Lecturas Devocionales de Adultos 2017
SEPTIEMBRE 2017
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1-El primer hogar
2017-09-01 - adultos
«Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara». Génesis 2: 15, NVI
EL HOGAR EDÉNICO de nuestros primeros padres les fue preparado por Dios mismo. Cuando lo hubo provisto de todo lo que ellos pudieran desear, dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen conforme a nuestra semejanza» (Gén. 1:26).
El Señor estaba complacido con este ser, el último y el más noble de cuantos había creado, y se propuso que fuese el habitante perfecto de un mundo perfecto. No quería, sin embargo, que el hombre viviera en soledad. Dijo: «No es bueno que el hombre esté solo: le haré ayuda idónea para él» (Gén. 2: 18).
Dios mismo dio a Adán una compañera. Le proveyó de una «ayuda idónea para él», alguien que realmente le correspondía, una persona digna y apropiada para ser su compañera y que podría ser una sola cosa con él en amor y bondad. Eva fue creada de una costilla tomada del costado de Adán. Este hecho significa que ella no debía dominarle como cabeza ni tampoco debía ser humillada y hollada bajo sus plantas como un ser inferior sino que más bien debía estar a su lado como su igual para ser amada y protegida por él. Siendo parte del hombre, hueso de sus huesos y carne de su carne, era ella su segundo yo; y quedaba en evidencia la unión íntima y afectuosa que debía existir en esta relación. «Pues nadie odió jamás a su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida». «Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne» (Efe. 5: 29; Gén. 2:24). [...]
Los padres y las madres que ponen a Dios en primer lugar en su familia, que enseñan a sus hijos que el temor del Señores el principio de la sabiduría, glorifican a Dios delante de los ángeles y delante del mundo, presentando una familia bien ordenada y disciplinada, una familia que ama y obedece a Dios, en lugar de rebelarse contra él. Cristo no es un extraño en sus hogares; su nombre es familiar, venerado y glorificado. Los ángeles se deleitan en un hogar donde Dios es el gobernante supremo, y donde se enseña a los niños a reverenciar la religión, la Biblia y al Creador. Estas familias pueden aferrarse a la promesa: «Yo honro a los que me honran» (1 Sam. 2:30). Y cuando de un hogar así sale el padre a cumplir sus deberes diarios, lo hace con un espíritu enternecido y dominado por la conversación con Dios.- El hogar cristiano, cap. 3, pp. 25-27.
2-Un pequeño cielo en la tierra
2017-09-02 - adultos
DEBEMOS PERMITIR que Cristo entre en nuestros corazones y en nuestros hogares. Debiera hacerse del hogar todo lo que la palabra implica. Debería ser un pequeño cielo en la tierra, un lugar donde se cultiven los afectos en vez de que se los reprima deliberadamente. Nuestra felicidad depende de que cultivemos el amor, la comprensión y la verdadera cortesía mutua. La razón por la que hay tantos hombres y mujeres de corazón duro en nuestro mundo es porque el verdadero afecto ha sido considerado como debilidad y se lo ha desalentado y reprimido. La mejor parte de la naturaleza de personas de esta clase fue pervertida y deformada en la infancia, y a menos que los rayos de la luz divina puedan derretir su frialdad y su egoísmo insensible, la felicidad de los tales está enterrada para siempre. Si queremos tener corazones tiernos, como tuvo Jesús al estar en la tierra, y compasión santificada, como los ángeles la tienen por los mortales pecadores, debemos cultivar esa ternura de la infancia, que no tiene doblez. Entonces seremos refinados, elevados y dirigidos por principios celestiales.
Un intelecto desarrollado es un gran tesoro; pero sin la influencia suavizadora de la ternura y el amor santificado, no es de mayor valor. Debiéramos tener palabras y hechos de amorosa consideración hacia otros. Podemos manifestar mil pequeñas atenciones en palabras amigables y miradas agradables, lo cual se reflejará sobre nosotros nuevamente. Los cristianos desconsiderados manifiestan por su descuido de los demás que no están unidos a Cristo. Es imposible estar unidos a Cristo y sin embargo ser poco amables con otros y olvidarnos de sus derechos. Muchos anhelan intensamente ser objeto de la comprensión y la amistad. Dios nos ha dado a cada uno de nosotros una identidad propia, que no puede fusionarse en la de otra persona; pero nuestras características individuales serán mucho menos prominentes si ciertamente somos de Cristo y su voluntad es la nuestra. Nuestras vidas debieran estar consagradas al bien y a la felicidad de otros, como estuvo la de nuestro Salvador. Debiéramos olvidarnos del yo, buscando siempre oportunidades, aun en las cosas pequeñas, para mostrar gratitud por los favores que hemos recibido de otros, y estando atentos para ver oportunidades de alegrar a otros y aligerar y aliviar sus tristezas y cargas mediante actos de tierna bondad y pequeños actos de amor. Estas atentas cortesías que, comenzando en nuestras familias, se extienden fuera del círculo familiar, contribuyen a formar la suma de la felicidad de la vida; y el descuido de estas cosas pequeñas constituye la suma de la amargura y tristeza de la vida.- Testimonios para la iglesia, t. 3, pp. 591-592.
3-El círculo familiar
2017-09-03 - adultos
«Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne». Génesis 2: 24
EXISTE EN DERREDOR de cada familia un círculo sagrado que hay que preservar. Ninguna otra persona tiene derecho a cruzar este círculo sagrado. El esposo y la esposa deben serlo todo el uno para el otro. Ella no ha de tener secretos que rehúse revelar a su esposo y comunique a otros, y él no debe tener secretos que no diga a su esposa y relate a otros. El corazón de la esposa tiene que ser una tumba para los defectos del marido, y el corazón de él una tumba para los defectos de ella.
Una de las partes nunca debe bromear en relación con los sentimientos de la otra. El marido o la mujer nunca han de quejarse de su compañero con otros, en broma o de cualquier otra manera, porque con frecuencia el recurrir a bromas insensatas, que parezcan perfectamente inofensivas, termina en una prueba para cada uno y hasta en una separación. Se me ha mostrado que debe haber un escudo sagrado en derredor de cada familia.
El círculo del hogar hay que considerarlo como un lugar sagrado, un símbolo del cielo, un espejo en el cual nos reflejemos. Podemos tener amigos y conocidos, pero no hemos de entrometerlos en la vida del hogar. Debe experimentarse un firme sentido de propiedad, que cree una impresión de comodidad, confianza y reposo.
Los que componen el círculo familiar pidan a Dios que santifique sus lenguas, oídos, ojos y todo miembro de su cuerpo. Cuando tropezamos con el mal, no es necesario que nos venza. Cristo ha hecho posible que nuestro carácter tenga la fragancia del bien [...].
¡Cuántos deshonran a Cristo y representan falsamente su carácter en el círculo del hogar! ¡Cuántos son los que no manifiestan paciencia, tolerancia, perdón ni verdadero amor! Muchos tienen sus gustos y aversiones y se sienten libres para manifestar su propia disposición perversa en vez de revelar la voluntad, las obras y el carácter de Cristo. La vida de Jesús rebosa de bondad y amor. ¿Estamos creciendo en su naturaleza divina?
Hagan los padres y las madres una promesa solemne al Diosa quien profesan amar y obedecer, de que por su gracia no se disputarán entre sí, sino que en su vida y genio manifestarán el espíritu que desean ver manifestado por sus hijos.- El hogar cristiano, cap. 27, pp. 167-168.
4-El verdadero gozo
2017-09-04 - adultos
«En tu presencia hay plenitud de gozo». Salmo 16: 11
AMEMOS A LOS DEMÁS antes de exigir que nos amen. Cultivemos lo más noble que haya en nosotros y seamos prestos en reconocer las buenas cualidades de los demás. El saberse apreciado es un admirable estímulo y motivo de satisfacción. La empatía y el respeto alientan el esfuerzo por alcanzar la excelencia, y el amor aumenta al estimular la persecución de fines cada vez más nobles.
Ni el esposo ni la esposa deben fundir su individualidad en la de su cónyuge. Cada cual tiene su relación personal con Dios. Cada uno ha de preguntarle: «¿Qué es bueno? ¿Qué es malo? ¿Cómo cumpliré mejor el propósito de la vida?». Fluya el caudal del cariño de cada uno hacia Aquel que dio su vida por ellos. Considérese a Cristo el primero, el último y el mejor en todo. En la medida en que su amor a Cristo se profundice y fortalezca, se purificará y fortalecerá su amor mutuo. [...]
Ni el marido ni la mujer deben pensar en ejercer gobierno arbitrario uno sobre otro. No intenten imponer sus deseos uno a otro. No pueden hacer esto y conservar el amor mutuo. Sean bondadosos, pacientes, indulgentes, considerados y corteses. Mediante la gracia de Dios pueden hacerse felices el uno al otro, tal como lo prometieron al casarse.
Tengan presente, sin embargo, que la felicidad no se encuentra en retraerse de los demás conformándose con prodigarse todo el cariño del que son capaces. Aprovechen toda oportunidad que se les presente para contribuir a labrar la felicidad de los que los rodean. Recuerden que el gozo verdadero solo se encuentra en servir desinteresadamente.
La indulgencia y la abnegación caracterizan las palabras y los actos de los que viven la vida nueva en Cristo. Al esforzarse por vivir la vida que Cristo vivió, al procurar dominar el yo y el egoísmo, así como al atender a las necesidades de los demás, ganarán una victoria tras otra. Su influencia será entonces una bendición para el mundo.
