Otoño
“Descubres que no somos tan eternos como creíamos”
Novela por entregas por Denisse Jacobo
6. Sin retorno
El frío cortaba mis mejillas, el vuelo no tardará en despegar, estaba todo decidido y si todo sale bien Samara estará con nosotros en un abrir y cerrar de ojos, todo habría terminado antes de que otra cosa sucediera, como lo planteaba Daniel sonaba muy fácil, demasiado sencillo como para no haberlo visto antes.
-¿Listas?- Dijo Aarón entregando los boletos de avión- abordaremos en unos momentos.
Solo asentimos, no había mucho que pudiéramos decir, Ramsés seguía sin decir ni una sola palabra, la culpa me invadía, ¡pero no era mi culpa! Yo como iba a saber que levantaba objetos sin darme cuenta; Samirah estaba ansiosa estaba a pocas horas de tener a su gemela cerca, pronto todo habría terminado, será como si esto nunca hubiera pasado.
Nuestro vuelo se anunció, debíamos abordar ya, Daniel y Aarón fueron los primeros en pasar las puertas que nos llevarían al avión, se comportaron así desde que salimos del departamento, salen primero, comprueban que todo esté en orden y después los seguimos, una vez que estuvimos dentro del avión se relajaron y respiración con libertad.
-Te sentarás conmigo ¿verdad?- dijo Thais juntando sus manos en forma de suplica.
-Claro- le contesté.
Comprobé mi boleto, pero la terminación era diferente al de Thais, ¿quizás Samirah?
-Yo creo que no- Dijo Daniel- Creo, que nos toca juntos- sonrío con inocencia.
Miré mi boleto y miré el de Daniel, efectivamente, estábamos juntos.
Me encogí de hombros y suspiré rendida, este sería un largo viaje; me acomodé en mi asiento y él hizo lo mismo.
-Deberías dormir pequeña- dijo guiñándome un ojo.
-¿Le guiñas el ojo a todas?- le pregunté cruzándome de brazos.
-¿Por qué? ¿Contigo no funciona?- Negué y él se río- debo parar ¿no es así? O literalmente me mandarás a volar.
Lo miré confundida, no sabía de lo que hablaba, viendo mi confusión me indicó que mirara; casi grito, cuando giré vi como los boletos estaban levitando enfrente de mí.
-Valeska
Dijo Thais con sorpresa, cuando me giré a mirarlas, ellas me veían con incredulidad, no eran las únicas Aarón me miraba de la misma manera, Ramsés… él era otro tema, quise hacerme pequeña en mi asiento, por esto fue por lo que lo habían despedido.
-Pronto despegaremos- dijo una azafata interrumpiendo mis pensamientos, Daniel se apresuró a tomar los boletos antes de que notara que flotaban.
-Gracias- dijo Daniel guiñándole un ojo.
La azafata casi se derrite con ese gesto, vaya, si que provocaba cosas en las mujeres.
-No eres muy buena llevando culpas- me acusó en cuanto la azafata se fue.
-Y tú no tienes conciencia- le dije cruzando de nuevo los brazos.
-Exacto- sonrío juguetonamente- todo lo hago sin culpas.
Daniel era el peor compañero de viaje, rodé los ojos, el tipo era insoportable en su fase de Don Juan.
-El está bien ¿sabes?- me dijo viendo de reojo a Ramsés que se encontraba sentado con Samirah.
-No parece, ese trabajo era su vida entera- dije tratando de que no notara mi culpa.
-Aarón te dijo la verdad, el ya iba a retirarse- dijo acomodando los brazos detrás de su cabeza- tú solo le facilitaste las cosas.
-¡Que honor!- dije girando la cabeza en dirección contraria.
-¿Qué?- dijo sorprendido- eres la mujer más complicada que he conocido.
-¿Haz conocido varias?- su expresión se endureció y después soltó una risa- ¿qué?
-Esa fue buena- su expresión fue seria de nuevo- no hay mucho de la famosa “gloria” en el ejercito.
-Suenas como si lo odiaras- le dije mirándolo a los ojos.
-Lo odio- admitió con sinceridad- te crean una imagen de cómo se supone que debes sentirte al estar ahí, debes sentirte honrado, eres mejor que los demás, te entrenan, te asesinan en vida, construyen una máquina de matar y poco a poco matan tu parte humana, ¿Qué hay de honor? No bromeaba pequeña, es lo mismo matar que mandar matar.
Lo miré consternada, un mar de pensamientos cruzó mi mente.
Parece que sufre mucho.
