C A F H
TRABAJO ANUAL
RELACIÓN CON NUESTROS PENSAMIENTOS Y SENTIMIENTOS
VS
RELACIÓN POSESIVA Y RELACIÓN POR PARTICIPACIÓN
GRUPO: Doncellas Patrocinadas Tabla 222
NOMBRES: 1. Graciela Sofía Portugal Gemio.
6. Silvia Daniela Bustillo Chappy.
LA PAZ - BOLIVIA
2023
RELACIÓN CON NUESTROS PENSAMIENTOS Y SENTIMIENTOS
VS
RELACIÓN POSESIVA Y RELACIÓN POR PARTICIPACIÓN
OBJETIVO.-
El objetivo principal de este tema es aprender a conocernos nosotros mismos, nuestras falencias, debilidades y fortalezas en nuestra manera de pensar, sentir y actuar para poder tener una relación saludable emocional, física y espiritual con todo nuestro entorno y lograr un equilibrio en todos los aspectos.
MARCO TEÓRICO.-
Para desenvolvernos espiritualmente necesitamos conocer y armonizar nuestro modo de pensar y sentir, que está determinado por el medio que nos rodea y depende del grado de conciencia, que cuanto más limitado es, más nos identificamos con las corrientes mundanas.
Los pensamientos y sentimientos están muy ligados a los impulsos es decir “El pensamiento es más rápido que el sentimiento”.
El pensar de una manera y actuar de otra es un obstáculo para construir un mundo de paz y bienestar, por este motivo la primera relación que consideramos al tratar el tema de desenvolvimiento espiritual es la relación que tenemos con nosotros mismos ya que generamos emociones, sentimientos y pensamientos diversos.
Esta crisis de identidad nos mueve a procurar conocer quiénes somos, por lo tanto, debemos saber que no estamos solos ni vivimos aislados en este mundo y debemos universalizar nuestra noción de ser, ubicándonos dentro del acontecer humano con equilibrio, generosidad y sentido de la realidad.
Cuando tomamos distancia de nosotros mismo podemos lograr una noción de ser más universal. Al ser conscientes de nuestra realidad como seres humanos y a lo que conocemos del universo, podemos distinguir mejor nuestras posibilidades y adquirir la fuerza necesaria para realizarlas.
No somos el centro del universo, ni si quiera somos más importantes que otros aspectos de la realidad, pero cada uno de nosotros tiene un lugar único e irremplazable en el mundo, una relevancia única en la sociedad en la que nos desenvolvemos, en la vida, en nuestras familias, con nuestros amigos y quienes dependen de nosotros.
En otras palabras, reconocemos nuestra pequeñez en la medida cósmica y también la trascendencia de nuestra existencia en el núcleo en que vivimos, esto nos lleva a:
Respetarnos a nosotros mismos, si bien no somos el centro del universo, somos una expresión de lo divino, por lo tanto, la conciencia que tenemos de nuestras posibilidades espirituales no nos permite vivir de cualquier manera. Es así que, el respeto y la reverencia generan la tónica de la relación que tenemos con nosotros mismos, los cuales nos llevan a mirarnos objetivamente, a ser veraces y amar la verdad respecto de lo que somos.
Es común que lo que pensamos, sentimos y hacemos está influido por el afán de proteger nuestra imagen; para ser veraces con nosotros mismos necesitamos trascender esa tendencia.
Para ayudarnos en este sentido es bueno que practiquemos tomar distancia, tanto física como temporal de nosotros mismos y mirar de forma imparcial cómo actuamos y reaccionamos ante lo que nos ocurre de manera objetiva para evaluar de manera más completa e impersonal nuestro comportamiento.
En la medida en que nos identificamos con nuestras experiencias se turba nuestro entendimiento, nuestras nociones, percepciones y evaluaciones son tan subjetivas que estamos pendientes de lo que nos pasa y vivimos solo para nosotros mismos, no percibimos con claridad los puntos de vista y las necesidades de los demás.
Es contraproducente que nos irritemos cuando nos equivocamos o creemos que fracasamos porque el enojo no nos evita los errores que podríamos haber cometido ni cambia la realidad, en cambio nuestros errores pueden ser muy valiosos si lo usamos para aprender y lo transformamos en triunfos.
