ALGUNOS APORTES PARA TRANSFORMAR

ASPECTOS GENERADORES DE VIOLENCIA

DE NUESTRA CULTURA

Piedras, Piedras Ornamentales, Ornamento

Trabajo Anual

TABLA 19 DE ORDENADOS

BOGOTÁ – COLOMBIA 2

2022


INTEGRANTES

Consuelo Ortíz

Edith Rubio

Denise Echeverría

Delmy Ocampo

Rafael Higuera

Javier Moreno

Bogotá, diciembre de 2022


INTRODUCCIÓN

Luego de presentar los miembros de la tabla, algunas ideas para desarrollar el trabajo anual 2022, se escogió la de trabajar sobre el Informe Final de la Comisión de la Verdad: “Hallazgos y recomendaciones de la Comisión de la Verdad de Colombia - Hay futuro si hay verdad”, encargada dentro del Acuerdo de Paz firmado en Colombia en septiembre de 2016, de estudiar lo que ha sido el proceso de violencia vivido por más de 60 años.

Debido a lo extenso de dicho trabajo, decidimos escoger la parte relacionada con la Cultura (capítulo 10 de las Recomendaciones – Cultura y Conflicto Armado), porque pensamos que era la parte que se relacionaba con nuestro proceso de trabajo interior y con nuestro pertenecer a Cafh como un camino que lo propicia.

La humanidad ha vivido entre guerras y paz, y no se podría decir que todo ha sido negativo, porque siempre han existido grandes seres que han hecho el contrapeso a la violencia, mostrándolo en sus vidas o trabajando calladamente en algún lugar apartado que desconocemos.

A manera de ejemplo, recordemos los diez (10) procesos de paz que últimamente se han firmado en diferentes regiones del mundo y que han contribuido a que esas regiones hayan podido lograr alguna estabilidad y seguir adelante:

El Salvador (1991), Sudáfrica (1994), Guatemala (1996), Irlanda del Norte (1998), Sierra Leona (2002), Angola (2002), Sudán del Sur (2005), Nepal (2006), Indonesia (2006) y Colombia (2016)

https://pacifista.tv › notas › diez-firmas-de-acuerdos-de- paz.

Este proceso contó con la estrecha colaboración de países garantes que le dieron gran estabilidad y apoyo como Brasil, Chile, Cuba, Ecuador, Noruega y Venezuela y han permanecido a lo largo de los altibajos que ha sufrido, realizando su importante trabajo.

Pensando en la trascendencia que tiene no solo para nuestro país, sino para toda la humanidad, queremos compartir esta experiencia, que se constituye en un pequeño aporte al proceso y un compromiso íntimo de hacerlo realidad, de llevarlo permanentemente en nuestra mente, en nuestro corazón, en nuestras acciones y en nuestras realizaciones, como un sello que nos compromete y responsabiliza.

Finalmente, para aquellos interesados en profundizar más en las diferentes partes de este profundo y doloroso informe, encontrarán los enlaces que los llevarán a conocerlo, en un anexo al final.


  1. ANTECEDENTES DEL PRESENTE TRABAJO

Trabajar sobre: Hallazgos y recomendaciones de la Comisión de la Verdad de Colombia

Hay futuro si hay verdad – Informe Final

“Trabajar sobre las Recomendaciones que deja la Comisión de Paz luego de presentar su informe final, se hace necesario y diríamos mejor, obligatorio. Cada colombiano y colombiana debe meditar y trabajar en encontrar la mejor manera de darse cuenta qué pasó con nuestra propia vida durante el transcurso de esas largas décadas de violencia y dolor en Colombia.

Tenemos una deuda como nación, como país, como ciudadanos y como parte de una sociedad que se acostumbró a vivir tranquilamente en medio de un pueblo separado y estigmatizado.

Siempre hemos exigido que se garanticen nuestros derechos, que seamos reconocidos en la sociedad en que vivimos y que tengamos las necesidades de toda índole satisfechas. Esto nos lo enseñaron en la escuela, en el colegio y tal vez solamente al entrar en contacto con la educación superior, empezamos a mirar que existían otros pueblos, con unos saberes diferentes, con unas costumbres que considerábamos extrañas y que eran diferentes porque no pertenecían al círculo de los que frecuentábamos.

Escuchábamos hablar del campesino, tal vez cuando acompañábamos a nuestros padres a la plaza de mercado y seguramente veíamos unos niños y niñas parecidos a nosotros, pero de un aspecto desaliñado, un tanto sucios, mal vestidos, mal peinados, con una piel oscura y curtida por el sol.

Aunque no gozábamos de grandes riquezas, teníamos todo lo necesario para vivir, nunca faltó el alimento en nuestra casa, jamás supimos lo que era no poder estudiar por tener que atravesar trochas y caminos destrozados y el máximo problema que enfrentamos fue que no hubiera que asistir a clases porque había un daño o mantenimiento del acueducto local o porque los maestros estaban en paro. Se puede decir así que tuvimos una infancia y una adolescencia afortunada, donde nuestros padres y familiares suplieron todas nuestras necesidades.

El informe invita a la reconciliación, a la reconstrucción de la confianza entre todos. Hay un trauma colectivo que compartimos como sociedad, ya que existen 9 millones de víctimas. Esto amerita un examen crítico sobre nuestro pasado.

“El reclamo de la indignación: No teníamos por qué haber aceptado la barbarie como natural e inevitable ni haber continuado los negocios, la actividad académica, el culto religioso, las ferias y el fútbol como si nada estuviera pasando. No teníamos por qué acostumbrarnos a la ignominia de tanta violencia como si no fuera con nosotros, cuando la dignidad propia se hacía trizas en nuestras manos.

No tenían por qué los presidentes y los congresistas gobernar, legislar serenos sobre la inundación de sangre que anegaba el país en las décadas más duras del conflicto.

