, me preguntaba cómo me había ido, prefería callar y sonreír, porque si hablaba iba a ser peor para ella.  

        Todos los días me encerraba en el baño a pensar ¿por qué le hacen caso omiso a esta situación?, si sabemos que es una realidad que todos enfrentamos, que muchos vivimos y que algunos ignoran.  

        Hoy por hoy, a raíz de las circunstancias que pasé, puedo afirmar que la educación, y la vida misma, me han permitido formarme íntegramente como persona.

Actualmente, pese a las humillaciones recibidas por mis compañeros, logré superar todos mis miedos y creer en mí.

 Hoy siendo un profesional reconocido, todavía por las noches en mis sueño siguen resonando esos insultos “...Negro de mierda...” ”…Inútil... ” ”…Poca cosa…”, los cuales los transforme el algo positivo que me ayudaron a salir adelante.

Hoy, en mi espacio de trabajo, con mis conocimientos aprendidos, a diario, los comparto con el resto de la comunidad donde vivo y les transmito que la única forma de salir adelante es educarse, desde los conocimientos que nos hacen libres y también del respeto hacia los demás.