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Aunque probablemente ellos nunca lo lean, este libro está dedicado a todos los entrenadores—béisbol, fútbol, voleibol—quienes han trabajado durante muchos años, seguido sin ningún beneficio económico, para entrenar y desarrollar las habilidades atléticas de mis hijos y hacerles entender el sentido del Juego. Dios los bendiga a todos, y muchas gracias de parte de una de las tantas mamás que pueblan las gradas a pesar de la lluvia, el frío, el calor, y los mosquitos.

De todas maneras, ésta mami siempre se ha preguntado quién más podría ir a ver los juegos durante la noche.

Mi agradecimiento para las Wiccans que respondieron a mi llamado y me dieron más información de la que puedo usar—María Lima, Sandlee Lloyd, Holly Nelson, Jean Hontz, M. R. “Murv” Sellar. También les debo un profundo agradecimiento a otros expertos en diferentes campos: Kelvin Ryer, quién conoce más acerca de jabalíes que la mayoría de la gente sabe acerca de su propia mascota; Dr. P. Lyle, quién de manera  simpática y amena respondió acerca de cuestiones médicas; y sin lugar a duda, Doris Ann Norris, bibliotecaria estrella.

Si he cometido errores en el uso de la información que estas personas me dieron, haré mi mejor esfuerzo para que alguien se los reclame.

Prólogo

Encontré la nota pegada en mi puerta cuando llegué de trabajar. Tuve el turno durante el almuerzo en Merlotte´s, pero como estábamos a finales de Diciembre, el día oscurecía antes. Así fue como Bill, mi antiguo novio—ese es Bill Compton, o Vampiro Bill, como la mayoría de los parroquianos en Merlotte´s lo llaman—pudo haber dejado el mensaje una hora antes. Él no puede salir antes del anochecer.

No había visto a Bill durante más de una semana, y aquella vez tampoco había sido una reunión agradable. Pero, tocar el sobre con mi nombre escrito, me hizo sentir miserable. Ustedes pensarán—aunque tenga veintiséis—que nunca antes he perdido o terminado con un novio.

Tendrían razón.

Los tipos normales no quieren salir con alguien tan singular como yo. La gente ha estado diciendo que tengo un embrollo mental en la cabeza desde que empecé la escuela.

Tienen razón.

No estoy diciendo que no ligo en el bar ocasionalmente. Los tipos se ponen borrachos. Yo luzco bien. Ellos olvidan los rumores acerca de mi extraña reputación y mi siempre presente sonrisa.

Pero sólo Bill ha podido acercase a mí de una manera íntima. Separarme de él me lastimó muchísimo.

Esperé para abrir la carta hasta que estuve sentada en la vieja y maltratada mesa de la cocina. Todavía tenía puesto mi abrigo, aunque me quité los guantes.

Querida Sookie, quiero venir a charlar contigo, ahora que de alguna manera te has recuperado de los infortunados eventos de principios del mes.

-Infortunados eventos -y mi trasero es redondo. Los moretones finalmente se habían desvanecido, pero todavía tenía una rodilla que me dolía cuando hacía frío, y sospechaba que siempre lo haría. Cada herida que había recibido la había obtenido durante el rescate de mi infiel novio durante su encarcelamiento por un grupo de vampiros que incluía a su nuevo amor, Lorena. Todavía me seguía preguntando por qué Bill había estado tan cautivado con Lorena que respondió su llamado en Misisipí.

Probablemente, tengas muchas preguntas acerca de lo que pasó.

Condenadamente cierto.

Si quieres hablar conmigo cara a cara, ven hacía la puerta principal y déjame entrar.

Caray. No había previsto esto. Lo consideré durante un minuto. Decidiendo que, a pesar de no confiar más en Bill, tampoco creía que él fuera capaz de lastimarme, me dirigí hacía la puerta de enfrente. La abrí y dije:

-Muy bien, puedes entrar.

Él surgió del bosque que está alrededor de mi vieja casa. Me dolió el verle. Bill era amplio de hombros y fuerte, gracias a la vida de granja que había vivido en la casa vecina a la mía. Él era rudo y duro, debido a los años que había sido soldado Confederado, antes de su muerte en 1867. La nariz de Bill era igual que las que se ven en los vasos griegos. Su cabello era marrón oscuro y recortado muy cerca de su cabeza, sus ojos eran igual de oscuros. Él lucía exactamente igual como se había visto cuando estábamos saliendo juntos, y él siempre se vería así.

Él se detuvo antes de cruzar el marco de la puerta pero, como le había dado mi permiso, me moví a un lado para que pudiera pasar al cuarto de estar que estaba amueblado de manera agradable con viejos y confortables muebles.

-Gracias, -dijo con su voz chula y tranquila, una voz que todavía me provocaba un embate de deseo. Muchas cosas habían ido mal entre nosotros, pero no habían comenzado en la cama. -Quería hablar contigo antes de irme.

-¿A donde vas? –Intenté sonar igual de calmada que él.

-A Perú. Por órdenes de la reina.

-¿Todavía estás trabajando en tu, ah, base de datos? –No sabía nada acerca de computadoras, pero Bill había estudiado muchísimo para hacer de sí mismo un literato de la computación.

-Sí. Tengo que hacer más investigaciones. Tengo una cita para charlar con un vampiro muy antiguo en Lima que tiene una gran cantidad de conocimientos acerca de los de nuestra raza en ese continente. Haré un poco de turismo mientras estoy allá.

Luché contra el urgente deseo de ofrecerle a Bill una botella de sangre sintética, que habría sido la cosa hospitalaria de hacer.

-Toma asiento, -dije escueta, y señalé hacía el sofá. Me senté en el borde del viejo sillón reclinable. Luego cayó un silencio, un silencio que me hizo más consciente de lo infeliz que era.

-¿Qué tal está Bubba? –Pregunté finalmente

-Ahora mismo él esta en Nueva Orleans, -dijo Bill. –A la reina le gusta mantenerlo alrededor de tiempo en tiempo, así que como él se dejó ver demasiado durante el mes pasado, nos pareció una buena idea mandarlo a otro lugar. Él volverá pronto.

Ustedes reconocerían a Bubba si lo vieran; todos conocen su cara. Pero él no había sido “traído sobre” [1] de manera muy exitosa. Probablemente el empleado de la morgue, que había sido un vampiro, debió haber ignorado la pequeña llamarada de vida que le quedaba. Pero como él era un fan del cantante, no pudo resistirse a realizar el intento, y ahora la completa comunidad sureña de vampiros se pasaban los unos a los otros a Bubba, para mantenerlo fuera de la vista del público.

Cayó otro silencio. Había planeado quitarme los zapatos y mi uniforme, ponerme un abrigador albornoz, y mirar televisión junto con una Freschetta pizza a mi lado. Era un plan muy pobre, pero era mi propio plan. En lugar de eso, aquí estaba, sufriendo.

-Si tienes algo que decir, es mejor que empieces y lo digas, -le dije a él.

Él asintió, casi para sí mismo.

-Tengo que explicarte, -dijo. Sus blancas manos se mantuvieron en su regazo. –Lorena y yo…

Me contraje de manera involuntaria. No quería oír de nuevo ese nombre. Él me mandó por un tubo por Lorena.

-Tengo que decírtelo, -me dijo, casi enojado. Él me había visto saltar. –Dame la oportunidad. –Después de un segundo, hice un gesto con la mano para que continuara.

-La razón por la que fui a Jackson cuando ella me llamó, es que no pude impedírmelo, -él dijo.

Mis cejas se elevaron. Ya había escuchado eso antes. Significaba: “No tengo autocontrol” o, “Parecía lo mejor en ese momento y no era yo mismo cuando lo hice”.

-Fuimos amantes hace mucho. Como Eric te comentó, las uniones entre vampiros no tienden a perdurar mucho, a pesar de que son intensas mientras duran. Como sea, lo que Eric no te dijo es que Lorena fue la vampiro que “me trajo sobre”.

-¿Sobre el Lado Oscuro? –Pregunté, y me mordí el labio. Esto no era algo para ser frívola.

-Sí, -Bill estuvo de acuerdo de manera seria. –Y estuvimos juntos después de eso, como amantes, lo que no siempre es el caso.

-Pero ustedes terminaron…

-Sí, hace como ochenta años, llegamos al punto donde no nos podíamos tolerar más el uno al otro. No había visto a Lorena desde entonces, aunque sabía lo que ella hacía, por supuesto.

-Oh, seguro, -dije inexpresiva.

-Pero debía obedecer su convocatoria. Esto es absolutamente imperativo. Cuando tu creador te llama, tú debes responder. –Su voz era urgente.

Asentí, intentando lucir comprensiva. Supongo que no hice muy buen trabajo.

-Ella me ordenó dejarte, -él dijo. Sus oscuros ojos me perforaban. –Dijo que te mataría si no lo hacía.

Comenzaba a perder mi temperamento. Mordí el interior de mi mejilla, muy fuerte, para obligarme a mi misma a mantenerme concentrada.

-Así que sin una explicación o discusión conmigo, tu decidiste lo que era mejor para tí y para mí.

-Tenía que hacerlo, -él dijo. –Tenía que seguir su mandato. Y sabía que ella sería capaz de lastimarte si no lo hacía.

-Bueno, en eso tenías razón. –De hecho, Lorena había hecho su mejor intento para mandarme directo a la tumba. Pero yo la envié primero—ya, fue por mera casualidad, pero funcionó.

-Y ahora ya no me amas, -dijo Bill, con una suave pregunta en su voz.

No tenía ninguna respuesta clara.

-No lo sé, -dije. –No había pensado que tú quisieras regresar conmigo. Después de todo, yo maté a tu mami. –Y allí también había una suave pregunta en mi voz, pero mayormente hubo amargura.

-Entonces necesitamos estar mas tiempo separados. Cuando regrese, sí tú lo quieres, hablaremos de nuevo. ¿Me das un beso de despedida?

Para mi vergüenza, habría adorado volver a besar a Bill. Pero era tan mala idea, que incluso desearlo parecía erróneo. Nos pusimos de pie, y le di un rápido roce con mis labios en su mejilla. Su blanca piel resplandeció con ese pequeño brillo que distinguía a los vampiros de los humanos. Había estado sorprendida de saber que no cualquiera podía verlo como yo lo hacía.

-¿Estás viendo al lobato[2]? –Preguntó, cuando casi estaba fuera de la puerta. Él sonaba como si le hubieran arrancado las palabras de la garganta.

-¿Cúal de todos? –Pregunté, resistiendo la tentación de agitar mis pestañas. Él no se merecía una respuesta, y él lo sabía. -¿Cuanto tiempo estarás fuera? –Pregunté de manera breve, y él me miro de manera especulativa.

-No es algo seguro. Quizás dos semanas, -respondió.

-Hablaremos entonces. –Dije, girando mi cara hacía otro lado. –Déjame regresarte tu llave. –Pesqué mis llaves dentro de mi bolso.

-No, por favor, guárdalas en tu llavero, -él dijo. –Quizás la necesites mientras estoy fuera. Ve a la casa cuando quieras. Mi correo lo recogerá la oficina postal hasta que les dé la noticia de mi regreso, y creo que mis otros asuntos están arreglados.

Así que yo era su último cabo suelto. Maldije el chispazo de ira que estaba listo para saltar desde los últimos días.

-Espero que tengas un buen viaje, -dije fríamente, y cerré la puerta inmediatamente después. Me dirigí hacía mi recamara. Tenía que quitarme mi ropa de encima y ver algo de televisión. Por diosito que me iba a atener a mi plan original.

Pero mientras estaba poniendo mi pizza en el horno, tuve que limpiarme algunas veces las lágrimas que corrían por mis mejillas.


Capítulo 1

La fiesta de Nochevieja en el Bar Merlotte´s al fin había terminado. Aunque el dueño del bar, Sam Merlotte, hubiera pedido a todo su personal trabajar esa noche, Holly, Arlene, y yo, fuimos las únicas que habíamos respondido. Charlsie Tooten había dicho que ella era demasiado vieja para soportar el follón que teníamos durante la Nochevieja, Danielle tenía proyectos existentes desde hacía mucho tiempo de asistir a una fiesta de fantasía con su novio estable, y una nueva mujer no podía comenzar durante dos días. Adivino que Arlene, Holly y yo, necesitábamos más el dinero que pasar un buen rato.

Y yo no había recibido ninguna invitación para realizar algo más. Al menos cuando trabajo en Merlotte´s, soy parte del escenario. Esto es una especie de aceptación.

Mientras limpiaba el papel triturado, me recordé otra vez no comentarle a Sam sobre la mala idea que habían sido los bolsos de confeti. A todos nos había quedado bastante claro este hecho, y hasta el bueno de Sam mostraba signos de desgaste. No pareció justo dejar todo aquello para que lo limpiara Terry Bellefleur, aunque el barrido y lavado de los suelos fuera su trabajo.

Sam contaba el dinero y lo empaquetaba, así podría ir a dejarlo en el depósito nocturno del banco. Parecía cansado, pero complacido. Con un chasquido abrió su teléfono celular.

-¿Kenya? ¿Lista para llevarme al banco? Bien, te veré en un minuto en la puerta de atrás. -Kenya, una policía, a menudo escoltaba a Sam al depósito de la noche, sobre todo después de una entrada tan grande como la de esta noche.

Yo también estaba contenta con el dinero que conseguí. Había recibido un montón en propinas. Calculé que podría haber ganado trescientos dólares o más—y necesitaba cada penique. Habría disfrutado de la perspectiva de hacer una pila con la pequeña cantidad de dinero cuando llegará a casa, si no hubiera estado segura que no me había quedado suficiente cerebro para hacerlo. El ruido y el caos de la fiesta, el constante corre para acá y para allá del bar sirviendo a todos, el lío tremendo que habíamos tenido que limpiar, la cacofonía estable de todos aquellos sesos… todo ello se había combinado para agotarme. Al final de la fiesta había estado demasiado cansada para mantener mi pobre mente protegida, y muchos pensamientos se habían filtrado dentro.

 

No es fácil ser telepática. Muy seguido, no es divertido.

Esta noche había sido peor que la mayoría. No sólo tenía a los parroquianos del bar, casi todos conocidos míos de muchos años, sabiendo sus humores sin inhibición, sino que también había algunas noticias que mucha gente sencillamente se moría por decirme.

-Escuche que el novio se fue para Sudamérica, -un vendedor de autos, Chuck Beecham, había dicho, la malicia brillaba en sus ojos. -Tu vas a estar muy solitaria en tu casa sin él.

-¿Te estás ofreciendo para tomar su lugar, Chuck? -el hombre al lado de él en la barrra había preguntado, y ambos tuvieron una carcajada de somos-los-hombres.

 

-No, Terrell, -dijo el vendedor. -No me interesan las sobras de los vampiros.

-Usted es cortés, o usted sale por la puerta, -dije calmadamente. Sentí calor en mi espalda, y supe que mi jefe, Sam Merlotte, los veía sobre mi hombro.

-¿Algún problema? -él preguntó.

-Ellos estaban a punto de disculparse, -dije, mirando a Chuck y Terrell en los ojos. Ellos vieron hacía sus cervezas.

-Lo siento, Sookie, -Chuck masculló, y Terrell movio su cabeza de acuerdo. Asentí con la cabeza y di vuelta para tomar otra orden. Pero ellos habían tenido éxito en lastimarme.

Lo que era su objetivo.

Tuve un dolor alrededor de mi corazón.

Estaba segura que la población general de Bon Temps, Luisiana, no sabía sobre nuestro distanciamiento. Bill seguramente no tenía el hábito de andar por ahí parloteando sus asuntos personales, y yo tampoco. Desde luego, Arlene y Tara sabían un poco sobre ello, ya que una tiene que decirle a sus mejores amigas cuando ha roto con su chico, aun si tiene que excluir todos los detalles jugosos. (Como el hecho que una había matado a la mujer por la que él la abandonó. Lo que no pude evitar. En serio.) Así que cualquiera que me dijera que Bill había salido del país, asumiendo que yo aún no lo sabía, estaba siendo solamente malévolo.

Hasta la visita reciente de Bill a mi casa, la última vez que lo había visto fue cuando yo le había llevado los discos y la computadora que él había escondido conmigo. Había llegado al oscurecer, así la máquina no se quedaría sobre su porche delantero mucho tiempo. Había puesto todas sus cosas recargadas contra la puerta en una gran caja a prueba de agua. Él había salido fuera justo cuando yo me iba, pero no me detuve.

Una mujer traicionera habría dado los discos al jefe de Bill, Eric. Una mujer rencorosa habría guardado aquellos discos y aquella computadora, habiendo rescindido a Bill (y Eric) la invitación de entrar en la casa. Me había dicho orgullosamente a mi misma que no era una mujer, ni traicionera ni rencorosa.

 

También, pensando prácticamente, Bill podría haber alquilado sencillamente a algún humano para meterse en mi casa y tomarlos. No pensé que él lo haría. Pero él los necesitaba muchísimo, o estaría en serios problemas con el jefe de su jefe. Tengo carácter, tal vez hasta mal carácter, una vez que lo provocan. Pero no soy vengativa.

Arlene me dice a menudo que soy demasiado dejada para mi propio bien, aunque yo le asegure que no lo soy. (Tara nunca dice esto; ¿tal vez ella me conoce mejor?) Me percaté con desánimo que, en algún momento durante esta agitada noche, Arlene oiría sobre la partida de Bill. En efecto, veinte minutos después de que Chuck y Terrell se mofaran, ella cruzó a través de la muchedumbre para palmearme en la espalda.

-De todos modos, tu no necesitabas a aquel bastardo frío, -dijo ella. -¿Qué fue lo que hizo por ti?

 

Asentí débilmente hacía ella para mostrarle cuánto apreciaba su apoyo. Pero entonces una mesa pidió dos rondas de whiskys, dos cervezas, y una ginebra con tónica, y tuve que moverme, lo que realmente fue una distracción bienvenida. Cuando les dejé sus bebidas, me hice la misma pregunta. ¿Qué había hecho Bill por mí?

Entregué unas jarras de cerveza a dos mesas antes de que pudiera terminar de añadir todo.

Él me había introducido en el sexo, lo cual realmente disfruté. Introducido con un montón de vampiros, lo cual no disfruté. Salvado mi vida, aunque cuando pienso en ello, no habría estado en peligro si no hubiera estado saliendo con él en primer lugar. Pero yo había salvado su espalda un par de veces, de modo que esa deuda estaba saldada. Él me había llamado “amor”, y en aquel tiempo él lo decía en serio.

-Nada, -refunfuñé, cuando fregué una piña colada derramada y le di una de nuestras últimas toallas limpias del bar a la mujer que la había tirado, ya que mucho de la bebida estaba todavía en su falda. -Él no hizo una sola cosa por mí. -Ella sonrió y asintió con la cabeza, obviamente pensando que me compadecía de ella. El lugar era demasiado ruidoso para oír algo de todos modos, lo que era una suerte para mí.  

Pero me alegraría cuando Bill regresará. Después de todo, él era mi vecino más cercano. Sólo el cementerio más viejo de la comunidad separaba nuestras propiedades, que estaban sobre el camino de la región al Sur de Bon Temps. Yo estaba ahí sola, sin Bill.

-Perú, según escuche, -mi hermano Jason, dijo.

Él tenía un brazo alrededor de su chica para la noche, una morena, bajita, delgada de veintiun años, salida de algún sitio en el quinto pino. (Había checado su identificación). Le di un vistazo más cercano. Jason no lo sabía, pero ella era una adaptoformas de alguna clase. Ellos son fáciles para detectar. Ella era una muchacha atractiva, pero se cambiaba en algo con plumas o pelaje cuando la luna era llena. Noté que Sam le dirigió una mirada fulminante cuando la espalda de Jason estaba girada, recordándole comportarse bien en su territorio. Ella le devolvió una penetrante mirada con interés. Tuve el sentimiento que ella no se cambiaba en un gatito, o una ardillita.

Pensé echar un cable sobre su cerebro y tratar de leerla, pero las cabezas de los Adaptos no son fáciles. Los pensamientos de los Adaptos son una especie de enredo rojizo, aunque de tanto en tanto puedo conseguir un buen cuadro de sus emociones. Lo mismo me pasa con los Lobatos.

 

Él mismo Sam se convierte en un collie cuando la luna es brillante y redonda. A veces él trota todo el camino rumbo a mi casa, y lo alimento con un tazón de restos y le dejo dormir la siesta sobre mi porche trasero, si el tiempo es bueno, o en mi sala de estar, si el tiempo es malo. No lo dejo en el dormitorio más, porque se despierta desnudo—un estado en el cual él se mira buenísimo, pero sencillamente no necesito estar siendo tentada por mi jefe.

 

Esta noche la luna no era llena, así que Jason estaría seguro. Decidí no decirle nada sobre su cita. Cada uno tenemos un secreto o dos. Su secreto era solamente un poco más vistoso.

Además de la cita de mi hermano, y Sam desde luego, había otras dos criaturas sobrenaturales en Merlotte´s aquella Nochevieja. Una era una mujer magnífica de al menos seis pies de alto, con oscuro pelo largo y ondulado. Vestida para ligar con un enterizo naranja muy ceñido de manga larga, ella había entrado sola, y estaba en proceso de conocer a cada tipo en la bar. No sabía que era ella, pero sabía por su modelo cerebral que ella no era humana. La otra criatura era un vampiro, que había entrado con un grupo de gente joven, la mayoría a principios de sus veintes. No conocía a ninguno de ellos. Sólo un ocasional vistazo lateral de otros parrandistas marcó la presencia del vampiro. Esto demostraba el cambio de actitud en los pocos años desde la Gran Revelación.

Hace casi tres años, durante la noche de la Gran Revelación, los vampiros habían ido a la TV en cada nación para anunciar su existencia. Esta había sido una noche en la cual muchas de las asunciones del mundo habían sido sacudidas de un golpe y reorganizadas para siempre.

Esta fiesta de introducción fue detonada por el desarrollo Japonés de una sangre sintética que puede mantener a los vampiros nutricionalmente satisfechos y alimentados. Desde la Gran Revelación, los Estados Unidos han experimentado numerosas agitaciones políticas y sociales en el proceso desigual de acomodar a nuestros ciudadanos tan nuevecitos, que resultan solamente estar muertos. Los vampiros tienen una cara pública y una explicación pública de su condición—ellos claman que un virus y alergia a la luz del sol y el ajo es lo que causa severos cambios metabólicos—pero yo he visto el otro lado del mundo vampiro. Mis ojos ahora ven muchas cosas que la mayor parte de los seres humanos no verán nunca. Pregúntenme si este conocimiento me ha hecho feliz.

No.

Pero tengo que confesar, que ahora el mundo es un lugar más interesante para mí. Estoy sola mucho tiempo (ya que no soy exactamente Norma Normal), así que algo suplementario en qué pensar ha sido bienvenido. El miedo y el peligro no lo han sido. He visto la cara privada de los vampiros, y he aprendido sobre Lobatos, Adaptos y otras cosas. Los lobatos y adaptos prefieren quedarse en las sombras—por ahora—mientras observan como les funciona a los vampiros el recibir publicidad.

Se dan cuenta, tenía todo esto para rumiar mientras recogía bandeja tras bandeja llena de vasos y tazas, descargando y cargando el lavavajillas para ayudar a Tack, el nuevo cocinero. (Su verdadero nombre es Alphonse Petacki. ¿Les sorprende que prefiera llamarse “Tack”?) Cuando nuestra parte de la limpieza estuvo más o menos terminada, y esta larga noche finalmente acabó, abracé a Arlene y le deseé un feliz año nuevo, y ella me abrazó de vuelta. El novio de Holly la esperaba en la entrada de los empleados detrás del edificio, y Holly agitó una mano hacía nosotras cuando se puso su abrigo y se apresuró hacia fuera.

-¿Cuales son sus deseos para el Año Nuevo, señoras? -Sam preguntó. Durante ese tiempo, Kenya se apoyaba contra la barra, esperándolo, su cara calmada y alerta. Kenya toma su almuerzo aquí con bastante regularidad junto con su compañero, Kevin, que era tan pálido y delgado como ella era oscura y robusta. Sam estaba poniendo las sillas sobre las mesas así Terry Bellefleur, quién llegaría muy temprano en la mañana, podría fregar el suelo.

-Buena salud, y el hombre adecuado, -dijo Arlene dramáticamente, sus manos revolotearon sobre su corazón, y nos reímos. Arlene ha conocido muchos hombres—y ella ha estado casada cuatro veces—pero todavía busca al Sr. Correcto. Pude “oír” a Arlene pensando que Tack podría serlo. Me quedé sorprendida; ni siquiera sabía que ella lo estaba viendo.

La sorpresa se mostró sobre mi cara, y con una voz incierta Arlene dijo;

-¿Piensas que debería rendirme?

-Demonios, no, -dije propiamente, reprendiéndome por no guardar mi expresión mejor. Era solamente que estaba tan cansada. -Será este año, seguro, Arlene. –Le sonreí a la única policía femenino negra de Bon Temp. -Tu tienes que tener un deseo para el Año Nuevo, Kenya. O un propósito.

-Siempre deseo que haya paz entre hombres y mujeres, -Kenya dijo. -Hace mi trabajo mucho más fácil. Y mi propósito es ponerme la talla catorce.

-Guau, -dijo Arlene. Su pelo teñido rojo contrastó violentamente con el rizado tono natural rubio-rojizo de Sam cuando ella le dio un abrazo rápido. Él no era mucho más alto que Arlene—aunque ella es al menos cinco pies ocho, dos pulgadas más alta que yo. -Voy a perder diez libras, este es mi propósito. -Nos reímos. Había sido el propósito de Arlene durante los cuatro años pasados. -¿Y tú, Sam? ¿Deseos y propósitos?  -ella preguntó.

-Tengo todo lo que necesito, -dijo, y sentí una onda azul de sinceridad proveniente de él. –He decidido seguir por esta ruta. El bar va viento en popa, me gustan las rutas con dos extensos caminos, y la gente aquí es tan buena como la gente en todas partes.

Di vuelta para ocultar mi sonrisa. Había sido una declaración bastante ambigua. La gente de Bon Temps estaban, en efecto, tan buenas como la gente en todas partes.

-¿Y tú, Sookie? -él preguntó. Arlene, Kenya, y Sam, todos me veían. Abracé a Arlene otra vez, porque me gusta hacerlo. Soy diez años más jóven—tal vez más, a pesar de que Arlene diga que ella tiene treinta y seis años, tengo mis dudas—pero hemos sido amigas desde que comenzamos a trabajar en Merlotte´s juntas, después de que Sam compró el bar, hará tal vez cinco años ahora.

 

-Venga ya, -dijo Arlene, lisonjeándome. Sam puso su brazo alrededor de mí. Kenya sonrió, pero se dirigió hacía la cocina para tener unas palabras con Tack.

Actuando por impulso, compartí mi deseo.

-Solamente no deseo ser golpeada y magullada, -dije, mi cansancio y la hora combinándose en un inoportuno estallido de honestidad. -No quiero ir al hospital. No quiero ver a un doctor. -No quería tener que ingerir más sangre de vampiro, tampoco, que puede curar de manera apresurada, pero tiene varios efectos secundarios. –Así que mi propósito es quedarme fuera de los problemas, -dije firmemente.

Arlene pareció bastante impresionada, y Sam pareció—pues, no podría decir sobre Sam. Pero ya que yo había abrazado a Arlene, le di un gran abrazo, también, y sentí la fuerza y el calor de su cuerpo. Ustedes pensarían que Sam es un peso ligero hasta que no lo vean sin camisa descargando cajas de provisiones. Él es realmente fuerte y bien construido, y tiene una temperatura corporal naturalmente alta. Lo sentí besar mi pelo, y luego todos nos dimos las buenas noches los unos a los otros y salimos por la puerta de atrás. La camioneta de Sam estaba aparcada delante de su remolque, que está detrás de Merlotte´s, en ángulo recto al bar, pero él subió en el auto patrulla de Kenya, quién lo conduciría hacía el banco. Ella le traería a casa, y luego Sam podría sufrir un colapso. Él había estado sobre sus pies durante horas, como todos nosotros.

Cuando Arlene y yo abrimos nuestros autos, noté que Tack esperaba en su vieja camioneta; quise apostar que él iba a seguir a Arlene a casa.

Con un último “¡Buenas Noches!” dicho a través del frío silencio de la noche de Luisiana, nos separamos para comenzar nuestros años nuevos.

Me enfile sobre Hummingbird Road para dirigirme a mi casa, que está aproximadamente tres millas al Sudeste del bar. El alivio de estar finalmente sola fue inmenso, y comencé a relajarme mentalmente. Mis faros iluminaron al pasar los pinos apelotonados que forman la columna vertebral de la industria maderera de aquí.

La noche era extremadamente oscura y fría. No hay ninguna luz de farolas sobre los caminos vecinales, desde luego. Las criaturas silvestre no se moverían, ni de broma. Aunque me repitiera a mi misma que debía mantenerme alerta por los ciervos que cruzan los caminos, yo conducía como si tuviera el piloto automático. Mis pensamientos estaban saturados con la idea de lavar mi cara, ponerme mi camisón más calientito y meterme en mi cama.

Algo blanco apareció enfrente de los faros de mi viejo auto.

 

Jadeé, despabilándome de la soñolienta anticipación de calor y silencio.

Un hombre corriendo: A las tres de la mañana el primero de Enero, corría por el camino vecinal. Por lo visto estaba corriendo por su vida.

Reduje la velocidad, tratando de pensar en un curso de acción. Yo era una solitaria mujer desarmada. Si algo horrible lo perseguía, también podría atraparme. Por otra parte, no podía dejar a alguien sufrir si yo podía ayudar. Tuve un momento para notar que el hombre era alto, rubio, y vestido sólo con jeans, antes de que me aproximara a él. Detuve el auto en el acotamiento y me incliné para hacer bajar la ventanilla sobre el lado del pasajero.

-¿Puedo ayudarle?  -Llamé. Él me dirigió un vistazo lleno de pánico y siguió corriendo.

Pero en aquel momento reconocí quién era. Salté del auto y salí corriendo tras de él.

-¡Eric! -Grité. -¡Soy yo!

Él giró alrededor entonces, siseo con sus colmillos totalmente hacia fuera. Me paré tan repentinamente que me balanceé sobre un pie, mis manos hacia fuera y delante de mí en un gesto de paz. Desde luego, si Eric decidía atacarme, era una mujer muerta. Esto me pasa por ser una buena Samaritana.

¿Por qué no me reconocía Eric? Yo lo conocía desde hace muchos meses. Él era el jefe de Bill, en la complicada jerarquía vampiro que comenzaba a comprender. Eric era el sheriff del Área Cinco, y él era un vampiro en ascenso. Él era también magnífico y podía besar hasta hacerte estallar en llamas, pero en este momento, ese no era el lado más pertinente que estaba viendo de él. Lo que yo veía eran unos colmillos con fuertes manos encorvadas en garras. Eric estaba en estado de completa alarma, pero él pareció tan asustado de mí como yo lo estaba de él. No saltó para agredirme.

-Quédate donde estás, mujer, -me advirtió. Su voz sonó rasposa como si su garganta estuviera desgarrada y dolorida.

-¿Qué haces aquí fuera?

 

-¿Quién eres tú?  

-Sabes condenadamente bien y bonito quién soy. ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás aquí fuera sin tu auto? -Eric conducía un estilizado Corvette, lo que era simplemente Eric.

-¿Me conoces? ¿Sabes quién soy yo?

Bien, esto me golpeó como un mazo. Él no sonó como si bromeara. Dije cautelosamente;

-Desde luego que te conozco, Eric. A menos que tengas un gemelo idéntico. No tienes uno, ¿cierto?

 

-No lo sé. -Sus brazos cayeron, sus colmillos parecieron retraerse, y él se enderezó de su postura de ataque, entonces sentí que existía una mejora definida en la atmósfera de nuestro encuentro.

-¿No sabes si tienes un hermano? -Estaba más o menos dando palos de ciego.

 

-No. No sé. ¿Eric es mi nombre? –Bajo el resplandor de mis faros, él pareció lastimosamente perdido.

 

-Guau. -No pude pensar en nada más provechoso que decir. -Eric Northman es el nombre que usas en estos días. ¿Por qué estás aquí fuera?

-No sé esto, tampoco.

Yo sentía el punto aquí.

-¿De verdad? ¿No recuerdas nada? -Traté de eliminar la seguridad de que en cualquier momento me sonreiría abiertamente y me explicaría todo riéndose, embrollándome en algún lío que terminaría conmigo… siendo golpeada y magullada.

-En serio. -Él dio un paso más cerca, y su blanco pecho desnudo me hizo comprensivamente temblar, poniéndome la carne de gallina. También percibí (ahora que no estaba aterrorizada) cuán abandonado él se veía. Era una expresión que nunca antes había visto sobre la cara del confidente Eric, y me hizo sentir incomprensiblemente triste.

 

-Sabes que eres un vampiro, ¿cierto?

 

-Sí. -Él pareció sorprendido que preguntará. -Y tú no lo eres.

 

-No, soy una humana real, y tengo que saber que no me harás daño. Aunque ya podrías habérmelo hecho ahora. Pero créeme, aun si no lo recuerdas, somos una especie de amigos.

-No te haré daño.

Me recordé que probablemente cientos y miles de personas habían oído aquellas mismas palabras antes de que Eric desgarrara sus gargantas. Pero el hecho es que los vampiros no tienen que matar una vez que ellos pasan de su primer año. Un sorbo aquí, un sorbo allí, esto es la norma. Como él pareció tan perdido, era difícil recordar que podría desmembrarme con sus manos desnudas.

Ya le había comentado a Bill una vez, que la cosa lista de hacer por los aliens (cuando ellos invadieran la Tierra) sería llegar con aspecto de conejitos de orejas gachas.

-Ven entra en mi auto antes de que te congeles, -dije. Tenía otra vez aquel sentimiento me-estoy-metiendo-en-líos, pero no sabía que más hacer.

-¿Te conozco realmente? -él dijo, como si estuviera dudoso sobre entrar a un auto con alguien tan formidable como una mujer diez pulgadas más corta, muchas libras más ligera, y unos siglos más jóven.

-Sí, -dije, incapaz de retener un filo de impaciencia. No estaba muy contenta conmigo, porque todavía a medias sospechaba que estaba siendo engañada por alguna razón insondable. –Ahora, venga ya, Eric. Me congelo, y tu también. -No es que los vampiros parecieran sentir temperaturas extremas, por regla general; pero hasta la piel de Eric se miró como de gallina. Los muertos pueden congelarse, desde luego. Ellos sobrevivirán—ellos sobreviven a casi todo—pero tengo entendido que es bastante doloroso. –Ah, Dios mio, Eric, estás descalzo. -Lo acababa de notar.

Tomé su mano; él me dejó acercarme bastante para esto. Me dejó guiarlo hacía el auto y meterlo en el asiento de pasajeros. Le dije que subirera la ventanilla cuando subí de mi lado, y después de un largo minuto de estudiar el mecanismo, él lo hizo.

 

Alcancé del asiento trasero una vieja manta que guardo allí durante el invierno (para juegos de fútbol, etc.) y lo arropé con ella. Él no temblaba, desde luego, porque era un vampiro, pero sencillamente no podía estar de pie y ver toda esa carne desnuda expuesta con esta temperatura. Giré la calefacción a su máxima potencia (que, en mi viejo auto, no es mucho).

La piel expuesta de Eric nunca jamás me había hecho sentir frío—al menos cuando antes había visto la mayor parte de Eric, no había sentido nada de eso. Estaba lo suficiente atontada como para reírme en voz alta antes de que pudiera censurar mis propios pensamientos.

Él se sobresalto, y me miró de reojo.

-Eres la última persona que esperé ver, -dije. -Recorriste todo esté camino, de algún modo, ¿para ver a Bill? Porque él no está.

-¿Bill?

-¿El vampiro que vive aquí también? ¿Mi ex-novio?  

Él sacudió su cabeza. De nuevo volvió a estar absolutamente aterrorizado.

-¿No sabes cómo llegaste hasta aquí?

 

Él sacudió su cabeza otra vez.

Estaba haciendo un gran esfuerzo para pensar con rapidez; pero era solamente eso, un esfuerzo. Me encontraba desgastada. A pesar del flujo de adrenalina que había recibido cuando había divisado la figura corriendo por el camino oscuro, aquel influjo se evaporo rápido. Llegué a la curva rumbo a mi casa y di vuelta a la izquierda, serpenteando por los negros y silenciosos bosques sobre mi agradable y nivelada calzada—que, de hecho, Eric había hecho arreglar para mí.

Y era por eso que ahora mismo Eric se sentaba en mi auto, en vez de correr a través de la noche como un gigantesco conejo blanco. Él había tenido la inteligencia de darme lo que realmente quería. (Desde luego, él también había querido que yo me acostara con él durante meses. Pero él me había dado la calzada porque la necesitaba.)

 

-Hemos llegado, -dije, rodeando mi vieja casa por la parte trasera. Apagué el auto. Gracias al cielo, me había acordado de dejar las luces exteriores prendidas cuando me había ido para el trabajo esa tarde, así no estábamos allí en total oscuridad.

-¿Aquí es dónde vives? -Él echó un vistazo alrededor del claro donde se alzaba mi vieja casa, aparentemente inquieto acerca de salir del auto a la puerta de atrás.

-Sí, -dije, exasperada.

Él simplemente me dirigió una mirada que mostró lo blancas que eran sus córneas alrededor del azul de sus ojos.

-Ah, venga ya, -dije, sin ninguna gracia en absoluto. Salí del auto y subí los escalones hacía el porche trasero, que no dejo cerrado porque, ¡eh!, ¿para qué ponerle una cerradura a un porche trasero cubierto? Lo que realmente cierro es la puerta interior, y después de hurgar un segundo, conseguí abrirla, así la luz prendida que dejé en la cocina podría iluminar lo demás. -Puedes entrar, -dije, para que pudiera cruzar el umbral. Él correteó después de mí, con la manta todavía enredada alrededor de él.

Bajo la deslumbrante luz en la cocina, Eric se miraba lamentable. Sus pies desnudos sangraban, lo que no había notado antes.

-Oh, Eric, -dije tristemente, saque una palangana del gabinete, y comencé a dejar correr el agua caliente en el fregadero. Él se curaría verdaderamente rápido, como sucede con todos los vampiros, pero lo menos que podía hacer era lavarlo y limpiarlo. Los jeans estaban asquerosos alrededor del dobladillo. -Quítatelos, -dije, sabiendo que solamente se empaparían si mojaba sus pies mientras él estaba todavía vestido.

Sin una mirada de soslayo, ni una indirecta o cualquier otra indicación de que él disfrutaba de esta situación, Eric se desabrocho y quitó los jeans. Los lancé en el porche trasero para lavarlos por la mañana, tratando de no mirar de reojo a mi invitado, que ahora estaba vestido con una ropa interior que iba más allá de mi imaginación, un estilo biquini en brillante rojo cuya calidad elástica estaba siendo definitivamente puesta a prueba. Vaya, otra gran sorpresa. Yo había visto la ropa interior de Eric sólo una vez antes— que fue una vez más de lo que debí ver— y él había sido un tipo con boxers de seda. ¿Los hombres cambian estilo así nada más?

Sin limpiarse, y sin un comentario, el vampiro se abrigó de nuevo su cuerpo blanco con la manta. Hmmm. Ahora estaba convencida que no era él mismo, cuando ninguna otra prueba podría haberme convencido. Eric era un espécimen de más de seis pies de pura magnificencia (sí, una magnificencia blanca de mármol), y él lo sabía muy bien.

Señalé hacía una de las sillas en la mesa de cocina. Obedientemente, él la sacó y se sentó. Me puse en cuclillas para poner la palangana sobre el suelo, y suavemente dirigí sus grandes pies en el agua. Eric gimió cuando el calor tocó su piel. Adivino que hasta un vampiro podría sentir el contraste. Conseguí un trapo limpio del fregadero y algo de jabón líquido, y lavé a sus pies. Tomé mi tiempo, porque trataba de pensar que hacer después.

-Tu estabas fuera por la noche, -observó él, en una especie de tentativa de charla.  

-Venía a casa del trabajo, como puedes verlo por mi ropa. -Llevaba puesto nuestro uniforme de invierno, una blusa blanca de cuello redondo y manga larga con “Merlotte´s Bar” bordado sobre el pecho izquierdo y la llevaba metida dentro de unos pantalones negros.

-Las mujeres no deberían estar solas fuera tan tarde por la noche, -dijo él con desaprobación.

-Dímelo a mí.  

-Bien, las mujeres son más susceptibles de ser sometidas por un ataque que los hombres, por tanto ellas deberían estar más protegidas…

-No, no lo decía de manera literal. Quería decir que estoy de acuerdo. Qué estás predicando en vano. No quiero trabajar tan tarde por la noche.

-¿Entonces por qué estabas fuera?

 

-Necesito el dinero, -dije, limpiando mi mano y sacando el rollo de cuentas de mi bolsillo y dejándolo caer sobre la mesa mientras pensaba en ello. -Conseguí esta casa para mantener, mi auto es viejo, y tengo impuestos y seguros que pagar. Como todos los demás, -añadí, por si él pensaba que me quejaba excesivamente. Odié lloriquear sobre mi pobreza, pero él había preguntado.

-¿No hay ningún hombre en tu familia?

De tanto en tanto, sus años se muestran realmente.

-Tengo un hermano. No puedo recordar si ya conociste alguna vez a Jason. -Un corte en su pie izquierdo lucía particularmente mal. Puse un poco más de agua caliente en la palangana para calentar el resto. Entonces traté de sacar toda la suciedad. Él se estremeció cuando suavemente froté el trapo sobre los bordes de la herida. Los cortes más pequeños y las contusiones parecieron desvanecerse justo cuando yo miraba. El calentador de agua hizo ruido detrás de mí, el familiar sonido de alguna manera me tranquilizó.

 

-¿Tú hermano te permite realizar este trabajo?

Traté de imaginarme la cara de Jason cuando le dijera que esperaba que él me mantuviera por el resto de mi vida porque yo era una mujer y no debería trabajar fuera de casa.

-Oh, por Dios, Eric. -Alcé la vista hacía él frunciendo el ceño. -Jason tiene sus propios problemas. -Como ser un egoísta crónico y un verdadero semental.

Puse la palangana del agua a un lado y le froté una toalla seca a Eric con suaves movimientos. Este vampiro ahora tenía pies limpios. Más bien rígidamente, me puse de pie. Mi espalda me dolía. Mis pies me dolían.

-Escucha, creo que mejor le hago una llamada a Pam. Ella sabrá probablemente lo que esta pasando contigo.

-¿Pam?

Era como tener alrededor a un niño de dos años particularmente irritante.

-Tu segundo en comando. -Él iba a hacer otra pregunta, ya lo veía venir. Alcé una mano. –Espera solamente un momento. Déjame llamarle a ella y saber lo que esta ocurriendo.

-Pero, ¿que tal si ella se ha vuelto contra mí?

-Entonces tenemos que saber esto, también. Mientras más pronto mejor.

Estiré mi mano hacía el viejo teléfono que colgaba sobre la pared de la cocina directamente al final del contador. Un taburete alto estaba debajo de él. Mi abuela se sentaba siempre sobre ese taburete para mantener sus larguísimas conversaciones telefónicas, con papel y lápiz a la mano. La echaba de menos cada día que pasaba. Pero en este momento no tenía ningún espacio en mi paleta emocional para la pena, o incluso la nostalgia. Miré en mi pequeña libreta de direcciones para el número de Fangtasia, el bar vampiro en Shreveport que proporcionaba el ingreso principal de Eric y le servía como base para sus operaciones, que tenía entendido eran de amplio espectro y alcance. No sabía cuán amplios o rentables eran los otros proyectos, y no tenía ningún interés especial por saberlo.

Había leído en el periódico de Shreveport que también Fangtasia, tenía planeado un Gran reventón para la noche—“Comiencen Su Año Nuevo con un Mordisco”—así que yo sabía que alguien estaría allí. Mientras el teléfono sonaba, abrí de golpe el refrigerador y sacé una botella de sangre para Eric. La metí dentro del microonda y puse el temporizador. Él siguió cada uno de mis movimiento con ojos ansiosos.

-Fangtasia, -dijo una acentuada voz masculina.

-¿Chow?

 

-Sí, ¿cómo puedo servirla? –Justo a tiempo él acababa de recordar su personaje telefónico de vampiro atractivo.

-Soy Sookie.

-Ah, -él dijo con una voz mucho más natural. -Escucha, Feliz Año Nuevo, Sook, pero estamos algo ocupados aquí.

 

-¿Buscando a alguien?

 

Hubo un silencio largo y cargado.

-Espera un minuto, -él dijo, y luego no oí nada.

-Pam, -dijo Pam. Ella había recogido al receptor tan silenciosamente que brinqué cuando oí su voz.

-¿Tienes todavía un maestro?  -No sabía cuánto podría decirle por teléfono. Quise saber si ella había sido quién había puesto a Eric en este estado, o si ella todavía le debía lealtad.

-Lo tengo, -dijo ella calmadamente, entendiendo lo que quería saber. -Estamos bajo… tenemos algunos problemas.

Rumié esto hasta que estuve segura que había leído bien entre líneas. Pam me decía que ella todavía le profesaba lealtad a Eric, y que el grupo de seguidores de Eric estaba bajo una especie de ataque o en una especie de crisis. Así que dije;

-Él está aquí. -Pam apreciaba la brevedad.

-¿Está vivo?  

-Ahá.  

-¿Dañado?

-Mentalmente.

Una larga pausa, esta vez.

-¿Significa un peligro para tí?

No es que a Pam le preocupase si Eric decidiera dejarme seca, pero adivino que ella se preguntó si podría acoger a Eric.

-No pienso que sea eso, -dije. -Parece ser una cosa de la memoria.

 

-Odio a las brujas. Los humanos tuvieron una buena idea, quemándolas en una pira de leña.

Ya que los mismos humanos que había quemado a las brujas habrían estado fascinados de hundir aquella misma leña en los corazones de los vampiros, encontré este comentario algo divertido—pero no mucho, considerando la hora. Inmediatamente olvidé de lo qué ella había estado hablando. Bostezé.

-Mañana por la noche, iremos, -dijo ella finalmente. -¿Puedes mantenerlo allí durante hoy? El alba llegará en menos de cuatro horas. ¿Tienes un lugar seguro?

-Sí. Pero ven aquí al anochecer, ¿me oyes? No quiero enredarme en su mierda de vampiros otra vez. -Normalmente, no hablo tan sin rodeos; pero como ya dije, este era el final de una larga noche.

-Estaremos allí.  

Colgamos simultáneamente. Eric me miraba con sus ojos azules sin parpadear. Su pelo estaba hecho un asco, una especie de masa enredada, de ondas rubias. Su pelo es exactamente del mismo color que el mío, y también tengo ojos azules, pero hasta allí acaban las semejanzas.

Pensé cepillarle su pelo, pero ya estaba demasiado cansada.

 

-Bien, aquí está el trato, -le dije. –Tu te quedas aquí el resto de la noche y la mañana, y luego Pam y los demás vienen por ti al anochecer y te dicen lo que pasa.

-¿No dejarás que nadie entre? -preguntó. Noté que había terminado la sangre, y que no se veía tan desmejorado como se había visto antes, lo que era un alivio.

-Eric, haré todo lo posible para mantenerte a salvo, -dije, muy suavemente. Froté mi cara con mis manos. Iba a quedarme dormida sobre mis pies. –Ven conmigo -dije, tomando su mano. Agarrando la manta con la otra mano, él avanzó rumbo al pasillo después de mi, un gigante blanco como la nieve en diminuta ropa interior roja.

Mi vieja casa ha sido ampliada y modificada durante años, pero no deja de ser más que una humilde casa de granja. Una segunda planta fue añadida a principios del siglo, y dos dormitorios más y un corredor que conduce al desván de arriba, pero raras veces voy allá arriba. Lo mantengo cerrado, para ahorrarme el dinero de la electricidad. Hay dos dormitorios abajo, uno grande y el más pequeño fue el que yo había usado hasta que mi abuela murió, ambos a través del pasillo. Me había movido en el grande después de su muerte. Pero Bill había construido su “hoyito secreto” en el dormitorio más pequeño. Conduje a Eric allí, encendí la luz, y me aseguré que las persianas estuvieran cerradas y las cortinas corridas a través de ellas. Entonces, abrí la puerta del armario, quité unas pocas cajas, y retiré la tapa de la alfombra que cubría el suelo del armario, exponiendo la puerta secreta. Debajo, había un espacio oscuro que Bill había construido unos meses antes, de modo que él podría quedarse durante el día o usarlo como un escondrijo si su propia casa fuera insegura. A Bill le gustaba tener un refugio, y estaba segura que él tenía algunos más que yo ni sabía. Si hubiera sido una vampira (Dios no lo permita), yo misma los habría tenido.

Tuve que limpiar de mi cabeza los pensamientos de Bill cuando mostré a mi reacio invitado como cerrar la puerta secreta encima de él y que la tapa de alfombra cayera de nuevo sobre su lugar.

-Cuando me levanto, acomodo de nuevo las cajas en el armario, así parece natural -lo tranquilicé, y sonreí animosamente.

-¿Tengo que entrar ahora? -él preguntó.

Eric, haciendome una petición: el mundo realmente estaba girado al revés.

-No, -dije, intentando sonar como si me importara. En lo único que yo podía pensar era en mi cama. -No tienes que hacerlo ahora. Solamente entra antes de la salida del sol. No hay ningún modo que se te pueda pasar esto, ¿cierto? Quiero decir, ¿no puedes quedarte dormido y despertarte en el sol?

 

Él pensó durante un momento y sacudió su cabeza.

-No, -él dijo. -Sé que esto no puede pasar. ¿Puedo quedarme en el cuarto contigo?

Oh, Dios, ojos de cachorrito perdido. Esto, viniendo de un antiguo vampiro Vikingo de seis-pies-cinco. Era sencillamente demasiado. No tenía bastante energía para reírme, así que solamente emití un triste suspiro.

-Ven conmigo, -dije, mi voz tan débil como mis piernas.

Apagué la luz en aquel cuarto, crucé el pasillo, y encendí la luz en mi propio cuarto, amarillo y blanco y limpio y caliente, y doblé el sobrecama y la manta y la sábana. Mientras, Eric se sentó desmadejadamente en una silla con antebrazos del otro lado de la cama. Me saqué mis zapatos y calcetines, conseguí un camisón de noche de un cajón, y me retiré al cuarto de baño. Estuve fuera en diez minutos, con cara y dientes limpios y envuelta en un camisón de noche muy viejo, de franela muy suave, que era del color de la nata, con flores azules dispersadas alrededor. Sus cintas estaban desgastadas y la pechera alrededor del fondo estaba bastante deslavada, pero me acomodaba mucho. Después de que había apagado las luces, recordé que mi pelo estaba todavía en su habitual cola de caballo, entonces tiré la cinta que lo sostenía y sacudí mi cabeza para hacerlo caer suelto. Incluso mi cuero cabelludo pareció relajarse, y suspiré con felicidad.

Cuando subí en la vieja cama alta, mi gran mosca personal hizo lo mismo. ¿Le había dicho yo que él podría entrar en la cama conmigo? Bien, decidí, cuando me arrebujé dentro y bajo las viejas sabanas suaves y la manta y el cubrecama, si Eric tenía alguna expectativa sobre mí, estaba demasiado cansada como para preocuparme.

-¿Mujer?

-¿Hmmm?

-¿Cómo te llamas?  

-Sookie. Sookie Stackhouse.

-Gracias, Sookie.

-Sé bienvenido, Eric.

Como él sonó tan perdido—el Eric que yo conocía nunca había sido alguien que hiciera otra cosa más que asumir que los demás debían servirlo a él—manoseé alrededor bajo las sabanas para acariciar su mano. Cuando la encontré, deslicé mi propia mano sobre ella. Su palma se elevó para encontrar mi palma, y sus dedos se entrelazaron con los míos.

 

Y aunque nunca hubiera pensado que era posible irse a dormir sosteniéndole la mano a un vampiro, esto fue exactamente lo que hice.


Capítulo 2

Me desperté lentamente. Descanse acurrucada dentro de mis mantas, mientras me desperezaba y estiraba un brazo o una pierna, gradualmente recordé los pasados eventos surrealistas durante la noche anterior.

Bueno, Eric ya no estaba en la cama conmigo, así que podía suponer que él estaba instalado de manera segura en el hoyito secreto. Me dirigí a través del corredor. Y tal como había prometido, puse las diferentes cajas de nuevo en el armario para hacerlo lucir normal. El reloj me dijo que era pasado el mediodía, y fuera el sol relucía brillante, aunque el aire era frío. Para Navidad, Jason me había dado un termómetro que podía leer las temperaturas afuera y mostrarlas en una pantalla digital dentro. Él también lo había instalado para mí. Ahora sabía dos cosas: era tarde y afuera teníamos 34 grados Fahrenheit.

En la cocina, todavía estaba en el suelo la palangana con agua que había usado para lavar los pies de Eric. Mientras tiraba el agua en el fregadero, me di cuenta que en algún momento él había enjuagado la botella de la sangre sintética. Tenía que conseguir algo más para tener cuando él se levantará, ya que una no quiere tener a un vampiro hambriento en su casa, y sería también educado tener algo de sangre extra para ofrecerle a Pam y quienquiera que viniera con ella desde Shreveport. Me explicaran las cosas—o no, ellos se llevarían a Eric y resolverían cualesquiera de los problemas que estuviera afrontando la comunidad vampiro de Shreveport, y ellos me dejarían en paz. O no.

Merlotte´s estaría cerrado el primer día del Año Nuevo hasta las cuatro de la tarde. Para el día de Año Nuevo, y el siguiente día, Charlsie, Danielle y la nueva chica estaba programado que trabajarían, porque el resto de nosotras habíamos trabajado en la Nochevieja. Así que tenía libres dos días completos… y al menos uno de ellos lo tenía que pasar sola en la casa con un vampiro mentalmente enfermo. La vida, simplemente no mejora.

Me tomé dos tazas de café, puse los jeans de Eric en la lavadora, leí por un rato mi romance, y estudié mi recién estrenado Calendario de la Palabra del Día, un regalo de Navidad de Arlene. Mi primera palabra para Año Nuevo era “transfusión”. Probablemente este no era un buen presagio.

Jason llegó un poquito después de las cuatro, volando a través de mi calzada en su camioneta con flamas rosadas y púrpuras a los lados. Ya me había bañado y vestido para entonces, pero mi pelo estaba todavía mojado. Lo había rociado con acondicionador y por ello me cepillaba despacio, sentándome delante de la chimenea. Había prendido la TV en un juego de fútbol para tener algo que ver mientras me cepillaba, pero había mantenido el volumen bajo. Estaba ponderando el predicamento de Eric mientras lujuriosamente sentía la calidez del fuego en mi espalda.

No habíamos usado la chimenea mucho desde hacía algunos años, porque comprar una carga de leña era demasiado caro, pero Jason había cortado un montón de árboles que se habían caído el año pasado debido a una tormenta de nieve. Estaba muy bien abastecida, y estaba disfrutado de las flamas.  

Mi hermano pisó muy fuerte los escalones delanteros y tocó descuidadamente antes de entrar. Igual que yo, él había crecido y sido criado en esta casa. Ambos habíamos venido a vivir con Abue cuando nuestros padres habían muerto, ella rentó nuestra otra casa hasta que Jason dijo que estaba listo para vivir de manera independiente, a la edad de veinte. Ahora Jason tenia veintiocho y era el jefe de una cuadrilla de carreteras para el municipio. Esto era un gran paso para un chico local sin mucho nivel académico, y yo había pensado que era suficiente para él hasta que durante el pasado mes o dos, él había comenzado a actuar como si deseará un cambio.

-Bien, -dijo, cuando miró el fuego. Él se detuvo directamente de frente para calentar sus manos, accidentalmente bloqueándome el calor. -¿A qué hora llegaste a la casa anoche? –Dijo sobre su hombro.

-Creo que me fui a la cama alrededor de las tres.

-¿Qué piensas de la chica con la que estaba?

-Creo qué sería mejor que la dejaras de ver.

Eso no era lo él que esperaba escuchar. Sus ojos me miraron de reojo.

-¿Qué cosa fue lo que le descubriste? –Preguntó con una voz resignada.

Mi hermano sabe que soy telepática, pero él jamás lo ha discutido conmigo, o nadie más. Lo he visto meterse en peleas con algunos hombres que me han acusado de ser anormal, pero él sabe que soy diferente. Todo mundo lo sabe. Sencillamente ellos escogen no creerlo o ellos creen que no es posible que yo pueda leer sus pensamientos—más bien, los de los demás. Sólo Dios sabe que yo intento actuar y hablar como alguien que no está recibiendo una indeseada frecuencia de emociones e ideas, de arrepentimientos y acusaciones, pero a veces eso solamente se filtra.

-Ella no es tu tipo, -dije mirando hacía el fuego.

-Seguro que no es una vampira, -él protestó.

-No, no es una vampira.

-Entonces está bien. –Él me miró de manera beligerante.

-Jason, cuando los vampiros salieron a la luz—cuando nosotros supimos que ellos eran reales después de todas estas décadas de pensar que ellos era una leyenda tenebrosa—¿nunca te preguntaste si existirían otros cuentos que fueran verdaderos?

Mi hermano pensó acerca de este concepto durante un minuto. Yo sabía (por que podía “escucharlo”) que Jason quería negar completamente está clase de idea y llamarme chiflada—pero sencillamente no pudo.

-Es como sí tú lo dieras por hecho, -él dijo. No era propiamente una pregunta.

Me aseguré que él me estuviera viendo directo a los ojos, y asentí enfáticamente.

-Mierda, -él dijo, disgustado. –En serio me gustaba la muchacha y ella fue una tigresa en la cama.

-¿De verdad? –Pregunté, completamente chocada de que ella hubiera cambiado enfrente de él cuando no había luna llena. -¿Te encuentras bien? –En el siguiente segundo me estuve maldiciendo por mi propia estupidez. Por supuesto que ella no se había transformado.

Él jadeó durante un segundo, antes de partirse de la risa.

-Sookie, ¡estás más loca que una cabra! Parecía como sí creyeras que ella realmente podría… -Y su cara se congeló. Pude sentir como la idea perforó un agujero en la burbuja protectiva que la mayoría de la gente infla alrededor de sus cerebros,  la burbuja que repele cualquier signo e idea que no cuadra con sus expectativas diarias. Jason se dejó caer pesadamente en el sillón reclinable de Abue. –Desearía no haber oído esto, -dijo él con un hilo de voz.

-No necesariamente eso es lo que le pasa a ella—la cosa del tigre—pero créeme, algo le sucede.

Le tomó un minuto a su cara para volver a recobrar su expresión familiar, pero lo logró. Típica actitud de Jason: Como no había nada que él pudiera hacer acerca de su nuevo conocimiento, lo sepultaba en lo más recóndito de su mente.

-Escucha, ¿viste a la chica de Hoyt anoche? Después de que ellos dejaron el bar, Hoyt se metió de lleno en una zanja por Arcadia, tuvieron que caminar dos millas para conseguir un teléfono porque a él se le olvido recargar la batería de su celular.

-¡No me digas! –Exclamé, en el confortable estilo de los chismosos. –Y ella llevando esos tacones altos. –El equilibrio de Jason se restauró. Él me estuvo contando los chismes locales durante unos minutos, aceptó mi oferta de una Coca, y me preguntó si necesitaba algo del pueblo.

-Sí, necesito algo. –Había estado pensando mientras él hablaba. La mayoría de sus noticias ya las había escuchado de los otros sesos las noches pasadas cuando no estaba cuidado mi guardia mental.

-Uyyss, -él dijo, pareciendo burlonamente asustado. -¿Qué se te ofrece?

-Necesito diez botellas de sangre sintética y ropas para un hombre grande, -le dije, y lo volví a sorprender de nuevo. Pobre Jason, se merecía una zorra tonta por hermana que tuviera y criara lindos sobrinos que lo llamarán Tío Jase y se subieran en sus rodillas. En lugar de eso, me tenía a mí.

-¿Qué tan grande es esté hombre, y donde está él?

-Mide como seis pies con cuatro o cinco, y él está dormido, -dije. –Calculo que será cintura treinta y cuatro, y tiene las piernas muy fuertes y es de hombros amplios. –Me recordé a mi misma revisar la etiqueta de los jeans de Eric, que todavía estaban en la secadora del porche trasero, para confirmar la talla.

-¿Qué tipo de ropas?

-Ropas de trabajo.

-¿Alguien que conozco?

-Yo, -respondió una voz profunda.

Jason volteó como si estuviera esperando recibir un ataque, lo que demuestra que sus instintos no están del todo mal, después de todo. Pero Eric se miraba tan poco amenazante como un vampiro de su tamaño se puede mirar. Y él se había puesto amablemente el albornoz de terciopelo marrón que yo había dejado en el segundo dormitorio. Era uno que guardaba allí para Bill, y me dio una punzada el vérselo a alguien más. Pero tenía que ser práctica; Eric no podía vagar alrededor con ropa interior tipo biquini rojo—al menos, no con Jason en la casa.

Jason miró a Eric con los ojos desorbitados y me echó un vistazo sobresaltado.

-¿Esté es tu nuevo hombre, Sookie? No dejaste siquiera que creciera el pasto en tu jardín. –Él no sabía si sonar admirado o indignado. Jason todavía no se había dado cuenta que Eric era un vampiro. Siempre me ha sorprendido que un montón de gente no pueda percibirlo hasta después de algunos minutos. -Y, ¿necesito conseguirle a él ropa?

-Sí. Su camisa se rompió anoche, y sus jeans azules todavía están sucios.

-¿Me vas a presentar?

Inspiré profundamente. Habría sido muchísimo mejor sí Jason nunca hubiera visto a Eric.

-Mejor no, -dije.

Ambos se lo tomaron muy mal. Jason se miró herido, y el vampiro se vió ofendido.

-Eric, -él dijo, y estiró su mano hacía Jason.

-Jason Stackhouse, el hermano de esta damita tan grosera. –Jason dijo.

Ambos se estrecharon las manos, y yo tuve ganas de retorcerles a los dos el cuello.

-Asumo qué existe alguna razón del por qué ustedes dos no pueden ir afuera y comprar la ropa, -dijo Jason.

-Existe una muy buena razón, -dije. –Y existen cerca de veinte muy buenas razones por las que tú debes olvidarte que alguna vez viste a este tipo.

-¿Te encuentras en peligro? –Jason me preguntó directamente.

 -Todavía no, -dije.

-Sí haces algo que pueda ocasionar que se lastime a mi hermana, te vas a encontrar en un mundo de problemas conmigo, -Jason le dijo a Eric el vampiro.

-No esperaría menos, -dijo Eric. –Pero desde el momento que tú estás siendo franco conmigo, yo también lo seré contigo. Pienso qué deberías mantener a tu hermana, y tomarla bajo tu resguardo dentro de tu casa, así ella se encontraría mejor protegida.

La boca de Jason cayó abierta de nuevo, y yo tuve que cubrir la mía para no reírme en voz alta. Esto era muchísimo mejor de lo que me había imaginado.

-¿Diez botellas de sangre y una cambio de ropas? -Jason me preguntó, y supe por el cambio de su voz que él finalmente se había percatado de la condición de Eric.

-Exacto. La tienda de licores vende la sangre. Y las ropas cómpralas en Wal-Mart. –Eric mayoritariamente era del tipo jeans y playeras, que al fin y al cabo, era lo único que podía pagar. –Ah, también necesita zapatos.

Jason se dirigió para estar junto a Eric y puso su pie paralelo al del vampiro. Él lanzó un silbido, lo qué hizo dar un salto a Eric.

-Pies grandes, -Jason comentó, y me echó un vistazo. -¿Es cierto el viejo dicho?

Le sonreí. Sabía que él estaba intentando aligerar la atmósfera.

-Quizás no me lo creas, pero no lo sé.

-Difícil de tragar... lo digo, sin doble sentido. Bueno, me voy, -Jason dijo, cabeceando en dirección de Eric. Después de unos segundos, lo escuché maniobrar su camioneta en las curvas de mi calzada, rumbo a los oscuros bosques. La noche había caído por completo.

-Lamento haber salido mientras él estaba aquí, -Eric dijo tentativamente. –No querías que él me conociera. –Él se acerco al fuego y pareció que disfrutaba del calor igual que yo lo había hecho.

-No es qué me avergüence de tenerte aquí, -le dije. –Es sólo que tengo el presentimiento que estás metido en un mundo de líos, y no quiero que mi hermano se vea envuelto dentro de ellos.

-¿Es tu único hermano?

-Sí. Y mis padres ya murieron, también mi abuela. Él es todo lo que me queda, a excepción de una prima que ha estado metida en drogas desde hace años. Supongo que está perdida.

-No te entristezcas, -él dijo, como si no pudiera impedirse decirlo.

-Estoy bien. –Hice que mi voz sonará enérgica y concreta.

-Tú has tenido mi sangre, -él dijo.

Ups. Me quede de piedra.

-No podría haber estado en condiciones de saber como te sientes si tú no tuvieras mi sangre, -él dijo. –Somos… ¿hemos sido amantes?

Esa, seguramente, era una manera muy linda de ponerlo. Eric por lo general era muy crudo y franco sobre el sexo.

-No, -dije recatadamente, y estaba diciendo la verdad, aunque no había sucedido sólo por un margen de nada. Nos habían interrumpido a tiempo, gracias a Dios. No soy casada. Tengo momentos de debilidad. Él, es esplendido. ¿Necesito decir más?

Pero él estaba mirándome con ojos intensos, y sentí que el color inundó mi cara.

 

-Esté no es el albornoz de tu hermano.

Ay, hombre. Me quedé observando el fuego como si de él fuera a surgir una respuesta para mí.

-Entonces, ¿de quién es?

-Es de Bill, -dije. Esa estuvo fácil.

-¿Él es tu amante?

Asentí.

-Lo fue, -dije honestamente.

-¿Él es mi amigo?

Pensé acerca de eso por un momento.

-Bueno, no exactamente. Él vive en el área donde tú eres el ¿Sheriff? ¿Área Cinco? –Volví a cepillar mi pelo y descubrí que ya se había secado. Crujía electrizado cuando le pasaba el cepillo. Sonreí por el efecto en mi reflejo del espejo arriba de la chimenea. También podía ver a Eric en el reflejo. No tengo ni idea de porque la historia gira en torno a qué los vampiros no pueden ser vistos en espejos. Allí, ciertamente había mucho Eric para ver, porque él era tan alto y no se había cerrado el albornoz muy bien... Cerré mis ojos.

-¿Te hace falta algo? –Eric preguntó inquieto.

Más autocontrol.

-Estoy muy bien, -dije, tratando de no rechinar mis dientes. –Tus amigos estarán aquí pronto. Tus jeans están en la secadora, y estoy deseando que Jason regrese en unos minutos con algunas ropas.

-¿Mis amigos?

-Bueno, los vampiros que trabajan para ti. Supongo que Pam cuenta como amiga. No sé acerca de Chow.

-Sookie, ¿dónde trabajo? ¿Quién es Pam?

Está era realmente una conversación muy cuesta arriba. Intenté explicarle a Eric acerca de su posición, su propio negocio de Fangtasia, sus otros intereses comerciales, pero honestamente, no tenía los suficientes conocimientos acerca de eso como para informarlo completamente.

-Tú no sabes demasiado acerca de lo qué hago, -él observó exactamente.

-Bueno, sólo voy a Fangtasia cuando Bill me lleva, y él me lleva allá cuando tú quieres que haga algo para ti. –Me golpeé a mi misma con el cepillo cuando terminé de decir esto. ¡Estúpida, estúpida!

-¿Cómo puedo hacer qué hagas cualquier cosa? ¿Me prestas el cepillo? –Eric preguntó. Lo miré de reojo. Él se miraba todo macizo y pensativo.

-Seguro, -dije, decidiendo ignorar su primera pregunta. Le pasé el cepillo. Él comenzó a usarlo en su propio pelo, moviendo rítmicamente sus músculos del pecho al hacerlo. Aaah, caray. ¿Quizás debería regresar a la ducha y meterme dentro con agua fría?

Me abalancé dentro de mi recamara para sacar una banda elástica y estirar mi pelo dentro de la cola de caballo más apretada que pude hacerme, hasta la cima de mi cabeza. Utilicé mi segundo mejor cepillo para dejarla bien alisada, y me aseguré que me la hubiera hecho centrada girando mi cabeza de lado a lado.

-Tú estás tensa, -Eric dijo desde el marco de la puerta, y yo solté un quejido. -¡Lo siento, lo siento! –dijo a toda prisa.

Le lancé un vistazo, lleno de sospecha, pero él parecía sinceramente contrito. Sí hubiera sido él mismo de siempre, Eric se habría reído. Y maldición sino extrañaba al verdadero Eric. Una sabía donde estaba parada con él.

Escuché un golpe en la puerta de entrada.

-Quédate aquí, -le dije. Él pareció muy preocupado, y se sentó en la silla de la esquina de mi recámara, como un buen niño. Me alegré de haber recogido mi ropa tirada de la noche anterior, así, mi cuarto no lucía tan personal. Fui a través del cuarto de estar hacía la puerta de entrada, deseando que no hubiera más sorpresas.

-¿Quién es? –Pregunté, pegando mi oreja en la puerta.

-Ya estamos aquí, -respondió Pam.

Comencé a girar la perilla, me detuve, luego recordé que de todas maneras ellos no podían entrar, y entonces abrí la puerta.

Pam tiene pelo lacio de un rubio muy pálido y una piel tan blanca como un pétalo de magnolia. Fuera de eso, ella luce como una joven ama de casa suburbana que mantiene un empleo de medio tiempo en la escuela primaria del barrio.

Aunque realmente no creo que ustedes quieran en serio que Pam se encargue de cuidar a sus nenes, nunca la he visto hacer nada extraordinariamente cruel o vicioso. Pero ella está definitivamente convencida que los vampiros son mejores que los humanos, es muy directa y no mide palabras. Estoy segura que si Pam viera que alguna acción inmediata fuera necesaria para garantizar su bienestar, ella la realizaría sin que se le moviera un pelo. Ella parece ser una excelente segundo en comando y no demasiado ambiciosa. Sí ella quiere tener su propio distrito u área, se guarda muy bien de mostrar ese deseo.

Chow es harina de otro costal. No quiero conocer a Chow más de lo que ya lo conozco. No confió en él, y nunca me siento cómoda con él alrededor mío. Chow es asiático, de complexión delgada, pero es un poderoso vampiro con pelo largo y negro. No medirá más de cinco pies con siete, pero cada pulgada visible de piel (excepto la cara) está cubierta con intrincados tatuajes que son un verdadero trabajo de arte, digno de admirar en su piel. Pam dice que son tatuajes Yakuza. Chow trabaja en Fangtasia como cantinero algunas noches, y las otras veces se sienta en el bar solamente para que los parroquianos del bar se le aproximen. (Qué es el verdadero propósito de los bares vampiros, dejar que los humanos normales sientan que están cabalgando por el lado salvaje al estar en el mismo cuarto con los no-muertos de carne y hueso. Es muy lucrativo, según me ha dicho Bill.)

Pam estaba vistiendo un vaporoso suéter color crema y pantalones de pinza color bronce, y Chow iba vestido con su chaleco usual y unos pantalones sueltos. Él raramente lleva camisa, así, los parroquianos de Fangtasia pueden recibir el completo efecto de su arte corporal.

Llamé a Eric, y el entró al cuarto lentamente. Estaba visiblemente alerta.

-Eric, -dijo Pam, cuando ella lo vió. Su voz llena de alivio. -¿Estás bien? –Sus ojos ansiosamente fijos en Eric. Ella no se inclinó, pero le dirigió una especie de profunda cabezada.

-Maestro, -Dijo Chow, y se inclinó.

Traté de no sobre-interpretar lo que estaba viendo y oyendo, pero asumo que la diferencia entre los saludos significaba la clase de relación existente en cuanto a los tres.

