BRIOLATINA 53
Sociedad Latinoamericana de Briología
Boletín Informativo
Agosto 2005
Editorial
El próximo Simposio Latinoamericano de Briología en la República Dominicana está a un año de distancia. Será el momento para revisar nuestros avances, identificar los proyectos de grupo y, en general, reevaluar nuestro desempeño en el periodo. Después de asistir a las reuniones del XVII Congreso Internacional de Botánica uno podría preguntarse cuáles son las tendencias del trabajo en América Latina. En Viena se dieron a conocer avances importantes sobre la evolución y filogenia, con énfasis en los estudios moleculares, sobre dinámica de poblaciones y sobre ecofisiología de las briofitas. De manera natural, los estudios latinoamericanos ponen énfasis en la investigación florística y taxonómica. Sin embargo, ¿qué otras disciplinas se están cultivando dentro de nuestras fronteras? ¿Ha habido cambio en las tendencias en la investigación regional desde la reunión de Cartagena?
Las reuniones periódicas son un termómetro de los avances científicos en un país o región. Esperamos ver la participación entusiasta de todos los interesados en briofitas. Se ha inscrito un solo simposio, pero sin duda, si la agrupación o sus miembros desean participar más intensamente, podrían abrirse otros espacios para mostrar los alcances de nuestras investigaciones. En cualquier caso, los simposios latinoamericanos siempre han sido un foro abierto para la discusión; sería saludable incluir en este intercambio de ideas la posibilidad de renovación y de cambio. ¿Podríamos sugerir un nuevo editor para este boletín?
Claudio Delgadillo M.
IX Congreso Latinoamericano de Botánica
Como es del conocimiento de los miembros de la Sociedad Latinoamericana de Briología, el próximo Congreso Latinoamericano de Botánica tendrá lugar en Santo Domingo, República Dominicana, del 19 al 25 de junio de 2006. El Comité Organizador está distribuyendo la segunda circular con información pertinente, incluyendo el anuncio de un simposio de la SLB sobre ‘Morfología, Sistemática y Ecología de Briofitos’ coordinado por Inés Sastre De Jesús. La forma para solicitar preinscripción se puede obtener en la dirección electrónica del congreso: www.congreso.botanica-alb.org.
Exploración Briológica en Cabo de Hornos
William R. Buck
(Traducción libre de C. Delgadillo)
3a Parte
Con una mañana soleada y brillante anclamos en Caleta Misión de la Bahía Orange en la Isla Hoste. Esta es una de las islas más grandes de la región, con montañas altas y nevadas. La Península Hardy, donde estábamos, era uno de los sitios de colecta de la Mission Scientifique du Cap Horn de 1882–1883y localidad tipo de muchas briofitas. Esta parte de la isla tiene pequeños lagos donde la vegetación es un mosaico de pastizales y Nothofagus enano. Las cimas de los cerros tienen afloramientos de rocas y hacia abajo, cerca del mar, hay turberas de Sphagnum. Aquí encontramos por primera vez Ptychomnion densifolium y en la densa vegetación, bajo Nothofagus, recolectamos Haplomitrium chilense.
El viento constante y el sol brillante ocasionan quemaduras en la piel. Sin embargo, como la temperatura permanecía fresca, todos portábamos chaqueta y sombrero. Una vez más, nuestras bolsas de colecta se llenaron rápidamente con varios tesoros. Regresamos al barco para el almuerzo y después a la Isla Hoste para colectar en un denso bosque costero de Nothofagus. El piso estaba completamente cubierto por musgo, o más bien, por briofitas. Ciertas especies de Distichophyllum y Achrophyllum eran especialmente abundantes con la alta humedad.
Con luz de día hasta muy tarde pudimos hacer una parada adicional en las Isla
Hoste, esta vez en bosque muy húmedo de Nothofagus a un costado de un arroyo. Aquí encontramos briofitas de sitios húmedos subiendo por la ladera al lado del arroyo. Como resultado de la colecta se agregaron muchas bolsas mojadas más a las pilas bajo nuestros catres.
El 22 de enero Bruce Allen cumplió 52 años. En secreto hice arreglos para una celebración nocturna a bordo. Un par de científicos chilenos y el cocinero del barco trabajaron la mayor parte del día en la preparación de un pastel en capas, con numerosas crepas alternando con capas de jamón y dulce de leche. Bruce me preguntó varias veces sobre lo que hacía el cocinero; dije que no sabía, que tal vez era sólo la cena. Así que, una vez a bordo, el pastel con sus velas y una botella de vino hicieron su aparición y Bruce finalmente se percató del motivo de la celebración. Durante el día ni él ni yo mencionamos su cumpleaños, pero seguramente éste fue uno de los mejores escenarios en que Bruce lo celebró.
