Ha abierto los ojos dos minutos antes de que le sonara el despertador. Cada lunes le pasa igual, dos minutos antes de las ocho de la mañana se despierta y ya no se puede volver a dormir, sólo que hoy lo ha hecho agitado por el ruido del viento. Toda la noche ha oído cómo las ramas de los árboles que rodean su casa se agitaban y ha notado cómo se colaba un ligero soplido por debajo de la puerta, una voz ronca que resonaba en todos los rincones de la habitación, como si detrás del armario o debajo de la cama se escondiera un hombre alto y gordo con un altavoz, susurrando y gritando a la vez. Sin querer se está volviendo a dormir pero lo que le despierta, a las 8 de la mañana del lunes 2 de febrero, no es el despertador: es la ráfaga de viento más fuerte que ha oído nunca. Abre los ojos y mira aterrorizado a su alrededor.
Por suerte todo eso seguía siendo un sueño. Siguió durmiendo ya que era muy pronto. Se despertó a las 9, pensó en que había soñado y se le ponían los pelos de punta. Se levantó y se fue hasta la cocina.
-¿Cómo has dormido Javier? –dijo una voz femenina-.
-Bueno… He dormido bien mamá, pero he tenido una pesadilla.
-Almuerza y vístete.
Cuando Javier terminó dejo el vaso de leche en el fregadero. Fue a su habitación y se vistió como le dijo su madre. Cogió la mochila y se fue al colegio, cuando llego delante del colegio se dio cuenta que estaba cerrado.
-¿Cómo es que el colegio está cerrado? –Miro el reloj y ponía que era lunes- ¡Si hoy tenemos fiesta! Que despiste…
Se fue riendo hacia su casa.