Eric se miró inseguro.

-Te conozco, -él dijo, intentando que sonará más como una afirmación que como pregunta.

Los otros dos vampiros intercambiaron una mirada.

-Trabajamos para ti, -dijo Pam. –Te debemos lealtad.

Comencé a salir del cuarto, porque estaba segura que querrían hablar de las cosas secretas de vampiros. Y si había algo que yo no quería saber, eran más secretos.

-Por favor, no te vayas, -Eric me dijo. Su voz estaba atemorizada. Me congelé y miré hacía atrás de mí. Pam y Chow estaban mirándome por encima de los hombros de Eric, y ambos tenían expresiones muy diferentes. Pam lucía casi divertida. Chow lucía abiertamente desaprobador.

Intenté no mirar directamente a los ojos de Eric, así podría dejarlo con la consciencia tranquila, pero simplemente no funcionó. Él no quería ser dejado a solas con sus dos compinches. Saqué tanto aire fuera, que mis mejillas se abultaron. Vale, maldición. Anduve con dificultad de nuevo al lado de Eric, fulminando con la mirada a Pam el camino entero.

Hubo otro golpe en la puerta, y Pam y Chow reaccionaron de manera dramática. Ambos estaban listos al instante para luchar, y vampiros en esa condición son muy, muy atemorizantes. Sus colmillos salieron fuera, sus manos se curvaron como garras y sus cuerpos se encorvaron en completa alarma. El aire pareció electrizarse alrededor de ellos.

-¿Sí? –Dije a través de la puerta. Tengo que conseguir instalar una mirrilla de seguridad.

-Soy tu hermano, -dijo Jason bruscamente. Él no sabía lo afortunado que había sido por no meterse sin tocar la puerta.

Algo había puesto a Jason de malhumor, sonaba apurado, y me pregunté si habría alguien con él. Casi abrí la puerta. Pero me detuve. Finalmente, sintiéndome como una traidora, giré hacía Pam. Silenciosamente le indiqué ir por el pasillo hacía la puerta trasera, haciendo un gesto de abrir y cerrar para que ella no se confundiera con lo que estaba pidiendo. Hice un círculo en el aire con mi dedo—Ve alrededor de la casa, Pam—y apunté a la puerta de entrada.

Pam asintió y corrió por el pasillo rumbo a la puerta trasera. No pude oír sus pies en el suelo. Asombroso.

Eric se movió lejos de la puerta. Chow se puso enfrente de él. Lo aprobé. Esto era exactamente lo que un subordinado se suponía debería hacer.

En menos de un minuto, oí el bramido de Jason a menos de seis pulgadas de distancia. Brinqué lejos de la puerta, asustada.

Pam dijo;

-¡Abre!

Tiré de la puerta completamente para ver a Jason apresado entre los brazos de Pam. Ella lo estaba sosteniendo alejado del suelo sin ningún esfuerzo, a pesar de que él luchaba salvajemente, haciendo su mejor esfuerzo para liberarse, Dios lo bendiga.

-Eres solamente tú, -dije, el alivio era la máxima de mis emociones.

-¡Por supuesto, maldición! ¿Para qué la mandaste a ella por mí? ¡Bájame!

-Es mi hermano, Pam, -le dije. –Por favor, déjalo en el suelo.

Pam bajó a Jason, y él giro hacía ella para mirarle.

-¡Escucha, mujer! ¡No se alza a un hombre así por qué sí! ¡Eres afortunada de que no te haya golpeado en la cabeza! -Pam volvió a mirarse nuevamente divertida, y Jason se miró avergonzado. Él tuvo la gracia de sonreír. –Supongo que eso habría sido muy difícil, -admitió, recogiendo las bolsas que había soltado. Pam lo ayudó. –Qué suerte que conseguí la sangre en botellas de tamaño familiar, -él dijo. –De otra manera, está adorable dama tendría que haber partido hambrienta.

Él le sonrió cautivadoramente a Pam. Jason ama a las mujeres. Con Pam, Jason estaba de alguna manera yendo más allá de su cabeza, pero él no tenía sentido común para verlo.

-Gracias. Ahora ya te puedes marchar, -dije abruptamente. Tomé las bolsas de plástico de sus manos. Él y Pam estaban mirándose a los ojos. Ella estaba poniendo su encanto sobre él. –Pam, -dije agudamente. –Pam, esté es mi hermano.

-Ya lo sé, -ella dijo calmadamente. –Jason, ¿tienes algo que decirnos?

Me olvidé qué Jason había sonado como si apenas se pudiera aguantar él mismo cuando estaba en la puerta.

-Sí, -él dijo, difícilmente fue capaz de arrancar sus ojos lejos de la vampira. Pero cuando él me echó un vistazo, agarró una vista de Chow, y sus ojos se agrandaron. Al menos, tenía el suficiente sentido como para temer a Chow. -¿Sookie? –dijo. -¿Te encuentras bien? –él dio un paso dentro del cuarto, y podía sentir como la adrenalina dejada por el susto que Pam le había dado comenzaba a bombear por su sistema otra vez.

-Sí. Todo está bien. Estos, son solamente amigos de Eric que han venido a ver como se encuentra.

-Bueno, sería mejor que fueran a buscar y quitar estos carteles.

Eso obtuvo la plena atención de todos. Jason disfrutó de eso.

-Hay carteles colgados en Wal-Mart, Grabbit Kwik y el Bottle Barn, y en casi todos los lugares del pueblo, -él dijo. –Todos dicen: “¿Ha visto a este hombre?” y cuentan acerca de que él ha sido secuestrado y sus amigos están muy preocupados, y ofrecen una recompensa inmediata de cincuenta mil dólares, a quién proporcione información de su paradero.

No procese demasiado bien esto. Mayoritariamente estaba pensando ¿Eh?, cuando Pam entendió el meollo del asunto.

-Ellos esperan verlo y cacharlo, -ella dijo a Chow. –Funcionará.

-Tendremos que encargarnos de esto, -él dijo, señalando con la cabeza en dirección de Jason.

-No te atrevas a ponerle ni una sola mano encima a mi hermano, -dije. Y me interpuse entre Jason y Chow, mientras mis manos buscaban una estaca o martillo o cualquier cosa que sirviera para mantener lejos a este vampiro de tocar a Jason.

Pam y Chow se enfocaron en mí con firme atención. No lo encontré para nada adulador, como Jason. Lo encontré mortal. Jason abrió la boca para hablar—pude sentir la ira creciendo dentro de él, y el impulso de enfrentarlos—pero mi mano se cerró sobre su muñeca, él gruñó, yo dije;

-No digas una sola palabra. –Por un milagro él no lo hizo. Pareció percatarse que los acontecimientos se estaban precipitando rápidamente hacía una dirección muy grave.

-Tendrán que matarme primero, -dije.

Chow se encogió de hombros y dijo:

-Gran cosa.

Pam no dijo nada. Si venía la opción entre mantener los intereses de los vampiros y ser mi compañera de juerga… bien, adiviné que íbamos a tener que anular nuestra fiesta de pijamas, y yo que había estado planeando la trenza francesa para su pelo.

 

-¿De qué se trata todo esto? –Eric preguntó. Su voz fue considerablemente potente. –Explica... Pam.

Fue un minuto dónde las cosas parecieron pender de un hilo. Luego, Pam volteó a ver a Eric, y quizás se vió suavemente aliviada de no tener que matarme en ese momento.

-Sookie y este hombre, su hermano, te han visto, -ella explicó. –Son humanos. Necesitan el dinero. Ellos te entregarán a las brujas.

-¿Cuáles brujas? –Jason y yo dijimos simultáneamente.

-Muchas gracias, Eric, por meternos dentro de esta mierda, -Jason refunfuñó  injustamente. –Y, ¿podrías soltarme mi muñeca, Sookie? Eres más fuerte de lo que te ves.

Era más fuerte de lo qué debería ser, por que había tenido sangre de vampiro—más recientemente la de Eric. Los efectos deberían durar alrededor de otras tres semanas, quizás más. Ya sabía esto por experiencia pasada.

Desafortunadamente, necesité aquella fuerza extra en un momento determinado. El mismo vampiro que ahora se encontraba envuelto en el albornoz de mi antiguo novio, había donado esa sangre cuando me encontraba seriamente herida, pero tenía que seguir adelante.

-Jason, -dije en un nivel de voz—que esperaba lo vampiros no pudieran escuchar. -Por favor, manténte alerta. –Esto fue lo mas cercano que pude decirle a Jason de ser cauteloso por una vez en su vida. De alguna manera, él se enorgullecía de ser una bestia.

Muy lenta y cuidadosamente, como si estuviera un león suelto en el cuarto, Jason y yo nos fuimos a sentar en el viejo sillón a un lado de la chimenea. Eso hizo bajar unos cuantos grados de temperatura la situación. Después de un momento de indecisión, Eric se sentó en el suelo y descansadamente se recargó en mis piernas. Pam se ubicó en la orilla del sillón reclinable, cercano a la chimenea, pero Chow decidió permanecer de pie (en lo que yo calculé sería una distancia para embestir) cerca de Jason. La atmósfera se volvió menos tensa, a pesar de que no significaba que estuviera relajada—pero, aún así, era una mejora sobre los momentos pasados.

-Tu hermano debe quedarse y escuchar esto, -dijo Pam. –No importa cuanto desees qué él no sepa nada. Él necesita entender por que no debe intentar ganar ese dinero.

Jason y yo asentimos rápidamente. Difícilmente estaba en posición de decirles algo. Esperen un momento, ¡sí que puedo! Puedo decirles a todos ellos que su invitación para estar en mi casa quedaba rescindida, y entonces ¡poof! , todos caminando hacía fuera de la puerta. Me descubrí a mi misma sonriendo. Rescindir una invitación era extremadamente satisfactorio. Ya lo había hecho antes una vez; envié a dos, Bill y Eric, en cámara rápida fuera de mi sala de estar, y me había sentido tan bien que rescindí la invitación a cada vampiro que conocía. Pude sentir como mi sonrisa se esfumaba mientras pensaba más detenidamente.

Si me daba a esté impulso, tendría que permanecer en mi casa cada noche por el resto de mi vida, por que ellos regresaría al oscurecer del día siguiente y el día después, y así hasta que me atraparan, por que yo tenía a su jefe. Fulminé con la mirada a Chow. Estaba dispuesta a echarle toda la culpa de esto a él.

-Hace algunas noches, nosotros escuchamos—en Fangtasia, -Pam explicó para el beneficio de Jason, -que un grupo de brujas habían arribado a Shreveport. Una humana nos lo dijo, una que deseaba a Chow. Ella no sabía por qué estábamos tan interesados en esta información.

Eso no sonaba muy amenazante para mí. Jason se encogió de hombros.

-¿Y? -él dijo. –Caramba, todos ustedes son vampiros. ¿Qué pueden hacerles un puñado de chicas vestidas de negro a ustedes?

-Brujas verdaderas pueden hacernos mucho a los vampiros, -Pam dijo, con notable contención. –Las “chicas de negro” que te estás imaginando son solo clichés. Las brujas verdaderas pueden ser hombres y mujeres de cualquier edad. Son formidables y muy poderosos. Ellos controlan las fuerzas mágicas, y nuestra existencia está cimentada en la magia. Este grupo parece ser más... –Ellas se detuvo, intentando encontrar la palabra.

-¿Peliagudo? –Jason sugirió acomedido.

-Peliagudo, -ella estuvo de acuerdo. –No hemos descubierto que es lo que los hace tan fuertes.

-¿Cuál fue su propósito de venir a Shreveport? –Pregunté.

-Una buena pregunta, -dijo Chow aprobadoramente. –De hecho la mejor pregunta.

Lo miré frunciendo el ceño. No necesitaba su condenada aprobación.

-Ellos querían—ellos quieren—apoderarse de los negocios de Eric, -Pam dijo. –Las brujas quieren dinero como nadie más, y ellas se imaginaron que podían quedarse con los negocios, o hacer que Eric les pagará para que lo dejarán en paz.

-Dinero a cambio de protección. –Esto era un concepto familiar para cualquiera que viera la TV. –Pero, ¿como los pueden forzar a hacer algo? Chicos, ustedes son demasiado poderosos.

-No tienes ni idea cuantos problemas puede tener un negocio cuando las brujas quieren un pedazo de él. Cuando nos reunimos por primera vez con ellos, sus líderes—una pareja de hermana y hermano—lo insinuaron en voz alta. Hallow nos dejó claro que ella podía embrujar nuestro negocio, volver amargas nuestras bebidas alcohólicas, y ocasionar que los parroquianos se patinen sobre la pista de baile y nos demanden, ni que decir de los problemas de la plomería. –Pam alzó sus manos con disgusto. –Convertiría cada noche en una pesadilla, y nuestros ingresos caerían de un plumazo, quizás al punto de que Fangtasia no valdría nada.

Jason y yo nos dirigimos el uno al otro miradas cautas. Naturalmente, los vampiros estaban muy metidos dentro del negocio de los bares, dado que era lo más lucrativo en la noche, y de todas maneras estaban despiertos. Ellos le hacían a todo durante la noche; toda la noche tintorerías, toda la noche restaurantes, toda la noche cines y teatros… pero, el bar pagaba la mejor plata. Sí Fangtasia cerrara, la principal base financiera de Eric sufriría un descalabro.

-Así que ellos quiren dinero a cambio de protección, -dijo Jason. Él había mirado la trilogía de El Padrino mínimo unas quince veces. Pensé acerca de preguntarle si quería dormir con los peces, pero Chow estaba luciendo mosqueado, así que me contuve. Ambos estábamos solo a un paso con salto de una indeseada muerte, y sabía que no era momento de hacerme la simpática, especialmente con el tipo de humor que se aproximaba demasiado a la realidad.

-Así que, ¿como terminó Eric corriendo en la noche a lo largo de mi calzada sin camisa o zapatos? –Pregunté, pensando que era tiempo de lanzar toda la carne al asador.

Intercambios varios de miradas entre los dos subordinados. Mire hacía bajo a Eric, presionado contra mis piernas. Él parecía estar tan interesado en la respuesta como nosotros mismos. Su mano firmemente sobre mi rodilla. Me sentí como si estuviera cubierta por una gran manta de seguridad.

Chow decidió ser quién comenzará la narración.

-Les dijimos a ellos que debíamos discutir la amenaza. Pero la noche pasada, cuando fuimos a trabajar, una de las brujas de menor rango estaba esperando en Fangtasia con una propuesta alternativa. –Él se vio algo incómodo. –Durante nuestra primera junta con el aquelarre[3], Hallow, decidió que ella, ah, deseaba a Eric. Tal unión es altamente reprobada entre brujas, tú entiendes, ya que estamos muertos y la brujería, como se supone, es algo... orgánico. –Chow escupió la palabra como si fuera algo desagradable pegado a la suela de su zapato. –Por supuesto, la mayoría de las brujas nunca harían lo que este aquelarre estaba intentando. Toda esa gente esta guiada por el poder mismo, más que una religión detrás de ellos.

Esto era interesante, pero quería escuchar el resto de la historia. Igual que Jason, quién le hizo un gesto con la mano de «continúa». Con una sacudida a si mismo, como sí se sacará de sus propios pensamientos, Chow continuó.

-Esta cabecilla de las brujas, Hallow, le dijo a Eric, a través de su subordinada, qué si él iba a entretenerla durante siete noches, ella sólo demandaría el quince por ciento de su negocio, en lugar de la mitad.

-Debes tener cierta clase de reputación, -mi hermano le dijo a Eric, su voz llena de sincero respeto. Eric no tuvo mucho éxito tratando de ocultar su complacida expresión. Él estaba halagado de escuchar que era una especie de Romeo. Hubo una pequeñísima diferencia en la manera que él miró hacía mí al momento siguiente, y yo tuve un horrible sentimiento de algo inevitable—como cuando ves tu auto deslizarse colina abajo (aunque estés segura de haberlo dejado puesto en aparcado), y sabes que no hay manera de que puedas alcanzarlo y meterle el freno, no importa cuanto lo deseas. Ese auto va a chocar.

-A pesar de que algunos de nosotros pensamos que sería inteligente hacerlo, nuestro maestro se negó, -Chow dijo, disparándole a “nuestro maestro” una mirada muy poco amorosa. –Y nuestro maestro se rehusó en términos tan insultantes que Hallow lo maldijo.

Eric se vio avergonzado.

-¿Qué sería lo que te haría rechazar un trato tan placentero como esté? –Jason preguntó, honestamente confuso.

-No me acuerdo, -dijo Eric, moviéndose una fracción más cerca a mis piernas. Fracciones era lo más cercano que él podía obtener. Él se miraba relajado, pero yo sabía que no lo estaba. Podía sentir la tensión en su cuerpo. –Ni siquiera sabía mi nombre hasta que está mujer, Sookie, me lo dijo.

-¿Y como terminaste fuera en el bosque?

-No lo sé tampoco.

-Él simplemente se desvaneció de allí, -Pam dijo. –Estábamos sentados en la oficina junto con la joven bruja, y Chow y yo estábamos discutiendo con Eric acerca de su negativa. Y luego ya no lo estábamos.

-¿Suena alguna campana, Eric? –Pregunté. Y me descubrí a mi misma alcanzando su pelo para acariciarlo, como lo haría con un perro que se arrimara cerca de mí.

El vampiro se miró confundido. A pesar de que el inglés de Eric era excelente, de tanto en tanto una locución lo podía desconcertar.

-¿Te acuerdas de algo acerca de esto? –dije, más explícita. -¿Tienes alguna memoria?

-Yo nací en el momento que estaba corriendo a lo largo del camino entre la oscuridad y el frío, -él dijo. –Hasta que tú no me ayudaste, yo estaba vacío.

Puesto de esa manera, sonaba terrorífico.

-Algo simplemente no concuerda, -dije. –Esto no iba a pasar así como así, sin ninguna advertencia.

Pam no se vió ofendida, pero Chow hizo su mejor esfuerzo en parecerlo.

-Ustedes dos hicieron algo, ¿no es cierto? Ustedes lo arruinaron. ¿Qué fue lo que hicieron? –Ambos brazos de Eric se enredaron alrededor de mis piernas, así quedaba afianzada en el lugar. Suprimí una pequeña espiral de pánico. Él solo se sentía inseguro.

-Chow perdió el control con la bruja, -Pam dijo, después de una significativa pausa.

Cerré mis ojos. Incluso Jason pareció percatarse a qué se estaba refiriendo Pam, por qué sus ojos se agrandaron. Eric giró su cara para frotar su mejilla a lo largo de mi muslo. Me pregunté por que estaría haciendo eso.

-Y en el momento que ella fue atacada, ¿Eric se desvaneció? –Pregunté.

Pam asintió.

-Entonces ella era con un señuelo embrujado. 

-Aparentemente, -dijo Chow. –Aunque nunca había escuchado nada por el estilo, y no puedo ser acusado de ser el responsable de lo que pasó. -Su mirada penetrante me desafió a decir algo.

Volteé hacía Jason y puse los ojos en blanco. Tratar con la equivocación de Chow no era mi responsabilidad. Estaba más que segura que si la historia completa se le contará a la reina de Luisiana, el jefe supremo de Eric, ella quizás tendría algunas cositas que decirle a Chow acerca del incidente.

Hubo un pequeño silencio, durante el cual Jason se puso listo para abrir fuego verbal.  

-Ustedes ya han estado en Merlotte´s antes, ¿no es verdad? –Él preguntó a los vampiros. -¿Donde trabaja Sookie?

Eric se encogió de hombros; no recordaba. Pam dijo;

-Yo he estado, pero Eric no. –Ella me miró para confirmarlo, y después de hacer algo de memoria, asentí.

-Así que nadie va a asociar instantáneamente a Eric con Sookie. –Jason lanzó esta observación casualmente, pero se veía complacido y casi satisfecho.

-No, -Pam dijo lentamente. –Quizás no.

Allí definitivamente había algo que presentía debería comenzar a preocuparme en ese mismo momento, pero no podía discernir muy bien lo que era.

-Entonces está a salvo al menos en lo que a Bon Temps se refiere, -continuó Jason. –Dudo que alguien más lo haya visto anoche, a excepción de Sookie, y que me maldigan si puedo entender por qué él terminó corriendo en ese camino en particular.

Mi hermano tenía un segundo punto excelente. De verdad que esta noche estaba operando con todas sus baterías al máximo.

-Pero un montón de gente de por aquí maneja a Shreveport para ir al bar, Fangtasia. Incluso yo mismo he ido. –Jason dijo. Esto era nuevo para mí, y le dirigí una mirada asesina. Él se encogió de hombros y se vió algo avergonzado. –Bueno, ¿qué va pasar cuando alguien trate de obtener la recompensa? ¿Cuando ellos llamen al número de teléfono en el cartel?

Chow decidió contribuir un poco más a la conversación.

-Desde luego, el “amigo preocupado” que responda vendrá primero que nada a charlar con el informante. Sí el que llamó puede convencer al “amigo preocupado” que vió a Eric después de que la perra bruja le lanzó el embrujo, las brujas comenzarían a buscar en esta área en específico. Tendrían la seguridad de encontrarlo. Intentarían contactar a las brujas locales, para ponerlas a trabajar en esto también.

-No hay brujas en Bon Temps, -Jason dijo, mirándose sorprendido de que Chow pudiera siquiera sugerir esa idea. Allá iba de nuevo mi hermano, dando las cosas por sentado.

-Oh, apostaría que si las hay, -dije. -¿Por qué no? ¿Te acuerdas de lo que te comenté? –A pesar de que había estado pensando en Lobatos y Adaptos cuando lo había prevenido de que existían cosas en el mundo que él no querría ver.

Mi pobre hermano está noche estaba siendo sobrecargado con información.

 -¿Por qué no? –Él repitió débilmente. -¿Quiénes podrían ser?

-Algunas serían mujeres, otros serían hombres, -dijo Pam, sacudiendo y juntando sus manos como si ella estuviera hablando de alguna clase de peste infecciosa. –Son como cualquier otro que lleva un vida secreta—la mayor parte de ellos son muy agradables, aparentemente inofensivos. -Aunque Pam no sonó muy convencida cuando dijo esto. –Pero lo malo tiende a contaminar lo bueno.

-Como sea, -dijo Chow, mirando pensativamente a Pam, –este es un rincón tan olvidado que quizás aquí haya muy pocas brujas en el área. No todas ellas están en aquelarres, obtener la cooperación de una bruja sin aquelarre sería muy difícil para Hallow y sus seguidores.

-¿Por qué no pueden estas brujas de Shreveport lanzar un embrujo para encontrar a Eric? –Pregunté.

-No pueden encontrar nada de él que les sirva para preparar ese embrujo. –Pam dijo, y ella sonó como si supiera muy bien de lo que estaba hablando. –No pueden ir a su lugar de descanso durante el día para obtener pelo o ropa que lleve su esencia. Y no hay nadie alrededor que tenga la sangre de Eric dentro.

Ah-oh. Eric y yo nos miramos de reojo el uno al otro por un momento. Allí estaba yo; y esperaba ardientemente que nadie más supiera esto aparte de Eric.

-De todas maneras, -Chow dijo, cambiando de pie en pie, -en mi opinión, desde el momento en que estamos muertos, esa clase de cosas no podría funcionar para realizar un embrujo.

Los ojos de Pam se entrecerraron al mirar a Chow. Estaban intercambiando ideas de nuevo, y no me gustó. Eric, la causa de toda esta mensajería mental, estaba mirando de uno hacía otro a sus dos compis vampiros. Incluso para mi él se veía bastante despistado.

Pam se dirigió a mí.

-Eric deberá quedarse aquí donde está. Moverlo a otro lugar lo expondría a más peligro. Con él fuera del camino y seguro, podremos tomar medidas preventivas contra las brujas.

-Irán contra el patriarca, -Jason susurró en mi oído, todavía adherido a la terminología de El Padrino.  

Ahora que Pam lo había dicho en voz alta, pude ver claramente porque debía haber empezado a preocuparme cuando Jason comenzó a enfatizar cuán imposible era que alguien asociará a Eric conmigo. Ninguno creería que un vampiro con el poder y la importancia de Eric estaría aparcado con una camarera humana.

Mi amnésico invitado lucía desconcertado. Me incliné hacía él, consintiéndome brevemente el impulso de acariciar su pelo, y luego sostuve mis manos sobre sus oídos.

Él me permitió esto, incluso puso sus propias manos sobre las mías. Iba a intentar pretender que él no podría oír lo que estaba por decir.

-Escuchen, Chow, Pam. Esta es la peor idea que jamás escuche. Les diré el por qué. -Me costó sacar las palabras bastante rápido, de manera enérgica. -¿Cómo se supone que lo voy a proteger? ¡Ustedes saben como va a finalizar esto! Voy a terminar golpeada. O quizás incluso hasta muerta.

Pam y Chow me miraron con expresiones idénticas en blanco. Igual podrían haberme dicho: “Y, ¿cual es el punto?”

-Sí mi hermana va a hacer esto, -Jason dijo, descartándome por completo, -ella merece recibir un pago por ello.

Hubo lo que se llamaría un silencio incómodo. Me atraganté al mirarlos.

Simultáneamente, Pam y Chow asintieron.

-Como mínimo, la misma cantidad que hubiera obtenido el informador que llamara al teléfono impreso en el cartel, -Jason dijo, sus brillantes ojos azules iban de una cara pálida hacía otra. –Cincuenta mil.

-¡Jason! –Finalmente pude encontrar mi voz, y le tapé aún más fuerte con mis manos las orejas a Eric. Estaba avergonzada y humillada, sin estar en condiciones de saber exactamente por qué.  Por otro lado, mi hermano estaba arreglando mis asuntos como si fueran de él.

-Diez, -dijo Chow.

-Cuarenta y cinco, -Jason respondió.

-Veinte.

-Treinta y cinco.

-Hecho.

-Sookie, iré a traerte mi escopeta, -dijo Jason.


Capítulo 3

-¿Cómo ocurrió esto? –le pregunté al fuego de la chimenea, cuando todos ellos se habían ido.

Todos a excepción del gran vampiro Vikingo que se suponía, debía preservar y proteger.

Estaba sentada en el tapete de frente al fuego. Acaba de lanzar una pieza más de madera y las flamas eran realmente deliciosas. Necesitaba pensar acerca de algo placentero y confortable.

Vi un gran pie desnudo con la esquina de mi ojo. Eric se sentó abajo para reunirse conmigo enmedio del tapete.

-Creo que esto ocurrió porque tienes un hermano avorazado, y porque tú eres la clase de mujer que se detendría por mí, a pesar de tener miedo, -Eric dijo acertadamente.

-¿Cómo te sientes acerca de todo esto? –Nunca le hubiera preguntado esto a Eric en su sano juicio, pero él todavía se veía tan distinto; tal vez no el desbarajuste completamente aterrorizado que él había sido la noche anterior, pero todavía muy no-Eric. -Quiero decir—es como si tú fueras un paquete que ellos acaban de meter en un almacén de deposito, siendo yo el almacén.

-Me alegra que ellos me teman lo suficiente para asegurarse de cuidarme bien.

-Umh, -dije inteligentemente. No era la respuesta que había esperado.

-Debo ser una persona atemorizante, cuando soy yo mismo. ¿O inspiro tanta lealtad por mis buenas obras y maneras amables?

Me reí disimuladamente.

-Creo que no.

-Tú estás bien, -dije tranquilizadoramente, aunque puestos a pensar, Eric no lucía como alguien que necesitara mucho consuelo. De todos modos, ahora yo era responsable de él. -¿No tienes frío en tus pies? 

-No, -él dijo. Pero ahora estaba en el negocio de cuidar a Eric, quién no necesitaba que lo cuidarán. Y yo estaba siendo pagada con una cantidad de dinero asombrosa para hacer solamente esto, me recordé a mí misma duramente. Me estiré para agarrar el viejo edredón de la parte trasera del sillón y le cubrí sus piernas y pies en cuadros verdes, azules y amarillos. Me eché de espaldas en el tapete junto a él.

-Esto es realmente horrible, -dijo Eric.

-Eso es lo que solía decir Bill. –Rodé sobre mi estomago y me descubrí sonriendo a mi misma.

-¿Donde se encuentra este Bill?

-Está en Perú.

-¿Él te aviso que se iba?

-Sí.

-¿Puedo asumir que tu relación con él se acerca a su fin?

Esa era una muy buena manera de ponerlo.

-Hemos dejado de vernos. Parece que será de modo permanente, -dije, mi voz llana.

Él estaba sobre su estomago junto a mí ahora, apoyado sobre sus codos para que pudiéramos hablar. Él estaba un poquito demasiado cercano de lo que me hacía sentir cómoda, pero tampoco quería hacer una montaña de un grano de arena, o escabullirme. Él se dio la media vuelta para cubrirnos con el edredón a ambos.

-Cuéntame acerca de él, -dijo Eric inesperadamente. Todos ellos, él, Pam y Chow, había tomado un vaso de TrueBlood antes de que los otros vampiros se retirarán, y él se veía rozagante.

-Ya conoces a Bill, -le conté, -Él trabajó para ti un tiempo. Supongo que no puedes acordarte, pero Bill es—bueno, él es del tipo calmado y reservado, es muy protector, y no parece conseguir entender algunas cosas a través de su cabeza. –De todas las personas que conozco, nunca pensé que estaría con Eric desmenuzando mi relación con Bill.

-¿Él te ama?

Suspiré y mis ojos se llenaron de lágrimas, como seguido me pasa cuando pienso en Bill—una Chica Chillona, esa soy yo.

-Bueno, él decía que sí, -murmuré tristemente. –Pero luego cuando esta vampira mandamás lo contactó de alguna manera, él salió corriendo tras ella. –Según creía ella, le había mandado un email. –Él había estado enredado con ella antes, y ella resultó ser su, no sé como le llaman ustedes, quién lo convirtió en un vampiro. Lo trajo sobre, él decía. Así que Bill regresó con ella. Él dice que tenía que hacerlo. Y luego él descubrió… -miré de reojo hacía Eric con las cejas significativamente alzadas, Eric se miraba fascinado. -…que ella trataba solamente de atraerlo al lado muchísimo más oscuro.

-¿Perdón?

-Ella estaba intentando conseguir que él fuera a otro grupo de vampiros en Misisipí y traer consigo la (realmente valiosa) base de datos de computadora que él había estado reuniendo para tu gente, los vampiros de Lusiana, -dije, simplificando un poquito como cortesía a la brevedad.

-¿Qué ocurrió?

Esto era tan divertido como charlar con Arlene. Quizás hasta más, porque nunca había podido contarle a ella la historia completa.

-Bueno, Lorena, ese era su nombre, ella lo torturó a él, -dije, y los ojos de Eric se agrandaron. -¿Puedes creerlo? ¿Qué ella fuera capaz de torturar a alguien que le había hecho el amor? ¿Alguien con quién había vivido durante años? –Eric movió su cabeza incrédulo. –De todas maneras, tu me dijiste ir a Jackson para encontrarle, y como una especie de levanta-pistas fui a un bar exclusivo para los Supes. –Eric asintió. Evidentemente, no tenía que explicarle que los Supes significaban los seres sobrenaturales. –Su nombre real es Josephine´s, pero los Lobatos lo llaman Club Muerto. Tú me pediste ir allá con un Lobato muy lindo que te debía un gran favor, y me quedé en su apartamento. –Alcide Herveaux todavía figura en mis fantasías dormida y despierta. –Pero termine siendo herida gravemente, -concluí. Muy dañada, como siempre.

-¿Cómo?

-Me clavaron una estaca, lo creas o no.

Eric se miró apropiadamente impresionado.

-¿Tienes cicatriz?

-Ahá, a pesar de... –Y me detuve de improviso.

Él hizo una indicación que estaba esperando a que continuara.

-¿Qué?

-Tú conseguiste que uno de los vampiros de Jackson me arreglara la herida, así que sobreviví... y luego tú me diste sangre para que sanara más rápido, así podría buscar a Bill durante el día. – Recordar la manera que Eric me había dado su sangre hizo que mis mejillas se pusieran rojas, lo único que podía desear es que Eric atribuyera mi rubor al calor del fuego.

-¿Y luego salvaste a Bill? –Él dijo, pasando de largo la parte delicada.

-Sí, lo hice, -dije orgullosamente. –Le salvée su culo. –Rodé sobre mi espalda y mire hacía él. Caramba, era lindo tener alguien con quien hablar. Alzé mi playera y me incliné parcialmente de lado para enseñarle a Eric la cicatriz del costado, y él se vio impresionado. Él tocó la brillante área con la yema del dedo y sacudió su cabeza. Me volví a arreglar la ropa.

-¿Y qué le pasó a la vampira mandamás? –Preguntó.

Lo miré con recelo, pero él no pareció estarse burlando de mí.

Bueno, -dije, -uhm, de hecho, fue una especie de... Ella llegó en el momento que estaba desencadenando a Bill, y me atacó, y yo tuve que protegerme... matándola.

Eric me miró atentamente. No pude descifrar su expresión.

-¿Habías matado alguna vez a alguien antes? –Preguntó.

-¡Por supuesto que no! –Dije indignada. –Bueno, herí a un tipo que estaba intentando matarme, pero él no se murió. No, yo soy humana. No tengo que matar a nadie para vivir.

-Pero los humanos matan a otros humanos todo el tiempo. Y ellos ni siquiera necesitan comérselos o tomar su sangre.

-No todos los humanos.

-Tienes razón, -él dijo. –Nosotros los vampiros somos asesinos.

-Pero de cierta manera, ustedes son como los leones.

Eric se miró sorprendido.

-¿Leones? –Dijo débilmente.

-Leones y esas cosas de matar.  –En ese momento esa idea surgió como una inspiración. –Así que ustedes son depredadores, como los leones y las aves rapaces. Porque ustedes necesitan lo que matan. Tú tienes que matar para comer.

-Aferrarse a esta teoría consoladora hace que nos veamos casi igual a ti. Y solíamos serlo. Y también nosotros podemos amarte, así como alimentarnos de ti. Difícilmente podrías decir que el león quiere acariciar al antílope.

De repente hubo algo en el aire que no existía momentos antes. Me sentí un poco como el antílope que estaba siendo acechado—por un extravagante león.

Me sentí más cómoda cuando había estado cuidando a una víctima aterrorizada.

-Eric, -dije, de manera cauta, -tú sabes que eres mi invitado aquí. Y tú sabes que si te digo que te vayas, lo que haré si no te comportas conmigo, te encontrarías fuera en algún lugar a mitad del campo con un albornoz que es demasiado pequeño para ti.

-¿He dicho algo que te ha hecho sentir incomoda? –Él estaba (aparentemente) completamente contrito, sus ojos azules reluciendo con sinceridad. –Lo lamento. Estaba intentando seguir el tren de tus comentarios. ¿Tienes algo más de TrueBlood? ¿Qué ropas consiguió Jason para mí? Tu hermano es un hombre muy astuto. –Él no sonó cien por ciento admirativo cuando me dijo esto. No lo culpo. La astucia de Jason podría costarle a él treinta y cinco mil dólares. Me fui a traer la bolsa de Wal-Mart, esperando que a Eric le gustara su nueva sudadera del Tecnológico de Luisiana y sus jeans baratos.

Cerca de medianoche me fui acostar, dejando a Eric absorto con mis cintas de video de la primera temporada de Buffy the Vampire Slayer. (Que, aunque bienvenidas, de hecho habían sido un regalo de coña por parte de Tara.) Eric pensó que el programa era hilarante, especialmente la manera en que las frentes de los vampiros se hinchaban hacia fuera cuando ellos se veían afectados por el ferviente deseo de sangre. De tanto en tanto, mientras me dirigía hacía mi cuarto, pude escuchar a Eric riendo. Pero el sonido no me molestó. Encontré reconfortante el escuchar a alguien más en la casa.

Me tomó un poco más de lo normal caer dormida, porque estaba pensado acerca de las cosas que habían ocurrido ese día. Eric estaba en un programa de protección para testigos, de cierta manera, y yo estaba proveyendo la casa de seguridad. Nadie en el mundo—bueno, excepto por Jason, Pam, y Chow—sabía donde estaba en este momento el sheriff del Área Cinco.

Quién también se estaba deslizando dentro de mi cama.

No quería abrir mis ojos y pelear con él. Ya estaba en aquel punto para dormir entre la consciencia y la inconsciencia. Cuando él se había subido en la cama la noche anterior, Eric había estado tan asustado que me yo me había sentido casi maternal, confortándolo al tomarle su mano y reasegurándolo con eso. Esta noche no se veía así como, bueno, neutral, el tenerlo en la cama conmigo.

-¿Frío? –murmuré, cuando él se arrimó mas cerca.

-Um-hum, -él susurró. Estaba sobre mi espalda, tan cómoda, que no contemplaba siquiera moverme. Él estaba de lado estudiándome, y puso un brazo alrededor de mi cintura. Pero no se movió una pulgada más, y se relajó por completo. Después de un momento de tensión, yo también lo hice, y luego estuve... muerta para el mundo.

***

La siguiente cosa que supe, es que era de mañana y el teléfono estaba sonando. Desde luego, estaba sola en la cama, y por mi puerta abierta pude ver a través del corredor dentro de la recámara mas pequeña. El armario estaba abierto, como él tenía que dejarlo cuando el alba llegaba y él debía descender dentro del agujero en penumbras.

Hoy estaba mas soleado y caliente, arriba de los cuarenta casi llegando a los cincuenta grados Fahrenheit. Me sentía mas animosa que como me había sentido al levantarme el día anterior. Ahora sabía lo que estaba pasando; o como mínimo, sabía más o menos lo que debía hacer, suponía como irían los siguientes días. O pensé que lo hice. Cuando respondí el teléfono, descubrí que estaba equivocada de punta a rabo.

-¿Donde está tu hermano? –gritó Shirley Hennessey, el jefe de Jason. Pensarán que un hombre llamado Shirley es alguien chistoso hasta que se encontrarán cara a cara con este, y en ese momento decidirían que realmente era mejor guardarse la diversión para ustedes mismos.

-¿Cómo voy a saberlo? –Dije razonablemente. –Probablemente durmiendo en la casa de alguna de sus mujeres. –Shirley, quién era conocido universalmente como Siluro, nunca jamás, había llamado antes aquí para localizar a Jason.

De hecho, estaría sorprendida si él alguna vez tuvo que llamar a cualquier otro lado para hacerlo. Una cosa que tenía Jason es que era bueno acerca de llegar al trabajo en tiempo y al menos mantenerse en movimiento hasta que el tiempo pasará. De hecho, Jason era muy bueno en su empleo, el cual nunca he conseguido entender del todo. Parece comprender el estacionar su imaginativa camioneta en la oficina del municipio, meterse dentro de otra camioneta con el logotipo de la región Renard en la puerta, y conducir alrededor diciéndoles a varios equipos de la carretera qué tienen que hacer. También parece demandarle el salir fuera de la camioneta para pararse al lado de otros hombres y todos juntos mirar dentro de agujeros grandes (en o fuera) de la carretera.

Siluro se sacó de balance por mi franquenza.

-Sookie, no deberías decir esa clase de cosas, -él dijo, un poco chocado de que una mujer soltera admitiera saber que su hermano no era virgen.

-¿Me estás diciendo que Jason no ha ido a trabajar? ¿Ya lo llamaste a su casa?

-Sí, y sí, -dijo Siluro, que podría ser todo, pero no tonto. –Incluso envié a Dago a ver en su casa. –Dago (los miembros de los equipos de la carretera debían tener apodos) era Antonio Guglielmi, quién nunca había ido más lejos de Luisiana que Misisipí. Estaba casi segura que lo mismo se podría decir de sus padres, y posiblemente sus abuelos, aunque existía el rumor que ellos había estado una vez en Branson para mirar un espectáculo.  

-¿Estaba su camioneta allí fuera? –Comenzaba a tener un presentimiento muy feo.

-Sí, -dijo Siluro. –Estaba estacionada frente a su casa, las llaves dentro. Las puertas abiertas.

-¿De la camioneta o de la casa?

-¿Qué?

- Estaban abiertas. ¿Qué puerta?

-Ah, de la camioneta.

-Esto huele mal, Siluro, -dije. Estaban sonando todas las alarmas dentro de mi cabeza.

-¿Cuando fue la última vez que lo viste?

-Justo anoche. Él estuvo aquí para visitarme, y se fue como... ah, déjame acordar... debió ser entre las nueve y media o las diez.

-¿Venía con alguien?

-No. –Él no había traído a nadie con él, así que esto era la pura verdad.

-¿Tú crees que debería echarle un telefonazo al sheriff? –preguntó Siluro.

Me pasé la mano por la cara. No estaba lista para eso todavía, no importa que tan mal luciera la situación.

-Vamos a darle una hora más, -sugerí. –Sí no se ha dejado caer en el trabajo en una hora, déjame saberlo. Sí él llega, haz que me llame. Supongo que me toca a mí informar al sheriff, llegado el caso.

Colgué después de que Siluro repitió varias veces todo lo que ya había dicho, solamente porque él odiaba colgar y regresar a preocuparse. No, no puedo leer mentes a través de la línea de teléfono, pero pude saberlo por su voz. He conocido a Siluro Hennessey durante muchos años. Él era amigo de mi padre.

Me llevé el teléfono inalámbrico conmigo dentro del baño mientras me daba una ducha para despertarme. No lave mi pelo, sólo en caso de que tuviera que salir de inmediato. Me vestí, hice algo de café, y cepillé mi pelo en una larga trenza. Todo el tiempo, mientras ejecutaba estas labores, estuve pensado, lo que ya es algo difícil para mí, incluso cuando estoy sentada quieta.

Elaboré los siguientes escenarios.

Uno. (Esté era mi favorito.) En algún lugar entre mi casa y su casa, mi hermano se encontró a una mujer y cayó fulminado de amor de manera tan completa e instantánea que abandonó sus hábitos de años y se olvidó acerca de trabajar. En este mismo instante, ellos estarían en la cama de algún lugar, teniendo sexo increíble.

Dos. Las brujas, o lo que demonios fueran ellas, descubrieron de alguna manera que Jason sabía donde estaba Eric, y lo secuestraron para forzarlo a escupir la información. (Hice una nota mental de aprender más acerca de las brujas.) ¿Cuanto tiempo podría Jason mantener secreta la ubicación de Eric? Mi hermano tiene un montón de poses, pero él realmente es un hombre valiente—o tal vez obstinado sea más exacto. Él no hablaría de manera voluntaria. ¿Quizás una bruja podría embrujarlo para qué hablará? Sí las brujas lo tenían, él podría estar muerto para este momento, ya que ellas lo habrían tenido durante horas. Y sí él había hablado, yo estaba en peligro y Eric estaba amenazado. Ellas podrían venir en cualquier momento, ya que las brujas no tienen que circunscribirse a la oscuridad. Eric estaba muerto por el día, indefenso. Esté era definitivamente el peor hipotético escenario.

Tres. Jason había regresado a Shreveport con Pam y Chow. Quizás ellos decidieron pagarle a él algo de dinero por adelantado, o quizás Jason solamente quería visitar Fangtasia por ser un antro nocturno muy popular. Una vez allí, él pudo haber sido seducido por alguna chica vampira y quedarse toda la noche con ella, Jason era igual a Eric en cuestión de mujeres, realmente les tiene simpatía. Si ella había tomado un poco de más sangre, Jason aún podría estar durmiendo. Supongo que la número tres era sólo una variante de la número uno.

Si Pam y Chow sabían donde se encontraba Jason pero no habían telefoneado antes de morirse durante el día, iba a estar muy enojada. Mi primer impulso me instó a conseguir una hacha y comenzar a cortar algunas estacas.

Luego recordé lo que intentaba con todos mis fuerzas olvidar: como se había sentido cuando la estaca se había enterrado dentro del cuerpo de Lorena, la expresión de su cara cuando se dió cuenta que su larga, larga vida se había terminado. Sacudí lo más lejos posible ese pensamiento. Una no mata a alguien (incluso una malvada vampira) sin que te afecte tarde o temprano: al menos, no hasta que una fuera una completa sociópata, lo que yo no era.

Lorena me hubiera matado sin parpadear. De hecho, ella seguro que lo hubiera disfrutado. Pero bueno, ella era una vampira, y Bill nunca se cansó de hacerme hincapié que los vampiros eran diferentes; o sea, aunque ellos retuvieran su aspecto humano (más o menos), sus funciones internas y sus personalidades experimentaban un cambio radical. Yo le creí y tome sus advertencias de corazón, en la mayor parte. Era sólo que lucían tan humanos; era muy fácil atribuirles reacciones humanas normales junto con los sentimientos.

El aspecto frustrante era que, Chow y Pam no estarían levantados hasta el anochecer, y no sabía a quién—o qué—podría levantar si llamaba a Fangtasia durante el día. No creía que estos dos vivieran en el club. Tuve la impresión que Pam y Chow compartían un casa… o un mausoleo… en algún lugar de Shreveport.

Tenía la certeza de que los empleados humanos venían al club durante el día para limpiar, pero, desde luego, un humano (no podía) no diría nada acerca de los enredos de los vampiros. Los humanos que trabajan para los vampiros aprenden rapidísimo a mantener sus bocas cerradas, como yo puedo atestiguarlo.

Por otro lado, si iba al club tendría la oportunidad de hablar con alguien cara a cara. Tendría la oportunidad de leer mentes humanas. No podía leer las mentes de los vampiros, lo que originó mi atracción inicial hacía Bill. Imagínense el alivio que fue su silencio después de una vida entera con música de elevador. (Ahora bien, ¿por qué no puedo escuchar los pensamientos de los vampiros? Aquí llega mi gran teoría al respecto. Yo soy tan científica como una galleta salada, pero he leído acerca de las neuronas, lo que está en los cerebros, ¿cierto? ¿Lo que usamos cuando estamos pensando? Como es la magia lo que anima a los vampiros, no una fuerza de vida normal, sus cerebros no mandan señales. Así que, no hay nada que yo pueda captar—exceptuando que una vez cada tres meses, consigo un destello de algún vampiro. Y debo tener mucho cuidado en ocultar esto, porque sería el camino directo de obtener una muerte segura.

Por extraño que parezca, el único vampiro que he «escuchado» dos veces fue—sí, adivinaron—Eric.

Recientemente había estado disfrutando tanto de la compañía de Eric mayormente por la misma razón que disfrute de la de Bill, poniendo aparte el elemento romántico que tenía con Bill. Incluso Arlene, tiene la tendencia de dejar de ponerme atención cuando estoy hablando, si ella piensa en algo más interesante, como las tareas de sus niños o algo simpático que le hayan comentado. Pero, en cambio, Eric puede estar pensando acerca de que a su auto le hacen falta unos nuevos limpiaparabrisas, mientras yo le estoy desnudando mi corazón, y yo no tendría ni una sola pista.

La hora que le había pedido a Siluro casi estaba terminando, y todos mis pensamientos constructivos se había reducido a las mismas divagaciones turbias que ya había tenido tantas veces. Bla, bla, bla. Esto es lo que pasa cuando charlas tanto tiempo contigo misma.

Bien, hora de actuar.

El teléfono sonó exactamente después de una hora, y Siluro admitió que no tenía ninguna noticia. Nadie había oído nada o visto a Jason; pero por otro lado, Dago no había visto nada sospechoso en la casa de Jason a excepción de la puerta abierta de la camioneta.

Todavía estaba renuente a llamar al sheriff, pero no vi que tuviera muchas alternativas. En este punto, habría parecido sospechosamente peculiar no llamarlo.

Había esperado un montón de barullo y alarma, pero obtuve algo muchísimo peor; obtuve benevolencia e indiferencia. El sheriff Bud Dearborn incluso se rió.

-¿Me éstas llamando porque el semental de tu hermano no fue a trabajar un día? Sookie Stackhouse, me sorprendes.  –Bud Dearborn tiene una voz cansina y la cara maciza de un Pekinés, y era muy sencillo imaginármelo riéndose disimuladamente por el teléfono.

-Él nunca ha faltado un día, y su camioneta estaba en su casa. La puerta estaba abierta, -dije.

Él agarró lo significativo de este hecho, porque Bud Dearborn es un hombre que aprecia una camioneta fina.

-Eso suena importante, pero aun así, Jason es un hombre mayor de veintiuno y él tiene la reputación de… –(Follarse cualquier escoba con faldas, pensé.) -…ser muy popular con las damas, -Bud concluyó cuidadosamente. –Apostaría que está entretenido con alguien nueva,  y él estará muy arrepentido de haberte preocupado por nada. Me llamas de nuevo sino has sabido nada de él para mañana en la tarde. ¿Me oyes?

-Está bien, -dije con mi voz más fría.

-Ahora, Sookie, no te molestes en enojarte conmigo, yo sólo te estoy diciendo lo que cualquier representante de la ley te dirá, -él dijo.

Pensé, Cualquier representante de la ley con un plomo en su trasero. Pero no lo dije en voz alta. Bud era con quién tendría que trabajar en esto, y debía mantenerme en buenos términos con él, lo más posible.

Murmuré algo que fue vagamente educado y termine la llamada. Después de reportarle esto a Siluro, decidí que el único curso de acción que podría seguir sería el ir a Shreveport. Comencé a marcarle a Arlene, pero recordé que ella tenía a sus niños en casa por ser todavía vacaciones escolares navideñas. Pensé en llamar a Sam, pero me imagine que él podría sentir que debía hacer algo, y no podía imaginarme que podría ser. Solamente quería compartir mis preocupaciones con alguien más. Sabía que esto no estaba bien. Nadie podía ayudar, sólo yo. Habiendo convencido a mi mente de ser valiente e independiente, casi llamé a Alcide Herveaux, quién es un forro de tipo que tiene su base de trabajo en Shreveport. El papá de Alcide tiene una compañía de supervisión que tiene contratos para trabajar en tres Estados, y Alcide viaja muchísimo entre las varias oficinas. Ya se lo había mencionado la noche anterior a Eric; Eric había enviado a Alcide rumbo a Jackson conmigo. Pero Alcide y yo teníamos algunos asuntos hombre-mujer que todavía estaban sin resolver, y sería tramposo de mi parte el llamarlo, cuando solamente quería ayuda que él no podía darme. Al menos, así fue como lo sentí.

Estaba asustada de dejar la casa en caso de que pudieran existir noticias de Jason, pero como el sheriff no tenía intención de mover un dedo, difícilmente creía que hubiera algún resultado pronto.

Antes de irme, me aseguré de arreglar el armario en la pequeña recámara de manera que se viera normal. Le costaría un poco de trabajo a Eric salir cuando el sol desapareciera, pero tampoco sería extremadamente difícil. Dejarle una nota para él sería un regalo de muerte si alguien entrara por la fuerza, y él era demasiado listo como para contestar el teléfono si lo llamaba después del anochecer. Pero él estaba tan convulsionado por su amnesia, que podría asustarse cuando despertara y descubriera mi ausencia sin ninguna explicación, supuse.

Tuve una ocurrencia. Agarrando un pedacito de papel de mi calendario Palabra del Día (“Cautivado”) del año pasado, escribí: Jason, si por casualidad te dejas caer por aquí, ¡llámame! Estoy muy preocupada por ti. Nadie sabe donde estás. Estaré de regreso en la tarde o quizás al anochecer. Voy a pasarme por tu casa, y luego voy a checar si andas en Shreveport. Luego regreso. Te quiere, Sookie. Conseguí un pedazo de cinta adhesiva y pegue la nota en el refrigerador, justo donde una hermana podría esperar que su hermano se dirigiría si decidiera detenerse en su casa.

Allí. Eric era suficientemente inteligente para leer entrelíneas. Y como cada palabra de ello era factible, si alguien forzara la entrada para registrar la casa, ellos pensarían que estaba avisando solamente a mi hermano.

Pero aún así, tenía miedo de dejar durmiendo a Eric tan vulnerable. ¿Qué ocurriría si las brujas venían a buscarlo?

Pero, ¿por qué deberían?

Si ya hubieran localizado a Eric, ellas estarían aquí en este momento, ¿cierto? Al menos, este era el estilo en que estaba razonando. Pensé en llamar a alguien como Terry Bellefleur, quién es muy rudo, para venir y sentarse en mi casa—podría usar el pretexto de que esperaba que Jason llamará—pero no era justo arriesgar a nadie más en defensa de Eric.

Telefoneé al hospital de la localidad, sintiendo todo el tiempo que ese era un trabajito que el sheriff debería estar haciendo por mí. En el hospital tenían registrados todos los nombres de quienes estaban ingresados, y ninguno de ellos era el de Jason. Llamé a la patrulla de caminos para preguntar acerca de los accidentes de la noche anterior y descubrí que no había existido ninguno en los alrededores. Llamé a unas cuantas mujeres que habían salido con Jason, y recibí un montón de respuestas negativas, algunas de ellas dichas de manera obscena.

Pensé que había cubierto todas las bases. Estaba lista para ir a la casa de Jason, y recuerdo que me sentía muy orgullosa de mi misma mientras conducía por el Norte de Hummingbird Road, y luego tomé hacía la izquierda dentro de la carretera. Mientras me dirigía al Oeste, rumbo a la casa en la que había vivido mis primero siete años, pasé Merlotte´s a mi derecha y luego pasé el eje central dentro de Bon Temps. Maniobré una vuelta a la izquierda y pude ver nuestra vieja casa, efectivamente, con la camioneta de Jason estacionada de frente a ella. Allí también había otra camioneta, igualmente brillante, aparcada a unos veinte pies de distancia de la de Jason.

Cuando salí de mi auto, un hombre negro estaba examinando el terreno debajo de la camioneta. Estuve sorprendida de descubrir que esa segunda camioneta pertenecía a Alcee Beck, el único detective policíaco Afroamericano de la fuerza regional. La presencia de Alcee fue ambas cosas a la vez; tranquilizadora e inquietante.

-Señorita Stackhouse, -él dijo gravemente. Alcee Beck vestía una chamarra con pantalones metidos dentro de unas pesadas botas. Las botas no hacían juego con el resto de la ropa, y estaba lista para apostar que él las llevaba en su camioneta para cuando tuviera que enlodarse por los terrenos del país que no tuvieran una superficie seca. Alcee (cuyo nombre se pronuncia Al-SAY) era de complexión robusta, y podía recibir claramente sus pensamientos cuando dejaba caer mis barreras mentales.

Entendí de inmediato que Alcee no estaba muy contento de verme, no me gustó, y pensaba que realmente algo torcido le había pasado a Jason. Al detective Beck no le preocupaba Jason, pero en este momento estaba asustado de mí. Él pensaba que yo era una persona profundamente escalofriante, y me evitaba en la medida de lo posible.

Lo que para mí estaba mas qué bien, francamente.

Conocía mas acerca de Alcee de lo que me sentía cómoda sabiendo, y lo que sabía de Alcee realmente era desagradable. Él era brutal con los prisioneros poco cooperativos, aunque adoraba a su esposa e hija. Él forraba su propio bolsillo con esto cada vez que tenía oportunidad, y también se encargaba de que estas oportunidades se presentaran muy a menudo. Alcee circunscribía está practica sólo a la comunidad Afroamericana, operando bajo la teoría que ellos nunca lo reportarían con el resto del personal blanco de las fuezas del orden, y hasta ahora le había salido bien la movida.

¿Ven a qué me refiero acerca de no querer saber las cosas que escucho? Esto era muy diferente del descubrir que Arlene en serio pensaba que el esposo de Charlsie no era suficientemente bueno para ella, o que Hoyt Fortenberry había arañado un auto en el lote de estacionamiento y no se lo dijo al dueño.

Y antes de que me pregunten qué hago con cosas como esta, se los diré. No muevo un dedo. Descubrí por el camino duro que casi nunca funciona si trato de intervenir. Lo que ocurre es que nadie es feliz, y mi pequeño e insólito regalito atrae la atención de todo el mundo, y nadie se siente cómodo cerca de mí por meses. He conseguido más secretos que dinero tiene Fort Knox[4]. Y aquellos secretos se quedarán tanto encerrados, como apretados.

Debo admitir que la mayoría de estas cositas que he acumulado no hacen gran diferencia en el esquema de los hechos, mientras que el mal comportamiento de Alcee en realidad va dirigido a crear miseria humana. Pero, de momento, no vi una sola manera de detener a Alcee. Él era muy astuto manteniendo sus actividades bajo control y ocultas para cualquiera con poder de interferencia. Y, no estaba del todo segura que Bud Dearborn no lo supiera.

-Detective Beck, -dije. -¿Está buscando a Jason?

-El sheriff me pidió venir y mirar si existía algo fuera de lo normal.

-¿Y encontró algo?

-No, señora, nada.

-¿El jefe de Jason le comentó que la puerta de su camioneta estaba abierta?

-La cerré así la batería no se descarga. Fui muy cuidadoso de no tocar nada, por supuesto. Pero estoy seguro que su hermano regresará en cualquier momento, y se molestará si la liamos sin ninguna razón.

-Tengo llave de su casa, y voy a pedirle venir allá conmigo.

-¿Usted sospecha que algo le ocurrió a su hermano en su casa? –Alcee estaba siendo tan cuidadoso en deletrear y construir cada frase que me pregunté si él tendría una grabadora escondida en su bolsillo.

-Podría ser. Normalmente él no falta al trabajo. De hecho, él nunca ha faltado al trabajo. Y siempre he sabido donde se encuentra. Él es realmente bueno haciéndomelo saber.

-¿Él le comenta cuando está yendo con alguna mujer? La mayoría de los hermanos no harían algo así, Señorita Stackhouse.

-Él me lo dice, o se lo dice a Siluro.

Alcee Beck hizo su mejor esfuerzo para ocultar su expresión escéptica en su negra cara, pero le costó trabajo.

La casa estaba todavía cerrada. Escogí una de las llaves de mi llavero, y fuimos dentro. No tuve un sentimiento hogareño u halagüeño cuando entramos, era el sentimiento que solía tener cuando era chica. He vivido en la casa de Abue mucho más tiempo que en esta pequeña casa. Al minuto que Jason llegó a los veinte, se mudó aquí a tiempo completo, aunque yo hubiera pasado, probablemente he gastado en total menos de veinticuatro horas en esta casa durante los últimos ocho años.

Echando un vistazo alrededor, me di cuenta que mi hermano en realidad no había hecho muchos cambios dentro de la casa en todo este tiempo. Era una casa chica estilo rancho, con cuartos pequeños, pero desde luego, era más nueva que la casa de Abue—mi casa—y muchísimo más eficiente en la calefacción y aire acondicionado. Mi padre había hecho la mayoría del trabajo, y él fue muy ducho en esto.

El pequeño cuarto de estar todavía estaba lleno con los muebles color maple que mi madre escogió en una tienda de descuento, y su tapicería (crema con flores verdes y azules que nunca habían sido vistas en la naturaleza) era todavía brillante, una verdadera  lástima. Me llevó algunos años descubrir que mi madre, a pesar de ser una mujer inteligente en muchos aspectos, no tenía gusto para nada. Jason todavía no lo había descubierto. Él había sustituido las cortinas cuando se deshilacharon y se descoloraron, y había conseguido un tapete nuevo para cubrir los puntos más desgastados sobre la antigua alfombra azul. Los electrodomésticos eran todos nuevos, y él había trabajado mucho en modernizar el cuarto de baño. Pero si mis padres hubieran podido entrar en su casa, se habrían sentido muy cómodos y a gusto.

Fue un choque percatarme que ellos habían estado muertos durante casi veinte años.

Mientras estaba de pie en el marco de la puerta, rezando para no ver manchas de sangre, Alcee Beck merodeó a través de la casa, que ciertamente estaba muy ordenada. Después de un segundo de indecisión, decidí seguirlo. No había mucho que ver; como ya he dicho, es una casa pequeña. Tres recámaras (dos de ellas diminutas), una sala, un pequeño cuarto de estar, una cocina, un baño, y un pequeño comedor: una casa que podría ser duplicada infinidad de veces en cualquier pueblo de América.

La casa estaba bien recogida. Jason nunca ha vivido como un cerdo, aunque algunas veces actúe igual que uno. Incluso la cama tamaño familiar, que casi llenaba por completo la recámara mas grande, estaba más o menos tendida y estirada, aunque pude ver que las sábanas eran negras y brillantes. Se suponía que debían verse como seda, pero estaba segura que eran una mezcla de algún material sintético. Demasiado resbaladizo para mí; prefiero el percal.

-No hay evidencia de ninguna lucha, -el detective apuntó.

-Ya que estoy aquí, aprovecharé para recoger algo, -le dije a él, dirigiéndome hacía el gabinete de las armas que había sido de mi papá. Estaba cerrado, así que busqué en mi llavero de nuevo. Sí, también tengo una llave para eso, y me acuerdo de una larga historia que Jason me dijo del por qué necesitaba una—en caso de que estuviera cazando fuera y él necesitara otro rifle, o algo más. ¡Como si fuera a lanzar todo por los aires y correr a conseguirle otro rifle!

Bueno, quiero decir, como si yo no tuviera previsto trabajar, o algo.

Todos los rifles de Jason, y de mi padre, estaban en el gabinete de las armas—con las correspondientes municiones también.

-¿Está todo presente? –El detective estaba esperando impaciente en el marco de la puerta del comedor.

-Sí. Sólo voy a llevarme uno de estos a casa conmigo.

-¿Esta esperando tener problemas en su casa? –Beck lucía interesado por primera vez.

-Sí Jason no está, ¿quién puede saber lo que esto signifique? –dije, esperando que fuera lo suficientemente ambigua. De todas formas, Beck tenía muy baja opinión acerca de mi coeficiente intelectual, quitando el hecho de que también me tenía miedo. Jason había dicho que me traería la escopeta, y sabía que me sentiría mejor teniéndola. Así que saqué la Benelli y encontré sus tiros. Jason me había instruido cuidadosamente como cargar y disparar la escopeta, que era su orgullo y gloria. Había dos cajas diferentes de tiros.

-¿Cuáles? –le pregunté al detective Beck.

-Guau, una Benelli. –Él se tomó su tiempo mientras admiraba impresionado el arma. -Calibre doce, ¿¡eh!? Yo escogería los tiros pesados, -él me avisó. –Esas cargas de tiro al blanco no tienen mucho poder para detener nada.

Me metí la caja que él indicó dentro del bolsillo.

Llevé la escopeta a mí auto, Beck pisándome los talones.

-Tiene que asegurar la escopeta en su cajuela y los tiros en el auto, -me informó el detective. Hice exactamente lo que él me dijo, incluso poniendo los tiros dentro de la guantera, y luego giré mi cara para verle. Él estaría encantado de perderme de vista, y no creía que él fuera a buscar algo acerca de Jason con mucho detenimiento.

-¿Miró alrededor? –Pregunté.

-Justo acababa de llegar cuando usted entró.

Sacudí mi cabeza en dirección del estanque detrás de la casa, y dimos una vueltas alrededor rumbo a la parte trasera. Mi hermano, ayudado por Hoyt Fortenberry, había construido una superficie grande fuera de la puerta trasera, tal vez hace como dos años. Él se había organizado unos muebles muy chulos que obtuvo en una venta de fin de temporada en Wal-Mart. Jason incluso hasta puso un cenicero en la mesa del hierro forjado para qué su amigos fumaran fuera. Alguien lo usó. Hoyt fumaba, recordé. No existía nada más interesante en esa terraza.

El terreno descendía de la superficie de madera al estanque. Mientras Alcee Beck comprobaba la puerta de atrás, miré abajo al muelle de embarque que mi padre había construido, y creí divisar una mancha sobre la madera. Algo en mí se desmoronó con la vista, y debo haber hecho algún ruido. Alcee vino a pararse junto a mí, y yo dije;

-Mire el muelle de embarque.

Él se puso alerta, justo igual que un setter y dijo;

-Quédese donde está. –Con una inconfundible voz de oficial. Se movió cuidadosamente, mirando atentamente el terreno alrededor antes de ir dando pasos. Sentí como si transcurrieran horas antes de que Alcee llegará al muelle de embarque. Él se agachó sobre los bordes blanqueados de sol para echarle una mirada de cerca. Se concentró un poco a la derecha de la mancha, evaluando algo que no pude ver, algo que ni siquiera pude leer en su mente. Pero él se estaba preguntado qué tipo de botas para trabajar habría llevado puestas mi hermano; eso me llegó claro.

-Marca Caterpillar, -le comenté. El pánico escaló dentro de mí hasta que sentí que estaba vibrando con la mera intensidad del mismo. Jason era todo lo que me quedaba.

Y luego me di cuenta de haber cometido un error que hacía años no me pasaba: respondí una pregunta antes de que fuera formulada en voz alta. Me tapé la boca con mi mano y vi dilatarse los ojos de Beck. Él quería alejarse de mí. Y él estaba pensado que probablemente Jason estuviera en el estanque, muerto. Él especulaba que Jason se habría caído y golpeado la cabeza contra el muelle, y luego se deslizo dentro del agua. Pero allí había una huella que no encajaba...

-¿Cuando pueden venir a buscar al estanque?

Él volteó a mirarme, había terror en su cara. Hacía años que nadie me veía de esa manera. Yo lo había asustado, y habría deseado no tener aquel efecto sobre él.

-La sangre está sobre el muelle, -señalé, tratando de improvisar respuestas. Proveer una explicación razonable era como una segunda piel en mí. –Tengo miedo de que Jason cayera en el agua.

Beck pareció tranquilizarse un poco después de ésto. Sus ojos se dirigieron de regreso al agua. Mi padre seleccionó el sitio para la casa, deseando que incluyera un estanque. Él me dijo cuando era chica que el estanque era muy profundo y se alimentaba por una pequeña corriente. Cerca de las dos terceras partes del área alrededor del estanque se había removido y mantenido como jardín; pero la esquina más alejada se dejó completamente poblada con árboles, y Jason disfrutaba de sentarse en la terraza durante el atardecer con binoculares, mirando los bichos que venían a beber.

Existían peces en el estanque. Él lo mantenía abastecido. Mi estomago se encogió.

Finalmente, el detective subió la cuesta hacía la terraza.

-Tengo que hacer algunas llamadas y ver quién puede zambullirse, -Alcee Beck dijo. –Podría tomar un poco encontrar alguien que pueda hacerlo. Y el jefe tiene que dar luz verde.

Por supuesto, una cosa así costaba dinero, y ese dinero quizás no existía en el presupuesto de la región. Inspiré profundamente antes de decir;

-¿Tomará unas cuantas horas, o días?

-A lo mejor un día o dos, -dijo al final. –No hay manera de que alguien lo haga sin tener entrenamiento. Hace demasiado frío, y el mismo Jason me dijo que era muy profundo.

-Esta bien, -dije, tratando de suprimir mi impaciencia y furia. La ansiedad me roía las entrañas como otro tipo de hambre.

-Carla Rodríguez estuvo en el pueblo anoche, -Alcee Beck comentó, y después de un momento, el significado de esto penetró en mi cerebro.

Carla Rodríguez, una morena bajita con mucho salero, había sido el raspón más cercano que Jason había tenido alguna vez de perder su corazón. De hecho, la pequeña Adapto con quién Jason estaba en la Nochevieja tenía cierto parecido a Carla, quién se mudó a Houston hace tres años, para mi alivio. Estaba cansada de los juegos pirotécnicos que rodearon su romance con mi hermano; su relación había estado aderezada con largas discusiones en voz alta frente a lugares públicos, ruidosas colgadas de auricular, y azotones de puertas.

-¿Por qué? ¿Con quién se está quedado?

-Su prima en Shreveport, -dijo Beck. –Ya la conoce, esa tal Dovie.

Dovie Rodríguez había visitado un montón de veces Bon Temps cuando Carla estuvo viviendo aquí. Dovie había sido la típica prima sofisticada de ciudad, quién descendía para corregir todas las maneras locales de nosotros los patanes del campo. Desde luego, todos habíamos envidiado a Dovie.

Pensé que encarar a Dovie era algo que siempre quise hacer.

Parecía que después de todo iría a Shreveport.


Capítulo 4

El detective me corrió después de esto, diciéndome que iba a traer al oficial para la escena del delito a la casa, y se mantendría en contacto. Conseguí la idea, directamente de su cerebro, y que había algo que no quiso que yo leyera, para distraerme había lanzado el nombre de Carla Rodriguez.

Y pensé que él probablemente se llevaría la escopeta, ya que ahora pareció mucho más seguro de que se tratara de un delito, y la escopeta podría ser algún pedazo de evidencia. Pero Alcee Beck no dijo nada, así que no se lo recordé.

Estaba más sacudida de lo que quise confesarme a mi misma. Interiormente, había estado convencida de que, aunque tenía que localizar a mi hermano, Jason se encontraba bien—solamente perdido. O extraviado, más exactamente, ja ja ja. Posiblemente él estaba en una especie de problema no muy serio, me había dicho a mi misma. Ahora las cosas parecían más serias.

Nunca he sido capaz de estirar mi presupuesto lo suficiente para permitirme un teléfono celular, así que comencé a conducir a casa. Iba pensando a quien debería llamar, y llegué a la misma respuesta de antes. Nadie. No había ninguna noticia definitiva que dar. Me sentí tan sola como jamás en mi vida. Pero sencillamente no quise ser la Mujer Crisis, que se mostraba sobre los peldaños de los amigos con problemas sobre sus hombros.

Las lágrimas anegaron mis ojos. Quería a mi abuela de regreso. Me dirigí al lado del camino y me di varias palmadas a mí misma sobre las mejillas, con fuerza. Me llamé a mi misma por unos cuantos nombres.

Shreveport. Iría a Shreveport y encararía a Dovie y Carla Rodriguez. Mientras estaba allí, averiguaría si Chow y Pam sabían algo sobre la desaparición de Jason—aunque faltaran horas hasta que ellos se levantaran, y yo gastaría la suela de mis zapatos en un club vacío, asumiendo que habría alguien allí para dejarme entrar. Pero, sencillamente, no podía sentarme en casa a esperar. Podría leer las mentes de los empleados humanos y averiguar si ellos sabían que fue lo que pasó.

Por un lado, si fuera a Shreveport, estaría fuera de contacto con lo que pasaba aquí. Por otra parte, haría algo.

Mientras trataba de decidirme si habría más lados para considerar, algo más pasó.

Esto era aún más raro que los eventos precedentes del día. Allí estaba yo, aparcada quién sabe dónde, al lado de un camino regional, cuando un estilizado Camaro negro y nuevo se estacionó detrás de mí. Del lado del pasajero salió una mujer magnífica, al menos seis pies de alto. Desde luego, la recordé; ella había estado en Merlotte´s durante la Nochevieja. Mi amiga Tara Thornton estaba en el asiento del conductor.

Bien, pensé inexpresiva, mirando fijamente por el retrovisor, esto es extraño. No había visto a Tara en semanas, desde que nos habíamos encontrado por casualidad en un club vampiro en Jackson, Misisipí. Ella había estado allí con un vampiro llamado Franklin Mott; él había sido muy apuesto en un estilo de hombre maduro, elegante, peligroso, y sofisticado.

 

Tara siempre luce fabulosa. Mi amiga de la escuela secundaria tiene pelo negro, ojos oscuros, y un terso cutis oliváceo, junto con un montón de inteligencia que ella usa para manejar Tara's Togs, una tienda de ropa de alta calidad para mujeres, que alquila un local en una tira comercial que le pertenece a Bill. (Bueno, es de tan alta calidad como Bon Temps puede ofrecer.) Tara se había hecho amiga mía años antes, porque proviene de un fondo aún más triste que el mío.

Pero la alta mujer opacaba hasta a la misma Tara. Ella era de cabellos tan oscuros como Tara, aunque la nueva mujer tuviera toques de luz rojizos que deslumbraban el ojo. Ella tenía ojos oscuros, también, pero los suyos eran enormes y en forma de almendra, casi anormalmente grandes. Su piel era tan blanca como la leche, y sus piernas eran tan largas como una escalera. Estaba bastante dotada en el departamento del seno, e iba vestida de rojo fuego desde la cabeza hasta tocar la punta del pie. Su lápiz labial a juego.

