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2.3 Describe la evolución política de Al Ándalus.
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2.3 Describe la evolución política de Al Ándalus.

Tras vencer a D. Rodrigo en Guadalete en el 711, las tropas islámicas se extienden con gran rapidez por la Península Ibérica. La conquista es relativamente breve (711-716) y sin apenas obstáculos; llevada a cabo por el ejército musulmán del Magreb, compuesto por una mayoría de beréberes del norte de África y una minoría de élites árabes; dirigida por Musa, gobernador (wali) del norte de África, y su lugarteniente Tarik. buscan controlar los puntos clave y llegar a acuerdos con la población local

El waliato o emirato dependiente del califato de Damasco (711-756):

Entre el 711 al 756 la península Ibérica se constituye en provincia del Imperio Islámico, que gobierna desde Damasco la familia Omeya. Al frente de Al-Andalus se suceden walis (gobernadores) o emires que dependen en lo político y en lo religioso del califa de Damasco.

Se lleva a cabo la ocupación militar y el asentamiento de los invasores en el territorio conquistado. La ocupación de tierras da origen a conflictos. Se producen enfrentamientos entre los diferentes clanes árabes y entre estos y los beréberes. Los beréberes, obligados a ocupar las tierras menos productivas del interior se rebelan (739741). Soldados sirios del norte de África llegan a la península para sofocar la revuelta bereber y reciben tierras como recompensa.

La instauración del nuevo estado musulmán, Al-Ándalus, es lenta, debido a los problemas internos entre los invasores. Se ordena el territorio en coras (provincias). Al frente de cada una de las coras se colocan gobernadores árabes. Córdoba se convierte en la capital de Al-Ándalus y controla el valle del Guadalquivir; Mérida, Toledo y Zaragoza son las capitales de las tres grandes zonas fronterizas o marcas, la inferior, media y superior.

La distancia con respecto al centro del imperio islámico, convierte a Al-Ándalus en un territorio difícilmente controlable. La desaparición del califato Omeya (750) provoca indirectamente la independencia política de Al-Ándalus respecto a la nueva dinastía abbásida con capital en Bagdad.

Unidad e independencia: emires y califas

a. El emirato omeya independiente: 756-929

Abd Al-Rahman I, príncipe de la dinastía omeya, huido tras la matanza de gran parte de su familia en Damasco, se refugia en el norte de Africa, llegando hasta Al-Andalus. Con el apoyo de las tropas sirias, se hace con el poder en Córdoba y se proclama emir independiente del califato de Bagdad en el año 756.

Rompe los lazos políticos con el imperio abbasí, aunque reconoce la autoridad religiosa del califa de Bagdad. Debe hacer frente a numerosos núcleos de oposición interior, acaba con las guerrillas bereberes. No consigue dominar toda la península, no pudiendo someter a los núcleos de resistencia cristianos que estaban surgiendo en la Cordillera Cantábrica y Pirenaica. Designa como heredero a uno de sus hijos, estableciendo un sistema sucesorio que se prolongará dos siglos. Entre sus sucesores destacan Al-Hakam I y Abd-Al-Rahman II.

La estructuración de un estado unitario, con un poder central fuerte, iniciada por Abd alRahman I es continuada por sus sucesores. Se divide el territorio del emirato en provincias fronterizas, e interiores. Se pone en marcha un eficaz aparato administrativo. Se fortalece el poder militar de los emires, dotándose de un ejército profesional a su servicios, compuesto por tropas mercenarias (esclavos eslavos) alejadas de las disputas de clanes y etnias, este ejército está a las órdenes directas del emir, sirve para sofocar las revueltas y mantener controlados a los reinos cristianos mediante aceifas (campañas de saqueo y pillaje) para obtener botín y prestigio.