Francisco de Roux, presidente Comisión

“Asumir como sociedad una ética ciudadana y pública compartida que nos permita transformar los valores, principios y narrativas que hacen parte de nuestra cultura y que han contribuido a la persistencia de la violencia, para construir nuevas formas de vivir en sociedad basadas en:

De Hallazgos y recomendaciones de la Comisión de la Verdad de Colombia. Hay futuro si hay verdad

  1. HALLAZGOS
  1. LA RELACIÓN ENTRE CULTURA Y CONFLICTO ARMADO INTERNO COLOMBIANO

“Siguiendo la definición de la Unesco, la Comisión de la Verdad entiende la cultura como «el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social».

La cultura configura una matriz de sentido común a partir de la cual los miembros de una comunidad entienden, juzgan y toman decisiones sobre comportamientos, valores y formas de relacionarse. Maneras que luego se transmiten a las generaciones futuras para mantener un sentido de identidad. La cultura también incorpora experiencias y aprendizajes, sesgos, prejuicios, ideas, visiones del otro y de la otra y de lo otro. En ella se construyen los relatos, los mitos y los imaginarios; se condicionan las normas, las leyes, las instituciones, la política y las relaciones de producción. Por lo tanto, da origen a los asuntos esenciales que nos permiten vivir o no en comunidad”.

Es indispensable fijarse en los asuntos de la cultura en los que se ha instalado y arraigado el conflicto armado en Colombia pues los verdaderos cambios se hacen en ellos. Se requiere haya una transformación de los comportamientos, valores y relaciones con los demás para que haya paz.

 “El trabajo de la Comisión de la Verdad llega a la constatación de esta «verdad instalada» y, por lo tanto, a promover la necesidad de cambiarla para que la guerra no sea una condena para Colombia. El logro de la paz requiere de una reflexión sobre la cultura. De esa manera se podrá potenciar lo que nos hace mejores personas y comunidades, mejores ciudadanos y familias; y estimular los cambios de paradigmas, creencias, valores e imaginarios que nos impiden vivir en comunidad de manera armónica”.

Reflexionar sobre:

“Será necesario fundar una ética pública, una ética laica, compartida por al menos una inmensa mayoría, que reconozca la igual dignidad de todos los seres humanos. Esto acompañado de una democracia que garantice el acceso pleno a los derechos de todas y todos los ciudadanos sin distinción de raza, etnia, género, religión, clase social e ideología política. Solo sobre la base de este cambio, sustantivo y seguramente lento, podrá fundarse una sociedad en la que el respeto y la justicia sean el eje del desarrollo y de la vida.

Al proponer la construcción colectiva de una ética pública, válida para todos los colombianos y colombianas, la Comisión invita a las distintas fundamentaciones éticas para que, desde sus fundamentos –los derechos humanos, el evangelio, las tradiciones indígenas, la seriedad humana de los ateos, la moral ecológica– todas y todos contribuyan a dar soporte al conjunto mínimo los valores que nos permitan vivir como comunidad nacional y trasladar esta identidad a las generaciones futuras”.

“A continuación, se encuentran sintetizadas algunas de las recomendaciones que desarrollaremos de manera exhaustiva.

— Avanzar en un consenso como sociedad sobre las transformaciones a emprender para superar los factores que han facilitado la persistencia del conflicto y la reproducción de los ciclos de violencia. La paz grande como una prioridad de largo plazo debe convertirse en un proyecto nacional que ponga en el centro el respeto por la vida y la dignidad, que garantice derechos a todas y todos por igual, que reconozca y respete la diversidad, una paz que se construye desde el territorio y con las comunidades, y en la que el diálogo es la herramienta principal para tramitar las diferencias y resolver los conflictos. Una paz que permita la reconciliación y la reconstrucción de la confianza de los ciudadanos en las instituciones y entre ellos mismos: de eso se trata la paz territorial.

— Reconocer a las víctimas del conflicto armado en su dolor, dignidad y resistencias, reconocer la injusticia de lo vivido, y el trauma colectivo que compartimos como sociedad. Ello nos debe llevar a comprometernos con la reparación integral y transformadora de las más de nueve millones de víctimas del conflicto armado interno. Incluyendo a quienes no han sido hasta ahora reconocidas, como las víctimas del exilio. Una reparación que atienda y repare los impactos diferenciados en ellas, y en cada sujeto colectivo; permita superar las condiciones de vulnerabilidad en que se encontraban al momento de la victimización y sanar las heridas individuales y las de las comunidades y territorios. Continuar con los reconocimientos de responsabilidades tanto individuales como institucionales iniciados por la Comisión, por parte de los principales responsables, es un elemento fundamental en el proceso de sanación individual y colectivo que debemos emprender como país para avanzar en la reconciliación.

— Construir la paz sobre la base de la implementación integral del Acuerdo Final de Paz, honrando los compromisos asumidos desde el Estado y como una responsabilidad ética de la sociedad colombiana. Esto teniendo en cuenta identificación conjunta de desafíos y prioridades que permitan catapultar la implementación, garantizando el enfoque territorial, étnico y de género.

— Priorizar la solución definitiva a las confrontaciones armadas que persisten a través del diálogo para la negociación y/o el sometimiento a la justicia de los grupos armados ilegales, y en particular retomar la negociación con el ELN de forma efectiva, para aliviar a las comunidades y poblaciones afectadas por un conflicto que se niega a quedar en el pasado y cuyo cese las comunidades y la sociedad reclaman.

— Avanzar en un examen crítico de nuestro pasado para construir sobre él un futuro en paz. Por esto, necesitamos una política de memoria y verdad para la construcción de paz y la no repetición que comprometa al Estado y a la sociedad en su conjunto y aporte al fortalecimiento de valores democráticos. Además, que reconozca, apoye y promueva las iniciativas de memoria de la sociedad civil y sus organizaciones como esenciales para la construcción de una memoria plural y democrática; y que garantice que la institucionalidad responsable tenga la independencia y autonomía necesaria para llevar a cabo una política y acción decidida para una memoria viva y plural que suponga una ruptura con el pasado de estigmatización, justificación o negacionismo.

