PLANTEAMIENTOS BÁSICOS INICIALES.

I ¿QUÉ ES LA RED DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA (REDIR)?

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a REDIR es un espacio de coordinación de cuadros y equipos regionales, locales y nacionales, que buscan contribuir al desarrollo de una práctica y un pensamiento político que impulse la revolución democrática a fondo y en serio, superando y criticando la dinámica en que predomina la búsqueda de posiciones de representación o dirección, por sobre la organización de la lucha del pueblo y la práctica de los métodos democráticos.

            La REDIR enlaza y coordina sin subordinar ni centralizar; pretende ir construyendo planteamientos y métodos de trabajo comunes a partir de la práctica y de la discusión colectiva y participativa, tomando en cuenta la diversidad de las circunstancias objetivas y condiciones subjetivas que caracterizan a nuestro país y cada una de las entidades federativas. Será en función de la cohesión y confianzas políticas que se vayan alcanzando, la adopción de formas de coordinación regionales, locales y nacionales, que permitan en cada período hacer la máxima contribución al desarrollo de la lucha popular y democrática, además de irnos decantando como una expresión política en el seno del movimiento democrático nacional y del PRD.

ll. ORIGEN Y ACTUALIDAD DE LA REDIR

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a constitución de la REDIR inició en 1997 en el seno del PRD, partiendo de la convicción de que una verdadera corriente solo puede ser resultado de un proceso de construcción teórica y política participativo e innovador; buscando también, superar la idea de “corriente” como fenómeno que se decreta de inicio, así como un concepto desgastado por el uso para denominar a grupos de poder y de presión que asumen la lucha popular hasta donde conviene a sus intereses o aspiraciones revolucionaria estrechas.

            Actualmente en la REDIR nos enlazamos cuadros y equipos de la mayoría de los estados del país, con diferentes grados de cohesión e influencia: unos son resultado del proceso mismo de conformación de la REDIR en estos últimos dos años, otros de un trabajo local que venía de antes; mientras algunos equipos locales influyen o encabezan al PRD y/o organizaciones sociales y civiles, otros tienen una influencia incipiente o localizada en zonas o regiones de sus entidades.

lll. EL FUTURO DE LA REDIR Y LA CRISIS IDEOLÓGICA Y TEÓRICA DE LA IZQUIERDA.

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na de las condiciones para que la REDIR avance y aporte a la construcción de una corriente revolucionaria de la izquierda mexicana, es que reconozca y asuma el rearme ideológico y teórico como una necesidad actual y tarea apremiante de las fuerzas democráticas –revolucionarias de México.

            Con la agresiva ofensiva económica, política e ideológica neoliberal de los últimos cuatro lustros, más el derrumbe del campo socialista del este en los 80’s, se configuró una crisis ideológica y teórica, expresada como impotencia para oponer propuestas actuales y viables a la estrategia neoliberal, además de cierto desencanto y dudas hacia la teoría que había dado sustento a la esperanza de transformación; y esto a pesar de que en el plano político se dio desde 1988, una fase cualitativamente superior del movimiento democrático-popular mexicano.

            Las agigantadas posibilidades y tareas que planteó ese movimiento político-electoral y la posterior insurgencia indígena zapatista, concentraron nuestras preocupaciones y esfuerzos, atenuando el impacto de la crisis de paradigmas y concepciones en el ánimo y la dinámica de la izquierda mexicana.

            Sin embargo, conforme la disputa con el régimen priista y la estrategia neoliberal se prolonga y profundiza, las definiciones inmediatas se muestran más insuficientes, tanto frente a las interrogantes fundamentales que plantean la evolución de la realidad del país y del mundo, como ante los problemas y retos más elevados del movimiento democrático-popular mexicano.

            Perfilar respuestas actuales a esas interrogantes y definir propuestas y tareas para tales problemas y retos, supone un esfuerzo teórico de reconstrucción de paradigmas y de elaboración de una política revolucionaria para la época de la globalidad y de la unipolaridad imperialista.

            Así, la crisis ideológica y teórica deben entenderse, sobre todo, como rezago de nuestras concepciones y prácticas ante las transformaciones operadas en la realidad durante el despliegue de la ofensiva neoliberal, pero también como el cuestionamiento de la practica a componentes o aspectos importantes de la teoría económica y política revolucionaria.