El siguiente fue otro día en el paraíso. Llegamos a la playa en la Isla Bayly cerca de un matorral de Hebe de más de un metro de altura. Aquí, como en todos los sitios que visitamos, Muelleriella crassifolia cubría casi todas las rocas de la playa, pero éste era especial por ser una zona de anidamiento de pingüinos. Si no hubiera sido por los senderos hechos por ellos, el matorral hubiera sido impenetrable. Aún aquí prosperaban las briofitas como Tayloria magellanica que crecía sobre excrementos de pingüino y Ulota phyllantha era común sobre ramas de Hebe. Una pequeño Bryum, semejante a una especie de Gymnostomiella, era frecuente sobre el suelo. Elevándose a partir del matorral de Hebe de la playa, había una ladera orientada al Este donde Nothofagus, que en otros lados formaba bosques altos, había sido podado por el viento y tenía menos de 30 cm de estatura y nos permitía caminar sobre el ‘dosel’ del ‘bosque’. La claridad del día dejaba admirar una vista espectacular del Canal Washington. Para regresar a la playa seguimos una pequeña hondonada con un arroyo que descendía por la ladera. La vegetación parecía muy seca en la ladera expuesta, muchos de los musgos de sitios húmedos encontraban refugio en esta cañada.
De la Isla Bayly seguimos hacia la Isla Wollaston, homónimo de las Islas Wollaston. Anclamos en el costado sur de la isla en el Fondeadero Kendall, mi sitio favorito en todo el viaje. A lo largo de la costa había un bosque denso de Nothofagus, con una ladera empinada cubierta por arbustos. Una pequeña cascada descendía esa ladera rebosante de briofitas. En el arroyo una de las briofitas más comunes era Herzogiaria teres, rígida, negra y con el aspecto de un musgo. A diferencia de otros sitios las moscas negras eran un problema aquí, aparentemente porque se podían reproducir en el agua rápida y fría los arroyos, como en las latitudes del norte, y zumbaban alrededor de nuestras cabezas tal vez atraídas por el bloqueador solar. Este hecho parece ser poco común en el área y estando en el costado de sotavento de la isla, el viento casi no soplaba y ayudaba a que los insectos picaran. Aún así, el sitio era un verdadero paraíso briológico. Después de la primera meseta, llegamos a un gran lago que era el origen del arroyo. A 120 m de elevación ya estábamos por encima de la línea del bosque y la flora era esencialmente alpina. Había zonas pantanosas repletas de Sphagnum; sobre las cuestas más secas encontramos muchos musgos interesantes en pequeños manchones, incluyendo especies de Conostomum, Breutelia y Entosthodon. Con gran desgano finalmente regresamos al barco. Con seguridad muchos tesoros briológicos esperan al colector en la Isla Wollaston.
Esa noche anclamos en Martial Cove en el costado nororiental de la Isla Herschel. El lugar estaba ocupado por embarcaciones privadas de varios tamaños y banderas de muchos países. Como todavía teníamos luz de día salimos a buscar briofitas en otra isla. Estoy seguro que esta clase de actividad, anteriormente ignorada, hizo que algunos se preguntaran lo que estábamos haciendo. De modo inusual, la pequeña bahía tenía una gran playa arenosa por lo que dos miembros del grupo aprovecharon el abrigo del sitio para bañarse en el océano. Como no podría enjuagarme al salir del mar, decidí que tampoco quería quedarme con la sal del agua. La temperatura gélida del agua tampoco me atrajo. Sin embargo, como parte de mi trabajo de campo, caminé por un arroyo que vaciaba al puerto sus aguas de un color café de ácido tánico. Me mojaría para colectar, pero no para divertirme.
