MICHOACÁN COMO ANFITRIÓN
Oliverio Esquivel Rodríguez
Marquesa Calderón de la Barca
Su nombre real fue Frances Erskine Inglis, nació en Edimburgo Escocia en el año de 1804, descendiente de una familia acomodada, su padre murió cuando ella era muy pequeña por lo que emigró junto con el resto de su familia a los Estados Unidos, en donde recibió educación y desarrolló una profunda inclinación por la literatura y la pedagogía, actividades que la llevarían a relacionarse con importantes personajes como William H. Prescott, un afamado historiador norteamericano que llegaría incluso a escribir el prólogo de la obra de Frances, tras su visita a México.
En el año de 1838 Frances –conocida también como “Fanny”- contrajo matrimonio con el diplomático español Ángel Calderón de la Barca con quien vivió en Washington hasta que al año siguiente él fue comisionado para representar diplomáticamente a su país en México. Tuvo un amplio recorrido por todo el país, acompañando a su esposo y con su séquito de sirvientes, algunas veces en diligencia y otras más a bordo de mulas o caballos, y gracias a la pasión que le tenía a la escritura y la avidez de su curiosa vista, dejó escapar muy poco de su estancia en el país.
Todas estas vivencias quedaron atrapadas en las cartas que Fanny le enviaba a su familia en Estados Unidos, y que más tarde darían origen al libro: life in Mexico during a residence in two years in that country que consta de 54 capítulos y fue publicado en Boston en el año de 1843, en este libro la Marquesa Calderón de la Barca narra desde su salida de Nueva York toda su estancia en México y su regreso, con el tinte curioso y poético que le merecían los paisajes, costumbres, y habitantes.
A su paso por Michoacán, se deja ver como una hábil observadora de todo aquello que le interesa y lo deja plasmado en las cartas, como su descripción del paisaje montañoso del Estado, su paso por la ciudad de Morelia, y los distritos mineros como Angangueo y Tlalpujahua, además. Llamaba su atención haber escuchado antiguos cánticos alemanes entre los mineros de esta zona, indudablemente es una obra de vital importancia para comprender la vida común de la época y el enfoque que ella le da como una parte casi ajena y sin intereses de lucro es algo que rompe con el paradigma de los demás viajeros.
En el siguiente fragmento se deja ver más claramente su sentido casi poético e informal de narrar:
“En attendant, se anunció en almuerzo. La señora de Santa Anna me introdujo al comedor. Colocaron a Calderón a la cabecera, a mí, a su derecha; Santa Anna se sentó en frente de Calderón, y la señora a mi derecha. El almuerzo estuvo magnífico y consistió en una variedad de platos españoles, carne y verduras, pescados y aves, frutas y dulces, todo servido en una porcelana francesa de blanco y oro, con café, vinos, etc. Después del almuerzo, la señora ordenó a un oficial que fuese a traerle su cigarrera, que es de oro, con el picaporte formado por un diamante; me ofreció un cigarro que no acepté, y encendió el suyo, un “cigarro” de papel, y los caballeros siguieron tan buen ejemplo” […]
Después de su viaje por México, volvería a Washington, para posteriormente volver a acompañar a su marido como comisionado en España, lugar donde recibió el título de Marquesa y al que debe el apelativo con el que pasó a la memoria.