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Sábado, 25 de Septiembre de 2.021
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Hoy se cumplen 404 años (lunes, 1.617) del fallecimiento en Lisboa (Portugal), a los 69 años de edad, del filósofo, teólogo y jurista granadino, don Francisco Suárez, “Doctor Eximius et Pius” (*) (Francisco Suárez de Toledo Vázquez de Utiel y González de la Torre, 1.548 - 1.617), conocido popularmente como el Padre Suárez.

Nota (*): el Papa Paulo V, en su “Breve” de 2 de Octubre de 1.607, concedió a Francisco Suárez el tratamiento de “doctor eximio y piadoso”, en el sentido en que reconoce que su excelencia intelectual no está separada de su profunda espiritualidad.

Sus últimas palabras fueron: “Nunca hubiera creído que fuera tan dulce morir… Jesús… María...”.

“El lunes 25 de Septiembre de 1.617 (entre las 6 y las 7 de la mañana) en la casa profesa de San Roque, de Lisboa, entregaba su alma a Dios el P. Francisco Suárez, de la Compañía de Jesús. Excelentísimo por su virtud y excelentísimo por su saber, se le ha considerado como el príncipe de los teólogos jesuitas, gloria incomparable de España y uno de los paladines más notables de los derechos de la Iglesia católica” (Antonio Pérez Goyena, “Cátedras de Suárez en las Universidades de España”, “Razón y fe” nº 47 1.917).

“Dobláronse en todos los templos de la ciudad tristemente las campanas y viéronse patentes las puertas de las Iglesias; hízose público el oficio de la sepultura; hallóse a su entierro toda la Nobleza de la Ciudad, así eclesiástica, como seglar, que se hizo con solemnidad grandísima; acudieron las Religiones todas, y el Clero, asistiendo todos, sin ser convidados de otros, sino solamente de la noticia, y opinión que de él tenían, y manifestaban en los semblantes y palabras, el grande y justo sentimiento, que les causaba aquella muerte” (...) “Pusieron en el túmulo, que erigió a su memoria con modesta y religiosa proporción y por las paredes de toda la Iglesia grande número de Poemas ingeniosísimos en las lenguas Hebrea, Griega, Siríaca, Arábica, Caldea, Latina, Portuguesa, Castellana, Italiana, Francesa y Alemana, y en otras varias, Elegías, Emblemas, Epigramas, Epitafios y otros géneros de composiciones: en todos lloran sus hijos, y discípulos, tierna y agudamente la falta de su Padre y Maestro; parece que hasta las paredes del Colegio le están aún llorando tristes, y lastimadas en su ausencia, echándole de menos y como quejándose de que con Suárez las han quitado el mayor lustre, y honra, que las consolaba y calificaba”. (“Vida del Venerable Padre Francisco Suárez, de la Compañía de Jesús… “, 1.671, del Padre Antonio Ignacio Descamps, 1.614 - 1.696).

Fue enterrado en la lisboeta Iglesia católica de San Roque (construida en 1.533 y situada entre el Barrio Alto y el Barrio de Chiado: la primera Iglesia de la Compañía de Jesús en Portugal). El pequeño Altar de la Anunciación (la antigua Capilla de Nuestra Señora del Exilio) situado a la parte de la Epístola del Altar Mayor, se llama así porque alberga una pintura manierista de Gaspar Dias (1.600 - 1.671), cuyo tema es “La Anunciación del ángel Gabriel a la Virgen María”. Antonio de Castro, sacerdote de San Roque, solicitó que este altar fuera construido como su tumba, la de su familia y la de su antiguo maestro en el Colegio de Coimbra, el Padre Suárez. Aquí fue sepultado Francisco, “en una caja, dentro de la cual se puso una grande lámina de plomo, en que en letras grandes estaba escrito su nombre, sus ocupaciones, su edad, el día, mes y año de su muerte; pero más durará su memoria en la memoria de los vivos, y en las muchas obras que dejó en todo grandes, así de sus escritos, como de sus ejemplos y virtudes, que en las láminas de bronce, o en las losas de jaspe de colores. Inmortal será su memoria (como de los Varones Grandes dice el Espíritu Santo), porque es conocido de Dios y de los hombres” (Padre Antonio Ignacio Descamps, obra citada).

Notas biográficas

Francisco nace en el Barrio del Realejo de la ciudad de Granada, cincuenta y seis años después de su Toma por los Reyes Católicos.

Segundo de los ocho hijos (*) del matrimonio del licenciado Gaspar Suárez de Toledo y de Antonia Vázquez de Utiel, bien conocidos en la ciudad por sus posesiones, linaje y antigua nobleza.