— Replantear el problema del narcotráfico y encontrar los caminos políticos, económicos, éticos y jurídicos de salida en debates de fondo, tanto a nivel nacional como internacional, que permitan avanzar en la regulación del mercado de drogas y superar el prohibicionismo. Lo anterior sobre la base del reconocimiento de la penetración a todos los niveles de los cultura, la política y la economía que ha alcanzado el narcotráfico y de que la guerra contra las drogas y por las drogas ilegalizadas es uno de los principales y más relevantes factores que han facilitado la persistencia del conflicto y la violencia y que ha tenido altísimos impactos negativos a nivel político, económico, social y ambiental, así como frente a los derechos de personas, comunidades y territorios que debemos enfrentar. En lo inmediato, urge adoptar un enfoque de derechos humanos y de salud pública en la política frente al cultivo, el consumo y racionalizar el uso de la acción penal frente a los eslabones más débiles de la cadena que permita, entre otros, superar problemas estructurales de pobreza, exclusión y estigmatización. Y poner en marcha una propuesta hacia la regulación rigurosa del mercado y el consumo bajo control estatal e internacional en un proceso en que Colombia puede y debe jugar un papel de inspiración y liderazgo.

— Fortalecer y desarrollar mecanismos de investigación que le permitan al Estado y la sociedad conocer a profundidad el sistema de relaciones, alianzas e intereses involucrados en el narcotráfico y entramados de la violencia. Estos mecanismos pasan por la investigación y judicialización de los entramados políticos, financieros y armados que lo hacen posible y por alternativas de sometimiento de las organizaciones armadas y sus redes de apoyo que faciliten su contribución a la verdad, la reparación y la no repetición. Para esto es fundamental fortalecer la Unidad Especial de Investigación (UEI) de la Fiscalía mediante un mecanismo mixto (nacional e internacional) que investigue y esclarezca la verdad del narcotráfico; y garantizar la permanencia en Colombia de las personas solicitadas en extradición que puedan aportar verdad y contribuir a la satisfacción de los derechos de las víctimas.

 — Recuperar el valor de la justicia para reivindicar la legalidad, promover la convivencia pacífica, contribuir a la satisfacción de los derechos de las víctimas y reconstruir la confianza en el Estado. En este sentido, ante la persistencia de la violencia causada por grupos armados y el impacto de la impunidad, se requiere mejorar las capacidades del Estado para: garantizar la imparcialidad e independencia de los entes de investigación y juzgamiento, así como de los organismos de control que deben ser garantía y compromiso con el necesario fortalecimiento la democracia; proteger a los funcionarios judiciales, a las víctimas y a quienes participen en los procesos; esclarecer la criminalidad organizada y sus entramados de alianzas con diferentes sectores económicos, políticos o militares que ocasiona y se beneficia de violaciones a los Derechos Humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario; y sancionar a los responsables, sean estos actores privados o agentes del Estado; y para promover el sometimiento a la justicia de miembros de organizaciones criminales.

— Establecer una nueva visión de la seguridad para la construcción de paz, como bien público centrado en las personas, que nos permita superar las lógicas del conflicto armado en el que hemos vivido, cambiar la manera como el Estado entiende y hace presencia en los territorios y reconstruir la confianza sobre la base de diálogos entre los ciudadanos y las instituciones, en particular la fuerza pública, como un elemento fundamental para la paz territorial y el fortalecimiento institucional. En este marco cobra relevancia la transformación del sector seguridad, y en particular del papel del lugar de la fuerza pública para asegurar la prevención del crimen y las exigencias de la ley en la protección de la vida y la tranquilidad de las personas empezando por quienes están más expuestos por causa de la pobreza y la exclusión; a partir de una discusión amplia y plural y que se enfoque en garantizar la buena gobernanza institucional de manera que se fortalezcan el direccionamiento y liderazgo civil diferenciando la seguridad y la defensa, los sistemas de supervisión y control tanto político como disciplinario y penal, la cultura democrática de transparencia y rendición de cuentas, y en general se haga un ajuste en los roles, misiones y estructura que responda a los nuevos desafíos y a las necesidades de las comunidades y territorios. Finalmente, la recuperación de la confianza también supone que las instituciones del sector enfrenten el legado de las violaciones de los derechos humanos e infracciones al DIH en los que han tenido responsabilidad sus integrantes, y garanticen la no repetición de estos hechos.

— Profundizar la democracia para la paz a través de la exclusión definitiva de las armas de la política, la superación de su relación con el entramado del conflicto y la puesta en marcha de una reforma que abra espacios para sectores y grupos excluidos y recupere la dignidad de la política. Lograr una democracia representativa que refleje la pluralidad del país y que tenga en el centro el diálogo deliberativo y reconozca la participación y la movilización ciudadana como herramientas fundamentales para lograr el avance en la garantía de derechos, el restablecimiento del tejido social, la construcción de confianza institucional y el rechazo definitivo a la violencia contra quienes piensan distinto.

— Construir la paz necesita de nuevas herramientas y una ruptura con el pasado, una conmoción positiva, y no una visión fragmentada del camino de la reconstrucción de la convivencia. Una muestra de voluntad política y social que articule muchas de estas medidas con un Ente que nazca con la necesaria fortaleza, capacidad de coordinación, presupuesto e impulso político. Un ministerio o un ente que impulse las políticas del estado por la reconciliación y la construcción de paz, es una de esas herramientas que la Comisión propone. Muchas de estas recomendaciones se refieren a muy diversos actores, pero también debe haber mecanismos de profundo impulso institucional para la transformación que Colombia necesita.

— Garantizar condiciones de bienestar y vida digna de las comunidades en los territorios, y construir una visión compartida de país que incluya a los territorios que han sido históricamente excluidos y un compromiso de futuro desde el respeto a la vida, las diferentes necesidades y perspectivas para superar las desigualdades estructurales del país que han sido profundizadas por el conflicto del que han sido las principales víctimas el sector campesino y los pueblos étnicos. Esto requiere de un esfuerzo integral y de largo plazo, que compromete no solamente al Estado sino a la sociedad en su conjunto, basado en un proceso de ordenamiento territorial participativo, equitativo, sostenible y multicultural. Para ello, se debe garantizar una redistribución de la tierra, la prevención y reversión del despojo; el acceso a bienes y servicios públicos, incluidas la seguridad y la justicia; y oportunidades productivas (de capital financiero, vías terciarias, acceso a mercados) para los habitantes del campo que significa la para el país la seguridad y soberanía alimentarias el cuidado de los ecosistemas, del agua y de la tierra como elementos fundamentales para el bien común y el buen vivir nacional desde las comunidades locales.

