¡Hola!
Soy Maggie—una artista formada en Juilliard, coach de actuación y practicante de bienestar, con una vida arraigada en la creatividad, la defensa de causas sociales y un profundo compromiso con acompañar a otros a volver a casa en sí mismos. Estoy atravesando un momento crucial en mi largo recorrido con la escoliosis. Tras años de dolor creciente, diagnósticos erróneos y una disfunción cada vez más misteriosa, por fin he podido descubrir el verdadero alcance de lo que ha estado ocurriendo en mi cuerpo.
Estoy pidiendo su apoyo para poder acceder a una atención médica integral, largamente postergada, que podría cambiar mi salud—y de mi futuro. (Más detalles abajo.)
ANTES
En mi adolescencia, me diagnosticaron una escoliosis “leve”. Me pusieron un corsé y recibí fisioterapia, pero a medida que crecía, creímos que la curva se había estabilizado en unos 25 grados con una leve torsión. Lo que no sabíamos era que la curvatura real era mucho más grave—oculta bajo capas de compensación muscular. A medida que la curva se agravaba, mi cuerpo intentaba compensar de forma inconsciente—tensando, sujetando, fingiendo rectitud. Durante más de 20 años, esa rigidez crónica deterioró mi salud en silencio, desencadenando una reacción que afectó a mis músculos, nervios, respiración, sueño, concentración y calidad de vida en general.
Por fuera, parecía fuerte y capaz—bailando con entrega, subiendo montañas cargada de equipo, cruzando ríos a pie, haciendo combates escénicos complejos, transformándome en personajes intensos, liderando ensayos con visceralidad, agachándome junto a cámaras, facilitando conversaciones profundas sobre el cambio social, y cargando el peso del duelo y el trauma junto a mis seres queridos.
Pero por dentro, cada movimiento estaba lleno de disfunciones, respiración superficial, espasmos extraños, tensión dolorosa y una sensación constante de que algo no estaba bien. Mi sistema nervioso estaba atrapado en modo “supervivencia”, y no sabía cómo dejar de forzarme.
EL PUNTO DE INFLEXIÓN
Años de diagnósticos erróneos y síntomas cada vez más intensos me llevaron a buscar respuestas más profundas. Con constancia y un enfoque holístico, mi cuerpo finalmente ha empezado a soltar—haciendo espacio para que salga a la luz la verdad.
Imágenes recientes tomadas en Och Spine (Hudson Yards) revelaron que lo que creíamos una curva leve era en realidad una curva de 47 grados, mucho más severa, que había estado oculta durante años bajo capas de tensión y compensación.
La fase de adaptación fue intensa—una especie de ajuste corporal total. Un torrente de liberación y una muestra de libertad que trajo consigo desorientación, fatiga extrema y una reconfiguración completa de cómo me muevo y existo en mi cuerpo. Usaba un bastón mientras mi cerebro intentaba adaptarse a la forma real de mi columna sin tensión, reubicando mi cuerpo en el espacio y redistribuyendo el peso. Por primera vez, mi sistema nervioso experimentó una liberación verdadera—una experiencia tan liberadora como inestabilizadora. Sabía que era uno de esos momentos en los que las cosas empeoran antes de mejorar, pero el agotamiento físico, mental y emocional fue inmenso. Con el apoyo de profesionales expertos, mi esquema corporal ha empezado a recalibrarse y he recuperado algo de movilidad—aunque han surgido nuevos dolores y molestias.
Aun así, estoy lejos de ser la versión activa y juguetona de mí misma que solía conocer. La mayoría de los días me sigo apoyando en viejos patrones de tensión solo para poder funcionar—y siento cómo eso me impide sanar de verdad. Y aun así, agradezco profundamente esta liberación radical—la posibilidad de descubrir una vida con un tipo de libertad que nunca imaginé posible. Ahora solo necesito el acompañamiento adecuado para llegar hasta allí.
EL TRATAMIENTO
Con la orientación de profesionales especializados, he diseñado un plan de cuidados intensivos de seis meses para abordar la disfunción sistémica que surge cuando una desviación espinal no se trata durante años. El plan incluye:
Estos tratamientos no están cubiertos por mi seguro limitado. Las sesiones oscilan entre los 150 y 500 dólares, y la sanación real exige continuidad—no visitas aisladas.
Necesito reentrenar la relación de mi cuerpo con mi columna—desenredar décadas de disfunción para aliviar la tensión crónica, moverme con menos dolor, respirar con más libertad y construir una estabilidad duradera en un cuerpo que vuelva a sentirse como hogar. Esto requerirá tiempo, precisión y cuidado experto, con un coste total que supera los 30.000 dólares—algo que no puedo afrontar sola.
LA PETICIÓN
Escribir y compartir esto me hace sentir muy vulnerable. Pero mi vida como artista y defensora de causas me ha enseñado a soñar a la altura del problema, así que estoy imaginando un camino de cuidados y sanación mucho más grande de lo que jamás he podido permitirme.
Toda mi vida he aceptado la escasez o he luchado por sortearla—exprimiendo cada recurso, solicitando todas las becas, y presentándome con tenacidad ante cada adversidad: trabajos precarios, inestabilidad en la industria, búsquedas creativas, y sistemas que hacen casi imposible la sostenibilidad. Pero la resistencia por sí sola no me llevará a sanar. Con tu apoyo, puedo salir del modo supervivencia, invertir en el cuidado que necesito, y abrirme a una nueva etapa más alineada y expansiva.
Si puedes aportar económicamente (aunque sea una pequeña cantidad): mil gracias. Si no puedes donar, compartir esto con tu red también puede marcar una gran diferencia.
Estoy inmensamente agradecida por leerme, compartirme, y soñar este nuevo futuro conmigo.
Con mucho amor y esperanza feroz,
Maggie
en colaboración con Katie y Gamble—el equipo soñado de hermanxs
Para saber más sobre mí y mi trabajo: maggiescrantom.com
Para conectar conmigo: @magnoliagram