La culminación del viaje ocurrió a la mañana siguiente con la visita a Cabo de Hornos. Isla Hornos la más austral y la mejor conocida de las Islas Wollaston. La costa escarpada de la isla sale casi recta desde el mar. Para llegar a la isla se ha construido un juego complejo de escaleras; quedan remanentes de un antiguo tren que se dirige hacia arriba para transportar abastecimientos. Ahora son turistas, principalmente, que llegan en barcos privados o en cruceros los que suben los cientos de escalones hasta la cima. La milicia chilena mantiene a una sola familia en la isla. Aunque pudiera parecer un castigo, hay gran demanda por el puesto ya que uno puede vivir con su familia sin tener un oficial de mando cerca, se proporciona casa y se recibe ingreso adicional por el aislamiento y el peligro. La mayor parte del año los vientos aúllan sobre la isla y hacen que las olas se estrellen en la costa. Cabo de Hornos tiene una de las esculturas más espectaculares que he visto. Está hecha de hojas paralelas de metal a las que se les ha quitado la sección central. Cuando se ve en el ángulo correcto, el centro está cortado como la imagen de un albatros mirando hacia los mares del sur donde el mal tiempo ha hundido cientos de barcos. Sin embargo, esa mañana los cielos estaban claros y el viento moderado. Trabajamos con las gramíneas amacolladas, principalmente sobre nuestras cabezas y en el matorral de Hebe. Los musgos eran un componente común de la vegetación terrestre, especialmente en las áreas expuestas. Después de colectar toda la mañana, la esposa del oficial militar de la isla invitó a nuestro grupo de cerca de doce, a almorzar con ellos. Aunque muchos turistas, incluyendo los de los cruceros, se detienen en la isla, ellos no reciben a muchos visitantes. Varios miembros de la expedición eran sus amigos y por ello fue agradable recibir un almuerzo caliente en un día fresco. Algunos adquirimos tarjetas con el sello postal de Cabo de Hornos. Después del almuerzo íbamos a visitar otra parte de la isla, pero al salir encontramos que el tiempo había cambiado, el cielo estaba encapotado y el viento más fuerte. Aún así salimos, advertidos de alejarnos del área rodeada por una valla que tiene minas sin explotar como relicto de las hostilidades entre Argentina y Chile. Manteniéndonos alejados, llegamos a unos pequeños estanques con Sphagnum acuáticos y con Distichophyllum flaccidum en las orillas. Al deteriorarse el clima subimos a una cresta orientada hacia el sur que nos separaba de la Antártida por unas cuantas rocas; el viento era tan fuerte que podía habernos enviado al océano. La lluvia golpeaba nuestra cara, pero a pesar del mal tiempo, colectamos representantes de Racomitrium, Schistidium y Andreaea sobre rocas de exposición sur. Finalmente al pasar la cresta, salimos del viento y descansamos. Antes del viaje, Bernard Goffinet, de la Universidad de Connecticut, quien me invitó a esta parte del mundo por primera vez, me había regalado unos chocolates Belgas. Este parecía el sitio ideal para abrir la caja y compartirlos, sentados en el fin del mundo.
A pesar del viento y la lluvia seguimos colectando y trabajando en el matorral. Llegamos a un manchón de Nothofagus en una depresión, con las puntas cortadas por el viento y casi formando una pequeña cueva. Además de proporcionar refugio contra el viento, ofrecía abrigo a los musgos y era un de los pocos sitios donde las epífitas podían crecer. Por fin regresamos al puesto militar y estar a salvo de los elementos. Estaba tan mal Isla Hornos que nuestro buque buscó refugio en una bahía en otra isla y con el mar picado, no podíamos abordarlo. Por un rato pareció como si la familia militar fuera a albergar a una multitud de visitantes. Sin embargo, los vientos disminuyeron un poco y el barco pudo regresar a Isla Hornos.
Esa noche salimos hacia el norte, tristes porque la expedición se iba a casa. Tomamos medicamento para el mareo antes de nuestra primera noche abordo, pero el mar nunca estuvo muy agitado y nunca pensé en tomar más medicinas. La mañana siguiente fue un desastre. Desperté alrededor de las 6:00 AM en un barco que era golpeado fuertemente por el mar. Las olas pasaban sobre el barco y éste era sacudido como un bote de juguete en una tina. Me quedé en mi catre y para las 8:30 dejamos el mar abierto para navegar al abrigo de los canales.
Nuestra última parada del viaje fue Río Douglas, en la costa suroeste de Isla Navarino. Era una área muy perturbada que había sido habitada por muchos años. La mayor parte de ella había sido abierta para el pastoreo y el ganado transitaba libremente. Es difícil tener buen ánimo ya que vas a casa y ahora no era diferente. Si el área hubiera estado en majores condiciones, habría sido diferente, pero era imposible tener una buena actitud al buscar unas cuantas joyas entre una vegetación tan perturbada. De todas formas, Bruce y yo revisamos las rocas grandes esparcidas en el potrero y luego en un pequeño arroyo. Sobre las rocas había Orthotrichum anomalum, Campylopus introflexus fértil y varias especies de Grimmia y Schistidium. Fue la única ocasión en que encontramos material fértil de Notoligotrichum minimum, pero nada adicional de interés. Lentamente regresamos al muelle y esperamos a que nos recogieran.