Todos pueden alcanzar el ideal que Dios les señala si aceptan la ayuda de Cristo. Lo que la sabiduría humana no puede lograr, la gracia de Dios lo hará en quienes se entregan a él con amor y confianza. Su providencia puede unir los corazones con lazos de origen celestial. El amor no será tan solo un intercambio de palabras dulces y aduladoras. [...] Los corazones quedarán unidos por los resplandecientes lazos de un amor perdurable.- El ministerio de curación, cap. 29, pp. 248-249.
5-El rol del hogar cristiano
2017-09-05 - adultos
«Lleven una vida que Dios considere digna. Pues él los llamó para que tengan parte en su reino y gloria». 1 Tesalonicenses 2: 12, NTV
LA RESTAURACIÓN y la grandeza de la humanidad empiezan en el hogar. La obra de los padres es el fundamento de todo lo demás. La sociedad se compone de familias, y será lo que la hagan las cabezas de familia. Del corazón «mana la vida» (Prov. 4: 23), y el hogar es el corazón de la sociedad, de la iglesia y de la nación. El bienestar de la sociedad, el buen éxito de la iglesia y la prosperidad de la nación dependen de la influencia del hogar.
La importancia y las oportunidades de la vida del hogar quedan de manifiesto en la vida de Jesús. El que vino del cielo para ser nuestro ejemplo y maestro pasó treinta años formando parte de una familia en Nazaret. Poco dice la Biblia acerca de esos treinta años. Durante ellos no hubo milagros notables que llamaran la atención del pueblo. No hubo multitudes que siguieran con ansia los pasos del Señor o que prestaran oídos a sus palabras. Y no obstante, durante todos esos años el Señor desempeñaba su misión divina. Vivía como uno de nosotros, compartiendo la vida del hogar a cuya disciplina se sometía, cumpliendo los deberes domésticos y asumiendo su responsabilidad. Al amparo del humilde hogar, participando de las experiencias de nuestra suerte común, «Jesús crecía en sabiduría, en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres» (Luc. 2:52).
Durante todos esos años de retiro, la vida del Señor fluyó en raudales de amor y servicio. Su desprendimiento y su paciencia, su valor y su fidelidad, su resistencia a la tentación, su paz inagotable y su gozo eran una inspiración continua. Traía consigo al hogar un ambiente puro y agradable, y su vida fue como levadura activa entre los elementos de la sociedad. Nadie decía que había hecho un milagro; y sin embargo de él manaba virtud: el poder restaurador y vivificante del amor que fluía hacia los tentados, los enfermos y los desalentados. Desde temprana edad, servía directamente a los demás, de modo que cuando inició su ministerio público, muchos le oyeron gozosos.
Los primeros años de la vida del Salvador son más que un ejemplo para la juventud. Son una lección, y deberían alentar a todos los padres, [...] No hay campo de acción más importante que el señalado a los fundadores y protectores del hogar. Ninguna obra encomendada a seres humanos entraña consecuencias tan trascendentales como la de los padres y madres.
Los jóvenes y niños de la actualidad determinan el porvenir de la sociedad, y lo que estos jóvenes y niños serán depende del hogar.- El ministerio de curación, cap. 28, pp. 239-240.
6-Una luz en el vecindario
2017-09-06 - adultos
«Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo». Mateo 5: 16
NECESITAMOS MÁS PADRES y cristianos radiantes. Nos encerramos demasiado en nosotros mismos. Con demasiada frecuencia privamos de alguna palabra de bondad y de aliento, o de alguna sonrisa alegre, a nuestros hijos o a los oprimidos y desalentados.
Padres, sobre ustedes recae la responsabilidad de llevar y comunicar luz. Brillen como luces en el hogar e iluminen la senda que sus hijos han de recorrer. Mientras lo hagan, su luz resplandecerá para los extraños.
De todo hogar cristiano debería irradiar una santa luz. El amor ha de expresarse en hechos. Se debe manifestar en todas las relaciones del hogar y revelarse en una atenta amabilidad, en una tierna y desinteresada cortesía. Hay hogares donde se pone en práctica este principio, hogares donde se adora a Dios, y donde reina el amor Verdadero. De estos hogares, de mañana y de noche, la oración asciende hacia Dios como un dulce incienso, y las misericordias y las bendiciones de Dios descienden sobre los suplicantes como el rocío de la mañana.
La primera tarea de los cristianos consiste en estar unidos en la familia. Luego la obra ha de extenderse hasta sus vecinos cercanos y lejanos. Los que hayan recibido la luz deben dejarla brillar en claros rayos. Sus palabras, fragantes con el amor de Cristo, han de ser sabor de vida para vida.
Cuánto más estrechamente estén unidos los miembros de una familia en lo que hay que hacer en el hogar, tanto más elevadora y servicial será la influencia que ejerzan fuera de él el padre, la madre, los hijos y las hijas.
La felicidad de las familias y las iglesias depende de las influencias ejercidas por el hogar. Los intereses eternos dependen del debido cumplimiento de las obligaciones de esta vida. El mundo no necesita tanto grandes intelectos como hombres buenos que sean una bendición en sus hogares.
Cuando la religión se manifieste en el hogar, su influencia se hará sentir en la iglesia y el vecindario. [...]
La verdad que se practica en el hogar se hace sentir en una obra hecha desinteresadamente fuera de él. El que practica el cristianismo en el hogar será en cualquier parte una luz resplandeciente.- El hogar cristiano, cap. 5, pp. 37-38.
7-Miembros de la familia real
2017-09-07 - adultos
«Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo (de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra)». Efesios 3: 14, 15
SOMOS HIJOS del Rey celestial, miembros de la familia real, «herederos de Dios y coherederos con Cristo» (Rom. 8: 17). Las mansiones que Jesús ha ido a preparar recibirán únicamente a los que son verdaderos y puros, a los que aman y obedecen su Palabra. En las mansiones celestiales nos reuniremos para no separarnos más. Todos nos conoceremos en nuestro hogar celestial. Pero si hemos de disfrutar de la eterna bienaventuranza, debemos cultivar la religión en el hogar, dado que el hogar ha de ser el centro del afecto más puro y elevado. Cada día deben fomentarse con perseverancia la paz, la armonía, el afecto y la felicidad, hasta que estos bienes preciados moren en el corazón de los que componen la familia.
La planta del amor necesita cuidado y nutrición constante; de lo contrario morirá. Todo principio bueno debe ser cultivado si queremos que florezca en el alma. Hemos de desarraigar todo lo que Satanás planta en el corazón: la envidia, los celos, las malas sospechas, la calumnia, la impaciencia, el prejuicio, el egoísmo, la codicia y la vanidad. Si se permite que permanezcan estos malos rasgos en el alma, darán frutos que contaminarán a muchos. ¡Cuántos cultivan las plantas venenosas que matan los frutos valiosos del amor y contaminan el alma! Algunos de los que acarician la maldad, creen que tienen una preocupación por las almas. Profesan públicamente su amor a Dios, y aun así no ven la necesidad de podar el jardín del corazón; de desarraigar cada hierba envilecedora y repulsiva; de dejar que los rayos del Sol de Justicia brillen en el templo del corazón. No conocen a Jesús. No tienen conocimiento de lo que es ser un cristiano práctico, es decir, de ser como Jesucristo.
Necesitamos más oración, más fe genuina, más esfuerzo incansable y paciente de enfrentar toda la disposición del mal, de manera que hasta nuestros pensamientos queden sujetos a los de Cristo. Aquello que hará el carácter noble en el hogar, es lo que lo hará noble en las mansiones celestiales. Nuestra calidad como cristianos se mide por el carácter de nuestra vida en nuestro hogar terrenal. La gracia de Cristo capacita al que la posee para que su hogar sea un lugar feliz, lleno de paz y descanso. A menos que tengamos el Espíritu de Cristo, nunca seremos suyos, y nunca veremos a los santos redimidos en su reino; aquellos que estarán con él viviendo la eterna bienaventuranza. Dios desea que nos consagremos completamente a él, y que representemos su carácter en el círculo del hogar.- Signs of the Times, 14 de noviembre de 1892.
8-Padres, den el ejemplo correcto
2017-09-08 - adultos
«Hijos, obedezcan en el Señor a sus padres, porque esto es justo». Efesios 6: 1, NVI
LA MEJOR MANERA de enseñar a los niños a respetar a su padre y a su madre consiste en darles la oportunidad de ver al padre ser bondadoso y cortés con la madre y a la madre manifestar respeto y reverencia hacia el padre. Al contemplar el amor manifestado en sus padres los hijos son inducidos a acatar el quinto mandamiento y a prestar oídos a la recomendación: «Hijos, obedezcan en el Señor a sus padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre -que es el primer mandamiento con promesa- para que te vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra» (Efe. 6: 1-3, NVI).
Cuando los hijos tienen padres incrédulos, cuyas órdenes contradigan lo que Cristo requiere, entonces, por doloroso que sea, tienen que obedecer a Dios y confiarle las consecuencias. El Señor ha ordenado expresamente el deber que tienen los hijos de honrar a sus padres y a sus madres. Mientras tengan la oportunidad y la capacidad de hacerlo, habrán de cuidar amorosamente de ellos. Este mandamiento para los hijos encabeza los últimos seis preceptos que comprenden nuestros deberes hacia el prójimo. Pero mientras que a los hijos se les pide que obedezcan a sus padres, a los padres se les instruye también a ejercer sabiamente su autoridad. Pablo escribe: «Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor» (vers. 4).