            Desde luego que el rearme ideológica y teórico es una tarea del conjunto del pensamiento avanzado del país y del mundo, que rebasa el corto plazo, pero si la REDIR aspira a trascender la dinámica de grupo de poder en la que predominan los intereses por sobre las convicciones y la política, debe ser capaz de contribuir a dar respuesta teórica y práctica a las interrogantes y problemas actuales, superando el recurso a planteamientos elaborado décadas atrás y atendiendo a la realidad y a la práctica actual.

            Como el camino para el rearme ideológico y teórico es largo, es indispensable que echemos a andar.  El primer paso es culminar el enlazamiento que hemos desarrollado, con una sistematización de los planteamientos básicos comunes.

           

IV CONCEPTOS BÁSICOS DE LA REDIR

1.- LA UTOPÍA SIGUE VIGENTE.

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a aspiración de superar la opresión y explotación de la mayoría de la humanidad por minorías privilegiadas sigue vigente y es más necesaria y apremiante, porque en las décadas de ofensiva neoliberal y con la unipolaridad imperialista, se ha profundizado brutalmente la desigualdad social, intensificando la depredación de la naturaleza y el medio ambiente, afirmándose la tendencia de las oligarquías políticas-financieras a eliminar toda ley que restrinja la ley del más fuerte en el trato a las contradicciones económicas, sociales, políticas y culturales, de tal manera que desde el fin de la “guerra fría” y la promesa de un “nuevo orden”, se han multiplicado el intervencionismo y las guerras de las potencias imperialistas contra países y pueblos de todos los continentes.

2.- UTOPÍA, DERRUMBE DEL CAMPO SOCIALISTA Y RETOS.

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l derrumbe del campo socialista de Europa del Este debe llevar, no al abandono de la aspiración y la lucha por alcanzar una etapa de la sociedad más humana y racional, que permita alcanzar la seguridad material, personal y espiritual para todos los seres humanos que poblamos la tierra y cada una de sus naciones. El fracaso del socialismo burocrático plantea el reto de construir un modelo de economía y Estado que la haga viable, partiendo de considerar en todo momento, que el fin y el poder es la gente y que no debe ser sustituida por los fines y el poder de ninguna casta o partido por más revolucionario que se digan o sean.

3.- ECONOMÍA SUSTENTABLE PARA EL BIENESTAR SOCIAL.

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n la tarea de construir un modelo de economía que haga viable un desarrollo que tenga como fines el bienestar social y la conservación de la naturaleza y el medio ambiente, habrá que analizar y definir teóricamente porque han fracasado, tanto las economías con predominio del mercado como aquellas en que ha imperado la planificación centralizada, pero mientras tanto y a la par, en la  practica está planteado el reto de que las sociedades intervenga y regule, a través de leyes e instituciones que la representen, sus mercados internos y los intercambios internacionales, tanto para proteger su patrimonio humano, material y productivo de las tendencias concertadoras de la riqueza en unas cuantas naciones y en pequeños sectores oligárquicos en todas las naciones, como para tender a superar la inhumana desigualdad social, que hoy provoca que cientos de millones de seres humanos padezcan hambre y subdesarrollo físico y mental.

            En otras palabras, mientras el trabajo y la discusión en torno al modelo de economía necesario y viable se desarrolla, es indispensable luchar por reducir el poder de las oligarquías financieras y políticas, que bajo las banderas de la privatización, la apertura y la desregulación, han potenciado en las últimas tres décadas su control sobre las riquezas, conocimientos y técnicas que la humanidad ha creado, poniéndolas al servicio de sus ambiciones y dominio y alejando la posibilidad de que esa enorme capacidad productiva eleven el bienestar y el desarrollo social.

4.- ESTADO DE DERECHO DEMOCRÁTICO Y SOBERANO.

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n el proceso de rearme teórico-ideológico se tiene también que construir un modelo de Estado para la superación de la opresión y que apuntale la constitución de una economía y una cultura para erradicar la explotación. Dada la importancia que en la evolución de la sociedad ha tenido y tiene el poder del Estado, entre los revolucionarios es una cuestión sobre lo que más se ha elaborado y se discute. Sin embargo, pareciera haber consenso en el contenido y las características de un nuevo Estado deben orientarse a socializar el poder, entendido como la capacidad del pueblo y/o ciudadanía para ser determinante en la definición de las políticas, en la designación de órganos de poder estatal, así como para pedir cuentas y destituir funcionarios y órganos de poder público en todo momento; es decir, un Estado donde el poder lo detente el pueblo y no sea sustituido por partidos o castas políticas que dicen ejercerlo en su nombre y que van suplantándolo.

            Esta capacidad del pueblo para ser el detentador permanente y determinante del poder de un nuevo Estado, se debe de ir desarrollando desde ahora, “desde abajo, desde arriba y desde en medio”, desde los espacios públicos y sociales, macros y micros.