— Garantizar la aplicación del enfoque diferencial en la implementación de todas las recomendaciones de la Comisión y en el desarrollo de las funciones del Estado es una condición para lograr la paz total. No puede haber paz íntegra sin un trato diferencial hacia los grupos históricamente excluidos - pueblos étnicos, población campesina, mujeres, NNAJ, personas LGBTQ+, personas en situación de discapacidad o diversidad funcional y de la tercera edad - y si no se hacen esfuerzos específicos para transformar los factores por los que el conflicto armado causó impactos particularmente agravados sobre ellos. Esto implica que se debe garantizar su derecho a la participación en los procesos de ajustes normativos, institucionales, de políticas públicas y en los mecanismos que se establezcan para implementar las recomendaciones, reconociendo sus liderazgos y autoridades (en el caso de los pueblos étnicos). El enfoque diferencial deberá incluir tanto medidas afirmativas específicas para cada grupo poblacional, como la aplicación transversal del enfoque en todas las medidas que tienen especial efecto para la erradicación de las violencias históricas estructurales (racismo, patriarcado y clasismo).

— Asumir como sociedad una ética ciudadana y pública compartida que nos permita transformar los valores, los principios y las narrativas que hacen parte de nuestra cultura y que han contribuido a la persistencia de la violencia, de manera que podamos construir nuevas formas de vivir en sociedad basadas en la igualdad de dignidades, el reconocimiento del otro en todas sus diversidades, el cuidado de la vida, el respeto de los derechos humanos y la capacidad de diálogo y deliberación argumentada. Colombia necesita acabar con la visión del enemigo que ha sido en buena parte el sustrato de la guerra y la política y que ha alterado incluso las relaciones sociales. Este cambio cultural, sustantivo, requiere de transformaciones en lo institucional, lo normativo, incluyendo una dimensión personal y cotidiana, por lo cual es necesario realizar transformaciones en el sistema educativo para formar sujetos capaces de vivir en paz y aprender las lecciones del pasado como parte de la historia compartida y memoria colectiva; llevar a cabo campañas, espacios de encuentro y promover la gestión cultural para que el respeto por la vida y la diversidad permee los territorios; e involucrar a los medios de comunicación, las iglesias y comunidades religiosas en la transformación de percepciones y la desinstalación de narrativas de odio, discriminación y estigmatización que permanecen enquistadas en nuestra cultura.

— Tomar el legado de la Comisión de la Verdad, que se materializa en sus hallazgos, recomendaciones y aprendizajes, como base de la reflexión y de la acción social y política respecto a asuntos fundamentales de la historia, del presente y de la posibilidad de la vida en comunidad hacia el futuro. Este legado permanecerá accesible en el Informe de la Comisión, su archivo, su transmedia y la exposición permanente en el Museo de Memoria de Colombia, y su vigencia dependerá de que los diferentes estamentos de la sociedad y las instituciones, las víctimas y movimientos sociales se apropien de él, para convertirlo en una energía de transformación colectiva, y para quienes en cumplimiento de sus deberes, objetivos y misiones, implementar las recomendaciones que se les ha hecho en el presente Informe sea una forma de explorar esas vías de transformación para una Colombia incluyente y en paz”.

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  1. PROPUESTA PREGUNTAS GENERALES DISPARADORAS, QUE INVITEN A REFLEXIONAR Y A TRABAJAR EN EL DIARIO VIVIR. ¿CÓMO LAS LLEVAMOS A LA COTIDIANIDAD?

Observar y observarme, a través de estas preguntas y de otras que surjan en nuestro proceso de estudio, meditación y decantación de lo que hemos vivido, al formar parte de una sociedad:

¿Me doy cuenta de lo que ha ocurrido en el país?, ¿Me doy cuenta que, de una manera u otra, he formado parte de lo ocurrido y formo parte de lo que ocurre?

Los hallazgos que nos muestra el Informe “Hallazgos y recomendaciones de la Comisión de la Verdad de Colombia - Hay futuro si hay verdad” son a cuál más graves y dolorosos y ninguno es desconocido para nosotros los colombianos.

La lectura de los hallazgos ha sido dolorosa y la de las recomendaciones para lograr una cultura de paz esperanzadora.

Partí de la definición de cultura de la cual el capítulo 10. La relación entre cultura y conflicto armado interno colombiano: «El conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social» (Unesco), y en ver como la cultura que tenemos se expresa en un sentido común con el que se entiende, se juzga y se establecen relaciones.

En el Capítulo 10, al comenzar a describir los aspectos generadores de violencia de nuestra cultura se refiere a ellos como a “esos asuntos”. Me pareció pertinente por cuanto es una forma de precisar que la cultura de nuestro país no se caracterice sólo por ellos y que hay otros aspectos que nos influyen de otra manera.

Entre “esos asuntos” están: La visión acotada del otro, marcada por prejuicios y polaridades que se manifiesta en el racismo, la persistencia del patriarcado, el amigo y el enemigo al que se estigmatiza, el bueno y el malo, el acostumbramiento y normalización de la pobreza que se observa y las formas violentas de resolver los asuntos que se notan hasta, por ejemplo, en un padre que cree que está educando a su hijo cuando le pega. Otro ejemplo de esos asuntos se observa en las opiniones de algunas personas y medios de comunicación que no establecen una diferencia entre un guerrillero y un exguerrillero, los ven de igual manera, como si no hubieran tomado la opción de la paz, como si no tuviesen la opción de cambiar. Considero es otra manera de estigmatizar, de excluir.

Estos asuntos siguen vigentes en nuestra sociedad, solo basta abrir un periódico o un medio digital y leer algunos titulares que reportan. Darnos cuenta es el primer paso para trabajar sobre ellos, procurar contribuir a desmontarlos y a generar cambios.

Dentro de las frases que se han vuelto un Lugar Común* está el que “somos un país violento”. Desde mi punto de vista es una afirmación determinista que no deja opción a otras posibilidades, no permite ver la complejidad de las situaciones y promueve actitudes fatalistas que considero necesario dejar atrás.