-Sookie, -Tara llamó. -¿Qué pasa? -Ella anduvo con cuidado hasta mi viejo auto, mirando sus pies porque llevaba puestas unas lustrosas botas de piel marrón de tacón alto que no quiso rayar. Ellas habrían durado cinco minutos en mis pies. Paso demasiado de mi tiempo estando de pie para preocuparme sobre artículos de calzado que sólo lucen bien.

Tara lucía exitosa, atractiva, y segura, en su suéter verde pálido y pantalones color café pardusco.

-Me estaba poniendo mi maquillaje cuando oí por la radio de la policía que algo ocurrió en la casa de Jason, -dijo ella. Se deslizó en el asiento del pasajero y se inclinó para abrazarme. -Cuando llegue a casa de Jason, te vi arrancarte. ¿Qué está pasando? -La mujer en rojo estaba de pie dando su espalda al auto, discretamente mirando en los bosques.

Yo había adorado a mi padre, y siempre supe (y mi propia madre definitivamente lo creía) que sin importar lo que mi Madre me pudiera hacer, ella actuaba movida por el amor. Pero los padres de Tara habían sido malvados, ambos, tanto alcohólicos como abusadores. Las hermanas mayores de Tara y los hermanos se habían marchado de casa tan rápido como pudieron, dejando a Tara, como la más jóven, lidiar con la cuenta por su libertad.

Aún ahora que yo estaba en líos, aquí estaba ella, lista para ayudar.

-Bien, Jason está extraviado, -dije con un tono de voz sobrio, pero entonces arruiné el efecto dando uno de aquellos horribles sollozos ahogados. Giré mi cara, así miraría por la ventana. Estuve avergonzada por mostrar tal angustia delante de la nueva mujer.

Sabiamente ella ignoró mis lágrimas, Tara comenzó a hacerme las preguntas lógicas: ¿Había llamado Jason a su trabajo? ¿Me había llamado la noche anterior? ¿Con quién había estado saliendo últimamente?

Esto me recordó a la chica Adapto que había sido en Nochevieja la cita de Jason. Pensé que hasta podría hablar de la naturaleza diferente de esta muchacha, porque Tara había estado en Club Muerto aquella noche. La alta compañera de Tara era un Supe[5] de alguna clase. Tara sabía todo sobre el mundo secreto.

Pero ella no lo sabía, como descubrí un momento después.

Su memoria había sido borrada. O al menos ella pretendió que así era.

-¿Qué? -Tara preguntó, con confusión casi exagerada. -¿Hombres-Lobos? ¿En aquel club nocturno? Me acuerdo de haberte visto allí. Cariño, ¿no bebiste un poquito de más y ya no te diste cuenta de nada, o algo por el estilo?

Ya que bebo muy frugalmente, la pregunta de Tara me cabreó bastante, pero ésta era también la probable explicación que Franklin Mott podría haber plantado en la cabeza de Tara. Estuve tan decepcionada por no poder conseguir confiar en ella que cerré mis ojos así no tendría que ver la mirada en blanco sobre su cara. Sentí las lágrimas que dejaban pequeños surcos por mis mejillas. Debería dejarlo pasar, pero dije con una voz baja y áspera;

-No, no lo hice.

-¡Oh, Dios Santo! ¿te puso tu cita algo en la bebida? –Con horror genuino, Tara apretó mi mano. -¿Era Rohypnol [6]? ¡Pero Alcide parecía un tipo tan agradable!

-Olvídalo, -dije, tratando de sonar más suave. -Después de todo, esto no tiene nada que ver realmente con Jason.

Su cara estaba todavía preocupada, Tara presionó mi mano otra vez.

De repente, estuve segura y no le creí. Tara sabía que los vampiros podían quitar la memoria, y ella fingía que Franklin Mott había borrado la suya. Pensé que Tara recordaba bastante bien lo que había pasado en el Club Muerto, pero ella fingía que no y lo hacía para protegerse. Si ella tenía que hacer esto para sobrevivir, estaba bien. Suspiré.

-¿Sales todavía con Franklin? -Pregunté, comenzando una conversación diferente.

-Él me consiguió este auto.

Estuve un poco impresionada y más que un poco consternada, pero esperé no ser del tipo que señala con el dedo.

-Es un maravilloso auto. ¿No conoces a ninguna bruja, verdad? -pregunté, tratando de cambiar el objeto antes de que Tara pudiera leer mis dudas. Estaba segura que ella se reiría de mí por hacerle semejante pregunta, pero era una buena manera de desviar el tema. No la haría daño por nada en el mundo.

Encontrar una bruja sería de gran ayuda. Estaba segura que el rapto de Jason—y me juré a mí misma que esto era un rapto, no un asesinato—estaba unido a la maldición que las brujas habían lanzado sobre Eric. Sería demasiada coincidencia de otra manera. Por otro lado, ya había experimentado la bola de giros y vueltas de un montón de coincidencias en los pocos meses pasados. Allí, también sabía que podría encontrar un tercer lado.

-Seguro que sí, -Tara dijo, sonriendo orgullosamente. –En eso puedo ayudarte. Es decir, ¿Tú crees que una Wiccan lo hará?

Tenía tantas expresiones que no estaba segura que mi cara podría mostrarlas a todas ellas. Choque, miedo, pena, y preocupación burbujeaban dentro de mi cerebro. Cuando el hervidero se parara, veríamos qué salía primero.

-¿Eres una bruja? -Dije débilmente.

-¡Ah, Dios mío!, no, yo no. Soy Católica. Pero tengo algunos amigos que son Wiccan. Algunos de ellos son brujos.

-Ah, ¿en serio? -No pensé que había oído alguna vez la palabra Wiccan antes, aunque tal vez la hubiera leído en un novela de misterio o romántica. –Lo siento, no sé lo que esto significa,- dije, mi voz humilde.

-Holly puede explicartelo mejor que yo, -Tara dijo.

-Holly. ¿La Holly que trabaja conmigo?

-Seguro. O podrías ir con Danielle, aunque ella no va a querer hablar. Holly y Danielle están en el mismo aquelarre.

Estaba tan impresionada a estas alturas que sólo podía ponerme más aturdida.

-Aquelarre, -repetí.

-Ya sabes, un grupo de paganos que van a misa juntos.

 

-Creía que un aquelarre tenía que ser sólo de ¿brujas?

-Supongo que no—pero ellos tienden a, ya sabes, ser no cristianos. Me refiero, Wicca es una religión.

 

-Bien, -dije. -Vale. ¿Piensas que Holly querría hablarme a mí sobre esto?

 

-No veo por qué no. -Tara volvió a su auto para conseguir su teléfono celular, y camino de acá para allá entre nuestros vehículos mientras ella se dirigía a Holly. Aprecié el pequeño respiro para permitirme regresar a mis pistas mentales, por llamarlo así. Para ser educada salí de mi auto y le hablé a la mujer en rojo, quién había sido muy paciente.

-Siento conocerte durante un día tan malo, -dije. -Soy Sookie Stackhouse.

-Soy Claudine, -dijo ella, con una sonrisa hermosa. Sus dientes eran de estrella de Hollywood. Su piel tenía una textura rara; parecía brillosa y delgada, recordándome la piel de una ciruela; como cuando la mordías, y el jugo dulce borbotearía hacia fuera. -Estoy aquí debido a toda esta actividad.

-¿Ah? -Dije, desconcertada.

-Seguro. Ustedes tienen vampiros, y lobatos, y la mayor parte de otras cosas enredadas todas por aquí en Bon Temps—sin hablar de varias encrucijadas importantes y poderosas. Fui atraída por todas las posibilidades que aquí existen.

-Ah, aha, -dije inciertamente. -De manera, que solamente planeas observar todo esto, ¿o qué?

-Ah, no. Observar nada más, no es mi estilo. -Ella se rió. -Tú sueles ser la carta comodín del juego, ¿no es verdad?

-Holly ya está enterada, -Tara dijo, con un chasquido cerrando su teléfono y sonriendo porque era difícil no hacerlo con Claudine alrededor. Me di cuenta que yo sonreía de oreja a oreja, no con mi sonrisa habitual tensa, sino con una expresión de dorada felicidad. -Ella dice que vayas a verla.

-¿Vienes conmigo? -No sabía que pensar de la compañera de Tara.

-Lo lamento, Claudine me está ayudando hoy en la tienda, -Tara dijo. -Tenemos la venta de Año Nuevo sobre nuestro viejo inventario, y la gente está comprando bien. ¿Quieres que te aparte algo para ti? Me quedan unos cuantos vestidos de fiesta realmente bonitos. ¿Los que usaste en Jackson estan arruinados?

Ahá, porque un fanático había enterrado una estaca por mi costado. El vestido había sufrido definitivamente.

-Se manchó, -dije con gran refrenamiento. -Es muy lindo de parte tuya ofrecérmelo, pero no pienso que disponga del tiempo para probarme algo. Con todo lo de Jason, tengo tanto en que pensar. -Y muy poco dinero suplementario, me dije.

-Es cierto, -dijo Tara. Ella me abrazó otra vez. -Me llamas si me necesitas, Sookie. Es gracioso que no recuerde un poco mejor esa noche en Jackson. Tal vez yo también había bebido demasiado. ¿Bailamos?

-Ah, sí, nos hiciste repetir aquella rutina que usamos en el espectáculo de talento de la escuela secundaria.

-¡No lo hice! -Ella me pedía que lo negara, con media sonrisa sobre su cara.

-Temo que si. -Sabía condenadamente bien que ella lo recordaba.

-Lamento no haber estado allí, -dijo Claudine. –Me encanta bailar.

-Créeme, esa noche en el Club Muerto es una que yo hubiera deseado perderme, -dije.

-Bien, recuérdame no volver nunca a Jackson, si hice aquel baile en público, -Tara dijo.

-Yo creo que es mejor que ninguna de nosotras vuelva a Jackson. -Yo había dejado a algunos iracundos vampiros en Jackson, pero los Lobatos estaban aún más enojados. No que hubieran quedado muchos de ellos, realmente. Pero aún así.

Tara vaciló un minuto, obviamente tratando de enmarcar algo que ella quiso decirme.

-Ya que Bill posee el edificio en el que está Tara's Togs, -dijo ella con cuidado, -tengo un número donde llamarle, un número que él dijo checaría mientras él esta fuera del país. Así que si tienes que dejarle saber algo...?

-Te lo agradezco, -dije, no muy segura si me sentía agradecida en absoluto. -Él me dijo que dejó un número en una libreta junto al teléfono de su casa. -Había una especie de carácter definitivo con Bill fuera del país, inalcanzable. No había pensado tratar de ponerme en contacto con él sobre mi apuro; de toda la gente que yo había pensado llamar, él ni siquiera había cruzado por mi mente.

-Es solamente que él parecía muy, ya sabes, decaído. -Tara examinó la punta de sus botas. –Melancólico, -ella dijo, como si disfrutara usando una palabra que no pasaba por sus labios a menudo. Claudine sonrió radiantemente con aprobación. Qué fulana tan extraña. Sus enormes ojos estaban iluminados con gozo cuando ella me palmeó sobre el hombro.

Tragué con fuerza.

-Bien, él nunca ha sido exactamente Sr. Sonrisas, -dije. -Realmente lo echo de menos. Pero... -Sacudí mi cabeza enérgicamente. -Fue tan duro y difícil. Él solamente... me trastorna demasiado. Te agradezco por avisarme que puedo llamarle si lo necesito, y en serio, realmente aprecio que le hayas contado a Holly sobre mi.

Tara, se sonrojó con merecido placer después de haber hecho su buena acción del día, regresó a su super-nuevo Camaro. Después de doblar su largo cuerpo en el asiento de pasajeros, Claudine agitó una mano mientras Tara arrancaba. Me senté en mi auto durante un momento más, tratando de recordar donde vivía Holly Cleary. Creí recordar sus quejas acerca del tamaño del armario en su apartamento, y esto significaba los departamentos Kingfisher Arms.

Cuando llegue al edificio en forma de U ubicado al Sur de Bon Temps, comprobé las casillas postales para descubrir el número de apartamento de Holly. Ella estaba sobre la planta baja, en el número 4. Holly tenía un hijo de cinco años, Cody. Holly y su mejor amiga, Danielle Gray, se habían casado directamente después de terminar la escuela secundaria, y ambas se habían divorciados después de cinco años. La mamá de Danielle era una gran ayuda para ella, pero Holly no tuvo esa suerte. Sus padres estaban divorciados desde hacía mucho, y su abuela había muerto en el ala de Alzheimer de la clínica para ancianos de la Región Renard. Holly había salido con el Detective Andy Bellefleur durante unos meses, pero nada había resultado de ello. El rumor que existía era que la vieja Caroline Bellefleur, la abuela de Andy, había pensado que Holly no estaba a la “altura” de Andy. Yo no tenía ninguna opinión sobre esto. Ni Holly ni Andy estaban en mi pequeña lista de gente favorita, aunque definitivamente me sintiera mas fría en relación con Andy.

Cuando Holly atendió a la puerta, me di cuenta de repente cuánto había cambiado en las pocas semanas que habían pasado. Durante años, su pelo había sido teñido de un amarillo león. Ahora era matte negro y parado. Sus oídos tenían cuatro piercings cada uno. Y noté que se le marcaban los huesos de la cadera a través del delgado algodón de dril de sus gastados jeans.

-¡Eh!, Sookie, -dijo, muy agradablemente. -Tara me preguntó si podía hablar contigo, pero no estaba segura si ibas a venir. Siento lo de Jason. Entra.

El apartamento era pequeño, desde luego, y aunque hubiera sido repintado recientemente, mostraba las señales del paso del tiempo y de su uso. Había una sala de estar—comedor—en combinación con la cocina, con una barra para el desayuno que separaba la galería de la cocina del resto del área. Había unos juguetes en una cesta en la esquina del cuarto, y había una lata de pulidor Pledge y un trapo sobre la maltratada mesa de centro. Holly había estado limpiando.

-Siento interrumpir, -dije.

-Esta bien. ¿Coca-Cola? ¿Jugo?

-No, gracias ¿Dónde está Cody?

 

-Él fue a quedarse con su papá, -dijo ella, viendo abajo sus manos. -Lo lleve el día después de la Navidad.

-¿Dónde vive su papá?

-David vive en Springhill. Él se acaba de casar con esta muchacha, Allie. Ella ya tenía dos niños. La niña es de la edad de Cody, y a él le encanta jugar con ella. Siempre dice, “Shelley esto”, y “Shelley aquello”. -Holly pareció algo triste.

David Cleary provenía de un clan grande. Su primo Pharr había estado en mi grado hasta el final de la escuela. Por el bien de los genes de Cody, esperé que David fuera más inteligente que Pharr, lo que sería muy fácil.

-Tengo que hablar contigo sobre algo bastante personal, Holly.

Holly pareció sorprendida una vez más.

-Bien, nunca hemos estado exactamente sobre estos términos, ¿verdad? -ella dijo. –Tú  pregunta, y yo decidiré que contestar.

Traté de darle forma a lo que iba a decir—guardar secretos que yo tenía que mantener secretos y preguntarle a ella lo que necesitaba sin ofender.

-¿Eres una bruja? -Dije, avergonzada de utilizar una palabra tan dramática.

-Soy más una Wiccan.

-¿Te importaría explicarme la diferencia? -Encontré sus ojos brevemente, y luego decidí concentrarme en las flores secas en la cesta encima de la televisión. Holly pensaba que yo podría leer su mente sólo si examinaba sus ojos. (Igual que el contacto físico, el contacto visual hace la lectura mucho más fácil, sin embargo no es necesario.)

-Supongo que no. -Su voz era lenta, como si ella pensara mientras hablaba. -Tu no eres de las que van con chismes.

-Independientemente de lo que me digas, no lo comentaré con nadie. -Encontré sus ojos otra vez, brevemente.

-Bien, -ella dijo. -Vale, si tú eres una bruja, desde luego, tú practicas rituales mágicos.

Ella usaba el “tú” en sentido general, pensé, porque decir “yo” significaría una confesión demasiado valiente.

-Tú desarrollas un poder el cual la mayor parte de las personas nunca llegan a alcanzar. Ser una bruja no es malo, o al menos no se supone que lo sea. Si tú eres una Wiccan, tú sigues una religión, una religión pagana. Seguimos los caminos de la Madre, y tenemos nuestro propio calendario de días santos. Tú puedes ser tanto Wiccan como bruja; o más de una, o más del otro. Es muy individualizado. Yo practico un poco de brujería, pero estoy más interesada en la vida Wiccan. Creemos que tus acciones están bien si tú no le haces daño a nadie más.

De manera extraña, mi primer sentimiento fue de incomodidad, cuando oí a Holly decirme que ella no era cristiana. Yo nunca había encontrado a nadie que no pretendió al menos ser cristiano o quién no decía la palabrería de los preceptos básicos cristianos. Estaba segura que había una sinagoga en Shreveport, pero nunca había conocido a un judío, hasta donde yo sabía. Estaba sin duda alguna sobre una curva de aprendizaje.

-Entiendo. ¿Conoces a muchas brujas?

-Conozco unas cuantas. -Holly asintió con la cabeza repetidamente, todavía evitando mis ojos.

Detecte una vieja computadora sobre la desvencijada mesa en la esquina.

-¿Tienen ustedes, como, un chat en línea, o un tablón de anuncios, o algo?

-Ah, seguro.

-¿Has oído de un grupo de brujas que llegó en Shreveport últimamente?

La cara Holly se puso muy seria. Sus oscuras cejas se unieron en un ceño fruncido.

-Dime que no estás implicada con ellos, -dijo ella.

-No directamente. Pero conozco a alguien que ellos han lastimado, y tengo miedo que sean ellos quienes tienen a Jason.

-Entonces él está en un serio problema, -dijo ella sin rodeos. -La mujer que conduce este grupo es absolutamente despiadada. Su hermano es igual de malo. Aquel grupo, no se parecen al resto de nosotros. Ellos no tratan de encontrar un mejor modo de vivir, o un camino para ponerse en contacto con el mundo natural, u embrujos para aumentar su paz interior. Ellos no sólo son Wiccans. Ellos son diabólicos.

-¿Puedes darme cualquier pista sobre dónde o como podría detectarlos? -Yo hacía todo lo posible por mantener mi cara inexpresiva. Podía oír con mi otro sentido que Holly pensaba que si el recién llegado aquelarre tenía a Jason, le sería hecho mucho daño, si no lo asesinaban.

Holly, por lo visto sumida en pensamientos profundos, miró la ventana delantera de su apartamento. Tenía miedo que ellos remontaran cualquier información que ella me diera, y castigarla—tal vez por vía de Cody. Éstas eran brujas que creían en hacer daño a los demás. Éstas eran brujas cuyas vidas estaban planeadas alrededor de reunir poder de todas las clases y tipos.

-¿Ellas son todas mujeres? -Pregunté, porque podría decir que ella estaba a punto de decidir no decirme nada más.

-Si piensas que Jason sería capaz de seducirlas con sus maneras porque es tan bien parecido, puedes pensar otra vez, -Holly me dijo, su cara severa y de alguna manera con desnuda sinceridad. Ella no aspiraba a crear ningún efecto; ella quiso que yo entendiera lo peligroso que eran esta gente. -Hay algunos hombres, también. Ellos son... no son brujos normales.Quiero decir, ellos no son hasta personas normales.

Estaba dispuesta a creer esto. Había tenido que creer cosas extrañas desde la noche en que Bill Compton había entrado andando en el Bar Merlotte´s.

Holly habló como si ella supiera mucho más sobre este grupo de brujas de lo que yo había sospechado al principio... más que la información general que había esperado pepenar de ella. La pinché un poco.

-¿Qué los hace diferentes?

-Ellos han tenido sangre de vampiro. -Holly echó un vistazo al lado, como si ella sintiera a alguien escuchándola. El movimiento hizo que me erizara por completo. -Brujas—brujos con mucho poder que están dispuestas a usar para el mal—ellos son bastante perversos. Brujos quiénes son muy fuertes porque han tenido la sangre de vampiro y también son... Sookie, no tienes ni idea que peligroso son. Algunos de ellos son Lobatos. Por favor, quédate lejos de ellos.

¿Hombres-Lobo? ¿No sólo eran brujas, sino Lobatos? ¿Y bebían sangre de vampiro? Me asustaron en serio. No sabía como podría ponerse peor.

-¿Dónde están ellos?

-¿Me estas poniendo atención?

-¡Claro que sí, pero tengo que saber dónde están ellos!

-Ellos están en un viejo negocio desafortunadamente no muy lejos de la Alameda de Pierre Bossier, -ella dijo, y yo podía ver el cuadro de ello en su cabeza. Ella había estado allí. Ella los había visto. Ella tenía todo esto en su cabeza, y yo estaba aprendiendo un montón de ella.

-¿Por qué estabas tu allí? -Pregunté, y ella se estremeció.

-Estaba preocupada acerca de hablar contigo, -dijo Holly, su voz enojada. -No debería haberte dejado entrar siquiera. Pero como salí con Jason… Vas a hacer que me maten, Sookie Stackhouse. A mi hijo y a mí.

-No, no voy hacerlo.

-Yo estaba allí porque su líder envió una llamada a todas las brujas en el área para tener, como, una cumbre. Resultó ser que lo que ella quería hacer era imponernos su voluntad a todos nosotros. Algunos de nosotros estuvimos bastante impresionados por su compromiso y su poder, pero a la mayor parte de nosotros las Wiccans de ciudades pequeñas, no nos gustó la droga que ella usa—esto fue la bebida de sangre de vampiro enfrente de todos—o su gusto por el lado más oscuro de la brujería. Ahora bien, esto es todo lo que diré sobre esto.

-Te lo agradezco, Holly. -Traté de pensar en algo que yo podría decirle que aliviaría su miedo. Pero ella quería que yo me marchara más que nada en el mundo, y ya le había causado suficientes molestias. Solamente el haberme permitido entrar a su apartamento había sido una gran concesión, ya que Holly realmente creía en mi capacidad para leer mentes. Sin importar los rumores que ellos oigan, la gente realmente quisiera creer que los contenidos de sus cabezas son privados, pase lo que pase y les pruebe a ellos lo contrario.

Yo misma lo hago.

Palmeé a Holly sobre el hombro cuando me marché, pero ella no se levantó del viejo sillón. Ella me contempló con sus ojos marrones desesperados, como si de un momento a otro alguien fuera a venir a la puerta y cortar su cabeza.

Aquella mirada me asustó más que sus palabras, más que sus ideas, y dejé los departamentos Kingfisher Arms tan rápidamente como pude, tratando de notar a la poca gente que me vió dar vuelta del aparcamiento. No reconocí a ninguno de ellos.

Me pregunté por qué las brujas en Shreveport querrían a Jason, y como podrían haber hecho una conexión entre el Eric ausente y mi hermano. ¿Cómo podría acercarme a ellos para averiguar? ¿Ayudarían Pam y Chow, o ellos habían tomado sus propias medidas?

¿Y de quién era la sangre que habían estado bebiendo las brujas?

Ya que los vampiros habían hecho conocer su presencia entre nosotros, hará casi tres años ahora, ellos eran buscados de un nuevo modo. En vez de temer ser estacado en el corazón por quiero-ser-como Van Helsing, los vampiros temían a los empresarios modernos llamados Desangradores. Los desangradores viajaban en equipos, seleccionando a los vampiros por una variedad de métodos y atándolos con cadenas de plata (por lo general en una emboscada cuidadosamente planeada), luego drenando su sangre en frascos. Según la edad del vampiro, un frasco de sangre podría reportar de 200 a 400 dólares en el mercado negro. ¿El efecto de beber esta sangre? Bastante imprevisible, una vez que la sangre había abandonado al vampiro. Adivino que era parte de la atracción. Lo más común era que durante unas semanas, el bebedor ganaba la fuerza, agudeza visual, un sentimiento de buena salud, y realzaba su atractivo. Esto dependía de la edad del vampiro drenado y la frescura de la sangre.

Desde luego, aquellos efectos se desvanecían, a menos que uno bebiera más sangre.

A cierto porcentaje de la gente que ya experimentó beber sangre de vampiro le cuesta esperar a conseguir el dinero para más. Estos yonquis de sangre son sumamente peligrosos, desde luego. Los policías de ciudad se alegraron de contratar a vampiros para tratar con ellos, ya que los polis normales conseguiría simplemente ser hechos pulpa.

De tanto en tanto, un bebedor de sangre sencillamente se vuelve loco—a veces en un estilo de tranquilo farfullero, pero otras veces espectacularmente cruel. No había ningún modo de predecir a quién le tocaría cada estilo, y éste podría encontrarse con la primera bebida.

Así que había hombres con ojos brillantes locos en celdas acolchonadas y también electrificantes estrellas de cine que igualmente debían su condición a los Desangradores. Desangrar era un trabajo arriesgado, desde luego. A veces el vampiro se soltaba, con un resultado muy previsible. Un tribunal en Florida había decretado esta venganza del vampiro homicidio justificado, en un famoso caso, porque los Desangradores notoriamente desechaban a sus víctimas. Ellos abandonaban al vampiro, casi vacío de sangre, demasiado débil para moverse, dondequiera que el vampiro cayera. El vampiro debilitado moría cuando el sol se elevaba, a menos que él tuviera la fortuna de ser descubierto y ayudado a llegar a un lugar seguro durante las horas de oscuridad. Tomaba años para reponerse de una drenación, y necesitaba de la ayuda de otros vampiros. Bill me había dicho que había refugios para vampiros drenados, y que su ubicación era mantenida muy secreta.

Brujas con poder físico casi igual que los vampiros—parecía una combinación muy peligrosa. Seguía pensando en mujeres cuando imaginaba el aquelarre que se había movido en Shreveport, y seguía corrigiéndome. Hombres, Holly había dicho que había hombres en el grupo.

Vi en el reloj del banco, mientras conducía por la calle, y noté que era apenas pasado del mediodía. Estaría totalmente oscuro unos minutos antes de la seis; Eric se había levantado un poco antes que esto, a veces. Ciertamente podría ir a Shreveport y volver para entonces. No podía pensar en otro plan, y sencillamente no podía irme a casa y sentarme a esperar. Incluso gastar gasolina era mejor que volver a mi casa, aunque la preocupación por Jason trepara lentamente de arriba hacía abajo de mi espina. Podría tomarme el tiempo para dejar la escopeta, pero mientras estuviera descargada con los tiros fuera de ella y en otro lugar, debería ser legal conducir por los alrededores con ella.

Por primera vez en mi vida, comprobé mi espejo retrovisor para ver si estaba siendo seguida. No soy un as sobre técnicas de espionaje, pero si alguien me seguía, no pude detectarlo. Me paré y puse algo de gas y un ICEE, solamente para ver si alguien entraba en la gasolinera detrás de mí, pero nadie lo hizo. Era una buena señal, decidí, esperando que Holly estuviera a salvo.

Cuando conduje, tuve tiempo para examinar mi conversación con Holly. Me di cuenta que esta era la primera charla que había tenido alguna vez con Holly en la cual el nombre de Danielle no había salido ni una vez. Holly y Danielle habían sido muy unidas desde la escuela primaria. Ellas probablemente tenían sus períodos al mismo tiempo. Los padres de Danielle, eran miembros honorarios de la Iglesia del Libre Albedrío de Dios, seguro tendrían un ataque si ellos supieran todo esto, no era ninguna sorpresa que Holly hubiera sido tan discreta.

Nuestro pequeño pueblo de Bon Temps había abierto sus puertas el suficiente espacio para tolerar a los vampiros, y la gente gay ya no la tenían tan dura como antes (dependiendo también de la manera en que ellos expresarán su preferencia sexual). Sin embargo, pensé que las puertas podrían romperse por el azotón al cerrarse para las Wiccans.

La peculiar y hermosa Claudine me había dicho que ella fue atraída a Bon Temps por su misma extrañeza. Me pregunté que más andaría por ahí, esperando para revelarse.


Capítulo 5

Carla Rodriguez, mi tirada más prometedora, vino primero. Había buscado la vieja dirección que tenía para Dovie, con quien había intercambiado raramente alguna tarjeta de Navidad. Encontré la casa con un poco de dificultad. Estaba bien lejos de las áreas para hacer compras que eran mis únicas paradas normales en Shreveport. Donde Dovie vivía, las casas eran pequeñas y apretujadas entre sí, y algunos de ellas necesitaban reparaciones urgentes.

Sentí una emoción distinta del triunfo cuando la misma Carla abrió la puerta. Ella lucía un ojo morado, y tenía síntomas de sufrir una buena resaca, ambos signos de que había tenido una noche bastante agitada el día anterior.

-¡Eh!, Sookie, -ella dijo, identificándome después de un momento. -¿Qué estás haciendo aquí? Estuve en Merlotte´s anoche, pero no te vi allí. ¿Todavía trabajas allí?

-Sí, todavía. Era mi noche libre. -Ahora que finalmente veía a Carla, no estaba segura como explicarle lo que necesitaba. Decidí ser directa. -Escucha, Jason no fue a trabajar esta mañana, y me estaba preguntado si él podría estar aquí contigo.

-Cariño, no tengo nada contra ti, pero Jason es el último hombre sobre la tierra con él que yo dormiría, -dijo Carla rotundamente. La contemplé, oyendo que ella me decía la verdad. -No voy a poner mi mano en el fuego dos veces, habiendo conseguido quemarme la primera vez. Miré alrededor del bar un poco, pensando que podría verlo, pero si lo hubiera visto, habría girado hacía otro camino.

Asentí con la cabeza. Parecía que estaba dicho todo lo que habría que decir allí sobre el tema. Cambiamos unas cuantas más oraciones corteses, y charlé con Dovie, quién hacía equilibrar a un niño sobre su cadera, pero luego fue tiempo de marcharme. Mi tirada más prometedora acababa de cebarse después de dos sencillas oraciones.

Tratando de suprimir mi desesperación, conduje a una gasolinera dentro de una esquina transitada y aparqué, para comprobar mi mapa de Shreveport. No me tomó mucho tiempo entender como conducir del barrio residencial de Dovie al bar vampiro.

Fangtasia estaba en un centro comercial cerca de Toys "R" Us. Abría desde la seis de la tarde durante todo el año, pero, por supuesto, los vampiros no se aparecían hasta el anochecer, que dependía de la temporada. El frente de Fangtasia estaba pintado color gris llano, y la escritura de luces de neón era toda roja. “Shreveport's Premier Vampire Bar”, se leía en la escritura más pequeña recién añadida, bajo la escritura exótica del nombre del bar. Me estremecí y miré hacía otro lado.

Dos veranos atrás, un pequeño grupo de vampiros de Oklahoma habían tratado de establecer un bar rival en la localidad adyacente Bossier City. Después de una noche de agosto particularmente caliente y corta, ellos nunca habían sido vistos otra vez, y el edificio que habían estado renovando se había quemado hasta los cimientos.

Los turistas pensaron que historias como esta eran realmente divertidas y coloridas. Esto, añadido a la emoción de ordenar bebidas excesivamente caras (servidas por camareras humanas vestidas con los largos trajes negros tipo “vampiro”) contemplando, como era debido, a los verdaderos chupasangres no-muertos. Eric hizo que los vampiros del Área Cinco se mostrarán para este deber tan poco atrayente dándoles un número de horas cada semana para presentarse en Fangtasia. La mayor parte de sus subordinados no estaban entusiasmados sobre exhibirse ellos mismos, pero esto les daba una posibilidad real para conectar con colmilleros, quienes realmente se mueren de las ganas de ser mordidos. Tales encuentros no ocurren en el local: Eric tenía reglas sobre esto. Y también el departamento de policía. El único mordisco legal que podría ocurrir entre humanos y vampiros era entre adultos que consistieran, en privado.

Automáticamente, conduje alrededor por la parte trasera del centro comercial. Bill y yo usábamos casi siempre la entrada de empleados. Aquí detrás, la puerta era solamente una puerta gris en una pared gris, con el nombre del bar puesto en letras adhesivas de Wal-Mart directamente debajo de esto, un aviso grande, negro, proclamaba SÓLO PERSONAL. Levanté mi mano para llamar, y luego me di cuenta que podía ver que el cerrojo interior no había sido puesto.

La puerta estaba abierta.

Esto era muy, muy malo.

Aunque fuera en plena luz del día, el pelo de mi cuello se me erizó. Repentinamente, lamenté no tener a Bill a mis espaldas. No era que extrañara su tierno amor. Probablemente es un mal indicador de tu modo de vivir, cuando una echa de menos a su ex-novio porque él es absolutamente letal.

Aunque la cara pública del centro comercial estuviera bastante transitada, el lado de servicio estaba abandonado. El silencio hervía con posibilidades, y ninguno de ellas era agradable. Apoyé mi frente contra la fría puerta gris. Decidí regresar a mi viejo auto y largarme de allí, lo que habría sido extraordinariamente inteligente.

Y me habría ido, si no hubiera oído el gemido.

Incluso entonces, si hubiera sido capaz de ubicar un teléfono público, solamente habría llamado al 911 y me habría quedado fuera hasta que llegará algún oficial. Pero no había uno a la vista, y no podía encarar la posibilidad de que alguien necesitaba mi ayuda en serio, y yo la había retardado porque era una gallina.

Había un pesado cubo de basura directamente junto a la puerta de atrás, y después de que tiré de la puerta para abrirla—manteniéndome aparte durante un segundo para evitar que algo pudiera caerme encima—maniobré para poder sostener la puerta medio abierta. Tenía carne de gallina por todos lados de mis brazos cuando anduve dentro.

Fangtasia carece de ventanas y requiere luz eléctrica, veinticuatro horas/siete días. Ya que ninguna de estas luces estaba prendida, el interior estaba oscuro como boca de lobo. La luz de ese día invernal se extendió débilmente bajo el pasillo que conducía al bar apropiadamente. A la derecha estaban las puertas de la oficina de Eric y el cuarto del contable. A la izquierda estaba la puerta a la despensa grande, que también contenía el cuarto de baño para empleados. Este pasillo terminaba en una puerta pesada para desalentar a cualquier amante de las travesuras de penetrar a espaldas del club. Esta puerta, también, estaba abierta, por primera vez en mi memoria. Más allá quedaba la silenciosa caverna negra del bar. Me pregunté si algo se encontraría sentado en aquellas mesas o se agruparía en aquellas cabinas.

Contuve mi aliento, así podría descubrir el menor sonido de cualquier pequeño ruido. Después de unos segundos, oí un movimiento como si alguien se arrastrara y otro sonido de dolor, que provenía de la despensa. La puerta estaba ligeramente entornada. Dirigí cuatro silenciosos pasos a aquella puerta. Mi corazón palpitaba tanto que casi se salió por mi garganta cuando metí la mano en la oscuridad para oprimir el interruptor.

La deslumbrante luz me hizo parpadear.

Belinda, la única colmillera medio inteligente que había encontrado alguna vez, permanecía sobre el suelo de la despensa en una posición curiosamente torcida. Sus piernas estaban dobladas en ángulo contrario, sus talones presionados contra sus caderas. No había ninguna sangre—de hecho, ninguna señal visible—sobre ella. Por lo visto, ella tenía un calambre de pierna gigantesco y perpetuo.

Me arrodillé al lado de Belinda, mis ojos lanzaban vistazos en todas direcciones. No vi ningún otro movimiento en el cuarto, aunque sus esquinas estaban obscurecidas con pilas de cajas de licor y un ataúd que se usaba como un espectáculo donde los vampiros a veces se metían dentro para fiestas especiales. La puerta del cuarto de baño para empleados estaba cerrada.

-Belinda, -susurré. -Belinda, mírame.

Los ojos de Belinda estaban rojos e hinchados detrás de sus gafas, y sus mejillas estaban mojadas por las lágrimas. Ella parpadeó y se concentró en mi cara.

-¿Están ellos todavía aquí? -Pregunté, sabiendo que ella entendería a lo que me refería, -la gente que te hizo esto.

-Sookie, -ella dijo con voz ronca. Su voz era débil, y me pregunté cuan largo habría permanecido allí esperando ayuda. -Ah, gracias a Dios. Dile al Maestro Eric que tratamos de detenerlos. -Hasta en su agonía, se darán cuenta, seguía actuando muy en su papel… -dile a nuestro amo que luchamos hasta la muerte- …ustedes saben esa clase de cosas.

-¿A quién trataste de detener? -Pregunté bruscamente.

-Las brujas. Ellas vinieron la noche pasada después de que habíamos cerrado, después de que Pam y Chow se habían ido. Solamente Ginger y yo...

-¿Qué querían ellos? -Tuve tiempo para notar que Belinda llevaba puesto todavía su uniforme negro transparente de camarera con una abertura en su falda larga, y había todavía señales de punturas pintadas sobre su cuello.

-Ellos querían saber donde habíamos puesto al Maestro Eric. Ellos parecían creer que le habían hecho... algo a él, y que lo habíamos escondido. -Durante su larga pausa, su cara se crispó, y podría decir que ella estaba sufriendo un dolor terrible, pero no podía saber lo que andaba mal en ella. -Mis piernas, -ella gimió. –Ah.

-Pero tu no lo sabías, así que no pudiste decírselos.

-Yo nunca traicionaría a nuestro maestro.

Y Belinda era la que tenía sentido común.

-¿Estaba alguien aquí además de Ginger, Belinda? -Pero ella estaba en un profundo espasmo de sufrimiento que no podía contestar. Su cuerpo entero estaba rígido por el dolor, con aquel suave gemido que rasgaba su garganta una y otra vez.

Llamé al 911 desde la oficina de Eric, ya que conocía la posición del teléfono allí. El cuarto había sido volteado completamente, y alguna bruja retozona que tenía pintura en bote dibujó un gran pentagram rojo sobre una de las paredes. Eric iba alucinar con esto.

Regresé con Belinda para decirle que la ambulancia venía.

-¿Qué le pasa a tus piernas? -Pregunté, asustada de la respuesta.

-Ellos hicieron que el músculo detrás de mis piernas se contrajera, como a la mitad... - Y ella comenzó a gemir otra vez. –Se parece a uno de aquellos calambres gigantescos que una consigue cuando está embarazada.

Era nuevo para mí que Belinda hubiera estado alguna vez embarazada.

-¿Dónde está Ginger? -Pregunté, cuando su dolor pareció haber disminuido un poco.

-Ella estaba en el cuarto de baño.

Ginger, una bonita rubia-rojiza, tan dura y tonta como una roca, estaba todavía allí. No creo que hubieran deseado matarla. Pero ellos le habían lanzado un embrujo sobre sus piernas exactamente igual que con Belinda, parecía que; sus piernas habían estado dobladas del mismo modo peculiar y doloroso, hasta la muerte. Ginger había estado de pie delante del fregadero cuando se había acalambrado, y su cabeza había golpeado el borde del fregadero cuando había caído. Sus ojos estaban ciegos y sin vida, su pelo estaba enmarañado con algo de sangre coagulada que había resbalado desde la depresión en su cien.

No había nada que hacer. Ni siquiera toqué a Ginger; ella estaba tan obviamente muerta. No le dije nada sobre ella a Belinda, que estaba en tremenda agonía como para entenderlo, de todos modos. Ella tuvo algunos momentos más de la lucidez antes de que yo saliera fuera de ahí. Le pregunté donde podría encontrar a Pam y Chow así podría advertirles, y Belinda me dijo que ellos solamente se aparecían en el bar cuando se ponía oscuro.

Ella también dijo que la mujer que había trabajado el embrujo era una bruja llamada Hallow, y medía casi seis pies de alto, con el pelo castaño corto y un diseño negro pintado sobre su cara.

Esto debería hacerla fácil de identificar.

-Ella me dijo que era tan fuerte como un vampiro, también, -jadeó Belinda. –Míralo... - Belinda señaló más allá de mí. Giré, esperando un ataque. Nada tan alarmante pasó, pero lo que vi era casi tan inquietante como lo que yo había imaginado. Era el mango del carro que el personal solía hacer usar para servir bebidas alrededor. El largo mango metálico había sido enroscado en una U.

-Sé que el Maestro Eric la matará cuando él vuelva, -Belinda dijo desmayadamente después de un minuto, las palabras le salían entrecortadas debido al dolor.

-Seguro que él lo hará, -dije fuertemente. Vacilé, sintiéndome chunga más allá de cualquier palabra. -Belinda, tengo que irme porque no quiero que la policía me detenga aquí para el interrogatorio. Por favor, no menciones mi nombre. Solamente diles que un transeúnte te oyó, ¿vale?

 

-¿Dónde está el Maestro Eric? ¿Realmente él no está?

-No tengo ni idea, -dije, obligada a mentir. -Tengo que salir de aquí.

-Vete, -Belinda dijo, su voz desigual. -Somos afortunadas que entraste hasta acá.

Tenía que salir de allí. No sabía nada sobre lo que había pasado en el bar, y ser interrogada durante horas me costaría un tiempo que no podía permitirme, debido a la ausencia de mi hermano.

De vuelta en mi auto y sobre mi salida del centro comercial, pasé los autos de la policía y la ambulancia cuando ellos se dirigían hacía allá. Yo había limpiado la manija para borrar mis huellas digitales. Fuera de esto, no podía recordar lo que había tocado y lo que no, sin importar que tan cuidadosamente examiné mis acciones. Debería haber un millón de impresiones allí, de todos modos; ¡Dios!, aquello era un bar.

Después de un minuto, me percaté que conducía sin ninguna dirección. Estaba abrumadamente agitada. Me volví a meter de nuevo en otro aparcamiento de gasolinera y miré el teléfono público ansiosamente. Podría llamar a Alcide, y preguntarle si él sabía en donde Pam y Chow pasaban sus horas del día. Entonces podría ir allí y dejar un mensaje o algo, advirtiéndoles sobre lo que había pasado.

Me hice tomar algunos alientos profundos y pensar con fuerza en lo que haría. Era extremadamente poco probable que los vampiros le dieran a un lobato la dirección de su lugar de descanso durante el día. Esta no era información que los vampiros le pasaran a cualquiera que preguntara. Alcide no sentía ningún aprecio por los vampiros de Shreveport, quienes habían sostenido la deuda de juegos de azar de su papá sobre la cabeza de Alcide hasta que él cumpliera con sus deseos. Yo sabía que si lo llamaba, él habría venido, porque él es un buen tipo. Pero su participación podría tener consecuencias serias para su familia y su negocio. Sin embargo, si esta Hallow realmente era una triple amenaza—una bruja Lobato que bebía sangre de vampiro—ella era muy peligrosa, y los Lobatos de Shreveport deberían saber sobre ella. Aliviada porque había decidido finalmente, encontré un teléfono público que funcionaba, y conseguí la tarjeta de Alcide de mi billetera.

Alcide estaba en su oficina, lo que era un milagro. Describí mi ubicación, y él me dio direcciones sobre como llegar a su oficina. Él se ofreció venir por mi, pero no quise que él pensara que yo era una completa idiota.

Usé una tarjeta pre-pagada para telefonear a la oficina de Bud Dearborn, para oír que no había ninguna noticia sobre Jason.

Siguiendo las direcciones de Alcide con mucho cuidado, llegué a Herveaux & Son en aproximadamente veinte minutos. Esto estaba muy distante de la I-30, sobre el límite Este de Shreveport, actualmente, mi camino de vuelta a Bon Temps.

Los Herveaux poseían el edificio, y su compañía de inspección era su único inquilino. Aparqué delante del edificio bajo de ladrillo. En la parte trasera, distinguí la camioneta Dodge Ram de Alcide en el aparcamiento grande para empleados. El de enfrente, para clientes, era mucho más pequeño. Estaba claro que los Herveaux iban a visitar a sus clientes, más bien que los clientes venían a visitarlos.

Sintiéndome apenada y más que un poco nerviosa, empujé para abrir la puerta de la calle y eché un vistazo alrededor. Había un escritorio justo a la entrada de la puerta, con un área de espera en frente. Más allá media pared, podía ver cinco o seis cubículos de trabajo, tres de ellos ocupados. La mujer detrás del escritorio era responsable de dirigir  las llamadas telefónicas, también. Ella tenía el pelo corto marrón oscuro cuidadosamente cortado y arreglado, llevaba puesto un suéter hermoso, y tenía un maravilloso maquillaje. Probablemente andaría en sus años cuarentas, pero esto no la hacía menos impresionante.

-Vine a ver a Alcide, -dije, sintiéndome avergonzada y tímida.

-¿Su nombre? -Ella me sonreía, pero lucía un pelín pedante y payasa en los bordes de su sonrisa, como si ella no aprobará el que una mujer jóven y obviamente pasada de moda se apareciera en el lugar de trabajo de Alcide. Llevaba puesta una sudadera tejida azul brillante con amarillo de manga largas bajo mi viejo abrigo azul que me llegaba a medio muslo, y unos jeans viejos, y mis Reeboks. Yo había estado preocupada acerca de encontrar a mi hermano cuando me vestí, no acerca de pasar inspección con la Policía de Moda.

-Stackhouse, -dije.

-La Sra. Stackhouse esta aquí para verle, -Sra. Estirada dijo por el intercomunicador.

-¡Ah, qué bien! -Alcide sonó muy contento, lo que era un alivio.

Sra. Estirada estaba diciendo por el intercomunicador; -¿La envío de regreso? -cuando Alcide apareció raudo y veloz por la puerta trasera, a la izquierda de su escritorio.

-¡Sookie! -él dijo, y sonrió radiante hacía mí. Él se paró durante un segundo, como si no pudiera decidir a ciencia cierta lo que debería hacer, y luego me abrazó.

Yo sentí que sonreía por todos lados. Lo abracé de vuelta. ¡Estaba tan feliz de verlo! Pensé que lucía maravillosamente bien. Alcide es un hombre alto, con el pelo negro que por lo visto no puede ser domado con el cepillo y peine, y tiene una cara amplia y ojos verdes.

Juntos habíamos desaparecido y tirado un cadáver, y esto crea un lazo.

Él tiró suavemente de mi trenza.

-Ven adentro, -dijo él a mi oído, desde que Sra. Estirada nos estaba mirando con una sonrisa indulgente. Estaba segura que la parte indulgente era sólo para beneficio de Alcide. De hecho, yo sabía que lo era, porque ella pensaba que no parecía lo bastante chic o elegante para salir con un Herveaux, y ella no creía que el papá de Alcide (con quien ella había estado durmiendo durante dos años) apreciaría que Alcide trabará amistad con una muchacha de tan poca mota como yo. ¡Ups!, una de aquellas cosas que no quería saber. Obviamente no estaba usando mis barreras mentales con suficiente fuerza. Bill me había hecho practicar, y ahora que no lo veía más, me había vuelto descuidada. Esto no era por completo mi culpa; Sra. Estirada era una transmisora clara y alta.

Alcide no lo era, ya que él es un Hombre-Lobo.

Alcide me introdujo por un pasillo, que estaba confortablemente alfombrado y colgado con cuadros de paisajes neutros insípidos y escenas de jardín—que imaginé algún decorador (o tal vez Sra. Estirada) habría elegido. Él me mostró su oficina, que tenía su nombre sobre la puerta. Era un cuarto grande, pero no magnífico o elegante, porque estaba hasta el tope de cosas del trabajo—planos, papeles, cascos y equipo de oficina. Muy practico. Un facsímile ronroneaba, y estaba al lado de una pila de formas junto a una calculadora y computadora que mostraba gráficos.

-Estás ocupado. No debería haber llamado, -dije, al instante intimidada.

-¿Estas bromeando?¡Tu llamada es lo mejor que me ha pasado durante todo el día! -Él sonó tan sincero que tuve que sonreír otra vez. -Hay algo que tengo que decirte, algo que no te dije cuando dejé tus cosas después de que te hicieron tanto daño. -Después de que había sido golpeada por matones alquilados. -Me sentí tan mal sobre ello que he aplazado el ir a Bon Temps para hablar contigo cara a cara.

¡Oh, Dios Mío!, él había regresado con su asquerosa, repugnante y putrefacta novia, Debbie Pelt. Conseguí el nombre de Debbie de su cerebro.

-¿Sí? -Dije, tratando de parecer tranquila y abierta. Él alcanzó y tomó mi mano entre sus propias manos grandes.

-Te debo una enorme disculpa.

Vale, esto era inesperado.

-¿Cómo sería eso? -Pregunté, alzando la vista hacía él con ojos entrecerrados. Yo había venido aquí para verter mis líos mentales, pero en cambio era Alcide quién derramaba las suyos.

-Esa última noche, en el Club Muerto, -comenzó él, -cuando tu más necesitabas mi ayuda y protección, yo...

Sabía lo que venía ahora. Alcide se había cambiado en un lobo en lugar de permanecer en forma humana y ayudarme en el bar después de que yo había sido estacada. Puse mi mano libre sobre su boca. Su piel era tan caliente. Si están acostumbrados a tocar a los vampiros, sabrán que tan abrasador se puede sentir un humano normal, y un Lobato hasta más, ya que ellos funcionan con algunos grados más de temperatura.

Sentí que mi pulso se aceleraba, y yo sabía que él podría notarlo, también. Los animales son buenos para detectar la excitación.

-Alcide, -dije, -no vuelvas a mencionar esto. Tú no podías ayudarme y, al fin y al cabo, todo esto salió bien. -Bueno, más o menos—fuera de que mi corazón se rompió por la perfidia de Bill.

-Gracias por ser tan comprensiva, -dijo, después de una pausa durante la cual él me observó intensamente. -Creo que me habría sentido mejor si hubieras estado molesta. -Supongo que él se preguntaba si sólo estaba poniendo una buena cara sobre esto o si era realmente sincera. Podría decir que él tenía el impulso de besarme, pero no estaba seguro si yo le daría la bienvenida a tal movimiento o hasta si lo permitiría.

Bueno, yo tampoco sabía lo que haría, así que no me di la oportunidad para averiguarlo.

-Bien, estoy furiosa contigo, pero lo oculto bastante bien, -dije. Él se relajó por completo cuando me vió sonreír, aunque probablemente sería la última sonrisa que compartiríamos en todo el día. -Escucha, tu oficina en medio del día no es un buen momento ni el lugar para decirte las cosas que tengo que decirte, -dije. Hablé muy nivelada, entonces se daría cuenta que yo no venía por él. No sólo es que me gustara Alcide sino que además pensaba que era una pasada de hombre—pero hasta que estuviera segura que él andaba con Debbie Pelt, él estaba fuera de mi lista de tipos que quería a mi alrededor. Lo último que había escuchado de Debbie, era que ella estaba comprometida con otro adapto, a pesar de que nunca había terminado su relación emocional con Alcide.

No iba a meterme en medio de aquello—no con la pena causada por la infidelidad de Bill que todavía pesa duramente sobre mi propio corazón.

-Vamos un rato a Applebee calle abajo a tomarnos un café, -sugirió. Por el intercomunicador, le informó a Sra. Estirada que se marchaba. Salimos por la puerta de atrás.

Para ese entonces ya eran las dos, y el restaurante estaba casi vacío. Alcide le pidió al joven que nos atendió ponernos en el gabinete más alejado que pudiera colocarnos. Me deslicé hacía la banca de un lado, esperando que Alcide se sentara en la otra, pero él se deslizó a un lado de mí.

-Si quieres contarme secretos, esto es lo más cerca que podemos estar, -dijo él.

Ambos ordenamos café, y Alcide pidió al camarero traer un pequeño pote. Le pregunté por su papá mientras el camarero estaba sirviendo alrededor, y Alcide me preguntó por Jason. No contesté, porque la mención del nombre de mi hermano era suficiente para hacerme sentir deseo de llorar. Cuándo nuestro café llegó y el jóven se había marchado, Alcide dijo;

-¿Qué está pasando?

Inspiré profundamente, tratando de decidir donde comenzar.

-Hay un aquelarre de bruja malas en Shreveport, -dije rotundamente. -Ellos beben sangre de vampiro, y al menos algunos de ellos son adaptos.

Este fue el turno de Alcide para inspirar profundamente.

Elevé una mano, indicando que había más por venir.

-Se están moviendo en Shreveport para apoderarse del reino financiero de los vampiros. Ellos lanzaron una maldición o un maleficio o algo así contra Eric, y esto se llevó su memoria. Asaltaron Fangtasia, tratando de descubrir dónde descansan durante el día los vampiros. Ellos pusieron una especie de embrujo sobre dos de las camareras, y una de ellas está en el hospital. La otra está muerta.

Alcide ya estaba sacando fuera del bolsillo su teléfono celular.

-Pam y Chow han escondido a Eric en mi casa, y tengo que regresar antes del anochecer para cuidar de él. Y Jason esta desaparecido. No sé quién se lo llevó o donde esta él o si él esta... -Vivo. Pero no pude decir la palabra.

El aliento contenido de Alcide se escapó en un ufff, y él se quedo sentado contemplándome, con el teléfono en su mano. Él no podía decidir a quien llamar primero. No lo culpo.

-No me gusta que Eric esté en tu casa, -dijo él. -Esto te pone en peligro.

Me conmovió muchísimo que su primer pensamiento fuera por mi seguridad.

-Jason pidió mucho dinero para hacerlo, y Pam y Chow estuvieron de acuerdo, -dije, avergonzada.

-Pero Jason no esta allí arriesgando el pescuezo, y tú si.

Indiscutiblemente cierto. Pero, dándole algo de crédito a Jason, seguramente él no lo había planeado de esta manera. Dije a Alcide sobre la sangre en el muelle.

-Podría ser un arenque rojo, -dijo él. –Sólo si el tipo de sangre empareja con la de Jason, entonces puedes preocuparte. -Él tomó un sorbo de su café, sus ojos enfocados en la taza. -Tengo que hacer algunas llamadas, -dijo él.

-Alcide, ¿tú eres el packmaster [7] para Shreveport?

-No, no estoy siquiera cercano de ser así de importante.

Esto no me pareció posible, y por tanto lo dije. Él tomó mi mano.

-Los packmasters son por lo general más viejos que yo, -dijo él. -Y uno tiene que ser realmente aguantador. Y muy, muy rudo.

 

-¿Tienes que luchar para conseguir ser packmaster?

-No, eres elegido, pero los candidatos tienen que ser muy fuertes e inteligentes. Hay una clase de—pues, tienes una prueba que debes superar.

 

-¿Escrita? ¿Oral? -Alcide pareció aliviado cuando él vio que yo sonreía. -¿Más bien una prueba de resistencia? -Dije.

Él asintió.

-Más como eso.

-¿No crees que tu packmaster debería saber sobre esto?

 

-Sí. ¿Qué más?

-¿Por qué harían ellos esto? ¿Por qué escogieron Shreveport? Si ellos están dispuestos a todo con la sangre de vampiro y la posibilidad para hacer cosas realmente malas, ¿por qué no establecerse en una ciudad más próspera?

-Ésta es una muy buena pregunta. -Alcide pensaba con ganas. Sus ojos verdes bizquearon cuando él pensó. –Nunca he oído de una bruja que tuviera tanto poder. Nunca oí de una bruja que fuera una adapto. Estoy tendiendo a pensar que ésta es la primera vez que algo así ha pasado.

-¿La primera vez?

-Que una bruja haya tratado alguna vez de tomar el control de una ciudad, tratar de llevarse los activos de la comunidad sobrenatural de la ciudad, -dijo él.

-¿Cómo están paradas las brujas en la jerarquía sobrenatural?

-Bien, ellos son humanos que se quedan humanos. -Él se encogió de hombros. -Por lo general, los Supes que se sienten brujas son solamente medias-tintas. La clase que uno tiene que vigilar, ya que ellos practican la magia y nosotros somos criaturas mágicas, pero aún así...

-¿No son una gran amenaza?

-Exacto. Parece que deberíamos repensar esto. Su líder toma sangre de vampiro. ¿Los drena ella misma? -Él presionó un número y sostuvo el teléfono en su oído.

-No sé.

-¿Y en qué cambia ella? –Los adaptoformas tenían varias opciones, pero había un animal por el cual cada adapto tenía cierta afinidad, y ése era su animal habitual. Un adaptoforma podría llamarse así mismo “adapto-lince” o “adapto-murciélago”, si fuera de la variedad que no se volvía hombre-lobo. Pero los Hombre-lobos se oponían enérgicamente a cualquier otra criatura de doble-natura que se hiciera llamar así misma “Lobato”.

-Bien, ella es... como tú, -dije. Los lobatos se consideran los reyes de la comunidad doble-natura. Ellos sólo se cambian en un animal, y era el mejor. El resto de la comunidad doble-natura, respondía llamándolos los lobos matones.

-Oh, no. -Alcide estuvo horrorizado. En aquel momento, su packmaster contestó la llamada.

-¡Hola, soy yo Alcide! -Un silencio. -Siento molestarle cuando usted estaba ocupado en la yarda. Ha ocurrido algo importante. Tengo que verle cuanto antes. -Otro silencio. -Sí, señor. Con su permiso, traeré alguien conmigo. -Después de un segundo o dos, Alcide presionó un botón para terminar la conversación. -Casi seguro que Bill sabrá dónde viven Pam y Chow, ¿no? -él me preguntó.

-Estoy segura que lo sabe, pero él no está aquí para decírmelo. –Si él quisiera hacerlo.

-¿Y dónde está él? -La voz de Alcide era ilusoriamente tranquila.

-Está en Perú.

Yo había estado viendo mi servilleta, que había plegado como un abanico. Eché un vistazo al hombre a mi lado para encontrarlo viéndome fijamente con una expresión de incredulidad.

-¿Él se ha ido? ¿Él te abandonó aquí sola?

-Bueno, él no sabía que algo así iba a pasar, -dije, tratando de no sonar defensiva, y luego pensé, ¿Qué estoy diciendo? -Alcide, no he visto a Bill desde que volví de Jackson, excepto cuando él vino para decirme que dejaba el país.

-Pero ella me dijo que habías regresado con Bill, -dijo Alcide con una voz muy extraña.

-¿Quién te dijo esto?

-Debbie. ¿Quién más?

Me temo que mi reacción no fue muy agradable.

-¿Y tú le creíste a Debbie?

-Ella dijo que había visitado Merlotte´s durante su camino para venir a verme, y ella había visto que tú y Bill actuaban muy, ah, amistosos mientras ella estaba allí.

-¿Y tú le creíste a ella? -Tal vez si seguía enfatizando, él me diría que bromeaba solamente.

Alcide parecía avergonzado ahora, o tan avergonzado como un hombre-lobo puede lucir.

-Vale, fui un tonto, -confesó él. –Yo me entiendo con ella.

-Seguro. –Perdónenme si yo no sonaba muy convencida. Ya había oído esto antes.

-¿Bill realmente está en Perú?

-Por lo que sé.

-¿Y tú estas sola en la casa con Eric?

-Eric no sabe que es Eric.

-¿Él no recuerda su identidad?

-Nop. Él tampoco recuerda su carácter, por lo visto.

-Esto es algo bueno, -dijo Alcide sombríamente. Él nunca había visto a Eric con ningún sentido del humor, como yo lo hacía. Yo siempre estaba sospechando de Eric, pero también podía apreciar su simpatía, su determinación, su aptitud y su carisma. Si una pudiera decir que un vampiro tenía joie de vivre, Eric la tenía a raudales.

-Vayamos a ver al packmaster ahora, -dijo Alcide, obviamente con un ánimo mucho más severo.

Nos deslizamos fuera del gabinete después de que él había pagado por el café, y sin telefonear al trabajo (“No tiene sentido ser el jefe si no puedes desaparecer de vez en cuando”), él me ayudó a subir a su camioneta y nos dirigimos a las afueras de Shreveport. Estaba segura que Sra. Estirada asumiría que nos habíamos registrado en un motel o habíamos ido al apartamento de Alcide, pero era mejor esto a que Sra. Estirada averiguará que su jefe era un hombre-lobo.

Cuando condujimos, Alcide me dijo que el packmaster era un coronel de la Fuerza Aérea jubilado, anteriormente ubicado en la Base de la Fuerza Aérea de Barksdale en Bossier City, que esta cerca de Shreveport. El único niño del coronel Flood, una hija, se había casado con un hombre de la localidad, y el Coronel Flood se había instalado en la ciudad para estar cerca de sus nietos.

-¿Su esposa también es lobato? -Pregunté. Si la Sra. Flood era también Lobato, su hija también lo sería. Si los Lobatos pueden sobrevivir los pocos primeros meses, ellos viven un período bastante largo de tiempo, quitando accidentes.

-Lo era; ella falleció hace unos meses.

El packmaster de Alcide vivía en un vecindario modesto con casas estilo rancho sobre pequeños lotes. El Coronel Flood recogía las piñas de los pinos en su yarda delantera. Esto pareció una cosa muy doméstica y pacífica para que lo estuviera haciendo un prominente hombre-lobo. Yo lo había imaginado en mi cabeza con un uniforme de la Fuerza Aérea, pero desde luego él llevaba puesta la ropa normal de un civil al aire libre. Su pelo grueso era blanco y recortado muy corto, y él tenía un bigote que debe haber sido recortado con una regla, así de exacto.

El coronel debe haber tenido curiosidad después de la llamada telefónica de Alcide, pero nos pidió venir dentro de manera tranquila. Él palmeó a Alcide mucho sobre la espalda; él fue muy cortés conmigo.

La casa estaba tan ordenada como su bigote. Podría haber pasado inspección.

-¿Puedo ofrecerles una bebida? ¿Café? ¿Chocolate caliente? ¿Soda? -El Coronel gesticulo hacia su cocina como si hubiera un criado allí alerta para tomar nuestras órdenes.

-No, gracias, -dije, ya que yo estaba inundada por el café de Applebee. El Coronel Flood insistió que nos sentáramos en la sala de estar, que era un rectángulo absurdamente estrecho con un área formal de comedor al final. A la Sra. Flood le habían gustado las aves de porcelana. Le habían gustado un montón. Me pregunté como se moverían los nietos en este cuarto, y conservé mis manos pegadas a mi regazo por miedo de que pudiera tirar algo.

-De modo, ¿qué puedo hacer por ti? -El Coronel Flood preguntó a Alcide. -¿Buscas permiso para casarte?

 

-Hoy no, -dijo Alcide con una sonrisa. Vi abajo el suelo para guardarme mi expresión. -Mi amiga Sookie tiene alguna información que acaba de compartir conmigo. Es muy importante. -Su sonrisa murió en el acto. -Ella tiene que relatarle lo que sabe.

-¿Y por qué tengo que escucharla?

Entendí que él preguntaba a Alcide quién era yo—que lo obligaba a escucharme, él tenía que saber mi buena fé. Pero Alcide se ofendió en mi nombre.

-Yo no la habría traído si no fuera importante. No se la habría presentado si no diera mi sangre por ella.

No estaba realmente segura de lo que esto significaba, pero lo interpretaba en asumir que Alcide atestiguaba mi veracidad y ofrecía pagar de algún modo si yo demostrara ser falsa. Nada era simple en el mundo sobrenatural.

-Escuchemos su historia, jovencita, -dijo el Coronel enérgicamente.

Le relaté todo lo que había contado a Alcide, tratando de excluir los trozos personales.

-¿Dónde queda este aquelarre? -él me preguntó, cuando estaba adentrada en mi historia. Le dije lo que yo había visto por la mente de Holly.

-No es suficiente información, -Flood dijo secamente. -Alcide, necesitamos a los rastreadores.

-Sí, señor. -Los ojos de Alcide brillaban mientras pensaba en la acción.

-Les llamaré. Todo lo que he oído me hace reconsiderar que algo raro pasó anoche. Adabelle no vino a la reunión del comité de planificación.

Alcide pareció sorprendido.

-Esto no está bien.

Ellos trataban de ser crípticos delante de mí, pero podía leer lo que pasaba entre los dos lobatos sin tanta dificultad. Flood y Alcide se preguntaban si su—hmmm, ¿vicepresidente?—Adabelle no había asistido a la reunión por alguna razón inocente, o si el nuevo aquelarre la habría inducido de alguna manera a unirse con ellos en contra de su propia jauría.

-Adabelle ha estado irritada contra el mando de la jauría durante algún tiempo, -el Coronel Flood dijo a Alcide, con un esbozo de sonrisa sobre sus delgados labios. -Había esperado, que cuando fue elegida mi segundo, ella lo consideraría una concesión suficiente.

De los trozos de información que podía pepenar de la mente del packmaster, la jauría de Shreveport parecía estar pesadamente sobre el lado patriarcal. Para Adabelle, una mujer moderna, el mando del Coronel Flood era sofocante.

-Un nuevo régimen podría atraerle, -Coronel Flood dijo, después de una perceptible pausa. -Si los invasores descubrieron algo sobre nuestra jauría, sería Adabelle a la que ellos se acercarían.

-No pienso que Adabelle traicionaría alguna vez a la jauría, no importa lo descontenta  que ella este con el status quo, -dijo Alcide. Él sonó muy seguro. -Pero si ella no vino a la reunión anoche, y usted no pudo localizarla por teléfono esta mañana, me preocupa.

-Desearía que checarán lo de Adabelle mientras alerto a la jauría para la acción, -el Coronel Flood sugirió. -Si a tu amiga no le importa.

Tal vez a su amiga le gustaría regresar su culo a Bon Temps y ver a su invitado de paga. Tal vez a su amiga le gustaría buscar a su hermano. Aunque realmente, no podía pensar en una sola cosa de hacer que adelantara la búsqueda de Jason, y faltaban al menos dos horas antes de que Eric se levantara.

Alcide dijo;

-Coronel, Sookie no es un miembro de la jauría y ella no debería llevar sobre los hombros responsabilidades de esta índole. Ella tiene sus propios problemas, y se ha tomado el tiempo para avisarnos sobre un problema grave del que ni siquiera estábamos enterados. Deberíamos haberlo sabido. Alguien en nuestra jauría no ha sido honesto con nosotros.

La cara del Coronel Flood parecía una pintura, como si él se hubiera tragado una anguila viva.

-Tienes razón sobre esto, -dijo él. -Gracias, señorita Stackhouse, por tomarse el tiempo para venir a Shreveport y decir a Alcide sobre nuestro problema... que deberíamos haber sabido.

 

Asentí con la cabeza en señal de reconocimiento.

-Y creo que tienes razón, Alcide. Uno de nosotros debía haber sabido sobre la presencia de otra jauría en la ciudad.

-Llamemos a Adabelle, -dijo Alcide.

El Coronel tomó el teléfono y consultó un libro rojo de cuero antes de marcar. Él echó un vistazo de reojo a Alcide.

-Ninguna respuesta en su tienda. -Irradiaba tanto calor de si mismo como una pequeña calefacción. Como el Coronel Flood mantenía su casa casi tan fría como al aire libre, el calor era más que bienvenido.

-Sookie debería ser nombrada amiga de la jauría.

Podría decir que esto era más que una recomendación. Alcide estaba diciendo algo bastante significativo, pero seguro que él no iba a explicármelo. Ya me estaba cansando un poco de las continuas conversaciones elípticas que se mantenían alrededor de mí.

-Discúlpenme, Alcide, Coronel, -dije tan cortésmente como podía. -¿Tal vez Alcide podría regresarme a mi auto? Ya que todos ustedes parecen tener proyectos por realizar.

-Desde luego, -el Coronel dijo, y pude leer que él se alegró de tenerme fuera del camino. -Alcide, te veré de regreso aquí en, ¿unos cuarenta minutos más o menos? Hablaremos de ello entonces.

Alcide echó un vistazo a su reloj y de mala gana estuvo de acuerdo.

-Podría detenerme a visitar la casa de Adabelle mientras llevó a Sookie rumbo a su auto, -él dijo, y el Coronel asintió, como si eso fuera sólo pro-forma.

-No sé por qué Adabelle no contesta a la llamada en el trabajo, y no creo que ella se acercara al aquelarre, -Alcide explicó cuando estuvimos de vuelta en su camioneta. -Adabelle vive con su madre, aunque ellas dos no se llevan muy bien. Comprobaremos allí primero. La segunda en jerarquía de Flood, Adabelle, era también nuestra mejor rastreadora.

-¿Qué pueden hacer los rastreadores?

-Irán a Fangtasia y tratarán de seguir el olor que dejaron las brujas que se marcharon de allí. Esto los llevará al refugio de las brujas. Si ellos pierden el olor, tal vez podemos llamar para que nos ayuden los aquelarres de Shreveport. Ellos deben estar tan preocupados como lo estamos nosotros.

-En Fangtasia, me temo que cualquier olor podría estar difuminado por toda la gente de emergencia, -dije con pesar. Habría sido algo digno para mirar, un rastreo de lobatos por la ciudad. -Y como ya sabes, Hallow ya se ha puesto en contacto con todas las brujas de por aquí. Hablé con una Wiccan en Bon Temps quién fue llamada a Shreveport para encontrarse con el grupo de Hallow.

-Esto es más grande de lo que pensé, pero estoy seguro que la jauría puede manejarlo. -Alcide sonó bastante seguro.

Alcide se echó de reversa por la calzada del Coronel, y emprendimos nuestro camino por Shreveport otra vez. Estaba viendo más de la ciudad ese día de lo que había visto en mi vida entera.

-¿De quién fue la idea de que Bill se fuera para Perú? -Alcide me preguntó de repente.

-No sé. –Estaba sorprendida y perpleja. -Creo que de su reina.

-Pero él no te dijo esto directamente.

-No.

-Él podría haber recibido la orden de ir.

-Supongo.

-¿Quién tiene el poder de hacer esto? -Alcide preguntó, como si la respuesta me iluminaría de repente.

-Eric, desde luego. -Ya que Eric era el sheriff del Área Cinco. -Y luego la reina. –Que sería el jefe de Eric, la reina de Luisiana. Sí, ya sé. Suena tonto. Pero los vampiros pensaban que ellos eran una maravilla de la organización moderna.

-Y ahora Bill se ha ido, y Eric se está quedando en tu casa. -La voz de Alcide me presionaba para alcanzar una conclusión obvia.

-¿Tú piensas que Eric orquestó todo esto? ¿Tú piensas que él ordenó salir a Bill del país, hizo que las brujas invadieran Shreveport, hizo que lo maldijeran, y comenzó a correr medio desnudo en el frío congelante cuándo él supuso que yo podría andar cerca, luego esperó a que yo lo recogiera y luego Pam, Chow y mi hermano hablarían el uno con el otro para arreglar la permanencia de Eric conmigo?

Alcide pareció apropiadamente desinflado.

-¿Quieres decir que tú habías pensado en esto?

 

-Alcide, no seré preparada, pero tampoco soy tonta. –Intenten estudiar cuando pueden leer las mentes de todos sus compañeros de clase, sin contar a su profesor. Pero leía mucho, y he leído muchas cosas buenas. Aunque ahora leía sobretodo misterios y romances. Así que he aprendido mucha materia curiosa, y tengo un gran vocabulario. -Pero el hecho es que Eric difícilmente entraría en tanto lío solo para conseguir que me acueste con él. ¿Es esto lo qué piensas? –Por supuesto, sabía que era esto. Lobato o no, era obvio.

-Puesto de esta manera... -Pero Alcide todavía no parecía satisfecho. Desde luego, éste era el hombre que le había creído a Debbie Pelt cuando le dijo que yo estaba de vuelta definitivamente con Bill.

Me pregunté si podría conseguir a alguna bruja para echar un embrujo de verdad sobre Debbie Pelt, a quién despreciaba porque ella había sido cruel con Alcide, me insultó gravemente, quemó un agujero en mi mantón favorito y—ah—trató de matarme por poderes. Y también, ella tenía el pelo cortado de manera estúpida.

Alcide no reconocería a Debbie honesta aunque ella pasara y lo mordiera en el culo, aunque mordisquear fuera una especialidad de la verdadera Debbie.

¿Si Alcide hubiera sabido que Bill y yo nos habíamos separado, habría venido? ¿Habría conducido una cosa a lo otro?

Vale, seguro que algo habría pasado. Y allí estaría yo, pegada con un tipo que creería la palabra de Debbie Pelt.

Eché un vistazo a Alcide y suspiré. Este hombre era más o menos perfecto en muchos aspectos. Me gustaba el modo en que él lucía, entendía el modo en que él pensaba, y él me trataba con gran consideración y respeto. Ya, él era un hombre-lobo, pero yo podría dejarle un par de noches al mes. La verdad es que según Alcide sería difícil para mí llevar a su bebé a termino, pero al menos sería posible. El embarazo no era parte del cuadro con un vampiro.