Nota (*): 4 varones y 4 hembras. Juan Vázquez de Toledo, Francisco, Pedro Suárez Vázquez (1.550 - 1.570), Gaspar Suárez de Toledo e Inés, Marcelina, María (monjas en el Monasterio de Santa Paula en Granada) y Catalina Suárez (casada con Juan de Trillo, Alcaide y Gobernador de los Castillos y Villa de Carcabuey).

Su abuelo paterno, Alonso Suárez de Toledo, mayordomo de los Reyes Católicos, recibió de ellos, diversas heredades en la alquería de La Zubia; ejerciendo en Granada los cargos de Pagador General de la gente de Guerra del Reino de Granada, Superintendente General del Palacio que el emperador Carlos I hacía construir en la Alhambra y Tesorero de los Caballeros y Costas de la Mar.

Es bautizado en la Iglesia Parroquial de Santa Escolástica, cercana al domicilio familiar.

Granada - Iglesia de Santo Domingo - Parroquia de Santa Escolástica

A los diez años de edad, en 1.558, Francisco recibe la tonsura eclesiástica, del arzobispo de Granada, don Pedro Guerrero (1.501 - 1.576).

En Granada estudia Latín, Retórica y Gramática con el maestro Juan de Sessa (1.518 - 1.596), más conocido como “el negro Juan Latino”.

Para proseguir sus estudios universitarios, sus padres estiman preferible enviarlo a la prestigiosa Universidad de Salamanca (la más renombrada en la España de esa época) en vez de retenerlo junto a sí en la Universidad de Granada, fundada por Carlos V treinta años antes (1.531).

Así, en Noviembre de 1.561, con sólo 13 años de edad, marcha con su hermano mayor, Juan Vázquez de Toledo, a Salamanca, en cuya Universidad cursa dos años de Cánones (Derecho).

La predicación del padre Juan Ramírez de Oviedo (1.521 - 1.586) en las aulas salmantinas despierta en el joven Francisco el deseo de profesar en la Compañía de Jesús.

A los 16 años, en 1.564, junto a otros estudiantes de la Universidad, solicita el ingreso en la naciente Compañía de Jesús. Pero de entre todas las solicitudes, la de Francisco, fue la única rechazada. La razón de la negativa fue la carencia del talento necesario para  afrontar con éxito los estudios propios de la Orden. Habiendo iniciado demasiado temprano los estudios jurídicos, sus resultados no habían sido brillantes...

Gracias a la intervención de Juan Suárez de Carvajal (1.460 - 1.580) Provincial de Castilla, es admitido en la Compañía (16 de Junio de 1.564), en calidad de “indiferente”: a la espera de que con el tiempo mostrara capacidad para el estudio y el sacerdocio.

Tras pasar tres meses de noviciado en Medina del Campo, vuelve a Salamanca, donde se inscribe en el curso de Filosofía que imparte el padre Andrés Martínez en el Colegio de la Compañía, y luego cursa estudios de Teología en la Universidad. Allí recibe las enseñanzas del dominico Mancio de Corpus Christi (1.500 - 1.576), del agustino Juan de Guevara (1.518 - 1.600) y del jesuita portugués Enrique Henríquez (1.536 - 1.608).

Con motivo de la incorporación del Colegio de la Compañía a la Universidad de Salamanca (1.570), Francisco aparece en su primer acto público, defendiendo una tesis nueva, derivada de una afirmación del Beato Juan de Ávila.

Interior de la Iglesia del Colegio Real de la Compañía de Jesús - La Clerecía - Salamanca

Ese mismo año inicia su actividad docente como repetidor de Filosofía en el Colegio salmantino.

En Septiembre de 1.571 es nombrado lector de Filosofía del Colegio jesuita de Segovia (1.571 - 1.574) –donde es ordenado sacerdote en 1.572, celebrando su primera eucaristía el 25 de marzo en la fiesta de la Anunciación–, pasando después a enseñar Teología en los Colegios de Valladolid (1.574 - 1575 y 1.576 - 1.580), Segovia y Ávila (1.575 - 1.576), Colegio Romano (1.580 - 1.585), Alcalá de Henares (1.585 - 1.593) y Salamanca (1.593 - 1.597).