Los padres han de ser muy cuidadosos, no sea que traten a sus hijos de una manera que provoque en ellos terquedad, desobediencia y rebelión. Debido a su falta de control propio, los padres muchas veces suscitan las peores emociones. Corrigen a sus hijos con un espíritu airado, logrando solo con ello aferrarlos a su mala conducta y a su espíritu desafiante, en vez de influir en ellos de una manera correcta. Debido a su propio espíritu arbitrario, empujan a sus hijos bajo la influencia satánica, en vez de rescatarlos de las trampas de Satanás por medio del amor y la dulzura. ¡Cuán triste es que muchos padres que profesan ser cristianos, no se han convertido! Cristo no mora en sus corazones por medio de la fe. Aunque profesan ser seguidores de Jesús, hacen que sus hijos se enfurezcan y, dado su temperamento violento e implacable, los llevan a rechazar la religión. No es de extrañar que los hijos se tornen fríos y rebeldes hacia sus padres. Aun así, los hijos no están exentos de obedecer por el hecho de que sus padres actúen de una manera poco santificada.
¡Oh, si cada familia que profesa devoción a Dios, lo hiciera tanto en la práctica como en teoría! Entonces estaría Cristo representado en la vida del hogar, los padres y los hijos lo representarían en la iglesia, ¡y qué alegría existiría!- Review and Herald, 15 de noviembre de 1892.
9-Hagamos del cristianismo algo atractivo
2017-09-09 - adultos
«Así también ustedes, las esposas, sométanse a sus esposos, para que, si algunos de ellos no creen en el mensaje, puedan ser convencidos, sin necesidad de palabras, por el comportamiento de ustedes». 1 Pedro 3: 1, DHH
CUANDO CRISTO está en el corazón, forma también parte de la familia. El padre y la madre comprenden cuán importante es vivir en obediencia al Espíritu Santo para que los ángeles celestiales, quienes sirven a los que han de heredar la salvación, los atiendan como maestros en el hogar y los eduquen y preparen para la obra de enseñar a sus hijos. Es posible tener en el hogar una pequeña iglesia que honre y glorifique al Redentor.
Padres, hagan atractiva la vida cristiana. Hablen de la ciudad donde establecerán su hogar los que siguen a Cristo. Mientras hagan esto, Dios guiará a sus hijos a toda verdad, llenándolos del deseo de hacerse idóneos para las mansiones que Cristo ha ido a preparar para los que lo aman.
Los padres no deben obligar a sus hijos a llevar una religión externa, sino presentarles de una manera atractiva los principios eternos.
Por su buen ánimo, su cortesía cristiana y su amor compasivo, los padres han de hacer atractiva la religión de Cristo; pero tienen que ser firmes al exigir respeto y obediencia. Los principios correctos deben quedar establecidos en la mente del niño.
Necesitamos presentar a los jóvenes un incentivo para hacer el bien. No bastan para ello la plata ni el oro. Mostrémosles el amor, la misericordia y la gracia de Cristo, la preciosidad de su Palabra y los goces del vencedor. Mediante estos esfuerzos se hará una obra que durará por toda la eternidad.
Algunos padres, aunque profesan ser cristianos, no recuerdan a sus hijos el hecho de que tenemos que servir a Dios y obedecerle, sin que las conveniencias, los placeres o las inclinaciones nos impidan cumplir lo que él requiere de nosotros. «El principio de la sabiduría es el temor de Jehová» (Prov. 1:7). Este hecho debe entretejerse con la vida misma y el carácter. El concepto correcto de Dios por el conocimiento de Cristo, quien murió para que fuéramos salvos, ha de inculcarse en la mente.- El hogar cristiano, cap. 54, pp. 3l 1-312.
10-Piénselo bien antes de casarse
2017-09-10 - adultos
«Mujer ejemplar, ¿dónde se hallará? ¡Es más valiosa que las piedras preciosas!». Proverbios 31: 10, NVI
LA JUVENTUD CRISTIANA debe tener mucho cuidado en la elección de amistades de su cónyuge. Presten atención, no sea que lo que consideran oro puro resulte vil metal. Las relaciones mundanales tienden a poner obstrucciones en el camino de su servicio a Dios, y muchas almas quedan arruinadas por uniones desdichadas, matrimoniales o comerciales, con personas que no pueden elevarlas ni ennoblecerlas.
Considere todo sentimiento y observe todo desarrollo del carácter en la persona con la cual piensa unir el destino de su vida. El paso que está por dar es uno de los más importantes de su existencia, y no necesita darlo apresuradamente. Si bien puede amar, no lo haga a ciegas.
Haga un examen cuidadoso para ver si su vida matrimonial será feliz, o si habrá falta de armonía y será miserable. Pregúntese: ¿Me ayudará esta unión a dirigirme hacia el cielo? ¿Acrecentará mi amor a Dios? ¿Ampliará mi esfera de utilidad en esta vida? Si estas reflexiones no sugieren impedimentos, entonces proceda en el temor de Dios.
La mayoría de los hombres y mujeres, al contraer matrimonio han procedido como si la única cuestión importante fuera amarse mutuamente. Pero necesitan darse cuenta de que en la relación matrimonial pesa sobre ellos una responsabilidad que va más lejos. Deberían considerar si sus hijos tendrán salud física y fuerza mental y moral. Pero pocos han procedido de acuerdo con motivos superiores y con ideales elevados, que no podían desechar con facilidad, como los de que la sociedad tiene derechos sobre ellos y que el peso de la influencia de su familia inclinará la balanza de la sociedad.
La elección de esposo o de esposa ha de ser hecha de manera que asegure del mejor modo posible el bienestar físico, intelectual y espiritual de padres e hijos, de forma que capacite a unos y otros para ser una bendición para sus semejantes y una honra para su Creador.
Busque el joven como compañera a quien sea capaz de asumir su parte en las responsabilidades de la vida, y cuya influencia le ennoblezca, le comunique mayor refinamiento y le haga feliz en su amor.- El hogar cristiano, cap. 6, pp. 42-43.
11-De tales padres, tales hijos
2017-09-11 - adultos
«Vengan, hijos míos, y escúchenme: Voy a enseñarles a honrar al Señor». Salmo 34: 11, DHH
LOS HIJOS serán en gran medida lo que sean sus padres. Las condiciones físicas de sus inclinaciones y apetitos, sus aptitudes intelectuales y morales, se reproducen, en mayor o menor grado, en sus hijos.
Cuanto más nobles sean los propósitos que animen a los padres, cuanto más elevadas sus dotes intelectuales y morales, cuanto más desarrolladas sus facultades físicas, mejor será la preparación que darán a sus hijos para la vida. Cultivando en sí mismos las mejores cualidades, los padres influyen en la formación de la sociedad de mañana y en el ennoblecimiento de las futuras generaciones.
Los padres y las madres deben comprender su responsabilidad. El mundo está lleno de trampas para los jóvenes. Muchos se dejan seducir por una vida de placeres egoístas y sensuales. No pueden discernir los peligros ocultos o el fin temible de la senda que a ellos les parece camino de la felicidad. Cediendo a sus apetitos y pasiones, malgastan sus energías, y millones quedan perdidos para este mundo y para el venidero. Los padres deberían recordar siempre que sus hijos tienen que resistir estas tentaciones. Deben preparar al niño desde antes de su nacimiento para predisponerlo a pelear con éxito las batallas contra el mal.
Esta responsabilidad recae principalmente sobre la madre, que con su sangre vital nutre al niño y forma su armazón físico, le comunica también influencias intelectuales y espirituales que tienden a formar la inteligencia y el carácter. Jocabed, la madre hebrea de fe robusta y que no temió por «el decreto del rey» (Heb. 11:23), fue la mujer de la cual nació Moisés, el libertador de Israel. Ana, la mujer que oraba, abnegada y movida por la inspiración celestial, dio a luz a Samuel, el niño instruido por el cielo, el juez virtuoso, el fundador de las escuelas de los profetas de Israel. Elisabet, la parienta de María de Nazaret y animada del mismo espíritu que esta, fue madre del precursor del Salvador. [...]
Muchos padres creen que el efecto de las influencias prenatales es de poca importancia; pero el cielo no las considera así. El mensaje enviado por un ángel de Dios y reiterado en forma solemnísima merece que le prestemos la mayor atención. - El ministerio de curación, cap. 31, pp. 257-258.
12-La madre
2017-09-12 - adultos
«Sus hijos se levantan y la felicitan; también su esposo la alaba». Proverbios 31: 28, NVI
DICHOSOS LOS PADRES cuya vida es un reflejo fiel de la vida divina, de modo que las promesas y los mandamientos de Dios despierten en los hijos gratitud y reverencia; dichosos los padres cuya ternura, justicia y bondad interpreten fielmente para el niño el amor, la justicia y la paciencia de Dios; dichosos los padres que al enseñar a sus hijos a amarlos, a confiar en ellos y a obedecerles, les enseñen a amar a su Padre celestial, a confiar en él ya obedecerle. Los padres que dan a sus hijos semejante dádiva los enriquecen con un tesoro más valioso que los tesoros de todas las edades, un tesoro tan duradero como la eternidad.
En los hijos confiados a su cuidado, toda madre tiene un santo ministerio recibido de Dios. Él le dice: «Toma a este hijo, a esta hija; edúcamelo; fórmale un carácter pulido, labrado para el edificio del templo, para que pueda resplandecer eternamente en las mansiones del Señor».