Dijo Thais de nuevo, me sentí avergonzada, ellas podían saber todo por el vínculo, esto parecía ser demasiado personal para Daniel, no podía hacer más que desconectar el vínculo.
-No parece tan malo, no si me baso en ustedes- dije con la misma honestidad.
Su respuesta se vio interrumpida por las indicaciones de las azafatas sobre como abrochar el cinturón y todo lo demás.
Pusimos atención e hicimos todo lo que se nos indicaba, Ramsés miraba a Daniel con recelo de nuevo, hasta yo podía sentir su mirada, él lo ignoró y siguió en lo suyo; una vez que despegamos el me miró y fingió una sonrisa.
-No todo es como se ve- sonrío sinceramente- ustedes más que nosotros lo saben, en cada misión en cada momento, siempre hemos estado los tres, juntos, hemos alejado nuestras pesadillas mutuamente, entonces ahí descubres que no eres eterno, no como creías.
-No lo comprendo- dije y el río bajito.
-Cuando eres joven- dijo con un tono parecido al de los profesores- sientes que eres eterno, que puedes hacer todo con solo desearlo, crees que eres inmortal, que el tiempo no pasa, siempre serás joven, siempre tendrás la solución a todo, de pronto los años se te vienen encima te das cuenta de que estabas equivocado, no eres inmune como creías, pensabas ser eterno y te das cuenta de que no es así, entiendes que todo tiene fecha de caducidad, el amor, el dolor…la vida misma, muchas veces termina por sí sola, otras tantas termina por qué un tipo con una arma así lo decide.
No podía creer lo que estaba escuchando, ¿era en verdad Daniel?
-¿A los cuantos años te pasó?- pregunté llena de curiosidad.
-A los 20- dijo amargamente.
-Eras muy muy joven para pensar así- dije insegura.
-No cuando a esa edad te unes al ejército- dijo cerrando sus ojos.
No lo entendía, Daniel era una persona de lo más contradictoria, su estado de ánimo era imposible de seguir.
-Es duro- dijo y yo reflejé mi más pura cara de curiosidad, mueca que el entendió- ok, veo que eres curiosa, está bien te contaré.
No somos un ejército como cualquiera.
Formé una “o” con mis labios, el sonrío sabía que lo escuchaba, y supe que por fin me creía.
Entramos a una escuela militar como las que todos conocen, después empiezan a medir tus capacidades con varias pruebas, si das el ancho, ellos mandan un reporte acerca de ti, meses después vienen por ti, te llevan a otra escuela, en esa te preparan de una manera más cruel, te vuelven duro, te cambian completamente, cuando estás listo…te presentan a tu capitán; no somos parte de ningún país, estamos al servicio de todos, siempre y cuando se atrevan a pagar las cantidades exageradas que piden, claro que te dan una suma realmente atractiva, pero no lo vale, no cuando debes invadir, saquear, matar, retener, créeme cuando te digo que no lo vale, las misiones más dolorosas, son las que hace el ejercito por su cuenta, es la que Ramsés hizo con ustedes, te sientes millones de veces peor, más responsable. No es como te lo cuentan, al menos no para nosotros, de acuerdo pequeña, no se lo digas a nadie esto es estrictamente confidencial, si lo saben el peligro será doble.
-Entiendo- dije en tono solemne- guardaré tu secreto.
-Puedes espiar cualquier mente- me sonrió con malicia- ¿verdad?
Y supe lo que planeaba, quería espiar mentalmente a cada pasajero del avión.
Le sonreí con complicidad.
Cuando el avión aterrizó los rayos del sol se asomaban en el cielo, el viaje fue tranquilo y sin problemas, no me di cuenta en que momento nos quedamos dormidos, Daniel me agradaba más, la complicidad que teníamos desde anoche me daba más seguridad, ¿bastaría eso solamente?
-Buenos días solecito- me dijo cuando bajamos del avión- babeas cuando duermes ¿sabes? esta es mi camisa favorita, la has arruinado para siempre.
-¿Sabes que eres insoportable?- dije dándole un buen codazo en las costillas.
-Haré que un día me ames- me guiñó un ojo de nuevo y se reunió con Ramsés.
-Creo que nos perdimos de algo- dijo Samirah mirando a Daniel.
-Oh no- le dije antes de que confundiera las cosas- no es nada de lo que crees.
Las dos definitivamente no me creían en lo absoluto, era obvio, en mi lista de complicaciones Ramsés era la primera y Daniel peleaba con ganas por el segundo lugar.
Thais me sonrió, caminamos sin decir nada al interior de aeropuerto.