Considero que en nuestro país han convivido y siguen conviviendo la paz y la guerra. Así como hay y ha habido violencia en algunas zonas, ha habido y sigue habiendo personas que han hecho valiosos esfuerzos por construir y vivir en paz, por superar lo que les ha ocurrido, por reconstruirse y construir una realidad distinta. Ellas nos enseñan que no nos determinen totalmente hechos pasados, que es posible hacer algo para cambiar esas situaciones (Ejemplos https://www.comisiondelaverdad.co/impactos-afrontamientos-y-resistencias). ¡Gracias a ellas por enseñarnos que hay posibilidades de paz!

Al hacer el recorrido y las reflexiones en relación al Trabajo Anual me he acogido a la invitación de Francisco de Roux, presidente de la Comisión, de “…meditar y trabajar en encontrar la mejor manera de darse cuenta qué pasó con nuestra propia vida durante el transcurso de esas largas décadas de violencia y dolor en Colombia”.

Ha sido un recorrer la historia del país, la de las distintas regiones con sus situaciones de conflicto, violencia y cantidad de seres afectados por ella. También ha sido un recordar y reflexionar sobre cómo se percibieron y vivieron esos distintos momentos y situaciones a nivel personal, familiar, como la vivieron amigos, conocidos, grupos e instituciones de los que he formado parte.

Algo que me impactó al revisar hechos familiares, es que me di cuenta y tomé mayor consciencia del efecto que tuvo a nivel familia y a otros niveles un hecho violento ocurrido hace 40 años, el asesinato de un familiar muy cercano en 1982 cuando ejercía un cargo público relevante por razones enmarcadas dentro del conflicto armado. Dejó repercusiones que aún se observan en parte de la familia.

Recordé distintas situaciones vividas y hechos que le ocurrieron a otros y ante todo ello, participo de la perplejidad de muchos. Recuerdo algunos hechos violentos ocurridos en distintas zonas del país que en un principio llegaron como rumores y que no creía que pudieran ser ciertos. También, la valentía de personas que los dieron a conocer y que la historia reporta que lo pagaron con su vida. Además de la esperanza de que se velara por las personas afectadas, que se mezcla con una sensación de impotencia y dolor ante todo lo ocurrido.

Ante la pregunta hago conexión inmediata a mi época de infancia; a mis siete años vi un operativo militar, escuché muchos disparos porque perseguían a un guerrillero llamado “Tiro Fijo”, por el sonido de las balas tuve mucho miedo y hacia la oración del Ángel de la Guarda. Percibía lo que ocurría, debido a que mi padre pertenecía al Ejército y lo asignaban a misiones donde su labor era hacer registros fotográficos y fílmicos de las masacres en diversas zonas rojas, “así se llamaban los lugares de confrontación armada del país. En casa vi algunas fotos de estos registros y eso me impactó. Había un asomo de consciencia de tanto dolor, aunque no dimensionaba la profunda afectación en el tejido social y sus consecuencias en el tiempo.  Ya en mi vida adulta y como familia experimentamos la perdida de mi hermano menor en manos de las FARC. Nunca le pudimos sepultar y en 38 años no hemos tenido certeza de su desaparición.

Si me doy cuenta que he formado parte de los sucesos dolorosos de un país, comprendo el dolor de las familias, la tragedia de los desplazamientos forzados, la ruptura del tejido social, el desarraigo de la tierra, la discriminación. Cuando trabajé en un centro educativo, tuvimos niños y niñas hijos de padres narcotraficantes. Vi en cada alumno/a, la inocencia, seres con almas hermosas, reflejado en sus aportes a la comunidad desde sus comprensiones, vi también su dolor cuando sufrieron atentados como familias por las acciones de sus padres o el saber que estaban siendo extraditados a otro país. Vi sus miradas de impotencia y el deseo de ser incluidos, no discriminados por las decisiones de sus padres. En su momento, fuimos oídos y apoyo para estos pequeños.

Otro aporte dice que solo recientemente se ha tomado conciencia, después de muchos años de sentir dolor o compasión por las cosas que pasaban en el país. Pero desafortunadamente nos fuimos anestesiando con la violencia. Vivía en el Departamento del Cauca, en Popayán la capital, en donde diariamente había noticias de guerra, de secuestros, de toma de otros municipios por la guerrilla de las Farc, de muerte. En la capital nunca ocurrió un suceso de éstos. Uno de los recuerdos de juventud es escuchar los sonidos de los helicópteros en altas horas de la noche o en la madrugada y simplemente pensaba “dónde estará hoy habiendo combates”

He formado parte de lo ocurrido, no solamente por ser colombiana, sino por haber dejado que las cosas pasaran, por sentir la guerra tan lejana, por dejar que la indiferencia me mantuviera al margen, con esporádicos sentimientos de compasión.

Y como dice el informe final: “Cuando una sociedad renuncia al esfuerzo de la comprensión que proviene de la inteligencia y la sensibilidad que nos enseña a reconocer al otro y a la otra, y a la naturaleza, esta se vuelve acrítica, pierde la capacidad de distinguir entre los valores que la hacen crecer en su humanidad y los antivalores que la destruyen”.

Otro integrante del grupo manifiesta que desde luego que sí. Sin embargo, hay momentos en los cuales no sé cómo aporta, en forma positiva y efectiva al conflicto tan doloroso que estamos viviendo en nuestro país desde hace tanto tiempo.

Soy consciente que he sido un espectador pasivo, frente a este conflicto doloroso, que me ha estado rodeando. Además, que hay casos, como los vividos en lugares muy lejanos a Bogotá, zonas de conflicto, en donde impera la ley de grupos al margen de la ley, o entidades del estado, en particular las fuerzas militares, que violan; matan; etc., indiscriminadamente y Yo, muchas veces no me entero o no hago nada al respecto. unas veces, por ignorancia y otras, porque confieso no sé qué hacer, frente a estos hechos tan dolorosos.

Escuchando la entrevista y el informe final del presidente de la Comisión de la Verdad Francisco José de Roux Rengifo, ante las Naciones Unidas, me estoy enterando “como cuando veo una película” de los múltiples sucesos dolorosos ocurridos en el país, durante los últimos 60 años; trato de tomar conciencia para que lo que permitimos, no vuelva a suceder.