A la madre le parece muchas veces que su tarea es un servicio sin importancia, un trabajo que rara vez se aprecia. Las demás personas no se dan cuenta de sus muchas labores y responsabilidades. Pasa sus días ocupada en un sinnúmero de pequeños deberes que requieren esfuerzo, dominio propio, tacto, sabiduría y amor abnegado; y, sin embargo, no puede jactarse de lo que ha hecho como si fuera una hazaña. Solo ha hecho marchar suavemente la rutina de la casa. A menudo, cansada y perpleja, ha procurado hablar bondadosamente con los niños, tenerlos ocupados y contentos, y guiar sus pies por el camino recto. Le parece que no ha hecho nada. Pero no es así. Los ángeles celestiales observan a la madre apesadumbrada, y anotan las cargas que lleva día tras día. Su nombre puede ser desconocido para el mundo, pero está escrito en el Libro de la Vida del Cordero.
Hay un Dios en lo alto, y la luz y gloria de su trono iluminan a la madre fiel que procura educara sus hijos para que resistan a la influencia del mal. Ninguna otra obra puede igualarse en importancia con la suya. La madre no tiene, a semejanza del artista, alguna hermosa figura que pintar en un lienzo, ni como el escultor, que cincelarla en mármol. Tampoco tiene, como el escritor, algún pensamiento noble que expresar en poderosas palabras, ni que manifestar, como el músico, algún hermoso sentimiento en melodías. Su tarea es desarrollar, con la ayuda de Dios, la imagen divina en un alma humana.- El ministerio de curación, cap. 31, pp. 260-261.
13-El padre
2017-09-13 - adultos
«Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino más bien edúquenlos con la disciplina y la instrucción que quiere el Señor». Efesios 6: 4, DHH
EL ESPOSO Y PADRE es cabeza de la familia. Es justo que la esposa busque en él amor, comprensión y ayuda para la educación de los hijos, pues son de él tanto como de ella. Y el esposo tiene tanto interés como la esposa en el bienestar de sus hijos. Los hijos buscan sostén y dirección en el padre, el cual necesita tener un concepto correcto de la vida y de las influencias y compañías que han de rodear a su familia. Ante todo, debería ser dirigido por el amor y temor de Dios y por la enseñanza de la Palabra de Dios, para poder encaminar los pasos de sus hijos por el buen camino.
El padre es el legislador de su familia y, a semejanza de Abraham, debe hacer de la ley de Dios la regla de su hogar. Dios dijo de Abraham: «Yo sé que mandará a sus hijos, ya su casa» (Gén. 18: 19). En la casa del patriarca no habría descuido culpable en cuanto a reprimir el mal; no se verían favoritismos débiles, imprudentes e indulgentes, ni se sacrificarían las convicciones respecto al deber en atención a afectos equivocados. No solo Abraham daría buenas instrucciones, sino que conservaría la autoridad de las leyes justas y rectas. El Señor ha dado reglas para nuestro gobierno. No se debe permitir que los niños se aparten de la senda segura trazada en la Palabra de Dios, para ir por los caminos peligrosos que existen en el mundo. Hay que refrenar sus malos deseos y corregir sus malas inclinaciones bondadosamente, pero con firmeza, perseverancia y oración.
El padre debe hacer que las virtudes más nobles sean la regla de su hogar: la energía, la integridad, la honradez, la paciencia, la diligencia y el sentido práctico. Y lo que exija de sus hijos ha de practicarlo él mismo, dando ejemplo de dichas virtudes con su comportamiento varonil.
Pero, padres, no desalienten a sus hijos. Combinen el cariño con la autoridad, la bondad y la empatía con la firme disciplina. Dediquen a sus hijos algunas de sus horas libres; acérquense a ellos; asóciense con ellos en sus trabajos y juegos, y ganen su confianza. Cultiven su amistad, especialmente la de sus hijos varones. De este modo ejercerán sobre ellos una poderosa influencia para el bien. [...]
En cierto sentido, el padre es el sacerdote de la familia, en cuyo altar se ofrece el sacrificio matutino y vespertino. Pero la esposa y los hijos deben unirse con él en la oración y en el canto de alabanza.- El ministerio de curación, cap. 33, pp. 273-274.
14-La familia y las batallas decisivas
2017-09-14 - adultos
«Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey ni con el vino que él bebía». Daniel 1: 8
PADRES, FORMÚLENSE la solemne pregunta: «¿Hemos educado a nuestros hijos para que se sometan a la autoridad paterna y así se preparen para obedecer a Dios, para amarlo, para mantener su ley como la norma suprema de conducta y de vida? ¿Los hemos educado para que sean misioneros para Cristo? ¿Para que se conduzcan haciendo el bien?». Padres creyentes, sus hijos tendrán que luchar batallas decisivas para el Señor en el día del conflicto, y a medida que ganen victorias para el Príncipe de paz, pueden ganar triunfos para sí mismos. Pero si no han sido criados en el temor del Señor, si no tienen un conocimiento de Cristo, ni una relación con el cielo; no tendrán poder moral y se rendirán ante los poderes terrenales que han pretendido exaltarse por encima del Dios del cielo al establecer un espurio día de reposo para ocupar el lugar del sábado de Jehová. [...] Los preparativos están avanzados, y se están dando los pasos encaminados a la creación de la imagen de la bestia. Se desencadenarán acontecimientos en la historia de la tierra que cumplirán las predicciones de las profecías para los últimos días.
Se hará el llamado y se tomarán decisiones; y los que se han apartado del camino regresarán decididos en su fidelidad a Dios, o se alistarán en las filas del enemigo. Satanás tendrá control de todos los que finalmente rechacen estar bajo el control de la ley de Dios. Inspirará a los padres a hacerles la guerra a sus hijos, y a los hijos a hacerles la guerra a sus padres; a traicionar y entregar a los de su propia casa en manos de los enemigos. Los acontecimientos venideros están dejando caer su sombra sobre nuestro camino. Padres, madres, yo los llamo a hacer el mayor de los esfuerzos por sus hijos ahora. Proporciónenles instrucción religiosa diaria. Enséñenles a amar a Dios, y a ser fieles a los principios de una vida correcta.
Trabajemos con una fe elevada y sincera dirigida por la divina influencia del Espíritu Santo. No abandonemos el trabajo ni una solo día, ni una sola hora. Enseñemos a nuestros hijos que el corazón debe ser educado y someterse al dominio propio y la abnegación. Los motivos de la vida han de estar en armonía con las leyes de Dios. Jamás hemos de sentirnos satisfechos con que nuestros hijos crezcan separados de Cristo. Jamás hemos de sentirnos cómodos o a gusto mientras ellos se muestren fríos e indiferentes. Clamemos a Dios de día y de noche. Oremos y trabajemos por la salvación de las almas de nuestros hijos.- Review and Herald, 23 de abril de 1889.
15-Padres, depende de ustedes
2017-09-15 - adultos
«Instruye al niño en su camino, y ni aun de viejo se apartará de él». Proverbios 22: 6
PADRES, tienen responsabilidades que nadie puede llevar por ustedes. Mientras vivan serán responsables ante Dios de mantenerse en su camino [...]. Los padres que hacen de la Palabra de Dios su guía, y que comprenden cuánto sus hijos dependen de ellos para la formación de su carácter, les darán un ejemplo que les resultará seguro seguir.
Los padres y las madres son responsables de la salud, el estado físico y el desarrollo del carácter de sus hijos. A nadie más se debe confiar la tarea de atender esta obra. Al llegar a ser padres, les corresponde cooperar con el Señor en la tarea de educar a sus hijos en los sanos principios.
¡Cuán triste es que muchos padres hayan desechado la responsabilidad que Dios les dio con respecto a sus hijos, y quieran que personas extrañas la lleven en su lugar! Es conveniente que otros trabajen en favor de sus hijos y los alivien de toda carga al respecto. [...]
Por alguna razón a muchos padres no les gusta tener que dar instrucción cristiana a sus hijos. Dejan que obtengan en la Escuela Sabática el conocimiento que ellos mismos debieran comunicarles acerca de su responsabilidad ante Dios. Estos padres necesitan comprender que Dios desea verlos educar, disciplinar y preparar a sus hijos recordándoles siempre el hecho de que están formando su carácter para la vida presente y para la eternidad.
Padres, no dependan de los maestros de la Escuela Sabática para que instruyan a sus hijos por el camino que deben andar. La Escuela Sabática es una gran bendición, puede ayudarlos en su obra, pero nunca podrá reemplazarlos. Dios encargó a todos los padres y madres la responsabilidad de conducir a sus hijos a Jesús y de enseñarles a orar y a creer en la Palabra de Dios. En la educación de sus hijos no pongan a un lado las grandes verdades de la Escritura, suponiendo que la Escuela Sabática y el pastor harán la parte que les toca a ustedes. La Biblia no es demasiado sagrada ni sublime para que se la abra a diario y se la estudie con diligencia.- El hogar cristiano, cap. 29, pp. 177-179.
16-¿Qué es la «religión familiar»?