-Bueno- dijo Ramsés por fin- estamos seguros por ahora, entonces debemos darnos prisa, Daniel, Aarón ¿la estrategia está lista?- ambos asintieron- Dan…la chica…
-Me envío el informe anoche- sonrió orgulloso- lo que una cena puede hacer.
-¿Entonces cuál es plan?- dijo Thais inquieta- no todos somos militares aquí.
-No creo que sea bueno hablar de esto en un lugar lleno de gente- dijo Ramsés mirando a todas partes- lo hablaremos en el hotel.
Se alejó sin decir más, pasó a mi lado y de nuevo no me miraba, Aarón me sonrío, como si se disculpara de la actitud de Ramsés, los tres tomaron las maletas y nos ordenaron que saliéramos, sin duda Cartagena era un lugar maravilloso, sentí una calidez inexplicable, me agradaba.
Cartagena es una obra de arte en su totalidad, no podía creer que estaba aquí.
-Valeska- me llamó Samirah- debemos irnos, el taxi espera.
Que no se note que no has salido mucho, creerán que eres turista.
Se burló Daniel.
Las calles eran una maravilla, me enamoraba en cada esquina de todo lo que veía; en 20 minutos el taxi nos había llevado a un hotel igualmente hermoso, por razones de Samirah- nuestras también- no dejamos que se alquilara una habitación para cada una de nosotras, queríamos reducir los gastos al mínimo, las tres sentíamos que era suficiente ya.
Ramsés tomó mi maleta y la subió al cuarto que nos asignaron ¿eso era un gesto de paz? No lo sabía tampoco quería averiguarlo.
-Bien- dijo Aarón con su aire militar- ya podemos hablar- cerró la puerta y caminó a nosotros- bueno, haciendo mis investigaciones me di cuenta que hay información sobre tu hermana, ya se los había dicho, los datos indican que al salir del Sahara la trajeron a Cartagena custodiada- la cara de Samirah se iluminó- pero eso no es algo nuevo, después de todo lo sabían ya, bueno hay varios soldados aquí, que trabajan para el mismo capitán entonces, si los localizamos y hacemos un buen acercamiento podremos saber que fue de tu hermana.
-Después de todo lo que dijo Aarón- dijo Daniel con severidad- podemos crear una estrategia para devolverte a Samara, no será necesaria su intervención, organizaremos todo de manera que con nosotros tres baste.
-Fácil- dijo Ramsés sonriendo de verdad- bueno entonces, señoritas, las dejaremos aquí un momento, Aarón tu eres el experto, investiga, trae resultados lo antes posible.
-Creo que estamos siendo de poca utilidad- dijo Samirah.
-Créannos- dijo Ramsés- están siendo de mucha utilidad quedándose aquí- yo hice una mueca y el la notó- no digo que se encierren en el hotel, salgan, sean autenticas turistas, pero por favor no se crucen en nuestro camino, eso levantaría sospechas- lo miramos confundidas- imaginen tres hombres del ejercito investigando, de pronto te ven a ti Samirah, los tipos que escoltaron a tu hermana te reconocerían y…
-Todo se iría al carajo- lo interrumpió Daniel- resumamos esto en no se metan en líos y no levanten sospechas, fin, disfruten Cartagena, bueno señores, es hora de irnos.
Cuando cerraron la puerta, nos abrazamos fuerte las tres, podíamos ser de nuevo una familia unida, como lo eran ellos, todo habría terminado nos iríamos lejos, no podía creerlo, mi única angustia era como explicarle a Samara la muerte de Zendaya, entre las tres daríamos abrigo a Samara, haremos que olvide todo.
-¿Qué haremos?- Dijo Samirah más tranquila- podemos salir.
-Visitar el lugar- dije feliz- quiero conocer todo.
Thais sonrió apoyándome, por primera vez desde el Sáhara me sentía viva, con fe y renovada esperanza.
Samirah se acercó a su maleta y su rostro se iluminó, sabíamos la razón: su cámara profesional, no hay nada que le llene más de vida que una cámara, siempre lograba los mejores ángulos, es muy visionaria.
-¡Fotos!- exclamé más feliz aún, Thais rodó los ojos, no le agradaban mucho- tiene tanto que no la veía.