Quieta, Sookie. Alcide no se había ofrecido a engendrar mis bebés, y él seguía viendo a Debbie. ¿Qué habría pasado con su compromiso de ella con el tipo Clausen?

Con el lado menos noble de mi caracter—asumiendo que mi carácter tenga un lado noble—esperé que un día cercano Alcide viera a Debbie como la perra que realmente élla era, y que él tomaría finalmente este conocimiento dentro de su corazón. Si, por consiguiente, esto hacía que Alcide me buscara o no, él se merecía alguien mejor que Debbie Pelt.

Adabelle Yancy y su madre vivían en un callejón sin salida en un vecindario de clase media alta que no estaba tan lejos de Fangtasia. La casa estaba sobre un césped tan tupido y de muchísima mejor calidad que el de la calle, así que el camino empedrado iba a todo lo largo de la parte trasera de la propiedad. Pensé que Alcide aparcaría sobre la calle y andaríamos por el caminillo hacía la puerta principal, pero él pareció querer dejar la camioneta fuera de vista. Exploré el callejón sin salida, pero no vi a nadie en absoluto, mucho menos alguien mirando desde la casa a los visitantes.

Pegada al reverso de la casa en un ángulo recto, estaba el ordenado garaje para tres autos, luminoso como el oro. Uno pensaría que los autos nunca aparcaban allí, que la brillante Subaru acababa de extraviarse en el área.

Salimos fuera de la camioneta.

-Ese es el auto de la madre de Adabelle, -Alcide fruncía el ceño. -Ella comenzó una tienda para novias. Apuesto a que has oído hablar de ella—Verena Rose´s. Verena se ha retirado de trabajar allí jornada completa. Ella se pasa muy a menudo solo para volver loca a Adabelle.

Nunca había estado en la tienda, pero las novias que tuvieran cierta prominencia en el área se encargaban de hacer sus compras allí. Debía ser una tienda verdaderamente lucrativa. La casa de ladrillo estaba mantenida de manera excelente, y no tendría más de veinte años. La yarda bien podada, rastrillada, y decorativamente arreglada.

Cuando Alcide llamó por la puerta de atrás, esta voló para abrirse. La mujer que estuvo de pie frente a la apertura era exactamente igual de ordenada y linda como la casa y su yarda. Su pelo color acero estaba en un pulcro rodete atrás de su cabeza, y ella estaba en un traje color oliváceo y zapatos de tacón bajo marrones. Miró de Alcide hacía mi y no encontró lo que buscaba. Ella empujó para abrir la puerta encristalada.

-Alcide, que agradable verte, -ella mintió desesperadamente. Esta era una mujer con una profunda confusión interna.

Alcide le dirigió una mirada larga.

-Tenemos un problema, Verena.

Si su hija era un miembro de la jauría, la misma Verena era una mujer-lobo. Miré a la mujer con curiosidad, ella se parecía a una de las amigas más ricas de mi abuela. Verena Rose Yancy era una mujer atractiva a finales de sus años sesentas, dotada de un ingreso seguro y su propia casa. No podía imaginarme a esta mujer en cuatro patas correteando por el campo.

Y era obvio que a Verena no le importaba en absoluto el problema que preocupaba a Alcide.

-¿Has visto a mi hija? -ella preguntó, y esperó su respuesta con terror en sus ojos. -Ella no puede haber traicionado al grupo.

 

-No, -Alcide dijo. -Pero el packmaster nos envió para encontrarla. Ella no asistió a la reunión oficial del grupo anoche.

-Ella me llamó de la tienda anoche. Dijo que tenía una cita inesperada con un forastero que había llamado a la tienda directamente a la hora de cierre. -La mujer literalmente retorció sus manos. -Pensé que tal vez ella encontraría a aquella bruja.

-¿Ha tenido noticias de ella desde entonces? -Dije, con la voz más gentil que pude manejar.

-Me acosté anoche molesta con ella, -dijo Verena, mirándome directamente por primera vez. -Pensé que había decidido pasar la noche con una de sus amigas. Una de sus amigas especiales, -explicó ella, viéndome con las cejas arqueadas, así entendería su movimiento. Asentí con la cabeza. -Nunca me da hora de llegada, ella dice solamente, “Espérame cuando me veas”, o “te veré en la tienda mañana por la mañana”, y cosas así. -Un estremecimiento recorrió el delgado cuerpo de Verena. -Pero ella no ha venido a casa y no puedo conseguir que conteste en la tienda.

-¿Se suponía que ella abriría la tienda hoy? -Alcide preguntó.

-No, el miércoles es nuestro día cerrado al público, pero ella siempre va para trabajar sobre los libros y terminar el papeleo que invariablemente queda. Siempre lo hace, -repitió Verena.

-¿Por qué Alcide y yo no conducimos ahí y comprobamos la tienda por usted? -Dije suavemente. -Tal vez ella dejó una nota. -Esta no era una mujer que se palmea en el brazo, así que no realicé este gesto natural, pero empujé la puerta de cristal para cerrarla así entendería que tenía que quedarse allí y no debía venir con nosotros. Ella entendió muy claramente.

La Tienda Nupcial Verena Rose´s estaba localizada en una antigua casa sobre un bloque de casas reformadas de modo similar. El edificio había sido renovado y mantenido tan maravillosamente bien como la residencia de las Yancy, y no estuve sorprendida que tuviera tal sello distintivo. El ladrillo pintado de blanco, las contraventanas verdes oscuras, la lustrosa herrería negra de los barandales a los lados de la escalera, y los adornos de cobre contra la puerta. Todo ello hablaba de elegancia y atención por el detalle. Pude ver que, si una tenía aspiraciones de clase, aquí era donde una habría venido para conseguir su equipo de boda.

Un poco más dentro de la calle, con el aparcamiento detrás de la tienda, el edificio destacaba un gran aparador en el frente. En esta ventana se exhibía un maniquí sin rostro que llevaba puesto una brillante peluca marrón. Sus brazos estaban elegantemente doblados para sostener un ramo precioso. Incluso desde la camioneta, pude ver que el vestido nupcial, con su larga cola bordada, era absolutamente espectacular.

Aparcamos en la calzada sin meternos en el estacionamiento de la tienda, y salté de la camioneta. Juntos, comenzamos a caminar por la acera de ladrillo que conducía del paseo a la puerta principal y cuando nos aproximamos más, Alcide maldijo. Durante un momento, imaginé que una especie de plaga de bichos había entrado por la ventana de la tienda y había aterrizado sobre el níveo vestido. Pero, desde aquel momento, ya sabía que las manchas oscuras eran seguramente salpicaduras de sangre.

La sangre había caído en el brocado blanco y se había secado allí. Era como si el maniquí hubiera sido herido, y durante un segundo loco me pregunté si sería posible. Había visto muchas cosas imposibles en los pocos meses pasados.

-Adabelle, -Alcide dijo, como si él rezara.

Estábamos de pie en el principio de los escalones que conducían hasta el porche delantero, mirando fijamente el sobresaliente aparador. El signo CERRADO colgaba en medio del óvalo de cristal de la puerta, y las persianas venecianas estaban cerradas detrás de él. No había ningunas onda cerebral de gente viva que emanara de aquella casa. Me había tomado el tiempo para comprobarlo. Había descubierto, por el camino difícil, que aquella precaución era una buena idea.

-Cosas muertas, -dijo Alcide, su cara levantada hacía la brisa fría, sus ojos cerrados para ayudarle a concentrarse. -Cosas muertas dentro y fuera.

Aferre el elaborado barandal con mi mano izquierda y subí un paso. Eché un vistazo alrededor. Mis ojos se detuvieron sobre algo en el arriate bajo la ventana saliente, algo pálido que se destacaba contra el suelo de madera. Di un codazo a Alcide, y señalé silenciosamente con mi mano derecha que tenía libre.

Yaciendo cerca de una podada azalea trasera, había otra mano—sólo una mano. Sentí que un estremecimiento recorría el cuerpo de Alcide cuando comprendió lo que veía. Existe un momento cuando uno evita reconocer lo que sabe significa eso.

-Espera aquí, -dijo Alcide, su voz gruesa y ronca.

Eso estaba muy bien para mí.

Pero cuando él abrió la puerta de calle para entrar en la tienda, vi lo que descansaba sobre el suelo un poco más allá. Tuve que tragarme un grito.

Era una suerte que Alcide traía su teléfono celular. Él llamó al Coronel Flood, le dijo lo que había pasado, y le pidió dirigirse a la casa de la Sra. Yancy. Luego llamó a la policía. No había nada más que hacer. Esta era un área poblada, y existía una buena posibilidad que alguien nos haya visto yendo a la puerta de calle.

Seguramente este era un día para encontrar cuerpos—para mí, y para el departamento de policía de Shreveport. Sabía que existiría algún vampiro poli en la fuerza, pero, por supuesto, los vampiros tenían que trabajar el turno nocturno, asi que hablábamos del típico poli humano. No había lobatos o un adapto entre ellos, ni siquiera un humano telepático. Todos estos policías eran gente normal que pensó que nosotros éramos altamente sospechosos.

-¿Por qué se detuvo por aquí, amigo? -preguntó el Detective Coughlin, quién tenía el pelo castaño, y una cara marcada por el tiempo, junto con una redonda barriga de cerveza de la que cualquier Clydesdale[8] habría estado orgulloso.

Alcide pareció sorprendido. Él no había pensado tan lejos, lo que no era demasiado asombroso. Yo no conocí a Adabelle en vida, y no había entrado dentro de la tienda nupcial como él. No había recibido el peor choque. Me tocaba ahora a mi recoger las riendas.

-Fue mi idea, Detective, -dije al instante. -Mi abuela, ¿que murió el año pasado? Ella siempre me decía, “Si necesitas un traje de novia, Sookie, ve a Verena Rose´s por él”. No pensé en llamarles antes y preguntar si ellas abrían hoy.

-¿De modo que, usted y el Sr. Herveaux van casarse?

-Sí, -dijo Alcide, atrayéndome contra él y envolviendo sus brazos alrededor de mí. –Estamos a un paso del altar.

Sonreí, pero de un modo apropiadamente sometido.

-Bien, felicitaciones. -El detective Coughlin nos miró pensativamente. –Así que, ¿señorita Stackhouse, usted no había encontrado alguna vez Adabelle Yancy cara a cara?

-Puede que haya conocido a la vieja Sra. Yancy cuando yo era una niña, -dije con cautela. -Pero no la recuerdo. La familia de Alcide conoce a los Yancy, por supuesto. Él ha vivido aquí toda su vida. -Desde luego, ellos son también hombre-lobos.

Coughlin estaba todavía enfocado en mí.

-¿Y usted no entró en la tienda para nada? ¿Solamente el aquí presente Sr. Herveaux?

-Alcide entró solo, mientras yo esperé aquí fuera. -Traté de parecer delicada, lo que no es fácil para mí. Soy muy sana y con tono muscular, y aunque no soy Emme, tampoco soy Kate Moss. -Ya había visto la—mano, así que permanecí fuera.

-Esa fue una buena idea, -dijo el Detective Coughlin. -Lo que está allí no es adecuado para que lo vea la gente. -Él se miró cerca de veinte años más viejo cuando dijo esto. Sentí pena de que su trabajo fuera tan duro. Él pensaba que los cuerpos salvajemente destrozados en la casa era un desperdicio de dos vidas buenas y el trabajo de alguien a quién le gustaría atrapar. -¿Alguno de ustedes tiene la menor idea de por qué alguien querría desmembrar a dos mujeres como estas?

-Dos, -Alcide dijo despacio, aturdido.

-¿Dos? -Dije, menos cautelosamente.

-Exactamente, dos, -el detective dijo pesadamente. Él había pretendido conseguir nuestras reacciones y ahora las tenía; lo que él pensaba de ellas, yo lo averiguaría.

-Pobres, -dije, y no fingía las lágrimas que llenaron mis ojos. Era increíblemente agradable tener el pecho de Alcide para recargarme en el, y como si leyera mi mente él desabrochó su chaqueta de cuero así estaría más cercana a él, abrigó ambos lados abiertos alrededor de mí para mantenerme caliente y protegida. -Pero si una de ellas es Adabelle Yancy, ¿quién es la otra?

-No queda mucho de la otra, -dijo Coughlin, antes de que él mismo se ordenara cerrar la boca.

-Ellas estaban como mezcladas, -dijo Alcide quedamente, cerca de mi oído. Él se sentía enfermo. -Yo no sabía... Supongo que si hubiera analizado lo que veía...

Aunque no pudiera leer los pensamientos de Alcide claramente, podría entender que él pensaba que Adabelle había logrado derrotar a uno de sus atacantes. Y cuando el resto del grupo se escapó, no se habían llevado todos los trozos con ellos.

-Y usted es de Bon Temps, señorita Stackhouse, -dijo el detective, casi ociosamente.

-Sí, señor, -dije, con un jadeo ahogado. Trataba de no imaginarme los últimos momentos de Adabelle Yancy.

-¿Dónde trabaja allí?

-Bar Merlotte´s, -dije. –Sirviendo mesas.

Mientras él registró la diferencia en la posición social entre yo y Alcide, cerré mis ojos y recargué mi cabeza contra el cálido pecho de Alcide. El detective Coughlin se preguntaba si yo estaría embarazada; si el papá de Alcide, una figura conocida y acomodada en Shreveport, aprobaría tal matrimonio. Él entendía por qué querría un traje de novia caro, si me iba a casar con un Herveaux.

-¿No tiene un anillo de compromiso, señorita Stackhouse?

-No planeamos un compromiso largo, -dijo Alcide. Pude oír su voz retumbar en su pecho. -Ella conseguirá su diamante el día que nos casemos.

-Eres tan malo, -dije afectuosamente, golpeándole en las costillas tan fuerte como pude sin ser obvia.

-Auch, -él dijo como protesta.

De alguna manera este trozo de jugueteo convenció al Detective Coughlin que realmente estábamos comprometidos. Él tomó nuestros números de teléfono y direcciones, luego nos dijo que podíamos marcharnos. Alcide estuvo tan aliviado como yo.

Condujimos al lugar más cercano donde podríamos detenernos de manera privada—un pequeño  parque que estaba casi desierto por el tiempo frío—y Alcide llamó al Coronel Flood otra vez. Esperé en la camioneta mientras Alcide, se paseaba por la hierba muerta, gesticulaba y alzaba su voz, expresando un poco de su horror y cólera. Había sido capaz de sentirlo aumentando en él. Alcide tenía el problema de articular sus emociones, como tantos otros tipos. Lo hizo parecer más familiar y querido.

¿Querido? Debería dejar de pensar así. El compromiso había sido orquestado estrictamente para beneficio del Detective Coughlin. Si Alcide era de alguien “querido”, era de la pérfida Debbie.

Cuando Alcide subió de nuevo a la camioneta, él fruncía el ceño.

-Supongo que mejor regreso a la oficina y te llevo a tu auto, -dijo él. –Lamento todo esto.

-Creo que yo debería decir eso.

-Esta no es una situación que ninguno de nosotros haya creado, -dijo él firmemente. -Ninguno de nosotros estaría implicado si pudiéramos evitarlo.

-Esa es una verdad divina. -Después de un minuto de pensar en el complicado mundo sobrenatural, le pregunté a Alcide cual era el plan del Coronel Flood.

-Nos encargaremos de esto, -dijo Alcide. –Lo siento, Sook, no puedo decirte lo que vamos a hacer.

-¿Vas a estar en peligro? -Pregunté, simplemente porque no podría ayudarle.

Para entonces habíamos llegado al edificio Herveaux, y Alcide aparcó su camioneta junto a mi viejo auto. Él dio vuelta un poco para mirarme, y tomó mi mano.

-Voy a estar estupendamente. No te preocupes, -dijo él suavemente. -Te llamaré.

-No olvides hacerlo, -dije. -Y tengo que decirte lo que hicieron las brujas para tratar de encontrar a Eric. -No le había dicho a Alcide sobre los carteles fijados con la recompensa. Él frunció el ceño aún más profundo cuando pensó en lo astuto de la estratagema.

-Debbie, se suponía que conduciría aquí esta tarde, llegará aproximadamente a las seis,- dijo. Él vio su reloj. -Demasiado tarde para detener su llegada.

 

-Si planean una incursión grande, ella podría ayudar, -dije.

Él me dirigió una mirada aguda. Como si quisiera encajarme un palo puntiagudo en mi ojo.

-Ella es una adapto, no una lobato, -me recordó defensivamente.

Tal vez ella se convertiría en una comadreja o una rata.

-Por supuesto, -dije seriamente. Literalmente me mordí la lengua así no haría ninguno de los comentarios que tenía en la punta, muriendo por ser dichos. -Alcide, ¿piensas que el otro cuerpo era la novia de Adabelle? ¿Alguien que fue agarrada en la tienda con Adabelle cuando las brujas llegaron?

-Ya que faltaba mucho del segundo cuerpo, espero que el cuerpo fuera una de las brujas. Espero que Adabelle muriera luchando.

-Yo también lo espero. –Asentí, acabando con aquel tren de pensamientos. –Debo regresar a Bon Temps. Eric se despertará pronto. No olvides decirle a tu papá que estamos comprometidos.

Su expresión me proporcionó la única diversión que había tenido durante todo el día.


Capítulo 6

Pensé durante todo el camino a casa acerca de mi día en Shreveport. Le había pedido a Alcide llamar a los polis de Bon Temps desde su teléfono celular, y él consiguió otro mensaje negativo. No, ellos no habían oído nada más sobre Jason, y nadie había llamado para decir que lo habían visto. Así que no visité la comisaría de regreso a casa, pero tenía que ir a la tienda de comestibles a comprar margarina y pan, y también tenía que detenerme en la tienda de licores para recoger algo de sangre embotellada.

La primera cosa que vi cuando empujé para abrir la puerta del Super Save-A-Bunch (Ahorre-un-Saco) fue una pequeña oferta de sangre sintética, que me salvó una parada en la tienda de vinos. La segunda cosa que vi fue el cartel con la cara de Eric. Asumí que esta era la foto que Eric se había hecho cuando él inauguró Fangtasia, porque era una fotografía muy poco amenazante. Él proyectaba una atrayente mundanería; ninguna persona en este universo pensaría que él solía morder algunas veces. Estaba encabezado, “¿HA VISTO USTED A ESTE VAMPIRO?”

Leí el texto con cuidado. Todo lo que Jason había dicho sobre él era verdad. Cincuenta mil dólares era mucho dinero. Esta Hallow debía estar realmente chiflada con Eric para pagar tanto, si todo lo que quería era solamente echar un polvo. Era difícil creer que tomar el control de Fangtasia (y tener los servicios en la cama de Eric) le reportaría una ganancia suficiente después de pagar una recompensa así de grande. Estaba cada vez más dudosa de conocer la historia entera y estaba cada vez más segura que mejor sacaba mi cuello de ahí o podrían morderlo.

Hoyt Fortenberry, gran amigo de Jason, ponía pizzas en su carrito en el pasillo de los congelados.

-¡Eh, Sookie!, ¿dónde piensas que el viejo Jason se metió? -él llamó tan pronto como me vió. Hoyt, grande, fuerte y ningún científico en ciernes, pareció sinceramente preocupado.

-Desearía saberlo, -dije, viniendo más cerca así podríamos hablar sin que todo mundo en la tienda registrara cada palabra. -Estoy muy preocupada.

-¿No piensas que él solo se marchó con alguna chica que encontró? Aquella muchacha con la que estaba en la Nochevieja era bastante mona.

-¿Cuál era su nombre?

-Crystal. Crystal Norris.

-¿De dónde es élla?

-De Hotshot, yendo por allá. -Él indicó con la cabeza hacía el Sur.

Hotshot era aún más pequeño que Bon Temps. Estaba aproximadamente a diez millas de distancia y tenía reputación de ser una pequeña comunidad extraña. Los niños de Hotshot que asistieron a la escuela de Bon Temps siempre se mantenían juntos, y todos ellos eran un poquitín... diferente. No me sorprendió en absoluto que Crystal viviera en Hotshot.

-De ese modo, -Hoyt dijo, persistiendo en hacer su punto, -Crystal podría haberle pedido venir a quedarse con ella. -Pero su cerebro me decía que no lo creía, él sólo trataba de consolarnos a mí y a él. Ambos sabíamos que Jason habría telefoneado a estás alturas, no importaba lo bien que se la estuviera pasando con cualquier mujer.

Pero decidí que le haría una llamada a Crystal cuando tuviera unos diez minutos libres, que no podrían ser hoy en la noche. Pedí a Hoyt pasar el nombre del Crystal al departamento del sheriff, y él dijo que lo haría. No pareció muy feliz con la idea. Podría decir que si el hombre ausente hubiera sido alguien más, y no Jason, Hoyt se habría negado. Pero Jason había sido siempre la fuente de recreación y diversión general para Hoyt, ya que Jason era muchísimo más inteligente e inventivo que, el lento-de-moverse y lento-de-pensamiento: Hoyt. Si Jason nunca reapareciera, Hoyt tendría una vida hueca y sin sentido.

Nos separamos en el aparcamiento del Super Save-A-Bunch (Ahorre-un-Saco), y me sentí aliviada que Hoyt no me había preguntado sobre la TrueBlood que había comprado. Tampoco la cajera, aunque ella hubiera manejado las botellas con repugnancia. Cuando estaba pagando por ello, había pensado en cuánto se estaba agujereando mi cartera desde que estaba auspiciando a Eric. La ropa y la sangre pesaban mucho en mi presupuesto.

Estaba oscuro cuando llegué a mi casa y saqué las bolsas de plástico de la tienda de comestibles del auto. Abrí mi puerta trasera y entré, llamando a Eric cuando encendí la luz de la cocina. No oí ninguna respuesta, entonces guardé en su sitio los comestibles, dejando una botella de TrueBlood en el refrigerador, así él podría tenerla a mano cuando le diera hambre. Saqué la escopeta de mi cajuela y la cargué, poniéndola junto al calentador de agua. Tomé un minuto para llamar el departamento del sheriff otra vez. Ninguna noticia de Jason, dijo el encargado.

Me recargué contra la pared de la cocina durante un largo momento, sintiéndome abatida. No era una cosa buena el holgazanear, estando deprimida. Tal vez debería ir a la sala de estar y meter una película en la videograbadora, como entretenimiento para Eric. Él ya se había repasado todas mis cintas de Buffy, y no tenía Angel. Me pregunté si le gustaría Lo que el viento se llevó. (Por lo que yo sabía, él había estado por aquí cuando la filmaban. Por otra parte, él tenía amnesia. Cualquier cosa sería nueva para él.)

Pero cuando recorrí el pasillo, oí un poco de movimiento. Empujé suavemente para abrir la puerta de mi viejo cuarto, no queriendo hacer mucho ruido si mi invitado no estaba fuera aún. Ah, pero él ya estaba levantado. Eric se estaba poniendo sus jeans, de espaldas a mí. Él no se había molestado en meterse la ropa interior, ni siquiera esas cosas micro-pequeñas rojas. Mi aliento se atascó en mi garganta. Hice un sonido como “Guck”, y me obligue a cerrar mis ojos bien apretados. Cerré mis puños.

Si hubiera un concurso internacional de culos, Eric ganaría, por decisión unánime (manos levantadas—o trasero al frente.) Él conseguiría un trofeo grande, grande. Nunca hubiera creído que una mujer tendría que luchar para mantener sus manos alejadas de un hombre, pero aquí estaba yo, enterrando mis uñas en las palmas, contemplando el interior de mis párpados como si tal vez pudiera ver a través de ellos si miraba detenidamente con la suficiente fuerza.

De alguna manera era degradante, ansiar a alguien así tan... tan vorazmente—otra buena palabra del calendario—solo porque él era físicamente hermoso. Tampoco había pensado que era algo que las mujeres hicieran.

-Sookie, ¿te encuentras bien? -Eric preguntó. Luché por regresar a mis cabales a pesar de la inundación de lujuria. Él estaba de pie directamente delante de mí, sus manos descansan sobre mis hombros. Alcé la vista a sus ojos azules, ahora enfocados en mí y, por lo visto, llenos con nada más que preocupación. Estaba justo al mismo nivel de sus duras tetillas. Eran del tamaño de las gomas de borrar en los lapices. Me mordí el interior de mi labio. No me inclinaría aquellas pocas pulgadas.

-Discúlpame, -dije, hablando muy suavemente. Estaba asustada de hablar en voz alta, o hacer cualquier movimiento en absoluto. Si lo hiciera, podría derribarlo directamente en el suelo. –No quería invadir tu privacidad. Debería haber llamado.

-Ya antes me habías visto por completo.

No la parte trasera, desnuda.

-Sí, pero entrometerme no fue cortés.

-No me importa. Pareces molesta.

¿Tú crees?

-Bueno, he tenido un día muy malo, -dije, por entre mis dientes apretados. -Mi hermano está extraviado, y las brujas lobato en Shreveport mataron a él—la vicepresidente de la jauría de lobatos de allá, y su mano estaba en el arriate. Bueno, sería la mano de alguien. Belinda está el hospital. Ginger está muerta. Creo que tomaré una ducha. –Giré sobre mis talones y marché rumbo a mi cuarto. Entré en el cuarto de baño y me sacudí la ropa, lanzándolas en el cesto. Mordería mi labio hasta que pudiera reírme de mi propia racha salvajemente instintiva, y luego me metí en el rocío del agua caliente.

Sé que lo más tradicional son las duchas de agua fría, pero yo disfrutaba de la calidez y la relajación que traía el calor. Cuando tuve mi pelo mojado, anduve a tientas buscando el jabón.

-Haré eso para ti, -dijo Eric, retirando la cortina para andar dentro en la ducha conmigo.

Jadeé, algo parecido a un chillido. Él había desechado los jeans. Él estaba también de humor, el mismo humor en el que yo me encontraba. Una podía saberlo (verlo) realmente con Eric. También sus colmillos estaban hacia fuera. Estuve avergonzada, horrorizada, y absolutamente lista para brincar sobre él. Mientras estaba de pie sin moverme, paralizada por ondas de conflictivas emociones, Eric tomó el jabón de mis manos y enjabonó su propia mano, regresó el jabón en su pequeño nicho, y comenzó a lavar mis brazos, levantando cada uno por turno para acariciar mi axila, y mis costados, sin tocar mis pechos, que temblaban prácticamente como cachorritos que deseaban ser mimados y acariciados.

-¿Hemos hecho alguna vez el amor? -él preguntó.

Sacudí mi cabeza, todavía incapaz de hablar.

-Entonces he sido un tonto, -dijo él, moviendo una mano en un movimiento circular sobre mi estómago. -Gira, amada.

Le volví la espalda, y él comenzó a trabajar sobre ella. Sus dedos eran muy fuertes y muy suaves, y, para cuando Eric terminó, yo tuve el par mas limpio y relajado de omóplatos de toda Luisiana.

Mis omóplatos eran la única cosa relajada a sus anchas. Mi libido saltaba de arriba-abajo. ¿Iba realmente a hacer esto? Parecía cada vez más probable que si, pensé nerviosamente. Si el hombre en mi ducha hubiera sido el Eric de siempre, yo habría tenido la fuerza de voluntad para echarme atrás. Le habría ordenado salir fuera en el mismo minuto que él anduvo dentro. El verdadero Eric venía con un paquete entero de poder y política, algo en lo que yo tenía limitado conocimiento e interés. Éste era un Eric diferente—sin la personalidad con la que ya me había encariñado, de un modo perverso—pero era un Eric hermoso, que me deseaba, que tenía hambre de mí, en un mundo que muy menudo me deja saber que podría estar muy bien sin mí. Mi mente estuvo a punto de apagarse y mi cuerpo estuvo a punto de asumirme. Podía sentir la parte de Eric presionando contra mi, y él no estaba tan cerca. Caray. Yajúu. Yum.

Él lavó con champú mi pelo después.

-¿Tiemblas porque estas asustada de mí? -él preguntó.

Consideré esto. Sí, y no. Pero no estaba por tener una discusión larga sobre los pros y los contras. El debate interior había sido suficientemente duro. Ah, sí, ya sé, no existiría un mejor momento para tener un largo discurso con Eric sobre los aspectos morales del emparejamiento con alguien que uno no amaba. Y tal vez nunca habría otro momento para poner directrices acerca de procurar ser suave conmigo físicamente. No que yo pensara que Eric me daría una paliza, pero su enhiesta virilidad (como le llaman en mis novelas románticas—aunque en este caso los adjetivos populares como “hinchado” o “palpitante” podrían ser también aplicados) era una perspectiva desalentadora para una mujer relativamente inexperta como yo. Me sentí como un auto que sólo había sido hecho funcionar por un conductor... un auto que su aparente nuevo comprador estaba determinado para llevárselo por las 500 de Daytona [9].

Ah, al diablo con estar pensando.

Tomé el jabón del nicho y enjaboné mis dedos. Di un paso para estar mas cerca de él, delicadamente plegué al Sr. Happy contra el estómago de Eric, así podría alcanzar a rodearlo y conseguir poner mis dedos sobre aquel culo absolutamente magnífico. No podía mirarlo en la cara, pero él me dejo saber que estaba fascinado que yo respondiera. Él extendió sus piernas atentamente y lo lavé muy a fondo, muy meticulosamente. Él comenzó a hacer pequeños ruidos, y a mecerse. Comencé a trabajar sobre su pecho. Cerré mis labios alrededor de su tetilla derecha y chupé. Lo disfrutó un montón. Sus manos se apretaron contra la parte trasera de mi cabeza.

-Muerde, un poco, -susurró, y usé mis dientes. Sus manos comenzaron a moverse sin descanso sobre cualquier trozo de mi piel que pudieran encontrar, acariciando y estimulando mi deseo por él. Cuando él se echo un poco hacía atrás, fue porque había decidido corresponder, y se inclinó sobre mí. Mientras su boca se cerraba sobre mi pecho, su mano se deslizó entre mis piernas. Di un suspiro profundo e hice un poco de movimiento por mi misma. Él tenía dedos largos.

La siguiente cosa que supe, es que el agua había dejado de correr y él me secaba con una esponjosa toalla blanca, y yo lo frotaba con otra. Mientras tanto nos dedicábamos a besarnos, repetidas veces.

-La cama, -dijo él, con voz desigual, y asentí. Él me alzó y luego entramos en una especie de enredo; yo queriendo quitar el sobre-cama y él queriendo ponerme sobre-la-cama y seguir, pero lo hice a mi manera porque hacía demasiado frío para estar solo con cubrecama. Una vez que nos arreglamos, me giré hacía él y seguimos donde la habíamos dejado, pero con un ritmo que se intensificó. Sus dedos y su boca estaban ocupados aprendiendo mi topografía, y él se presionó pesadamente contra mi muslo.

Ardía con tal intensidad por él que estuve sorprendida que las llamas no lanzaran destellos por las yemas de mis dedos. Curvé mis dedos alrededor de él y lo acaricié.

De repente Eric estaba encima de mí, listo para entrar. Estaba alborozada y muy, muy lista. Lo alcancé ansiosamente entre nosotros para ponerlo en posición, aprovechando para frotar la punta de él sobre mi protuberancia.

-Amada, -dijo él en voz ronca, y empujó.

Aunque estaba mas que preparada para recibirlo, y dolorosamente deseosa de tenerlo dentro de mi, lancé un grito por el choque de su tamaño.

Después de un momento, él dijo;

-No cierres tus ojos. Mira hacía mí, amada. -El modo que él dijo “amada” parecía una caricia, como si él me llamara por un nombre que ningún otro hombre usaría alguna vez; antes o después. Sus colmillos estaban completamente extendidos y me estiré para pasar mi lengua sobre ellos. Esperé que él mordiera mi cuello, como hacía Bill casi siempre.

-Obsérvame, -dijo él en mi oído, y se separó hacía atras. Intenté atraerlo de nuevo, pero él comenzó a trazar un camino de besos descendiente por mi cuerpo, haciendo paradas estratégicas, y yo me cernía sobre el borde dorado cuando él llegó abajo. Su boca era talentosa, sus dedos tomaron el lugar de su pene, y luego de repente él miró a lo largo de mi cuerpo para asegurarse que yo miraba—lo hacía—y él dirigió su boca a la cara interna de mi muslo, acariciando, y hociqueándolo, sus dedos se movían constantemente ahora, más rápido y más rápido, y luego él mordió.

Puedo haber hecho ruido, estoy segura que lo hice, pero en el segundo siguiente flotaba sobre la onda más poderosa de placer que jamás había sentido alguna vez. Y en un minuto la onda brillante se expandió, Eric besaba mi boca otra vez, pude probar mis propios fluidos sobre él, y luego él estuvo de nuevo dentro de mí, y la onda dorada regreso una vez más. Su momento llegó directamente después del mío, cuando yo experimentaba todavía estremecimientos. Él gritó algo en una lengua que nunca había escuchado, y cerró sus propios ojos, luego sufrió un colapso encima de mí. Después de un par de minutos, él levantó su cabeza para mirar abajo. Deseé que él pretendiera al menos respirar, como siempre hacía Bill durante el sexo. (Yo nunca se lo había pedido, él sólo lo hacía, y era tranquilizador.) Aparté lejos este pensamiento. Nunca había tenido sexo con alguien más fuera de Bill, y supongo que era natural pensar en esto, pero la verdad era que me dolió recordar mi previo estado de un-sólo-hombre, ahora desvanecido para siempre.

Me regresé a mi misma dentro del Momento, estaba pasándola estupendamente. Acaricié el pelo de Eric, metiendo algunos cabellos detrás de su oreja. Sus ojos estaban absortos sobre los míos, y sabía que él esperaba a que yo hablara.

-Desearía, -dije, -poder guardar orgasmos en un tarro para cuando los necesito, porque creo que he tenido unos cuantos extra.

Los ojos de Eric se agrandaron, y de repente él rugió por la risa. Sonó bien, sonó al verdadero Eric. Me sentí cómoda con este magnífico pero extraño desconocido, después de que oí aquella risa. Él rodó sobre su espalda y me balanceó fácilmente hasta que estuve sentada a horcajadas sobre su cintura.

-Si hubiera sabido que tú serías tan bella sin ropa, habría tratado de hacer esto mucho antes, -dijo él.

-Tú realmente trataste de hacer esto antes, aproximadamente veinte veces, -dije, sonriéndole.

-Entonces tengo buen gusto. -Él vaciló durante un minuto largo, un poco de su placer abandonó su cara. –Cuéntame acerca de nosotros. ¿Cuanto tiempo tengo de conocerte?

La luz del cuarto de baño se derramó sobre la parte derecha de su cara. Su pelo extendido sobre mi almohada, brillante y dorado.

-Tengo frío, -dije suavemente, y me dejó meter al lado de él, tirando las sabanas sobre nosotros. Me apoyé sobre un codo y él descanso sobre su costado, entonces nos miramos el uno al otro. –Déjame pensar. Te conocí el año pasado en Fangtasia, el bar vampiro que te pertenece en Shreveport. Y a propósito, el bar fue atacado hoy. Anoche. Lo siento, debería haberte dicho esto primero, pero he estado tan preocupada por lo de mi hermano.

-Quiero oír acerca de hoy, pero dime nuestra historia primero. Me encuentro a mi mismo enormemente interesado.

Otro pequeño choque: el verdadero Eric se preocupaba por su propia posición en primer lugar, las relaciones iban sobre—ah, no sé, en décimo lugar. Esto era definitivamente raro. Le dije;

-Tú eres el sheriff de Área Cinco, y mi antiguo novio Bill es tu subordinado. Él ha salido del país. Creo que ya te conté sobre Bill.

 

-¿Tu antiguo novio infiel? ¿Quién su creadora fue la vampira Lorena?

-Ese mismo, -dije brevemente. –Como sea, cuando te conocí en Fangtasia...

Todo esto tomó más tiempo de lo que pensé, y cuando había terminado con el cuento, las manos de Eric estaban ocupadas otra vez. Él cerró su boca en un pecho con sus colmillos extendidos, extrayendo un pequeño hilo de sangre y un agudo grito ahogado de mí, él chupó poderosamente. Fue una sensación extraña, porque él conseguía la sangre y mi pezón al mismo tiempo. Doloroso y muy excitante—parecía que él tomaba el fluido de mucho más abajo. Jadeé y me arqueé con deseo, y de repente él levantó mi pierna así podría entrar en mí.

Esta vez no experimenté el choque de la primera vez, y fue más lento. Eric quiso que yo mirara sus ojos; esto obviamente, lo ponía a mil.

Estaba exhausta cuando terminamos, aunque me hubiera divertido enormemente. Había oído mucho sobre hombres que no les importaba si la mujer obtenía su placer, o quizás tales hombres asumían que si ellos estaban satisfechos, su compañera también lo estaría. Pero ninguno de los hombres con los que yo había estado habían sido así. No sabía si era porque ellos eran vampiros, o porque había tenido suerte, o quizás ambas cosas.

Eric me había halagado mucho, y me di cuenta que yo no le había dicho nada que indicara mi admiración. Difícilmente parecía justo. Él me sostenía, y mi cabeza estaba sobre su hombro. Murmuré en su cuello;

-Eres tan hermoso.

 

-¿Qué? -Claramente sorprendido.

-Tú me has dicho que pensaste que mi cuerpo era agradable. -Desde luego no era el adjetivo que él había usado, pero estuve avergonzada de repetir sus palabras reales. -Solamente quise que tú supieras que pienso lo mismo de ti.

Pude sentir el movimiento de su pecho cuando él se rió, solamente un poquito.

-¿Qué parte fue la que más te gustó? -él preguntó con su voz bromeando.

-Ah, tu culo, -dije al instante.

-Mi... ¿trasero?

-Ahá.

-Yo habría pensado en otra parte.

-Bueno, esa seguramente es... adecuada, -le dije, sepultando mi cara en su pecho. Supe inmediatamente que había escogido la palabra incorrecta.

-¿Adecuada? -Él tomó mi mano, y la colocó sobre la parte en cuestión. Inmediatamente comenzó a endurecerse. Él movió mi mano sobre ella, y amablemente lo rodeé con mis dedos. -¿Esto es adecuado?

-¿Tal vez debería haber dicho graciosamente abundante?

-Graciosamente abundante. Me gusta eso, -dijo riendo.

Él estaba listo otra vez, y francamente, yo no sabía si podría. Estaba tan adolorida al punto de preguntarme si al día siguiente caminaría de manera chistosa.

Le indiqué que estaría contenta con otra alternativa deslizándome hacia abajo en la cama entre sus muslos, y él pareció deleitado de corresponder. Después de otra sublime liberación, pensé que cada músculo en mi cuerpo se había tornado en gelatina. No hablé más de la preocupación que sentía sobre mi hermano, sobre las cosas terribles que habían pasado en Shreveport, sobre nada desagradable. Nos susurramos algunas palabras sin sentido (por mi parte) y elogios mutuos, y luego estuve noqueada completamente. No sé lo que Eric hizo durante el resto de la noche, porque me quedé dormida.

Tenía muchas preocupaciones esperándome al día siguiente; pero gracias a Eric, durante unas horas preciosas esto no me preocupó.


Capítulo 7

A la mañana siguiente, el sol brillaba fuera cuando desperté. Descansé en la cama en un lánguido oasis de alegría. Estaba adolorida, pero tan complacida. Tenía uno o dos pequeños moretones—nada que se viera. Y las señales de colmillo que eran una revelación involuntaria (como siempre), no estaban sobre mi cuello, donde habían estado en el pasado. Ningún observador ocasional sería capaz de decir que yo había disfrutado de la compañía de un vampiro, y no tenía una cita con mi ginecólogo—la única otra persona que tendría una razón para comprobar aquella área.

Otra ducha se imponía definitivamente, así que me levante de la cama y me tambaleé a través del suelo rumbo al cuarto de baño. Lo habíamos dejado hecho un lío, con toallas esparcidas por todas partes y la cortina de la ducha medio rasgada de sus aros plásticos (¿cuándo ocurrió eso?), pero no me importó recogerlo. Colgué de nuevo la cortina con una sonrisa sobre mi cara y una canción en mi corazón.

Cuando el agua corrió sobre mi espalda, reflexioné que debo ser bastante simple. No se necesita mucho para hacerme feliz. Una larga noche con un tipo muerto había dado en el quid. No era solamente el sexo dinámico que me había dado tanto placer (aunque hubiera contenido momentos que recordaría hasta el día de mi muerte); era el compañerismo. Realmente, la intimidad.

Llámenme estereotipada. Había pasado la noche con un hombre que me había dicho que yo era hermosa, un hombre que había disfrutado de mí y quién me había dado un placer intenso. Él me había tocado, me había sostenido y se había reído conmigo. No estábamos en peligro de hacer un bebé con nuestros placeres, porque los vampiros no pueden hacer esto. No era desleal con nadie (aunque confieso que tuve algunas punzadas de culpa cuando pensé en Bill), y tampoco lo era Eric. No podía ver el daño.

Cuando cepillé mis dientes y me puse algo de maquillaje, tuve que confesarme a mí misma que estaba segura que el Reverendo Fullenwilder no estaría de acuerdo con mi punto de vista.

Bueno, no pensaba ir a decírselo, de todos modos. Quedaría solamente entre Dios y yo. Y supuse que como Dios me había creado con la discapacidad de la telepatía, bien podría hacerse de la vista gorda sobre la cosa sexual.

Tenía remordimientos, desde luego. Me gustaría casarme y tener bebés. Sería tan fiel como puedo serlo. Sería una buena mamá, también. Pero no podía casarme con un tipo normal, porque siempre sabría cuando él me mintiera, cuando él estuviera enojado conmigo, cada pensamiento que él tuviera sobre mí. Incluso salir con un tipo normal era más de lo que yo había sido capaz de manejar. Los vampiros no pueden casarse, aún no, no legalmente; no que un vampiro me lo haya preguntado, me recordé, lanzando una toalla en el cesto un poco enérgicamente. Quizás podría mantener una relación larga con un Lobato o un Adapto, ya que sus pensamientos no eran claros. Pero allí de nuevo existía la pregunta, ¿dónde estaba el complaciente Lobato?

Debería disfrutar de lo que tenía en este momento—algo que he empezado a hacer muy seguido. Lo que tenía era un hermoso vampiro que había perdido temporalmente su memoria y, junto con ella, la mayor parte de su personalidad: un vampiro que necesitaba confianza igual que yo.

De hecho, cuando me puse mis pendientes, entendí que Eric había estado tan deleitado conmigo por más de una razón. Podía ver que, después de días de estar completamente sin memoria de sus posesiones o subordinados, días de carecer de cualquier sentido de si mismo, anoche él había ganado algo propio—yo. Su amante.

Aunque estaba de pie delante de un espejo, no veía realmente mi reflejo. Yo veía, muy claramente, que—por el momento—yo era todo en el mundo en el cual Eric podía pensar como propio.

Sería mejor no fallarle.

Rápidamente me estaba rebajando yo misma de “felicidad distendida” a “culpabilidad severa”, así que me sentí aliviada cuando el teléfono sonó. Tenía incorporado ID, y noté que Sam llamaba del bar, en vez de su remolque.

-¿Sookie?

-¡Eh!, Sam.

-Siento lo de Jason. ¿Alguna noticia?

-No. Llamé al departamento del sheriff cuando me desperté, y me dirigí al encargado en turno. Ella dijo que Alcee Beck me avisaría si surge algo nuevo. Esto es lo que ella ha dicho las pasadas veinte veces que he llamado.

-¿Quieres que consiga a alguien para tomar tu turno?

-No. Sera mejor para mí para estar ocupada, que sentada aquí en casa. Ellos saben donde localizarme si tienen algo para decirme.

 

-¿Segura?

 

-Sí. Gracias por preguntar, de todos modos.

 

-Si puedo hacer algo para ayudar, déjamelo saber.

 

-Pensándolo bien, sí, hay algo.

 

-Nómbralo.

-¿Recuerdas la pequeña adapto con la que Jason estaba en el bar la Nochevieja?

Sam pensó un poco.

-Sí, -dijo con vacilación. -¿Una de las muchachas Norris? Ellos viven fuera de aquí en Hotshot.

 

-Esto es lo que Hoyt dijo.

-Tienes que tener cuidado con la gente de ahí, Sookie. Ese es un viejo poblado. Una colonia innata.  

No estaba segura lo que Sam trataba de decirme.

-¿Podrías ser más explicito? No estoy en condiciones de desentrañar indirectas sutiles hoy.

-No puedo ahora mismo.

-Ah, ¿no estás sólo?

-No. El tipo que entrega las botanas está aquí. Sólo ten cuidado. Realmente, ellos son muy diferentes.

-Bien, -dije despacio, todavía a ciegas. -Tendré cuidado. Te veré a las cuatro treinta, -le dije, y colgué, vagamente descontenta y bastante perpleja.

Tenía suficiente tiempo para ir a Hotshot y regresar antes de que tuviera que ir a trabajar. Me puse unos jeans, zapatillas de deporte, una brillante playera roja de manga larga, y mi viejo abrigo azul. Busqué la dirección de Crystal Norris en la guía telefónica y tuve que sacar mi mapa de la cámara del comercio para detectarlo. He vivido en la Región Renard mi vida entera, y pensé que la conocía bastante bien, pero el área de Hotshot era un agujero negro dentro de mí, por otro lado, acurado conocimiento.

Conduje al Norte, y cuando llegué al cruce en T, di vuelta a la derecha. Pasé la planta procesadora de maderos que era el principal empleador de Bon Temps, y pasé un local nuevo de tapizados, y volé por delante del departamento de agua. Había una tienda de licores o dos, y luego una tienda regional en una intersección que tenía un prominente letrero CERVEZA FRÍA Y CEBO dejado para el verano y viendo hacía el camino. Di vuelta a la derecha otra vez, rumbo al Sur.

Más profundo me adentré en la pampa, parecía que peor se ponía el camino. Equipos de mantenimiento y segar no habían estado por aquí desde finales del verano. Los residentes de la comunidad Hotshot no tenían ningún estatus especial en el gobierno de la región, o ellos no querían recibir visitantes. De tanto en tanto, el camino declinaba en algunas áreas bajas entre canales. En lluvias pesadas, los puntos bajos se inundarían. No me sorprendería en absoluto oír que las personas de por aquí encontraban algún caimán ocasionalmente.

Finalmente llegué a otra intersección, comparada con ésta la de la tienda del cebo pareció una alameda. Había unas casas dispersas alrededor, tal vez ocho o nueve. Eran cabañas, ninguna de ellas de ladrillo. La mayor parte tenían varios autos en la yarda delantera. Algunas tenían cosas deportivas o un aro de baloncesto, y en un par de yardas detecté antenas parabólicas. De manera extraña, todas las casas parecían separadas de la intersección actual; el área directamente alrededor de la intersección del camino estaba desierta. Pareció que alguien había atado una cuerda a una estaca, la hundió en medio del cruce y dibujó un círculo. Dentro de él, no había nada. Fuera de él, las casas lo rodeaban.

En mi experiencia, en un pequeño poblado como éste, una encontraría la misma clase de gente que existía en todas partes. Algunas serían pobres, orgullosas y buenas. Algunas serían pobres sin orgullo y sin valor. Pero todos ellos se conocerían el uno al otro a fondo, y ninguna acción pasaría desapercibida.

Durante este día frío, no vi una sola alma al aire libre para avisarme si ésta era una comunidad negra o una comunidad blanca. Muy poco probable que fuera ambas. Me pregunté si estaría en la intersección correcta, pero mis dudas se desvanecieron cuando vi una señal de imitación verde de tráfico, la clase que una puede ordenar por catálogo, montada sobre un poste delante de una de las casas. Se leía, HOTSHOT.

Estaba en el lugar correcto. Ahora, a encontrar la casa de Crystal Norris.

Con un poco de dificultad, divise un número sobre un buzón oxidado, y luego vi otro. Por proceso de eliminación, calculé que la siguiente casa debía ser donde Crystal Norris vivía. La casa de Norris era un poco diferente de las demás; tenía un pequeño porche delantero con un viejo sillón y dos sillas de césped sobre él, y dos autos aparcados en el frente, un Ford Fiesta  y el otro un antiguo Buick.

Cuando aparqué y salí, me percate de lo que era tan insólito sobre Hotshot.

No había ningún perro.

Cualquier otra comunidad que luciera como ésta tendría al menos doce perros moliendo alrededor, y me pregunté si sería seguro el salir del auto. Aquí, ni un solo quejido rompió el silencio invernal.

Atravesé la sucia yarda, sintiendo como si varios ojos estuvieran sobre cada paso que di. Abrí la puerta con el mosquitero rasgado para llamar sobre la puerta más pesada de madera. Era un modelo con tres paneles de cristal. Unos ojos oscuros me contemplaron por el más bajo.

La puerta se abrió, justo cuando la demora comenzaba a ponerme preocupada.

La cita de Jason durante la Nochevieja estaba menos festiva hoy, en jeans negros y una camiseta sucia color crema. Sus botas habían venido de Payless (Paguemenos), y su pelo corto rizado era una especie de negro polvoriento. Ella era delgada, vibrante, y aunque yo había controlado su licencia, ella no lucía de veintiuno.

-¿Crystal Norris?

-¿Ahá? -No sonó particularmente poco amistosa, pero sonó realmente preocupada.

-Soy la hermana de Jason Stackhouse, Sookie.

-¿Ah, sí? Entra. -Ella se hizo a un lado, y anduve en la diminuta sala de estar. Estaba atestada por mobiliario hecho para un espacio mucho más grande: dos sillones reclinables y un canapé de tres cojínes marrón oscuro de Naugahyde [10], los botones grandes separaban el vinilo en pequeños montículos. Una se quedaría pegada allí en verano y se resbalaría en invierno. Las migas se reunirían en la depresión alrededor de los botones.

Había una manta manchada en rojo oscuro con amarillo y café, y había juguetes esparcidos como una sólida capa sobre ella. Un cuadro de la Última Cena colgaba encima del televisor, y la casa entera olía agradablemente a alubias rojas, arroz y pan de maíz.

Un niño experimentaba con Duplos en la entrada a la cocina. Pensé que era un chico, pero era difícil estar segura. Los pantalones y un suéter verde con cuello de tortuga no eran exactamente una pista, y el pelo castaño claro del bebé no estaba ni recortado corto, ni tenía algún moño.

-¿Tu niño? - Pregunté, tratando de hacer mi voz agradable y conversacional.

-No, de mi hermana, -dijo Crystal. Ella gesticuló hacia uno de los sillones reclinables.

-Cristal, la razón por la que estoy aquí... ¿Sabías que Jason está extraviado?

Ella estaba sentada en la esquina del brazo del sillón, y había estado viendo sus manos delgadas. Cuando hablé, ella miró mis ojos atentamente. Estas no eran noticias nuevas para ella.

-¿Desde cuándo? -ella preguntó. Su voz tenía una agradable ronquera; uno escucharía lo que esta chica tenía que decir, sobre todo si ese uno fuera un hombre.

-Desde la noche del primero de enero. Él dejó mi casa, y luego la mañana siguiente él no llegó a trabajar. Había algo de sangre sobre aquel pequeño muelle de embarque en la parte trasera de su casa. Su camioneta estaba todavía en su yarda delantera. La puerta de ella colgaba abierta.

-No sé nada sobre ello, -dijo al instante.

Ella mentía.

-¿Quién te dijo que tengo algo que ver con esto? -ella preguntó, poniéndose malediciente. –Tengo derechos. No tengo porque hablar contigo.

Venga ya, esa sería la Enmienda 29 de la Constitución: los Adaptos no tienen que hablar con Sookie Stackhouse.

-Sí, tienes que hacerlo. -De repente, abandoné la actitud agradable. Ella había presionado el botón equivocado sobre mí. -No me parezco a ti. No tengo una hermana o un sobrino, -e indiqué con la cabeza a el niño, calculando que tenía cincuenta-cincuenta de probabilidades de tener razón. -No tengo una mamá o un papá o nada, nadie, excepto mi hermano. -Suspiré. -Quiero saber donde está Jason. Y si tu sabes algo, mejor me lo dices.

 

-¿O harás qué? -Su cara delgada se contorsiono en un gruñido. Pero ella sinceramente quiso saber que tipo de palanca tenía; pude leerla a ese punto.

-Sí, ¿qué hará? -preguntó una voz más tranquila.

Volteé hacía la entrada para encontrar a un hombre que, probablemente, estaba cercano a los cuarenta. Él tenía una barba recortada salpicada de color gris, y su pelo estaba cortado al rape. Él era un hombre bajo, quizás cinco pies con siete más o menos, con cuerpo ágil y brazos musculosos.

-Lo que sea que tenga que hacer, -dije. Lo miré directamente en los ojos. Eran de un extraño verde dorado. Él no pareció hostil, exactamente. Él lucía curioso.

-¿Por qué está aquí? -él preguntó, otra vez con aquella voz neutra.

-¿Quién es usted? -Tenía que saber quién era este tipo. No iba a perder mi tiempo repitiendo mi historia a alguien que solamente quería matar el tiempo y no tenía nada mejor que hacer. Considerando su aire de autoridad, y el hecho que él no optaba por la beligerancia absurda y sin sentido, quise apostar que valía la pena dirigirse a este hombre.

-Soy Calvin Norris. Soy el tío de Crystal. -De su modelo cerebral, él era también un adapto de alguna clase. Considerando la ausencia de perros en este establecimiento, asumí que ellos eran Lobatos.

-Sr.Norris, soy Sookie Stackhouse. –No imaginé el incremento de interés en su expresión. -Su sobrina aquí presente fue a la fiesta de Nochevieja en el Bar Merlotte´s con mi hermano, Jason. En algún momento de la siguiente noche, mi hermano desapareció. Quiero saber si Crystal puede decirme algo que podría ayudarme a encontrarlo.

Calvin Norris palmeó cariñoso la cabeza del niño, y luego caminó al sillón donde Crystal fruncía el ceño. Él se sentó al lado de ella, sus codos descansando sobre sus rodillas, sus manos relajadas, pendiendo entre ellos. Su cabeza se inclinó cuando él examinó la cara malhumorada de Crystal.

-Esto es razonable, Crystal. La muchacha quiere saber donde está su hermano. Dile, si sabes algo sobre ello.

Crystal le espetó:

-¿Por qué debería decirle algo? Ella vino aquí intentando amenazarme en mi propia casa.

-Porque es la cortesía mas común el ayudar a alguien con problemas. Tú no te ofreciste exactamente a ayudar, ¿verdad?

-No pensé que había desaparecido. Pensé que él… -y su voz se interrumpió cuando se dió cuenta que su lengua la había metido en líos.

El cuerpo entero de Calvin se tensó. Él no había esperado que Crystal realmente supiera algo sobre la desaparición de Jason. Él solo quería que ella fuera cortés conmigo. Podía leer esto, pero no mucho además. No podía descifrar su relación. Él tenía poder sobre la chica, podría decirlo muy fácilmente, ¿pero de qué clase? Era más que la autoridad de un tío; sentí más bien que él era su reglamentador. Él podría llevar puesta vieja ropa de trabajo y botas de seguridad, podría parecerse a cualquier hombre trabajador en el área, pero Calvin Norris era mucho más que eso.

Packmaster, pensé. ¿Pero quién estaría en un grupo, tan alejado en el quinto infierno? ¿Solamente Crystal? Entonces recordé la velada advertencia de Sam sobre la naturaleza insólita de Hotshot, y tuve una revelación. Todos en Hotshot eran doble-natura.

¿Era posible? No estaba completamente segura que Calvin Norris fuera un Lobato—pero yo sabía que él no cambiaba en ningún conejito. Tuve que luchar contra el impulso casi irresistible de inclinarme y poner mi mano sobre su antebrazo, tocar piel con piel para leer su mente tan claramente como me fuera posible.

De una cosa estaba completamente segura: no querría estar en ninguna parte alrededor de Hotshot durante las tres noches de la luna llena.

-Usted es la camarera en Merlotte´s, -dijo, examinando mis ojos tan atentamente como él había examinado los de Crystal.

-Soy una camarera en Merlotte´s.

-Usted es una amiga de Sam.

-Sí, -dije con cuidado. –Lo soy. Soy amiga de Alcide Herveaux, también. Y conozco al Coronel Flood.

Estos nombres significaron algo para Calvin Norris. No estuve sorprendida que Norris conociera los nombres de algunos Lobatos prominentes de Shreveport—y él conocía a Sam, desde luego. Le había tomado tiempo a mi jefe unirse con la comunidad local de los doble-natura, pero él había estado trabajando sobre ello.

Crystal había estado escuchando con sus ojos oscuros ensanchados, de ninguna manera con mejor ánimo que antes. Una muchacha que llevaba puesto pantalones de trabajo apareció por la parte trasera de la casa, y levantó al niño de su torre de Duplos. Aunque su cara fuera redondeada, menos distintiva y su figura era más llena, ella era claramente la hermana más jóven de Crystal. Por lo visto, estaba también embarazada de nuevo.

-¿Necesita algo, Tío Calvin? -ella preguntó, contemplándome sobre el hombro del niño.

-No, Dawn. Cuida de Matthew. -Ella desapareció por una puerta de la casa con su carga. Le había atinado al sexo del niño.

-Crystal, -dijo Calvin Norris, con una voz tranquila y aterradora, -nos dices ahora que has hecho.

Crystal había creído que ella se había escapado por un pelo, y estuvo impresionada siendo ordenada a confesar.

Pero ella obedecería. Algo reticente, pero lo haría.

-Yo salí con Jason durante la Nochevieja, -dijo ella. -Lo conocí en el Wal-Mart de Bon Temps, cuando entré para comprarme un monedero.

Suspiré. Jason podría encontrar potenciales compañeras de cama en todas partes. Él iba a terminar con alguna enfermedad desagradable (si no la tenía ya) o metido en un pleito de paternidad, y no había nada que yo podía hacer sobre ello, excepto sentarme a esperar.

-Me preguntó si quería pasar la Nochevieja con él. Tuve la impresión de que la mujer con la que él había quedado para ir había cambiado de opinión, porque él no es la clase de tipo que iría a una fiesta tan importante sin nadie.

Me encogí de hombros. Jason podría haber hecho y deshecho compromisos con cinco mujeres durante la Nochevieja, por todo lo que yo sabía. Y era bastante frecuente que las mujeres se exasperaran muchísimo, por su continua búsqueda de cualquier cosa que portara vagina, que cancelarán sus proyectos con él.

-Es un tipo muy mono, y me gusta salir de Hotshot, así que le dije sí. Él me preguntó si venía a recogerme, pero como ya sé que algunos de mis vecinos no les parecería, entonces le dije que lo encontraría en la estación Fina, y luego nos iríamos en su camioneta. Fue lo que hicimos. Y como la pasé bien, me fui a casa con él, y tuvimos una buena noche. -Sus ojos brillaron hacía mí. -¿Quieres saber cómo es en la cama?

Hubo un movimiento borroso, y luego había sangre en la esquina de su boca. La mano de Calvin pendió de vuelta entre sus piernas antes de que incluso yo me diera cuenta que se había movido.

-Sé cortés. No muestres tu peor cara a esta mujer, -él dijo, y su voz era tan seria que yo decidí también ser extra-cortés, sólo por si acaso.

-Está bien. Supongo que eso no fue simpático, -confesó ella, con una voz más suave y castigada. -Bueno, quise verlo la noche siguiente, también, y él quiso verme otra vez. Entonces me dirigí hacia fuera y me acerqué a su casa. Él tuvo que marcharse para ver a su hermana— ¿tú? ¿Eres la única hermana que él tiene?

Asentí.

-Y él me dijo de quedarme allí, que volvería dentro de poco. Quise ir con él, pero dijo que si su hermana no tuviera compañía, estaría bien, pero que como ella tenía compañía de vampiros, no quería que me mezclara con ellos.

Supongo que Jason sabía cual sería mi opinión acerca de Crystal Norris, y él quiso esquivar el sermón, por eso él la dejó en su casa.

-¿Regreso a su casa? -Calvin dijo, dándole un codazo para sacarla de su ensueño.

-Sí, -ella dijo, y yo me tensé.

-¿Qué pasó entonces? -Calvin preguntó, cuando ella se detuvo otra vez.

-No estoy muy segura, -dijo ella. -Yo estaba en la casa, esperando por él, y oí llegar su camioneta, y pensé, “Ah, que bueno, ya llegó, podremos divertirnos”, y luego como no lo oí subir los escalones delanteros, me pregunté qué pasó, ¿tú sabes? Desde luego todas las luces exteriores estaban prendidas, pero no me acerqué a la ventana, porque ya sabía que era él. –Claro, una Lobato reconocería sus pasos, tal vez agarraría su olor. –Me puse a escuchar en serio, -continuó ella, -y lo oí yendo alrededor del exterior de la casa, entonces pensé que él iba a entrar por la puerta de atrás, por alguna razón—botas fangosas, o algo.

Suspiré. Ella llegaría al punto en un minuto. Sólo que cómo tardaba.

-Y luego, a espaldas de la casa, un poco más lejos, algunas yardas alejadas del porche, oí mucho ruido, y algunos gritos y esas cosas, y luego nada.

Si ella no hubiera sido una adapto, no habría oído tanto. Ya ven, sabía que encontraría el lado positivo si buscaba lo suficiente.

-¿Saliste a mirar? -Calvin preguntó a Crystal. Su mano se elevó para acarició sus rizos negros, como si él estuviera palmeando a su perro favorito.

-No señor, no miré.

-¿Oliste algo?

-No me acerque tanto, -admitió ella, ya un poco menos huraña. -El viento soplaba hacía el otro camino. Agarré un esencia de Jason, y sangre. Tal vez varias otras cosas.

 

-¿Como qué?

Crystal observo sus propias manos.

-Adapto, tal vez. Algunos de nosotros pueden cambiarse cuando no es luna llena, pero yo no puedo. Por otra parte, así habría tenido una mejor posibilidad en el olor, -me dijo ella casi disculpándose.

-¿Vampiro? -Calvin preguntó.

-Nunca olí a un vampiro antes, -dijo ella simplemente. -No sé.

-¿Bruja? -Pregunté.

-¿Huelen diferente de la gente normal? -ella preguntó dudosamente.

Me encogí de hombros. No lo sabía.

Calvin dijo;

-¿Qué hiciste después de esto?

-Yo sabía que algo se había llevado a Jason en los bosques. Es sólo que... lo perdí. No soy valiente. -Ella se encogió de hombros. –Regresé a casa después de esto. No podía hacer nada más.

Traté de no llorar, pero las lágrimas rodaron bajo mis mejillas. Por primera vez, admití ante mí misma que no estaba segura que vería alguna vez a mi hermano otra vez. Pero si la intención del atacante era matar a Jason, ¿por qué no solamente dejar su cuerpo en el patio de atrás? Como Crystal había indicado, la noche del Día del Año Nuevo no hubo luna llena. Había cosas que no tenían que esperar la luna llena…

La cosa negativa sobre el aprendizaje acerca de todas las criaturas que existen en el mundo, además de nosotros, consiste en que yo podía imaginarme que había cosas que se podrían engullir a Jason entero. O después de unos cuantos mordiscos.

Pero no podía permitirme pensar acerca de esto. A pesar de que todavía lloraba, hice un esfuerzo por sonreír.

-Te lo agradezco tanto, -dije cortésmente. –Fue muy lindo de tu parte tomarte el tiempo para verme. Sé que debes tener otras cosas que hacer.

Crystal me miró sospechosamente, pero su tío Calvin alcanzó y acarició mi mano, lo que pareció sorprendernos a todos, incluido él mismo.

Él me acompañó hacia fuera rumbo a mi auto. El cielo se estaba nublando, lo que hizo sentir más el frío, y el viento comenzó a sacudir las ramas desnudas de los arbustos grandes plantados alrededor de la yarda. Reconocí campanillas amarillas (que en los viveros llaman forsythia), y spirea, y hasta un tiesto de tulipanes. Alrededor de ellos habría plantados bulbos de junquillo, y lirios—las mismas flores que están en la yarda de mi abuela, los mismos arbustos que han crecido en yardas del Sur por generaciones. Ahora mismo todo pareció triste y sórdido. En la primavera, parecería casi encantador, pintoresco; el decaimiento de la pobreza adornada por Madre Naturaleza.

Dos o tres casas calle abajo, un hombre salió de un cobertizo detrás de su casa, echó un vistazo a nuestro paso, e hizo un doble rodeo para evitarnos. Después de un momento largo, él trotó dentro de su casa. Estaba muy lejos para distinguir demasiado aparte del grueso pelo pálido, pero su gracia era fenomenal. La gente de por aquí más que disgustarle los forasteros; parecían ser alérgicos a ellos.

-Esa de ahí es mi casa, -ofreció Calvin, señalando a una casa mucho más sustancial, pequeña pero bien hecha, pintada de blanco muy recientemente. Todo estaba bien mantenido en la casa de Calvin Norris. La calzada y el área de aparcamiento estaban claramente definidas; el cobertizo blanco de herramientas hacia juego y estaba sin herrumbre sobre una losa de concreto muy ordenado.

Asentí con la cabeza.

-Parece muy agradable, -dije con una voz que no era demasiado firme.

-Quiero hacerle una oferta, -dijo Calvin Norris.

Traté de parecer interesada. Medio me giré para afrontarlo.

-Usted es una mujer sin protección ahora, -dijo él. -Su hermano se ha ido. Espero que él vuelva, pero usted no tiene a nadie para defenderla mientras él falta.

Había muchas cosas erróneas con este discurso, pero no andaba de humor para debatir con el adapto. Él me había hecho un gran favor, consiguiendo que Crystal hablara. Estuve de pie allí en el viento frío y traté de parecer educadamente receptiva.

-Si necesitas algún lugar para esconderte, si necesitas alguien para cuidar tu espalda o defenderte, seré tú hombre, -dijo él. Sus ojos verdes dorados se encontraron directamente con los míos.

Les diré por qué no deseché esto con un resoplido: Él no estaba dándose aires de superioridad sobre ésto. Según sus costumbres, él estaba siendo tan agradable como él podía serlo, extendiendome un escudo si yo pudiera necesitarlo. Por supuesto, él esperó “ser mi hombre” en todos sentidos, junto con protegerme; pero él no era lascivo de ninguna forma, o de manera ofensivamente explícita. Calvin Norris se ofrecía a incurrir en heridas por mí. Lo decía en serio. Esto no es algo para cabrearse o sobre lo cual se mosquée una.

-Te lo agradezco, -dije. -Recordaré que dijiste esto.

-Escuché sobre ti, -dijo él. -Adaptos y Lobatos, ellos hablan el uno con el otro. Oí que eres diferente.

-Lo soy. -Los hombres normales podrían haber encontrado mi paquete externo atractivo, pero mi paquete interior los repelió. Si alguna vez comenzarán a subírseme los humos, después de la atención que me ponían Eric, o Bill, o hasta Alcide, todo lo que tenía que hacer era escuchar los sesos de algunos parroquianos del bar para desinflar mi ego. Apreté mi viejo abrigo azul más estrechamente alrededor de mí. Como la mayor parte de los doble-natura, Calvin tenía un sistema que no sentía el frío tan intensamente como mi metabolismo por completo humano. -Pero mi diferencia no reside en ser doble-natura, aunque apreció tu, ah, gentileza. -Esto fue lo más cercano que pude preguntarle por qué él estaba tan interesado.

-Ya sé esto. -Él asintió con la cabeza en reconocimiento por mi delicadeza. -Realmente, esto te hace más... La cosa es que, aquí en Hotshot, hemos practicado la endogamia demasiado. Escuchaste a Crystal. Ella puede cambiarse sólo en la luna llena, y francamente, hasta con eso ella no es muy poderosa. -Él señaló su propia cara. -Mis ojos difícilmente pasan como humanos. Necesitamos una infusión de sangre nueva, nuevos genes. Tú no eres doble-natura, pero no eres exactamente una mujer ordinaria. Las mujeres ordinarias no duran mucho tiempo aquí.

Vale, era un camino siniestro y ambiguo de exponerlo. Pero tiendo a ser comprensiva, y traté de mirarme como si entendiera. De hecho, lo entendí realmente, y podía apreciar su preocupación. Calvin Norris era claramente el líder de esta localidad tan fuera de lo común, y su futuro era su responsabilidad.

Él fruncía el ceño cuando vió calle abajo la casa donde habíamos visto al hombre. Pero dio vuelta hacía mi para terminar de decirme lo que él quería que yo supiera.

-Pienso que te gustaría la gente aquí, y tú serías un buen pie de cría. Puedo verlo a simple vista.

Este fue un elogio verdaderamente insólito. No pude pensar en una manera apropiada de agradecerlo.

-Estoy halagada que pienses así, y aprecio tu oferta. Recordaré lo dijiste. -Hice una pausa para reagrupar mis pensamientos. –Tu sabes, que la policía averiguará que Crystal estaba con Jason, si ellos no lo saben ya. Vendrán aquí, también.

-No encontrarán nada, -dijo Calvin Norris. Sus ojos verdes dorados se encontraron con los míos, débilmente divertidos. -Ellos han estado aquí en otras ocasiones; estarán aquí otra vez. Nunca encuentran nada. Espero que localices a tu hermano. Si necesitas ayuda, me avisas. Conseguí un trabajo en Norcross. Soy un hombre estable.

 

-Gracias, -dije, y entré en mi auto con un sentimiento de alivio. Di a Calvin una cabezada seria mientras me echaba de reversa de la calzada de Crystal. Así que él trabajaba en Norcross, la planta procesadora de maderos. Norcross tenía buenos beneficios, y ellos promovían desde dentro a los empleados. Una cosa era segura; había recibido ofertas peores.

Cuando conduje rumbo al trabajo, me pregunté si Crystal habría estado tratando de embarazarse durante sus noches con Jason. En absoluto había parecido molestar a Calvin oír que su sobrina había tenido sexo con un hombre extraño. Alcide me había dicho que los Lobatos tienen que reproducirse con Lobatos para producir a un bebé que tenga el mismo rasgo, por lo visto, los habitantes de esta pequeña comunidad trataban de diversificarse. Tal vez estos sub-lobatos trataban de reproducirse fuera; es decir, tener niños con la gente normal. Esto sería mejor que tener una generación de Lobatos cuyos poderes eran tan débiles que no podían funcionar con éxito en su segunda naturaleza, pero quienes tampoco podía ser contados como personas normales.

Llegar a Merlotte´s fue como manejar de un siglo a otro. Me pregunté desde cuando la gente de Hotshot había estado hacinada alrededor de la intersección, y que significancia habría tenido al principio para ellos. Aunque estaba un pelín curiosa acerca de eso, me encontré que era un verdadero alivio desechar estas interrogantes y volver al mundo que yo conocía.

Esa tarde, el pequeño mundo del Bar Merlotte´s estaba muy tranquilo. Me cambié, me até el delantal negro, alisé mi pelo, y lavé mis manos. Sam estaba detrás de la barrra con sus brazos cruzados en su pecho, mirando fijamente en el espacio. Holly llevaba una jarra de cerveza a una mesa donde un forastero solitario estaba sentado.

-¿Cómo fue Hotshot? -Sam preguntó, ya que éstabamos solos en la barra.

-Muy extraño.

Él me acarició sobre el hombro.

-¿Averiguaste algo útil?

-Realmente, lo hice. Solo que no estoy segura lo que signifique. -Sam necesitaba un corte de pelo, noté; su rizado cabello rubio-rojizo formaba un arco alrededor de su cara en una especie de efecto de Ángel del renacimiento.

-¿Conociste a Calvin Norris?

-Lo hice. Él logró que Crystal hablara conmigo, y él me hizo la oferta más insólita.

-¿Como es eso?

-Te lo diré otro día. -Por mi vida que no podía imaginarme como expresarlo. Vi abajo mis manos, que estaban ocupadas enjuagando un tarro de cerveza, y pude sentir como mis mejillas ardían.

-Calvin es un buen tipo, por lo que sé, -dijo Sam despacio. -Él trabaja en Norcross, y es supervisor de equipo. Buen seguro, paquete de retiro, todo. Algunos otros tipos de Hotshot administran una tienda de soldar. He oído que ellos tienen mucho trabajo y son buenos en él. Pero no sé lo que pasa en Hotshot después de que ellos se van a casa por la noche, y no pienso que alguien más lo sepa, tampoco. Conociste al Sheriff Dowdy, ¿John Dowdy? Él era el sheriff antes de que yo me mudara aquí, creo.

