“Está por verse” fue la respuesta de Kellyanne Conway, nueva directora de campaña de Donald Trump a la pregunta sobre si la administración Trump crearía una fuerza policial especial para expulsar a los indocumentados viviendo en Estados Unidos, lo que han dado en llamar “Fuerza de deportación”. Más de un comentarista político ha dicho que Conway está haciendo un trabajo excelente y que cualquiera que sea su salario… se merece un aumento.

 

El pasado noviembre, presionado sobre cómo iba a deportar a 11 millones de inmigrantes indocumentados del país, Donald Trump dijo que iba a formar una "fuerza de deportación". Esta fuerza es (o era) uno de los tres pilares de la política migratoria del magnate Neoyorquino en su carrera por la presidencia de los Estados Unidos. Desde la apertura de su campaña, cuando dijo que los mexicanos que cruzan la frontera norte son traficantes de drogas y violadores, insistió en la necesidad de construir un muro, deportar a quienes residen ilegalmente en el país y acabar con el derecho de nacimiento, expresado en la constitución, y  que garantiza la ciudadanía americana a todo aquel que haya nacido en el país.

 

“Está por verse” parece ser la respuesta más honesta proviniendo de la campaña del republicano, un día dice haber ablandado su postura y al día siguiente dice que su postura sigue siendo dura, un día dice que la opinión de Trump ha cambiado y al día siguiente es el mismo Trump el encargado de decir que sus opiniones siguen siendo las mismas. Trump a llegado al extremo de acusar al presidente Obama de haber hecho demasiadas deportaciones, diciendo que las políticas de una administración Trump tendrían ‘corazón’.

 

En uno de las entrevistas más extrañas de la temporada electoral, Karina Pierson, portavoz de la campaña de Trump, dijo que es la retórica lo que ha cambiado, no la política. Sostuvo que Trump no ha cambiado su posición sobre inmigración, lo que ha cambiado son las palabras que dice.

 

Es parte del juego político estadounidense, durante las primarias los candidatos necesitan, tanto en la izquierda como en la derecha alinearse con la base de votantes del partido, con posturas hacia los extremos. Una vez convertidos en candidatos a la elección general, la evolución natural es hacia el centro, para llegar a un electorado más grande. El problema de Trump es que sus posturas en inmigración resultan extremas aun para buena parte del establecimiento republicano y que son precisamente esas posturas extremas la base de su éxito hasta el momento. Supo hablarle al electorado blanco, desencantado con el sistema, que ha visto su nivel de vida bajar y que necesita encontrar a quien culpar, electorado para el que los inmigrantes resultan el blanco perfecto. Aparentemente Trump se cree capaz de tenerlo todo, el soporte incondicional de su base gracias a políticas extremas y el voto latino gracias al ablandamiento de esas políticas.

 

La más reciente encuesta del liberal “Public Policy Polling” encontró que los votantes latinos tienen una opinión más favorable de las chinches y del correo chatarra que del candidato republicano. Entre los afroamericanos 97 por ciento tiene una opinión desfavorable mientras que el 3 por ciento dijo no estar seguro, la cifra de los que tienen una opinión favorable es despreciable, muy cercana a cero. La buena noticia, dijo alguien en tono sarcástico, es que Trump tiene mucho espacio para ‘crecer’.

 

Trump dijo que mucha gente se le ha acercado diciendo que hay gente que ha vivido aquí 15 o 20 años y que echarlos del país seria muy, muy duro, cruel. Aparentemente esa es la gente que ha hecho al candidato cambiar sus opiniones.  Cabría hacernos las preguntas que nadie se formula: ¿Cuando Trump hablaba de la fuerza de deportación, no sabía que el resultado sería “muy duro, cruel” para muchas familias? ¿Aun sabiéndolo, no le importó por que era la forma de ganar la elección primaria? ¿Era falta de información o indiferencia por el sufrimiento humano lo que motivaba su discurso? Probablemente no lo sabemos nunca. Ninguna respuesta es buena.