            Se trata entonces de que la lucha por reducir la influencia y control de la oligarquía política-financiera sobre la economía, el estado y la cultura, deben ir desarrollando la capacidad del pueblo para elevar su influencia y participación en las decisiones y operación de todos los asuntos de la sociedad en lo económico, lo político, lo social y lo cultural: desde cada comunidad y colonia, cada centro de trabajo y estudio; desde todas las instancias y niveles de gobierno y en todas las organizaciones sociales y políticas, construyendo desde la practica los métodos y las formas adecuadas para cada espacio, instancia y nivel; sistematizándolas en leyes y reglamentos que los plasmen y conviertan en componentes de una nueva legalidad democrática, que de conjunto vayan conformando un estado democrático de derecho y para los derechos humanos; que elimine la arbitrariedad, la impunidad  y la corrupción que hoy imperan en el Estado Mexicano, orientándolo a contener las turbulencias financieras especulativas y al apoyo de la producción y el empleo.

5.- GLOBALIZACION, ESTADO Y SOBERANIA NACIONAL.

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no de los objetivos de la ofensiva neoliberal para imponer la apertura y desregulación de las economías de los países subdesarrollados del mundo, ha sido y es debilitar y eliminar la soberanía de los Estados-Naciones, presentándolas como un obstáculo al desarrollo económico-social del mundo y de cada país.

            En el caso de México, por la amplia relación con la principal potencia impulsora de tal estrategia y la existencia de amplias capas de las clases dominantes entreguistas y ambiciosas, la ofensiva neoliberal logro en menos de dos décadas arruinar el sector social y rematar el sector público de nuestra economía, incluyendo ya elementos importantes del sector energético, mientras que la apertura ha llevado la tradicional dependencia de la economía nacional, hasta su integración en un “tratado de libre comercio” a Estados Unidos, con el subordinante rol de economía complementaria.

            Las consecuencias de esta avanzada reestructuración privatizadora y transnaciona-lizadora de la economía mexicana han sido: volver eterna la deuda externa y permanente la sangría de recursos hacia el extranjero, débil capacidad de crecimiento de alrededor del 2 por ciento anual, una concentración de la riqueza de las más irracionales del mundo, a la par que una ampliación brutal de la población que vive debajo del índice de pobreza, pasando del 48% en 1981 al 85% en 1994.

            Estos resultados muestran la oposición de las estrategias neoliberal a las necesidades del desarrollo económico y social de los mexicanos, cuestionando empíricamente el discurso que declara obsoletas a la soberanía y al Estado nacional argumentando la globalización que vive actualmente la economía mundial.-

            Entendiendo que la globalización es un concepto que expresa el estado de los intercambios en el mundo actual, los que impulsados por la revolución tecnológica desencadenada por las innovaciones de la informática y la comunicación, han alcanzado una extensión e intensidad antes desconocidas; entendiendo pues, la globalización como la potenciación de la capacidad productiva, los intercambios y las relaciones entre los individuos y sociedades del mundo actual, se desprende una mayor necesidad de reglas y leyes acordadas entre los estados nacionales en el plano internacional y con la participación de la ciudadanía en cada nación, asegurando así una mejor cooperación internacional y un desarrollo nacional justo y soberano.

            Pero como la globalización ha estado hegemonizada por las oligarquías financieras y los gobiernos de las potencias imperialistas, la mayor capacidad productiva y la intensificación de intercambios y relaciones acentúa para ellos la necesidad de profundizar su dominio, no la necesidad de reglas y leyes para la cooperación mutuamente beneficiosa y digna, que solo podría ser elaboradas desde y entre Estados nacionales, que se consideran iguales y legítimamente soberanos. Es esta necesidad de acrecentar su dominio sobre las economías nacionales la que hace parecer ante sus ojos e intereses a las soberanías nacionales como obstáculos que hay que erradicar y declarar obsoletas.

            La falsedad del discurso neoliberal ante las soberanías nacionales se exhibe, cuando sus banderas de libre mercado y desregulación se reducen a la libre circulación fronteriza de capitales y mercancías, mientras los trabajadores quedan prisioneros de las fronteras nacionales y sus salarios son determinados por políticas salariales decretadas e impuestas por la intervención oficial, desde luego con el objetivo de bajar el precio de la fuerza de trabajo y acrecentar las ganancias de los monopolios nacionales y extranjeros.

