EL CERDO Y LA GALLINA
Había una vez un cerdo muy glotón al que le encanta cenar huevos en todas sus comidas del día; todas las mañanas él visitaba el restaurante de su amiga la vaca porque allí ella le preparaba todos los huevos que él quisiera y en diferentes variedades, a la vaca le gustaba mucho complacer a su cliente y por eso siempre tenía los huevos listos para deleitarlo.
Una mañana, el cerdo como de costumbre fue a desayunar huevos al restaurante, mientras esperaba su pedido la puerta se abre y de inmediato entra una bella señorita que causa mucha fascinación en el cerdo, se trataba de una apuesta gallina con una belleza única que la hacía brillar en todo el lugar, para el cerdo nunca hubo chica más bella ante sus ojos. Sin embargo, para la mala suerte del cerdo, en ese mismo instante la vaca le trae su plato con los huevos que tanto le gustaban. La gallina asustada por ver tal alimento en ese plato prefirió alejarse de él. El cerdo muy triste y sin saber qué hacer, sólo se le ocurre darle una flor para mostrarle que quiere su amistad, esa misma mañana cambio su plato de huevos por una deliciosa mazorca azada tal y como lo comía la gallina.
Pasaron los días y cada mañana ambos se encontraban en el restaurante para desayunar, aunque el cerdo no podía parar de pensar en los deliciosos huevos, prefería comer la mazorca para mostrarle a su gallina todo el interés que tenía por ella. Poco a poco ambos se enamoraron y empezaron a salir como pareja. El cerdo estaba muy feliz y parecía que ya había olvidado los huevos; sin embargo una noche en regreso a casa pasaba por el restaurante y de allí salía ese delicioso olor que tanto lo provocaba, podía sentir que los huevos estaban allí preparados como a él tanto le gustaba, no se pudo resistir y entró sin pensarlo dos veces. Al estar adentro pidió muchos platos de huevo, pero cuando los vio servidos, no pudo consumirlos, el solo pensar que le fallaría a su amada gallina lo hizo sentir muy mal y de inmediato abandonó el lugar.El cerdo se dio cuenta de que su amor era más grande que cualquier otro deseo personal, por esta razón prefirió ir a casa y compartir con su amada la comida que a ella le encantaba, de allí en adelante él nunca más puso en riesgo su pareja porque comprendió que por encima de todo era lo que más felicidad le daba.