Samirah la miró con nostalgia, las últimas fotos que tomamos, fueron dos días antes de la desaparición de Samara; Samirah encendió la cámara y comenzamos a ver las fotografías una a una, la primera, era Thais justo en el momento en que desintegró una gran roca, la segunda, Zendaya mirando con orgullo a Thais, la tercera vergonzosamente era yo, haciendo una mueca demasiado graciosa, la quinta eran las gemelas, abrazadas y sonriendo a la cámara, los ojos azules de Samirah brillaban llenos de alegría, Samara miraba fijamente a la cámara mientras sonreía, sus ojos eran una cosa de otro mundo, intimidantes te inducían a hacer lo que ella quería que hicieras, rojos, como el atardecer, como el fuego, nadie podía ignorarla, pero cuando sus ojos eran cafés nadie podía tomarla en serio, siempre bromeaba, siempre sonreía, igual que Samirah, juntas eran todo un caso, te hacían sentir de una manera inexplicable, fueras a donde fueras sentías su mirada, te miraban como si quisieran saber todo de ti, muchas veces yo también quise tener una gemela, verlas juntas era algo maravilloso, separadas ahora, era algo que me parecía antinatural.
-Estará con nosotros- le dije a Samirah dándole un codazo leve- todo quedará atrás.
-Haremos que funcione- dijo Thais- juntas podemos superar esto, es lo que ella hubiera querido para nosotras.
No les mencioné que la vi, quería guardarme eso ahora para mí, era un presentimiento, algo me decía que no era tiempo de decirles.
-Bueno- dijo Samirah- hay un mapa aquí ¿a dónde vamos?
-Dónde nos ve en un futuro- dijo Thais burlándose de Aarón.
-Admite que el chico es tierno- le dije reprimiendo en una sonrisa,
-Es tan tierno que no creo tomarlo en serio nunca- dijo encogiéndose de hombros- vayamos a Pie de la Popa, se escucha interesante.
Salimos del hotel, todo afuera hermoso, Samirah no dudó en tomar muchas fotos; Samirah nos guío hasta el lugar, era perfecto, la arquitectura era inigualable.
Tomamos muchas fotos, eran nuestros últimos instantes de preocupación, valía la pena, después todas las vería Samara.
Cuando recorrimos de arriba abajo Pie de la Popa, quisimos ir a una de las plazas principales, de nuevo las fotos empezaron, todo nos maravillaba, era como si viéramos el mundo por primera vez, en realidad era así.
A lo lejos escuché una risa, un escalofrío recorrió mi espalda y brazos.
No nos conocen, no se giren, las veremos en dos horas en el hotel.
Ordenó Ramsés, hice lo posible por no girar mi cabeza y verlos, podía escuchar a Daniel riéndose de nosotras, los suspiros desesperados de Ramsés, podía jurar que escuchaba hasta el parpadear de Aarón.
Pronto dejé de escucharlos, me concentré de nuevo en Samirah o Thais, sabía que todo lo que me daba curiosidad las inquietaba, desgraciadamente lo que ellos hacían ahora despertaba todas las fibras de mi implacable curiosidad, lo había arruinado totalmente una vez, no me iba a arriesgar una segunda.
Las siguientes dos horas recorrimos gran parte de Cartagena, nos contuvimos de comprar cosas lindas, después de todo no era un viaje de placer, estábamos ahí con una sola misión…Samara.
-Los pies me duelen- se quejó Thais- ¿podremos volver ya?
-No lo sé- le dije sentándome en una pequeña banca- ¿Tu que dices?- le pregunté a Samirah.
-Tal vez sea bueno volver ahora, debemos tener cuidado de no levantar sospechas- dijo mirando a todos lados.
-Yo estoy a favor de tener celulares, ellos no se comunican de la misma manera que nosotras lo hacemos- dijo Thais haciendo muecas- sería más sencillo.
Thais le dio la mano para ayudarla a levantarse de la banca, teníamos suerte el hotel estaba solo a dos calles, Samirah veía las fotos, una a una, Thais se reía de todas.
Entramos en el hotel poco antes de que ellos lo hicieran, nos miraron divertidos.
-Fue gran día de turismo eh- se burló Daniel- tienes una buena cámara- le dijo a Samirah- pero en mi opinión algo le falta.
-¿Qué?- preguntó Samirah con preocupación.
-Obviamente una foto mía- dijo riendo- que sea un buen día de turismo- dijo posándose entre nosotras y quitando la cámara de las manos de Samirah- Tómala pequeño- le dijo a Aarón al momento de lanzarle la cámara Samirah casi se infarta,
-Que sea la del recuerdo- dijo Ramsés- tenemos buenas noticias.
Aarón nos indicó que subiéramos una vez que tomó la foto, tratamos de subir a la habitación lo más ordenadamente posible, sin levantar sospechas.
-Carlos Rodríguez- dijo Aarón orgulloso- planeó la estrategia con la cual Samara Petrova fue sustraída del Sahara, el no estuvo presente, su salud se ha deteriorado, el se retiró hace 20 años, sin embargo el era experto y lo contactaron, rastree su domicilio, su celular, cuentas de banco, todo eso.