Colombia es mi familia, todo lo que en ella ha sucedido y ocurre actualmente, al no pronunciarme en el momento adecuado y ante quien correspondía, soy culpable por omisión, y me duele el haber permitido que esto pasara.

¿Cómo respondo, vivo y puedo participar en la transformación de los aspectos generadores de violencia de nuestra cultura?, ¿Cómo puedo contribuir a la paz?

Puedo participar en la transformación de algunos de esos aspectos a partir del compromiso con mi vocación y con Cafh. Es desde este punto que he procurado, con las herramientas que me ha proporcionado y en la medida de mis capacidades, a entender, aprender, dar respuestas y aportar a la transformación cultural y a la paz. He tratado y sigo tratando de hacerlo a partir del trabajar sobre mí misma, sobre la forma de vivir la cotidianidad, de relacionarme, de vivir y participar con la sociedad de la que formo parte.

 

Encuentro en uno de los postulados de Cafh la forma en que podemos aportar a la paz: “A través de su propio desenvolvimiento espiritual, el ser humanos puede llegar a comprenderse a sí mismos, a entender su posición en el universo, a lograr paz y felicidad en sí mismos y a generar paz y adelanto en la sociedad.”

El detenerse en cada aspecto de los hallazgos y recomendaciones en relación a la cultura que trae el documento de la Comisión de la Verdad, da infinitas posibilidades de reflexión y trabajo para que cada uno encuentre la forma concreta de contribuir a la paz.

Contribuir a un cambio en la cultura implica revisar la visión de mundo que se tiene, cambiar formas de pensar y ver la realidad, cambiar comportamientos. Implica revisar ideas hechas, creencias o prejuicios que observamos en nosotros mismos y en los demás. Además de reconocer actitudes, conductas, hábitos y lenguajes para transformarlos.

La manera de responder a este desafío ha venido siendo, primero identificando mis pensamientos, sentimientos y reacciones violentas si bien no siempre hacia afuera, si hacia mí misma expresado en descuidos con mi salud, el no siempre comunicar a tiempo los malestares emocionales con sus respectivas consecuencias. Esto me llevó a hacer un intenso trabajo personal para desde este lugar acompañar a las almas en sus procesos de autoconocimiento y comprensión del inmenso potencial para transformar el entorno inmediato y desde allí aportarlo al entorno social.

Contribuyo a la paz identificando los focos de violencia que me habitan, reconocer qué circunstancias me llevan a perder mi centro y trabajar al respecto para impactar en mi entorno con respuestas más alineadas con la negociación, el diálogo constructivo, el silencio en el momento oportuno; la aceptación de la diversidad no solo en pensamiento, sino en las relaciones cotidianas. En mi labor profesional he encontrado un nicho para expandir esta posibilidad que enriquece el encuentro y que en paralelo es llevado a cada experiencia de vida. Al experimentar la Paz en mi interior y proyectarla en el exterior estoy contribuyendo a este gran propósito. Cuando me percibo tambaleando en el propósito, lo convierto en motivo de trabajo y aprendizaje.

Es un aspecto en el que Cafh me ha aportado todo, con herramientas que me han permitido ser consciente de que todos somos iguales, tenemos los mismos derechos y deberes y tenemos también la posibilidad de contribuir a cambiar el entorno en el que nos desarrollamos y vivimos. Las relaciones basadas en el respeto recíproco, en la posibilidad de apreciar y amar al que se tiene al lado, así provenga de otra cultura, su piel sea de un color diferente, o que sus ideas ante determinados temas no coincidan con las mías, no son un obstáculo para poder relacionarme con él, amarlo y respetarlo como es.

En el curso “El Arte de vivir la Relación” nos dice con respecto a la relación con la Sociedad: “… De poco nos sirve el discurso que proclama la necesidad de una sociedad justa, sin males, sin sufrimientos. La sociedad mejora cuando trabajamos sobre nosotros mismos y participamos a través de acciones concretas que mancomunen esfuerzos y produzcan educación, salud, recursos y conocimiento…

Resumiendo, hay tres aspectos básicos en nuestro trabajo para mejorar la sociedad: Superar el personalismo. Realizar en nosotros mismos y en nuestro entorno el bien y los cambios que queremos para la humanidad. Asumir la responsabilidad que nos toca en aliviar los problemas humanos y en crear oportunidades de desenvolvimiento”.

Tenemos muchas herramientas para hacer esa contribución y nuevamente encontramos en la Enseñanza de Cafh, del curso ya anotado: “Trabajar para lograr una sociedad mejor implica dación de tiempo y trabajo, y también ofrenda de energía y creatividad puesta al servicio del interés común. Cuando ya no tenemos “mi” vida, “mis” objetivos, “mi” energía para gastar, no separamos más nuestras posibilidades de las de otro, nuestras vicisitudes de las de otro, nuestro dolor del dolor de otro, Vivimos lo que vive la sociedad humana, en toda su contingencia. Como anhelamos construir una sociedad más armónica y equitativa no nos quejamos, no criticamos, no buscamos privilegios, no buscamos escapar de compromisos. Efectuamos las acciones que consideramos necesarias en el medio en que estamos”.

Pienso que lo primero que debo hacer frente es a mí mismo, empezar por no ser violento. Yo sé que, debo dar el primer paso, no criticarme, no juzgarme y no me condenarme a mí mismo. Y si, además, no crítico, no justo y no condeno a otros, hará que aporte a la paz y no violencia. Ser cordial, tolerante e incluyente, es, mi aporte a este punto.

Puedo contribuir a la paz amando a todos los seres humanos, tratando de comprenderlos, y entendiendo que todos somos un mundo diferente por, (cultura; educación; etnia; raza; género o tendencia sexual; etc.) Desde este ámbito, me coloco en los zapatos de los otros y entiendo la situación, por la que están pasando estos seres, muchas veces la violencia que generan, es porque, no han sido amados nunca, o han vivido situaciones de intenso dolor y sufrimiento, es el momento de acercarse y dialogar con ellos, para que ellos nos cuentes sus experiencias y así de esta forma, poder hacerlos sentir que tienen un amigo incondicional a su lado.