2017-09-16 - adultos
«Entonces Jacob dijo a su familia y a quienes lo acompañaban: “Desháganse de todos los dioses extraños que tengan con ustedes, purifíquense y cámbiense de ropa"». Génesis 35: 2, NVI
EN EL HOGAR la religión consiste en criara los hijos en la disciplina y amonestación del Señor. Cada miembro de la familia necesita aprender de las lecciones de Cristo, y el interés de cada alma ha de protegerse estrictamente, para que Satanás no engañe a nadie ni lo aparte de Cristo. Ese es el ideal que cada familia, que esté decidida a no fracasar ni quedar desalentada, debe procurar. Cuando los padres son diligentes y vigilantes en su instrucción, cuando enseñan a sus hijos a procurar con sinceridad la gloria de Dios, cooperan con él y él coopera con ellos en la salvación de las almas de aquellos hijos por quienes Cristo murió.
La instrucción cristiana significa mucho más que la instrucción común. Significa que debemos orar con nuestros hijos, enseñarles cómo han de acercarse a Jesús y hablarle de todo lo que necesitan. Significa que en nuestra vida tenemos que demostrar que Jesús lo es todo para nosotros y que su amor nos hace pacientes, bondadosos y tolerantes, aunque firmes en lo que se refiere a mandar a nuestros hijos después de nosotros, como lo hizo Abraham.
Según se conduzcan en su hogar, queda anotado su nombre en los libros del cielo. El que quiera llegar a ser santo en el cielo, primero debe ser santo en su propia casa. Si los padres son verdaderos cristianos en la familia, serán miembros útiles en la iglesia y podrán dirigir los asuntos de esta y de la sociedad como manejan lo que concierne a su familia. Padres, no permitan que su religión consista simplemente en una teoría, una creencia, háganla realidad. [...]
En el hogar se echa el fundamento de la prosperidad que tendrá la iglesia. Las influencias que rijan la vida familiar se extienden a la vida de la iglesia. Por lo tanto, los deberes referentes a la iglesia deben comenzar en el hogar.
Teniendo buena religión en el hogar, tendremos excelente religión en las reuniones. Defendamos el fuerte del hogar. Consagremos nuestra familia a Dios, y luego hablemos y actuemos en casa como cristianos. Seamos bondadosos, tolerantes y pacientes en casa, sabiendo que enseñamos.- El hogar cristiano, cap. 54, pp. 307-309.
17-El hogar, el fundamento de los misioneros del futuro
2017-09-17 - adultos
«Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también». 2 Timoteo 1: 5
EL FIEL CUMPLIMIENTO de los deberes del hogar ejerce una influencia positiva sobre los seres humanos. El progreso y perfeccionamiento de nuestro carácter se refleja de forma más amplia en el hogar. Si tenemos toda la armadura de Dios, podemos pelear como fieles soldados de Cristo. En el hogar hemos de demostrar si somos aptos para trabajar en la iglesia. Con corazones humildes y sinceros, los miembros de la familia han de procurar que Cristo more en sus corazones. Entonces podrán seguir adelante con toda la armadura puesta, listos para el servicio. [...]
La abnegación que aprendemos en el hogar nos prepara para trabajar para los demás. El cultivo de las facultades necesarias para lograr que el hogar sea lo que ha de ser -un símbolo del hogar celestial-, nos adiestra para trabajar en el campo mayor. La iglesia necesita toda la fuerza espiritual que pueda recibir, especialmente para proteger a la juventud, los miembros más jóvenes de la familia del Señor. Cuando la verdad está presente de manera vívida en el hogar también se hace sentir en el trabajo desinteresado que se realiza afuera. Aquellos que muestren un carácter cristiano en el hogar serán luces que brillan en todo lugar. La educación recibida en el hogar en cuanto al trato desinteresado que debemos tener hacia los demás, nos ayuda a saber cómo alcanzar los corazones de aquellos que necesitan aprender los principios de la verdadera religión. [...]
Hemos de realizar los deberes del hogar conscientes de que si los hacemos con el espíritu correcto, producirán una experiencia que nos permitirá trabajar en el plano espiritual de una manera perdurable y meticulosa. Oh, ¡cuánto podría lograr el cristiano fervoroso en el ámbito espiritual, si realizara fielmente sus deberes diarios, exaltando la cruz! Los misioneros del Maestro reciben la mejor preparación para trabajar en el seno de la familia cristiana, donde se teme y se ama a Dios, donde se le adora y la fidelidad ha llegado a ser su segunda naturaleza, donde no se permite desatender desordenadamente los deberes domésticos, donde la comunión con Dios se considera esencial para el fiel cumplimiento de los deberes diarios.- Manuscrito 140, 1897.
18-Hogares donde permanecen los ángeles
2017-09-18 - adultos
«No se olviden de practicar la hospitalidad, pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles», Hebreos 13: 2, NVI
PODEMOS TENER la salvación de Dios en nuestra familia; pero debemos creer en ella, vivir para ella y tener una continua y permanente fe y confianza en Dios. Las restricciones que la Palabra de Dios nos impone son para nuestro propio bien. Aumentan la felicidad de nuestra familia y de todos los que nos rodean. Refinan nuestro gusto, santifican nuestro juicio y proporcionan paz a la mente y finalmente la vida eterna. Los ángeles ministradores permanecerán en nuestras moradas y con gozo llevarán al cielo las nuevas de nuestro progreso en la vida cristiana y el ángel efectuará un registro alegre y feliz.
El Espíritu de Cristo será una influencia permanente en la vida del hogar. Si abrimos nuestros corazones a la influencia celestial de la verdad y el amor, estos principios fluirán como manantiales en el desierto, refrigerando todo y haciendo que la frescura aparezca donde hay ahora esterilidad y escasez.
La negligencia religiosa en el hogar, el descuidar la educación de los hijos, es algo que desagrada mucho a Dios. Si uno de nuestros hijos estuviera en el río, luchando con la corriente y en inminente peligro de ahogarse, ¡qué conmoción se produciría! ¡Qué esfuerzos se harían, qué oraciones se elevarían, qué entusiasmo se manifestaría para salvar esa vida humana! Pero aquí están nuestros hijos sin Cristo, y sus almas no están salvas. Tal vez son hasta groseros y descorteses, un oprobio para el nombre adventista. Perecen sin esperanza y sin Dios en el mundo, y nosotros siendo negligentes y despreocupados. [...]
Padres y madres, cada mañana y cada noche, junten a sus hijos a su alrededor, y eleven sus corazones a Dios. Sus amados están expuestos a la tentación. Hay dificultades cotidianas sembradas en el camino de los jóvenes y de los mayores. Los que quieran vivir con paciencia, amor y gozo deben orar. Será únicamente obteniendo la ayuda constante de Dios como podremos obtener la victoria sobre nosotros mismos. [...]
Mediante oraciones sinceras y fervientes, los padres deberían alzar una valla alrededor de sus hijos. Deberían orar con fe para que Dios habite en ellos y que los santos ángeles los preserven, a ellos y a sus hijos, de los crueles engaños de Satanás.- Consejos para la iglesia, cap. 26, pp. 269-271.
19-El verdadero amor es un principio sagrado
2017-09-19 - adultos
«Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen». Mateo 5: 44, NVI
EL AMOR es un valioso don que recibimos de Jesús. El afecto puro y santo no es un sentimiento, sino un principio. Los que son motivados por el amor verdadero no carecen de juicio ni son ciegos.
Hay muy poco amor verdadero, consagrado y puro. Se trata de algo muy escaso. Muchos confunden la pasión con el amor.
El amor verdadero es un principio santo y elevado, totalmente diferente en su carácter del amor producto del impulso, que muere de repente cuando es severamente probado.
El amor es una planta de crecimiento celestial, y se debe cultivar y alimentar. Los corazones afectuosos y las palabras veraces y bondadosas harán felices a las familias y ejercerán una influencia elevadora sobre todos los que entran en contacto con la esfera de su influencia. [...]
Mientras que el amor puro considera a Dios en todos sus planes y se mantendrá en perfecta armonía con el Espíritu de Dios, la pasión se manifestará temeraria e irracional, desafiará todo freno y hará un ídolo del objeto de su elección. En todo el comportamiento de quien posee verdadero amor se revelará la gracia de Dios. La modestia, la sencillez, la sinceridad, la moralidad y la religión caracterizarán cada paso que dé hacia una unión matrimonial. Los que se comportan así no se verán absorbidos por su compañía mutua, a costa de su interés en la reunión de oración y el servicio religioso. Su fervor por la verdad no morirá porque descuiden las oportunidades y los privilegios que Dios les ha concedido misericordiosamente.
El amor que no tiene mejor fundamento que la simple satisfacción sensual será obstinado, ciego e ingobernable. El honor, la verdad y toda facultad noble y elevada del espíritu caen bajo la esclavitud de las pasiones. Con demasiada frecuencia el ser humano, atado por las cadenas de esa infatuación, resulta sordo a la voz de la razón y de la conciencia; ni los argumentos ni las súplicas le inducirán a ver la insensatez de su conducta.
El amor verdadero no es una pasión impetuosa, arrolladora y ardiente. Por el contrario, es sereno y profundo. Mira más allá de lo externo y se fija solamente en las cualidades. Es prudente y capaz de discernir y su devoción es real y permanente.- El hogar cristiano, cap. 7, pp. 47-48.
20-El poder del amor
2017-09-20 - adultos
«Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad». 1 Juan 3: 18
LOS INSTRUMENTOS del amor tienen un poder maravilloso, porque son divinos. La respuesta suave que «aplaca la ira» (Prov. 15: 1), el amor que «es sufrido, es benigno» (1 Cor. 13:4), el amor que «cubrirá multitud de pecados» (1 Ped. 4:8), si aprendiéramos esta lección, ¡qué poder sanador llenaría nuestras vidas! Nuestras vidas experimentarían una transformación y la tierra sería como el cielo.