            Los mexicanos pues, debemos luchar por recuperar y fortalecer permanentemente nuestra soberanía nacional, porque ello es la única garantía de que “podamos integrarnos como iguales en el dinamismo y el crecimiento del mundo globalizado”, posibilitando el desarrollo económico y social de nuestro país, para remontar el retroceso que hemos padecido en los últimos tres sexenios de gobiernos entreguistas.

6.- SOBERANIA NACIONAL Y SOBERANIA POPULAR.

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a lucha por recuperar la soberanía nacional conlleva la lucha por reestablecer la soberanía popular, entendida como la define y establece la Constitución Mexicana: poder supremo que reside esencial y original mente en el pueblo.

            Actualmente, la oligarquía política-financiera priísta usurpa el poder y7 atropella la soberanía popular, ejerciéndolo por encima del pueblo y contra los intereses nacionales y sociales.   

            Por eso, la lucha por recuperar la soberanía nacional y reestablecer la soberanía popular, están estrechamente ligadas con la lucha por derrotar y desplazar de la conducción del estado mexicano a esa oligarquía para pasar inmediatamente a, por un lado, establecer un gobierno con los partidos y personas que el pueblo decida, con el mandato de que impulse relaciones dignas y justas con las potencias económicas y con todos los países del mundo, así como un desarrollo nacional que atienda las necesidades de la mayoría de los mexicanos.

            Por otro lado, llevar a cabo las reformas jurídicas y políticas para constituir un régimen político democrático, que sustituya al régimen político priísta y garantice que impera la soberanía popular, entendida como el derecho y capacidad de la ciudadanía a ser el factor determinante en la integración, las decisiones y el ejercicio del poder, tanto en el terreno económico como en el político y en el plano nacional e internacional.

7.- SOBERANIA Y PODER POPULAR.

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a imposición de los intereses de minorías sobre los del conjunto de la población, no solo se realiza desde el poder público, sino también de otras formas ejercitadas desde fuera del Estado.

            Desde el poder económico que permite imponer decisiones contra la mayoría presentadas como producto de las leyes del mercado; desde instrumentos políticos como los partidos y grupos de presión, que les permite negociar apoyo a cambio de recibir puestos y prebendas (y si no que lo diga el PAN con sus concertacesiones desde el 88 hasta el Fobaproa); el poder ideológico-informativo de los medios de información de masas, que les permite manipular descontento y los acontecimientos, a cambio de que les den concesiones y les permitan jugosos negocios; e incluso, grupos con poder paramilitar y parapoliciaco, que les permite a quienes los financian y encabezan, obtener impunidad para existir y actuar a cambio de reprimir movimientos o de dinero.

            Por esto, la lucha por recuperar y fortalecer la soberanía popular no puede ni debe reducirse a elevar la influencia de la ciudadanía en el Estado o esperar hasta la “toma del poder”. Debe desarrollarse desde ahora y en todos los terrenos: en el económico social defendiendo los derechos laborales y agrarios, ampliando el sector de empresas sociales, defendiendo y mejorando la educación y la salud pública y seguridad social; en el frente ideológico – cultural, creando medios y espacios de comunicación y discusión del movimiento democrático popular, exigiendo que se abra la programación de los medios concesionados a grandes y pequeños empresarios, a toda la pluralidad y problemática existente entre la sociedad y le país, reclamando que haya políticas de apoyo a los creadores y la arte nacional hoy avasallado por la producción transnacional. En fin, se trata de generalizar la resistencia y la lucha de la sociedad por defender y mejorar sus condiciones de vida y de trabajo, buscando que la mexicana sea una sociedad activa, dispuesta a tomar su destino en sus manos, manteniéndose en lucha permanente por ampliar su infulencia sobre espacios de poder público, sobre partidos y organizaciones sociales y civiles,  a las que se deben exigirse que establezcan reglas y prácticas democráticas para evitar que se burocraticen y tiendan a sustituir al pueblo y/o las bases, por las decisiones de gobernantes o dirigentes que, pretextando lo complicado de los métodos participativos, se declaran intérpretes y representantes permanentes del sentir de las mayorías, para terminar imponiendo sus propias visiones e intereses, eludiendo el gobernar y dirigir obedeciendo.

En suma, a la par que la luchamos por reducir y quitar el poder a la oligarquía político-financiera y su influencia sobre la vida económica, social y cultural de la sociedad mexicana, debe también irse desarrollando la capacidad del pueblo para influir y decidir sobre ellos; es decir, se debe ir creando por el pueblo el nuevo poder popular, que no es el poder de los revolucionarios, aunque lo comprende, in se limita a la sustitución del poder de un grupo partido por otros.