-¿Cuándo veré a mi hermana de nuevo?- dijo Samirah ansiosa.
-Si todo sale bien- dijo Daniel- mañana mismo, si lo vemos de todas las perspectivas, es sencillo entrar a dónde sea que la tengan, podemos sacarla de cualquier lugar, nuestros nombres no han sido relacionados con los de Ramsés, nadie sospechará de nosotros.
Sonreí con verdadera gratitud, esto no podría ser mejor.
-Si me disculpan- dijo Aarón- debo hacer un par de llamadas más y estaremos con Carlos Rodríguez pronto.
20 minutos pasaron cuando Aarón entró de nuevo en la habitación.
-Todo listo- dijo Aarón orgulloso de su trabajo.
-Debemos irnos- dijo Ramsés.
Las tres le asentimos, él le sonrió de una manera extraña a Thais, una que no supe explicar,
Cuando cerraron la puerta y se alejaron Samirah tomó uno de los libros de Zendaya y comenzó a ojearlo.
-Deberíamos leerlos- dijo con voz firme- esta es la única conexión que tenemos para saber quiénes somos.
Thais tomó un libró y yo tomé otro, estaban en otro idioma, pero por increíble que parezca podía leerlo, podía entender cada palabra.
-Pero…-dijo Thais confundida- esto es…
-Fueron hechas para nosotras- dijo Samirah señalando una parte del libro- nadie más puede leerlos.
Eso significaban que eran libros demasiado especiales, las primeras 147 páginas hablaban sobre el entendimiento del libro, al girar a la página 148 todo cambió, era como si algo se adueñara de mí.
¿Qué quiere decir?
Quiero decir justamente lo que he dicho, sé quién eres tú, quien es él y él, has oído bien muchacho.
Pero…usted… estuvo ahí.
Claro que estuve ahí, son dos veces que he estado en ese mismo lugar, no es sencillo muchacho, sé lo mismo que tú, esas criaturas sobrenaturales están en cada generación, aterrando a todos, pasó hace años y ahora pasa de nuevo, esto ya no puede frenarse.
-Valeska- dijo Samirah consternada- Valeska ¿me oyes?
Pero la ignoré no podía responder ahora.
Seguirán apareciendo, si no las eliminan ahora, habrá más y más.
Pero… ¿y si fueran inofensivas general?
¿Inofensivas? Ja, ja, ja, ja, ¡Ah muchacho! No sabes lo que dices.
General…
¡Basta de sandeces! No van a recuperar a la chica, ni hoy, ni mañana, ni pasado, ni en un futuro, hagan algo por ustedes y dejen ese asunto por la paz.
Usted…
Ella no está aquí, nadie sabe dónde está, es cierto, la traje a Cartagena para resguardarla, la entregué y hasta ahí llegó mi tarea.
¡Usted debe saber algo!
Daniel Aragón, eres exactamente igual a tu padre, les diré solo dos cosas, ellos van a darles caza vayan a donde vayan, no podrán esconderse, no hay salida, esto es algo que ustedes deberían saber ya, son Generales entrenados y experimentados, saben todo lo que sucederá, ahora fuera, yo jamás tuve contacto con ustedes, ustedes nunca estuvieron aquí.
Consternada, aguantando las lágrimas, miré a Thais y a Samirah, ellas me devolvieron la misma mirada ¿lo sabían? Alguien allá afuera, en algún lugar, aseguraba que jamás veríamos a Samara de nuevo.
-Los libros que tenemos están inconclusos- dijo Thais con pesar- hay una serie de todos estos libros, perdidos en todo el mundo.
-Valeska- dijo Samirah.
Cubrí mi rostro con mis manos y comencé a llorar, no eran los libros, no era ser inestable toda la vida, era Samara, era que todo parecía estar perdido.
-Valeska- insistió Samirah.
La puerta se abrió de golpe, eran ellos, me miraban, podía sentirlo, no hacía falta explicar nada Ramsés tenía todo claro; Se sentó junto a mí y me acunó en su pecho, su mejilla rozaba mi cabeza y lloré, lloré como nunca.
-Pero… ¿Qué pasa?- dijo Samirah ansiosa.
-Val- dijo Thais- Valeska, oye, los libros estarán completos, cuando Samara esté aquí los buscaremos las cuatro.
El coraje me inundó, ella no lo entendía, era quién más albergaba ilusiones.
-Ella jamás va a volver- le dije separándome del cuerpo de Ramsés.