TEMA 3
JESÚS, SU VIDA Y SU LENGUAJE FAMILIAR
“Jesús crecía en el saber, en estatura y en gracia
delante de Dios y de los hombres” Lc 2, 52
Canto de entrada
Presentación del tema
ORACIÓN (Leer folleto, pág. 47)
El Jesús vivió en el seno de una familia.
En la experiencia vital de Jesús, hubo un Padre y una Madre.
Al acompañar a su justo Padre en su trabajo aprendió un oficio.
De su madre, aprendió a orar.
En un ambiente familiar, se crió hasta llegar a ser adulto.
La familia de Nazaret, sería sencilla, normal y ordinaria, hecha de años de trabajo.
Ya en su vida pública, Jesús vivió impregnado de vida familiar:
Alguno de sus discípulos son hermanos: Pedro y Andrés, Santiago y Juan.
Recordamos sus contactos con la familia de Zaqueo.
Es amigo de la familia de Lázaro.
Varias parábolas son presentadas en el contexto de la familia: el hijo pródigo, los viñadores.
Jesús llama a Dios, Padre y con su muerte en la Cruz nos hace sus hermanos e hijos de Dios.
Nos invita a tener una filiación con Dios y nuestros hermanos.
Para Jesús, la familia no fue obstáculo a la hora de emprender su misión.
La familia fue el motor que lo educó vocacionalmente para la misión.
La familia de Nazaret le dio a Jesús una identidad judía.
La familia de Jesús lo consideraba desquiciado y de allí el motivo de su búsqueda.
Esta circunstancia, le permite a Jesús hablarles a los allí reunidos para que se unan a El como familia por medio de la práctica de la Buena Noticia, como oyentes y servidores de la Palabra.
Jesús no consideró a la familia como un absoluto.
La familia ha de estar al servicio del anuncio y de la construcción del Reino de Dios.
En ocasiones hay que dejar a padres y hermanos para consagrarse a Dios.
Al romper los lazos consanguíneos, Jesús asume a la comunidad en fe como la gran familia.
Con relación a su Madre, Mateo nos cuenta cómo Ella fue recorriendo un camino de fe que la llevó al encuentro de su Hijo y también como Hijo de Dios.
Jesús ejercía su autoridad, gracias al profundo conocimiento que tenía de las personas y de las situaciones.
Esta autoridad también podemos ejercitarla los cristianos con ayuda del Espíritu Santo, para orientar a las personas y las situaciones.
Por eso es que los discípulos de Jesús estamos llamados a construir un modelo de familia acorde con la Buena Noticia, que El anunció, a través de la compasión, la amabilidad, la humildad, la mansedumbre y el perdón. Pero sobre todo “el amor que es el que lleva a plenitud la perfección”.
En búsqueda de la perfección o santidad familiar, es vital practicar la oración, la escucha de la Palabra y el testimonio de vida como fruto.
Por eso es pertinente preguntarnos… Leer pág. 51 y 52.