A través de los ejercicios de meditación y de la práctica voluntariamente escogida de participar en el grupo de oración, oro por el cambio que le país necesita. A nivel familiar hemos adquirido el compromiso de mejorar y perfeccionar nuestra convivencia, aboliendo de raíz la cultura de la violencia.

Puedo contribuir a la paz en las relaciones con mis seres más cercanos, compañeros de camino, familia, amigos y personas con las cuales interactúo diariamente, dejo que se manifieste la paz interior que tengo y que anhelo para todo mi país. Es un esfuerzo consciente porque cada acto y pensamiento sean una expresión de paz.

¿Cómo podemos contribuir como miembros de un Camino y como Institución a desinstalar las narrativas de odio, discriminación y estigmatización?

La UNESCO dice: “Dado que las guerras comienzan en la mente de los hombres y las mujeres, es en la mente de los hombres y las mujeres donde debe construirse la paz” (https://www.unesco.org/es). Al respecto, Cafh contribuye y puede ampliar su contribución a través del dar herramientas para que los seres que entran en contacto con el camino puedan trabajar sobre sí mismos, logren cambiar formas de pensar, sentir y actuar y puedan ampliar su estado de conciencia, puede aportar generando espacios para aprender a vivir en paz.

Se podrían organizar, por ejemplo, encuentros, talleres abiertos u otros en los que se invite a revisar el sentido de vida que se tiene, a comprender el mundo en que se vive, a hacer conscientes prejuicios, creencias e ideas hechas que se tienen y darse cuenta de las consecuencias que producen. Que sean espacios que inviten a reflexionar sobre la paz, qué es y cómo cada uno puede construirla en sí mismo, en los distintos contextos en que se vive, en la sociedad y en el mundo.

En el informe encontré que hay una gran necesidad de aprender a dialogar. Es otro campo en el que Cafh puede aportar muchísimo. Cada persona que mejore su capacidad de diálogo aumenta la “masa crítica” para que, a su vez, distintos grupos, comunidades y territorios puedan hacerlo, puedan llegar a acuerdos basados en la confianza.

Los miembros de Cafh y Cafh como organización, podemos generar opciones creativas que ayuden al logro de la paz enunciado por el documento de la Comisión de la verdad, el cual dice: “El logro de la paz requiere de una reflexión sobre la cultura. De esa manera se podrá potenciar lo que nos hace mejores personas y comunidades, mejores ciudadanos y familias; y estimular los cambios de paradigmas, creencias, valores e imaginarios que nos impiden vivir en comunidad de manera armónica”.

*https://www.significados.com/lugar-comun/. “Un lugar común es una frase, expresión o idea que, debido a su frecuente uso, se ha vuelto trivial o se ha desgastado, perdiendo significación. Los lugares comunes son considerados vicios que empobrecen el lenguaje debido a que demuestran poca imaginación o recursos intelectuales, son simplificadores y generalizadores, no son originales o ingeniosos.  

Las actividades de extensión y el grupo Exploradores de la Conciencia son una manera efectiva de llegar a una parte de la población que resuena con este propósito. Nuestras enseñanzas y sus mensajes tocan conciencias y las personas en su mayoría se disponen a abrir mente, corazón y llevan aprendizajes a sus vidas y relaciones.

Contribuyo reafirmando expresiones y vivencias que reflejen el ideal de Paz que como nos proponía el “Señor Cabanillas” con sus palabras. “No solo hay que serlo, sino parecerlo” …

Es un trabajo permanente, que no da tregua.

Contribuir por todos los medios a nuestro alcance es un buen camino para aportar a la paz de un País y de la misma humanidad.

Siendo totalmente responsables de todas nuestras acciones, siendo coherentes en nuestras formas de aceptar y respetar lo diferente, en el trato, en la comunicación, en el respeto y valor que demos al otro. Como Institución pienso que lo hacemos, o lo hemos hecho siempre, siendo transparentes en las decisiones, en el manejo de los recursos que se necesitan para el sostenimiento de las sedes y obras que son amparadas por Cafh.

También con aportes de socialización, tales como: (conferencias, generando encuentros culturales y educativos, dirigidos a generar alegría y dejando una huella de paz entre los asistentes a estos eventos, como pequeñas semillas de reflexión en cada uno de ellos.)

Hay aspectos prácticos, que me permiten darme cuenta de la “discriminación” de la que he sido objeto, por el sitio donde nací, que me ha llevado a realizar un mayor esfuerzo en mi preparación personal y en mi desempeño profesional, para que esa “discriminación” infundada y que ha prevalecido por aproximadamente 200 años no me afecte y tampoco a mis paisanos.

Admiro, valoro e intento cada día, vivir el Reglamento que permite en su práctica trascender todo tipo de odio, discriminación y estigmatización. Perfeccionar las relaciones con los compañeros de grupo y esforzarme por brindar lo mejor de mí a cada una de las personas a mi cargo.

Con mis hermanos voluntariamente hemos adquirido el compromiso de ayudar a cinco familias de campesinos que nos brindaron su amistad, y a quienes entregamos en navidad sin condiciones, mercados que permitan aliviar su situación económica y ropa lavada y en buen estado que puede ser útil para sus trabajos diarios.

¿Los desórdenes sociales y económicos tendrán que ver con una insaciable lujuria de poder?

Si, el factor común el desorden, donde a nivel económico se despilfarra y a nivel político los objetivos están “plagados” de intereses personales. La economía se encamina a gastos superfluos sin tenerse en cuenta la consecuencia de esta inversión. Nos dejamos absorber en forma desmedida y muy equivocadamente para mostrar un poder aparente.

Estamos atrapados no solo por el inconsciente colectivo sino por el inconsciente individual. ¿Esto último destaca la importancia del autoconocimiento?

Si, importante conocernos aceptando las limitaciones para trabajarla y empoderarnos con nuestro potencial que encaminamos hacia el servicio. Así nuestros pensamientos, sentimientos y acciones procuran mantenernos lo más alineados posibles y cualquier desvío se convierta en un punto de trabajo a través del cual participamos con la humanidad, saliendo poco a poco de ese inconsciente individual que nos atrapa y enmaraña la vida.