Todavía teníamos que recoger la mitad del grupo que acampaba en Wulaia. Se les pidió que estuvieran listos, pero cuando llegamos no había nadie. Nos sentamos a esperar que estuvieran listos. El barco estaba cargado para la etapa final, los cielos claros y el viento se había disipado. Además de los más experimentados, había voluntarios en su primera salida al Hemisferio Sur. Estaban especialmente contentos por ser recogidos pues no sabían como regresarían a casa. En este punto nuestro barco llevaba más del límite aprobado de ocupantes por lo que nos comunicamos y varios desembarcamos en Puerto Navarino para que cuando el barco llegara a Puerto Williams, los militares no se percataran de nuestras violaciones. Estaba casi obscuro cuando llegamos a Puerto Navarino; Pancha, la esposa de Ricardo llegó momentos después junto con otro vehículo. Nos fuimos a casa siguiendo la costa norte de la isla, hacia Puerto Williams, conforme el sol de verano se ocultaba lentamente. Por supuesto, todavía teníamos mucho trabajo para secar nuestros ejemplares, pero todos encontramos el viaje muy valioso y uno de los más espectaculares en que hubiéramos participado.
Myriocolea redescubierta en Ecuador
E. Reiner-Drehwald, con fotos de L. José
Myriocolea irrorata Spruce, coleccionada en los Andes de Ecuador por Spruce en 1857, es probablemente la especie más particular dentro de las Lejeuneaceae. En 2002 fue hallada nuevamente cerca de la localidad tipo por Gradstein, Jost y Nöske. Las plantas son muy robustas, hasta 5 cm de longitud y 0.5 cm de ancho; la parte basal del eje no posee hojas, tiene aspecto de estolón y se adhiere fuertemente al sustrato por medio de rizoides; la parte foliosa presenta lobos enteros con el margen ondulado, sin lóbulos y anfigastrios muy reducidos. El sistema de ramificación es muy complicado y sumamente fértil; calculamos la presencia de aproximadamente 60 periantios por rama y ¡más de 600 por 1 cm de planta! Myriocolea irrorata crece a lo largo del Río Topo sobre arbustos de Cuphea bombonasae, en áreas periódicamente sumergidas. La planeada construcción de una represa hidroeléctrica en esta región justifica la inclusión de M. irrorata en la lista de plantas en peligro (World Red List).
Referencia
Gradstein, S.R., E. Reiner-Drehwald & L. Jost. 2004. The systematic position and distribution of Myriocolea irrorata (Lejeuneaceae), an endangered liverwort of the Ecuadorian Andes. Jour. Hattori Bot. Lab. 95: 235-248.
Memoria de la Reunión de Venezuela
El Journal of the Hattori Botanical Laboratory publicó recientemente los resultados del Congreso Mundial de Briología efectuado en Mérida, Venezuela, en enero de 2004. Las referencias a temas latinoamericanos se citan con otras en nuestra sección bibliográfica.
Literatura para Latinoamérica
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Nuestras Briofitas
Lejeunea paucidentata (Steph.) Grolle es una especie muy llamativa por los márgenes de las hojas y las quillas del periantio ornamentados con dientes, cilias y lacinias. Por estas características es fácil diferenciarla de todas las otras especies del género en el neotrópico. Lejeunea paucidentata es una especie endémica de las Antillas; se conoce de Cuba, Puerto Rico y Dominica. Crece epífila sobre helechos, epífita sobre troncos, pequeñas ramas, sobre madera en descomposición, rocas y suelo, generalmente en habitats muy húmedos.
Dominica, Schäfer-Verwimp 17737 (herb. Schäfer-Verwimp, GOET).
Descripción e ilustraciones: Reiner-Drehwald & Goda 2000 (J. Hattori Bot. Lab. 89: 1-54); Schuster 1970 (Bull. Torrey Bot. Club 97: 336-352, como Dactylolejeunea acanthifolia R.M.Schust.)
BRIOLATINA es el boletín informativo de la Sociedad Latinoamericana de Briología. Se edita en México, D.F. por Claudio Delgadillo M. a quien debe dirigirse la correspondencia relacionada con su contenido: briolatina@briolat.org o moya@servidor.unam.mx