El poder popular es la capacidad del pueblo para decidir su propio destino en todos los ámbitos y en todos los niveles. Es la máxima socialización del poder público y la fusión de la sociedad política con la civil. Es la concreción y expresión práctica de la soberanía popular.

V. UTOPÍAS Y REVOLUCIÓN DEMOCRATICA.

La experiencia de los países que han experimentado revoluciones anticapitalistas ha demostrado, que el camino para construir una sociedad sin opresión y explotación es más complejo y prolongado de lo que se llegó a plantear. Se trata, por cierto, de algo que la teoría revolucionaria había advertido: lo más difícil no es la toma del poder, sino la construcción de una economía, un estado y una cultura, que transformen la existencia y la mentalidad de los seres humanos para dejar de vivir movidos por la ambición o la necesidad, para nada guiarse por el deber de contribuir a la reproducción cada vez más racional de la sociedad y la naturaleza.

Pero cualquiera que sea las redefiniciones teóricas e  incertidumbre que habrá que ir esclareciendo en el mediano y largo plazo lo que las experiencias positivas y negativas de esas revoluciones muestran, es que la participación creciente y organizada, permanente y decisiva, de las masas del pueblo, es la única garantía de construir un poder y alcanzar transformaciones que beneficien a la gente, trasciendan y se consoliden, pudiendo corregir errores y desviaciones sin sufrir retrocesos  frustrantes y dolorosos, como los de Europa del Este.

Por ello, junto e independientemente a los esfuerzos por extraer enseñanzas de los procesos  que intentaron e intentan construir sociedades más justas y racionales que las que ha conocido México, lo que está planteando aquí y ahora es la tarea de generalizar la participación de la gente en la lucha por detener y revertir la desestructuraciones y descomposición social y política, que el capitalismo salvaje de las transnacionales y los gobiernos de las castas burocráticas ambiciosas y corruptas, imponen a la sociedad mexicana sin reparar en costos humanos y ecológicos, haciendo surgir nuevas  formas de barbarie como el tráfico de niños  y de drogas destructivas poniendo en riesgo  la propia existencia como Nación Soberana y los términos de toda convivencia humana civilizada.

Lo que se está planteando aquí y ahora en México, es la necesidad de una Revolución Democrática que desplace al PRI y al PAN de la conducción del Estado Mexicano e instaure un gobierno democrático-nacional, que encabece la erradicación de la corrupción, el clientelismo y el corporativismo que corroen la función pública, envilecen la política y desmoralizan al pueblo; que apoye a la descentralización de los recursos y las decisiones públicas hacia la ciudadanía y los gobiernos municipales y estatales, de tal manera que toda decisión que concierna al trabajo y al hábitat de la gente no pueda tomarse sin su participación  y determinación; que apoye también la conformación de poderes legislativos y judiciales autónomos, dignos y eficaces; un gobierno que haga el debate a las agudas diferencias sociales que polarizan a la sociedad mexicana, la prioridad de la política económica social, así como del desarrollo educativo, científico y tecnológico, la palanca de las que depende que el país avance a la superación del subdesarrollo y la dependencia.

VI. EL SUJETO DE LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA.

Una revolución cuya razón de ser es promover la participación determinante de la ciudadanía en la política, la economía y la cultura, tenía que despertar una resistencia cerrada de los organismos del capital financiero transnacional y de la oligarquía político empresarial, las que haciendo del régimen priista y del PAN sus principales instrumentos políticos, han impuesto al pueblo de México su proyecto neoliberal, concentrador de la riqueza y empobrecedor, saqueador de recursos públicos y naturales.

Para enfrentar y derrotar esa resistencia antidemocrática y liberarse del proyecto neoliberal, el pueblo de México ha conformado desde 1988, un movimiento democrático nacional integrado por sectores crecientes de las clases populares, pequeños y medianos empresarios, indígenas, jóvenes y mujeres que han tenido en el Partido de la Revolución Democrática su principal referente electoral, pero que de conjunto es un movimiento multidireccional, que actúa desde múltiples espacios sociales y civiles, étnicos y de género, culturales y parlamentarios, locales y regionales, nacionales e incluso internacionales.

Del fortalecimiento de este sujeto del cambio en sus componentes sociales y civiles, culturales y políticos, depende la suerte de la Revolución Democrática y del proyecto democrático-nacional, que busca recuperar la soberanía popular y el desarrollo nacional, para que México acceda en el Siglo XXI a niveles de mayor justicia social soberanía y democracia.