A lo largo del Siglo IX, en momentos de debilidad del gobierno central de Córdoba, son frecuentes las revueltas locales y las reivindicaciones separatistas, todas ellas tienen carácter urbano, las protagonizan muladíes, mozárabes, diferentes facciones de la aristocracia árabe o gobernadores disidentes. Son reprimidas con dureza. La más difícil de dominar es la del muladí neoconverso al cristianismo, Omar Ibn Hafsun. Estas revueltas crean un clima de anarquía general y permiten a los reinos cristianos salir de las montañas

b. El califato de Córdoba: 929-1031

En medio de esta inestabilidad, el emir Abd Al-Rahman III, se proclama califa en el 929, esto supone ser el líder político y religioso de todos los musulmanes, cesando la dependencia religiosa de Bagdad. Busca con esta medida restaurar la unidad del Estado islámico, lo que consigue tras sofocar a los rebeldes y someter a las marcas fronterizas. El califato supone también la hegemonía de Al-Andalus sobre toda la península, los reinos cristianos del norte pasan a ser sus vasallos y pagan tributos a cambio de no sufrir saqueos y pillajes de sus tierras. Intenta afirmar la hegemonía de Córdoba sobre los nuevos reinos norteafricanos surgidos al desintegrarse el califato de Bagdad. Abd-alRahman III logra que la cultura andalusí se imponga en el mundo árabe islámico, promueve un renacimiento artístico e intelectual, que continúa su hijo y sucesor Alhakam II. Córdoba se convierte en el centro político cultural y espiritual más importante de occidente

• Al-Hakam II continúa la labor de su padre. Es el gran protector de las artes, en la ciudad-palacio de Medina-Azahara crea una biblioteca de miles de volúmenes. A su muerte, aprovechando la minoría de edad de su hijo Hissam II, el gobierno efectivo de Al-Andalus pasa a manos del hayid (valido) o primer ministro Muhammad abi Amir, conocido por el sobrenombre de Al-Mansur o Almanzor (el victorioso). A partir de ese momento, el poder de los califas de Córdoba será sólo simbólico. Almanzor controla la administración y el ejército, imponiendo una dictadura militar, se atrae a los ortodoxos religiosos y se convierte en el gran defensor de la tradición, extiende el dominio de Al Andalus por el norte de África y reanuda las expediciones de castigo contra los reinos cristianos del norte.

El final del califato: Tras la muerte de Almanzor (1002) se inicia una etapa de grave agitación política. En 1009 estalla una revolución en Córdoba que termina con el poder de los sucesores de Almanzor, que son asesinados; el califa Hisham II es obligado a abdicar. Es el comienzo de una guerra civil entre grupos sociales poderosos, que intentan imponer sus candidatos a califa y hacerse con el poder en Córdoba. En las provincias y ciudades importantes los grupos sociales dominantes, controlan el poder y aspiran a separarse de Córdoba. Los reinos cristianos del norte contribuyen a la disgregación de Al-Andalus apoyando a algunos de los bandos o saqueando ciudades musulmanas. En 1031 un consejo de notables decreta la abolición del califato.

c. La organización política de Al-Ándalus durante el emirato y califato se resume en un poder central que reside en Córdoba, representado por la autoridad absoluta del emir o del califa, que se ayuda de colaboradores como el Primer ministro (hayid, visir), los altos funcionarios de la cancillería y los cadíes que administran la justicia, el cadí de Córdoba era el principal. El territorio de Al-Andalus está dividido en kuras o coras (provincias), la capital se localiza en la ciudad más importante, y en ella residen la autoridades que la administran, a su frente un gobernador o wali.

2. LA CRISIS DEL SIGLO XI: REINOS DE TAIFAS E IMPERIOS AFRICANOS

Tras la desaparición del califato, Al-Andalus se divide en numerosos pequeños estados o reinos independientes, conocidos como reinos de taifas (banderías o facciones). A lo largo de los siglos XI al XIII estas taifas van siendo absorbidas por los reinos cristianos Sólo la llegada de pueblos norteafricanos (Almorávides en el S XI y Almohades en el siglo XII) consigue paralizar por algún tiempo el avance cristiano y reunificar el territorio de Al-Ándalus, que vuelve a dividirse en taifas en el momento en que el poder de estos pueblos norteafricanos desaparece.