Aun los niños pueden comprender estas importantes lecciones, si las enseñamos con sencillez. El corazón del niño es tierno y se impresiona con facilidad, y cuando nosotros -que somos mayores- leguemos a ser «como niños», cuando aprendamos la sencillez, la dulzura y el tierno amor del Salvador, no será difícil impresionar el corazón de los pequeños y enseñarles el ministerio sanador del amor.
Para el mundo, el dinero es poder; pero para los cristianos, el poder procede del amor. En este principio se encuentra la fortaleza intelectual y espiritual. El amor puro es muy eficaz para hacer el bien; tanto, que es incapaz de hacer otra cosa. Impide la disensión y la desdicha y trae la verdadera felicidad. Las riquezas a menudo son una influencia corruptora y destructora; el uso de la fuerza hiere con facilidad; pero la verdad y la bondad son propiedades del amor puro.
El hogar ha de ser el centro del afecto más puro y elevado. Cada día se debe fomentar con perseverancia la paz, la armonía, el afecto y el amor, hasta que estos dones maravillosos moren en el corazón de los que componen la familia. La planta del amor tiene que nutrirse cuidadosamente, de lo contrario morirá. Todo principio bueno ha de ser cultivado si queremos que florezca en el alma. Hay que desarraigar todo lo que Satanás siembra en el corazón: la envidia, los celos, las malas sospechas, la malicia, la impaciencia, el prejuicio, el egoísmo, la codicia y la vanidad. Si se permite que permanezcan estos malos rasgos en el alma, darán frutos que contaminarán a muchos. ¡Oh, cuántos cultivan las plantas venenosas que matan los frutos preciosos del amor y contaminan el alma! [...]
En muchas familias hace mucha falta que se exprese el afecto de unos hacia otros. Aunque no es necesario manifestar sentimentalismo, sí es necesario que se exprese amor y ternura de una manera casta, pura y digna.- El hogar cristiano, cap. 31, pp. 185-188.
21-El honor debido a los padres
2017-09-21 - adultos
«Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová, tu Dios, te da». Éxodo 20: 12
ESTE ES EL PRIMER mandamiento con promesa. Está en vigencia para los niños y los jóvenes, para los adultos y los ancianos. No hay etapa en la vida en que los hijos se hallen excusados de honrar a sus padres. Esta solemne obligación rige para cada hijo e hija y es una de las condiciones impuestas para que su vida se prolongue en la tierra que el Señor dará a los fieles. Este no es un asunto indigno de atención, sino que es de vital importancia. La promesa se hace a condición de que se obedezca el mandamiento. Si usted obedece, vivirá mucho tiempo en la tierra que el Señor le va a dar. Si desobedece, su vida no se prolongará.
Se debe a los padres mayor grado de amor y respeto que a ninguna otra persona. Dios mismo, que les impuso la responsabilidad de guiar las almas puestas bajo su cuidado, ordenó que durante los primeros años de la vida, los padres ocupen el lugar de Dios respecto a sus hijos. El que desecha la legítima autoridad de sus padres, desecha la autoridad divina. El quinto mandamiento no solo requiere que los hijos sean respetuosos, sumisos y obedientes a sus padres, sino que también los amen y sean tiernos con ellos, que alivien sus cuidados, que protejan su reputación, y que los ayuden y consuelen en su vejez.
Dios no puede prosperar a aquellos que obran directamente en contra del deber tan claramente especificado en su Palabra, a saber, la obligación de los hijos hacia sus padres [...]. Si les faltan el respeto y deshonran a sus padres terrenales no respetarán ni amarán a su Creador. Cuando los hijos tienen padres incrédulos, cuyas órdenes contradigan lo que Cristo requiere, entonces, por doloroso que sea, tienen que obedecer a Dios y confiarle las consecuencias. [...]
Introduzcan en el círculo del hogar cuantos rayos de sol, amor y afecto puedan contener. Sus padres apreciarán estas pequeñas atenciones que puedan otorgarles. Sus esfuerzos por aligerar sus cargas, y por evitar toda palabra de ira e ingratitud, demuestran que no son hijos insensatos, y que aprecian el cuidado y el amor que les dieron durante los años de su infancia cuando eran criaturas que no podían valerse.
Niños, ustedes necesitan que sus madres los amen. De lo contrario, serían muy desgraciados. ¿No conviene asimismo que los hijos amen a sus padres [...]?- El hogar cristiano, cap. 50, pp. 286-288.
22-La misión en el hogar
2017-09-22 - adultos
«Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer, tuve sed, y me dieron de beber, fui forastero, y me dieron alojamiento». Mateo 25: 35, NVI
LA MISIÓN DEL HOGAR se extiende más allá del círculo de sus miembros. El hogar cristiano ha de ser un ejemplo, que ponga de manifiesto la excelencia de los verdaderos principios de la vida. Semejante ejemplo será una fuerza para el bien en el mundo. Mucho más poderosa que cualquier sermón que se pueda predicar, es la influencia de un hogar verdadero en el corazón y la vida de los hombres.- Mensajes para los jóvenes, sec. 11, p. 192.
Nuestras relaciones sociales no deberían ser dirigidas por los dictados de las costumbres del mundo, sino por el Espíritu de Cristo y por la enseñanza de su Palabra. En todas sus fiestas los israelitas admitían al pobre, al extranjero y al levita, el cual era a la vez asistente del sacerdote en el santuario y maestro de religión y misionero. A todos se les consideraban como huéspedes del pueblo, para compartir la hospitalidad en todas las festividades sociales y religiosas y ser atendidos con cariño en casos de enfermedad o penuria. A personas como esas debemos dar buena acogida en nuestras casas. ¡Cuánto podría hacer semejante acogida para alegrar y alentar al enfermero misionero o al maestro, a la madre cargada de afanes y de duro trabajo, o a las personas débiles y ancianas que viven tan a menudo sin familia, luchando con la pobreza y el desaliento!
«Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a vecinos ricos, no sea que ellos, a su vez, te vuelvan a convidar, y seas recompensado. Cuando hagas banquete, llama a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos; y serás bienaventurado, porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos» (Luc. 14:12-14).
Estos son huéspedes que no les costará mucho recibir. No necesitarán ofrecerles alimento costoso y de mucha preparación. Necesitarán más bien evitar la ostentación. El calor de la bienvenida, un asiento donde pueda calentarse, y uno también a su mesa, el privilegio de compartir la bendición del culto familiar, serían para muchos como vislumbres del cielo.
Nuestras muestras de solidaridad deben rebosar más allá de nosotros mismos y del círculo de nuestra familia. Hay buenas oportunidades para los que quieran hacer de su hogar una bendición para otros. La influencia social es una fuerza maravillosa.- El hogar cristiano, cap. 72, pp. 425-426.
23-Una mano cariñosa
2017-09-23 - adultos
«Cada cual ayuda a su vecino y dice a su hermano: “¡Esfuérzate!"». Isaías 41: 6
LA INDULGENCIA y la abnegación caracterizan las palabras y los actos de los que viven la vida nueva en Cristo. Al esforzarnos por llevar la vida que Cristo llevó, al procurar dominar el yo y el egoísmo, así como al atender a las necesidades de los demás, ganaremos una victoria tras otra. Nuestra influencia será entonces una bendición para el mundo.- El hogar cristiano, cap. 29, pp. 249.
Nuestros hogares deberían ser refugios para los jóvenes que sufren tentación. Hay muchos que se encuentran en la encrucijada de los caminos. Toda influencia e impresión determinan la elección del rumbo de su destino en esta vida y en la futura. El mal, con sus lugares de reunión, brillantes y seductores, los invita. A todos los que acuden se les da la bienvenida. En nuestro alrededor hay jóvenes sin familia, y otros cuyos hogares no tienen poder para protegerlos ni elevarlos, y se ven arrastrados al mal. Se encaminan hacia la ruina en la sombra misma de nuestras puertas.
Estos jóvenes necesitan que se les extienda la mano con cariño. Las palabras bondadosas dichas con sencillez, las pequeñas atenciones hacia ellos, barrerán las nubes de la tentación que se amontonan sobre sus almas. La verdadera expresión de la bondad que proviene del cielo puede abrir la puerta del corazón que necesita la fragancia de palabras cristianas, y del delicado toque del espíritu del amor de Cristo. Si nos interesáramos por los jóvenes, invitándolos a nuestras casas y rodeándolos de influencias alentadoras y motivadoras, serían muchos los que de buena gana dirigirían sus pasos por el camino ascendente.
El tiempo que nos queda es corto. Solo una vez podemos pasar por este mundo; saquemos, pues, al hacerlo, el mejor provecho de nuestra vida. La tarea a la cual se nos llama no requiere riquezas, posición social ni gran capacidad. Lo que sí requiere es un espíritu bondadoso y abnegado y firmeza de propósito. Una luz, por pequeña que sea, si arde siempre, puede servir para encender otras muchas. Nuestra esfera de influencia, nuestras capacidades, oportunidades y adquisiciones podrán parecer limitadas; y sin embargo, tenemos posibilidades maravillosas si aprovechamos fielmente las oportunidades que nos brindan nuestros hogares. Si tan solo queremos abrir nuestros corazones y nuestras casas a los divinos principios de la vida, llegaremos a ser canales por los que fluyan corrientes de fuerza vivificante. De nuestros hogares saldrán ríos de sanidad, que llevarán vida, belleza y fertilidad donde hoy por hoy todo es aridez y desolación.-— Ibíd., cap. 28, pp. 242-243.