-Ahá, lo recuerdo. Él enjauló a Jason una vez por vandalismo. Abue tuvo que ir a sacarlo de la cárcel. El Sheriff Dowdy le dio una escarmiento tan efectivo a Jason que lo mantuvo asustado y derecho, al menos por un ratito.

-Sid Matt me contó la historia una noche. Parece que una primavera, John Dowdy salió a Hotshot para detener al hermano más grande de Calvin Norris, Carlton.

-¿Por qué fue? -Sid Matt Lancaster era un abogado viejo y bien conocido.

-Violación reglamentaria. La muchacha quiso, y era hasta experimentada, pero ella era menor de edad y tenía padrastro nuevo. Él decidió que Carlton le había faltado al respeto.

No había ningún postura políticamente correcta para cubrir todas aquellas circunstancias.

-¿Luego qué pasó?

-Nadie sabe. Mas tarde aquella noche, el auto patrulla de John Dowdy fue encontrado a mitad de camino entre la ciudad de Hotshot. Nadie dentro. Ninguna sangre, ninguna huella digital. Él no ha vuelto a ser visto desde entonces. Nadie en Hotshot recordaba haberlo visto ese día, ellos dijeron.

-Como Jason, -dije tristemente. -Él solo desapareció.

-Pero Jason estaba en su propia casa, y según tú, Crystal no pareció estar implicada.

Puse de lado ésto y me concentre en la pequeña historia extraña.

-Tienes razón. ¿Averiguó alguna vez alguien qué pasó con el Sheriff Dowdy?

-No. Pero tampoco nadie volvió a ver a Carlton Norris otra vez.

 

Ahora, ésta era la parte interesante.

-¿Y la moraleja de esta historia es?

-Que la gente de Hotshot aplica su propia justicia.

-Entonces uno los quiere de su lado. -Extraje mi propia moraleja de la historia.

-Sí, -Sam dijo. –Uno, definitivamente, los quiere de su lado. ¿No te acuerdas de ésto? Fue hace como quince años.

-Yo lidiaba con mis propios problemas entonces, -expliqué. Había quedado huérfana y tenía nueve años, enfrentándome con mis crecientes poderes telepáticos.

Poco después de esto, la gente comenzó a detenerse en el bar sobre su camino del trabajo a casa. Sam y yo no conseguimos una posibilidad más para hablar el resto de la tarde, lo que estuvo bien conmigo. Era muy aficionada a Sam, que tenía a menudo un papel protagónico en algunas de mis fantasías más privadas, pero en este punto, tenía tanto para preocuparme que sencillamente no podía cargar más.

Esa noche, descubrí que algunas personas pensaron que la desaparición de Jason mejoró la sociedad de Bon Temps. Entre estos estaban Andy Bellefleur y su hermana, Portia, que se detuvo en Merlotte´s para la cena, ya que su abuela Caroline tenía una cena formal y quedaba por el camino. Andy era un detective de policía y Portia era una abogado, y ambos estaban en mi lista de personas non-gratas. En primer lugar (una especie de cosa agridulce), cuando Bill había averiguado que ellos eran sus descendientes, él había armado un plan elaborado para dar dinero a los Bellefleurs anónimamente, y ellos habían disfrutado realmente de su herencia misteriosa a manos llenas. Pero no podían estar cerca del propio Bill, y me irritaba constantemente ver sus nuevos autos, ropa cara y la nueva azotea sobre la gran casa Bellefleur, cuando ellos despreciaban a Bill todo el tiempo—y a mí, también, por ser la novia de Bill.

Andy había sido muy agradable conmigo antes de que comenzara a salir con Bill. Al menos él había sido civilizado y dejaba una propina decente. Yo era un ser invisible para Portia, que tenía su propia parte de infortunios personales. Ella tenía un pretendiente, había oído, y me pregunté maliciosamente si no sería debido al aumento repentino de la fortuna familiar Bellefleur. También me pregunté, a veces, si Andy y Portia se volvían más felices en proporción directa con mi miseria. Ellos estaban en buena forma esa tarde de invierno, ambos zampándose sus hamburguesas con gran entusiasmo.

-Lamentable lo de tú hermano, Sookie, -dijo Andy, cuando rellené su vaso de té.

Vi hacía él, mi cara inexpresiva. Mentiroso, pensé. Después de un segundo, los ojos de Andy se desviaron inquietamente de los míos para concentrarse sobre el salero, que pareció haberse vuelto peculiarmente fascinante.

-¿Has visto a Bill últimamente? -Portia preguntó, limpiando su boca con una servilleta. Ella trataba de romper el silencio difícil con una pregunta agradable, pero me puso más enojada.

-No, -dije. -¿Puedo traerles algo más?

-No, gracias, estamos bien, -dijo ella rápidamente. Giré sobre mis tacones y me alejé. Entonces mi boca se frunció en una sonrisa. En el mismo momento que yo pensé, Perra, Portia pensaba, Qué perra.

Su culo está riquísimo, Andy intervino. ¡Dios Mio!, telepatía. Qué ráfaga. No se lo desearía ni a mi peor enemigo. Envidié a la gente que sólo escuchaba con sus orejas.

Kevin y Kenya entraron, también, muy cuidadosos en no beber. La suya era una sociedad que había creado en la gente de Bon Temps mucha hilaridad. Níveo Kevin era delgado y rubicundo, un fondista; todo el equipo que tenía que llevar puesto sobre su cinturón del uniforme parecía demasiado para que él lo pudiera cargar. Su compañera, Kenya, era dos pulgadas más alta, varias libras más pesada, y quince tonos más oscura. Los hombres en la barra habían estado echando apuestas durante dos años sobre si ellos serían amantes—desde luego, los tipos en el bar no lo decían tan amablemente como esto.

Era consciente de mala gana que Kenya (con sus esposas y macana) destacaba en demasiados ensueños de varios parroquianos, y también sabía que los hombres que embromaban y se mofaban de Kevin más despiadadamente eran esos quiénes tenían las fantasías más morbosas y sórdidas. Cuando llevé sus cestas de hamburguesas a la mesa de Kevin y Kenya, podría decir que Kenya se preguntaba si debería sugerir a Bud Dearborn llamar a los perros de rastreo de la región vecina en la búsqueda de Jason, mientras Kevin estaba preocupado sobre el corazón de su madre, que había estado funcionando últimamente más mal que de costumbre.

-Sookie, -Kevin dijo, después de que les había traído una botella de ketchup, -quería decirte que, algunas personas vinieron al departamento de policía hoy poniendo carteles sobre un vampiro.

-Vi uno en la tienda de comestibles, -dije.

-Ya sé, que no nada más porque tú salías con un vampiro, eres una experta, -dijo Kevin con cuidado, porque Kevin siempre hace todo lo posible por ser lindo conmigo, -pero me pregunté si habrías visto a este vampiro. Antes de que él desapareciera, quiero decir.

 

Kenya alzó la vista hacía mí, también, sus ojos oscuros me examinaron con gran interés. Kenya pensaba que yo siempre parecía estar sobre la periferia de las cosas malas que pasaban en Bon Temps, sin ser mala yo misma (gracias, Kenya). Ella esperaba por mí que Jason estuviera vivo. Kevin pensaba que yo era siempre buena gente con él y Kenya; y él pensaba que no me tocaría ni con una vara de diez metros. Suspiré, esperé que imperceptiblemente. Ellos esperaban una respuesta. Vacilé, preguntándome cual era mi mejor opción. La verdad es siempre lo más fácil para recordar.

-Claro que lo he visto antes. Eric posee el bar vampiro en Shreveport, -dije. -Lo conocí cuando fui allí con Bill.

 

-¿No lo has visto recientemente?

-Seguro que no lo secuestré de Fangtasia, -dije, con muchísimo sarcasmo en mi voz.

Kenya me dirigió una mirada ácida, y no la culpé.

-Nadie dijo que tú lo hiciste, -ella me dijo, en un tono de voz de, “no me des ningún problema”.

Me encogí de hombros y me alejé.

Tenía mucho por hacer, ya que algunas personas comían todavía la cena (y unos la bebían), y algunos habituales llegaban después de cenar en casa. Holly estaba igualmente ocupada, y cuando uno de los hombres que trabajaba para la compañía telefónica derramó su cerveza sobre el suelo, tuvo que ir a conseguir la fregona y el cubo. Ella atendía sus mesas cuando la puerta se abrió. La vi ponerle a Sid Matt Lancaster su orden delante de él, de espaldas a la puerta. Así, ella se perdió la siguiente entrada, pero yo no. El chico que Sam había contratado para quitar los platos de las mesas durante nuestras horas mas atareadas estaba ocupado limpiando dos mesas donde habían celebrado una gran fiesta de trabajadores de la región, y yo despejaba la mesa de los Bellefleurs. Andy charlaba con Sam mientras él esperaba a Portia, que había visitado el servicio de señoras. Acababa de guardarme en el bolsillo mi propina, que era el quince por ciento de la cuenta, ni un penique más. Los hábitos de dar propinas de los Bellefleur había mejorado—ligeramente—con la nueva fortuna. Eché un vistazo cuando la puerta se abrió el suficiente tiempo para que una ráfaga fría de aire me enfriara.

La mujer que entró era alta y tan delgada y ancha de espaldas que comprobé su pecho, solamente para estar segura que había registrado su género correctamente. Su pelo era corto, grueso y marrón, y ella no llevaba puesto absolutamente ningún maquillaje. Había un hombre con ella, pero no lo vi hasta que ella anduvo a un lado. Él mismo no era ningún principiante en el departamento de los músculos, y su apretada camiseta reveló los brazos más desarrollados que jamás haya visto. Horas en el gimnasio; no, años en el gimnasio. Su pelo castaño caía bajo sus hombros en apretados rizos, y su barba y bigote era perceptiblemente más rojos. Ninguno de los dos llevaban puestos abrigos, aunque fuera definitivamente el tiempo de abrigo. Los recién llegados me pasaron de largo.

-¿Dónde está el dueño? -la mujer preguntó.

-Sam. Está detrás de la barra, -dije, mirando abajo tan pronto como pude y limpié la mesa una vez más. El hombre me había visto con curiosidad; esto era normal. Cuando ellos pasaron por delante de mí, vi que él llevaba algunos carteles bajo su brazo y una engrapadora. Él había metido su muñeca dentro de un rollo de cinta adhesiva, así que esto era lo primero que se notaba en su mano izquierda.

Eché un vistazo a Holly. Ella se había congelado, con la taza de café en su mano a mitad de camino para dársela a la plácida esposa de Sid Matt Lancaster. El viejo abogado alzó la vista para verla, y siguió su mirada fijamente en la pareja que hacía su camino entre las mesas del bar. Merlotte´s, que había estado tranquilo y pacífico, de repente estuvo inundado de tensión. Holly puso la taza sin quemar a la Sra. Lancaster y giró sobre sus tacones, pasando por la puerta batiente de la cocina a toda velocidad.

No necesité más confirmación sobre la identidad de la mujer.

Los dos llegaron donde Sam y comenzaron una conversación en voz baja con él, con Andy que escuchaba solamente porque él estaba cerca. Pasé por ahí en mi camino de llevar los platos sucios a la escotilla, y oí a la mujer decir (en una profunda, voz de alto);

 

-... presentado estos carteles en la ciudad, por si acaso alguien lo distingue.

 

Esta era Hallow, la bruja cuya persecución de Eric había causado tal trastorno. Ella, o un miembro de su aquelarre, eran probablemente el asesino de Adabelle Yancy. Está era la mujer que podría haber capturado a mi hermano, Jason. Mi cabeza comenzó a palpitar como si algún pequeño demonio dentro tratara de hacerla estallar con un martillo.

No me sorprendía que Holly estuviera en tal estado y no quería que Hallow la vislumbrara. Ella había ido a la pequeña reunión de Hallow en Shreveport, y su aquelarre había rechazado la invitación de Hallow.

-Claro, -Sam dijo. -Ponga uno sobre esta pared. -Él indicó un punto en blanco por la puerta que conducía atrás de los cuartos de baño y su oficina.

Holly sacó su cabeza por la puerta de cocina, detectada Hallow, esquivó la puerta y se echó para atrás. Los ojos de Hallow voltearon hacía la puerta, pero no a tiempo para vislumbrar a Holly, esperé.

Pensé en brincar sobre Hallow, dándole golpes hasta que ella me dijera lo que quería saber sobre mi hermano. Esto era lo que la palpitación en mi cabeza me urgía a hacer—inicia la acción, cualquier acción. Pero tenía una raya de sentido común, y por suerte para mí esta empezó a destacar. Hallow era grande, y tenía un compinche que podría aplastarme—más aparte, Kevin y Kenya me detendrían antes de que yo pudiera conseguir hacerla hablar.

Era horriblemente frustrante tenerla justo delante de mí y al mismo tiempo ser incapaz de descubrir lo que ella sabía. Dejé caer todos mis escudos, y escuché con toda la fuerza que pude.

Pero ella sospechó algo cuando toqué dentro de su cabeza.

Ella pareció vagamente perpleja y echó un vistazo alrededor. Esto fue suficiente advertencia para mí. Trepé de regreso en mi propia cabeza tan rápidamente como pude. Seguí mi camino trás de la barra, a unos pies de distancia de la bruja cuando ella trataba de adivinar quién había rozado su cerebro.

Esto no me había pasado antes. Ninguno, ninguno, había sospechado alguna vez que yo le escuchaba. Me agaché detrás de la barra para conseguir el paquete grande de Sal Morton, me enderecé, y con cuidado rellené el frasco que había quitado de la mesa de Kenya y Kevin. Me concentré en esto con tanta fuerza como alguien se puede concentrar en la realización de tan pequeña tarea, y cuando pensé que el cartel ya habría sido montado con la engrapadora. Hallow se retardó, prolongando su conversación con Sam, así ella podría imaginarse quién había tocado el interior de su cabeza, y
Sr. Músculos me miraba—pero sólo como un hombre ve a una mujer—cuando devolví el salero a su mesa. Holly no había reaparecido.

-Sookie, -Sam llamó.

Ah, genial. Tenía que responder. Él era mi jefe.

Me acerqué a los tres, temor en mi corazón y una sonrisa sobre mi cara.

-¡Eh!, -dije, por vía de saludo, dirigiendo a la alta bruja y su fortachón compinche una sonrisa neutra. Elevé mis cejas hacía Sam para preguntarle lo que él quería.

-Marnie Stonebrook, Mark Stonebrook, -él dijo.

Saludé con la cabeza a cada uno de ellos. Hallow, en efecto, pensé, medio divertida. “Hallow” [11]era solamente un poco más espiritual que “Marnie”.

-Ellos buscan a este tipo, -dijo Sam, indicando el cartel. -¿Lo conoces?

Por supuesto Sam sabía que yo conocía a Eric. Me alegré de tener años de practica para ocultar mis sentimientos y pensamientos a los ojos de los demás. Revisé el cartel deliberadamente.

-Claro que lo he visto, -dije. -¿Cuándo fui aquel bar en Shreveport? Él es del tipo inolvidable, ¿verdad? –Le dirigí una sonrisa a Hallow—Marnie. Éramos solamente unas fulanas juntas, Marnie y Sookie, compartiendo un momento de chicas.

-Tipo guapo, -ella estuvo de acuerdo con su voz ronca. –Él ahora está perdido, y ofrecemos una recompensa por si alguien puede darnos información.

-Leo esto del cartel, -comenté, dejando mostrarse una indirecta diminuta de irritación en mi voz. -¿Hay alguna razón en particular por lo que piensa que él podría estar por aquí? No puedo imaginarme lo que un vampiro de Shreveport haría en Bon Temps. -La mire de manera inquisidora. ¿Seguramente no estaba fuera de línea preguntando esto?

-Una buena pregunta, Sookie, -dijo Sam. -No que me importe pegar el cartel, ¿pero cómo es que ustedes dos buscan a este tipo en el área? ¿Por qué estaría aquí? No pasa nada en Bon Temps.

 

-Esta ciudad tiene a un vampiro residente, ¿verdad? -Mark Stonebrook dijo de repente. Su voz era casi un gemelo de la de su hermana. Él estaba tan macizo que una esperaba oír un bajo, y hasta un tono tan profundamente alto como el de Marnie sonaba extraño viniendo de su garganta. Realmente, por el aspecto de Mark Stonebrook, una pensaría que él solamente gruñiría y aullaría para comunicarse.

-Ahá, Bill Compton vive aquí, -dijo Sam. -Pero él ésta fuera de la ciudad.

-Se fue a Perú, según oí, -dije.

-Ah, sí, ya había oído de Bill Compton. ¿Dónde vive él? –Hallow preguntó, tratando de disimular el entusiasmo de su voz.

-Bien, él vive a las afueras de aquí, cruzando el cementerio de mi casa, -dije, porque no tenía ninguna opción. Si los dos le preguntaran a alguien más y consiguieran una respuesta diferente de las que les di, sabrían que yo tenía algo (o en este caso, alguien) que ocultar. –Por Hummingbird Road. -Les di indicaciones y direcciones poco claras, y esperé que ellos se perdieran allá fuera en algún sitio como Hotshot.

-Bien, podríamos dejarnos caer en la casa de Compton, por si acaso Eric fue a visitarlo, -Hallow dijo. Sus ojos se encontraron con los de su hermano Mark, se despidieron con la cabeza y dejaron el bar. No se preocuparon si esto tuvo sentido o no para nosotros.

-Ellos han estado enviando brujas para visitar a todos los vampiros, -dijo Sam suavemente. Desde luego. Los Stonebrooks irían a las residencias de todos los vampiros que le debían lealtad a Eric—los vampiros del Área Cinco. Ellos sospechaban que uno de estos vampiros podría estar escondiendo a Eric. Ya que Eric no había aparecido, él estaba siendo escondido. Hallow debía confiar que su embrujo funcionó, pero no podría saber exactamente como había trabajado.

Borré la sonrisa de mi cara, y me apoyé contra la barrra sobre mis codos, tratando de pensar con verdadero esfuerzo.

Sam dijo;

-Esto es un lío grande, ¿cierto? -Su cara era seria.

-Sí, este es un lío grave.

-¿Tienes que marcharte? No hay mucho movimiento aquí. Holly puede salir de la cocina ahora que ellos se han ido, y siempre puedo atender las mesas yo mismo, si tú tienes que llegar a casa... -Sam no estaba seguro donde estaba Eric, pero lo sospechó, y él había notado la huida abrupta de Holly a la cocina.

Sam se había ganado mi lealtad y respeto cien veces.

-Les daré cinco minutos para salir del aparcamiento.

-¿Piensas que ellos podrían tener algo que ver con la desaparición de Jason?

-Sam, no tengo ni idea. -Automáticamente marqué el departamento del sheriff y conseguí la misma respuesta que había conseguido todo el día—“Ninguna noticia, la llamaremos cuando sepamos algo”. Pero después de que ella dijo esto, la encargada me dijo que el estanque iba a ser revisado al día siguiente; la policía había logrado conseguir la colaboración de dos buzos de búsqueda-y-rescate. No sabía que sentir sobre esta información. Mas que nada, estaba aliviada que la desaparición de Jason estaba siendo tomada en serio.

Cuando colgué el teléfono, comenté a Sam las noticias. Después de un segundo, dije;

-Parece demasiado para creer que dos hombres podrían desaparecer en el área de Bon Temps al mismo tiempo. Al menos, los Stonebrooks parecen creer que Eric anda por aquí. Tengo que pensar que hay una conexión.

-Aquellos Stonebrooks son Lobatos, -refunfuñó Sam.

-Y brujas. Ten cuidado, Sam. Ella es un asesino. Los Lobatos de Shreveport están tras de ella, y los vampiros, también. Cuida tus pasos.

 

-¿Por qué es tan peligrosa? ¿Por qué tendría el grupo de Shreveport algún problema para manejarla?

 

-Ella bebe sangre de vampiro, -dije, lo mas cerca de su oído que podría ponerme sin besarlo. Eché un vistazo alrededor del cuarto, para ver que Kevin observaba nuestro intercambio con mucho interés.

-¿Qué quiere ella con Eric?

-Su negocio. Todos sus negocios. Y a él.

Los ojos de Sam se agrandaron.

-Entonces es comercial, y personal.

-Sí.

-¿Sabes dónde está Eric? -Él había evitado preguntarme directamente hasta ahora.

Le sonreí.

-¿Por qué lo sabría yo? Pero confieso, estoy preocupada sobre aquellos dos estando justo calle abajo de mi casa. Tengo el presentimiento de que ellos van a entrar por la fuerza en el lugar de Bill. Ellos podrían suponer que Eric se oculta con Bill, o en la casa de Bill. Estoy segura que él tiene un agujero seguro para que Eric duerma y sangre a la mano. -Era más o menos todo lo que requería un vampiro, sangre y un lugar oscuro.

-¿Entonces vas a ir a cuidar la propiedad de Bill? No es una buena idea, Sookie. Deja al seguro de propietarios de Bill pagar cualquier daño que ellos hagan en la búsqueda. Creo que él me dijo se aseguró con State Farm. Bill no querría que tú fueras herida en defensa de plantas y ladrillos.

-No planeo hacer algo tan peligroso, -dije, y de verdad, no lo planeé. -Pero realmente pienso que correré a casa. Por si acaso. Cuando vea sus luces del auto abandonar la casa de Bill, me acercaré y comprobaré.

-¿Me necesitas para venir contigo?

 

-Nah, voy solamente a hacer la evaluación del daño, esto es todo. ¿Holly será suficiente ayuda aquí? -Ella había regresado fuera de la cocina al minuto que los Stonebrooks se había ido.

-Seguro.

-Bien, me voy. Muchas gracias. -Mi conciencia no punzó tanto cuando noté que el lugar no estaba casi tan lleno como había estado hacía una hora. Hay noches así, cuando la gente se va de repente todas al mismo tiempo.

Tenía un picor entre mis omóplatos, un presentimiento, y tal vez todos nuestros parroquianos lo tenían, también. Era aquel sentimiento de que algo que no debería merodeaba fuera: aquel sentimiento de Víspera de todos los Santos (Halloween), como yo lo llamo, cuando imaginas que algo malo ronda a la vuelta de la esquina de tu casa, atisbando por tus ventanas.

Cuando agarré mi bolso, abrí mi auto, y conduje hacía mi casa, me estaba casi doblando de los nervios e inquietud. Todo se estaba llendo al diablo en una cesta de mano, me pareció. Jason faltaba, la bruja estaba aquí en vez de Shreveport, y ahora se encontraba aproximadamente a media milla de Eric.

Cuando di vuelta por el camino vecinal en mi larga y serpenteante calzada, y frené por los ciervos que cruzaban de los bosques del lado Sur a los bosques del lado Norte—alejándose de la casa de Bill, noté—había conseguido trabajar en mi estado de ánimo. Conduciendo alrededor de la casa hacía la puerta de atrás, salí del auto y salté los escalones traseros.

Fui agarrada a medio vuelo por un par de brazos como bandas de acero. Levantada y hecha girar, estuve abrazada alrededor de la cintura de Eric antes de que yo lo supiera.

-Eric, -dije, -no deberías estar fuera…

Mis palabras fueron interrumpidas por su boca sobre la mía.

Durante un minuto, yendo juntos con este programa pareció una alternativa viable. Yo podría olvidar toda la maldad y exprimiría y dejaría sus cerebros fuera sobre mi porche trasero, frío como era. Pero la cordura se filtró dentro de mi sobrecargado estado emocional, y me aparté un poco. Él llevaba puestos los jeans y la sudadera de los Bulldogs del Tecnológico de Luisiana que Jason había comprado para él en Wal-Mart. Las manos grandes de Eric se apoyaron mi trasero, y mis piernas lo rodearon como si estuvieran acostumbradas a ello.

-Escucha, Eric, -dije, cuando su boca se movió abajo a mi cuello.

-Ssshh, -él susurró.

-No, tienes que dejarme hablar. Tenemos que escondernos.

Eso consiguió su atención.

-¿De quien? -él dijo en mi oído, y me estremecí. El temblor no tenía nada que ver con la temperatura.

-La bruja mala, la que esta tras de tí, -Me bajé con dificultad para explicar. -Ella entró en el bar con su hermano y traían aquel cartel.

-¿Aha? -Su voz era indolente.

-Ellos preguntaron que otros vampiros viven en la localidad, y desde luego tuvimos que decirles sobre Bill. Entonces nos pidieron indicaciones para llegar a la casa de Bill, y adivino que ellos te buscan ahí.

-¿Y?

-¡Eso esta justo cruzando el cementerio de aquí! ¿Y si ellos vienen aquí?

-¿Tú quieres que me esconda? ¿Regresar en aquel agujero negro debajo de tu casa? -Él sonó incierto, pero estaba claro para mí que su orgullo fue picado.

-Ah, sí. ¡Solamente por un ratito! Tú eres mi responsabilidad; tengo que mantenerte a salvo. –Pero tenía el negro presentimiento que había expresado mis miedos del modo incorrecto. Este forastero provisional, aunque desinteresado e indiferente, como parecía de las preocupaciones de vampiros, aunque pareciera que él recordaba muy poco de su poder y posesiones, todavía tenía la vena de orgullo y curiosidad que Eric mostraba siempre en los peores y más raros momentos. Yo le había dado un toque directamente en ello. Me pregunté si tal vez pudiera hablar con él o al menos entrar en mi casa, más bien que destacarnos sobre el porche, expuestos.

Pero era demasiado tarde. Una sencillamente no podía decirle nada a Eric.


Capítulo 8

-Ven, mi amada, vamos a echar un vistazo, -dijo Eric, dándome un beso rápido.

Él brincó del porche trasero conmigo todavía pegada a él—como un gran percebe—y aterrizó silenciosamente, lo que pareció asombroso. Yo era la ruidosa, con mi respiración y pequeños sonidos de sorpresa. Con una destreza que argumentó mucha práctica, Eric me lanzó alrededor de modo que montara su espalda. Yo no había hecho esto desde que era una niña y mi padre me había llevado de caballito, así que estaba considerablemente espantada.

Ah, que buen trabajo estaba haciendo escondiendo a Eric. Aquí íbamos, volando por el cementerio, yendo hacia la Malvada Bruja del Oeste, en vez de escondernos en un agujero oscuro donde ella no podría encontrarnos. Esto era tan inteligente.

Al mismo tiempo, tuve que admitir que esto era una especie de diversión, a pesar de las dificultades para mantenerme agarrada sobre Eric en este país suavemente giratorio. El cementerio estaba colina abajo de mi casa. La casa de Bill, la casa Compton, estaba un poco más allá colina arriba del Cementerio Sweet Home (Dulce Hogar). El viaje de descenso, leve como la cuesta, era estimulante, aunque vislumbré dos o tres autos aparcados sobre la estrecha cerca que rodeaba las tumbas. Esto me asustó. Los adolescentes a veces elegían el cementerio buscando privacidad, más no en grupos. Pero antes de que pudiera estudiar detenidamente esto, los habíamos pasado, rápida y silenciosamente. Eric hizo la parte ascendente más despacio, pero sin señales de agotamiento.

Estábamos cerca de un árbol cuando Eric se paró. Era un enorme roble, y cuando lo toqué más o menos me orienté. Había un roble de este tamaño tal vez veinte yardas al norte de la casa de Bill.

Eric soltó mis piernas así me deslizaría de su espalda, y luego me puso entre él y el tronco del árbol. No sabía si él trataba de atraparme o protegerme. Aferré ambas de sus muñecas en una tentativa bastante vana de mantenerlo a mí lado. Me congelé cuando oí una voz que provenía de la casa de Bill.

-Este auto no se ha movido por un tiempo, -dijo una mujer. Hallow. Ella estaba en el cobertizo para autos de Bill, que estaba sobre este lado de la casa. Ella estaba cerca. Pude sentir que el cuerpo de Eric se puso rígido. ¿El sonido de su voz evocaba un eco en su memoria?

-La casa está bien cerrada, -llamó Mark Stonebrook, de más lejos.

-Bien, nos podemos encargar de eso. –Por el sonido de su voz, se movía rumbo a la puerta de calle. Ella sonó divertida.

¡Ellos iban a entrar por la fuerza en la casa de Bill! Con seguridad habría algo que pudiera hacer para prevenir esto, ¿no?  Debo haber hecho algún movimiento repentino, porque el cuerpo de Eric aplastó el mío contra el tronco del árbol. Mi abrigo se respingó alrededor de mi cintura, y la corteza raspo mi culo por el material delgado de mis pantalones negros.

Podía oír a Hallow. Ella cantaba, su voz baja y de alguna manera siniestra. Ella lanzaba un embrujo actualmente. Debería haber sido emocionante y yo debería haber estado curiosa: un verdadero conjuro, echado por una verdadera bruja. Pero me sentí asustada, deseosa de escaparme. La oscuridad pareció espesarse.

-Huelo a alguien, -dijo Mark Stonebrook.

Fee, fie, foe, fum. [12] 

-¿Qué? ¿Aquí y ahora? -Hallow paró su cántico, sonando un poco falta de aliento.

Comencé a temblar.

-Ahá. -Su voz salió más profunda, casi como un gruñido.

-Cambia, -ella ordenó, así de fácil. Oí un sonido, sabía que ya lo había oído antes, aunque no pudiera traerlo a la mente. Era una especie de sonido viscoso. Pegajoso. Como sacar una cuchara tiesa metida dentro de un poco de potingue espeso que tiene cosas duras y crujientes en él, tal vez cacahuetes o trozos de caramelo. O pedazos de hueso.

Entonces oí un verdadero aullido. En absoluto era humano. Mark se había cambiado, y no era luna llena. Esto era verdadero poder. La noche de repente pareció llena de la vida. Respiraciones estrepitosas. Chillidos. Quejidos. Movimientos diminutos todos alrededor de nosotros.

Qué gran guardián era para Eric, ¿¡eh!? Yo lo había dejado arrastrarme hasta aquí. Estabamos a punto de ser descubiertos por una bruja lobato que bebía sangre de vampiro, y quién sabe que más, y ni siquiera tenía la escopeta de Jason. Puse mis brazos alrededor de Eric y lo abracé disculpándome.

-Lo lamento, -susurré, tan suavecito como una abeja susurraría. Pero entonces sentí que algo rozaba contra nosotros, algo grande y peludo, mientras oía los sonidos lobunos de Mark a unos pies lejos del otro lado del árbol. Mordí mi labio con fuerza para impedir pegar un chillido yo misma.

Escuchando atentamente, estuve segura que había más de dos animales. Habría dado casi lo que fuera por tener un reflector. Tal vez a diez yardas de distancia vino un corto y agudo ladrido. ¿Otro lobo? ¿Un viejo perro corriente, en el lugar equivocado en el momento equivocado?

De repente, Eric me abandonó. Un minuto, él me presionaba contra el árbol en la negra oscuridad como boca de lobo, y al minuto siguiente, el aire frío me golpeó de arriba abajo (já, tanto que detuve sus muñecas). Alcé mis brazos, tratando de descubrir donde estaba él, y toque sólo el aire. ¿Acababa de alejarse para poder investigar qué pasaba? ¿Habría decidido participar?

Aunque mis manos no encontraron a ningún vampiro, algo grande y caliente se presionaba contra mis piernas. Usé mis dedos para intentar alcanzar mejor abajo para explorar al animal. Toqué mucho pelaje: un par de oídos puntiagudos, un hocico largo, una lengua caliente. Traté de moverme, alejarme del roble, pero el perro (¿lobo?) no me dejó. Aunque fuera más pequeño que yo y pesara menos, se apoyó contra mí con tal presión que no había manera que pudiera moverme. Cuando escuché lo que seguía en la oscuridad—un montón de aullidos y gruñidos—decidí que estaba realmente muy contenta de quedarme aquí. Me hundí sobre mis rodillas y puse un brazo a través del lomo del canino. Este lamió mi cara.

Oí un coro de aullidos, que se elevaron misteriosamente en la noche fría. Mi cuero cabelludo se erizo, sepulté mi cara en el pelambre del cuello de mi compañero y recé. De repente, encima de todos los ruidos menores, hubo un alarido de dolor y una serie de quejidos.

Oí arrancar un auto, y los faros se prendieron en la noche. Mi lado del árbol estaba lejos de la luz, pero podía ver que estaba agazapada con un perro, no un lobo. Entonces las luces se movieron y la grava voló sobre la calzada de Bill cuando el auto se echó de reversa. Hubo una pausa de un momento, supuse sería mientras el conductor cambió la velocidad, y luego el auto chirrio y lo oí yendo a toda velocidad bajando la colina al camino principal en Hummingbird Road. Hubo un ruido sordo terrible y un sonido de chillido alto que hizo que mi corazón martilleara aún mas duro. Este era el sonido de dolor que un perro hace cuando ha sido golpeado por un auto.

-Oh, Dios Santo, -dije miserablemente, y aferré a mi amigo peludo. Pensé en algo que podría hacer para ayudar, ahora que parecía que las brujas se habían marchado.

Me levanté y corrí a la puerta principal de la casa de Bill antes de que el perro pudiera detenerme. Saqué mis llaves de mi bolsillo mientras corrí. Ellas habían estado en mi mano cuando Eric me había agarrado en mi puerta de atrás, y yo las había metido en mi abrigo, donde un pañuelo les había impedido tintinear. Manosee alrededor de la cerradura, conté mis llaves hasta que llegué a la de Bill—la tercera en mi llavero—y abrí su puerta principal. Alcancé y prendí el interruptor exterior, y repentinamente la yarda estuvo iluminada.

Estaba llena de lobos.

No sé que tan asustada debería estar. Bastante asustada, adiviné. Solamente asumí que ambos de las brujas lobatos habían estado en el auto. ¿Y si uno de ellos estuviera presente entre estos lobos? ¿Y dónde estaba mi vampiro?

Aquella pregunta fue contestada casi inmediatamente. Hubo una especie de bump cuando Eric aterrizo en la yarda.

-Los seguí por el camino, pero ellos fueron demasiado rápido para mí allí, -dijo él, sonriéndome abiertamente como si hubieramos estado jugando un juego.

Un perro—un collie—se acercó a Eric, lo vió a su cara, y gruñó.

-¡Fuera!, -Eric dijo, haciendo un gesto imperioso con su mano.

Mi jefe trotó de regreso conmigo y se sentó contra mis piernas otra vez. Incluso en la oscuridad, había sospechado que mi guardián era Sam. La primera vez que lo había encontrado en esta forma, yo había pensado que él era un perro vagabundo, y lo había llamado Dean, por un hombre que conocía con el mismo color de ojos. Ahora era un hábito llamarle Dean cuando él andaba a cuatro patas. Me senté sobre los escalones delanteros de Bill con el collie acurrucado contra mí. Dije;

-Eres un buen perro. -Él meneó su cola. Los lobos olían a Eric, que estaba de pie sin moverse.

Un gran lobo trotó hacía mí, el lobo más grande que yo haya visto alguna vez. Los lobatos se convierten en lobos grandes, supongo; no he visto muchos. Viviendo en Luisiana, nunca he visto a un lobo estándar en absoluto. Este lobato era casi negro puro, lo que pensé era insólito. El resto de los lobos eran más plateados, excepto uno que era más pequeño y rojizo.

El lobo agarró mi manga del abrigo con sus blancos dientes largos y tiró. Me levanté inmediatamente y me acerqué al punto donde la mayor parte de los demás lobos estaban apiñados. Estábamos en la orilla externa de la luz, así que no había notado el amontonamiento enseguida. Había sangre sobre la tierra, y en medio de esta superficie yacía una joven morena. Ella estaba desnuda.

Ella estaba obvia y terriblemente herida. Sus piernas se encontraban rotas, y tal vez un brazo.

-Ve a conseguir mi auto, -dije a Eric, en la clase de voz que tiene que ser obedecida.

Le lancé mis llaves, y él las tomó al aire mientras se elevaba. En una esquina disponible de mi cerebro, esperé que él recordara como conducir. Había notado que aunque él hubiera olvidado su historia personal, sus habilidades modernas estaban por lo visto intactas.

Trataba de no pensar en la pobre muchacha herida directamente frente a mí. Los lobos dieron vueltas y marcaron el paso, gimiendo. Entonces el negro grande levantó su cabeza al cielo oscuro y aulló otra vez. Este fue una señal para todos los demás, quiénes hicieron la misma cosa. Eché un vistazo atrás para estar segura que Dean se mantenía lejos, ya que él era el forastero. No estaba segura cuanta personalidad humana les quedaba a esta gente doble-natura después de que se transformaban, y no quise que nada le pasara. Él estaba sentado sobre el pequeño porche, fuera del camino, sus ojos fijos en mí.

Yo era la única criatura con pulgares prensiles sobre la escena, y fui de repente consciente que esto me daba mucha responsabilidad.

¿Primera cosa de comprobar? Respiración. ¡Sí, respiraba! Ella tenía pulso. No era ningún paramédico, pero ese no me parecía un pulso normal—lo que no sería nada asombroso. Su piel se sintió caliente, tal vez de su cambio de nuevo a humana. No vi una cantidad aterradora de sangre fresca, así que esperé que ninguna de las arterias principales hubiera sido comprometida.

Deslicé una mano bajo la cabeza de la muchacha, con mucho cuidado, y toqué el oscuro pelo polvoriento, tratando de ver si su cuero cabelludo estaba lacerado. No.

En algún momento durante el proceso de este examen, comencé a temblar por todas partes. Sus heridas eran realmente espantosas. Todo lo que yo podía ver de ella parecía golpeado, magullado, roto. Sus ojos se abrieron. Ella se estremeció. Cobijas—ella tenía que ser mantenida caliente. Eché un vistazo alrededor. Todos los lobos eran todavía lobos.

-Sería grandioso si uno o dos de ustedes pudiera cambiar de regreso, -les dije. -Tengo que llevarla a un hospital en mi auto, y ella necesita mantas de dentro de esta casa.

Uno de los lobos, un color gris plateado, rodó sobre su espalda—vale, un lobo macho—y oí el mismo ruido viscoso otra vez. Una neblina se vertió alrededor de la figura que se retorcía, y cuando esta se dispersó, el Coronel Flood estaba enroscado en el lugar del lobo. Desde luego, él estaba desnudo, también, pero decidí pasar por alto mi vergüenza natural. Él tuvo que quedarse inmóvil durante al menos un minuto o dos, y fue obviamente un gran esfuerzo para él sentarse.

Él gateó lentamente a la muchacha herida.

-Maria-Estrella, -él dijo en voz ronca. Se inclinó a olerla, lo que pareció muy extraño cuando él estaba en forma humana. Gimió con angustia.

Giró su cabeza para verme, y dijo;

-¿Dónde? -y entendí que él se refería a las mantas.

-Entre en la casa, vaya arriba. Hay un dormitorio terminando la escalera. Hay una cómoda al pie de la cama. Consiga dos mantas de allí.

Él se tambaleó sobre sus pies, por lo visto lidiando con alguna clase de desorientación debido a su cambio rápido, antes de que comenzara a andar a zancadas hacia la casa.

La chica—Maria-Estrella—lo siguió con sus ojos.

-¿Puedes hablar? -Pregunté.

-Sí, -ella dijo, apenas audiblemente.

-¿Dónde duele peor?

-Pienso que mi cadera y las piernas están rotas, -ella dijo. -El auto me golpeó.

-¿Te lanzó por el aire?

-Sí.

-¿Las ruedas no pasaron sobre ti?

 

Ella se estremeció.

-No, fue el impacto que me hizo daño.

-¿Cuál es tu nombre completo? ¿Maria-Estrella qué? -Yo tendría que saberlo para el hospital. Ella no podría estar consciente para entonces.

-Cooper, -ella susurró.

En ese momento, pude oír un auto que subía por el paseo de Bill.

El Coronel, moviéndose más suavemente ahora, se apresuró de la casa con las mantas, y todos los lobos y un humano al instante se pusieron en orden alrededor de mí y su miembro de jauría herido. El auto era obviamente una amenaza hasta que ellos supieran que contenía. Admiré al Coronel. Se necesitaba ser un verdadero hombre para afrontar a un enemigo próximo completamente desnudo.

El nuevo arribado era Eric, en mi viejo auto. Él llegó hasta Maria-Estrella y yo, con garbo considerable y frenos chirriantes. Los lobos dieron vueltas agitadamente, sus ojos amarillos encendidos se fijaron en la puerta del conductor. Los ojos de Calvin Norris habían parecido bastante diferentes; fugazmente, me pregunté por qué.

-Es mi auto; está bien, -dije, cuando uno de los lobatos comenzó a gruñir. Varios pares de ojos giraron para mirarme atentamente. ¿Les parecí sospechosa, o sabrosa?

Cuando terminé de cobijar a Maria-Estrella con las mantas, me pregunté cual de los lobos era Alcide. Sospeché que sería el más grande, más oscuro, el que justo en ese momento dio vuelta para mirarme a los ojos. Sí, Alcide. Éste era el lobo que yo había visto en el Club Muerto hace unas semanas, cuando Alcide había sido mi cita durante una noche que había terminado catastróficamente—para mí y algunas otras personas.

Traté de sonreírle, pero mi cara estaba tiesa por el frío y la impresión.

Eric saltó del asiento del conductor, dejando en marcha el auto. Él abrió la puerta de atrás.

-La pondré dentro, -él llamó, y los lobos comenzaron a ladrar. Ellos no querían a su hermana de jauría sostenida por un vampiro, y no querían que Eric estuviera de ninguna manera cerca de Maria-Estrella.

El Coronel Flood dijo;

-La levantaré. -Eric miró el delgado físico del hombre más viejo y levantó una ceja dudoso, pero tenía el sentido de mantenerse de pie aparte. Yo había abrigado a la muchacha tanto como podría sin causarle más dolor, pero el Coronel sabía que esto iba a hacerle daño aún peor. En el último momento, él vaciló.

-Tal vez deberíamos llamar una ambulancia, -refunfuñó él.

-¿Y cómo explicamos ésto? -Pregunté. -¿Un montón de lobos y un tipo desnudo, y ella aquí al lado de una casa privada dónde el dueño vampiro está ausente? ¡No lo creo!

-Desde luego. –Él asintió, aceptando lo inevitable. Sin ni siquiera un cambio en su respiración, él estuvo de pie con el bulto que era la muchacha y fue al auto. Eric corrió al otro lado, abrió la puerta, y se metió dentro para ayudar a acomodarla mejor en el asiento trasero. El Coronel permitió esto. La muchacha chilló una vez más, y trepé detrás del volante tan rápido como pude. Eric entró al lado del pasajero, y dije;

-No puedes venir.

-¿Por qué no? -Él sonó asombrado y ofendido.

-¡Tendré que dar dos veces más explicaciones si tengo a un vampiro conmigo! –Le tomaba a la mayor parte de las personas unos minutos para decidir que Eric estaba muerto, pero desde luego tarde o temprano se daban cuenta. Eric tercamente se quedó sentado. -Y todo mundo ha visto tu cara sobre los malditos carteles, -dije, luchando para mantener mi voz razonable pero urgente. -Vivo entre gente bastante buena, pero no existe nadie en esta región que no podría darle buen uso a tanto dinero. –Él salió, no muy convencido, y grité, -Apaga las luces y cierra de nuevo la casa, ¿vale?

 

-¡Encuéntrenos en el bar cuándo decidamos que hacer por lo de Maria-Estrella! -El Coronel Flood gritó detrás. -Tenemos que conseguir nuestros autos y ropa del cementerio. -Bien, esto explicó el vislumbre que había captado por el camino.

Cuando conduje despacio por la calzada, los lobos me miraron ir, Alcide se mantuvo aparte del resto, su cara negra peluda dio vuelta para seguir mi camino. Me pregunté que pensamientos lobunos tendría.

El hospital más cercano no estaba en Bon Temps, que es demasiado pequeño para tener uno propio (tenemos suerte de tener Wal-Mart), pero tienen uno en la localidad vecina Clarice, el centro de la región. Por suerte, está a las afueras de la ciudad, sobre el lado más cercano de Bon Temps. El trayecto hacia el Hospital de la Región Parish pareció durar años; en realidad, llegué allí en aproximadamente veinte minutos. Mi pasajera gimió durante los diez primeros minutos, y luego cayó en un siniestro silencio. Me dirigí a ella, suplicándole que me respondiera, le pedí decirme que edad tenía, y encendí la radio en una tentativa de provocar un poco de respuesta en Maria-Estrella.

No quise tomar tiempo para detenerme y controlar como estaba, y no sabría que hacer si estuviera mal, así que conduje como alma que lleva el diablo. Cuando arribé hasta la entrada de emergencias y llamé a las dos enfermeras que estaban fuera echándose un cigarro, estaba segura que la pobre lobato estaría muerta.

Ella no lo estaba, juzgando por la actividad que la rodeó en los siguientes minutos. Nuestro hospital regional es pequeño, desde luego, y no tiene las instalaciones de las cuales un hospital de ciudad puede alardear. Ya nos sentimos muy afortunados por tener un hospital. Esa noche, ellos salvaron la vida de la Lobato.

La doctora, una mujer delgada con pelo grisáceo estirado y enormes gafas con bordes negros, me dirigió algunas preguntas concisas que no pude contestar, aunque hubiera estado trabajando sobre mi historia básica durante todo el camino al hospital. Después de percatarse que no tenía ni idea, la doctora dejo claro que debía quitarme de en medio del camino y dejar trabajar a su equipo. Entonces me senté en una silla en el pasillo, y esperé, y trabajé sobre mi historia algo más.

No había manera que pudiera ser útil aquí, y las deslumbrantes luces de neón y el reluciente linóleo creaban un ambiente áspero, poco amistoso. Traté de leer una revista, y la aventé sobre la mesa después de un par de minutos. Por séptima u octava vez, pensé escaparme. Pero había una mujer sentada en la mesa de recepción de noche, y ella mantenía un ojo vigilante sobre mí. Después de unos minutos más, decidí visitar el cuarto de baño para lavar la sangre de mis manos. Mientras estaba allí, tome una cuantas toallas de papel, las mojé y restregué mi abrigo con ellas, lo que resultó ser una perdida de tiempo y esfuerzo.

Cuando salí del cuarto de baño, había dos polis esperándome. Ambos eran hombres grandes. Ellos crujieron dentro de sus chamarras sintéticas acolchonadas, y crujieron con el cuero de sus cinturones y equipo. No podía imaginármelos cayéndole encima a nadie.

El hombre más alto era el más viejo. Su pelo gris acero estaba recortado cerca de su cuero cabelludo. Su cara estaba esculpida por arrugas profundas, como surcos. Su tripa sobresalió por encima de su cinturón. Su compañero era un hombre más jóven, tal vez treinta, con pelo café claro y ojos café claros y piel café clara—un tipo curiosamente monocromático. Les di una exploración rápida, pero completa, con todos mis sentidos.

Podría decir que los dos estaban preparados para averiguar si yo tenía algo que ver en las heridas de la muchacha que había traído, o al menos que yo sabría más de lo que decía.

Desde luego, ellos tenían parcialmente razón.

-¿Señorita Stackhouse? ¿Usted trajo a la chica que trata la doctora Skinner? -el hombre más jóven preguntó suavemente.

-Maria-Estrella,- dije. -Cooper.

-Díganos que pasó, -el viejo poli dijo.

Era definitivamente una orden, aunque su tono fuera moderado. Ningún de los dos me conocía o sabía de mí, “escuché”. Bien.

Suspiré y me zambullí en las aguas de la mendacidad.

-Yo conducía a casa del trabajo, -dije. -Trabajo en el bar Merlotte´s —¿saben dónde es?

Ambos asintieron. Claro, la policía sabría la posición de cada bar en la región.

-Vi un cuerpo yaciendo al lado del camino, de costado sobre la grava, -dije con cuidado, previendo no decir algo que no pudiera recordar. -Entonces me paré. No había nadie más a la vista. Cuando averigüé que ella estaba todavía viva, sabía que tenía que conseguir ayuda. Me tardé mucho en meterla en el auto sola. -Trataba de explicar el paso del tiempo, la hora que yo había dejado el trabajo y la grava de la calzada de Bill que yo sabía estaría en su piel. No podía calibrar cuanto cuidado tenía que poner en la reconstrucción de mi historia, pero más cuidado era mejor que menos.

-¿Notó alguna marca de derrapón sobre el camino? -El policía café claro no podía estar mucho tiempo sin hacer una pregunta.

-No, no noté nada. Puede haber estado allí. Es solamente que… después de verla, en lo único que pensé fue en ella.

 

-¿Y luego? -el hombre más viejo apuntó.

-Podía ver que ella estaba herida, realmente mal, entonces la traje aquí tan rápido como pude. -Me encogí de hombros. Fin de mi historia.

-¿No pensó en llamar una ambulancia?

-No tengo un teléfono celular.

-Una mujer que viene a casa del trabajo tan tarde, sola, en verdad debería tener un teléfono celular, señora.

Abrí mi boca para decirle que si él tenía ganas de pagar la cuenta, estaría encantada de tener uno, pero me contuve. Sí, sería práctico tener un teléfono celular, pero apenas podía permitirme pagar mi teléfono normal. Mi único derroche era la televisión por cable, y justifiqué esto diciéndome que eran mis únicos gastos recreacionales.

-Tiene razón, -dije brevemente.

-¿Y su nombre completo es? –Este era el hombre más jóven. Alcé la vista, encontré sus ojos.

-Sookie Stackhouse, -dije. Él había estado pensando que yo parecía del tipo tímida y dulce.

-¿Es la hermana del hombre extraviado? -El hombre canoso se inclinó para mirar mi cara.

-Sí, señor. -Miré mis dedos del pie otra vez.

-Usted seguramente esta teniendo una racha de mala suerte, señorita Stackhouse.

-Dígamelo a mí, -dije, mi voz retumbo con sinceridad.

-¿Había visto alguna vez a esta mujer, la mujer que trajo, antes de esta noche? -El oficial más viejo garabateaba en una pequeña libreta que él había sacado de un bolsillo. Su nombre era Curlew, el pequeño alfiler sobre su bolsillo lo decía.

Sacudí mi cabeza.

-¿Usted piensa que su hermano podría haberla conocido?

Alcé la vista, sorprendida. Busqué los ojos del hombre café otra vez. Su nombre era Stans.

-¿Cómo diablos podría saberlo? -Pregunté. Supe en el segundo siguiente que él sólo quería que alzara la vista otra vez. Él no sabía que pensar de mí. El monocromático Stans pensaba que yo era bonita y parecía una pequeña buena Samaritana. Por otra parte, mi trabajo era de la clase que una muchacha educada “bien” no tomaba a menudo, y mi hermano era conocido como un alborotador, aunque a muchos de los oficiales de patrulla les cayera bien.

-¿Cómo está ella? -Pregunté.

Ambos echaron un vistazo a la puerta detrás de la cual continuaba la lucha para salvar a la joven mujer.

-Ella está todavía viva, -dijo Stans.

-Pobrecita, -dije. Las lagrimas rodaron bajo mis mejillas, y comencé a hurgar en mis bolsillos por un pañuelo.

-¿Le dijo algo ella, señorita Stackhouse?

Tuve que pensar en esto.

-Sí, -dije. -Ella lo hizo. -La verdad, era lo mas seguro en este caso.

Ambos resplandecieron con esta noticia.

-Me dijo su nombre. Dijo que sus piernas eran lo que mas dolía, cuando le pregunté, -dije. -Y ella dijo que el auto la había golpeado, pero no la atropelló.

Los dos hombres se vieron el uno al otro.

-¿Le describió el auto? -Stans preguntó.

Estuve increíblemente tentada a describir el auto de las brujas. Pero desconfié del regocijo que burbujeó dentro de mí por la idea. Y me alegré de hacerlo, al segundo siguiente, cuando me percaté que el rastro de evidencia que ellos obtendrían del auto sería piel de lobo. Bien pensado, Sook.

-No, ella no lo hizo, -dije, tratando de mirarme como si hubiera estado haciendo memoria. -Ella no habló realmente mucho después de esto, solamente gemía. Fue horrible. -Y la tapicería sobre mi asiento trasero estaba probablemente arruinada, también. Inmediatamente lamenté haber pensado en algo tan egoísta.

-¿Y usted no vió ningún otro auto, camioneta, ningún otro vehículo sobre su camino a casa desde el bar, o incluso cuando usted volvía a la ciudad?

Era una pregunta ligeramente diferente.

-No sobre mi camino, -dije irresolutamente. -Probablemente vi unos autos cuando me acerqué más a Bon Temps y pasé por la ciudad. Y desde luego vi más entre Bon Temps y Clarice. Pero no recuerdo ninguno en particular.

-¿Puede llevarnos al punto dónde usted la recogió? ¿El lugar exacto?

-Lo dudo. No había nada para marcarlo además de ella, -dije. Mi nivel de coherencia decaía con cada minuto. -Ningún árbol grande, o camino, o cartel de millas. ¿Tal vez mañana? ¿En el día?

Stans me palmeo sobre el hombro.

-Sé que usted esta impresionada, señorita, -dijo él consoladoramente. -Usted hizo lo mejor que podía por esta chica. Ahora tenemos que dejarla en manos de los doctores y el Señor.

Asentí con la cabeza enérgicamente, porque claramente estuve de acuerdo. Curlew, el más viejo, todavía me veía un poco escépticamente, pero me agradeció de manera formal, y anduvieron a zancadas fuera del hospital en la oscuridad. Retrocedí un poco, aunque permanecí mirando el aparcamiento. Un segundo o dos, ellos llegaron a mi auto y alumbraron con sus linternas grandes por las ventanas, comprobando el interior. Guardo el interior de mi auto super-limpio, así que ellos no verían otra cosa sino manchas de sangre en el asiento trasero. Noté que ellos comprobaron la defensa delantera, también, y no los culpé ni un poquito.

Examinaron mi auto repetidas veces, y finalmente ellos estuvieron de pie bajo una de las luces grandes, haciendo notas sobre tablillas sujetapapeles.

No mucho tiempo después de esto, la doctora salió para encontrarme. Ella se quitó su mascarilla y frotó la base de su cuello con una larga mano delgada.

-La Señorita Cooper lo esta haciendo bien. Ella es estable, -dijo ella.

Asentí, y luego cerré mis ojos durante un momento de intenso alivio.

-Gracias, -grazné.

-Vamos a transportarla por avión a Schumpert en Shreveport. El helicoptero estará aquí en cualquier segundo.

Parpadeé, tratando de decidirme si esto era una cosa buena o una cosa mala. Sin importar cual fuera mi opinión, la lobato tenía que ir al mejor hospital y más cercano. Cuando ella fuera capaz de hablar, ella tendría que decirles algo. ¿Cómo podría asegurarme que su historia encuadrara con la mía?

-¿Ella está consciente? -Pregunté.

-Apenas, -la doctor dijo, casi furiosamente, como si tales heridas fueran un insulto personal a ella. -Usted puede hablarle brevemente, pero no puedo garantizar que ella recordará, o entenderá. Tengo que ir a hablar con los polis. -Los dos oficiales andaban a zancadas de regreso al hospital, vi desde mi lugar en la ventana.

-Gracias, -dije, y seguí su gesto a la izquierda. Empujé para abrir la puerta en el severo cuarto brillante donde ellos habían estado trabajando sobre la chica.

Era un lío. Había un par de enfermeras allí ahora mismo, charlando sobre esto y aquello mientras guardaban algunos paquetes no usados de vendas y tubos. Un hombre con un cubo y fregona estaba a la espera en una esquina. Él limpiaría el cuarto cuando la lobato—la chica—fuera conducida hacia fuera al helicóptero. Me dirigí al lado de la estrecha cama y tomé su mano.

Me incliné cerca.

-Maria-Estrella, ¿reconoces mi voz? –Pregunté quedamente. Su cara estaba hinchada por su impacto contra la tierra, y estaba cubierta de rasguños y raspados. Éstas eran las más pequeñas de sus heridas, pero me parecieron muy dolorosas.

-Sí, -ella respiró.

-Soy la que que te encontró al lado del camino, -dije. -Cuando me dirigía a casa, al Sur de Bon Temps. Tú yacías en el camino regional.

 

-Entiendo, -ella murmuró.

-Supongo, -seguí con cuidado, -que alguien te hizo salir de tu auto, y que entonces alguien te golpeó con el auto. Pero tú sabes como es después de un trauma, a veces la gente no recuerda nada. -Una de las enfermeras dio vuelta, su cara curiosa. Ella había agarrado la última parte de mi oración. –Así que no te preocupes si no te acuerdas.

-Lo intentaré, -dijo ella ambiguamente, todavía con aquella voz queda, remota.

No había nada más que podría hacer aquí, y mucho más que decir sin equivocarme, así que le susurré;

-¡Adiós!, -dije a las enfermeras que apreciaba lo que hacían, y salí rumbo a mi auto. Gracias a las mantas (que supuse tendría que sustituir para Bill), mi asiento trasero no estaba tan estropeado.

Me alegré de encontrar algo para estar contenta.

Me pregunté sobre las mantas. ¿Las tendría la policía? ¿Me llamaría el hospital sobre ellas? ¿O habían sido lanzadas en la basura? Me encogí de hombros. No había ninguna razón para preocuparme por dos rectángulos de material, cuando tenía tantos pendientes en mi lista de preocupaciones. En primer lugar, no me gustó que los Lobatos se congregaran en Merlotte´s. Esto involucraba demasiado a Sam dentro de los problemas de los lobatos. Él era un adapto, después de todo, y los adaptos estaban menos implicados con el mundo sobrenatural. Los Adaptos tendían más a ser “un adapto para sí mismo”, mientras los Lobatos estaban siempre organizados en grupos. Ahora ellos usaban Merlotte´s como su lugar de encuentro, fuera de horario.

Y luego estaba Eric. Ah, Señor, Eric estaría esperándome en casa.

Me encontré preguntándome que hora sería en Perú. Bill debía estar teniendo más diversión que yo. Parecía que me había quedado hecha polvo durante la Nochevieja y nunca me recupere; jamas me había sentido tan exhausta.

Justo estaba pasando la intersección donde yo debía dar vuelta a la izquierda, el camino que eventualmente pasa por Merlotte´s. Los faros iluminaron destellos de árboles y arbustos. Al menos no había más vampiros que corrían al lado...

-Despiértate, -dijo la mujer sentada conmigo sobre el asiento delantero.

-¿Qué? -Mis párpados se abrieron. El auto viró brusca y violentamente.

-Te estabas quedando dormida.

Para estas fechas, no habría estado sorprendida si una ballena encallada hubiera descansado a través del camino.

-¿Quién es usted? -Pregunté, cuando sentí que mi voz podría estar bajo control.

-Claudine.

Era difícil reconocerla a la luz del tablero de instrumentos, pero en efecto, parecía ser la mujer alta y hermosa que había estado en la Nochevieja de Merlotte´s, quién había estado con Tara a la mañana siguiente.

-¿Cómo entraste en mi auto? ¿Por qué estás aquí?

-Como ha existido una cantidad insólita de actividad sobrenatural en este área durante la semana pasada o dos. Soy el intermediario.

 

-¿Entre qué?

-Entre los dos mundos. O, más exactamente, entre los tres mundos.

A veces la vida sencillamente te da más de lo que tomas. Entonces solamente lo aceptas.

-¿De modo, que eres como un ángel? ¿Por eso me despertaste cuando me dormía sobre el volante?

-No, no he conseguido llegar tan lejos aún. Estás demasiado cansada para captar esto. No hagas caso de la mitología y simplemente acéptame tal cual soy.

Sentí una sacudida graciosa en mi pecho.

-Mira, -Claudine indicó. –Ese hombre esta haciéndote señales a ti.

Efectivamente, allí en el aparcamiento de Merlotte´s estaba parado un vampiro haciéndola de semáforo. Era Chow.

-Ah, sencillamente grandioso, -dije, con la voz mas gruñona que podía. -Bueno, espero que no te importe una parada, Claudine. Tengo que entrar.

-Seguro, yo no me lo perdería.

Chow gesticulo al reverso de el bar, y estuve sorprendida de encontrar el aparcamiento de empleados atestado por autos que habían sido invisibles desde el camino.

-¡Ah, caramba! -Claudine dijo. -¡Una fiesta! -Ella salió de mi auto como si le costara contener su regocijo, y yo tuve la satisfacción de ver que Chow quedó absolutamente estupefacto cuando él contemplo a lo largo de todos los seis pies de ella. Es difícil sorprender a un vampiro.

-Vayamos dentro, -dijo Claudine alegremente, y tomó mi mano.


Capítulo 9

Cada Supe que había conocido alguna vez estaba en Merlotte´s. O tal vez solamente me lo pareció, ya que yo estaba exhausta y quería estar sola. La jauría de Lobatos estaba allí, todos en su forma humana y todos más o menos vestidos, para mi alivio.

Alcide estaba en caquis y una camisa desabotonada con cuadros verdes y azules. Era difícil creer que él podría correr sobre cuatro patas. Los lobatos bebían café o refrescos, y Eric (pareciendo feliz y sano) tenía algo de TrueBlood. Pam se sentaba sobre un taburete, llevando puesto un chándal verde ceniza, que logró hacer que en ella se viera primoroso y sexy. Tenía una banda en su pelo y zapatillas de deporte adornadas con cuentas. Trajo a Gerald con ella, un vampiro que había visto un par de veces en Fangtasia. Gerald se miraba alrededor de treinta, pero lo había oído referirse a La Prohibición[13] una vez como si él la hubiera vivido. Lo poco que yo sabía sobre Gerald no me predispuso a querer conocer más acerca de él.

Incluso en tal compañía, mi entrada con Claudine no fue nada salvo sensacional. Bajo la mejor iluminación del bar, podía ver que el curvilíneo cuerpo de Claudine estaba estratégicamente embutido en un vestido naranja tejido, y sus piernas largas terminaban en los tacones más altos que hubiera visto jamás. Ella lucía como una guarra deliciosa, en talla extra-grande.

Nop, ella no podía ser un ángel—al menos, no como yo concebía a los ángeles.

Mirando de Claudine a Pam, decidí que era tremendamente injusto que ellas parecieran tan bonitas y llamativas. ¡Como si encima tuviera que sentirme poco atractiva, además de estar hecha polvo, asustada y aturdida! ¿Quiere alguna tía andar dentro de un cuarto al lado de una mujer magnífica que prácticamente tiene un “quiero joder” tatuado sobre su frente? Si no hubiera detectado a Sam, a quién yo había arrastrado por completo en esto, habría girado y me habría largado de allí.

-Claudine, -dijo Coronel Flood. -¿Qué te trae por aquí?

Pam y Gerald ambos contemplaban a la mujer en naranja atentamente, como si ellos esperaran que ella se quitara su ropa en cualquier segundo.

-Mi niña, aquí… —y Claudine inclinó su cabeza hacia mí— … se durmió en el volante. ¿Cómo es que no ha cuidado mejor de ella?

El Coronel, tan digno en su ropa civil como había estado en su piel, pareció un poco sorprendido, como si fuera nuevo para él que, como se suponía, debía proporcionarme protección.

-Ah, -él dijo. -Uh...

-Debería haber enviado alguien al hospital con ella, -dijo Claudine, sacudiendo su cascada de pelo negro.

-Yo me ofrecí ir con ella, -dijo Eric indignadamente. -Ella dijo que sería demasiado sospechoso si fuera al hospital con un vampiro.

-Bueno, ¡hoo-laa, alto, rubio, y muerto!, -dijo Claudine. Ella miró a Eric de arriba abajo, admirando lo que vió. -¿Tienes el hábito de hacer lo que las mujeres humanas te piden?

Te lo agradezco mucho, Claudine, le reproche silenciosamente. Se suponía, que yo cuidaba a Eric, y ahora él no cerraría ni la puerta si yo se lo dijera. Gerald se la comía con los ojos, todavía del mismo modo atontado. Me pregunté si alguien notaría si me iba a estirar sobre una de las mesas y me durmiera. De repente, tal como Pam y Gerald habían hecho, la mirada de Eric se agudizo y él pareció fijo en Claudine. Tuve tiempo para pensar que eran como miradas de gato que de repente divisaban algo pasando y rozando a lo largo de los rodapiés, antes de que unas manos grandes me hicieran girar alrededor y Alcide me acercara a él. Él había pasado por la muchedumbre en el bar hasta que me alcanzó. Ya que su camisa no estaba abrochada, encontré mi cara presionada contra su cálido pecho, y me alegré de estar allí. El pelo rizado negro olía realmente como a perro, de verdad, pero por otra parte me sentía cómoda siendo abrazada y apreciada. Se sintió maravilloso.

-¿Quién es usted? -Alcide preguntó a Claudine. Yo tenía mi oído contra su pecho y podía oírlo de dentro y fuera, una sensación extraña.

-Soy Claudine, el hada, -dijo la enorme mujer. -¿Ves?

 

Tuve que dar vuelta para ver lo que ella hacía. Ella había levantado su pelo largo para mostrar sus orejas, que estaban delicadamente puntiagudas.

-Una hada, -Alcide repitió. Él sonó tan sorprendido como yo me sentí.

-Deliciosa, -dijo uno de los lobatos más jóvenes, un macho con peinado en punta que podría tener diecinueve. Él se miraba intrigado con el giro de los acontecimientos, y echó un vistazo alrededor de los otro lobatos sentados en su mesa como invitándolos a compartir su placer. -¿De verdad?

-Por un tiempo, -Claudine dijo. -Tarde o temprano, iré por un camino u otro. -Nadie entendió esto, con la posible excepción del Coronel.

-Usted es una mujer que hace agua la boca, apetitosa, -dijo el jóven lobato. Para respaldar semejante cumplido, el pelos parados, llevaba puestos jeans y una camiseta rasgada con Fallen Angel; estaba descalzo, aunque Merlotte´s estuviera fresco, ya que el termostato estaba apagado para el resto de la noche. Él llevaba puestos anillos en el dedo del pie.

-¡Gracias! -Claudine le sonrió a él. Ella chasqueó sus dedos, y hubo la misma clase de neblina alrededor de ella que envolvía a los Lobatos cuando ellos cambiaban. Era la bruma de la verdadera magia. Cuando el aire se despejó, Claudine llevaba puesto un vestido de noche blanco adornado con lentejuelas.

-Deliciosa, -el chico repitió de un modo aturdido, y Claudine se regodeó con su admiración. Noté que ella mantenía una cierta distancia de los vampiros.

-Claudine, ahora que has fardado, ¿podríamos por favor hablar de algo además de ti? –dijo el Coronel Flood sonando tan cansado como yo me sentí.

-Desde luego, -Claudine dijo con una voz apropiadamente castigada. -Solamente pregunté.

-Primero que nada. Señorita Stackhouse, ¿cómo está Maria-Estrella?

-Ella sobrevivió el viaje al hospital en Clarice. La transportaran por avión a Shreveport, al hospital Schumpert. Puede que ya esté en camino. La doctora sonó bastante optimista sobre sus posibilidades.

Todos los Lobatos se vieron el uno al otro, y la mayor parte de ellos soltaron ruidos impetuosos de alivio. Una mujer, aproximadamente de treinta años, danzó un momento alegremente. Los vampiros, por ahora casi totalmente absortos sobre el hada, no reaccionaron en absoluto.

-¿Qué le dijo al doctor del cuarto de emergencias? -El Coronel Flood preguntó. -Tengo que avisar a sus padres cual es la línea oficial. -Maria-Estrella sería su primogénita, y su única niña lobato.

-Dije a la policía que la encontré al lado del camino, que no vi ningún signo de un frenado de auto o algo. Les dije que ella yacía sobre la grava, así no tendremos que preocuparnos de que la hierba no tenga marcada ninguna depresión como debería ser… Espero que ella lo haya captado. Estaba bien dopada cuando me dirigí a ella.

-Muy bien pensado, -Coronel Flood dijo. –Se lo agradezco, señorita Stackhouse. Nuestra jauría esta en deuda con usted.

Agité mi mano para rechazar cualquier deuda.

-¿Cómo pudo aparecerse en la casa de Bill en el momento adecuado?

-Emilio y Sid rastrearon a las brujas al área correcta. -Emilio debía ser el hombre pequeño, oscuro con enormes ojos negros. Había una creciente población inmigrante mejicana en nuestra área, y Emilio era por lo visto una parte de aquella comunidad. El chico con pelos de púas me dirigió un gesto con la mano, y asumí que él debía ser Sid. -De todos modos, después del anochecer, comenzamos a vigilar el edificio donde Hallow y su aquelarre están escondidos. Es difícil de hacer; está en una barrio que es sobretodo de negros. -Las gemelas afroamericanas, ambas chicas, sonrieron abiertamente la una a la otra. Ellas eran lo suficientemente jóvenes para encontrar esto excitante, igual que Sid. -Cuando Hallow y su hermano se dirigieron a Bon Temps, los seguimos en nuestros autos. Llamamos a Sam, también, para advertirle.

Vi a Sam con reproche. Él no me había advertido, no había mencionado que los Lobatos encabezaban nuestro camino, también.

Coronel Flood continuó;

-Sam me llamó a mi célular para decirme donde suponía que ellos se dirigían cuando salieron de su bar. Decidí que un lugar aislado como la casa Compton sería un buen lugar para atraparlos. Fuimos capaces de aparcar nuestros autos en el cementerio y cambiarnos, así fue como llegamos allí justo a tiempo. Pero ellos agarraron nuestro olor antes. -El coronel fulminó con la mirada a Sid. Por lo visto, el lobato más jóven se había saltado el plan.

-Entonces ellos se escaparon, -dije, tratando de sonar neutra. -Y ahora ya saben que usted está tras ellos.

-Sí, ellos se escaparon. Los asesinos de Adabelle Yancy. Los líderes de un grupo que trata de asumir no sólo el territorio de los vampiros, sino el nuestro. -El Coronel Flood había estado recorriendo a los Lobatos, reunido con una mirada fría, y ellos se encogieron bajo su penetrante mirada, incluyendo Alcide. -Y ahora las brujas están sobre aviso, ya que ellas saben que estamos tras sus pasos.

Pam y Gerald parecieron discretamente divertidos con el discurso del coronel, su atención momentáneamente desviada de la radiante hada Claudine. Eric, como siempre en estos días, se miró tan confundido como si el Coronel hablara en Sánscrito.

-¿Los Stonebrooks regresaron a Shreveport cuándo dejaron la casa de Bill? -Pregunté.

-Creemos que sí. Nos tuvimos que transformar de nuevo muy rápidamente—no es una cosa sencilla—y luego conseguir nuestros autos. Algunos de nosotros seguimos el camino, otros cuantos el otro, pero no los descubrimos.

-Y ahora estamos aquí. ¿Para qué? -La voz de Alcide era áspera.

-Estamos aquí por varios motivos, -el packmaster dijo. -Primero, queríamos saber sobre Maria-Estrella. También, quisimos recuperarnos un poco antes de conducir de vuelta a Shreveport por nosotros mismos.

Los Lobatos, quiénes parecían haberse puesto su ropa a toda prisa, realmente se veían un poco cansados. La transformación sin luna llena y el cambio rápido de forma dos veces seguidas se habían cobrado peaje sobre todos ellos.

-¿Y por qué están ustedes aquí? -Pregunté a Pam.

-Tenemos algo que reportar, también, -dijo ella. –Evidentemente, tenemos los mismos objetivos que los Lobatos—sobre esta materia, de todos modos. -Ella arrancó su mirada fija de Claudine con esfuerzo. Ella y Gerald intercambiaron vistazos, y como uno solo, giraron hacia Eric, quién los miró sin expresión. Pam suspiró, y Gerald miró sus pies calzados con botas.

-Nuestro compañero de nido, Clancy, no volvió anoche, -dijo Pam. Después de este anuncio alarmante, ella se concentró otra vez en el hada. Claudine parecía tener alguna clase de encanto avasallador sobre los vampiros.

La mayor parte de los Lobatos lucieron como si pensaran que un vampiro menos era un paso en la dirección correcta. Pero Alcide dijo:

-¿Qué piensan que le ha sucedido?