También es contraproducente que rechacemos las dificultades porque no nos ayuda a superar nuestros problemas. Cuando superamos el rechazo de las experiencias difíciles logramos vivir en paz.
Relacionémonos con nosotros mismos a través de la aceptación, el aprendizaje, el cambio de conductas negativas por actitudes positivas, de esta manera nos damos lo necesario para alcanzar y mantener el equilibrio interior.
Cuando logramos este equilibrio interior, el desenvolvimiento se hace más continuo donde podemos simplificar el proceso de la relación describiéndolo en dos etapas sucesivas: la de relación posesiva y de la relación por participación.
La relación posesiva impone dependencia y agresividad ya que responde a la voluntad de imponernos sobre los demás, por este motivo, aunque la relación posesiva no siempre se manifiesta en actos de violencia, genera violencia en los seres, el medio y la naturaleza. El esfuerzo por dominar y obtener ventajas personales a través de las relaciones que ya tenemos hace que sus frutos sean la decepción y soledad.
Amar a mayor número de personas, trabajar por el bien de otros sin manipulación, nos acostumbra a fijar la atención más allá de nuestros intereses particulares. Es así que descubrimos nuestro entorno y desarrollamos respeto y afecto por lo que nos rodea.
Respetar nos enseña a relacionarnos por participación, en vez de reaccionar a favor de lo que nos complace y en contra de los que nos contraría, aprendemos a aceptar y acompañar. En vez de centrarnos en nuestro propio acontecer, aprendemos a compartir el acontecer humano, en otras palabras “abrazamos con el amor expansivo a todo lo que existe”.
Cuando participamos sabemos que no podemos ser autocomplacientes, al contrario trabajamos continuamente con nuestra mente y nuestros sentimientos generando pensamientos de bien y sentimientos positivos hacia todos. La relación por participación desarrolla en nosotros la conciencia de nuestra unión con todos los seres y con el mundo, al mismo tiempo genera reverencia hacia todo lo que existe.
En resumen, nosotros no somos los únicos seres de este planeta ni nuestros problemas son mayores ni menores que el resto de nuestro entorno, solo que debemos aprender, aceptar y agradecer cada una de las enseñanzas que nos deja cada experiencia vivida y de esa manera poder brindar nuestro acompañamiento libre, incondicional, amoroso y respetuoso a los seres que nos necesitan, siempre buscando ser ecuánimes y consecuentes en nuestra forma de pensar, sentir y el quehacer diario, solo así veremos un verdadero desarrollo espiritual íntegro.
CONCLUSIONES.-
A la conclusión que se llegó con este tema es que el proceso de aprendizaje y autoconocimiento es continuo, de todos los días, de una manera disciplinada y constante. Si no tenemos una relación saludable con nosotros mismos no podemos ofrecer nada a nuestro entorno, siempre debemos buscar coherencia entre el pensar el sentir y el quehacer diario, solo así nos podremos desenvolver espiritualmente y encontraremos la verdadera felicidad con esa paz y tranquilidad tan anhelada de una manera desinteresada y libre y de esa manera poder transmitirles a todos aquellos que nos necesitan.
Cuando nuestros pensamientos toman un rumbo diferente a nuestros sentimientos obstaculizan nuestra conciencia. Llegar a armonizar nuestros pensamientos y sentimientos mediante la voluntad o trabajo interior nos hace crecer para crear un mundo de paz y felicidad para uno mismo y todos los seres humanos.
La armonía de nuestros pensamientos y sentimientos no están por fuera de lo que ocurre en el universo, este nivel de conciencia tiene vínculos con lo que ocurre a todo y a todos. Es así que la aceptación y el respeto de la esencia que nos rodea nos lleva a una armonía con todos los seres y todo lo que existe.
BIBLIOGRAFÍA
EL ARTE DE VIVIR EN RELACIÓN, Jorge Waxemberg
La relación con nuestros pensamientos y sentimientos……..pag.26
La relación con nosotros mismos……………………………….pag.11
La relación posesiva y relación por participación……………..pag.8
C A F H | ||