24-Un hogar refinado
2017-09-24 - adultos
«He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción». Isaías 48: 10
ES MUY NECESARIO que se cultive la verdadera delicadeza en el hogar. Con ella se da un poderoso testimonio en favor de la verdad. La grosería en las palabras y en la conducta, sea quien sea que la manifieste, revela un corazón viciado. La verdad de origen celestial no degrada nunca a quien la recibe, ni lo hace grosero o tosco. La influencia de la verdad suaviza y refina. Cuando los jóvenes la reciben los hace respetuosos y corteses. La cortesía cristiana se recibe únicamente bajo la obra del Espíritu Santo. No consiste en disimulo o pulimento artificial, ni en inclinarse con reverencia y sonrisas artificiales. Esta es la clase de cortesía que poseen los del mundo, pero carecen de la verdadera cortesía cristiana. La cortesía y la delicadeza verdaderas se obtienen únicamente de un conocimiento práctico del evangelio de Cristo. La verdadera cortesía consiste en manifestar bondad hacia todos, humildes o encumbrados, ricos o pobres.
La esencia de la verdadera cortesía es la consideración hacia los demás. La educación esencial y duradera es la que amplía el ámbito de la amistad, y fomenta la bondad hacia todo el mundo. La pretendida cultura que no lleva al joven a ser comedido con sus padres, a valorar sus buenas cualidades, a ser tolerante con sus defectos y atento con sus necesidades; que no lo mueve a ser considerado y afectuoso, a ser generoso y útil con el joven, el anciano y el desafortunado, y cortés con todos, es un fracaso.
La cortesía cristiana es el broche de oro que une a los miembros de la familia con vínculos de amor y los estrecha más y más cada día que pasa.
Las reglas más valiosas para el trato social y familiar se encuentran en la Biblia. Ella contiene no solo la mejor y más pura norma de moralidad, sino también el código de educación más valioso. El Sermón del Monte que pronunció nuestro Salvador contiene instrucciones inestimables para ancianos y jóvenes. Debiera leerse con frecuencia en el círculo familiar y practicar sus inestimables enseñanzas en la vida diaria. La regla de oro: «Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes» (Mat. 7:12, NVI), juntamente con la recomendación apostólica de vivir no buscando «su propio bien, sino también el bien de los otros» (Fil. 2:4, DHH), deben constituir la ley de la familia. Quienes cultiven el espíritu de Cristo manifestarán cortesía en el hogar y un espíritu de benevolencia aun en las cosas pequeñas.- El hogar cristiano, cap. 69, pp. 402-403.
25-El culto familiar
2017-09-25 - adultos
«No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias». Filipenses 4: 6, NVI
EN CADA FAMILIA debería haber una hora fija para el culto matutino y vespertino. ¿No conviene a los padres reunir en derredor suyo a sus hijos antes del desayuno para agradecer al Padre Celestial por su protección durante la noche, y para pedirle su ayuda y cuidado durante el día? ¿No es propio también, cuando llega el anochecer, que los padres y los hijos se reúnan una vez más delante de Dios para agradecerle las bendiciones recibidas durante el día que termina?
El padre, o en su ausencia la madre, debe presidir el culto y elegir un pasaje interesante de las Escrituras que pueda comprenderse con facilidad. El culto debe ser corto. Cuando se lee un capítulo largo y se hace una oración larga, el culto se torna fatigoso y se siente alivio cuando termina. Dios queda deshonrado cuando el culto se vuelve árido y fastidioso, cuando carece tanto de interés que los hijos le temen.
Padres y madres, cuiden de que el momento dedicado al culto familiar sea en extremo interesante. No hay razón alguna porque no sea este el momento más agradable del día. Con un poco de preparación podrán hacerlo interesante y provechoso. De vez en cuando, introduzcan algún cambio. Se pueden hacer preguntas con referencia al texto leído, y dar con fervor algunas explicaciones oportunas. Se puede cantar un himno de alabanza. La oración debe ser corta y precisa. El que ora debe hacerlo con palabras sencillas y fervientes; debe alabar a Dios por su bondad y pedirle su ayuda. Si las circunstancias lo permiten, dejen a los niños tomar parte en la lectura y la oración. [...]
Cada mañana conságrense a Dios con sus hijos. No cuenten con los meses ni los años; no les pertenecen. Solo el día presente es nuestro. Durante sus horas, trabajen por el Maestro, como si fuese su último día en la tierra. Presenten todos sus planes a Dios, a fin de que él los ayude a ejecutarlos o abandonarlos según lo indique su Providencia. Acepten los planes de Dios en lugar de los suyos, aun cuando esta aceptación exija que renuncien a proyectos durante largo tiempo acariciados. Así, su vida será siempre más y más amoldada conforme al ejemplo divino, y «la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús» (Fil. 4: 7, NVI).- Testimonios para la iglesia, t. 7, sec. 1, pp. 44-46.
26-La recreación familiar
2017-09-26 - adultos
«He aquí, pues, el bien que he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar de los frutos de todo el trabajo con que uno se fatiga debajo del sol todos los días de la vida que Dios le ha dado, porque esa es su recompensa». Eclesiastés 5: 18
HAY UNA DIFERENCIA entre recreación y diversión. La recreación, cuando responde a su nombre, recreación, tiende a fortalecer y reparar. Apartándonos de nuestros afanes y ocupaciones comunes, provee refrigerio para la mente y el cuerpo, y de ese modo nos permite retomar con nuevo vigor las responsabilidades de la vida. Por otra parte, se busca la diversión para experimentar placer, y con frecuencia se la lleva al exceso, absorbe las energías requeridas para el trabajo útil y resulta de ese modo un obstáculo para el verdadero éxito en la vida. [...]
No olvidemos jamás que Jesús es un manantial de gozo. No se deleita en la miseria de los seres humanos, sino en verlos felices. Los cristianos disponen de muchas fuentes de bienestar, y pueden decir con exactitud infalible qué placeres son lícitos y correctos. Pueden disfrutar de recreaciones que no disiparán el intelecto ni degradarán el alma. Tampoco desilusionarán ni dejarán una triste influencia ulterior que destruya el respeto propio o impida ser útil. Si pueden llevar a Jesús consigo y conservar un espíritu de oración, están perfectamente seguros.
No será peligrosa cualquier diversión a la cual puedan dedicarse y pedir con fe la bendición de Dios. Pero cualquier diversión que los descalifique para la oración privada, para la devoción ante el altar de la oración, o para tomar parte en la reunión de oración, no solo no es segura, sino peligrosa.
Pertenecemos a la clase de los que creen que es su privilegio glorificar a Dios en la tierra cada día de su vida. Creemos que no vivimos en este mundo solamente para divertirnos y agradarnos a nosotros mismos. Estamos aquí para beneficiar a la humanidad y a la sociedad; pero si permitimos que nuestra mente siga el camino que sigue la de muchos que buscan solamente la vanidad y la insensatez, ¿cómo podremos beneficiar a nuestros semejantes y a nuestra generación? ¿Cómo podremos ser una bendición para la sociedad que nos rodea? No podemos participar con inocencia en cualquier diversión que nos incapacitaría para el desempeño más fiel de nuestros deberes comunes.- El hogar cristiano, cap. 82, pp. 478-488.
27-Un llamado a los miembros inconversos de la familia
2017-09-27 - adultos
«Así que somos embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros: “En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios”». 2 Corintios 5: 20, NVI
LIZZIE, ¿acaso no crees en Jesús? ¿No crees que él es tu Salvador, y que él ha demostrado su amor por ti al entregar su preciosa vida para que puedas ser salva? Lo único que se requiere de ti es que aceptes a Jesús como tu amante Salvador. Le pido a Dios de todo corazón que él Señor sete revele personalmente tanto a ti como a Reuben [el esposo de Lizzie]. Tu vida en este mundo no es una vida de placer sino de dolor y, si no dudas de Jesús, sino que crees que él murió para salvarte; si acudes a él tal como estás, te entregas a él y te aferras a sus promesas por medio de una fe viva, él será para ti todo lo que deseas en tu corazón.
A todos los que preguntan: «¿Qué debo hacer para ser salvo?», yo les digo: Cree en el Señor Jesucristo. No dudes ni un instante que él desea salvarte, sea cual sea tu condición. Él les dijo a los judíos: «Ustedes no quieren venir a mí para tener esa vida» (Juan 5: 40, NVI). Que esto no sea lo que se diga de Reuben y de ti, y de quien te ayuda en tu casa. Jesús quiere salvarlos; darles paz, descanso y seguridad mientras vivan; y finalmente vida eterna en su reino. Nadie será obligado a aceptar la salvación. El Señor Jesús no fuerza la voluntad de nadie. A todos les dice: «Elijan ustedes mismos a quiénes van a servir» (Jos. 24:15). La mente y el corazón dedicados a Jesucristo, hallarán descanso en su amor [...]