-Recibimos una nota, -dijo Gerald, en una de las pocas veces que yo lo había oído decir algo en voz alta. Él tenía un débil acento inglés. -La nota dijo que las brujas planean drenar a uno de nuestros vampiros cada día que ellos tengan que buscar por Eric.

Todos los ojos se dirigieron a Eric, que pareció anonadadamente pasmado.

-Pero, ¿por qué? -él preguntó. -No puedo entender lo que me convierte en semejante premio.

Una de las chica lobato, una rubia bronceada a finales de los veinte, tomó cuestión silenciosa con esto. Ella puso los ojos en blanco hacia mí, y yo sólo pude sonreírle abiertamente de regreso. Pero no importa lo bueno que Eric se mirara, y que ideas tan interesantes se podrían tener sobre la diversión de estar con él en la cama (y encima de ésto, el control que él tenía sobre varias empresas vampiro en Shreveport), esta decidida búsqueda de Eric sonó con alarma muy “Excesiva”. Incluso si Hallow tenía sexo con Eric, y luego lo drenaba hasta dejarlo seco y consumían todos su sangre—Esperen, allí había una idea.

-¿Cuánta sangre puede sacarse de uno de ustedes? -Pregunté a Pam.

Ella me contempló, tan cerca de estar sorprendida de cuanto yo la había visto alguna vez.

-Déjame ver, -dijo. Ella miró fijamente en el espacio, y sus dedos se menearon. Pareció que Pam traducía de una unidad de medida a otra. -Seis cuartos de galón, -ella dijo por fin.

-¿Y cuánta sangre se vendería en aquellos pequeños frascos?

-Esto es... -Ella hizo un poco más de cálculo. -Bueno, sería menos que un cuarto de taza. -Ella anticipó a donde me dirigía. -Eric contiene más de noventa y seis unidades vendibles de sangre.

 

-¿Cuánto calculas que ellos podrían pedir por esto?

-Bien, en la calle, el precio ha alcanzado 225 dólares para la sangre de vampiro normal, -dijo Pam, sus ojos tan fríos como la helada de invierno. –Por  la sangre de Eric... Él es tan viejo…

-¿Tal vez 425 dólares un frasco?

-Conservadoramente.

 

-De este modo, con calculos alegres, el valor de Eric sería...

-Más de cuarenta mil dólares.

La muchedumbre entera contempló a Eric con renovado interés—excepto Pam y Gerald, que junto con Eric había reanudado su contemplación de Claudine. Ellos parecieron haberse movido poco a poco más cerca del hada.

-¿Así que, piensas que esto sería motivación suficiente? -Pregunté. -Eric la despreció. Ella lo quiere, ella quiere sus cosas, y ella quiere vender su sangre.

-Eso es muchísima motivación, -reconoció una lobato mujer, una bonita morena a finales de sus años cuarenta.

-Más aparte, Hallow está chiflada, -dijo Claudine alegremente.

No creo que el hada hubiera dejado de sonreír desde que ella había aparecido en mi auto.

-¿Cómo sabes esto, Claudine? -Pregunté.

-He estado en su sede, -dijo ella.

La consideramos en silencio durante un momento largo, pero no tan completamente absortos como hacían los tres vampiros.

-Claudine, ¿te has acercado a ellos? -El coronel Flood preguntó. Él sonó más cansado que cualquiera otra cosa.

-James, -Claudine dijo. -¡Deberías avergonzarte! Ella pensó que yo era una bruja del área.

Tal vez yo no era la única quién pensaba que tan desbordante alegría era un poco extraña. La mayor parte de los quince y pico Lobatos en el bar no parecían demasiado cómodos alrededor del hada.

-Nos habría ahorrado un montón de líos si nos hubieras dicho esto más temprano hoy, Claudine, -el Coronel dijo, su tono helado.

-Una verdadera hada, -dijo Gerald. -He tenido sólo una antes.

-Ellas son difíciles de agarrar, -dijo Pam, su voz soñadora. Ella dió un pasito un poco más cerca.

Incluso Eric había perdido su porte en blanco y frustrado y dió un paso hacia Claudine. Los tres vampiros parecieron choco-adictos en la fábrica Hershey [14].

-Oigan, -dijo Claudine, un poco ansiosa. -Cuaquier cosa con colmillos, ¡dé un paso atrás!

Pam pareció un poco avergonzada, y trató de relajarse. Gerald se sometió de mala gana. Eric siguió su progresivo avance.

Ninguno de los vampiros ni cualquiera de los Lobatos pareció deseoso de detener a Eric. Mentalmente me encogí de hombros. Después de todo, Claudine me había despertado antes de que pudiera estrellarme con mi auto.

-Eric, -dije, avanzando tres rápidos pasos para estar de pie entre Eric y el hada. -¡Córtale ya!

-¿Qué? -Eric no me prestó más atención que a una mosca que zumbaba alrededor de su cabeza.

-Ella esta fuera de los límites, Eric, -dije, y los ojos de Eric vacilaron y miraron a mi cara. -Hola, ¿me recuerdas? -Puse mi mano sobre su pecho para hacerlo más lento. -No sé por qué estás tan acelerado, amigo, pero tienes que detener tus caballos.

-La quiero, -dijo Eric, sus ojos azules reluciendo mientras me miraban.

-Vale, ella es magnífica, -dije, esforzándome por ser razonable, aunque estaba un poco herida. -Pero ella no está disponible. ¿Correcto, Claudine? -Apunté mi voz atrás sobre mi hombro.

-No disponible para un vampiro, -dijo el hada. -Mi sangre es embriagadora para un vampiro. No quieres saber como lucen después de que ellos me han tenido. -Pero ella todavía sonaba alegremente jovial.

Entonces no me había equivocado demasiado con la metáfora del chocolate. Probablemente era por qué no había conocido a ninguna hada antes; andaba demasiado en compañía de los no-muertos.

Cuando una tiene pensamientos así, una sabe que está en problemas.

-Claudine, adivino que sería mejor sacarte fuera ahora, -dije algo desesperadamente. Eric empujaba contra mí, todavía no de manera seria (o yo estaría aplanada sobre el suelo), pero ya había tenido que ceder un paso. Quería oír lo que Claudine tenía que decirle a los Lobatos, pero me di cuenta que separar a los vampiros del hada era prioritario.

-Justo como un gran petit four [15], -suspiró Pam, mirando a Claudine contonear su culo blanco adornado con lentejuelas todo el camino hacia fuera de la puerta de calle con el Coronel Flood siguiéndola detrás. Eric pareció despertarse de sopetón una vez que Claudine estaba fuera de vista, y respiré con una sensación de alivio.

-A los vampiros realmente les gustan las hadas, ¿¡eh!? -Dije nerviosamente.

-¡Oh, sí!, -dijeron ellos al unísono.

-Ya saben que ella salvó mi vida, y por lo visto, ella nos está echando una mano sobre esta cosa de la bruja, -les recordé.

Ellos lucieron malhumorados.

-Claudine fue realmente de mucha ayuda, -Coronel Flood dijo cuando él entró de nuevo, sonaba sorprendido. La puerta se balanceó cerrándose detrás de él.

El brazo de Eric se enroscó a mí alrededor, y podía sentir una clase de hambre que mutaba en otra.

-¿Por qué estaba élla en la sede del aquelarre? -Alcide preguntó, más enojado de lo normal.

-Ya conoces a las hadas. Les gusta coquetear con el desastre, les gustan los juegos donde pueden actuar. -El packmaster suspiró pesadamente. -Incluso Claudine, y ella es una de las buenas. Definitivamente va en ascenso. Lo que ella me dijo fue esto: Esta Hallow tiene un aquelarre de aproximadamente veinte brujas. Todos ellos son Lobatos o Adaptos más grandes. Todos usan sangre de vampiro, tal vez son adictos.

 

-¿Nos ayudarán las Wiccans a luchar contra ellos? -Preguntó una mujer de mediana edad con el pelo teñido de rojo y algo de papada.

-Ellos no se han comprometido aún. -Un hombre jóven con un corte de pelo estilo militar—me pregunté si él estaría estacionado en la Base de la Fuerza Aérea de Barksdale—parecía saber la historia sobre las Wiccans. –Siguiendo las órdenes de nuestro packmaster, llamé o me puse en contacto con cada aquelarre Wiccan o individuo Wiccan en el área, y ellos están haciendo todo lo posible para esconderse de estas criaturas. Pero vi signos que la mayor parte de ellos se dirigían a una reunión esta noche, aunque yo no sepa dónde. Creo que van a hablar de la situación solos. Si ellos pudieran montar un ataque también, esto nos ayudaría.

-Buen trabajo, Portugal, -dijo Coronel Flood, y el hombre jóven pareció gratificado.

Como estábamos con nuestras espaldas contra la pared, Eric se había sentido en libertad de dejar vagar a su mano sobre mi trasero. No me opuse a la sensación, que era muy placentera, pero me opuse realmente al local, que era también condenadamente público.

-¿Claudine no dijo nada sobre prisioneros que podrían haber estado allí? -Pregunté, dando un paso lejos de Eric.

-No, lo siento, señorita Stackhouse. Ella no vió a nadie que encajara con la descripción de su hermano, y no vió al vampiro Clancy.

No estuve exactamente sorprendida, pero estuve muy decepcionada. Sam dijo;

-Lo lamento, Sookie. Si Hallow no lo tiene, ¿dónde puede estar él?

 

-Aunque claro, solamente porque ella no lo vió, no significa que él no está allí, -dijo el Coronel. -Estamos seguros que ella tiene a Clancy, y Claudine no lo vió tampoco.

 

-De regreso a las Wiccans, -sugirió la lobato pelirroja. -¿Qué deberíamos hacer sobre ellos?

-Mañana, Portugal, llama todos tus contactos de las Wiccan otra vez, -Coronel Flood dijo. –Llévate a Culpepper para ayudarte.

Culpepper era una chica con una cara fuerte, hermosa y un corte de pelo práctico. Ella pareció contenta de estar incluida en algo que Portugal hacía. Él pareció contento, también, pero él trató de enmascararlo bajo una manera brusca.

-Sí, señor, -dijo él rápidamente. Culpepper pensó que era mono y divino de muerte; yo levanté esto directamente de su cerebro. Ella podría ser lobato, pero no se podía disfrazar una admiración tan intensa. -Uh, ¿por qué les llamo otra vez? -Portugal preguntó después de un largo momento.

-Tenemos que saber lo que ellos planean hacer, si compartirán esto con nosotros, -Coronel Flood dijo. -Si ellos no están con nosotros, pueden al menos mantenerse fuera de nuestro camino.

-De modo qué, ¿vamos a tener guerra? -Este fue un hombre más viejo, que pareció ser pareja con la mujer pelirroja.

-Fueron los vampiros quienes la comenzaron, -dijo la mujer pelirroja.

-Eso no es cierto, -dije indignadamente.

-Lameculos de vampiros, -ella dijo.

Yo había escuchado decir cosas peores sobre mí, pero no en mi cara, y no de gente que tenía la intención de que yo las oyera.

Eric había dejado el suelo antes de que yo pudiera decidirme si estaba más herida o más enfurecida. Él había optado al instante por enfurecerse, y lo hizo muy eficazmente. Ella estaba sobre el suelo en su espalda y él estaba encima de ella con los colmillos extendidos antes de que alguien pudiera estar siquiera alarmado. Fue una suerte para la mujer pelirroja que Pam y Gerald fueran igualmente rápidos, aunque se necesitó de ambos para separar a Eric de la lobato pelirroja. Ella sangraba sólo un poco, pero gimoteaba sin parar.

Durante un segundo largo, pensé que el cuarto entero iba a hacer erupción en una batalla, pero Coronel Flood rugió;

-¡SILENCIO! -y ustedes no desobedecían aquella voz.

-Amanda, -él dijo a la mujer pelirroja, que plañía como si Eric le hubiera quitado un miembro, y cuyo compañero estaba ocupado verificando sus heridas con un pánico totalmente innecesario, -serás cortés con nuestros aliados, y te guardarás tus malditas opiniones para ti misma. Tu ofensa anula la sangre que él derramó. ¡Ninguna venganza, Parnell! -El macho lobato le gruñó al Coronel, pero finalmente dio una cabezada mezquina.

-Señorita Stackhouse, pido perdón por las pobres maneras de la jauría, -Coronel Flood me dijo. Aunque estuviera todavía disgustada, me obligué a mi misma asentir. No pude menos que notar que Alcide miraba de mí a Eric, y él lucía—pues, se miraba consternado. Sam tuvo el sentido de mantenerse bastante inexpresivo. Mi espalda se puso rígida, y rápidamente pase una mano sobre mis ojos para enjugar las lágrimas.

Eric se estaba calmando, pero era con esfuerzo. Pam murmuraba en su oído, y Gerald mantenía un buen apretón sobre su brazo.

Para hacer mi noche perfecta, la puerta trasera de Merlotte´s se abrió otra vez, y Debbie Pelt anduvo dentro.

-Todos ustedes están teniendo fiesta sin mí. -Vio la rara asamblea y levantó sus cejas. -¡Eh, bebé!, -dijo ella directamente a Alcide, y recorrió con mano posesiva su brazo, entrelazando sus dedos con los suyos. Alcide tenía una expresión chistosa sobre su cara. Era como si él fuera simultáneamente feliz y miserable.

Debbie era una mujer imponente, alta y delgada, con una cara larga. Ella tenía el pelo negro, pero no era rizado y despeinado como el de Alcide. Estaba cortado en diminutos grupos asimétrico de manera recta y se balanceaba con su movimiento. Era el corte de pelo más tonto que había visto alguna vez, y habría costado indudablemente una buena plata. De alguna manera, los hombres no parecían estar interesados en su corte de pelo.

Habría sido hipócrita que la saludara. Debbie y yo estábamos mas allá de eso. Ella había tratado de matarme, un hecho que Alcide sabía; y aún así, ella todavía parecía ejercer alguna fascinación sobre él, aunque él la hubiera mandado lejos cuando comprendió esto. Para un hombre listo, práctico y trabajador, él tenía un enorme punto ciego, y aquí estaba, en jeans apretados de Muchacha Cruel y un suéter delgado naranja que se pegaba a cada pulgada de su piel. ¿Qué hacía ella aquí, tan lejos de sus propias tierras para corretear?

Sentí un impulso repentino de dar vuelta a Eric y decirle que Debbie había hecho un atentado serio contra mi vida, solamente para ver lo que pasaría. Pero me contuve otra vez. Todo este refrenamiento era claramente demasiado. Mis dedos se crisparon dolorosamente, transformando mis manos en puños apretados.

-Te llamaremos si algo más pasa en esta reunión, -dijo Gerald. Me tomó un minuto para entender que estaba siendo despedida, y que era porque tenía que llevar a Eric de vuelta a mi casa, no fuera que él hiciera erupción otra vez. De la mirada sobre su cara, esto no tomaría mucho. Sus ojos brillaban azules, y sus colmillos estaban al menos extendidos a la mitad. Estuve mas tentada que nunca a ... no, no lo estaba. Me marcharía.

-¡Adiós, perra!, -dijo Debbie, cuando salí por la puerta. Vislumbré a Alcide que giraba a verla, su expresión horrorizada, pero Pam aprisionó mi brazo y me empujó hacia fuera en el aparcamiento. Gerald tenía bien asido a Eric, que era una cosa buena, también.

Cuando los dos vampiros nos dejaron con Chow, yo echaba humo.

Chow confió a Eric en el asiento del pasajero, así que parecía que yo era el conductor designado. El vampiro asiático dijo;

-Te llamaremos más tarde, vete a tu casa, -y estuve a punto de espetarle que se callara. Pero eché un vistazo a mi pasajero y decidí en cambio ser inteligente y salir de allí rápidamente. La beligerancia y deseos de follón de Eric se disolvieron paulatinamente. Él pareció confundido y perdido, a diferencia del melenudo vengador explosivo que había sido sólo unos minutos antes, como se pueden imaginar.

Estuvimos a mitad de camino de casa antes de que Eric dijera algo.

-¿Por qué odian tanto los lobatos a los vampiros? -él preguntó.

-No lo sé, -contesté, reduciendo la velocidad porque dos ciervos saltaron a través del camino. Cuando se ve el primero, es bueno siempre esperar: Habrá otro más, muy seguido. -Los vampiros sienten lo mismo sobre Lobatos y Adaptos. La comunidad sobrenatural parece unirse contra los humanos, pero fuera de esto, ustedes chicos, riñen mucho, al menos por lo que yo puedo contar. -Suspiré y consideré la fraseología. -Um, Eric, aprecio tu toma de postura por mi parte, cuando Amanda me llamó por ese nombre. Pero estoy acostumbrada a arreglar las cosas por mi misma cuando pienso que lo merece. Si yo fuera un vampiro, tú no sentirías que tienes que golpear a la gente en mi nombre, ¿cierto?

-Pero tú no eres tan fuerte como un vampiro, ni siquiera tan fuerte como un lobato, -objetó Eric.

-Tienes razón, cariño. Pero también yo no habría pensado ni en golpearla, porque ésto le daría una buena razón de golpearme de regreso.

-Lo que estás diciendo es que me lié a golpes cuando no había necesidad de ello.

-Esto es exactamente lo que digo.

 -Te avergoncé.

-No, -dije al instante. Entonces me pregunté si no sería exactamente el caso. -No, -repetí con más convicción, -no me avergonzaste. Realmente, me hizo sentir bien, el que tú te sintieras, ah, suficiente encariñado conmigo para enojarte cuando Amanda actuó como si yo fuera algo pegado a su zapato. Pero estoy acostumbrada a aquel tratamiento, y puedo manejarlo. Aunque encuadrar lo de Debbie es otro nivel completamente diferente.

El nuevo Eric pensativo dió a esto una masticada mental.

-¿Por qué estás acostumbrada a esto? -él preguntó.

Ésto no era la reacción que yo había esperado. Para ese momento estábamos en la casa, y comprobé que los alrededores estuvieran despejados antes de que yo saliera a quitarle el candado a la puerta trasera. Cuando estuvimos a salvo dentro bajo llave y el cerrojo echado, dije;

-Porque estoy acostumbrada a que la gente no piensa bien de la mayoría de las camareras. Camareras incultas. Camareras incultas telepáticas. Estoy acostumbrada a la gente que piensa que estoy loca, o al menos tocada mentalmente. No intento sonar como la Pobre Perla Maltratada, pero no tengo muchos fans, y estoy acostumbrada a ello.

-Esto confirma mi mala opinión de los humanos en general, -Eric dijo. Él tiró mi abrigo de mis hombros, lo miró con disgusto, lo colgó al dorso de una de las sillas empujadas bajo la mesa de la cocina. –Tú eres tan hermosa.

Nadie me había mirado alguna vez a los ojos y dicho esto. Encontré que tuve que bajar mi cabeza.

-Tú eres simpática, y eres leal, -dijo él siguiendo implacable, aunque yo agitara una mano para pedirle callarse. -Tienes sentido para la diversión y aventura.

-Corta el rollo, -dije.

-Oblígame, -dijo él. -Tienes los pechos más hermosos que he visto alguna vez. Eres valiente. -Puse mis dedos a través de su boca, y su lengua inmediatamente salió para darles una lamedura rápida. Me relajé contra él, sintiendome vibrar de la cabeza a mis dedos del pie. -Eres responsable y trabajadora, -siguió. Antes de que él pudiera decirme que yo era buena remplazando la bolsa plástica de la basura cuando la sacaba fuera, sustituí mis dedos por mis labios.

-Allí, -él dijo suavemente, después de un momento largo. –Eres creativa, también.

Durante la hora siguiente, me demostró que, también, él era muy creativo.

Fue en la única hora de un día sumamente largo que yo no fui consumida con miedo: por el destino de mi hermano, sobre la malevolencia de Hallow, sobre la horrible muerte de Adabelle Yancy. Habría probablemente unas cuantas cosas más que me harían temerosa, pero en un día tan largo fue imposible escoger cual cosa era más horrible que la otra.

Cuando descanse acurrucada entre los brazos de Eric, tarareando una pequeña melodía muda mientras trazaba la línea de su hombro con un dedo ocioso, yo estaba agradecida hasta los huesos por el placer que él me había dado. Un pedazo de felicidad nunca debería darse por sentado.

-Gracias, -dije, mi cara presionada a su pecho silencioso.

Él puso un dedo bajo mi barbilla, así yo levantaría mis ojos hacía los suyos.

-No, -él dijo quedamente. –Tú me recogiste del camino y me mantuviste a salvo. Estás lista a luchar por mí. Puedo decir eso sobre ti. No puedo creer mi suerte. Cuando esta bruja sea derrotada, te traeré a mi lado. Compartiré todo lo que tengo contigo. Cada vampiro que me deba lealtad te honrará.

¿Esto era medieval, o qué? Bendigo el corazón de Eric, nada de eso iba a pasar. Al menos yo era lo suficiente inteligente, y realista, para no engañarme durante un minuto, aunque esto fuera una maravillosa fantasía. Él pensaba como un amo con esclavos a su disposición, no como un despiadado vampiro líder que poseía un bar turístico en Shreveport.

-Tú me has hecho muy feliz,- dije, que era ciertamente la verdad.


Capítulo 10

El estanque detrás de la casa de Jason ya había sido investigado cuando me levanté la próxima mañana. Alcee Beck aporreó mi puerta a las diez, y ya que esto sonó exactamente el golpe de un oficial de policía, me puse mis jeans y una sudadera antes de de dirigirme a la puerta.

-Él no está en el estanque, -dijo Beck, sin preámbulo.

Me recargue pesadamente contra la entrada.

-Ah, gracias a Dios. -Cerré mis ojos durante un minuto solamente para eso. -Por favor, entre. -Alcee Beck atravesó el umbral como un vampiro, mirándolo todo alrededor silenciosamente y con cierta cautela.

-¿Quisiera un poco de café? -Pregunté cortésmente, cuando él estuvo sentado sobre el viejo sillón.

-No, gracias, -dijo él rígidamente, tan incómodo conmigo como yo lo estaba con él. Divisé la camisa de Eric colgada sobre la manija de la puerta de mi dormitorio, no exactamente visible desde donde el Detective Beck se sentaba. Muchas mujeres llevan puestas camisas de hombre, y me dije no ser paranoica sobre su presencia. Aunque tratara de no escuchar la mente del detective, podría decir que él estaba intranquilo de estar solo en la casa de una mujer blanca, y él deseaba que Andy Bellefleur llegara pronto.

-Vuelvo en un minuto, -dije, antes de que cediera a la tentación y le preguntara por qué estaba previsto que llegara Andy. Esto sacudiría a Alcee Beck hasta el tuétano. Agarré la camisa cuando entré en mi cuarto, la doblé, y la metí en un cajón antes de cepillarme mis dientes y lavar mi cara. Cuando volví a la sala de estar, Andy había hecho su aparición. El jefe de Jason, Siluro Hennessey, estaba con él. Podía sentir la sangre correr dentro de mi cabeza y me senté muy pesadamente sobre el otomano junto al sillón.

-¿Qué? -Dije. No podía haber pronunciado otra palabra.

-La sangre sobre el muelle es probablemente sangre felina, y hay una huella, además de la impresión de bota de Jason, -dijo Andy. –Hemos mantenido esto en silencio, porque no queremos aquellos bosques hirviendo de idiotas. -Podía sentirme mecida por un viento invisible. Me habría reído, si no hubiera tenido el “regalo” de la telepatía. Él no pensaba en un gato atigrado o calicó cuando él dijo felino; él pensaba en una pantera.

Las panteras son lo que llamamos leones de montañas (pumas). Seguramente no hay montañas por aquí, pero las panteras—los hombres más viejos de por aquí les llamaban “pantadas”—viven en tierras bajas, también. De acuerdo a lo que yo sabía, las únicas panteras del lugar que podrían ser encontradas en su hábitat natural estaban en Florida, y su número disminuido al borde de la extinción. Ninguna evidencia sólida había sido proporcionada para demostrar que cualquier pantera viva nativa había estado viviendo en Luisiana en los pasados cincuenta años, más o menos.

Pero desde luego, existían historias. Y nuestros bosques y ríos podrían producir un sinfín de caimanes, nutrias, zarigüeyas, mapaches, y hasta un ocasional oso negro o gato montés. Coyotes, también. Pero no había ninguna foto, o toma, o huellas impresas, para demostrar la presencia de panteras... hasta ahora.

Los ojos de Andy Bellefleur estaban ardiendo de deseo, pero no por mí. Cualquier macho viril con sangre en las venas que había ido alguna vez a cazar, o hasta cualquier tipo P.C. que fotografiaba la naturaleza, daría lo que fuera para ver a una verdadera pantera salvaje. A pesar de que estos grandes depredadores estaban profundamente ansiosos de evitar a la gente, la gente no les devolvería el favor.

-¿Qué piensan ustedes? -Pregunté, aunque yo supiera condenadamente bien lo que ellos pensaban. Pero para mantenerlos dentro de un saludable equilibrio, tuve que fingir que no lo sabía; ellos se sentirían mejor, y podrían dejar deslizar algo. Siluro pensaba que Jason estaba probablemente muerto. Los dos oficiales de policía siguieron viéndome con su mirada fija, pero Siluro, que me conocía mejor que ellos, se sentaba mirando a otro lado sobre el borde del viejo sillón reclinable de Abue, sus rojizas manos grandes entrelazadas la una a la otra con tal fuerza que sus nudillos estaban blancos.

-Tal vez Jason detectó a la pantera cuando él vino a casa esa noche, -dijo Andy con cuidado. –Ya sabes que él habría conseguido y cargado su rifle para tratar de rastrearla.

-Están en peligro de extinción, -dije. -¿Piensas que Jason no sabe que las panteras son una especie en peligro? -Desde luego, ellos pensaron que Jason era tan impulsivo y tonto que sencillamente no le preocuparía.

-¿Usted está segura que esto sería primordial en su lista? -Alcee Beck preguntó, con un intento de gentileza.

-Entonces usted piensa que Jason le pegó un tiro a la pantera, -dije, teniendo un poco de dificultad para conseguir sacar las palabras de mi boca.

-Es una posibilidad.

-¿Y luego qué? -Crucé mis brazos sobre mi pecho.

Los tres hombres intercambiaron un vistazo.

-Tal vez Jason siguió a la pantera en los bosques, -dijo Andy. -Tal vez la pantera no estaba tan mal herida después de todo, y lo atrapó.

-Tú piensas que mi hermano rastrearía a un animal herido y peligroso en los bosques por la noche, solo. -Seguro que ellos lo creían. Podía leerlo alto y claro. Ellos pensaron que sería un comportamiento absolutamente típico de Jason Stackhouse. Lo que ellos no captaban era que (imprudente y salvaje como mi hermano era) la persona favorita de Jason en el universo entero era: Jason Stackhouse, y él no pondría en peligro a aquella persona de un modo tan obvio.

Andy Bellefleur tenía algunas dudas sobre esta teoría, pero Alcee Beck seguro que no. Él pensó que yo había perfilado exactamente el comportamiento de Jason esa noche. Lo que los dos oficiales de policía no sabían, y lo que yo no podía decirles, era que si Jason había visto a una pantera en su casa esa noche, había buenas posibilidades que la pantera fuera realmente un humano que cambiaba de forma. ¿No había dicho Claudine que las brujas habían cobijado bajo su manto algunos adaptos más grandes? Una pantera sería un valioso animal para tener de tu lado si una contemplara una apropiación de manera hostil.

-Jay Stans, de Clarice, me llamó esta mañana, -dijo Andy. Su ancha cara dió vuelta hacia mí y sus ojos negros se centraron sobre mí. -Él me comentó sobre esta chica que encontraste al lado del camino anoche.

 

Asentí, no viendo la conexión, y demasiado preocupada con la especulación sobre la pantera para adivinar lo que venía.

-¿Esta muchacha tiene alguna relación con Jason?

-¿Qué? –Abrí la boca. -¿De qué hablas?

 

-Tú encontraste a esta muchacha, esta Maria-Estrella Cooper, al lado del camino. Ellos buscaron, pero no encontraron ningún rastro de un accidente.

Me encogí de hombros.

-Les dije que no estaba segura que pudiera ubicar el punto, y ellos no me pidieron ir a mirar, después de que lo ofrecí. No estoy muy sorprendida de que ellos no pudieran encontrar ninguna prueba, no sabiendo el punto exacto. Traté de memorizarlo, pero era por la noche, y estaba muy asustada. O también ella podría haber sido botada donde la encontré. -No miro el Discovery Channel para nada.

-Mire, lo que pensábamos, -retumbó la voz de Alcee Beck, -es que esta muchacha era una de las movidas de Jason, y tal vez él la mantenía en algún sitio ¿secreto? Pero usted la dejó ir cuando Jason desapareció.

-¿¡Eh!? -Era como si ellos hablaran en Urdu o algo así. No podía encontrar ningún sentido de ello.

-Con Jason detenido como sospechoso por aquellos asesinatos el año pasado, todos nos preguntamos si no habría algo de fuego bajo todo aquel humo.

-Usted sabe quién hizo aquellas matanzas. Él está en la cárcel, a menos que algo haya resultado mal que yo no sepa. Y él confesó. -Siluro encontró mis ojos, y estaban muy intranquilos. Esta línea de interrogatorio tenía al jefe de mi hermano todo nervioso. Concedido, mi hermano era un poco pervertido en el departamento sexual (aunque ninguna de las mujeres a las que él pervertía parecía importarle), ¿pero la idea de él guardando a una esclava sexual que yo libere cuándo él desapareció? ¡Ah, venga ya!

-Él realmente admitió, y está todavía en la cárcel, -dijo Andy. Ya que Andy había sido quien tomó la confesión, esperaba que así fuera. –Pero, ¿y si Jason fuera su cómplice?

-Espera un maldito minuto ahora, -dije. Mi recipiente de paciencia comenzaba a derramarse. -No puedes tener ambos caminos. Si mi hermano está muerto allá fuera en los bosques después de perseguir a una mítica pantera herida, ¿cómo podría él haber estado reteniendo, cual era su nombre, a Maria-Estrella Cooper de rehén en algún sitio? ¿Tú piensas que he estado envuelta en las actividades de supuesta esclavitud de mi hermano, también? ¿Tú piensas que la golpeé con mi auto? ¿Y luego la cargué dentro y la conduje al cuarto de emergencias?

Nos fulminamos con la mirada el uno al otro durante un momento largo. Los hombres exudaban ondas de tensión y confusión como si fueran participantes en el Mardi Gras.

Entonces Siluro se levantó del sillón como un corcho de botella.

-No, -él bramó. -Ustedes me pidieron venir para portar las malas noticias sobre la pantera a Sookie. ¡Nadie dijo nada sobre esta cosa de alguna chica siendo golpeada por un auto! Esta muchacha aquí es buena. -Siluro me señaló. -¡Nadie va a llamarla diferente! Jason Stackhouse nunca ha tenido que hacer nada más que flexionar su dedo meñique para que cualquier muchacha venga corriendo, mucho menos necesita tomar a una rehén y hacerle cosas extrañas, pero si ustedes insinúan que Sookie dejó a esta muchacha Cooper libre cuando Jason no vino a casa, y luego intentó atropellarla, pues todo lo que voy a decir es que; ¡se pueden ir directamente al infierno!

Dios bendiga a Siluro Hennessey es todo lo que yo tengo que decir.

Alcee y Andy se marcharon casi inmediatamente, y Siluro y yo mantuvimos una conversación desarticulada que consistió mayoritariamente con él insultando a los hombres de la ley. Cuando él se agotó, echó un vistazo a su reloj.

-Venga, Sookie. Tú y yo conseguiremos encontrar a Jason.

-¿Como? –Estaba dispuesta, pero también aturdida.

-Nos organizamos todos juntos un pelotón de búsqueda, y sé que tú querrás estar allí.

 

Lo contemplé con mi boca abierta, mientras Siluro todavía echaba humo sobre las acusaciones de Andy y Alcee. Intenté con verdadero esfuerzo pensar en algún modo de anular un pelotón de búsqueda. Odiaba pensar en aquellos hombres y mujeres poniéndose a toda marcha en invierno para escudriñar por la maleza, ahora desnuda y marrón, que hace los bosques tan difíciles para pasar. Pero no había ningún modo de pararlos, cuando ellos lo hacian de corazón; y había una razón de unirlos.

Había una posibilidad remota que Jason estuviera ahí en los bosques en algún sitio. Siluro me dijo que él había reunido a tantos hombres como pudo, y Kevin Pryor había acordado ser el coordinador, aunque fuera de turno. Maxine Fortenberry y las mujeres de la iglesia traería café y rosquillas de la Panadería de Bon Temps. Comencé a llorar, porque esto era sencillamente abrumador, y Siluro se puso aún más rojo. Las mujeres lloronas estaban en primer lugar de la larga lista de Siluro de cosas que lo ponían incómodo.

Alivié su situación diciéndolo que tenía que prepararme. Lancé todo junto a la cama, lavé mi cara para dejarla limpia de lágrimas, y estiré mi pelo atrás en una cola de caballo. Encontré un par de orejeras que usaba tal vez una vez al año, me puse mi viejo abrigo y metí mis guantes de jardinería en mi bolsillo, junto con un paquete de Kleenex por si me ponía llorona otra vez.

El pelotón de búsqueda fue la actividad popular para el día en Bon Temps. No sólo a la gente le gusta ayudar en nuestra pequeña ciudad—sino también los rumores habían comenzado inevitablemente a circular sobre la huella misteriosa del animal salvaje. Por lo que podría contar, la palabra “pantera” no estaba aún en uso corriente; si lo hubiera sido, la muchedumbre habría sido aún mucho más grande. La mayor parte de los hombres habían venido armados—vale, realmente, la mayor parte de los hombres estaban siempre armados. La caza es un modo de vivir por aquí, la NRA[16] proporciona la mayor parte de las etiquetas adhesivas para los parachoques, y la temporada de ciervos parecen unas vacaciones de semana santa. Hay tiempos especiales para cazar ciervos con un arco y flecha, con un mosquete, o con un rifle. (Puede haber hasta una temporada de lanza, por todo lo que sé) deben haber habido cincuenta personas en la casa de Jason, una verdadera fiesta durante un día de trabajo para una comunidad tan pequeña.

Sam estaba allí, y estuve tan contenta de verlo que casi comencé a llorar otra vez. Sam era el mejor jefe que yo había tenido alguna vez, y un amigo, y él siempre venía cuando yo estaba en líos. Su pelo rojo-oro estaba cubierto por una brillante gorra naranja tejida, y también llevaba puestos brillantes guantes naranja. Su pesada chaqueta marrón parecía sombría en contraste, y como todos los hombres, él llevaba puestas botas de trabajo. Ustedes no saldrían por los bosques, ni siquiera en el invierno, con tobillos desprotegidos. Las serpientes eran lentas e inactivas, pero allí estaban, y se vengarían si las pisaran.

De alguna manera la presencia de toda esta gente hizo aparecer la desaparición de Jason mucho más aterradora. Si toda esta gente creía que Jason podría estar allá fuera en los bosques, muerto o malherido, él podría estarlo. A pesar de cada cosa sensible que pude decirme, me puse cada vez más aterrada. Tuve unos minutos en blanco completamente fuera de esta escena mientras imaginé todas las cosas que podrían haberle pasado a Jason, quizás por millonésima vez.

Sam estaba de pie al lado de mí, cuando pude oírlo y verlo otra vez. Él se había sacado un guante, y su mano encontró la mía y la estrechó. Se sintió caliente y sólido, y me alegré de aferrarme a él. Sam, aunque era un adapto, sabía dirigir sus pensamientos sobre mí, aunque él no pudiera “oír” los míos a cambio. ¿Crees realmente que él está ahí? él me preguntó.

Sacudí mi cabeza. Nuestros ojos se encontraron y sostuvieron.

¿Piensas que él está todavía vivo?

Esto era mucho más difícil. Finalmente, solamente me encogí de hombros. Él no soltó mi mano, y me alegré de ello.

Arlene y Tack salieron del auto de Arlene y vinieron hacia nosotros. El pelo de Arlene estaba de brillante rojo como siempre, pero bastante mas despeinado ya que, por lo general, lo llevaba arreglado, y el cocinero de medio tiempo tenía que afeitarse. Así que él no había comenzado a guardar una navaja de afeitar en la casa de Arlene aún, ese fue el modo que lo interpreté.

-¿Ya viste a Tara? -Arlene preguntó.

-No.

-Mírala. -Ella señaló, tan subrepticiamente como una podría, y vi a Tara en jeans y botas de goma hasta sus rodillas. Ella se miró muy distinta de la meticulosamente arreglada propietaria de tienda de ropa de lo que jamas podría haberme imaginado, aunque ella llevara puesto un adorable sombrero blanco y marrón de piel de imitación que hacían desear acercarse y acariciar su cabeza. Su abrigo combinaba con el sombrero. Así como sus guantes. Pero de la cintura para abajo, Tara estaba lista para los bosques. El amigo de Jason, Dago, contemplaba a Tara con mirada alelada de nuevo enamorado. Holly y Danielle también habían venido, y como el novio de Danielle no estaba alrededor, el pelotón de búsqueda resultó tener un lado inesperadamente social.

Maxine Fortenberry y otras dos mujeres de su iglesia habían bajado la puerta posterior de la vieja camioneta del marido de Maxine, y había varios termos que contenían café para ser servido, junto con las tazas desechables, cucharas plásticas y paquetes de azúcar. Seis docenas de rosquillas humeaban a través de las cajas largas en las que habían sido embaladas. Un gran cubo plástico de basura, ya listo con una bolsa negra, esperaba. Estas señoras si que sabían preparar un pelotón de búsqueda.

Yo no podía creer que todo esto hubiera sido organizado en el espacio de unas horas. Tuve que arrancar mi mano de Sam para sacar un pañuelo y enjugar mi rostro con él. Habría esperado que Arlene viniera, pero la presencia de Holly y Danielle era más o menos aturdidora, y la asistencia de Tara era hasta más sorprendente. Ella no era la clase de mujer que buscara en los bosques. Kevin Pryor no tenía mucha apego para con Jason, pero aquí estaba él, con un mapa, libreta y lápiz, preparándolo todo.

Atrapé la mirada de Holly, y ella me dedicó una especie de sonrisa triste, la clase de diminuta sonrisa que se le da a alguien en un entierro.

Justo en ese momento, Kevin golpeó la tapa de cubo de la basura plástica contra la puerta posterior del camioneta, y cuando la atención de todo el mundo estaba sobre él, comenzó a dar indicaciones para la búsqueda. No me había dado cuenta que Kevin podría ser tan autoritario; la mayor parte de las ocasiones, él estaba ensombrecido por su hiper-protectiva madre, Jeneen, o su compañera de gran tamaño, Kenya. Aunque seguro no pillaríamos a Kenya por error en los bosques buscando a Jason, reflexioné, y en ese mismo momento la distinguí y tuve que tragarme mis propios pensamientos. De manera ostensible, ella se apoyaba contra la camioneta de los Fortenberrys, su cara marrón absolutamente inexpresiva. Su postura sugirió que ella era el respaldo de Kevin—que ella se movería o diría algo sólo si él fuera desafiado de algún modo. Kenya sabía proyectar silenciosa amenaza; le concederé esto. Ella lanzaría un cubo de agua sobre Jason si él ardiera, pero sus sentimientos para mi hermano no eran con seguridad abrumadoramente positivos. Ella había venido porque Kevin se ofreció como voluntario. Cuando Kevin dividió a la gente en equipos, sus ojos oscuros sólo lo abandonaron para explorar las caras de los buscadores, incluso la mía. Ella me dió una cabezada leve, y yo hice lo mismo.

-Cada grupo de cinco tiene que tener a un tirador, -llamó Kevin. -No puede ser cualquiera. Tiene que ser alguien que ha pasado tiempo cazando en los bosques.

El nivel de entusiasmo se elevó al punto de ebullición con esta directiva. Pero, después de esto, no escuché el resto de las instrucciones de Kevin. Estaba todavía cansada del día anterior, en primer lugar; qué día excepcionalmente ocupado había sido. Y todo el tiempo, en el fondo, mi miedo por mi hermano había estado fastidiando y carcomiéndome. Había sido despertada temprano esta mañana después de una noche larga, y aquí estaba yo, de pie en el frío, fuera de la casa de mi infancia, esperando a participar en una persecución por el ganso de oro—o al menos esperé que esto fuera un intento totalmente inútil. Estaba demasiado aturdida para juzgar más. Un viento helado comenzó a soplar en una ráfaga por el claro alrededor de la casa, haciendo las lágrimas sobre mis mejillas insoportablemente frías.

Sam puso sus brazos alrededor de mí, aunque con nuestros abrigos fuera bastante torpe. Me pareció que podría sentir el calor de él, aún a través de todo ese material.

-Sabes que no lo encontraremos ahí, -me susurró él.

-Estoy bastante segura que no vamos a encontrarlo, -dije, sonando cualquier cosa menos segura.

Sam dijo;

-Lo oleré si él está ahí.

Esto era tan práctico.

Alcé mi mirada en él. No tuve que elevar la vista tanto, porque Sam no es un hombre verdaderamente alto. En este momento, su cara era muy seria. Sam obtiene más diversión con su parte adapto que la mayor parte de los doble-natura, pero podría decir que él intentaba absorber y calmar mi miedo. Cuando él estaba en su segunda naturaleza, tenía el sentido penetrante del olfato del perro; cuando él estaba en su forma humana, aquel sentido era todavía superior al de un hombre con una sola naturaleza. Sam sería capaz de oler un cadáver muy reciente.

-Tú irás entre los bosques, -dije.

-Seguro. Haré todo lo posible. Si él está allí, creo que lo sabré.

Kevin me había dicho que el sheriff había tratado de alquilar los perros entrenados en rastreo de un policía Shreveport, pero el oficial había dicho que ellos estaban reservados para ese día. Me pregunté si esto era cierto, o si el hombre simplemente no había querido arriesgar a sus perros en los bosques con una pantera. Sinceramente, no podía culparlo. Y aquí estaba una mejor oferta, directamente delante de mí.

-Sam, -dije, mis ojos llenos de lágrimas. Traté de agradecerle, pero las palabras no venían. Tenía suerte de tener a un amigo como Sam, y bien que lo sabía.

-Calla, Sookie, -él dijo. -No llores. Averiguaremos lo que pasó con Jason, y encontraremos una manera de regresar a Eric a la normalidad. -Él frotó las lágrimas de mis mejillas con su pulgar.

Nadie estaba bastante cerca para oír, pero no pude menos que echar un vistazo alrededor para asegurarme.

-Entonces, -Sam dijo, un sonido claramente severo en su voz, -podremos sacarlo fuera de tu casa y regresarlo a Shreveport, dónde él pertenece.

Decidí que ninguna respuesta a ésto era la mejor política.

-¿Cuál fue tu palabra del día? -él preguntó, cuando se apartó.

Le di una sonrisa lacrimógena. Sam siempre preguntaba sobre la proposición diaria de mi calendario con la Palabra del Día.

-No comprobé esta mañana. Ayer era “mezcolanza”, -dije.

Él levantó sus cejas inquisitivamente.

-Un batidillo confuso, -dije.

-Sookie, encontraremos una salida de éste.

Cuando los buscadores se dividieron en grupos, descubrí que Sam no era la única criatura doble-natura fuera de la yarda de Jason ese día. Estuve sorprendida de ver un contingente de Hotshot. Calvin Norris, su sobrina Crystal, y un segundo hombre que me pareció vagamente familiar estaban en un grupo por sí solo. Después de exprimir toda la porquería de mi memoria, advertí que el segundo hombre era el que yo había visto surgir del cobertizo detrás de la casa de Crystal. Su grueso y pálido pelo provocó la memoria, y estuve segura de ello cuando vi la manera llena de gracia con la que él se movió. Kevin adjudicó al Reverendo Jimmy Fullenwilder al trío, como el hombre armado. La combinación de tres lobatos con el reverendo me habría provocado risas en otras circunstancias.

Ya que ellos carecían de un quinto, me les uní.

Los tres Lobatos de Hotshot me dirigieron cabezadas sobrias, los ojos verdes dorados de Calvin se fijaron en mí pensativamente.

-Este aquí es Felton Norris, -dijo él, por vía de introducción.

Saludé con la cabeza de regreso a Felton y Jimmy Fullenwilder, un hombre canoso de aproximadamente sesenta, le dió la mano.

-Desde luego conozco a la señorita Sookie, pero al resto de ustedes no estoy seguro. Soy Jimmy Fullenwilder, el pastor de Greater Love Baptist, -dijo él, sonriéndoles a todos alrededor. Calvin registró esta información con una sonrisa cortés, Crystal resopló, y Felton Norris (¿se habrían quedado sin apellidos en Hotshot?) se volvió mas frío. Felton era raro, hasta para un hombre-lobo innato. Sus ojos eran notablemente oscuros, enmarcados debajo de gruesas cejas rectas marrones, contrastaban bruscamente con su pelo pálido. Su cara era ancha en los ojos, estrechándose repentinamente en una boca de labios finos. Aunque él fuera un hombre musculoso, se movía ligera y silenciosamente, y cuando comenzamos a movernos por los bosques, me fijé que todos los residentes Hotshots tenían esto en común. En comparación con los Norris, Jimmy Fullenwilder y yo parecíamos toscos elefantes.

Al menos el ministro portaba su 30-30 como si él supiera usarla.

Siguiendo nuestras instrucciones, estuvimos de pie en hilera, colocando nuestras armas a la altura del hombro así estaríamos yema del dedo contra yema del dedo. Crystal estaba a mi derecha y Calvin estaba a mi izquierda. Los otros grupos hicieron lo mismo. Comenzamos la búsqueda en forma parecida a un abanico, determinada por la curva del estanque.

-Recuerden quién está en su grupo, -bramó Kevin. -¡No queremos abandonar a la gente aquí fuera! Ahora, empecemos.

Comenzamos a explorar la tierra delante de nosotros, moviéndonos con un paso estable. Jimmy Fullenwilder iba un par de pasos delante, ya que iba armado. Fue inmediatamente obvio que existía disparidades del conocimiento de los bosques entre la gente de Hotshot, el reverendo, y yo. Crystal pareció fluir por la maleza, sin necesidad de caminar por ella o apartarla, aunque yo pudiera oír su avance. Jimmy Fullenwilder, un ávido cazador, y un experimentado amante de la naturaleza, estaba como en casa dentro de los bosques, y podría decir que él conseguía mucho más información de sus alrededores que yo, pero él no era capaz de moverse como Calvin y Felton. Ellos se deslizaron por los bosques como fantasmas, sin ningún ruido.

Una vez, cuando entré corriendo en una espesura particularmente densa de vides espinosas, sentí dos manos como abrazaderas a ambos lados de mi cintura, y simplemente fui levantada sobre eso antes de que yo tuviera una posibilidad para reaccionar. Calvin Norris me depositó muy suavemente y regresó de nuevo a su posición. No pienso que alguien más lo notó. Jimmy Fullenwilder, el único quién podría haberse sorprendido, se había adelantado un poco.

Nuestro equipo no encontró nada: ni un solo fragmento de tela o carne, ni una impresión de bota o huella de pantera, ni un olor o un rastro o una gota de sangre. Uno de los otros equipos gritó que ellos habían encontrado un cadáver de zarigüeya masticado, pero no hubo ningún modo inmediato de explicar lo que había causado su muerte.

El camino se hizo más escarpado. Mi hermano había cazado en estos bosques, permitiendo a algunos de sus amigos cazar allí pero, por otra parte, no había interferido con la naturaleza en veinte acres alrededor de la casa. Esto quería decir que él no había quitado ramas caídas o había tirado plantones, que produjeron la dificultad de nuestro movimiento.

Mi equipo resultó ser el que encontró su soporte de ciervos, que él y Hoyt habían construido hacía aproximadamente cinco años.

Aunque el soporte encarara un claro natural que recorría aproximadamente de Sur a Norte, los bosques eran tan espesos alrededor de él que estábamos temporalmente fuera de vista de los otros buscadores, lo que no habría creído posible en el invierno, por las ramas desnudas. De tanto en tanto, una voz humana, un llamado distante, se colaba por los pinos, los arbustos y las ramas de los robles y árboles gomíferos, pero el sentido de aislamiento era apabullante.

Felton Norris se encaramó en la escala del soporte de ciervos de un modo tan inhumano que tuve que distraer al Reverendo Fullenwilder preguntándole si le importaría rezar en la iglesia para la vuelta de mi hermano. Desde luego, él me dijo que ya lo hacía, y además, me notificó que se alegraría de verme en su iglesia el domingo para añadir mi voz a aquellos unidos en oración. Aunque yo omitiera seguido el ir a la iglesia debido a mi trabajo, y cuando iba realmente asistía a la iglesia Metodista (como Jimmy Fullenwilder bien sabía), más o menos tuve que decir sí. En ese mismo momento, Felton llamó diciendo que el soporte estaba vacío.

-Baja con cuidado, esta escala no es demasiado estable, -Calvin indicó, y me di cuenta que Calvin advertía a Felton de parecer humano cuando descendiera. Después que el adapto descendió despacio y con torpeza, miré a los ojos de Calvin, y él pareció divertido.

Aburrida por tener que esperar al pie del soporte de ciervos, Crystal había revoloteado por delante de nuestro hombre de punto, el Reverendo Fullenwilder, algo que Kevin nos había advertido a todos nosotros de no hacer. Justo cuando yo pensaba, no puedo verla, oí su grito.

En el espacio de un par de segundos, Calvin y Felton habían saltado sobre el claro hacia el sonido de la voz de Crystal, y el Reverendo Jimmy y yo fuimos abandonados para correr detrás. Esperé que la agitación del momento obscureciera su percepción del modo que Calvin y Felton se movían. Delante de nosotros, oímos un ruido indescriptible, un coro ruidoso de chillidos y movimiento frenéticos que provenían de la maleza. Entonces un ronco alarido y otro sonido chillón y agudo nos llegó amortiguado por el frío grosor de los bosques.

Oímos gritos de todas direcciones cuando los otros buscadores respondieron, apresurándose hacia los alarmantes sonidos.

Mi talón se enredo en un nudo de raíces y aterricé de culo. Aunque rodé sobre mis pies y comencé a correr otra vez, Jimmy Fullenwilder se me había adelantado, y cuando me aventuré por un soporte de pinos bajos alrededor, cada uno de ellos no mucho más grande que un tubo de envío para correo, oí el boom del rifle.

Oh, Dios mío, pensé. Oh, Dios mío.

El pequeño claro estaba lleno de sangre y tumulto. Un enorme animal yacía en las hojas secas, esparciendo gotas escarlatas sobre todo en sus cercanías. Pero no era ninguna pantera. Por segunda vez en mi vida, vi a un jabalí, ese feroz cerdo salvaje que crece hasta alcanzar un tamaño enorme.

En el tiempo que me tomó entender lo que estaba delante de mí, la puerca se derrumbó y murió. Ella apestaba a cerdo y sangre. Un estruendo y los chillidos en la maleza alrededor de nosotros indicaron que ella no había estado sola cuando Crystal tropezó sobre ella.

Pero no toda la sangre era de la marrana.

Crystal Norris juraba a viva voz cuando ella se sentó con su espalda contra un viejo roble, sus manos sujetaban como agarraderas su muslo corneado. Sus jeans estaban empapados por su propia sangre, y su tío y su—pues, no sabía que relación tendría Felton con Crystal, pero estaba segura que existiría una—pariente, se inclinaban sobre ella. Jimmy Fullenwilder estaba de pie con su rifle todavía apuntando contra la bestia, y él tenía una expresión sobre su cara que sólo puedo describir como de auto-conmoción.

-¿Cómo esta ella? -Pregunté a los dos hombres, y sólo Calvin alzó la vista. Sus ojos se habían vuelto muy peculiares, y me percaté que se habían hecho más amarillos, más redondeados. Él echó una mirada inequívoca al enorme animal muerto, una mirada de deseo descarnado. Había sangre alrededor de su boca. Había un trozo de pelaje al dorso de su mano, una especie de color ante. Él debe ser un lobo extraño. Señalé silenciosamente sobre estas pruebas de su naturaleza, y él se estremeció con anhelo contenido cuando asintió con la cabeza en reconocimiento. Tiré un pañuelo de mi bolsillo del abrigo, escupí sobre el, y limpié su cara con él antes de Jimmy Fullenwilder pudiera salir de su fascinación después de la matanza y observar a sus extraños compañeros. Cuando la boca de Calvin no estuvo más manchada, até el pañuelo alrededor de su mano para ocultar la piel.

Felton pareció estar normal, hasta que observé lo que había al final de sus brazos. Realmente ya no eran manos... pero tampoco eran patas de lobo. Eran algo muy raro, algo grande y plano con garras.

No podía leer los pensamientos de los hombres, pero podía sentir sus deseos, y la mayor parte de aquellos deseos tenían que ver con la carne de cerdo cruda y roja, por esa línea. Felton realmente se meció de acá para allá un par de veces por la fuerza de su deseo. Su lucha silenciosa era dolorosa de soportar, incluso de segunda mano. Sentí el cambio cuando los dos hombres comenzaron a forzar sus cerebros en modelos humanos. En unos segundos, Calvin consiguió hablar.

-Ella pierde sangre rápido, pero si la transportamos al hospital se repondrá. -Su voz era gruesa, y él habló con esfuerzo. Felton, todavía cabizbajo, comenzó a rasgarse con torpeza su camisa de franela. Con sus manos deformes, él no podía manejar esta tarea, y yo la asumí. Cuando la herida de Crystal estuvo ligada tan fuertemente como la venda improvisada podría comprimirla, los dos hombres levantaron a la ahora pálida y silenciosa Crystal y comenzaron a sacarla rápidamente de los bosques. La posición de las manos de Felton, escondidas de la vista, gracias a Dios.

Todo esto ocurrió tan rápidamente que los otros buscadores que convergían en el claro comenzaban solamente a absorber lo que había pasado, y a reaccionar.

-Le pegué un tiro a un cerdo salvaje, -decía Jimmy Fullenwilder, sacudiendo su cabeza de un lado al otro, cuando Kevin y Kenya irrumpieron el claro por el Este. -No puedo creerlo. Sencillamente Crystal se tropezó contra ella y los otros puercos y los pequeños se dispersaron y luego los dos hombres estaban sobre ella, y luego ellos se quitaron de en medio del camino y le pegué un tiro en la garganta. -Él no sabía si era un héroe o si estaba metido en un follón con el Departamento de Fauna Salvaje. Él habría tenido más para temer de lo que jamás se podría imaginar alguna vez. Felton y Calvin habían cambiado casi por completo en modo Lobato ante la amenaza contra Crystal y la excitación de sus propios instintos de caza, y el hecho de que se habían apartado del cerdo en lugar de transformarse completamente demostró que ellos eran muy fuertes, en efecto. Pero el hecho de que ellos habían comenzado a cambiarse, y no habían sido capaz de pararlo, argumentaba lo contrario. La línea entre las dos naturalezas de algunos habitantes de Hotshot parecían estar muy diluidas.

De hecho, había señales de mordedura sobre la marrana. Estaba tan abrumada con la ansiedad que no podía mantener mi guardia mental, y toda la excitación de todos los buscadores se vertió en mi cabeza—toda la repulsión/miedo/pánico a la vista de la sangre, el conocimiento que un buscador había sido seriamente lastimado, la envidia de otros cazadores por el tiro de Jimmy Fullenwilder. Era demasiado, y quise apartarme lo más lejos de ahí de lo que he deseado alguna vez algo.

-Vámonos. Esto será el final de la búsqueda, al menos por hoy, -dijo Sam a un codo de distancia. Anduvimos fuera de los bosques juntos, muy despacio. Dije a Maxine lo que había pasado, y después de que le agradecí su maravillosa contribución y acepté una caja de rosquillas, conduje a casa. Sam me siguió. Era un poco más yo misma cuando llegamos allí.

Cuando abrí la puerta de atrás, se sintió bastante extraño saber que realmente ya había alguien más en la casa. ¿Eric estaba consciente en algún nivel de mis pasos sobre el suelo encima de su cabeza—o él estaba tan muerto como una persona ordinaria muerta? Pero preguntarme esto, traspasó mi cabeza y de un lado hacia otro, porque estaba demasiado sobrecargada para considerarlo.

Sam comenzó a hacer café. Se sentía como en casa en la cocina, él había pasado una o dos veces cuando mi Abue estaba viva, y él me había visitado en otras ocasiones.

Cuando colgué nuestros abrigos, dije;

-Lo de hoy fue un desastre.

Sam no discrepó.

-No sólo no encontramos a Jason, lo que realmente nunca esperé, pero los tipos de Hotshot casi consiguieron descubrirse, y Crystal se hizo daño. Francamente, no sé por qué pensaron que ellos deberían estar allí de todos modos. -Sé que no era agradable que yo dijera esto, pero estaba con Sam, que había visto lo suficiente de mi lado malo como para no hacerse ninguna ilusión.

-Hablé con ellos antes de que tú llegaras allí. Calvin quiso demostrar que él esta dispuesto a hacerte la corte, en una especie de estilo Hotshot, -dijo Sam, su voz tranquila y ecuánime. -Felton es su mejor rastreador, así que él hizo venir a Felton, y Crystal simplemente quería encontrar a Jason.

Al instante me avergoncé de mí misma.

-Lo siento, -dije, sosteniendo mi cabeza entre mis manos y desplomándome en una silla.–Lo siento.

Sam se arrodilló delante de mí y puso sus manos sobre mis rodillas.

-Tienes derecho a estar malhumorada, -dijo él.

Me incliné y lo besé sobre su cabeza.

-No sé lo que haría sin ti, -dije, en absoluto pensando.

Él alzó la vista hacía mí, y hubo un momento largo, raro, cuando la luz en el cuarto pareció bailar y vibrar.

-Llamarías a Arlene, -dijo él con una sonrisa. -Ella traería a los niños, y trataría de enjaretarte su café, y te diría sobre la polla curva de Tack, y conseguiría que te rieras, y te sintieras mejor.

 

Lo bendije por dejar pasar el momento.

-Ya sabes, eso es para ponerte curiosa, aquel trozo sobre Tack, pero probablemente cae en la categoría de “demasiada información,” -dije.

-Ya lo creo, pero esto no me impidió oírlo cuando ella se lo decía a Charlsie Tooten.

Nos serví a cada uno una taza de café y puse la azucarera medio vacía al alcance de Sam, junto con una cuchara. Eché un vistazo al mostrador de la cocina para ver que tan llena estaba la lata de azúcar, y noté que la luz de mensajes sobre el contestador automático parpadeaba. Sólo tuve que levantarme y dar un paso para presionar el botón. El mensaje había sido registrado a las 5:01 de la mañana. Ah. Yo había apagado el dispositivo de llamadas telefónico cuando me había acostado agotada. Casi invariablemente mis mensajes eran realmente frívolos—Arlene preguntándome si yo había oído un pedazo de jugoso chisme, Tara que mataba el tiempo del día durante una hora lenta en la tienda—pero éste era verdaderamente fuera de serie.

La voz clara de Pam dijo;

-Esta noche atacamos a la bruja y su aquelarre. Los Lobatos han persuadido a las Wiccans locales a unirse con nosotros. Te necesitamos para traer a Eric. Él puede luchar, aun si no sabe quién es él. De todos modos, él nos será inútil si no podemos romper el embrujo. -Aquella Pam, siempre tan práctica. Ella quería usar a Eric como carne de cañón, en caso de que no fuéramos capaces de restaurar de lleno a Eric en modo de mando. Después de una pequeña pausa, ella prosiguió; -Los Lobatos de Shreveport se alían con los vampiros en la batalla. Puedes mirar mientras la historia se escribe, mi telepática amiga.

Sonido del teléfono cuando se cuelga. Click que anunció el siguiente mensaje, que vino dos minutos después del primero.

-Pensándolo bien, -dijo Pam, como si ella nunca hubiera colgado, -tomando en cuenta tu insólita capacidad puedes ayudarnos en nuestra lucha, y queremos explorar esto. ¿No es la palabra de moda hoy en día?¿Explorar? Así que ven aquí lo más cercano del anochecer. -Ella colgó otra vez. Y otra vez click.

-“Aquí” significa  714 Avenida Parchman, -dijo Pam. Colgando.

-¿Cómo puedo hacer esto, con Jason todavía perdido? -Pregunté, cuando fue obvio que Pam no llamaría otra vez.

-Tú te vas a dormir ahora, -dijo Sam. –Ven acá. -Él me tiró para ponerme sobre mis pies, y me condujo a mi cuarto. -Te vas a quitar tus botas y jeans, trepar en la cama, y tomar una siesta larga. Cuando te levantes, te sentirás mejor. Deja el número de Pam, así puedo encontrarte. Dile a los polis que llamen al bar si ellos saben algo, y te telefonearé si tengo noticias de Bud Dearborn.

-¿Entonces, tú crees que yo debería hacer esto? –Estaba perpleja.

-No, yo daría lo que fuera si no tuvieras que hacerlo. Pero pienso que debes hacerlo. Esta no es mi lucha; no me invitaron. -Sam me dió un beso sobre la frente y se marchó para volver a Merlotte´s.

Su actitud era de cierta manera interesante, después de toda la insistencia de los vampiros (tanto Bill como Eric) que yo era una posesión para ser guardada. Me sentí engrandecida y exaltada durante aproximadamente treinta segundos, hasta que recordé mi resolución del Año Nuevo: no ser golpeada. Si fuera a Shreveport con Eric, entonces estaba segura de ver cosas que no querría ver, aprender cosas que no querría saber, y también, conseguir mi culo azotado.

Por otra parte, mi hermano Jason había hecho un trato con los vampiros, y tenía que mantenerlo. A veces sentía que había transcurrido mi vida entera pegada entre una roca y un lugar duro. Pero bueno, mucha gente tiene vidas complicadas.

Pensé en Eric, un vampiro poderoso cuya mente había sido despojada limpiamente de su identidad. Pensé en la carnicería que había visto en la tienda nupcial, el listón blanco y brocado salpicados con sangre seca y materia. Pensé en la pobre Maria-Estrella, en el hospital de Shreveport. Estas brujas eran malas, y mal que bien, deberían ser detenidas; mal que bien, debían ser vencidas. Esto es el Modelo Americano.

Pareció sumamente extraño pensar que yo estaba del lado de los vampiros y hombres-lobos, y que este era el lado bueno. Esto me hizo reírme un poco, todos a mí. Oh, sí, nosotros los chicos buenos salvaríamos el día.


Capítulo 11

Increiblemente, me quedé dormida. Desperté con Eric sobre la cama al lado de mí. Él me olía.

-Sookie, ¿qué es esto? -él preguntó con una voz muy tranquila. Él sabía, desde luego, cuando me desperté. -Hueles a bosques, y hueles a adapto. Y algo aún más salvaje.

Supuse que el adapto que él olió era Sam.

-Y Lobatos, -apunté, no queriéndolo dejar pasar de largo.

-No, no es lobato, -dijo él.

Me quede perpleja. Calvin me había levantado sobre las zarzas, y su olor debería haber estado todavía sobre mí.

-Más de una clase de adapto, -dijo Eric en la casi-oscuridad de mi cuarto. -¿Qué has estado haciendo, mi amada?

 

Él no sonó exactamente enojado, pero no sonó feliz, tampoco. Vampiros. Ellos escribieron el libro sobre la posesividad.

-Estuve en el pelotón de búsqueda para mi hermano, en los bosques detrás de su casa, -dije.

Eric se mantuvo quieto todavía durante un minuto. Entonces, él me pasó sus brazos alrededor de mí y me acercó contra él.

-Lo siento, -dijo él. -Sé que estás preocupada.

-Déjame preguntarte algo, -dije, deseosa de probar una teoría mía.

-Claro.

-Mira dentro de ti, Eric. ¿Estas realmente preocupado? ¿Realmente sientes lo de Jason? -Porque el verdadero Eric, con su mentalidad, no se habría preocupado por él ni un poquito.

-Desde luego, -él protestó. Entonces, después de un momento largo—lamenté no poder ver su cara—él dijo; -No realmente. -Él sonó sorprendido. -Sé que debería estarlo. Debería estar preocupado por tu hermano, porque me encanta tener sexo contigo, y yo debería querer que tu pienses bien de mí, así tu también querrás sexo.

Una tenia que reconocerle y agradecerle su honestidad. Esto era lo más cercano al verdadero Eric que había visto en días.

-Pero tu me escucharás, ¿cierto? ¿Si yo tengo que hablar? ¿Por la misma razón?

-Desde luego, mi amada.

-Porque tu quieres tener sexo conmigo.

-Esto es cierto. Pero también porque he descubierto que realmente... -Él hizo una pausa, como si estuviera a punto de decir algo estrambótico. -Encuentro que tengo sentimientos por ti.

-Ah, -dije en su pecho, sonando tan sorprendida como el mismo Eric. Su pecho estaba desnudo, como sospeché que el resto de él lo estaría. Sentí el ligero cosquilleo que me provocó su pelo rubio contra mi mejilla.

-Eric, -dije, después de una pausa larga, -casi lamento decir esto, pero también tengo sentimientos por ti. -Había mucho que tenía que decirle a Eric, y ya deberíamos estar en el auto, camino a Shreveport. Pero tomaba este momento para saborear este pedacito de felicidad.

-No exactamente amor, -dijo él. Sus dedos se encontraban ocupados tratando de averiguar como conseguir el mejor método de quitarme mi ropa.

-No, pero algo cercano. -Le ayudé. -No tenemos mucho tiempo, Eric, -dije, alcanzando abajo, tocándolo, haciéndolo jadear. –Vamos a hacerlo memorable.

-Bésame, -él dijo, y no se refería a su boca. -Gira, -susurró él. -Quiero besarte, también.

No nos tomó mucho tiempo, después de todo, para que nos sostuviéramos el uno al otro, saciados y felices.

-¿Qué ha pasado? -él preguntó. -Puedo sentir que algo te asusta.

-Tenemos que ir a Shreveport ahora, -dije. –Ya vamos retrasados del tiempo que Pam dijo por teléfono. Esta noche será cuando nos enfrentemos contra Hallow y sus brujas.

-Entonces tu debes quedarte aquí, -dijo él inmediatamente.

-No, -dije suavemente, poniendo mi mano sobre su mejilla. -No, bebé, tengo que ir contigo. -No le dije que Pam pensó que usarme en la batalla era una buena idea. No le dije que él iba a ser usado como una máquina de lucha. No le dije que yo estaba segura que alguien iba a morir esta noche; tal vez bastante más que algunos, humanos, lobatos y vampiros. Esta era, probablemente, la última vez que yo usaría una caricia cuando me dirigiera a Eric. Esta era, quizás, la ultima vez que Eric se despertaría en mi casa. Uno de nosotros podría no sobrevivir esta noche, y si lo hiciéramos, no habría ningún modo de saber que sería lo que había cambiado.

El viaje a Shreveport fue silencioso. Nos habíamos duchado y vestido sin hablar mucho, tampoco. Al menos siete veces, pensé dirigirme de vuelta a Bon Temps, con o sin Eric.

Pero no lo hice.

Las habilidades de Eric no incluían la lectura de los mapas, así que tuve que  estacionarme para revisar mi mapa de Shreveport y trazar nuestro curso al 714 Parchman, algo que no había previsto antes de que llegáramos a la ciudad. (Yo había supuesto de alguna manera que Eric recordaría las direcciones, pero desde luego, él no lo hizo.)

-Tu palabra del día era “aniquilan”, -él me dijo alegremente.

-Ah. Gracias por comprobarlo. -Probablemente no soné muy agradecida. –Tu suenas muy entusiasmado sobre todo esto.

-Sookie, no hay nada mejor que una buena lucha, -dijo él defensivamente.

-Esto depende de quién gane, yo diría.

Esto lo mantuvo tranquilo durante unos minutos, lo que estaba bien. Tenía el problema de encontrar las calles extrañas en la oscuridad, con tanto en mi mente. Pero finalmente nos encontramos sobre la calle correcta y la casa correcta sobre aquella calle. Yo me había imaginado siempre a Pam y Chow viviendo en una mansión, pero los vampiros tenían una gran casa estilo rancho en un barrio residencial de clase media alta. De lo que yo podría decir, era el típico barrio con césped recortado, calzadas especiales para las bicis y calles con decorativas rotondas alrededor.

La luz por la calzada estaba prendida en el 714, y el garaje para tres autos en la parte trasera estaba lleno. Me hice subir la cuesta de concreto que existía para aparcar. Reconocí la camioneta de Alcide y el auto compacto que había estado aparcado en el cobertizo para autos del Coronel Flood.

Antes de que saliéramos de mi viejo auto, Eric se inclinó para besarme. Nos vimos el uno al otro, sus ojos amplios y azules, las corneas tan blancas que difícilmente pude mirar a otro lado, su pelo de oro cepillado con esmero. Él lo había atado atrás con una de mis gomas elásticas, una de brillante azul. Él llevaba puesto un par de jeans y una nueva camisa de franela.

-Podríamos volver, -dijo él. Bajo la luz de cúpula del auto, su cara pareció dura como la piedra. -Podríamos volver a tu casa. Puedo quedarme contigo para siempre. Podemos conocer nuestros cuerpos de todas las maneras y modos posibles, después de la noche. Yo podría amarte. -Sus fosas nasales se ensancharon, y él pareció de repente orgulloso. -Podría trabajar. No serías pobre. Yo te ayudaría.

-Suena a un matrimonio, -dije, tratando de aligerar la atmósfera. Pero mi voz era demasiado inestable.

-Sí, -él dijo.

Y él nunca sería él mismo otra vez. Él sería una versión falsa de Eric, un Eric entrampado fuera de su vida real. Proveyendo a nuestra relación (si es que había una) mientras durara, él se quedaría igual; pero yo no podría mirarlo a la cara.

Suficiente con el pensamiento negativo, Sookie, me dije a mi misma. Yo sería una idiota total por renunciar a una vida con esta criatura magnífica por el tiempo que durara. Realmente, pasabamos buenos momentos juntos y disfrutaba del sentido del humor de Eric y su compañía, sin mencionar nada acerca de su manera de hacer el amor. Ahora que él había perdido su memoria, él ofrecía un montón de diversión sin ninguna complicación.

Y ésta era la mosca en la leche. Tendríamos una relación falsificada, porque éste era la falsificación de Eric. Yo venía con todo, incluyendo mis reveses.

Me deslicé fuera del auto con un suspiro.

-Soy una idiota total, -dije, cuando él dio la vuelta por la espalda del auto para andar conmigo a la casa.

Eric no dijo nada. Adivino que él estuvo de acuerdo conmigo.

-¡Hola!, -llamé, empujando para abrir la puerta, después de que mi toque no obtuvo ninguna respuesta. La puerta del garaje nos condujo a la lavandería y desde allí, a la cocina.

Como ustedes esperarían en la casa de un vampiro, la cocina estaba absolutamente limpia, porque no se usaba. Esta cocina era pequeña para una casa de éste tamaño. Supongo que la corredora de bienes raíces habría pensado que ese era su día afortunado—su noche afortunada—cuando ella se las había mostrado a los vampiros, ya que una verdadera familia, quién cocinaba en casa, tendría un verdadero problema en tratar con una cocina del tamaño de una cama matrimonial. La casa tenía un plano de edificio abierto, así uno podría ver de la barra de desayuno hasta el cuarto de “familia”—en este caso, el cuarto principal para una familia particularmente rara. Había tres entradas abiertas que probablemente conducían a la sala de estar formal, el comedor, y el área de los dormitorios.

Exactamente en este momento, ese cuarto de familia estaba atiborrado de gente. Tuve esta impresión, de los vislumbres de pies y brazos, que más de una persona estaba de pie en las entradas abiertas de los otros cuartos.

Los vampiros estaban allí: Pam, Chow, Gerald, y al menos dos más que reconocí de Fangtasia. Los doble-natura estaban representados por el Coronel Flood, Amanda la pelirroja (mi gran fan), el joven con el pelo castaño parado (Sid), Alcide, Culpepper, (y para mi repugnancia) Debbie Pelt. Debbie iba vestida al ultimo grito de la moda—al menos su versión de moda—que pareció un poco fuera de lugar para una reunión de esta clase. Tal vez, ella quiso recordarme que tenía un empleo muy bueno porque trabajaba en una agencia publicitaria.

