RESEÑA DE LA CRUZ EN EL CERRO SAN SALVADOR: UN LEGADO DE ALBERTO GUSTAVO ESPINOZA INFANTE Y FAMILIARES EN CHILETE, CONTUMAZÁ, CAJAMARCA, PERÚ

En el corazón del distrito de Chilete, en la provincia de Contumazá, región Cajamarca, se erige una cruz que trasciende lo meramente religioso; es un testimonio palpable del amor y la devoción de una familia hacia su fe y su comunidad. La historia de esta cruz se remonta a 1990, cuando Alberto Gustavo Espinoza Infante, un hombre de férrea convicción y dedicación inquebrantable, decidió emprender un proyecto que honraría no solo su fe, sino también la memoria de su familia.

Alberto, con el apoyo incondicional de su esposa, Emma Rosa Camacho Díaz, y sus hijos, concibió la idea de construir una cruz en el cerro San Salvador. Para él, este lugar era sagrado, un espacio que evocaba la crucifixión de Jesús y que merecía un homenaje significativo, especialmente por haber servido de refugio a sus conciudadanos durante los devastadores huaicos de 1981 y 1983, que habían arrasado el pueblo, dejando a su paso pérdidas humanas y destrucción.

Con el propósito de que su creación perdurará en el tiempo, solicitó a la comunidad campesina de Huertas un terreno de 40 metros cuadrados donde levantar su obra. El 10 de abril de 1991, recibió el certificado de posesión del terreno, firmado por el presidente de la comunidad, Eberto Mostacero Plasencia. Con gran entusiasmo, Alberto comenzó a confeccionar la cruz en el taller de su hermano Víctor Chanduvi Infante, con la ayuda de su hijo Luis Antonio. La cruz, de cinco metros de altura y 1.66 metros de ancho, fue pintada de blanco, simbolizando la pureza y la luz que emana de la fe cristiana.

El 30 de mayo de 1991, la cruz fue trasladada al cerro a través de un camino accidentado, en compañía de su hijo José Enrique y dos trabajadores. Este momento marcó el inicio de una tradición que unía a la familia y a la comunidad cada 3 de mayo, cuando celebraban la festividad de la cruz, un acto que se convirtió en símbolo de alegría y unión, inicialmente con la colaboración de su amigo Jorge Cisneros, encargado de reventar cohetes, y más tarde, del señor Alfredo Cueva (Felo).

Con el paso del tiempo, la cruz se consolidó como un punto de encuentro para los habitantes de la zona. En 2011, Alberto solicitó una ampliación del terreno para garantizar un espacio adecuado para la cruz, obteniendo nuevamente el respaldo de la comunidad, que le otorgó 80 metros cuadrados, según el certificado de posesión firmado por el presidente de aquel entonces, Ángel Pretel Iglesias. Su deseo era compartir su legado y organizar celebraciones que fortalecieron los lazos comunitarios y recordarán la donación hecha al pueblo, como lo indicaba una placa que él mismo había impreso en la base de la cruz.

Sin embargo, el 1 de agosto de 2020, la familia recibió una dolorosa noticia: la cruz había sido derribada. Este acontecimiento ocurrió solo siete meses después de que Alberto a sus 94 años partiera a la casa de Dios. Ante esta adversidad, los hijos de Alberto se reunieron y decidieron restaurar la cruz que su padre había confeccionado con tanto amor y dedicación.

Optaron por construir una nueva cruz, esta vez más alta, de 8 metros de altura y 4 metros de ancho, que fue erigida con orgullo el 13 de mayo de 2022, gracias al apoyo del exalcalde Alex Altamirano Miranda, quien facilitó el fluido eléctrico en la zona. El 22 de julio de 2023, la cruz fue bendecida por el reverendo padre Vidauró Pérez, en una emotiva reunión familiar que reafirmó la unión y la fe de la familia Espinoza Camacho.

El legado de Alberto no solo se limitó a la cruz, que fue reconstruida y erguida en señal de fe, en el mismo lugar. Desde el 22 de octubre de 2023, la familia comenzó a construir un hermoso muro de cemento con barandas que daría forma a la plataforma donde se encuentran las cruces, todo bajo la dirección de su hermano Luis Antonio y con la colaboración del maestro Santiago Pisco Valdez. Este avance en la obra fue posible gracias al apoyo del actual alcalde, James Noé Tantalean Terán, quien proporcionó agua y fluido eléctrico para la construcción.

Hoy, la cruz en el cerro San Salvador no solo se alza como un símbolo de fe, sino también como un monumento a la perseverancia y el amor familiar. La historia de la cruz y de la familia Espinoza Camacho es un relato de devoción, comunidad y legado que sigue vivo en cada celebración, en cada encuentro y en cada recuerdo compartido. Con evidencias de este legado en fotos y videos, la cruz se mantiene como un faro de esperanza y unidad en el distrito de Chilate, recordándonos que la fe y el amor pueden superar cualquier adversidad