De “estatura algo más que mediana, faz alargada y enjuta, barba poblada, nariz fina y aguileña, frente ancha sin arrugas y grandes ojos azules, claros y vivos… sano de cuerpo en general, escasas las fuerzas ...su andar pausado, lo mismo que el habla y los ademanes, puntualidad en las acciones y un grave continente con que recataba su viva sensibilidad, y de ésta, el animado semblante y su mirada (en los retratos) como de navegante de altura por los mares del pensamiento” (“Francisco Suárez : Un filósofo humanista. Vida y carácter : (Tres ensayos)”, 1.955, de Mauricio de Iriarte).

En Alcalá, y en 1.590, ve la luz pública su primer escrito, “De Verbo Incarnato''.

En 1.597, y por voluntad expresa de Felipe II, pasa a ocupar la cátedra de Prima de Teología de la Universidad de Coimbra, al tiempo que obtiene el grado de doctor en la de Évora.

Estatua de don Francisco Suárez - Facultad de Derecho de Granada

Foto de esculturayarte.com (cc) 2009-2021

Es una época compleja para la Iglesia y de grandes desafíos e incluso de conflictos (sociales, políticos y religiosos) en los que Francisco Suárez va a tener un papel relevante con sus obras.

A pesar de sus deseos de abandonar la docencia para dedicarse plenamente a la redacción e impresión de sus obras, Francisco no logra la jubilación hasta 1.615, en Lisboa, donde interviene mediante varios escritos en defensa de la jurisdicción e inmunidad eclesiásticas.

Colofón

“Es necesario decirlo de una vez para siempre y sin vacilaciones: en el amplio horizonte de la sabiduría europea, la figura de Francisco Suárez es digna de ocupar con pleno derecho uno de los puestos destacados, y compararse, circunscribiéndonos a la Escuela, con aquella poderosa y grave del Aquinatense o con la otra torturada y aguda de Juan Duns Escoto, el Doctor sutil. Pues sí es seguro que ambos le superan en originalidad, no lo es menos que nuestro Eximio puede ostentar también prestancia, apoyada en singulares motivos: su vocación sistemática nueva y su sensibilidad para el legado histórico. Ojos miopes le han calificado de ecléctico [...] Pero lo que nos ofrece no es, por estos motivos, enciclopedia o resumen, ni erudición o historia, sino algo que quizá con frase demasiado moderna llamaría el sistema escolástico de la verdad histórica” (Enrique Gómez Arboleya, 1.946).

“El P. Suárez ha sido el único teólogo español, del que hubo cátedras en las tres Universidades españolas más principales de la antigüedad: en las de Salamanca, Alcalá y Valladolid” (Antonio Pérez Goyena,“Cátedras de Suárez en las Universidades de España”, “Razón y fe” nº 47 1.917).

“Desde sus más antiguas direcciones árabes y cristianas hasta el giro nominalista que adoptó francamente en el siglo XIV, y revistió caracteres inundatorios en el XV y XVI, no ha dejado escapar Suárez ninguna idea u opinión esencial de la tradición filosófica. Pero no se trata de un simple repertorio. La sistematización a que ha sometido estos problemas, y su originalidad al repensarlos, han traído como consecuencia que el pensamiento antiguo continúe en el seno de la naciente filosofía europea del siglo XVII y haya entregado a ella muchos de los conceptos sobre los que se halla asentada. Sólo el desconocimiento de Suárez y de la Escolástica ha podido llevar alguna vez al ánimo de los historiadores la convicción de que aquéllos han sido creaciones absolutamente originales del idealismo moderno. La influencia de Suárez ha sido, en este sentido, enorme. Cada vez transparece el hecho con mayor claridad y se iluminan nuevos aspectos suyos. Por lo demás, es ya archisabido que las Disputationes de Suárez han servido como texto oficial de filosofía en casi todas las Universidades alemanas durante el siglo XVII y gran parte del XVIII. Todo ello hace de Suárez un factor imprescindible para la intelección de la filosofía moderna” (Xavier Zubiri, “Advertencia preliminar a F. Suárez, ‘Disputaciones metafísicas sobre el concepto del ente’”. revista de occidente. 1.935, nº 23).

La Granada del siglo XXI, recuerda al Padre Suárez, su Hijo Ejemplar, en:

Casa del Padre Suárez - Granada

Junto a la Catedral, en la esquina de la plaza de las Pasiegas con la de Alonso Cano, en el edificio de la Curia Eclesiástica Metropolitana de Granada, hay una gran lápida en bajorrelieve del Padre Suárez, realizada en mármol de Carrara, por el escultor y orfebre, José Navas-Parejo (1.883 - 1.953), inaugurada el 28 de Septiembre de 1.917, para conmemorar la celebración del III Centenario del Doctor Eximio.