CUENTOS FANTÁSTICOS

OSCAR WILDE: El príncipe feliz

SUSANA VILLANUEVA SORIA

El príncipe feliz es un cuento conmovedor que nos demuestra que la solidaridad y la bondad convierten al ser humano en un ser extraordinario,  un hombre rico en virtudes, nada que ver con las personas que se sienten las más valiosas por tener riquezas y poder económico y político.

En la parte más alta de la ciudad, sobre un pedestal, se alzaba la estatua del Príncipe Feliz.
Se hallaba toda recubierta de madreselva de oro fino. Tenía, a manera de ojos, dos centelleantes zafiros y un gran rubí rojo refulgía en la empuñadura de su espada.
Por todo eso, era muy admirada. (Wilde, (2013), pág.113)

La estatua del príncipe feliz era admirada por toda la gente de la ciudad y su expresión de felicidad llegaba a causar envidias de los habitantes.

En cierta ocasión una golondrina se posó a los pies de la increíble estatua para descansar mientras iba en camino hacia Egipto, debido a que se acercaba la temporada de invierno y sus amigas habían emprendido el viaje sin ella porque se creía enamorada de un junco; pero al darse cuenta de que el junco nunca viajaría hacia ningún sitio, la golondrina decidió viajar para alcanzar a sus compañeras y disfrutar del sol.

Mientras la golondrina reposaba a los pies de la estatua sintió gotas de agua caer en su cabeza, mismas que resultaron ser lágrimas del príncipe y al verlo, la golondrina le preguntó la razón de su llanto y el príncipe le contestó que: cuando era un ser humano fue muy feliz porque vivía dentro de su palacio y nunca se preguntó por lo que había más allá de las murallas. Pero ahora que veía la tristeza y la miseria de su ciudad a pesar de tener un corazón de plomo, no podía hacer nada más que llorar. Entonces le pidió a la golondrina que fuera su mensajera, ayudara a los ciudadanos llevándoles algo de ayuda para cubrir sus necesidades.  

El príncipe dio uno a uno los diamantes que le adornaban y le daban belleza, además donó todo el oro que le cubría a aquellos que lo necesitaban para satisfacer sus necesidades y cuando ya no le quedaba nada que dar la golondrina decidió quedarse a su lado a pesar del frío.

Pero el frío era tan grande que no sobrevivió más de una  noche y cuando sintió desfallecer se acercó al hombro del príncipe y se despidió de él.

A la mañana siguiente el alcalde de la ciudad se percató del cambio de la estatua, lo horrenda que se veía y por si fuera poco con el cadáver de un pájaro a sus pies. Por lo tanto decidió junto con las personas poderosas que lo acompañaban que lo mejor sería derribarla, fundirla y hacer una estatua nueva. Todos peleaban por ser los modelos para la nueva estatua, todos querían una estatua de ellos para engrandecerse y sentirse superiores a cualquier otra persona.

Cuando fundieron la estatua, el corazón no se pudo fundir y lo arrojaron al mismo tiradero donde habían botado el cadáver de la golondrina.

Dios mando a uno de sus ángeles por las cosas más valiosas de la ciudad y le llevó el corazón de plomo y el cadáver de la golondrina. Dios lo felicitó, y les abrió las puertas del paraíso a aquellas hermosas almas.

-Tráeme las dos cosas más valiosas de la ciudad -dijo Dios a uno de sus ángeles.
Y el ángel se llevó el corazón de plomo y el pájaro muerto.
-Has elegido bien -dijo Dios-. En mi jardín del Paraíso, este pajarillo cantará eternamente y en mi ciudad de oro, el Príncipe Feliz cantará mis alabanzas. (Wilde, (2013), pág.124)

 

CONCLUSIÓN:

Este cuento nos demuestra que el valor de un ser humano no se mide por el equivalente a su riqueza material sino a la calidad de su alma, a esa capacidad de sentir el dolor ajeno y ponernos en los zapatos del otro y querer ayudarlo, es esa bondad y esa clase de sentimientos las que nos convierten en hombres valiosos y ricos.

BIBLIOGRAFÍA:

 Wilde Oscar, “El fantasma de Canterville y otros cuentos”  8a edición, (2013) editorial Tomo, México D.F. págs.113-124