Entonces, amada hermana, tú, Reuben, y la persona que los ayuda, tienen razones para tener esperanza en la misericordia de Dios, y para creer que Jesucristo puede salvarlos. ¿Por qué? ¿Porque están libres de culpa? No, porque son pecadores y Jesús dijo: «No he venido a llamar a justos sino a pecadores para que se arrepientan» (Luc. 5: 32, NVI). Cuando el diablo les susurre que no hay esperanza, díganle que ustedes saben que sí la hay, «porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3: 16, NVI). ¿Qué más puede hacer Dios por ustedes de lo que ha hecho, para que ustedes lo amen? Lizzie, cree. Simplemente cree que Jesús cumplirá lo que dijo. Tómale la palabra y lleva tu alma desesperanzada a los pies de Jesús.
Las manos que fueron clavadas en la cruz por ti, están extendidas para salvarte [...]. ¿Te entregarás con una fe confiada a Jesús? Yo anhelo poder tomarte y llevarte al pecho de Jesucristo.
Debes aceptar a Jesús. Él desea darte su paz y la luz de su semblante. Lizzie, mi corazón anhela verte confiando en Jesús, ya que él puede darte su gracia y cargar con todos tus sufrimientos. Él te ama. Él quiere salvarte.- Carta 61, 1891.
Parte de una carta a Elizabeth Bangs, la hermana gemela de Elena G. de White.
28-Presentémosles a Jesús a nuestros vecinos
2017-09-28 - adultos
«Felipe encontró a Natanael y le dijo: “Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés, en la Ley, y también los Profetas"». Juan 1: 45
CON EL LLAMAMIENTO de Juan, Andrés, Simón, Felipe y Natanael, empezó la fundación de la iglesia cristiana. Juan dirigió a dos de sus discípulos a Cristo. Entonces uno de estos, Andrés, halló a su hermano, y lo llevó al Salvador. Luego Felipe fue llamado, y buscó a Natanael. Estos ejemplos deben enseñarnos la importancia del esfuerzo personal, de dirigir llamamientos directos a nuestros parientes, amigos y vecinos. Hay quienes durante toda la vida han profesado conocer a Cristo, y sin embargo, no han hecho nunca un esfuerzo personal para traer siquiera un alma al Salvador. Dejan todo el trabajo al predicador. Tal vez él esté bien preparado para su vocación, pero no puede hacer lo que Dios ha dejado para los miembros de la iglesia.
Son muchos los que necesitan el ministerio de corazones cristianos amantes. Muchos han descendido a la ruina cuando podrían haber sido salvados, si sus vecinos, hombres y mujeres comunes, hubieran hecho algún esfuerzo personal en su favor. Muchos están esperando que se les hable personalmente. En la familia misma, en el vecindario, en el pueblo en que vivimos, hay para nosotros trabajo que debemos hacer como misioneros de Cristo. Si somos creyentes, esta obra será nuestro deleite. Apenas se ha convertido uno cuando nace en él el deseo de dar a conocer a otros cuán precioso amigo ha hallado en Jesús. La verdad salvadora y Santificadora no puede quedar encerrada en su corazón.
Todos los que se han consagrado a Dios serán conductores de su luz. Dios los hace agentes suyos para comunicar a otros las riquezas de su gracia. Su promesa es: «Yo pondré a mis ovejas alrededor de mi monte santo, y las bendeciré; les enviaré lluvias de bendición en el tiempo oportuno» (Eze.34:26, DHH).
Felipe dijo a Natanael: «Ven a ver» (Juan 1: 46, NVI). No le pidió que aceptara el testimonio de otro, sino que contemplara a Cristo por sí mismo. Ahora que Jesús ascendió al cielo, sus discípulos son sus representantes entre los seres humanos, y una de las maneras más eficaces de ganar almas para él consiste en ejemplificar su carácter en nuestra vida diaria. Nuestra influencia sobre los demás no depende tanto de lo que decimos, como de lo que somos. Los demás pueden combatir y desafiar nuestra lógica, pueden resistir nuestras súplicas; pero una vida de amor desinteresado es un argumento que no pueden contradecir. Una vida consecuente, caracterizada por la mansedumbre de Cristo, es un poder en el mundo.- El Deseado de todas las gentes, cap. 14, pp. 119-120.
29-La influencia de Jesús en el hogar
2017-09-29 - adultos
«Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es Santo quien los llamó». 1 Pedro 1: 15, NVI
LA VERDAD, tal como se encuentra en Jesús, no solo hace mucho en favor del que la recibe, sino de los que entran en la esfera de su influencia. El alma verdaderamente convertida es iluminada desde lo alto y Cristo llega a ser dentro de esa alma «una fuente de agua que salte para vida eterna» (Juan 4: 14). Sus palabras, sus intenciones, sus acciones podrán malinterpretarse y falsificarse; pero no le importa, porque tiene en juego mayores intereses. No toma en cuenta la comodidad presente; no tiene ambición de hacer alarde de nada; no busca la alabanza de los hombres. Su esperanza está en los cielos, y marcha siempre adelante, con su mirada fija en Jesús. Hace el bien porque es bueno hacerlo y porque solo los que lo hacen tendrán entrada en el reino de Dios. Es bueno y humilde y se preocupa para que los demás sean felices. Nunca dice: «¿Soy yo guarda de mi hermano?» (Gén. 4:9), sino que ama a su prójimo como a sí mismo. Su manera de ser nunca es brusca ni dictatorial, como la de los que no creen en Dios, sino que refleja la luz del cielo sobre la humanidad. Es un leal y valeroso soldado de la cruz de Cristo que sostiene en alto la palabra de vida. Según va aumentando su influencia, va desvaneciéndose el prejuicio contra él, se reconoce su devoción y se respetan los principios bíblicos.
Así sucede con todo aquel que está verdaderamente convertido. Da fruto excelente y al hacerlo anda como Cristo anduvo, habla como él habló, obra como él obró, y la verdad tal como se encuentra en Jesús, por medio suyo surte efecto en su hogar, su vecindario y en la iglesia. Construye un carácter para la eternidad, a la vez que procura su salvación con temor y temblor. Está dando ejemplo ante el mundo de los valiosos principios de la verdad, de lo que la verdad es capaz de hacer en la vida y el carácter del verdadero creyente. Inconscientemente está cumpliendo su parte en la sublime obra de Cristo para redimir al mundo, una obra que en cuanto a su carácter e influencia se refiere, es de largo alcance y socava el fundamento de la falsa religión y la falsa ciencia. [...]
El Señor anhela que usted y su esposa sean cristianos en todo el sentido de la palabra y que manifiesten en su carácter el poder santificador de la verdad. Si hubieran forjado tal carácter, sus obras resistirían la prueba del juicio; si el fuego del día postrero se encendiera sobre sus obras tal como son ahora, se echaría de ver que son solo heno, madera y paja. No piensen que esto es severo; es la verdad. El yo se ha inmiscuido en todas sus labores. ¿Están dispuestos a elevarse hasta la elevada norma? - Testimonios pura la iglesia, t. 5, pp. 537-538.
30-La única salvaguarda del hogar
2017-09-30 - adultos
«Pues no son justos ante Dios los que solamente oyen la ley, sino los que la obedecen». Romanos 2: 13, DHH
LOS QUE LLEVAN el último mensaje de misericordia al mundo deben sentir que es su deber instruir a los padres acerca de la religión en el hogar. El gran movimiento de reforma debe comenzar presentando a los padres, las madres y los hijos los principios de la ley de Dios. A medida que se presentan los requerimientos de esta ley, y los hombres y las mujeres se convencen de su deber de acatarla, muéstreseles la responsabilidad de su decisión; no solo hacia ellos mismos, sino para sus hijos. Muéstreseles que la obediencia a la Palabra de Dios es la única salvaguardia contra los males que están arrastrando al mundo a la destrucción. Los padres dan a sus hijos un ejemplo de obediencia o de trasgresión. Por su ejemplo, o enseñanza, se decidirá en la mayoría de los casos el destino eterno de sus familias. En la vida futura, los hijos serán lo que sus padres los hayan hecho.
Si se pudiera inducir a los padres a rastrear los resultados de su acción, y pudieran ver cómo por su ejemplo y enseñanza perpetúan y acrecientan el poder del pecado o el poder de la justicia, buscarían ciertamente un cambio. Muchos quebrantarían el hechizo de la tradición y la costumbre.
Insistan los predicadores sobre esto en sus congregaciones. Inculquen en la conciencia de los padres la convicción de los solemnes deberes que han descuidado durante tanto tiempo. Esto quebrantará el espíritu de fariseísmo y resistencia a la verdad como ninguna otra cosa podría hacerlo. La religión en el hogar es nuestra gran esperanza, y hace prometedora la perspectiva de que se convierta toda la familia a la verdad de Dios. [...]
Nuestra vida debe ocultarse con Cristo en Dios. Debemos conocer personalmente a Cristo. Solo entonces podremos representarlo ante el mundo. Oremos constantemente: «Señor, enséñame a actuar como Jesús actuaría si estuviera en mi lugar». En cualquier lugar donde estemos debemos hacer brillar nuestra luz para gloria de Dios y las buenas obras. Este es un interés de máxima importancia en nuestra vida. [...]
Ocupémonos de adelantar la obra del Señor con firmeza y seguridad. Pero con la humildad de Cristo y en la forma más suave posible, que no se escuchen expresiones de jactancia ni se produzca manifestación alguna de autosuficiencia. Hagamos lo necesario para que resulte evidente que Dios nos ha llamado a ocuparnos de legados sagrados; prediquemos la Palabra, seamos diligentes, sinceros y fervientes.- Testimonios para la iglesia, t. 6, Sec. 3, pp. 124-127.
31-