¿El cambio tiene como base la familia, educación y el inculcar valores espirituales? 

Si sobre todo familias funcionales, aunque la vida da sorpresas. De las llamadas familias disfuncionales y de acuerdo al alma que encarna y cuál es su tarea, emergen seres que abren camino y en el trayecto se mantienen abriendo camino a otros. Sin embargo, la familia unida a la educación que se recibe, ayuda a reflexionar y discernir, dándose unos principios y valores equitativos. La capacidad de evidenciar la inclusión, participación, reversibilidad, diálogos transversales que se requieren para el proceso de esclarecimiento o comienzo de la verdad. Esto es ya un aporte de la organización Cafh junto con otros que se encuentran esparcidos en el mundo.

¿La idea de desdibujar las fronteras lleva en forma implícita el acercamiento de las diferencias?

Si, en una entrevista que le hicieron al Sr. Kutscherauer en la que narraba la experiencia de un astronauta, que al volar en su nave espacial y pasar por una zona del planeta, a cierta altura exclamó: “las fronteras no existen”.

¿El análisis de contexto, la caracterización y el diagnóstico de los diferentes grupos, traería como consecuencia crear y modificar leyes?

Considero que sí y es símbolo de evolución pues al incorporar en forma vivencial dichas leyes, se abren espacio para lo que se requiere en el momento y actuando en el espacio – tiempo aquellas que tienen como función, una voluntad, un destino, una estrella, dando origen a una nueva ética social que conlleva una moral personal pública, siendo ésta la conquista para la humanidad futura.

¿Las nuevas leyes se caracterizan por ser herramientas no solo de adaptación sino de liberación?

Si n la medida en que las vivimos, las leyes son límites para conocernos.

¿Cómo organización cuál sería nuestro aporte para que la armonía y la paz no caiga en el reino de la quimera?

El cuerpo de la organización sea un cuerpo dinámico dispuesto a aportar desde el amor incondicional que acompaña la conciencia en constante y continua expansión, con actos diarios, cotidianos y simples.

Cada uno con nuestro proceso individual, ¿qué garantizamos?

Me parece que al realizar cada ser humano lo que le corresponde como miembro de una sociedad, asume una serie de responsabilidades que si las cumple, redundará en beneficio de ese conglomerado y si no lo hace, aunque nadie le vaya a exigir hacerlo, su conciencia seguramente le hará reaccionar.

Alguna vez alguien me dijo que para qué reciclaba, si los grandes países que eran los que más daño les hacían a los ecosistemas, no hacían nada para mejorar sus prácticas irresponsables. Tal vez el mismo planteamiento aplica para este trabajo. Podemos pensar que no hemos matado, secuestrado o despojado a alguien de sus tierras. Pero si tenemos mucha responsabilidad por lo que hemos dejado que pase, sin levantar una voz de protesta. Nos acostumbramos a vivir en medio de la violencia, de la desigualdad, del racismo, etc.

Cuando esas violencias no nos afectan personalmente, pasan desapercibidas, son una simple noticia o un titular que puede causar dolor, pero que se olvida al día siguiente.

Al analizar retrospectivamente mi paso por la Tierra, en este caso Colombia, me detengo para darme cuenta que he participado de situaciones muy dolorosas vividas dentro y fuera de la familia nuclear.

En un principio, de niña, cuando preguntaba sobre el porqué de algunos acontecimientos, las respuestas evasivas recibidas de los mayores, tal vez para protegerme del dolor, incertidumbre y violencia que vivía el país fueron creando en mí una coraza de protección sintiéndome afortunada al compartir con amigos y seres humanos que teníamos un lugar en donde vivir, estudios, alimentos y cariño.

En la adolescencia guiada y cuidada, aprendí a discernir qué elegir, para ser una mujer de bien que en el futuro pudiera aportar a la sociedad lo mejor de mí, a través de la decencia; respetando profundamente las convicciones ajenas, aunque en ocasiones no estuviera de acuerdo con ellas.

En la actualidad al trabajar profundamente en mí, me doy cuenta de que formo parte de la comunidad de seres que me rodean y de lo que ocurre a mi alrededor, esforzándome en responder de la mejor forma posible; con amor e inclusión, participando y ofrendando la expansión de conciencia que diariamente experimento en la Meditación y poniendo en práctica el DARME, contribuyendo así a que reine la armonía y la Paz en los ambientes en que la vida me pone; aceptando la diversidad sin discriminar, poniéndome en la situación de los seres con los que comparto el día a día y orando por todos, ya que todo se conecta con todo al ser parte del universo.

Trabajo en cambiar el lenguaje siendo más incluyente, evitando el rechazo o actitudes violentas que pueda haber en mí, preguntándome ¿qué aprendo, entiendo y comparto con los que me relaciono en el día a día? Hago de ese compartir una oportunidad para participar con todos amando y siendo honesta conmigo y los otros, de los cuales soy parte.

Acepto que cada hecho que presencio y cada noticia que recibo son mensajes que la vida me da para trabajarlos asumiéndolas responsablemente, participando de lo que ocurre en la gran familia humana.

Trabajo en hacer de la Renuncia un ejercicio diario para orientar la fuerza interior hacia el Desenvolvimiento Espiritual que anhelo para el ser humano.

Con infinita humildad

Pido a la Divina Madre

Que reine la armonía

En la familia humana

Para continuar con paso firme

En la senda de la vida

Perseverar aquí y ahora

Siempre en pos del amor,

Comprensión y Ofrenda.


ANEXOS

  1. Discurso de Francisco de Roux en Naciones Unidas en febrero de 2020.

https://web.comisiondelaverdad.co/actualidad/noticias/discurso-francisco-de-roux-en-naciones-unidas-febrero2020

  1. Palabras de Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, ante el Consejo de Seguridad de la ONU.

https://www.comisiondelaverdad.co/palabras-de-francisco-de-roux-ante-el-consejo-de-seguridad-de-la-onu

  1. Intervención del Francisco de Roux en la presentación del Informe Final de la Comisión de la Verdad en Naciones Unidas.

https://youtu.be/S_o6HXtV0Qw