2.1. Primeros reinos de taifas (S XI): Al finalizar el califato de Córdoba, el territorio de Al Ándalus se fragmenta en más de 20 pequeños estados, los reinos de taifas: (siglo XI).Al frente de cada reino o taifa hay familias árabes, bereberes, o eslavas. Casi todos son estados ricos con un gran desarrollo cultural, artístico y científico, pero el poder político es inestable, y carecen de fuerza militar. Para conservar su autonomía deben mantener un ejército de mercenarios. La presión cristiana obliga a las taifas a pactar la paz mediante el pago de unos tributos (parias) por protección. Las parias son el objeto fundamental de las incursiones cristianas en tierras musulmanas. Todos estos gastos resultan ruinosos para las taifas. Los primeros reinos de taifas van desapareciendo a medida que se van conquistando unos a otros y van siendo ocupados por los cristianos. Tras la toma de Toledo en 1085 por Alfonso VI, rey de Castilla y León, las taifas que aún sobreviven buscan la ayuda de sus vecinos norteafricanos, los almorávides.

2.2. Al-Ándalus bajo la dominación de los imperios norteafricanos bereberes:

a. Los almorávides: (siglo XI-XII) son un pueblo bereber que había creado un imperio en el norte de África. Tras su desembarco en la península, conquistan todos los reinos de taifas entre los años 1090 y 1110. En los primeros momentos gozan de popularidad entre la población musulmana, se presentan como restauradores del Islam tradicional y ortodoxo, practican la Yihad o guerra santa contra los infieles y una fiscalidad primitiva islámica, donde los creyentes apenas pagan impuestos. Pero los fracasos y pérdidas territoriales frente a los cristianos (pierden Zaragoza, no recuperan Toledo), y las necesidades de la administración, obligan a los gobernantes norteafricanos a aumentar los impuestos, lo que unido a su rigorismo religioso les hace perder apoyos sociales. Atacados en el norte de Africa por otro movimiento religioso bereber, el de los almohades, descuidan el control de la Península, resurgiendo las segundas taifas (1145-1147). El Imperio almorávide se desmorona.

b. Los almohades (siglos XII-XIII), son también un movimiento religioso bereber, aún más ortodoxo e intransigente en lo doctrinal que los almorávides. Su líder Abd-al-Mumin se proclama califa y extiende sus dominios hasta Trípoli. Entre 1146 y 1172 logran dominar todas las taifas de Al-Andalus. Establecen su capital en Sevilla, pero no consiguen integrar a los andalusíes cultos, a los que reprimen doctrinalmente por considerarlos heterodoxos. Son incapaces de frenar los avances cristianos y sufren una gran derrota en la batalla de las Navas de Tolosa (1212) que pone fin al califato almohade en Al-Ándalus y en el norte de África. Las terceras taifas que resurgen tras esta derrota serán absorbidas por los reyes cristianos en el siglo XIII Solo sobrevive Granada.

c. Otros pueblos musulmanes bereberes como los Benimerines, intentaron asaltar la península y formar un Estado en torno a Marrakech, fueron derrotados por los cristianos cerca de Tarifa (1340).

2.3. Al-Ándalus queda reducida al reino nazarí de Granada.(Siglos XIII-XV). Es el refugio de los musulmanes huidos de la reconquista cristiana. Reino rico, de elevada densidad de población, con fuerte cohesión interna y estabilidad. Adquiere altas cotas intelectuales y artísticas. El mayor esplendor de Granada tiene lugar en el siglo XIV. Su existencia termina con la toma de Granada en 1492 por los Reyes Católicos..