Ah, bueno. La presencia de Debbie hizo la noche simplemente perfecta.

El grupo que no reconocí tenían que ser las brujas locales, por proceso de eliminación. Asumí que la digna mujer sentada sobre el canapé era su líder. Yo no sabía cual sería su título correcto—¿maestra del aquelarre? ¿Ama? Ella andaba en sus años sesenta y tenía el pelo gris acero. Una afroamericana con la piel del color del café, tenía ojos negros que me parecieron infinitamente sabios y también escépticos. Ella había traído a un pálido hombre joven con gafas, que llevaba puestos unos planchados caquis con una camisa rayada y zapatos boleados. Él podría estar trabajajando en Office Depot ó Super One Foods en una especie de posición directiva, y sus niños pensarían que él estaba en los bolos o atendía y asistía a alguna junta de la iglesia durante esta fría noche de enero. En lugar de eso, él y la joven bruja al lado de él, estaban a punto de embarcarse en una lucha a muerte.

Las dos restante sillas vacías estaban claramente destinadas para Eric y yo.

-Te esperábamos antes, -dijo Pam tirante.

-Hola, que bueno es verte también, muchas gracias por venir después de tan corto aviso, -refunfuñé. Durante un largo momento, cada uno en el cuarto vió a Eric, esperando que él tomara el curso para la acción, como él venía haciendo durante años. Y Eric los miró de vuelta, sin expresión. La pausa larga comenzó a volverse incomoda.

-Bien, veamos que tenemos, -dijo Pam. Todo los Supes reunidos giraron sus caras hacía ella. Pam pareció haber tomado la estafeta de mando entre sus dientes y estaba lista a correr con ella.

-Gracias a los rastreadores lobatos, sabemos la posición del edificio que Hallow usa para su sede central, -Pam me dijo. Ella pareció estar ignorando a Eric, pero sentí que era porque ella no sabía que más hacer. Sid sonrió abiertamente hacía mí; recordé que él y Emilio habían rastreado a los asesinos de la tienda nupcial a la casa. Entonces me di cuenta que él me mostraba sus colmillos para ganar puntos. Agh.

Yo podría entender la presencia de los vampiros, las brujas, y los lobatos, pero ¿por qué estaba Debbie Pelt en esta reunión? Ella era una adapto, no una lobato. Los Lobatos eran siempre tan esnobs sobre los adaptos, y aquí estaba una; además, una fuera de su propio territorio. La aborrecí y desconfié. Ella debe haber insistido en estar aquí, y esto me hizo confiar en ella muchísimo menos, si esto fuera posible.

Si ella estaba tan determinada para participar, mi consejo sería; pongan a Debbie en la primera línea de fuego. Así no tendrían que preocuparse de lo que ella haría detrás de sus espaldas.

Seguramente mi abuela se habría avergonzado de mi carácter vengativo; pero también (igual que Alcide) ella habría encontrado casi imposible de creer que Debbie había tratado realmente de matarme.

-Nos infiltraremos en el vecindario despacio, -dijo Pam. Me pregunté si ella habría estado leyendo un manual de comandos. -Las brujas ya han emitido demasiada magia en el área, así que no hay demasiadas personas fuera sobre las calles. Algunos Lobatos ya están en el lugar. No seremos tan obvios. Sookie entrará primero.

Los Supes reunidos giraron sus ojos hacia mí al mismo tiempo. Esto desconcertaba bastante: era como estar en un circulo de camionetas por la noche, cuando todas ellas encendían sus faros al mismo tiempo para iluminar el centro.

-¿Por qué? -Alcide preguntó. Sus manos grandes agarraron sus rodillas. Debbie, que se había dejado caer para sentarse sobre el suelo al lado del canapé, me sonrió, sabiendo que Alcide no podía verla.

-Como Sookie es humana, -indicó Pam. -Y ella es más un fenómeno natural que un Supe verdadero, ellos no la descubrirán.

Eric había tomado mi mano. La apretaba tan fuerte que pensé que podría oír mis huesos crujir todos juntos. Antes de su embrujo, él habría cortado el plan de Pam de raíz, o tal vez lo habría respaldado con entusiasmo. Ahora estaba demasiado intimidado para comentar algo, lo que él claramente deseaba hacer.

-¿Qué se supone, que haga allí cuándo llegue? -Estaba orgullosa de mí por sonar tan tranquila y práctica. Aunque prefiero tomar una complicada orden de bebida de una mesa de oportunistas borrachos a ser la primera en la línea de batalla.

-Leer las mentes de las brujas dentro, mientras entramos en posición. Si ellos descubren nuestro acercamiento, perderemos la sorpresa de ello y obtendremos una posibilidad mayor de conseguir una herida seria. -Cuando estaba excitada, Pam tenía un acento leve, aunque yo nunca  hubiera sido capaz de entender cual era. Pensé que podría ser sencillamente el inglés que se hablaba hace trescientos años. O algo así. -¿Puedes contarlos? ¿Es posible?

Pensé durante un segundo.

-Sí, puedo hacer esto.

-También sería una gran ayuda.

-¿Qué haremos cuándo entremos al edificio?  -preguntó Sid. Nervioso con la emoción de todo aquello, él sonreía abiertamente, exponiendo sus dientes puntiagudos.

Pam se miró suavemente sorprendida.

-Los matamos a todos, -dijo ella.

La sonrisa de Sid se borró. Me estremecí. No fui la única.

Pam pareció percatarse que ella había dicho algo desagradable.

-¿Qué otra cosa podríamos hacer? -preguntó, sinceramente asombrada.

Era un embrollo.

-Ellos harán todo lo posible para matarnos, -Chow indicó. -Sólo hicieron una tentativa de negociación, y esto le costó a Eric su memoria y a Clancy su vida. Entregaron la ropa de Clancy a Fangtasia esta mañana. -La gente apartó la mirada lejos de Eric, avergonzada. Él pareció afligido, y acaricié su mano con la mía libre. Su apretón en mi mano derecha se relajó un poco. Mi circulación se restauró en aquella mano y comenzó a hormiguear. Era un alivio.

-Alguien tiene que ir con Sookie, -dijo Alcide. Él frunció el ceño hacía Pam. -Ella no puede acercarse a aquella casa sola.

-Yo iré con ella, -dijo una voz familiar de la esquina del cuarto, y me incliné hacía adelante, buscando la cara.

-¡Bubba! -Dije, complacida de ver al vampiro. Eric miró fijamente de manera interrogante la famosa cara. El reluciente pelo negro estaba peinado atrás en un pompadour, y el sobresaliente labio inferior estaba estirado en aquella sonrisa, con su particular sello personal. Su actual cuidador debe haberlo vestido para la noche, porque en vez de un mono engalanado con piedras falsas, o jeans y una camiseta, Bubba llevaba puesta ropa de camuflaje.

-Contento de verla, señorita Sookie, -dijo Bubba. -Llevo puesto mi uniforme de filfa.

-Ya lo veo. Se te ve muy bien, Bubba.

-Gracias, señora.

Pam lo consideró.

-Podría ser una buena idea, -dijo ella. -Su, ah—el patrón mental, la firma distintiva, ¿todos entienden a lo que me refiero? —es así de, ah, atípica, que ellos no descubrirán que un vampiro está cerca. -Pam habló con mucho, mucho tacto.

Bubba era un vampiro terrible. Aunque sigiloso y obediente, él no podía razonar muy claramente, y le gustaba la sangre de gato mucho más que la sangre humana.

-¿Dónde está Bill, señorita Sookie? -él preguntó, casi podría haber predicho que me preguntaría esto. Bubba siempre había sido muy aficionado a Bill.

-Él está en Perú, Bubba. Eso está camino abajo, en Sudamérica.

-No, ya no, -dijo una voz chula, y mi corazón dió un vuelco. -Estoy de vuelta. -De una puerta abierta anduvo mi antiguo amor.

Era justo una noche para sorpresas. Esperé que algunas de ellas fueran agradables.

El ver a Bill tan de improviso me dió una sacudida más pesada de lo que yo me había imaginado. Nunca antes había tenido un ex-novio, mi vida ha carecido totalmente de novios, así que yo no tenía mucha experiencia en el manejo de mis emociones estando en su presencia, sobre todo con Eric, que aferraba mi mano como si yo fuera Mary Poppins y él fuera mi pupilo.

Bill lucía bien en su caquis. Llevaba puesta una camisa de marca Calvin Klein que yo había elegido para él, un modelo en sombras marrón y oro. No que yo lo notara.

-Bien, te necesitamos esta noche, -dijo Pam. Sra. Negocios. -Tendrás que decirme como son las ruinas esas de las que todo mundo habla. ¿Conoces al resto de la gente aquí?

Bill echó un vistazo alrededor.

-Coronel Flood, -dijo él, saludando con la cabeza. -Alcide. -Su cabezada a Alcide fue menos cordial. -No conozco a los nuevos aliados, -dijo él, indicando a las brujas. Bill esperó hasta que las presentaciones estuvieron hechas para preguntar; -¿Qué hace Debbie Pelt aquí?

Traté de no mirarlo boquiabierta al escucharle decir mis pensamientos íntimos en voz alta. ¡Exactamente mi pregunta! ¿Y de donde conocía Bill a Debbie? Traté de recordar si sus caminos se habría cruzado en Jackson, si ellos se había encontrado realmente cara a cara y no pude recordar tal reunión, aunque desde luego, Bill sabía lo que ella había hecho.

-Ella es la mujer de Alcide, -dijo Pam, en un estilo cauto y perplejo.

Levanté mis cejas, viendo a Alcide, y él se puso color grana oscuro.

-Ella está aquí para una visita, y decidió venir junto con él, -continuó Pam. -¿Te opones a su presencia?

-Ella participó mientras yo estaba siendo torturado en la mansión del rey de Misisipí, -dijo Bill. -Ella disfrutó de mi dolor.

Alcide se puso de pie, pareciendo tan impresionado como yo nunca lo había visto alguna vez.

-Debbie, ¿es verdad?

Debbie Pelt trató de no estremecerse, ahora que cada ojo estaba sobre ella y cada ojo era poco amistoso.

-Solamente resultó que visitaba a una amiga lobato que vive allí, una de las guardias, -dijo ella. Su voz no sonó tan calmada como para emparejar las palabras. -Obviamente, no había nada que yo podría hacer para liberarle. Habría sido hecha pedacitos. No puedo creer que me recuerdes estando allí muy claramente. Tú seguramente estabas fuera de combate. -Había una indirecta de desprecio en sus palabras.

-Tú participaste en la tortura, -dijo Bill, su voz todavía impersonal y tanto más convincente por ello. –Tus preferidas fueron las tenazas.

-¿No dijiste a nadie que él estaba allí? -Alcide preguntó a Debbie. Su voz en absoluto era impersonal. Contenía pena, dolor, cólera, y traición. -¿Sabías que alguien de otro reino estaba siendo torturado con Russell y no hiciste nada?

-Él es una vampiro, ¡por Dios!, -dijo Debbie, sonando más que irritada. -Cuando más tarde averigüé que habías estado llevando a Sookie alrededor para buscarlo a él, así tu podrías liberar a tu papá de la deuda con los vampiros, me sentí terrible. Pero en ese momento, era solamente asunto de vampiros. ¿Por qué debería interferir?

-¿Pero por qué alguna persona decente participaría en una tortura? -La voz de Alcide era tirante.

Hubo un silencio largo.

-Y desde luego, ella trató de matar a Sookie, -dijo Bill. Él todavía lograba sonar bastante desapasionado.

-¡Yo no sabía que tú estabas en la cajuela del auto cuándo la empujé dentro! ¡Yo no sabía que la metía con un vampiro hambriento! -Debbie protestó.

No sé los demás, pero yo no le creí ni por un segundo.

Alcide dobló su tosca cabeza negra para mirar sus manos, como si ellas sostuvieran un oráculo. Él levantó su cara para ver a Debbie. Era un hombre incapaz de esquivar la bala de la verdad por más tiempo. Sentí tanta lástima por él de la que yo había sentido por alguien en mucho, mucho tiempo.

-Te abjuro y repudio, -dijo Alcide. Coronel Flood se estremeció, y el jóven Sid, Amanda, y Culpepper parecieron tanto sorprendidos como impresionados, como si esta fuera una ceremonia que ellos jamás habían pensado atestiguar. -No te veré más. No cazaré contigo más. No compartiré carne contigo más.

Este era obviamente un ritual de gran significancia entre los doble-natura. Debbie contempló a Alcide, horrorizada por su declaración. Las brujas murmuraron los unos a otros, pero fuera de eso, el cuarto permaneció silencioso. Incluso Bubba estaba con los ojos muy abiertos, y la mayor parte de cosas pasaron por encima de su lustrosa cabeza.

-No, -Debbie dijo con una voz estrangulada, agitando una mano delante de ella, como si pudiera borrar lo que había pasado. -¡No, Alcide!

Pero él miró fijamente sobre ella. Él no la miraba más.

Incluso aunque yo aborreciera a Debbie, su cara era dolorosa de contemplar. Como la mayoría de los demás presentes, tan pronto como pude, miré hacía algún otro sitio, pero no a la adapto. Encarar el aquelarre de Hallow pareció una botana, comparado con la atestiguación de este episodio.

Pam pareció estar de acuerdo.

-Bien entonces, -ella dijo enérgicamente. -Bubba recorrerá el camino con Sookie. Ella hará su mejor esfuerzo en hacer lo que ella hace—y nos dará la señal. -Pam reflexionó durante un momento. -Sookie, una recapitulación: tenemos que saber el número de gente en la casa, si son todas brujas, y cualquier otra exquisitez que puedas conseguir averiguar. Envíanos a Bubba de regreso con cualquier información que encuentres y manténte en guardia por si la situación cambia mientras nosotros nos movilizamos. Una vez que estemos en posición, tu puedes retirarte a los autos, donde estarás más segura.

En absoluto tenía ningún problema con esto. Entre una muchedumbre de brujas, vampiros, y lobatos, yo no tenia ninguna oportunidad.

-Suena bien, si no tengo que estar implicada para nada, -dije. Un tironcito en mi mano guió mis ojos a Eric. Él pareció contento ante la perspectiva del enfrentamiento, pero había todavía incertidumbre en su cara y postura. -¿Pero qué pasará con Eric?

-¿Qué quieres decir?

-Si ustedes entran y mata a cada uno, ¿quién lo desenbrujará? –Di vuelta ligeramente para afrontar a los expertos, el contingente Wiccan. -Si el aquelarre de Hallow muere, ¿muere su embrujo con ellos? ¿O quedará todavía Eric sin memoria?

-El embrujo debe ser disuelto, -dijo la bruja más vieja, la tranquila mujer Afroamericana. -Si es quitado por quién lo puso en primer lugar, sería lo mejor. Puede ser removido por alguien más, pero esto tomará más tiempo, más esfuerzo, ya que no sabemos lo que entró en la fabricación de el embrujo.

Yo trataba de evitar ver a Alcide, porque él temblaba todavía con la violencia de las emociones que lo habían conducido a repudiar a Debbie. Aunque yo no supiera que tal acción era posible, mi primera reacción debería ser sentirme un poco amarga acerca de que él no la hubiera rechazado directamente después de que yo le había dicho hace un mes que ella había tratado de matarme. Sin embargo, él podría haberse dicho que yo me había confundido, que no había sido Debbie a quién había sentido cerca de mí antes de que ella me empujará en la cajuela del Cadillac.

Por lo que yo sabía, está era la primera vez que Debbie había confesado que ella lo había hecho. Y ella había protestado que no sabía que Bill estaba en la cajuela, inconsciente. Pero empujar una persona dentro de una cajuela de auto y cerrarla no es ninguna travesura divertida, ¿cierto?

Tal vez Debbie se había estado mintiendo a ella misma, también.

Tenía que escuchar lo que pasaba ahora. Ya tendría mucho tiempo para pensar en la capacidad del ego humano de auto-engañarse a si mismo, si sobrevivía la noche.

Pam decía;

-¿Entonces usted cree que tenemos que salvar a Hallow? ¿Para qué disuelva el embrujo de Eric? -Ella no sonó feliz ante la perspectiva. Tragué mis sentimientos dolorosos y me obligué a escuchar. Este no era el momento para comenzar a pensar.

-No, -la bruja dijo al instante. -Su hermano, Mark. Hay demasiado peligro si se deja viva a Hallow. Ella debe morir lo más pronto posible.

-¿Qué hará usted? -Pam preguntó. -¿Cómo nos ayudará en este ataque?

-Estaremos fuera, pero a dos bloques de distancia, -dijo el hombre. –Mandaremos un embrujo alrededor del edificio para hacer a las brujas débiles e indecisas. Y tenemos algunos trucos debajo de nuestras mangas. -Él y la mujer jóven, que tenía encima una enorme cantidad de maquillaje para ojos color morado, parecían bastante contentos ante la posibilidad de poder usar aquellos trucos.

Pam asintió, como si los embrujos fueran ayuda suficiente. Pensé que esperar fuera con un lanzallamas habría sido mejor.

Todo ese tiempo, Debbie Pelt se había quedado de pie como si estuviera paralizada. Ahora ella comenzó a dirigir su camino hacía la puerta de atrás. Bubba brincó para aferrar su brazo. Ella siseó contra él, pero él no vaciló, aunque yo lo hubiera hecho.

Ninguno de los lobatos reaccionó a este acontecimiento. Realmente era como si ella fuera invisible para ellos.

-Déjame marchar. No soy bienvenida, -dijo ella a Bubba, furia y miseria luchaban por controlar su cara.

Bubba se encogió de hombros. Él solamente se agarró a ella, esperando el juicio de Pam.

-Si te dejamos ir, podrías correr hacía las brujas y avisarles que venimos, -dijo Pam. –Eso iría de acuerdo con tu carácter, por lo visto.

Debbie tuvo las agallas de parecer ultrajada. Alcide lucía como si él mirara el reporte meteorológico.

-Bill, encárgate de ella, -Chow sugirió. -Si ella se vuelve contra nosotros, mátala.

-Eso suena maravilloso, -dijo Bill, sonriendo de un modo vampiresco.

Después de unos arreglos más sobre el transporte, y un poco de consultas más tranquilas entre las brujas, quienes afrontaban una clase completamente diferente de lucha, Pam dijo;

-Muy bien, vámonos. -Pam, que se miró más que nunca como Alicia en el País de las Maravillas con su suéter rosa pálido y pantalones rosados más oscuros, se levantó y comprobó su lápiz de labios en el espejo sobre la pared, cerca de donde yo había estado sentándome. Ella dió a su reflexión una sonrisa experimental, como he visto que hacemos las mujeres alrededor de mil veces.

-Sookie, mi amiga, -ella dijo, dando vuelta para apuntar la sonrisa a mí. -Esta noche es una gran noche.

-¿Lo es?

-Sí. -Pam puso su brazo alrededor de mis hombros. -¡Defendemos lo que es nuestro! ¡Luchamos por la restauración de nuestro líder! -Ella sonrió abiertamente por encima de mí a Eric. -Mañana, Sheriff, estarás de vuelta en tu escritorio de Fangtasia. Serás capaz de ir a tu propia casa, tu propio dormitorio. Lo hemos mantenido limpio para ti.

Comprobé la reacción de Eric. Nunca antes había oído a Pam dirigirse a Eric por su título. Aunque llamaran al vampiro cabecilla de cada sección sheriff, y ya debería haber estado acostumbrada a estas alturas a ello, no podía menos que imaginar a Eric en un equipo de vaquero con una estrella fijada a su pecho, (o mi favorito) en panties negros como el infame sheriff de Nottingham. Encontré interesante, también, que él no vivía aquí con Pam y Chow.

Eric dirigió a Pam una mirada tan seria que la sonrisa se desvaneció directamente de su cara.

-Si muero esta noche, -dijo él, -págale a esta mujer el dinero que se le prometió. -Él agarró mi hombro. Estaba cubierta por vampiros.

-Lo juro, -dijo Pam. -Chow y Gerald lo sabrán, también.

Eric dijo;

-¿Sabes dónde esta su hermano?

Sorprendida, anduve lejos de Pam.

Pam pareció igualmente desconcertada.

-No, Sheriff.

-Se me ocurrió que tú podrías haberlo tomado de rehén para asegurarte que ella no me traicionara.

La idea jamás había cruzado por mi mente, pero debió haberlo hecho. Obviamente, tenía mucho que aprender sobre ser malpensada.

-Lamento no haber pensado en esto, -dijo Pam admirativamente, haciendo eco a mis pensamientos con su propio revés. -No me habría importado pasar algún tiempo con Jason como mi rehén. -No podía entenderlo: la fascinación por Jason simplemente parecía ser universal. -Pero no lo tomé, -dijo Pam. –Si salimos de ésta, Sookie, lo buscaré yo misma. ¿Podría ser que las brujas de Hallow lo tengan?

 

-Es posible, -dije. -Claudine dijo que no vió a ningún rehén, pero ella también dijo que había cuartos que no examinó. Aunque no sé por qué habrían capturado a Jason, ¿a menos que Hallow sepa que tengo a Eric? Así podrían usarlo para hacerme hablar, exactamente del mismo modo que tu lo habría usado para hacerme guardar silencio. Pero ellos no se han acercado a mí. Uno no puede chantajear a alguien que no sabe nada sobre la palanca que se tiene sobre ellos.

-Sin embargo, recordaré a todos aquellos que van a entrar en el edificio para tener cuidado con él, -dijo Pam.

-¿Cómo esta Belinda? -Pregunté. -¿Has hecho arreglos para pagar sus cuentas del hospital?

Ella me vió sin expresión.

-La camarera que fue lesionada defendiendo Fangtasia, -le recordé, un pelín seca. -¿Te acuerdas? La amiga de Ginger, ¿la que murió?

-Desde luego, -dijo Chow, desde su lugar contra la pared. -Ella se recupera. Le enviamos flores y caramelos, -le dijo a Pam. Entonces él se concentró en mí. –Más aparte, tenemos una póliza de seguros de grupo. -Él estaba orgulloso sobre esto como un nuevo padre estaría.

Pam pareció satisfecha con el informe de Chow.

-Bien, -ella dijo. -Uno tiene que mantenerlos felices. ¿Estamos listos para irnos?

 

Me encogí de hombros.

-Supongo que si. No existe ninguna razón en esperar.

Bill anduvo hacía mí, mientras Chow y Pam consultaban sobre cual vehículo llevar. Gerald había salido para asegurarse que cada uno estuviera sintonizado y enterado acerca del plan de batalla.

-¿Cómo estuvo Perú? -Pregunté a Bill. Yo estaba muy consciente de Eric, una enorme sombra rubia en mi codo.

-Hice muchas notas para mi libro, -dijo Bill. -Sudamérica no ha sido totalmente receptiva con los vampiros, pero Perú no es tan hostil como los otros países, y fui capaz de charlar con algunos vampiros de los que no había oído antes. -Durante meses, Bill había estado compilando un directorio de vampiros por órdenes de la reina de Luisiana, que pensó que tener tal artículo sería muy práctico. Su opinión seguramente no era la opinión universal de la comunidad vampiro, algunos de los cuales tenían objeciones muy fuertes a “salir a la luz”, incluso entre su propia clase. Adivino que el vivir en secreto podría ser casi imposible de renunciar, si uno se hubiera adherido a ello durante siglos.

Había vampiros que todavía vivían en cementerios, cazando cada noche, rechazando reconocer el cambio de su estado; parecido a las historias sobre los soldados japoneses que habían resistido a dar las islas Pacíficas mucho después de que la Segunda Guerra Mundial hubiera terminado.

-¿Conseguiste ver aquellas ruinas de las que hablabas?

-¿Machu Picchu? Sí, subí hasta ellas, solo. Fue una gran experiencia.

Traté de imaginar a Bill subiendo una montaña por la noche, viendo las ruinas de una antigua civilización a la luz de la luna. Ni siquiera podía imaginar lo que debe haber sido. Yo nunca había salido fuera del país. En realidad, pocas veces había salido fuera del Estado.

-Este es Bill, ¿tu antiguo compañero? -La voz de Eric sonó un poco... forzada.

-Ah, este—pues sí, algo así, -dije tristemente. Lo de “antiguo” era correcto; lo de “compañero” era un poco apagado.

Eric colocó ambas manos sobre mis hombros y se movió mas cerca de mí. No tenía ninguna duda de que él miraba por encima de mi cabeza fijamente a Bill, quién lo miraba detenidamente también. Eric podría haberme pegado también un signo de ELLA ES MÍA en mi frente. Arlene me había dicho que le fascinaban los momentos como este, cuando su ex veía claramente que alguien más la valoraba, aunque él no lo hubiera hecho. Todo lo que puedo decir es que, mi gusto acerca de la satisfacción, corre en una dirección completamente diferente. Lo odié. Me sentí torpe y ridícula.

-Tú de verdad no me recuerdas, -dijo Bill a Eric, como si él hubiera dudado de ello hasta ese momento. Mi sospecha fue confirmada cuando él me dijo, como si Eric no estuviera de pie allí, -Sinceramente, pensé que este era un complicado esquema de parte de Eric para quedarse en tu casa, así él podría encontrar el camino rumbo a tu cama.

Ya que el mismo pensamiento se me había ocurrido, aunque lo hubiera desechado rápidamente, no podía protestar; pero pude sentirme a mi misma poniéndome roja.

-Tenemos que entrar en el auto, -dije a Eric, dando vuelta para mirar su cara. Estaba esculpida en granito e inexpresiva, que por lo general señalaba que él se encontraba en un estado de ánimo peligroso. Pero él vino conmigo cuando me moví hacia la puerta y la casa entera poco a poco se vació, cuando sus habitantes se dirigieron a la estrecha calle suburbana. Me pregunté lo que los vecinos pensarían. Seguro que ellos sabían que la casa estaba habitada por vampiros—nadie alrededor durante el día, todo el trabajo de yarda hecho por humanos alquilados, la gente que venía e iba durante la noche era demasiado pálida. Esta actividad repentina tuvo que atraer la atención del vecindario.

Conduje en silencio, Eric a mí lado en el asiento del pasajero. De tanto en tanto, él me alcanzaba para tocarme. No sé a quiénes Bill habría agarrado para que lo llevarán, pero me alegré de no ser yo. El nivel de testosterona habría sido demasiado alto en el auto, y podría haberme sofocado.

Bubba se sentaba en el asiento trasero, tarareando para él mismo. Sonaba como “Love Me Tender.”

-Este es un auto malísimo, -dijo Eric, fuera de tema, por lo que me sacó de balance.

-Sí, -estuve de acuerdo.

-¿Tienes miedo?

-Sí.

 

-Si toda esta cosa funciona, ¿me seguirás viendo?

-Seguro -dije, para hacerlo feliz. Estaba convencida que, después de esta confrontación, nada sería lo mismo. Pero sin la convicción del verdadero Eric acerca de su propio valor e inteligencia y crueldad, este Eric era bastante inestable. Él se había revitalizado para la batalla actual, pero ahora mismo necesitaba un empujoncito.

Pam había planeado donde debería cada uno aparcar, para impedir al aquelarre de Hallow de ponerse alerta por la súbita aparición de un montón de autos. Teníamos un mapa con nuestro punto marcado sobre él. Resultó ser un Supermercado E-Z, en la esquina de un par de calles más amplias, donde se cambiaba de zona residencial a zona comercial. Aparcamos en la esquina más alejada y fuera de la vista del Supermercado E-Z. Sin ninguna discusión adicional, salimos rumbo a nuestras posiciones designadas.

Aproximadamente la mitad de las casas sobre esta tranquila calle tenían carteles inmobiliarios en el césped delantero, y las que permanecían en manos privadas no estaban bien mantenidas. Los autos estaban tan maltratados como el mío, y grandes trozos desnudos indicaban que el pasto no había sido fertilizado o regado durante el verano. Cada ventana con luz pareció mostrar el parpadeo de una pantalla de televisión.

Me alegré que fuera invierno, así la gente que vivía aquí estarían en el interior. Dos vampiros blancos y una mujer rubia levantaría comentarios, si no es que agresiones, en esta vecindad. Más aparte, uno de los vampiros era bastante reconocible, a pesar de los rigores de su cambio—que era por lo qué Bubba era casi siempre mantenido fuera de vista.

Pronto estuvimos en la esquina donde Eric, como se suponía, se separaba de nosotros así él podría encontrarse con los otros vampiros. Yo habría seguido a mi lugar designado sin una palabra; para ese momento irradiaba tal carga de tensión que sentí que podría vibrar si me dieran un toque con un dedo. Pero Eric no estaba conforme con una separación silenciosa. Él aferró mis brazos y me besó con todo lo que tenía, y créanme, que era abundante.

Bubba hizo un sonido de desaprobación.

-Usted se supone que no debería besar a alguien más, señorita Sookie, -dijo él. -Bill dijo que taba bien, pero no me gusta.

 

Después de un segundo más, Eric me liberó.

-Siento si te ofendimos, -dijo él fríamente. Él miró hacia abajo en mí. –Te veré más tarde, mi amada, -dijo él muy quedamente.

Puse mi mano contra su mejilla.

-Más tarde, -dije, di vuelta y me alejé con Bubba pisándome los talones.

-Usted no´ta molesta conmigo, ¿lo está, señorita Sookie? -él preguntó con inquietud.

-No, -dije. Me hice sonreírle, ya que sabía que él podría verme mucho más claramente de lo que yo podría verlo. Era una noche fría, y aunque llevara puesto mi abrigo, no pareció ser tan caliente como solía ser. Mis manos desnudas temblaban por el frío, y mi nariz se sintió entumecida. Justo podía detectar un olorcillo del humo de madera de una chimenea, y gases de combustión de automóvil, y gasolina, y aceite, y todos los otros olores de auto que se combinan para crear el Olor de Ciudad.

Pero había otro olor que impregnaba el vecindario, un aroma que indicó que este vecindario estaba contaminado por algo más que la plaga urbana. Inhalé, y el olor se entrelazo en el aire en floreos casi visibles. Después de pensarlo por un momento, me di cuenta que debía ser el olor de la magia, espeso y que hace contraer el estómago. La magia huele como imagino que un bazar en algún país exótico extranjero podría oler. Apesta a extraño, a diferente. La esencia de tanta magia puede ser increíblemente aplastante. ¿Por qué no se quejaban los residentes a la policía de esto? ¿No podía cada uno detectar aquel olor?

-Bubba, ¿hueles algo inusual? -Pregunté con una voz muy baja. Un perro o dos ladró cuando anduvimos por delante en la noche negra, pero rápidamente se calmaron cuando detectaron el olor del vampiro. (Para ellos, adivino, Bubba era algo insólito.) Los perros se asustan casi siempre con los vampiros, aunque su reacción hacía los lobatos y los adaptos sea más imprevisible.

Me encontré convenciéndome de que realmente no quería volver al auto e irme. En un esfuerzo consciente para hacer moverse a mis pies en la dirección correcta.

-Ahá, seguro que sí, -susurró él en respuesta. -Alguien ha estado poniendo algunos embrujos. Manténgase alejado por medio de la magia. -No sabía si las Wiccans de nuestro parte, o las brujas de Hallow, serían responsable de este penetrante pedazo de arte, pero era eficaz.

La noche pareció casi extrañamente silenciosa. Tal vez tres autos nos pasaron cuando anduvimos por el laberinto de calles suburbanas. Bubba y yo no vimos a ninguno otro peatón y el siniestro sentido de aislamiento creció. El desear mantenerse alejado de aquí se intensificó cuando nos acercamos más al aquelarre del que, se suponía, teníamos que mantenernos alejados debido al embrujo que flotaba en el aire.

La oscuridad, entre charcos de luz debajo de los faroles, pareció más oscura y la luz no pareció llegar muy lejos. Cuando Bubba tomó mi mano, no la aparté. Mis pies parecieron arrastrarse a cada paso.

Ya había percibido un tufillo de este olor antes, en Fangtasia. Tal vez, el lobato rastreador había tenido un trabajo más fácil de lo que yo había pensado.

-Ya llegamos, señorita Sookie, -dijo Bubba, su voz solamente un hilo tranquilo en la noche.

Habíamos dado la vuelta por una esquina. Ya que yo sabía que existía un embrujo, y sabía que podría seguir andando, lo hice; pero si yo hubiera sido un residente del área, habría encontrado una ruta alternativa, y no habría vuelto a pensar en ello dos veces. El impulso de evitar este punto era tan fuerte que me pregunté si la gente que vivía sobre este bloque habría sido capaz de venir a casa de sus empleos. Tal vez, ellos comían fuera, iban al cine, bebían en los bares—cualquier cosa para evitar volver a sus casas. Cada casa sobre la calle pareció sospechosamente oscura y desatendida.

        

A través del camino y, en el extremo opuesto del bloque, estaba el centro de la magia.

El aquelarre de Hallow había encontrado un buen lugar para esconderse: un negocio para arrendar, un edificio grande que había contenido una especie de combinación de tienda de flores con panadería. Minnie's Flowers&Cakes estaba ubicada en una solitaria posición, la tienda más grande en una franja de tres que, una tras otra, se habían extinguido y cerrado, como llamas sobre un candelabro. Por lo visto, el edificio había estado vacío durante años. Las grandes vitrinas de vidrio estaban emplastadas con carteles de eventos pasados y candidatos políticos, desde hacía mucho tiempo, derrotados. El contrachapado clavado sobre las puertas de cristal era la prueba que los vándalos habían entrado más de una vez.

Incluso con el frío de invierno, los hierbajos se habían empujado para sobresalir por las grietas en el área de aparcamiento. Un contenedor grande estaba de pie al lado derecho del aparcamiento. Lo vi desde más allá de la calle, obteniendo lo más posible un cuadro del exterior, antes de cerrar mis ojos para concentrarme en mis otros sentidos. Tomé un momento para apesadumbrarme.

Si me hubieran preguntado, habría tenido dificultad rememorando los pasos que me habían conducido a este lugar peligroso, en esta hora peligrosa. Estaba sobre los bordes de una batalla, en la cual ambos bandos eran bastante dudosos. Si hubiera conocido a las brujas de Hallow primero, probablemente habría estado convencida de que los lobatos y los vampiros merecían ser erradicados.

En este mismo tiempo, hace un año, nadie en el mundo realmente entendía lo que yo era, o me preocupaba. Yo era solamente Sookie la Loca, la del hermano salvaje, una mujer que unos compadecían y evitaban, de diferentes maneras y grados. Ahora, aquí estaba yo, sobre una congelada calle en Shreveport, agarrando la mano de un vampiro cuya cara era legendaria y cuyo cerebro era una papilla. ¿Era esto una mejoría?

Y no estaba aquí para divertirme, o progresar y avanzar, sino para hacer un reconocimiento para un montón de criaturas sobrenaturales, obteniendo información acerca de un grupo de brujas homicidas, que bebían sangre, y cambiaban de forma.

Suspiré, esperé inaudiblemente. Ah, bueno. Al menos nadie me había golpeado.

Mis ojos se cerraron, y dejé caer mis escudos mentales y extendí mi mente al edificio a través de la calle.

Cerebros ocupados, ocupados, ocupados. Estuve aturdida por el bulto de impresiones que recibía. Tal vez, la ausencia de otra gente en las cercanías o la aplastante omnipotencia de la magia, eran las responsable; pero algún factor había afilado mi otro sentido al punto del dolor. Casi atontada por el flujo de información, percibí que tenía que clasificarla y organizarla. Primero, conté sesos. No literalmente (“Un lóbulo temporal, dos lóbulos temporales...”), pero como un racimo de pensamientos. Conté como quince. Cinco estaban en el cuarto delantero, que había sido el salón de muestras de la tienda, desde luego. Uno, estaba en el espacio más pequeño, que era más probable el cuarto de baño, y el resto estaba en el tercer cuarto y más grande, que estaba en la parte trasera. Calculé que esa habría sido el área de trabajo.

Cada uno en el edificio estaba despierto. Un cerebro dormido aún me envía un murmullo bajo de un pensamiento o dos, en sueños, pero no es lo mismo que un cerebro despierto. Se parece a la diferencia entre un perro que se mueve nerviosamente en su sueño y un cachorro despierto.

Para conseguir tanta información como me fuera posible, tuve que acercarme más. Nunca había intentado escoger un grupo para conseguir detalles tan específicos como culpa o inocencia y no estaba ni siquiera segura que fuera posible. Pero si alguna de la gente en el edificio no eran malvadas brujas, no quise que ellos estuvieran embarrados en lo que estaba por venir.

-Más cerca, -susurré a Bubba. –Pero ocultándonos.

-Ahá, -él susurró atrás. -¿Usted va a mantener sus ojos cerrados?

Asentí con la cabeza, y él me condujo con mucho cuidado a través de la calle, cerca de la sombra del contenedor que estaba aproximadamente cinco yardas al Sur del edificio. Me alegré que hiciera frío, porque mantuvo el olor de la basura en un nivel aceptable. Los fantasmales olores de rosquillas y flores, se entremezclaban con la peste de cosas estropeadas y viejos pañales que los transeúntes habían lanzado en el práctico receptáculo. Esto, no hacía ninguna deliciosa mezcla con el olor mágico.

Me ajusté, bloqueado totalmente el apestoso asalto contra mi nariz, y comencé a escuchar. Aunque hubiera mejorado en esta posición, todavía se parecía al tratar de oír doce conversaciones telefónicas al mismo tiempo. Algunos de ellos eran Lobatos, también, lo que complicó el asunto. Sólo podría conseguir trozos y pedazos.

... esperó que esto no sea una infección vaginal sobre la que siento la llegada...

Ella no me escuchará, ella no piensa que los hombres pueden hacer el trabajo.

¿Si yo la convirtiera en un sapo, quién podría decir la diferencia?

 ... desearía que hubiéramos conseguido alguna Coca-Cola de dieta...

Encontraré a ese maldito vampiro y lo mataré...

Madre Tierra, escucha mis plegarias.

Estoy metido demasiado profundo...

Mejor consigo una nueva lima de uñas.

Esto no era decisivo, pero nadie había estado pensando, “Oh, estas brujas demoniacas me han atrapado, ¿no me ayudará alguien?” o “¡Oigo el acercamiento de los vampiros!” o nada tan dramático como eso. Esto, sonó como una banda de gente que se conocían los unos a los otros, y al menos, estaban relajados en la compañía de cada uno, y por lo tanto, sostenían los mismos objetivos. Incluso quién rezaba, no estaba en ningún estado de urgencia o necesidad. Esperé que Hallow no sintiera el picoteo de mi mente, pero, cada uno a quien había tocado había parecido preocupado.

-Bubba, -dije, solamente un poco más fuerte que un pensamiento, -ve a decirle a Pam que hay quince personas allí y por lo que puedo contar, son todas brujas.

-Sí, señora.

 -¿Recuerdas cómo llegar con Pam?

-Sí, señora.

 -Entonces puedes dejar ir mi mano, ¿cierto?

-Ah. Está bien.

-Anda silencioso y cuidadoso, -susurré.

Y él se fue. Me puse en cuclillas, en la sombra que era más oscura que la noche, al lado de los olores y metal frío, escuchando a las brujas. Tres cerebros eran masculinos, el resto eran féminas. Hallow estaba allí, porque una de las mujeres la veía y pensaba en ella... temiéndola, lo que me puso nerviosamente incómoda. Me pregunté donde habrían aparcado sus autos—a menos que ellos volaran alrededor sobre palos de escoba. ¡Já! ¡Já! Entonces, me pregunté sobre algo que ya debería haber cruzado por mi mente.

Si ellos eran así de condenadamente cautelosos y peligrosos, ¿dónde estaban sus centinelas?

En aquel momento, fui agarrada por detrás.


Capítulo 12

-¿Quién es usted? -preguntó una voz aflautada.

Ya que ella tenía una mano tapándome la boca y la otra sostenía un cuchillo sobre mi cuello, yo no podía contestar. Ella pareció entender esto después de un segundo, porque me dijo;

-Entremos, -y comenzó a empujarme hacia la espalda del edificio.

Yo no podía aguantar esto. Si ella hubiera sido una de las brujas en el edificio, una de las brujas bebe-sangre, yo no podría haberme escapado de ésta, pero era una simple bruja normal, y ella no había mirado a Sam terminar tantas luchas de bar como yo. Con ambas manos, alcancé y aferré su muñeca con el cuchillo y la doblé con tanta fuerza como podía, mientras la golpeaba duro con mi cuerpo inferior. Me fui sobre ella, en el asqueroso pavimento frío y aterricé directamente encima de ella, aporreando su mano contra la tierra hasta que liberara el cuchillo. Ella sollozaba, la voluntad escapándosele.

-Eres una mierda como vigilante, -dije a Holly, manteniendo mi voz baja.

-¿Sookie? -Los grandes ojos de Holly me miraron detenidamente debajo de una gorra tejida. Ella se había vestido pensando en esta noche, pero todavía llevaba puesto el lápiz de labios rosa brillante.

-¿Qué demonios haces aquí?

-Ellos me dijeron que atraparían a mi hijo si no les ayudaba.

Me sentí enferma.

-¿Desde cuándo has estado ayudándoles? ¿Antes de que yo viniera a tu apartamento, pidiendo ayuda? ¿Desde cuándo? -La sacudí tan fuerte como podía.

-Cuando ella vino al bar con su hermano, supo que había otra bruja allí. Y sabía que no eras tú o Sam, después de que ella se había dirigido a ti. Hallow puede hacer lo que sea. Ella lo sabe todo. Más tarde, aquella noche, ella y Mark vinieron a mi apartamento. Ellos habían estado en una lucha; estaban hecho un asco y muy cabreados. Mark me sostuvo mientras Hallow me golpeaba. Le gustó esto. Ella vió la foto de mi hijo; la tomó y dijo que ella podría maldecirlo por larga distancia, todo el camino a Shreveport—hacerlo correr en el tráfico o cargar el arma de su papi.... -Holly lloraba a estas alturas. No la culpé. Me hizo sentir descompuesta el pensar en ello, y él ni siquiera era mi niño. -Tuve que decir que yo la ayudaría, -Holly gimió.

-¿Hay otros allí como tú?

-¿Obligados a hacer esto? Algunos de ellos.

Esto, hizo más comprensibles algunos pensamientos que había escuchado.

-¿Y Jason? ¿Él está allí? -Aunque hubiera revisado completamente los tres sesos de los hombres en el edificio, todavía tuve que preguntar.

-¿Jason es un Wiccan? ¿En serio? -Ella se quitó la gorra y corrió sus dedos por su pelo.

-No, no, no. ¿Lo mantienen como rehén?

-No lo he visto. ¿Por qué diablos Hallow tendría a Jason?

Yo había estado engañándome desde el principio. Un cazador encontraría los restos de mi hermano algún día: son siempre cazadores, o la gente que anda con sus perros, ¿verdad? Sentí desmoronarse el suelo bajo mis pies, como si la tierra me hubiera abandonado literalmente, pero me llamé al aquí y al ahora, lejos de emociones que yo no podía permitirme sentir, hasta que estuviera en un lugar seguro.

-Tienes que salir de aquí, -dije con la voz más baja que podría manejar. -Tienes que salir de esta área ahora.

-¡Ella conseguirá a mi hijo!

-Te garantizo que ella no lo hará.

Holly pareció leer algo bajo la débil vista que ella tenía de mi cara.

-Espero que los mates a todos ellos, -dijo ella tan apasionadamente como una puede decirlo en un susurro. –Los únicos que valen la pena de salvar son Parton, Chelsea y Jane. Los chantajearon exactamente igual que a mí. Normalmente, ellos son solamente Wiccans a quiénes les gusta vivir de verdad tranquilos, como yo. No queremos hacer daño a nadie.

-¿Como se ven ellos?

-Parton es un tipo aproximadamente de veinticinco, pelo castaño, corto, marca de nacimiento sobre su mejilla. Chelsea tiene aproximadamente diecisiete, su pelo teñido tiene ese brillante rojo. Jane, um, bien—Jane es solamente una anciana, ¿ya sabes? Pelo blanco, pantalones, blusa con flores sobre ella. Gafas. -Mi abuela habría reñido a Holly por amontonar a todas las ancianas y meterlas en el mismo saco, pero, Dios la bendiga, ella no estaba por aquí y yo no tenía tiempo de hacerlo.

-¿Por qué Hallow no puso a una de su gentes más resistentes aquí fuera, de guardia? -Pregunté, curiosidad pura y dura.

-Ellos realizaran un gran ritual de embrujo acerca de algo esta noche. No puedo creer que el embrujo de mantenerse lejos no funcionó contigo. Debes ser muy resistente. -Entonces Holly susurró, con un pequeño dejo de risa en su voz, -Aparte, ninguno de ellos querían estar en el frío.

-Adelante, sal de aquí, -dije casi inaudiblemente, y le ayudé a pararse. -No importa donde aparcaste tu auto, vete por el Norte de aquí. -Por si acaso ella no supiera qué dirección era el Norte, la señalé.

Holly se fue, su Nikes casi sin hacer ruido sobre la agrietada acera. Su deslucido pelo teñido de negro pareció absorber la luz del farol cuando ella pasó bajo él. El olor alrededor de la casa, el olor de magia, pareció intensificarse. Me pregunté que hacer ahora. De alguna manera, tenía que asegurarme que tres Wiccans locales dentro de aquel edificio desvencijado, esos quiénes habían sido obligados a servir a Hallow, no fueran dañados. No podía pensar en una manera eficiente para hacer esto. ¿Podría incluso salvar a uno de ellos?

Tuve una completa colección de medio pensamientos y abortados impulsos en los próximos sesenta segundos. Todos ellos conducían a un callejón sin salida.

Si yo corriera dentro y gritara, “¡Parton, Chelsea, Jane—hacia fuera!” esto alertaría al aquelarre para un ataque inminente. Algunos de mis amigos—o al menos mis aliados—morirían.

Si yo perdiera el tiempo y tratara de decirle a los vampiros que tres de las personas en el edificio eran inocentes, ellos (más probablemente) no harían caso de mí. O, si un  chispazo de piedad los golpeaba, ellos tendrían que salvar a todas las brujas y luego entresacar los inocentes, lo que daría al aquelarre de las brujas el tiempo para contraatacar. Las brujas no necesitaban armas materiales.

Demasiado tarde, me percaté de que debería haber mantenido a Holly junto a mí y haberla usado como mi entrada en el edificio. Pero poner en peligro a una madre asustada no era una opción buena, tampoco.

Algo grande y caliente se presionó contra mi costado. Los ojos y los dientes brillaron en la luz de la noche de la ciudad. Casi grité, hasta que reconocí al lobo como Alcide. Él era muy grande. La piel de plata alrededor de sus ojos hizo parecer el resto de su pelaje aún más oscuro.

Puse un brazo a través de su espalda.

-Hay tres allí que no deben morir, -dije. -No sé que hacer.

Ya que él era un lobo, Alcide no sabía que hacer, tampoco. Él examinó mi cara. Él gimió, solamente un poco. Yo, se suponía, que debía estar de vuelta en los autos por ahora; pero aquí estaba yo, al pie del cañón, en la zona de peligro. Podía sentir el movimiento en la oscuridad, todos alrededor de mí. Alcide se escabulló lejos, a su posición designada en la puerta trasera del edificio.

-¿Qué haces aquí? -Bill dijo furiosamente, aunque esto sonara extrañamente trillado en un diminuto susurro. -Pam te dijo marcharte una vez que hubieras contado.

-Tres allí son inocentes, -susurré de vuelta. -Ellos son locales. Los forzaron.

 Bill masculló algo encubierto y no fue algo feliz.

Le pasé las descripciones incompletas que Holly me había dado.

Podía sentir la tensión en el cuerpo de Bill, y luego Debbie se nos unió en nuestra trinchera individual. ¿Qué pensaba ella, al embalarse tan estrechamente con el vampiro y la humana que la odiaban más?

-Te dije quedarte atrás, -Bill dijo, y su voz era espantosa.

-Alcide me abjuró, -ella me dijo, justo como si yo no hubiera estado allí cuando pasó.

-¿Qué esperabas? -Me exasperó su lento entender y su actitud herida. ¿No había escuchado alguna vez acerca de las consecuencias?

-Tengo que hacer algo para ganar de nuevo su confianza.

Ella había venido a la tienda equivocada, si quería comprar algo de auto-respeto.

-Entonces ayúdame a salvar los tres allí quiénes son inocentes. -Reconté mi problema otra vez. -¿Por qué no te has cambiado en tu animal?

-Ah, no puedo, -dijo ella amargamente. -He sido repudiada. No puedo cambiarme con la jauría de Alcide más. Ellos tienen licencia para matarme, si lo hago.

-¿En qué cambiabas de todos modos?

-Lince.

Muy apropiado.

-Ven, -dije. Comencé a moverme hacia el edificio. Aborrecía a esta mujer, pero si ella pudiera serme de utilidad, tenía que aliarme con ella.

-Espera, se supone, que yo voy a la puerta de atrás con el lobato, -Bill siseó. -Eric ya está allí.

-¡Entonces vete!

Sentí que alguien más estaba en mi espalda y arriesgué un vistazo rápido para ver que era Pam. Ella me sonrió y sus colmillos estaban fuera, de modo que esto me acobardó un poco.

Tal vez, si las brujas dentro no hubieran estado implicadas en un ritual, y no hubieran estado tan confiadas en su centinela tan poco dedicada y su magia, no habríamos llegado hasta la puerta desapercibidas. Pero la suerte nos favoreció durante aquellos pocos minutos. Llegamos a la puerta principal del edificio, Pam, Debbie y yo, y allí nos encontramos con el jóven lobato, Sid. Podría reconocerlo hasta en su cuerpo de lobo. Bubba estaba con él.

Fui iluminada por una súbita inspiración. Me alejé unos pies con Bubba.

-¿Puedes volver corriendo a las Wiccans, esas que están de nuestro lado? ¿Sabes dónde están ellas? -Susurré.

Bubba asintió con la cabeza enérgicamente.

-Les dices que hay tres Wiccans locales dentro quienes han sido forzados dentro de ésto. Pregúntales si ellos pueden arreglar alguna embrujo para conseguir que los tres inocentes se destaquen.

-Se los diré, señorita Sookie. Ellos me caen muy bien.

-Bien, compañero. Sé rápido, y tranquilo.

Él asintió y se fue en la oscuridad.

El olor alrededor del edificio se intensificaba a tal grado que tenía problemas con la respiración. El aire estaba tan impregnado con el olor, que me recordó cuando pasaba una tienda de velas en una alameda.

Pam dijo;

-¿Dónde has enviado a Bubba?

-De vuelta con nuestras Wiccans. Ellos tienen que hacer que las tres personas inocentes se destaquen de alguna manera para que no los “matemos”.  

-Pero él tiene que regresar ahora. ¡Él tiene que abrir la puerta para mí!

-Pero... -Estuve desconcertada por la reacción de Pam. -Él no puede entrar sin una invitación, como tú.

-Bubba es un cerebro dañado, degradado. Él no es totalmente un vampiro verdadero. Él puede entrar sin una invitación expresa.

Miré boquiabierta a Pam.

-¿Por qué no me lo dijiste? -Ella solamente alzó sus cejas. Cuando rememoré, era cierto que podía recordar, al menos dos veces, que Bubba había entrado en una vivienda sin invitación. Nunca había sumado dos más dos.

-Así que tendré que ser la primera por la puerta, -dije, más normalmente de lo que yo me sentía realmente. -¿Entonces los invito a todos ustedes dentro?

-Sí. Tu invitación será suficiente. El edificio no les pertenece.

-¿Deberíamos hacer esto ahora?

Pam dio un resoplido casi inaudible. Ella sonreía bajo el brillo de la farola, de repente divertida.

-¿Esperas una invitación caligrafiada?

Dios me libre de los vampiros sarcásticos.

-¿Crees que Bubba tuvo bastante tiempo para llegar con las Wiccans?

-Seguro. Vamos a clavar algunos culos de brujas, -dijo ella felizmente. Podría decir que el destino de las Wiccans locales era lo último en su lista de prioridades. Cada uno pareció evadir esta cuestión, a excepción de mí. Incluso los jóvenes lobatos mostraban mucho deseo de encajar el colmillo.

-Doy de patadas, tú entras, -dijo Pam. Ella me dió un picotazo rápido sobre la mejilla, completamente sorprendente para mí.

Pensé, así no quiero estar aquí.

Entonces me levanté de mi posición acuclillada, estuve de pie detrás de Pam y contemplé con temor mientras ella amartilló una pierna y dió un patada con la fuerza de cuatro o cinco mulas. La cerradura se rompió, la puerta saltó hacia adentro mientras la vieja madera clavada sobre ella se astilló y se rajó, yo salté dentro y grité;

-¡Entren! -al vampiro detrás de mí y aquellos en la puerta de atrás. Durante un momento raro, yo estuve en el refugio de las brujas sola, y todos ellos habían dado vuelta para verme con completo asombro.

El cuarto estaba lleno de velas y gente sentada sobre cojines en el suelo; durante el tiempo que habíamos esperado fuera, todo los demás en el edificio parecieron haberse concentrado en este cuarto delantero y sentarse con las piernas cruzadas en un círculo, cada uno con una vela ardiendo ante ellos, un tazón, y un cuchillo.

De los tres que yo intentaba salvar, “la anciana” era la más fácil de reconocer. Había sólo una mujer con el pelo blanco en el círculo. Ella llevaba puesto su lápiz de labios rosa brillante, un poco sesgado y corrido, y había sangre seca sobre su mejilla. Agarré su brazo y la empujé en una esquina, mientras todos sobre mí eran un caos. Había sólo tres hombres humanos en el cuarto. El hermano de Hallow, Mark, ahora atacado por una jauría de lobos, era uno de ellos. El segundo macho era un hombre de mediana edad con mejillas cóncavas y pelo sospechosamente negro y él, no sólo murmuraba una especie de embrujo, sino que sacaba un estilete de la chaqueta que yacía sobre el suelo, a su derecha. Él estaba demasiado lejos para mí para poder hacer algo sobre ello; tuve que confiar en los demás para protegerse. Entonces divisé al tercer hombre, con la marca de nacimiento sobre la mejilla—debe ser Parton. Él se agachaba cubriendo con sus manos su cabeza. Sabía como se sentía.

Agarré su brazo y lo tiré, y él se incorporó dando de puñetazos, desde luego. Pero yo no iba a aguantar nada de eso, nadie iba a golpearme. Entonces, apunté mi puño, ignorando sus brazos que ineficazmente revoloteaban y le acerté sobre la nariz. Él chilló, añadiendo otra capa de ruido al cuarto ya cacofónico y lo empujé a la misma esquina donde había escondido a Jane. Entonces vi que la mujer más vieja y el hombre más jóven ambos brillaban. Bien, los Wiccans había llegado con un embrujo y estaba funcionando, aunque algo tarde. Ahora tenía que encontrar a una joven mujer brillante con el pelo teñido de rojo, la tercera de los locales.

Pero entonces mi suerte se agotó; la de ella desde hacía rato. Ella brillaba, pero estaba muerta. Su garganta había sido desgarrada por uno de los lobos: uno nuestro o uno de ellos, esto, realmente no importaba.

Me levanté a pesar del tumulto, regresé a la esquina y aferré a ambos de los Wiccans sobrevivientes del brazo. Debbie Pelt llegó precipitadamente.

-Salgan de aquí, -les dije. -Encuentren a los otros Wiccans ahí, o váyanse a casa ahora. Caminen, consigan un taxi, lo que sea.

-Este es un vecindario peligroso, -tembló Jane.

La contemplé.

-¿Y esto no lo es? –Fue lo último que vi de los dos, Debbie marcaba y les daba instrucciones. Ella había salido a la entrada con ellos. Estuve a punto de salir junto con ellos, ya que yo, como se suponía, no debía estar aquí de todos modos, cuando uno de los lobato-brujas se abalanzó sobre mi pierna. Sus dientes omitieron la carne, pero rasgaron la tela de mis pantalones, y tuvo bastante para tironearme hacía atrás. Tropecé y casi me caí al suelo, pero logré asir la perilla de la puerta a tiempo para recobrar el balance en mis pies. En aquel momento, la segunda ola de lobatos y vampiros llegó del cuarto trasero, y el lobo se giró para encarar el nuevo asalto a sus espaldas.

El cuarto estaba lleno de cuerpos voladores, sangre que rociaba y salpicaba y gritos.

Las brujas luchaban con todo lo que tenían y aquellos quiénes podía cambiar lo habían hecho así. Hallow se había cambiado, y ella era un destello de gruñidos y dentelladas. Su hermano trataba de trabajar una especie de magia, que requería que tuviera que estar en su forma humana, y él trataba de aplazar a los Lobatos y los vampiros el tiempo suficiente para completar el embrujo.

Él cantaba algo, él y el hombre con las mejillas cóncavas, incluso cuando Mark Stonebrook dirigió un puñetazo en el estómago de Eric.

Una niebla pesada comenzó a cubrir lentamente el cuarto. Las brujas, que luchaban con cuchillos o dientes de lobo, captaron la idea, y aquellos que podían hablar comenzaron a añadirse a cualquier cosa que Mark decía. La nube de niebla en el cuarto comenzó a hacerse más espesa y más gruesa, hasta que fue imposible decir quién era el amigo del enemigo.

Brinqué hacía la puerta para escaparme de la nube sofocante. Esta cosa hacía que el respirar fuera un verdadero esfuerzo. Era como intentar inhalar y exhalar dentro de bolas de algodón. Extendí mi mano, pero el trozo de pared que toqué no incluyó una puerta. ¡Había estado allí mismo! Sentí un estremecimiento de pánico en mi estómago cuando busqué frenéticamente, tratando de trazar el contorno de la salida.

No sólo fallé al encontrar la perilla de la puerta, perdí totalmente el toque con la pared en mi siguiente paso lateral. Tropecé con el cuerpo de un lobo. No podía ver una herida, así que conseguí asirme de sus hombros y me arrastré, tratando de rescatarlo del espeso humo.

El lobo comenzó a retorcerse y cambiarse bajo mis manos, lo que fue bastante desconcertante. Incluso peor, porque se cambió en una desnuda Hallow. No sabía que alguien podría cambiarse tan rápido. Aterrorizada, la dejé ir inmediatamente y retrocedí en la nube. Había estado tratando de ser una buena Samaritana con la víctima equivocada. Una mujer anónima, una de las brujas, me agarró con fuerza sobrehumana. Ella trató de prensar mi cuello con una mano, sosteniendo mi brazo con la otra, pero su mano siguió resbalando, y yo la mordí tan fuerte como pude. Ella podría ser una bruja, y podría ser lobato, y podría haberse bebido un galón de sangre de vampiro, pero no era ningúna guerrera. Ella gritó y me dejó libre.

Ahora estaba completamente desorientada. ¿Cual era el camino hacia fuera? Yo tosía y mis ojos me ardían. El único sentido del que estaba segura era el de la gravedad. Vista, oído, tacto: todos fueron afectados por las gruesas olas blancas, que se ponían cada vez más densas. Los vampiros tenían una ventaja en esta situación; ellos no tienen que respirar. El resto de nosotros lo hacía. Comparado con la espesa atmósfera en la vieja panadería, el aire de ciudad contaminado fuera, habría sido puro y delicioso.

Jadeando y lloriqueando, arrojé mis brazos hacia fuera delante de mí y traté de encontrar una pared o una entrada, cualquier clase de señal. Un cuarto que no había parecido tan grande ahora pareció cavernoso. Sentí que había tropezado con metros de la nada, pero no era posible, a menos que las brujas hubieran cambiado las dimensiones del cuarto, y mi mente prosaica sencillamente no podía aceptar tal posibilidad. Alrededor de mí oí gritos y sonidos que fueron amortiguados en la nube, pero no menos espantosos. Un rocío de sangre de repente apareció bajo el frente de mi abrigo. Sentí salpicar de golpe mi cara. Emití un ruido de angustia que no podría formar en palabras. Sabía que esto no era mi sangre, y sabía que yo no había sido herida, pero, de alguna manera, era difícil para mí el creerlo.

Entonces, algo se cayó por delante de mí, y cuando iba sobre su camino al suelo distinguí una cara. Era la cara de Mark Stonebrook y él estaba en proceso de morir. El humo se cerró alrededor de él y podría haber estado también en otra ciudad.

¿Tal vez debería ponerme en cuclillas, también? El aire podría ser mejor cerca del suelo. Pero el cuerpo de Mark estaba allí abajo, y otras cosas. Tanto que Mark iba a quitar el embrujo sobre Eric, pensé desordenadamente. Ahora necesitaremos a Hallow. “Los mejores proyectos se tuercen al final...”¿Donde habría conseguido mi abuela aquella frase? Gerald me dio un empellón de paso, cuando él se impulsaba por delante en la búsqueda de algo que yo no podía ver.

Me dije que yo era valiente e inventiva, pero las palabras sonaron huecas. Cometí un error más delante, intentando no caerme con los escombros sobre el suelo. La parafernalia de las brujas, los tazones, los cuchillos y los trozos de hueso y vegetación que no pude identificar, habían sido dispersados durante la riña. Un punto claro se abrió de improviso, y pude ver un tazón volcado y uno de los cuchillos sobre el suelo a mis pies. Recogí el cuchillo, justo antes de que la nube lo cubriera todo de nuevo. Estaba segura que el cuchillo, como se suponía, sería usado para algún ritual—pero yo no era una bruja, y lo necesitaba para defenderme. Me sentí mejor cuando tuve el cuchillo, que era en verdad bonito y se sentía muy filoso.

Me pregunté lo que nuestros Wiccans hacían. ¿Podrían ellos ser responsables de la nube? Lamentaba que esto no se hubiera puesto a votación.

Nuestras brujas, resultó que conseguían unas vividas escenas de la lucha por medio de una de sus hermanas de aquelarre, que era una adivinadora. (Aunque ella estuviera físicamente con ellos, ella podría ver lo que ocurría a través de la superficie de un tazón con agua, aprendí más tarde.) Ella podría distinguir más utilizando este método de lo que nosotros podríamos, aunque por qué ella no veía sencillamente un montón de humo blanco que ondeaba sobre la superficie de aquella agua, no lo sé.

De todos modos, nuestras brujas hicieron llover... en el edificio. De alguna manera, la lluvia despacio redujo la capa de la nube, y aunque yo me sintiera húmeda y sumamente fría, también descubrí que estaba cerca de la puerta interior, la que conducía al segundo cuarto grande. Gradualmente, me di cuenta que podía ver; el cuarto había comenzado a brillar con luz, y yo podría discernir formas. Una, saltó hacia mí sobre piernas que parecieron no exactamente humanas, y la cara de Debbie Pelt me gruñó. ¿Qué hacía ella aquí? Ella había salido por la puerta para mostrar a las Wiccans de qué modo encontrarse seguras, y ahora estaba de vuelta en el cuarto.

No sé si ella pudiera controlarse o no, o si ella acababa de ser imbuida en la locura de la batalla, pero Debbie se había cambiado parcialmente. Su cara comenzaba a echar pelaje, y sus dientes habían comenzado a alargarse y afilarse. Ella intentó morder mi garganta, pero una convulsión causada por el cambio hizo que sus dientes fallaran. Traté de retroceder, pero tropecé con algo sobre el suelo y tomé un segundo precioso o dos para recobrar mi equilibrio. Ella comenzó a embestir otra vez, su intención inequívoca, y recordé que yo tenía un cuchillo en mi mano. Acuchillé decidida en su dirección, y ella vaciló, gruñendo.

Ella iba a usar la confusión para saldar nuestra deuda. Yo no era bastante fuerte para luchar contra una adaptoformas. Tendría que usar el cuchillo, aunque algo dentro de mí se rebelara ante el pensamiento.

Entonces de entre las capas y los restos de la niebla vino una mano grande manchada con sangre, y aquella mano grande agarró la garganta de Debbie Pelt y apretó. Y apretó. Antes de que yo pudiera rastrear la mano, luego el brazo y así la cara de su dueño, un lobo saltó del suelo para derribarme.

Y olisqueó mi cara.

Vale, esto era... entonces el lobo encima de mí fue hecho caer y rodó sobre el suelo, gruñendo e intentando morder a otro lobo. Yo no podía ayudar, porque los dos se movían tan rápido que no podía estar segura que ayudaría al aliado correcto.

La bruma se dispersaba ahora con buena velocidad, y podía ver el cuarto por completo, a pesar de que todavía quedaban remedos de la niebla opaca. Aunque hubiera estado desesperada por este momento, estuve casi arrepentida cuando llegó. Los cuerpos, tanto muertos como heridos, estaban esparcidos en el suelo, entre la parafernalia del aquelarre, y la sangre salpicada en las paredes. Portugal, el apuesto joven lobato perteneciente a la base de la fuerza aérea, estaba tumbado delante de mí. Él estaba muerto. Culpepper se puso en cuclillas al lado de él, lamentándose y sollozando ahogadamente. Esto era un pedacito de guerra y lo odié.

Hallow estaba de pie todavía y completamente en su forma humana, desnuda y chorreando sangre. Ella recogió a un lobo y lo lanzó contra la pared cuando miré. Era magnífica y horripilante. Pam se acercaba detrás de ella, y Pam estaba despeinada y sucia. Nunca había visto a la vampira tan desarreglada y perturbada, casi no la reconocí. Pam se lanzó contra Hallow, atrapándola en las caderas y llevándola al suelo. Fue una tacleada tan buena como algunas veces había visto durante años de fútbol en la noche de los viernes, y si Pam hubiera embestido a Hallow un poco más alto podría haber conseguido un excelente apretón sobre ella, y todo esto habría terminado. Pero Hallow estaba resbaladiza con la lluvia nebulosa, por la sangre, y sus brazos estaban libres. Ella se giró sobre el asimiento de Pam y agarró el largo pelo liso de la vampira con ambas manos y tiró, y arrancó varios mechones de pelo, junto con un buen trozo del cuero cabelludo.

Pam chilló como un tetera gigante. Jamás había oído semejante pitido así de alto salir de una garganta—en este caso no una garganta humana, pero de todas maneras, era una garganta. Ya que Pam era definitivamente “quien hacia las reglas” del juego, ella fijó a Hallow al suelo, agarrando ambos de sus brazos superiores, presionando y apretando, hasta que Hallow estuvo bien aplanada en el suelo. Y como la bruja era tan fuerte, era una lucha terrible, y Pam estaba obstaculizada por la sangre que corría por su cara. Pero Hallow era humana, y Pam no lo era. Pam iba ganando hasta que una de los brujos, el hombre de las mejillas concavas, avanzó lentamente a la dos mujeres y mordió en el cuello de Pam. Ambos de sus brazos estaban ocupados, así que ella no podía pararlo. Él no mordió solamente, él bebió, y conforme él bebía, su fuerza aumentó, como si su batería se hubiera recargado. Él drenaba directamente de la fuente. Nadie pareció observar a excepción de mi. Trepé a través del cuerpo blando y peludo de un lobo y uno de los vampiros para aporrear al hombre de las mejillas chupadas, que simplemente me ignoró.

Tendría que usar el cuchillo. Nunca antes había hecho algo como esto; cuando había devuelto el golpe a alguien, fue siempre una situación de vida-o-muerte, y la vida o la muerte habían sido las mías. Esto era diferente. Vacilé, pero tenía que actuar rápido. Pam se debilitaba delante de mis propios ojos, y ella no sería capaz de retener a Hallow mucho más tiempo. Tomé el cuchillo negro aplanado con su mango negro, y lo sostuve contra su garganta; lo pinché, un poco.

-Déjala ir, -dije. Él no hizo caso de mí.

Pinché más fuerte, y un río color escarlata descendió bajo la piel de su cuello. Entonces él dejó ir a Pam. Su boca estaba toda cubierta con su sangre. Pero, antes de que me pudiera alegrar porque él la había liberado, se giró, mientras todavía se encontraba debajo de mí y vino a por mí, sus ojos absolutamente enloquecidos y su boca abierta para beber de mí, también. Podía sentir el ansia en su cerebro, quiero, quiero, quiero. Puse el cuchillo en su cuello otra vez y, justo cuando estaba reuniendo el coraje necesario, él embistió avanzado y enterró la lámina en su propio cuello.

Sus ojos perdieron brillo casi al instante.

Él se había matado por vía de mí. No creo que él hubiera registrado alguna vez que el cuchillo estaba allí.

Esta era una matanza cercana, una muerte directamente-en-mi-cara, y yo había sido el instrumento de muerte, sin embargo, inadvertidamente.

Cuando pude alzar la vista, Pam se sentaba sobre el pecho de Hallow, sus rodillas fijaban los brazos de Hallow, y ella sonreía. Esto era tan extraño que miré alrededor del cuarto para encontrar la razón, y vi que la batalla pareció haber terminado. No podía imaginar cuando habría durado aquella lucha ruidosa pero invisible entre la densa bruma, pero ahora podía ver los resultados demasiado claramente.

Los vampiros no matan limpio, ellos matan sucio. Los lobos, tampoco son reconocidos por sus buenas maneras en la mesa. Las brujas parecieron conseguir salpicar un poco menos de sangre, pero el resultado final era realmente horrible, como una película muy mala, el tipo de la que se avergonzarían de haber pagado para ver.

Parecía que habíamos ganado.

En este momento, apenas me preocupé. Estaba hecha polvo, mental y físicamente, y esto significó que todos los pensamientos de los humanos, y algunos pensamientos de Lobatos, giraran alrededor en mi cerebro como la ropa dentro de la secadora. No había nada que pudiera hacer sobre ello, entonces dejé filtrarse estas cosas en mi cabeza por un rato, mientras, usando lo último de mi fuerza, me impulse lejos del cadáver. Estuve acostada boca arriba, mirando en el techo. Ya que no tenía ningun pensamiento, me llené con cada uno de los demás. Casi todos pensaban la misma clase de cosas que yo: que cansados estaban, que sangriento se veía el cuarto, que difícil era creer que ellos habían estado en una lucha como esta y habían sobrevivido. El chico de los pelos parados había vuelto a su forma humana, y pensaba cuanto había disfrutado de ello quizás más de lo que él debería, pensó. De hecho, su cuerpo sin ropas mostraba pruebas visibles de cuánto había disfrutado de ello, y él trataba de sentirse avergonzado sobre esto. Sobre todo, él quería ubicar aquella joven Wiccan tan mona y encontrar un lugar tranquilo. Hallow odiaba a Pam, ella me odiaba, ella odiaba a Eric, ella odiaba a cada uno allí. Ella comenzó a tratar de mascullar un embrujo para hacernos a todos nosotros enfermos, pero Pam le dio un codazo en el cuello, y esto cerró el asunto.

Debbie Pelt se levantó del suelo en la puerta y contempló la escena. Ella lucía extraordinariamente prístina y enérgica, como si ella nunca hubiera tenido una cara peluda y los deseos de matar a alguien. Ella escogió su camino por entre los cuerpos esparcidos sobre el suelo, algunos vivos y otros no, hasta que encontró a Alcide, todavía en su forma de lobo. Ella se agachó para comprobar sus heridas, y él gruñó contra ella en clara advertencia. Tal vez ella no creyó que él la atacaría, o tal vez ella solamente se engañó en creerlo, pero cuando ella puso su mano sobre su hombro, él la mordió lo bastante salvaje para sacarle sangre. Ella chilló y se echó hacía atrás. Durante unos segundos, se quedó en cuclillas allí, acunando su mano sangrante y llorando. Sus ojos se encontraron con los míos y casi brillaron con odio. Ella jamás me perdonaría. Me culparía el resto de su vida por el descubrimiento de Alcide acerca de su naturaleza oscura. Ella había jugado un estira y afloja con él durante dos años, ocultándole los elementos de su naturaleza que él nunca aceptaría, pero deseándolo con ella a pesar de todo. Ahora había terminado.

¿Y esto era mi culpa?

