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"Nadie puede vivir por nosotros, ni morir por nosotros, ni sufrir o amar por nosotros. Eso es lo que llamo la soledad: no es más que un nombre distinto para el esfuerzo de existir. Nadie vendrá a llevar tu carga, nadie. Sí se puede dar a veces la ayuda mutua eso supone el esfuerzo solitario de cada uno sin lo cual - excepto en el caso de ilusiones - no podría darse.

 

Así pues, la soledad no es el rechazo del otro, por el contrario, aceptar al otro es aceptarlo como otro (¡Y no como un apéndice, un intrumento o un objeto de sí mismo!), y en este sentido el amor, en su esencia, es soledad. Rilke halló las palabras precisas para expresar ese amor que tanto necesitamos y del que tan raramente somos capaces: << Dos soledades que se protegen, se complementan, se limitan y se inclinan la una hacia la otra >>...

 

El amor no es lo contrario de la soledad: es la soledad compartida, habitada, iluminada - y a veces ensombrecida - por la soledad del otro. El amor es soledad, siempre, y no porque toda soledad sea amorosa, faltaría más, si no porque todo amor es solitario. Nadie puede amar en nuestro lugar, ni en nosotros, ni como si fuera nosotros. Ese desierto, en torno de sí mismo o del objeto amado, es el amor mismo."

 

André Comte-Sponville (El amor la soledad)