Pero yo no pensaba en los términos de Debbie, yo pensaba como un ser humano racional, y desde luego, Debbie Pelt no lo era. Deseé que la mano que había agarrado su cuello durante la lucha en la nube la hubiera ahogado hasta la muerte. Miré su espalda cuando ella empujó la puerta para salir y anduvo a zancadas en la noche, y en aquel momento supe que Debbie Pelt esperaría vengarse de mí por el resto de su vida. ¿Tal vez la mordedura de Alcide se infectaría y ella conseguiría envenenamiento de sangre?

En una acción refleja, me castigué: éste era un pensamiento perverso; Dios no quería que nosotros le deseáramos el mal a nadie más. Solamente deseé que Él también me cuidara de Debbie a mí, del mismo modo que esperas que el agente de tránsito que te paró por una infracción, vaya también a parar al tipo detrás tuyo que trataba de pasarse sobre la doble línea amarilla.

La lobato pelirroja, Amanda, se acercó. Ella fue mordida aquí y allá, y tenía un chichón que crecía sobre su frente, pero estaba radiante.

-Mientras estoy de buen humor, quiero pedirte perdón por insultarte, -dijo ella directamente. –Viniste a ayudar en esta lucha. Incluso, si tú puedes tolerar a los vampiros, no te lo reprochare más. Tal vez algún día verás la luz. –Asentí, y ella se alejó para checar a sus compañeros de jauría.

Pam había amarrado a Hallow, y Pam, Eric, y Gerald había ido a arrodillarse al lado de alguien del otro lado del cuarto. Me pregunté vagamente lo que pasaba ahí, pero Alcide estaba regresando a su forma humana, y cuando él se hubo orientado, avanzó lentamente hacía mí. Estaba demasiado agotada para preocuparme que él anduviera desnudo, pero tenía una idea nebulosa que debería tratar de recordar la vista, ya que querría evocarla en mis momentos de ocio más tarde.

Él tenía algunos arañazos y puntos sangrientos, y una laceración profunda, pero en general se veía bastante bien.

-Hay sangre sobre tu cara, -dijo él, con esfuerzo.

-No es mía.

-Gracias a Dios, -él dijo, y se sentó sobre el suelo junto a mí. -¿Qué tan herida estás?

-No estoy lastimada, no realmente, -dije. -Quiero decir, me empujaron alrededor mucho, y me sofoqué y ahogué un poco, tal vez, e intentaron morderme, ¡pero nadie me golpeó! -Por diosito, iba lograr realizar la resolución de mi Año Nuevo, después de todo.

-Siento que no encontráramos a Jason aquí, -dijo él.

-Eric preguntó a Pam y Gerald si los vampiros lo tenían, y ellos dijeron que no, -comenté. -Él pensó en una razón buenísima para que los vampiros lo retuvieran. Pero ellos no lo hicieron.

-Chow está muerto.

-¿Cómo? -Pregunté, sonando tan tranquila como si apenas me importara. Sinceramente, nunca había sido muy apegada al cantinero, pero habría mostrado una preocupación decente si no hubiera estado tan cansada.

-Uno del grupo de Hallow tenía un cuchillo de madera.

-Nunca antes vi uno, -dije después de un momento, y eso fue todo lo que se me ocurrió decir acerca de la muerte de Chow.

-Yo tampoco.

Después de un momento largo, dije;

-Siento lo de Debbie. -Lo que quería decir era, que yo lamentaba que Debbie le hubiera hecho tanto daño y hubiera resultado ser una persona tan terrible que él había tenido que tomar un paso tan drástico para conseguir sacarla de su vida.

-¿Cual Debbie? -él preguntó, y se impulso para ponerse de pie y trotar lejos a través del asqueroso suelo esparcido con sangre, cuerpos, y escombros sobrenaturales.


Capítulo 13

La secuela de una batalla es melancólica y repugnante. Supongo que podrían llamar a lo que habíamos tenido una batalla... ¿o quizás más bien una escaramuza sobrenatural? Los heridos tienen que ser atendidos, la sangre tiene que ser limpiada, los cuerpos tienen que ser sepultados. O, en este caso, dispuestos—Pam decidió incendiar la tienda, dejando los cuerpos del aquelarre de Hallow dentro.

No todos habían muerto. Hallow, desde luego, estaba todavía viva. Una bruja más sobrevivió, aunque ella estaba muy mal herida y baja de sangre. De los lobatos, el Coronel Flood estaba gravemente herido; Mark Stonebrook había matado a Portugal. Los demás estaban más o menos bien. Del contingente vampiro, sólo Chow había muerto. Los demás tenían heridas, algunas horribles, pero los vampiros se curarían.

Me sorprendió que las brujas no hubieran hecho una mejor exhibición.

-Probablemente eran buenas como brujas, pero no eran buenas luchadoras, -dijo Pam. -Fueron escogidos por su habilidad mágica y su deseo de seguir a Hallow, no por sus habilidades de batalla. No deberían haber tratado de asumir Shreveport con tales seguidores.

-¿Por qué Shreveport? -Pregunté a Pam.

-Voy a averiguarlo, -dijo Pam, sonriendo.

Me estremecí. No quise considerar los métodos de Pam.

-¿Cómo vas a impedirle lanzar un embrujo contra ti mientras la interrogas?

 Pam dijo;

-Algo se me ocurrirá. -Ella sonreía todavía.

-Lamento lo de Chow, -dije, un poco renuente.

-El trabajo de cantinero en Fangtasia no parece ser un trabajo de buena suerte, -admitió ella. -No sé si seré capaz de encontrar alguien que sustituya a Chow. Después de todo, él y Long Shadow, ambos fallecieron un año después de comenzar el trabajo.

 -¿Qué vas a hacer sobre desembrujar a Eric?

Pam pareció bastante complacida de charlar conmigo, a pesar de que fuera sólo una humana, ahora que ella había perdido a su compinche.

-Haremos que Hallow lo haga, tarde o temprano. Y ella nos dirá por qué lo hizo.

-¿Si Hallow les dice el contorno general del embrujo, será suficiente? ¿O tendrá que realizarlo ella misma? -Traté de replantear esto de otra manera en mi cabeza, así estaría más claro, pero Pam pareció entenderme.

-No sé. Tendremos que preguntárselo a nuestras amigables Wiccans. Aquellos que tu salvaste deberán estar lo bastante agradecidos como para darnos cualquier ayuda que necesitemos, -dijo Pam, mientras esparcía un poco más de gasolina alrededor del cuarto. Ya había comprobado el edificio para quitar las pocas cosas que ella podría querer de él, y el aquelarre local había recogido la parafernalia mágica, en caso de que alguno de los polis que viniera para investigar este fuego pudiera reconocer los remanentes.

Eché un vistazo a mi reloj. Esperé que, para este momento, Holly hubiera logrado llegar a casa. Le diría que su hijo estaba a salvo.

Mantuve mis ojos apartados del trabajo que la bruja más jóven hacía sobre la pierna izquierda del Coronel Flood. Él había recibido una fea cuchillada en el quadriceps. Era una herida seria. Él alumbró la herida y después que Alcide le trajo su ropa, el Coronel cojeó alrededor con una sonrisa sobre su cara. Pero cuando la sangre se filtró por la venda, el packmaster tuvo que permitir que sus Lobatos lo llevaran a un doctor que resultó ser un doble-natura complaciente y deseoso de ayudar a borrar su nombre de los registros del hospital, ya que nadie podría pensar en una buena historia que explicaría tal herida. Antes de marcharse, el Coronel Flood dió la mano ceremoniosamente a la cabeza de las brujas y a Pam, aunque yo pudiera ver las gruesas gotas de sudor sobre su frente, hasta en el frígido aire del viejo edificio.

Pregunté a Eric si sentía algo diferente, pero él estaba todavía ignorante de su pasado. Él pareció disgustado y al borde del terror. La muerte de Mark Stonebrook no había hecho ninguna diferencia, así que Hallow permanecería en la tierra durante unas cuantas horas terribles, cortesía de Pam. Simplemente acepté esto. No quise pensar en ello detenidamente. O en absoluto.

En cuanto a mí, yo me sentía completamente pérdida. ¿Debería irme a casa en Bon Temps, llevando a Eric conmigo? (¿Todavía era responsable de él?) ¿Debería tratar de encontrar un lugar para pasar las horas restantes de la noche aquí en la ciudad? Shreveport era la casa para todos, a excepción de Bill y yo, pero Bill planeaba usar la cama vacía de Chow (o lo que sea que fuera) para el día que se aproximaba, por sugerencia de Pam.

Remoloneé nerviosa alrededor, de manera indecisa durante unos minutos, tratando de decidir. Pero nadie pareció necesitarme para algo específico, y nadie me buscó para conversar. Así que, cuando Pam estuvo implicada en dar a los otros vampiros indicaciones sobre el transporte de Hallow, sencillamente camine fuera. La noche era bastante más quieta y silenciosa de lo que debería ser, pero algunos perros ladraron cuando anduve calle abajo. El olor de la magia había disminuido. La noche era más oscura y hasta más fría, y yo andaba de capa caída. No sabía lo que diría si un policía me paraba; iba salpicada de sangre y desarreglada, y no tenía ninguna explicación. En este momento, encontré muy difícil el preocuparme.

Había conseguido tal vez andar un bloque cuando Eric me alcanzó. Él estaba muy preocupado—casi temeroso.

-No te quedaste allí. Cuando miré alrededor tú ya no estabas allí, -dijo él de modo acusador. -¿A dónde vas? ¿Por qué no me dijiste nada?

-Por favor, -dije, y levanté una mano para suplicarle que guardara silencio. -Por favor.

Estuve tan cansada de ser fuerte para él, y tuve que luchar contra una depresión galopante, aunque no podría decirles exactamente por qué; después de todo, nadie me había golpeado.  Debería estar feliz, ¿correcto? Los objetivos de la noche habían sido alcanzados. Hallow fue derrotada y puesta en cautiverio; aunque Eric no hubiera sido restituido a él mismo, pronto lo sería, porque Pam estaba segura de convencer a Hallow con la manera de pensar vampiro, de un modo doloroso y terminal.

Indudablemente, Pam descubriría también por qué Hallow había comenzado este completo curso de acción. Y Fangtasia adquiriría un nuevo cantinero, algún vampiro tipazo, quién haría llegar las pelas turísticas. Ella y Eric abrirían el club stripper que ellos habían estado considerando, o la tintorería abierta durante toda la noche, o el servicio de guardaespaldas.

Mi hermano todavía estaría perdido.

-Déjame ir a casa contigo. No los conozco a ellos, -dijo Eric, su voz baja y casi suplicante. Me dolía interiormente cuando Eric decía algo así, tan contrario de su personalidad normal. ¿O estaba viendo la verdadera naturaleza de Eric? ¿Eran sus exhibiciones de alarde y seguridad algo que él había asumido, como otra piel, durante años?

-Seguro, ven, -dije, tan desesperada como Eric lo era, pero en mi propio estilo. Solamente deseaba que él estuviera tranquilo, y fuerte.

Me conformaría con tranquilo.

Él me prestó su fuerza física, al menos. Me cargó y me llevó al auto. Estuve sorprendida de descubrir que mis mejillas estaban empapadas con lágrimas.

-Tienes sangre por todas partes de tu cuerpo, -dijo él en mi oído.

-Sí, pero no te emociones con ello, -advertí. -Esto no significa nada para mí. Solamente quiero ducharme. -Yo estaba en la etapa de tener hipo-sollozo mientras lloraba, casi había terminado.

-Ahora tendrás que deshacerte de este horroroso abrigo, -dijo él, con algo de satisfacción.

-Lo limpiaré. -Estuve exhausta como para responder comentarios despectivos sobre mi abrigo.

Escaparse del peso y el olor de la magia era casi tan bueno como una gran taza de café y un golpe de oxígeno. Cuando nos encontrábamos cerca de Bon Temps, ya no me sentía hecha jirones, y estaba calmada cuando arribamos en la puerta de atrás. Eric entró detrás de mí y dio un paso a mi derecha para rodear la mesa de la cocina, cuando me estiré a la izquierda para prender el interruptor de la luz.

Cuando encendí la luz, Debbie Pelt me sonreía.

Ella había estado sentándose en la oscuridad en mi mesa de cocina, y tenía un arma en su mano.

Sin decir una palabra, ella disparó contra mí.

Pero ella había calculado todo sin Eric, quién era tan rápido, más rápido que cualquier humano. Él recibió la bala dirigida a mí, y la recibió directamente en el pecho. Él se derrumbo delante de mí.

Ella no había tenido tiempo para registrar la casa, lo que fue una suerte. Del calentador de agua, atrapé la escopeta que había tomado de la casa de Jason. Cargué y corte cartucho—uno de los sonidos mas aterradores en el mundo—y le pegué un tiro a Debbie Pelt mientras ella todavía miraba fijamente, impresionada, en Eric, quién estaba sobre sus rodillas y tosiendo sangre. Recargué otro cartucho, pero no tuve que pegarle un tiro a ella otra vez. Sus dedos se relajaron y su arma se cayó al suelo.

Me senté sobre el suelo yo misma, porque no podía sostenerme sobre mis piernas.

Eric estaba ahora completamente extendido sobre el suelo, jadeando y retorciéndose nerviosamente en un charco de sangre.

No había quedado mucho del pecho superior de Debbie y cuello.

Mi cocina pareció como si hubiera estado desmembrando cerdos, cerdos que presentaron batalla.

Comencé a gatear para alcanzar el teléfono al final de contador. Mi mano cayó de nuevo al suelo cuando me pregunté a quien iba a llamar.

¿La ley? ¡Já!.

¿Sam? ¿Y continuar a enfangarlo en mis problemas? No lo creo.

¿Pam? ¿Dejarle ver lo cerca que había estado de que mataran a mi encargo? Sí, como no.

¿Alcide? Genial, a él le fascinaría contemplar lo que yo había hecho con su novia, abjurada o no abjurada.

¿Arlene? Ella tenía su vida para hacer, y dos pequeños niños. Ella no tiene que estar envuelta en algo ilegal.

¿Tara? Demasiado delicada.

Aquí era cuando yo habría llamado a mi hermano, si supiera donde estaba. Cuando tienes que limpiar la sangre de la cocina, es familia a quién necesitas.

Tendría que hacer esto sola.

Eric venía primero. Me acerqué a él, ayudándome con un codo para apoyarme.

-Eric, -dije en voz alta. Sus ojos azules se abrieron. Ellos brillaban con dolor.

El agujero en su pecho burbujeó sangre. Odiaba pensar como luciría la herida de salida. ¿Tal vez habría sido una calibre veintidós? ¿Tal vez la bala estaba todavía dentro? Vi la pared detrás donde él había estando de pie, y no pude ver salpicaduras de sangre o un agujero de bala. Realmente, pensé, si la bala hubiera pasado a través de él, me habría golpeado. Vi abajo de mi misma, palpé mi abrigo. No, ninguna sangre fresca.

Cuando miré a Eric, él comenzó a verse un poco mejor.

-Sangre, -él dijo, y casi puse mi muñeca sobre sus labios, cuando reconsideré. Logré conseguir algo de TrueBlood del refrigerador y calentarla, aunque el frente del microondas fuera todo menos que inmaculado.

Me arrodillé para dársela.

-¿Por qué no tú? -él preguntó dolorosamente.

-Lo siento, -me disculpé. -Sé que te lo ganaste, cariño. Pero tengo que mantener toda mi energía. Tengo más trabajo por delante.

Eric sorbió la bebida con tragos grandes. Ya había desabotonado su abrigo y su camisa de franela, y cuando mire su pecho para delimitar el progreso del sangrado, vi una cosa asombrosa. La bala que lo había alcanzado estalló fuera de la herida. En otros tres minutos, o quizás menos, el agujero se había cerrado. La sangre todavía se secaba sobre su vello del pecho, y la herida de bala se desvanecía.

-¿Más sangre? -Eric preguntó.

-Seguro. ¿Cómo te sientes? -Yo misma estaba entumecida.

Su sonrisa fue torcida.

-Débil.

Le conseguí más sangre y él bebió esta botella más despacio. Estremeciéndose, se empujó a una posición sentada. Él contemplo el lío del otro lado de la mesa.

Entonces él me vio.

-¡Lo sé, lo sé, es terrible! -Dije. -¡Lo siento tanto! -Podría sentir que las lágrimas—otra vez—se deslizaban por mis mejillas. Difícilmente me podía sentir más miserable. Había hecho una cosa terrible. Había fallado en mi trabajo. Tenía una limpieza masiva delante de mí. Y me veía espantosa.

Eric pareció suavemente sorprendido por mi arrebato.

-Tú podrías haber muerto por el balazo, yo sabía que no moriría, -indicó él. –Detuve la bala por ti del modo más efectivo, y luego tú me defendiste con eficacia.

Este seguramente era un modo sesgado de verlo, pero por extraño que parezca, me sentí realmente menos mal.

-Maté a otro humano, -dije. Esto hizo dos en una noche; pero en mi opinión, el brujo de las mejillas chupadas se había matado cayendo sobre el cuchillo.

Definitivamente yo había disparado la escopeta sola.

Me estremecí y gire lejos de la cáscara irregular de hueso y carne que había sido una vez Debbie Pelt.

-No, tú no lo hiciste, -dijo él bruscamente. –Tú mataste una adapto que era una perra traidora, cruel, una adapto quién ya había tratado de matarte dos veces. –Así que había sido la mano de Eric la que había apretado su garganta y la había alejado de mí. -Debí terminar el trabajo cuando la tenía antes, -dijo él, por vía de confirmación. -Esto nos habría ahorrado a ambos algo de dolor; en mi caso, literalmente.

Tenía el presentimiento que esto no era lo que Reverendo Fullenwilder diría. Murmuré algo para tal efecto.

-Nunca fui Cristiano, -dijo Eric. Bien, esto no me sorprendió. -No puedo imaginar un sistema de creencia que te dijera quedarte inmóvil y dejarte matar.

Parpadeé, preguntándome si no era exactamente lo que el Cristianismo enseñaba. Pero no soy ningúna teóloga o erudita de la Biblia, y tendría que dejar el juicio sobre mi acción a Dios, que tampoco es ningún teólogo.

De alguna manera me sentí mejor, y de hecho estaba agradecida de estar viva.

-Gracias, Eric, -dije. Lo besé sobre la mejilla. -Ahora vete a limpiar en el cuarto de baño mientras comienzo aquí.

Pero él no hizo nada de esto. Dios lo bendiga, él me ayudó con gran celo. Ya que él podía manejar las cosas más asquerosas sin aparente náusea, estuve encantada de dejarlo.

No quieren saber lo horrible que fue, o todos los detalles. Pero conseguimos a Debbie juntos y la empaquetamos, y Eric se la llevó en los bosques, la sepultó y ocultó la tumba, él juró, mientras yo limpié. Tuve que bajar las cortinas sobre el fregadero y meterlas en la lavadora con agua fría, y también lancé mi abrigo con ellas, aunque sin muchas esperanzas de que lo pudiera usar otra vez. Me puse guantes de goma y usé lejía para empapar, limpiar y tallar repetidas veces la silla, la mesa y el suelo, y rocié el frente de los gabinetes con el jabón de madera y limpié y limpié.

No creerían donde habían aterrizado las motas de sangre.

Me di cuenta que la atención a estos detalles diminutos me ayudaba a mantener mi mente fuera del acontecimiento principal, y que más dilatara en verlo directamente—más permitiría que las prácticas palabras de Eric penetraran en mi conciencia—sería lo mejor. No había nada que pudiera deshacer. No había ningún modo que pudiera enmendar lo que había hecho. Había tenido un número limitado de opciones, y tendría que vivir con la decisión que había hecho. Mi Abue me decía siempre que una mujer—cualquiera que se preciara a si misma—podría hacer lo que sea que tuviera que hacer. Si hubieran llamado a Abue una mujer liberada, lo habría negado enérgicamente, pero ella había sido la mujer más fuerte que yo conocí jamás, y si ella creyera que yo podría completar esta espeluznante tarea, sencillamente porque tenía que hacerlo, lo haría.

Cuando acabé, la cocina apestó a productos de limpieza, y a simple vista estaba literalmente intachable. Estaba segura que un experto del crimen sería capaz de encontrar rastros de evidencia (cortesía del The Learning Channel), pero no proyectaba que un experto forense tuviera alguna vez razón de entrar en mi cocina.

Ella había roto la chapa de la puerta principal. Jamás se me había ocurrido comprobarla antes de que entrara por atrás. Cuanto por mi carrera como guardaespaldas. Acuñé una silla bajo la manija para mantenerla bloqueada durante el resto de la noche.

Eric, regresó del entierro, parecía estar tremendamente entusiasmado, así que le pedí ir a buscar el auto de Debbie. Ella tenía un Mazda Miata, y lo había escondido sobre una cuneta, directamente a través del camino vecinal donde se daba vuelta a mi casa. Eric había tenido la previsión de quitarle sus llaves, y él se ofreció voluntario para conducir su auto en otra parte. Debería haberlo seguido, devolverlo a mi casa, pero él insistió que podría hacer el trabajo por si solo, y estaba demasiado agotada para andar dando órdenes. Estuve de pie bajo una corriente de agua y me fregué fuertemente mientras él estaba ausente. Me alegré de estar sola, y me lavé repetidas veces. Cuando estuve tan limpia como podía ponerme exteriormente, me puse un camisón de noche de nilón rosado y trepé lentamente en la cama. Estaba cerca del alba, y esperé que Eric estuviera de vuelta pronto. Ya había abierto el armario y el agujero para él, y había puesto una almohada suplementaria en él.

Lo oí entrar justo cuando me dormía, y él me besó sobre la mejilla.

-Hecho, -él dijo, y yo mascullé;

-Te lo agradezco, bebé.

-Lo que sea por ti, -dijo él, su voz suave. –Buenas noches, amada.

Se me ocurrió que yo era letal para las ex´s. Había eliminado al gran amor de Bill (y su mami); ahora acababa de matar al caramelito intermitente de Alcide. Conocía a cien hombres. Y nunca había sido mortal sobre su ex´s. Pero las criaturas de las que me preocupaba, bueno, pues parecía ser diferente. Me pregunté si Eric tendría alguna antigua novia por allí. Probablemente unas cien más o menos. Bien, ellas deberían estar prevenidas contra mí.

Después de esto, lo quisiera o no, fui chupada dentro de un agujero negro de extenuación.


Capítulo 14

Supongo que Pam trabajó sobre Hallow directamente hasta que el alba coloreó sobre el horizonte. Yo misma dormí pesadamente, necesitada tanto de la curación física como mental, no desperté hasta las cuatro por la tarde. Esto era un día sombrío de invierno, la clase que hace encender la radio para ver si una tormenta de nieve se avecina. Comprobé para asegurarme que tenía suficiente leña subida en el porche trasero para tres o cuatro días.

Eric se levantaría temprano hoy.

Me vestí y comí a la velocidad de un caracol, tratando de conseguir manejar mi estado de ánimo.

Físicamente, estaba genial. Una contusión aquí o allí, un pequeño dolor muscular—que no era nada. Era la segunda semana de enero y me atenía a la resolución de mi Año Nuevo, grandioso.

En la otra mano—y hay siempre otra mano—mentalmente, o tal vez emocionalmente, yo era todo menos estable. No importa que práctica seas, no importa que fuerte y aguantadora seas, no se puede hacer algo como lo que yo había hecho sin sufrir algunas consecuencias.

Este es el modo que es.

Cuando imaginé a Eric levantándose, pensé que tal vez nos haríamos algunos arrumacos antes de que yo tuviera que ir a trabajar. Y sentí el placer en estar con alguien que creía que yo era tan importante.

No había esperado que el embrujo ya estuviera roto.

Eric se levantó a las cinco treinta. Cuando oí el movimiento en el dormitorio de invitados, di un toque sobre la puerta y la abrí. Él giró, sus colmillos salieron fuera y sus manos se curvaron en garras delante de él.

Yo había dicho casi, “Hola, cariño”, pero la precaución me mantuvo muda.

-Sookie, -él dijo despacio. -¿Estoy en tu casa?

Me alegré de haberme vestido.

-Sí, -dije, reagrupándome como loca. -Has estado aquí por seguridad. ¿Sabes qué pasó?

-Fui a una reunión con algunas personas nuevas, -dijo él, con duda en su voz. -¿Lo hice? -Él vió abajo su ropa de Wal-Mart con un poco de sorpresa. -¿Cuándo compré estos?

 -Tuve que conseguirte eso para ti, -dije.

-¿Me vestiste, también? -preguntó, corriendo sus manos por su pecho y más abajo. Él me dedicó una sonrisa muy de Eric.

Él no recordó. Nada.

-No, -dije. Mientras tuve algunos destellos en mi mente sobre Eric en la ducha conmigo. La mesa de la cocina. La cama.

-¿Dónde está Pam? -él preguntó.

-Deberías llamarle, -dije. -¿Recuerdas algo sobre ayer?

-Ayer yo tenía la reunión con las brujas, -dijo él, como si fuera indiscutible.

Sacudí mi cabeza.

-Eso fue hace varios días, -le conté, incapaz de sumar el número de ellos en mi cabeza. Mi corazón se hundió aún más abajo.

-No recuerdas anoche, después de que volvimos de Shreveport, -lo presioné, de repente viendo un destello de luz en todo esto.

-¿Hicimos el amor? -él preguntó esperanzado. -¿Finalmente te rendiste a mí, Sookie? Es sólo cuestión de tiempo, por supuesto. -Él me sonrió abiertamente.

No, anoche desaparecimos un cuerpo, pensé.

Yo era la única que lo sabía. Y ni siquiera yo sabía donde fueron sepultados los restos de Debbie, o lo que había pasado con su auto.

Me senté en la esquina de mi angosta cama vieja. Eric me observó estrechamente.

-¿Algo anda mal, Sookie? ¿Qué ocurrió mientras yo estuve—Por qué no recuerdo qué pasó?

Menos digas, más pronto se enmienda.

Lo que empieza bien se termina bien.

Fuera de la vista, fuera de la mente. (Ah, deseé que esto fuera verdad.)

-Apuesto que Pam llegará aquí en cualquier minuto, -dije. –Mejor dejo que sea ella quien te informe.

-¿Y Chow?

-No, él no estará aquí. Él murió anoche. Fangtasia parece tener mal efecto sobre los cantineros.

-¿Quién lo mató? Obtendré venganza.

-Ya la obtuviste.

-Algo más anda mal contigo, -dijo Eric. Él siempre ha sido astuto.

-Sí, un montón de cosas andan mal conmigo. -Habría disfrutado abrazándolo en ese momento, pero esto solo complicaría todo. -Y pienso que va a nevar.

-Nieve, ¿aquí? -Eric estuvo tan deleitado como un niño. -¡Me encanta la nieve!

¿Por qué no estuve sorprendida?

-Tal vez nos quedaremos encerrados juntos debido a la nieve, -dijo él provocativamente, meneando sus cejas rubias.

Me reí. No pude evitarlo. Y esto era condenadamente mejor que llorar, lo cual había hecho últimamente muy seguido.

-Como si tu dejarás alguna vez al clima detenerte, -dije, y estuve de pie. -Ven, te calentaré algo de sangre.

Incluso unas noches de intimidad me habían suavizado al grado que tuve que controlar mis acciones. Una vez casi acaricié su pelo cuando pasé cerca de él; y una vez me incliné para darle un beso, y tuve que fingir que había dejado caer algo sobre el suelo.

Cuando Pam llamó a mi puerta principal treinta minutos más tarde, estaba lista para irme al trabajo, y Eric estaba impaciente como nadie.

Pam apenas se había sentado frente a él cuando él comenzó a bombardearla con preguntas. Les dije tranquilamente que me marchaba, y ni siquiera creo que ellos notaron cuando salí por la puerta de cocina.

Merlotte´s no estaba demasiado ocupado esa noche, después de que lidiamos con una muchedumbre grande a la hora de la cena. Algunos copos de nieve habían convencido a la mayoría de los habituales que irse a casa sobrios podría ser una idea muy buena. Hubo bastantes clientes para mantenernos a Arlene y a mí moderadamente ocupadas. Sam me interceptó cuando cargaba en mi bandeja siete tarros de cerveza y quiso enterarse de lo que había ocurrido la noche anterior.

-Te contaré más tarde, -prometí, pensando que tendría que editar mi narrativa cuidadosamente.

-¿Algún rastro de Jason? -él preguntó.

-No, -dije, y me sentí más triste que alguna vez. La encargada en la oficina de policía había sonado casi irritada cuando había vuelto a llamar para preguntar si existía alguna noticia.

Kevin y Kenya vinieron aquella noche después de que había terminado su turno en la policía. Cuando llevé sus bebidas a la mesa (un bourbon con Coca-Cola y una ginebra con tónica), Kenya dijo;

-Hemos seguido buscando a tu hermano, Sookie. Lo siento.

-Sé que todos han estado intentándolo, -dije. -¡Aprecio de corazón que todos ustedes organizaran un pelotón de búsqueda! Solamente quisiera... -Y luego no pude pensar en nada más que decir. Gracias a mi discapacidad, yo sabía algo sobre cada uno de ellos que el otro no sabía. Ellos se amaban el uno al otro. Pero Kevin sabía que su madre pegaría su cabeza en el horno antes de verlo casado con una negra, y Kenya sabía que sus hermanos preferirían estampar a Kevin contra una pared a verlo recorrer el pasillo junto con ella.

Y yo supe esto, a pesar de que ninguno de ellos lo sabía; y odié tener este conocimiento personal, este conocimiento íntimo, que no me ayudaba el conocerlo.

Peor que saber, incluso, era la tentación de interferir.  Me dije a mi misma severamente que ya tenía bastantes problemas propios sin necesidad de causarle problemas a otra gente. Por suerte, estuve bastante ocupada el resto de la noche para borrar la tentación de mi mente. Aunque yo no pudiera revelar aquellas clases de secretos, me recordé que estaba en deuda con los dos oficiales. Si oyera algo que pudiera ayudarlos, les avisaría.

Cuando el bar se cerró, ayudé a Sam a subir las sillas sobre las mesas así Terry Bellefleur podría entrar, fregar y limpiar los baños temprano en la mañana. Arlene y Tack se habían marchado, cantando “Let It Snow” mientras ellos salían por la puerta de atrás. Efectivamente, los copos de nieve comenzaban a caer mas pesadamente, aunque no creía que duraran hasta la mañana. Pensé en las criaturas fuera en los bosques, esta noche, tratando de mantenerse calientes y secas. Yo sabía que en algún punto en el bosque, Debbie Pelt yacía en un frío agujero, para siempre.

Me pregunté desde cuando yo pensaba en ella así, y deseé intensamente que también pudiera recordar claramente la clase de persona horrible que ella había sido, rencorosa y cruel.

De hecho, me había puesto a mirar fijamente hacia fuera de la ventana durante un par de minutos cuando Sam pasó detrás de mí.

-¿Qué estás pensando? -preguntó. Él me tomó por codo, y podía sentir la fuerza en sus dedos.

Suspiré, no por primera vez.

-Solamente preguntándome sobre Jason, -dije. Era bastante cercano a la verdad.

Él me acarició a manera de consuelo.

-Cuéntame acerca de anoche, -dijo, y durante un segundo pensé que él me preguntaba sobre Debbie. Pero casi inmediatamente supe que él se refirió a la batalla con las brujas, y fui capaz de darle un recuento.

-Así que Pam vino esta noche a tu casa. -Sam sonó contento sobre esto. -Ella debe haber quebrantado a Hallow, y la obligó a deshacer el embrujo. ¿Eric es el mismo otra vez?

-Por lo que pude ver.

-¿Qué tuvo él que decir sobre la experiencia?

-Él no recordó nada sobre ello, -dije despacio. -No pareció tener una pista.

Sam apartó la mirada cuándo él dijo;

-¿Como estás tú, con esto?

-Creo que es lo mejor, -le dije.

Definitivamente. Pero me iría a casa… a una casa vacía otra vez. Este conocimiento pasó rozando sobre los bordes de mi conciencia, pero no lo examinaría detenidamente.

-Qué mal que no trabajarás hoy en el turno de la tarde, -dijo él, de alguna manera siguiendo un hilo de pensamiento similar. -Calvin Norris estuvo aquí.

-¿Y?

-Creo que él vino con la esperanza de verte a ti.

Contemplé a Sam escépticamente.

-Seguro.

-Pienso que él va en serio, Sookie.

-Sam, -dije, sintiéndome incomprensiblemente herida, -estoy sola, y a veces esto no es divertido, pero no tengo que trabar amistad con un hombre-lobo solamente porque él la ofrece.

Sam pareció estar suavemente perplejo.

-No tendrías. La gente en Hotshot no son Lobatos.

-Él comento que cambiaban.

-No, no en Lobatos. Ellos son demasiado orgullosos para llamarse solo adaptos, pero eso es lo que son. Ellas son adapto-panteras.

-¿Qué? -Juro que vi puntitos flotar en el aire alrededor de mis ojos.

-¿Sookie? ¿Qué ocurre?

-¿Panteras? ¿No sabías que la impresión sobre el muelle de Jason era la huella de una pantera?

-¡No, nadie me dijo nada sobre una huella! ¿Estás segura?

Le dirigí una mirada exasperada.

-Desde luego, que lo estoy, seguro. Y él desapareció la noche que Crystal Norris lo esperaba en su casa. Eres el único cantinero en el mundo que no conoce todos los chismes de la ciudad.

-¿Crystal—ella es la muchacha de Hotshot que andaba con él la Nochevieja? ¿La muchacha flaca de pelo negro en la búsqueda?

Asentí.

-¿La que Felton ama tanto?

-¿Quién?

-Felton, ya sabes, él que vino a la búsqueda. Ella ha sido el gran amor de su vida.

-¿Y tú cómo sabes esto? -Como yo era la adivinador del pensamiento, y no lo sabía, estuve claramente picada.

-Él me lo dijo una noche cuando tomó demasiado. Estos tipos de Hotshot, no vienen seguido, pero cuando lo hacen, beben en serio.

-¿Entonces, por qué participaría él en la búsqueda?

-Creo que tal vez deberíamos ir hacer unas cuantas preguntas.

-¿Tan tarde?

-¿Tienes algo mejor que hacer?

Él tenía un punto, y seguro quería saber si ellos tendrían a mi hermano o podrían decirme lo que le había pasado. Pero, de cierta manera, me asustaba lo que podría averiguar.

-Esa chaqueta es muy ligera para este tiempo, Sookie, -dijo Sam, mientras nos poníamos las chamarras.

-Mi abrigo está en la lavandería, -dije. Realmente, no había tenido la oportunidad para ponerlo en el secador, o hasta comprobar y asegurarme que toda la sangre había salido. Y tenía agujeros.

-Hmmm -fue todo lo que Sam dijo, antes de que me prestara un suéter de jersey verde para meterme bajo mi chaqueta. Entramos en la camioneta de Sam porque la nieve arreció realmente, y como todos los hombres, Sam era un convencido que él podría conducir en la nieve, aunque él casi nunca lo hiciera.

El camino hacia Hotshot pareció aún más largo por la noche oscura, con la nieve que se arremolinaba bajo los faros.

-Te agradezco por traerme aquí fuera, pero comienzo a pensar que estamos chiflados, -dije, cuando íbamos a mitad de camino.

-¿Tienes puesto el cinturón de seguridad? -Sam preguntó.

-Seguro.

-Bien, -él dijo, y seguimos nuestro camino.

Finalmente llegamos a la pequeña comunidad. No había ninguna farola aquí fuera, desde luego, pero un par de residentes habían pagado para hacer poner luces de seguridad sobre los postes eléctricos. Las ventanas brillaban en algunas casas.

-¿Dónde crees que deberíamos ir?

-Calvin. Él es quién tiene el mando, -dijo Sam, sonando seguro.

Recordé cuan orgulloso Calvin había estado de su casa, y tuve algo de curiosidad por ver el interior. Sus luces estaban prendidas, y su camioneta aparcada delante de la casa. Bajar de la caldeada camioneta en la noche nevosa se pareció al andar por una fría cortina mojada para alcanzar la puerta principal. Llamé, y después de una pausa larga, la puerta se abrió. Calvin pareció complacido hasta que él vio a Sam detrás de mí.

-Pasen, -dijo él, no muy hospitalario, y se hizo a un lado. Limpiamos nuestros pies cortésmente antes de entrar.

La casa era sencilla y limpia, mobiliario barato pero cuidado y decorada con cuadros. Ninguno de los cuadros tenían gente en ellos, lo que pensé era interesante. Paisajes. Fauna Salvaje.

-Esta es una mala noche para andar conduciendo fuera, -observó Calvin.

Sabía que tendría que manejar esto de manera muy cuidadosa, aun cuando lo único que deseara fuera agarrar el frente de su camisa de franela y gritarle en su cara. Este hombre era líder. El tamaño del reino no importó realmente.

-Calvin, -dije, tan tranquilamente como podría, -¿sabías que la policía encontró una huella de pantera sobre el muelle, junto a la impresión de la bota de Jason?

-No, -él dijo, después de un momento largo. Podía ver la cólera que crecía en sus ojos. -No oímos mucho chisme de ciudad por aquí. Me pregunté por qué el pelotón de búsqueda tenía a hombres con armas, pero solemos poner a la gente nerviosa, y nadie habló mucho con nosotros. Huella de pantera. ¡Eh!.

-Yo no sabía que era tu, um, otra identidad, hasta esta noche.

Él me observó atentamente.

-Tú piensas que uno de nosotros tiene a tu hermano.

Estuve de pie silenciosa, sin desviar la mirada de sus ojos. Sam estaba igualmente quieto al lado de mí.

-¿Piensas que Crystal se enfureció con tu hermano y lo dañó?

-No, -dije. Sus ojos de oro se hicieron más amplios y redondos cuando le hablé.

-¿Tienes miedo de mí? -él preguntó de repente.

-No, -dije. -No lo tengo.

-Felton, -él dijo.

Asentí con la cabeza.

-Vamos a ver, -dijo él.

De regreso a la nieve y oscuridad. Sentía el picor que provocaban los copos de nieve sobre mis mejillas, y me alegré que mi chaqueta tuviera una capucha. La mano enguantada de Sam tomó la mía cuando tropecé con algún instrumento desechado o el juguete en la yarda de la casa al lado de Felton. Cuando arribamos hasta el suelo de concreto que formaba el porche delantero de Felton, Calvin ya llamaba en la puerta.

-¿Quién es? -Felton demandó.

-Abre, -dijo Calvin.

Reconociendo su voz, Felton abrió la puerta de inmediato. Él no tenía el mismo bicho de la limpieza que Calvin, y su mobiliario no estaba cuidado, más como si empujarlo contra cualquier pared fuera lo más práctico. De la manera que él se movía no era humano, y esta noche eso pareció aún más pronunciado que durante la búsqueda. Felton, pensé, estaba más cercano a su naturaleza de animal. La endogamia había dejado definitivamente su huella sobre él.

-¿Dónde está el hombre? -Calvin preguntó sin preámbulos.

Los ojos de Felton se abrieron asombrados, y se movió nerviosamente, como si pensara en correr. Él no habló.

-¿Dónde está? -Calvin exigió otra vez, y luego su mano cambio en una zarpa y él golpeó a Felton a través de la cara. -¿Vive él?

Estampé mis manos a través de mi boca, así no podría gritar. Felton cayó sobre sus rodillas, su cara cruzada con tajos paralelos que comenzaban a escurrir sangre.

-En el cobertizo trasero, -dijo él vagamente.

Me lancé hacía la puerta principal tan rápidamente que Sam apenas me alcanzó. Llegando a la esquina de la casa volé, y caí cuan larga era sobre un pila de leña. Aunque supiera que esto dolería más tarde, salté y me encontré sostenida por Calvin Norris, que, como él hizo en los bosques, me levantó sobre la pila antes de que yo supiera lo que él intentaba. Él mismo saltó con gracia felina, y luego llegamos a la puerta del cobertizo, que era uno de aquellos que se ordenan en Sears o Penney. Tus vecinos vienen a ayudarte a ensamblarlo, cuando el camión del concreto viene para verter el piso.

La puerta se encontraba cerrada con candado, pero estos cobertizos no están hechos para repeler a intrusos determinados, y Calvin era muy fuerte. Él rompió la cerradura, empujó atrás la puerta, y encendió la luz. Era asombroso que tuviera electricidad, porque esto no es la norma.

Al principio yo no estaba segura que veía a mi hermano, porque esta criatura no lucía para nada como Jason. Él era rubio, seguro, pero estaba tan asqueroso y maloliente que me estremecí, a pesar del aire congelado. Y estaba azul por el frío, ya que sólo tenía puestos sus pantalones. Él descansaba sobre una manta, echado en el suelo macizo.

Estuve sobre mis rodillas al lado de él, abrigándolo lo mejor que pude con mis brazos, y sus párpados se abrieron con dificultad.

-¿Sookie? -él dijo, y escuche la incredulidad de su voz. -¿Sookie? ¿Estoy a salvo?

-Sí, -dije, aunque de ninguna manera estuviera tan segura. Recordé lo que le había pasado al sheriff que había venido aquí y había descubierto que algo andaba mal. -Vamos a llevarte a casa.

Él había sido mordido.

Él había sido mordido muchísimo.

-Oh, no, -dije suavemente, el importante significado de las mordeduras me perforo.

-No lo maté, -dijo Felton defensivamente, desde fuera.

-Lo mordiste, -dije, y mi voz sonó como otra persona. –Querías que fuera como tú.

-Así Crystal no lo preferiría. Ella sabe que tenemos que reproducirnos fuera, pero realmente la quiero, -dijo Felton.

-Así que lo atrapaste, y lo escondiste mientras lo mordías.

 Jason se encontraba muy débil como para ponerse de pie.

-Por favor llévenlo a la camioneta, -dije rígidamente, incapaz de encontrar los ojos de nadie alrededor de mí. Sentía la furia que surgía dentro de mí como una onda negra, y supe que debería contenerla hasta que estuviéramos fuera de aquí. Tenía bastante control para hacer esto. Sabía que lo haría.

Jason lanzó un grito cuando Calvin y Sam lo levantaron. Ellos tomaron la manta, también, y la meti alrededor de él. Tropecé después de ellos cuando comenzaron su camino de regreso a la casa de Calvin y la camioneta.

Tenía a mi hermano de regreso. Había una posibilidad que él iba a convertirse en una pantera de vez en cuando, pero lo tenía de vuelta. No sabía si las reglas para todos los adaptos fueran las mismas, pero Alcide me había dicho que quiénes eran Lobatos mordidos, no nacidos—lobatos creados, en lugar de lobatos genéticos—cambiaban en medio-humano, medio-bestia el tipo de criaturas que pueblan las películas de horror. Me obligué a dejar aquella pista, y pensar en la alegría de tener a mi hermano de nuevo, vivo.

Calvin colocó a Jason en la camioneta y lo deslizó, y Sam trepó en el asiento del conductor. Jason quedó entre nosotros dos después de que subí en la camioneta. Pero Calvin tenía algo que decirme primero.

-Felton será castigado, -dijo él. -Ahora mismo.

El castigo del Felton no había estado en lo alto de mi lista de cosas para pensar, pero asentí, porque deseaba largarme de allí cuanto antes.

-Si nos encargamos de Felton, ¿irías a la policía? -preguntó. Él estaba de pie rígidamente, como si tratara de sonar casual sobre la pregunta. Pero éste era un momento peligroso. Ya sabía que le pasaba a la gente que atraía la atención sobre la comunidad Hotshot.

-No, -dije. –Fue sólo Felton. -Aunque, desde luego, Crystal tuvo que haberlo sabido, al menos sobre algún nivel. Ella me había dicho que había olido a un animal esa noche en casa de Jason. ¿Cómo podría haber confundido el olor de pantera, cuando ella era una? Y probablemente sabía desde el principio que la pantera había sido Felton. Su olor le sería familiar a ella. Pero este no era el momento para pensar en esto; Calvin lo sabría así como yo, cuando él tuviera un momento para considerarlo. -Y mi hermano puede ser uno de ustedes ahora. Él te necesitará, -añadí, con las voz más tranquila que pude usar. No fue mucho, supongo.

-Vendré a ver a Jason, en la siguiente luna llena.

Asentí con la cabeza otra vez.

-Gracias, -le dije, porque sabía que no habríamos encontrado a Jason si él no nos hubiera respaldado. -Tengo que llevar a mi hermano a casa ahora. -Sabía que Calvin quiso que yo lo tocara, quería que conectara con él de alguna manera, pero sencillamente no pude hacerlo.

-Seguro -él dijo, pasado un momento largo. El adaptoforma retrocedió mientras yo trepaba en la cabina. Pareció saber que no querría ninguna ayuda de él ahora mismo.

Había pensado que los insólitos modelos cerebrales que yo había captado de la gente de Hotshot eran porque ellos practicaron la endogamia. No se me había ocurrido suponer que ellos fueran otra cosa que lobos. Había asumido. Sé lo que siempre decía mi entrenador escolar de voleibol sobre “asumir”. Desde luego, él nos había dicho también que teníamos que dejar todo fuera de la cancha y que después seguiría allí cuando regresáramos, lo que todavía tenía que entender.

Pero él había tenido razón acerca de las asunciones.

Sam había puesto la calefacción de la camioneta, pero no a toda potencia. Demasiado calor muy pronto sería malo para Jason, estaba segura. Segundos después de que Jason comenzó a calentarse, su olor fue evidente, y casi me disculpé con Sam, pero salvarle una humillación a Jason era más importante.

-Aparte de las mordeduras, y tener tanto frío, ¿estás bien? -Pregunté, cuando pensé que Jason había dejado de temblar y podría hablar.

-Sí, -él dijo. -Sí. Cada noche, cada maldita noche, él venía al cobertizo, y se trasformaba delante de mí, y yo pensaba; “Esta noche él va a matarme y comerme”. Y cada noche, él me mordía. Y luego se cambiaba de vuelta y me dejaba. Podría decir que era muy difícil para él, después de que había olido la sangre... pero él nunca hizo más que morderme.

-Ellos lo matarán esta noche, -dije. -A cambio de que no vayamos con la policía.

-Buen trato, -dijo Jason, y él lo decía en serio.


Capítulo 15

Jason fue capaz de estar de pie solo el suficiente tiempo para darse una ducha, que dijo fue la mejor que él había tomado en su vida. Cuando él estuvo limpio y olió como cada cosa perfumada en mi cuarto de baño, y fue modestamente cubierto por una toalla grande, lo embadurne por todas partes con Neosporin. Consumí un tubo entero para las mordeduras. Ya parecían estarse curando limpiamente, pero no podía detenerme de tratar de pensar en cosas de hacer para él. Él había tenido una taza de chocolate caliente, y había comido algo de avena caliente (que pensé era una opción rara, pero él dijo que todo lo que Felton le había traído para comer había sido carne apenas cocinada), y se había puesto los pantalones para dormir que yo había comprado para Eric (demasiado grandes, pero la cintura de cordón ayudada), y se había puesto una vieja camiseta holgada que yo había conseguido cuando hice el maratón Walk for Life (Camina para Vivir) dos años antes. Él se mantuvo tocando el material como si estuviera encantado de estar vestido.

Él pareció querer estar caliente y dormir, más que nada. Lo puse en mi viejo cuarto. Con un vistazo triste en el armario, que Eric había dejado todo patas para arriba, le desee a mi hermano buenas noches. Él me pidió encender la luz del pasillo y dejar entreabierta la puerta un poco. Le costó a Jason pedir esto, así que no dije una palabra. Solamente hice cuanto él había solicitado.

Sam se sentaba en la cocina, bebiendo una taza de té caliente. Él alzó la vista para mirarme por encima del vapor y me sonrió.

-¿Cómo se encuentra él?

Me deje caer en mi silla habitual.

-Él esta mejor de lo que pensé que estaría, -dije. -Considerando que permaneció todo el tiempo en un cobertizo sin calefacción y siendo mordido cada día.

-¿Me pregunto hasta cuándo Felton lo habría guardado?

-Hasta la luna llena, adivino. Entonces Felton habría averiguado si había tenido éxito o no. -Me sentí un poco enferma.

-Revise tu calendario. Él tiene un par de semanas.

-Bien. Jason necesita tiempo para recuperar su fuerza antes de que él tenga algo más para afrontar. -Descansé mi cabeza en mis manos durante un minuto. -Tengo que llamar a la policía.

-¿Para avisarles que paren la búsqueda?

-Ahá.

 -¿Has decidido qué decir? ¿Mencionó Jason alguna idea?

-¿Quizás que los parientes masculinos de alguna muchacha lo secuestraron? -Realmente, esto tenía ciertos tintes de verdad.

-Los polis querría saber donde fue mantenido cautivo. Si él se escapó solo, ellos querrían saber como, y estarían seguros que él tendría más información para ellos.

Me pregunté si me había quedado suficiente poder cerebral para pensar. Miré fijamente sin expresión la mesa: el familiar servilletero que mi abuela había comprado en una feria de manualidades, junto con la azucarera, y el salero y pimentero en formas de gallo y gallina. Noté que algo había sido metido bajo el salero.

Era un cheque por 50,000 dólares, firmado por Eric Northman. Eric no sólo me había pagado, él me había dado la propina más grande de mi carrera.

-Ah, -dije, muy suavemente.-Ay, hombre. –Lo vi durante un minuto más, asegurándome que yo leía correctamente. Se lo pasé a través de la mesa a Sam.

-Guau. ¿Pago por cuidar a Eric? -Sam alzó la vista, y asentí. -¿Qué harás con esto?

-Depositarlo en mi cuenta bancaria, a primera hora de la mañana.

Él sonrió.

-Supongo que pensaba en términos más largo que eso.

-Solamente relajarme. Me relajará el poder contar con esto. Saber eso… -Para mi vergüenza, aquí llegaron las lágrimas. Otra vez. Maldición. –Así no tendré que preocuparme todo el tiempo.

-Las cosas han sido apretadas recientemente, lo noté. –Asentí, y la boca de Sam se comprimió. –Tú… -él comenzó, y luego no terminó su oración.

-Te lo agradezco, pero no puedo hacerle eso a la gente, -dije firmemente. -Abue siempre decía que era el modo mas seguro de terminar una amistad.

-Podrías vender esta tierra, comprar una casa en la ciudad, tener vecinos, -sugirió Sam, como si él hubiera estado muriéndose por decirme esto durante meses.

-¿Mudarme de esta casa? -Algún miembro de mi familia había vivido en esta casa continuamente durante más de cientos cincuenta años. Por supuesto, esto no la convertía en sagrada o nada por el estilo, y la casa había sido ampliada y modernizada muchas veces. Pensé vivir en una pequeña casa moderna con suelos de un mismo nivel y cuartos de baño actualizados y una cocina muy mona y práctica con muchos enchufes. Ningún calentador exterior para el agua. Buen aislamiento en el desván. ¡Un cobertizo para autos!

Deslumbrada ante la visión, tragué.

-Lo pensaré, -dije, sintiéndome enormemente tentada a tomar en consideración la idea. -Pero no puedo pensar demasiado ahora mismo. El paso de mañana será bastante difícil.

Pensé en las horas que los hombres de policía pusieron en la búsqueda de Jason. De repente estuve tan cansada, ni siquiera podía hacer una tentativa de armar una historia para la ley.

-Tienes que acostarte, -dijo Sam astutamente.

Solamente pude asentir.

-Gracias, Sam. Te lo agradezco tanto. -Estuvimos de pie y le di un abrazo. Esto se convirtió en un abrazo más largo de lo que yo había planeado, porque abrazarlo a él era de improviso relajante y cómodo. –Buenas noches, -dije. -Por favor, conduce con cuidado cuando vuelvas a casa. -Pensé brevemente ofrecerle una de las camas de arriba, pero mantenía aquel piso cerrado y estaría terriblemente frío; y yo tendría que subir y hacer la cama. Él estaría más cómodo manejando el corto trayecto, incluso en la nieve.

-Lo haré, -él dijo, y me soltó. –Llámame por la mañana.

-Gracias otra vez.

-Basta con las palabras de gratitud, -él dijo. Eric había puesto un par de uñas en la puerta principal para conservarla cerrada, hasta que pudiera conseguir poner una chapa. Cerré la puerta detrás de Sam, y apenas logré cepillar mis dientes y colocarme un camisón de noche antes de trepar lentamente en mi cama.

La primera cosa que hice a la mañana siguiente fue checar a mi hermano. Jason estaba todavía profundamente dormido, y a la luz del día, podía ver claramente los efectos de su encarcelamiento. Su cara tenía una barba incipiente. Incluso en su sueño, él pareció más viejo. Había contusiones aquí y allí, solamente sobre su cara y brazos. Sus ojos se abrieron cuando me senté en la esquina de la cama, viéndolo. Sin siquiera moverse, él giro sus ojos alrededor, registrando el cuarto. Se detuvieron cuando llegaron a mi cara.

-No lo soñé, -dijo él. Su voz era ronca. –Tú y Sam vinieron y me sacaron. Ellos me dejaron ir. La pantera me dejó ir.

-Sí.

-¿Qué pasó mientras estuve fuera? -él preguntó después. -Espera, ¿puedo ir al cuarto de baño y beber una taza de café antes de que me lo digas?

Me gustó su petición en vez de decir (un rasgo de Jason, podría decir), y me alegré de decirle sí y hasta ofrecerme para traerle el café. Jason pareció contento trepando lentamente de nuevo en la cama con el tarro del café con azúcar, y apoyarse sobre las almohadas mientras hablamos.

Le dije sobre la llamada telefónica de Siluro, el ir y venir con la policía, la búsqueda de la yarda y cuando recogí su escopeta Benelli, que él inmediatamente exigió ver.

-¡La disparaste! -él dijo indignadamente, después de checarla.

Solamente lo contemplé.

Él se estremeció primero.

-Supongo que funcionó como una escopeta “debe servir”, -dijo él despacio. -Ya que estas sentada aquí luciendo un aspecto más o menos bien.

-Gracias, y no vuelvas a preguntarme, -dije.

Él asintió.

-Ahora tenemos que pensar en una historia para la policía.

-Supongo que no podemos decirles la verdad.

-Seguro, Jason, ve a decirles que el pueblo de Hotshot esta lleno de adapto-panteras, y que ya que tú dormiste con una, su novio quiso hacerte un adapto-pantera, también, así ella no te preferiría sobre él. Por eso él cambiaba en una pantera y tomaba un trozo tuyo cada día.

Hubo una pausa larga.

-Ya puedo ver la cara de Andy Bellefleur, -dijo Jason en una especie de voz sometida. -Él todavía no termina de creer que soy inocente de asesinar a aquellas muchachas del año pasado. Le fascinaría conseguir comprometerme para no quedar desilusionado. Siluro tendría que despedirme, y no creo que me gustaría ir a parar al hospital psiquiátrico.

-Bueno, tus oportunidades de tener citas seguramente serían limitadas.

-Crystal—¡Dios que muchacha! Tú me advertiste sobre ella. Pero estaba tan enganchado por ella. Y resultó ser... eh, ya sabes.

-¡Ah, por el amor de Dios Jason! ella es una adaptoformas. No continúes como si ella fuera la criatura de la Laguna Negra, o Freddy Krueger, o algo así.

-Sook, tu conoces mucha cosas que no sabemos, ¿verdad? Empiezo a percibirlo.

-Sí, supongo que sí.

-Además de los vampiros.

-Cierto.

-Hay muchas otras cosas más.

-Traté de decírtelo.

-Creí lo que me dijiste, pero no lo entendí del todo. Algunas personas que conozco—digo, fuera de Crystal—ellos no son siempre gente, ¿¡eh!?

-Así es.

-¿Como cuántos?

Sumé los dos doble-natura que yo había visto en el bar: Sam, Alcide, aquélla pequeña adapto-zorra que había estado bebiendo unos tragos con Jason y Hoyt hace un par de semanas…

-Al menos tres, -dije.

-¿Cómo sabes eso?

Solamente lo contemplé.

-Correcto, -él dijo, después de un momento largo. -No quiero saberlo.

-Y ahora, tú, -dije gentilmente.

-¿Estás segura?

-No, y no estaremos seguros durante un par de semanas, -dije. -Pero Calvin te ayudara si lo necesitas.

-¡No aceptaré la ayuda de ellos! -Los ojos de Jason ardían, y él pareció positivamente febril.

-No tienes otra opción, -dije, tratando de no resquebrajarme. -Y Calvin no sabía que estabas allí. Él es un buen tipo. Pero este ni siquiera es el tiempo para hablar de ello aún. Ahora mismo, tenemos que imaginar que decirle a la policía.

Durante al menos una hora estuvimos estudiando repetidas veces nuestras historias, tratando de encontrar hilos de verdad que nos ayudaran a hilvanar un buen pedazo de cuento.

Finalmente, llamé a la comisaría. La encargada del turno de día estaba cansada de oír mi voz, pero ella trataba todavía de ser agradable.

-Sookie, como te dije ayer, cielo, te llamaremos cuando averiguamos algo sobre Jason, -dijo ella, tratando de suprimir la nota de exasperación bajo su tono comprensivo.

-Lo tengo, -dije.

-Tú—¿QUÉ? -El chillido me llegó ruidoso y claro. Incluso Jason se estremeció.

-Lo tengo.

-Enviaré alguien inmediatamente.

-Vale, -dije, aunque en realidad no quisiera.

Tuve la previsión de conseguir quitar las uñas de la puerta principal antes de que la policía llegará. No los quise preguntando lo que le había pasado. Jason me vió de una manera extraña cuando saqué el martillo, pero él no dijo una palabra.

-¿Dónde está tu auto? -Andy Bellefleur preguntó de buenas a primeras.

-Está en Merlotte´s.

-¿Por qué?

-¿Puedo decírtelo al mismo tiempo, cuando tú y Alcee estén juntos? -Alcee Beck subía los escalones de la entrada. Él y Andy llegaron juntos a la casa, y a la vista de Jason que descansaba arropado sobre mi sillón, ambos se quedaron paralizados. Entonces percibí que ellos no habían esperado volver a ver con vida a Jason otra vez.

-Me alegra verte sano y salvo, hombre, -Andy dijo, y estrechó la mano de Jason. Alcee Beck fue el siguiente. Luego se sentaron, Andy en el sillón reclinable de Abue y Alcee en el silla con brazos que por lo general yo usaba, me posé en el canapé al lado de los pies de Jason. -Nos alegramos que sigas en la tierra con vida, Jason, pero tenemos que saber donde estuviste y lo que te pasó.

-No tengo ni idea, -dijo Jason.

Y él se atuvo a ello durante horas.

No hubo ninguna historia creíble que Jason pudiera contar y que podría explicar todo: su ausencia, su deplorable estado físico, las señales de mordedura, su reaparición repentina. La única línea posible que podría seguir fue decir la última cosa que él recordó, había oído un ruido gracioso fuera mientras él entretenía a Crystal, y cuando él había salido a investigar, había sido golpeado sobre la cabeza. No recordaba nada hasta que de alguna manera él se había sentido arrojado de un vehículo en mi yarda la noche anterior. Yo lo había encontrado allí cuando Sam me trajo a casa del trabajo. Yo había venido a casa con Sam porque me asustó conducir en la nieve.

Desde luego, habíamos aclarado todo esto con Sam antes, y él aceptó, de mala gana, que esto era lo mejor para decir. Yo sabía que a Sam no le gustaba mentir, y a mí tampoco, pero teníamos que mantener esta particular lata de gusanos bien cerrada.

La belleza de esta historia era su simplicidad. Siempre y cuando Jason resistiera la tentación de adornarla, él estaría a salvo. Sabía que sería difícil para Jason; le gustaba hablar, y le gustaba farolear. Pero, al menos mientras yo permanecí sentada allí, recordándole las consecuencias, mi hermano logró contenerse. Tuve que levantarme para traerle otra taza de café—los oficiales de policía no quisieron nada—y cuando volvía a la sala de estar, Jason decía que pensó que él recordaba un oscuro cuarto frío. Le dirigí una mirada muy clara, y él dijo;

-Pero como saben, mi cabeza esta tan confundida, puede ser que sólo es algo que soñé.

Andy miró de Jason a mí, claramente poniéndose más y más enojado.

-Es que no puedo entenderlos a los dos, -dijo él. Su voz era casi un gruñido. -Sookie, sé que te preocupaste por él. No me confundí con eso, ¿verdad?

-No, estoy tan contenta tenerlo de regreso. -Acaricié el pie de mi hermano bajo la manta.

-Y tú… tú no querías estar dondequiera que estuviste, ¿cierto? Tú faltaste al trabajo, le costaste a la Región miles de dólares de nuestro presupuesto para buscarte, y trastocaste las vidas de cientos de personas. ¡Y aquí estas, sentado, mintiéndonos! -La voz de Andy era casi un grito cuando él terminó. -¡Ahora, la misma noche que tu apareces, este vampiro ausente, cuya cara estuvo en todos esos carteles, llamó a la policía en Shreveport para decir que él se repone de su amnesia, también! ¡Y hubo un extraño incendio en Shreveport con todas clases de cuerpos recuperados! ¡Y tú tratas de decirme que no hay ninguna conexión!

Jason y yo nos miramos boquiabiertos el uno al otro. Realmente, no había ninguna conexión entre Jason y Eric. Sólo que no se me había ocurrido lo extraño que parecería.

-¿Qué vampiro? -Jason preguntó. Él fue tan bueno, que yo misma casi le creí.

-Marchémonos, Alcee, -dijo Andy. Cerró de un golpe su cuaderno de notas. Él metió con tal fuerza de regreso la pluma en su bolsillo de la camisa que estuve sorprendida que le hubiera quedado bolsillo. -Este bastardo no nos dirá la verdad.

-¿No crees que yo te lo diría si pudiera? -Jason dijo. -¿No crees que me gustaría ponerle las manos encima a quienquiera que me hizo esto? -Él sonó absolutamente, cien por ciento sincero, porque él lo era. Los dos detectives fueron sacudidos en su incredulidad, sobre todo Alcee Beck. Pero aún así se marcharon molestos con nosotros dos. Lo lamentaba, pero no había nada que yo pudiera hacer.

Más tarde ese día, Arlene pasó a recogerme, así podría traer mi auto de Merlotte´s. Estuvo feliz de ver a Jason, y le dió un gran abrazo.

-Tenías a tu hermana muerta de la preocupación, bribón, -dijo ella, con ferocidad fingida. -No vuelvas a asustar a Sookie así otra vez.

-Haré todo lo posible, -dijo Jason, con una buena aproximación de su vieja sonrisa pícara. -Ella ha sido una buena hermana para mí.

-He aquí una verdad de Dios, -dije, un poco ácidamente. -Cuando traiga de vuelta mi auto, creo que podría llevarte a casa, gran hermano.

Jason pareció asustado durante un minuto. Estar solo nunca había sido su cosa favorita, y después de horas de estar abandonado en el cobertizo, podría ser aún más difícil.

-Apuesto que las muchachas por todas partes de Bon Temps preparan comida para traer a tu casa ahora que saben que estás de vuelta, -Arlene dijo, y Jason se calmó de manera perceptible. -Sobre todo ya que le he estado diciendo a todo mundo lo indefenso e inválido que estás.

-Te lo agradezco, Arlene, -dijo Jason, mirándose mucho más como él.

Repetí esto durante el camino a la ciudad.

-Realmente aprecio que lo animarás. No sé por todo lo que él pasó, pero tendrá momentos muy duros para poder superarlo, supongo.

 -Corazón, no tienes que preocuparte de Jason. Él es un verdadero sobreviviente. No sé por qué él no intentó dedicarse al espectáculo.

Nos reímos todo el camino hacía la ciudad con la idea de organizar un episodio de Sobreviviendo en Bon Temps.

-Con lo de los jabalíes en los bosques, y aquella huella de pantera, ellos podrían tener un buen material emocionante para rodar el episodio Sobreviviente: Bon Temps, -dijo Arlene. -Tack y yo nos recostaríamos y nos reiríamos como locos.

Esto me dió pie para embromarla sobre Tack, de lo cual ella disfrutó, y al mismo tiempo ella me animó igual que Jason. Arlene era buena en esto. Tuve una breve conversación con Sam en la despensa de Merlotte´s, y él me dijo que Andy y Alcee habían estado allí para ver si su historia concordaba con la mía.

Él me calló antes de que yo pudiera agradecerle otra vez.

Llevé a Jason a casa, aunque él insinuara ampliamente que le gustaría quedarse conmigo una noche más. Tomé la Benelli con nosotros, y le dije que debía limpiarla esa noche. Él prometió que lo haría, y cuando él me vió, podría decir que quiso preguntarme otra vez por qué había tenido que usarla. Pero no lo hizo. Jason había aprendido algunas cosas para sí mismo en los pocos días pasados.

Yo trabajaba en el turno de la noche otra vez, así que me quedaba un poco de tiempo entre manos cuando llegue a casa antes de tener que ir a trabajar. La perspectiva me agradó. No vi a ningún hombre corriendo sobre mi camino de regreso a casa, y nadie telefoneó o pasó por una crisis durante dos horas. Fui capaz de cambiar las sábanas en ambas camas, lavarlas, trapear la cocina y arreglar el armario que oculta el hoyito secreto, antes de que tocaran en la puerta principal.

Ya sabía quién era. Estaba completamente oscuro fuera, y en efecto, Eric estaba de pie sobre mi porche delantero.

Él me vio con una cara muy poco feliz.

-Me encontré en problemas, -dijo él sin preámbulo.

-Entonces tengo que dejar caer todo, así puedo echarte una mano, -dije, yendo al instante sobre la ofensiva.

Él arqueó una ceja.

-Seré cortés y preguntaré si puedo entrar. -No había rescindido su invitación, pero él no quiso invadir mi casa. Demostró tacto.

-Sí, puedes pasar. -Retrocedí.

-Hallow está muerta, habiendo sido forzada a eliminar la maldición sobre mí, obviamente.

-Pam hizo un buen trabajo.

Él asintió con la cabeza.

-Era Hallow o yo, -dijo él. -Me prefiero.

-¿Por qué escogió Shreveport?

-Sus padres fueron encarcelados en Shreveport. Eran brujos, también, pero ellos también manejaban estafas de alguna clase, usando su arte para convencer a sus víctimas de su sinceridad. En Shreveport, su suerte se agotó. La comunidad sobrenatural rechazó hacer cualquier esfuerzo para sacar a los Stonebrooks de la cárcel. La mujer murió por un conflicto con una sacerdotisa de vudú mientras estuvo encarcelada, y el hombre se enredó en una reyerta del cuarto de baño y recibió una puñalada.

-Una buena razón para tenerla en contra de los supernaturales de Shreveport.

-Ellos dicen que estuve aquí durante varias noches. -Eric había decidido cambiar el sujeto de charla.

-Sí, -dije. Traté de parecer agradablemente interesada en lo que él tenía que decir.

-Y en aquel tiempo, nosotros nunca…?

Ni siquiera pretendí malinterpretarlo.

-Eric, ¿parece probable? -Pregunté.

Él no se había sentado, y se me acercó, como si verme con fuerza le revelaría la verdad. Habría sido fácil dar un paso, estar aún más cerca.

-Es que no lo sé, -dijo él. -Y me saca un poco de quicio.

Sonreí.

-¿Disfrutas estando de vuelta en el trabajo?

-Sí. Pero Pam controló todo muy bien durante mi ausencia. Estoy enviando muchas flores al hospital. Para Belinda, y una lobato llamada Maria-Cometa no se qué.

-Maria-Estrella Cooper. Tú no me enviaste ninguna, -indiqué de manera cortante.

-No, pero te dejé algo más significativo bajo el salero, -dijo él, casi igual. -Tendrás que pagar impuestos sobre ello. Si te conozco, le darás a tu hermano un poco de ello. Oí que lo recuperaste.

-Lo hice, -dije brevemente. Sabía que me sentía tentada cada vez mas de decirle algo, y sabía que él debería marcharse pronto. Le había dado a Jason el buen consejo de mantenerse callado y tranquilo, pero me era difícil seguirlo yo misma. -¿Y tu punto es?

-Eso no durará mucho tiempo.

No creo que Eric se percatara cuánto dinero eran cincuenta mil dólares, para mis estándares.

-¿Cuál es tu punto? Puedo decir que tienes uno, pero no tengo idea cual podría ser.

-¿Existe una razón del porqué encontré tejido cerebral sobre la manga de mi abrigo?

Sentí escapar la sangre de mi cara, del mismo modo que sucede cuando estás al borde del desmayo. La siguiente cosa que supe, era que estaba sobre el canapé y Eric estaba al lado de mí.

-Pienso que hay algunas cosas que no me has dicho, Sookie, mi querida, -dijo él. Su voz era más gentil, sin embargo.

La tentación era casi abrumadora.

Pero pensé en el poder que Eric tendría sobre mí, incluso hasta más poder del que ya tenía ahora; sabría que yo había dormido con él, y sabría que yo maté a una mujer y él era el único quién lo había atestiguado. Sabría que no sólo él me debía su vida (muy probablemente), ciertamente yo le debía la mía.

-Me gustabas mucho más cuando no recordabas quién eras, -dije, y con aquella verdad por delante en mi mente, sabía que tenía que callarme.

-Palabras duras y ásperas, -dijo, y casi creí que realmente lo había herido.

Por suerte para mí, alguien más vino a mi puerta. El golpe era ruidoso y perentorio, y sentí una sacudida de alarma.

El visitante era Amanda, la insultante mujer pelirroja lobato de Shreveport.

-Estoy en visita oficial hoy, -dijo ella, -así que seré cortés.

Sería un cambio agradable.

Ella saludó con la cabeza a Eric y dijo,

-Contenta de tenerte de vuelta con tu mente completa, vampiro, -en un tono completamente indiferente. Obviamente los lobatos y los vampiros de Shreveport habían vuelto a su relación de siempre.

-Es bueno verte, también, Amanda. -Dije.

-Seguro -ella dijo, pero apenas como si le preocupara. -Señorita Stackhouse, pedimos informes para los adaptos de Jackson.

Oh, no.

-¿En serio? ¿No quieres pasar y sentarte? Eric ya se marchaba.

-No, me gustaría quedarme y oír las preguntas de Amanda, -dijo Eric, sonriendo ampliamente.

Amanda me vió con las cejas levantadas.

No había una maldita cosa que podría hacer sobre esto.

-Ah, por supuesto, quédate, -dije. -Por favor, tomen asiento. Lo lamento, pero no tengo mucho tiempo antes de que deba irme a trabajar.

-Entonces iré directo al grano, -dijo Amanda. -Hace dos noches, la mujer qué Alcide abjuró—la adapto de Jackson, ¿esa con el corte de pelo chistoso?

Asentí, para demostrar que la seguía. Eric pareció agradablemente en blanco. No lo estaría dentro de un minuto.

-Debbie, -la lobato ilustró. -Debbie Pelt.

Los ojos de Eric se ensancharon. Claro, aquel nombre realmente lo conocía. Él comenzó a sonreír.

-¿Alcide la abjuró? -él dijo.

-Tu estuviste allí cuando pasó, -espetó Amanda. -Ah, espera, lo olvidé. Fue mientras estabas bajo una maldición.

Ella disfrutó una barbaridad diciendo esto.

-Como sea, Debbie no volvió a Jackson. Su familia está preocupada por ella, sobre todo ya que ellos oyeron que Alcide abjuró de ella, y están con miedo de que algo pudiera haberle pasado.

-¿Por qué crees tú que ella me habría dicho algo?

Amanda hizo una cara.

-Bueno, realmente pienso que ella preferiría masticar vidrio que hablar contigo otra vez. Pero estamos obligados a comprobar con cada uno de los que estaban allí.

Entonces, esto era solamente rutinario. No estaba siendo seleccionada. Podía sentirme relajar. Desafortunadamente, Eric también. Como tenía su sangre; él podía saber cosas sobre mí. Él se levantó y dió un paseo por la cocina. Me pregunté lo que haría allí.

-No la he visto desde aquella noche, -dije, lo que era cierto, ya que no especifiqué a que hora. -No tengo ni idea de donde este ella ahora. –Lo que era incluso hasta verdadero.

Amanda me dijo;

-Nadie admite haber visto a Debbie después de que ella dejó el área de la batalla. Ella se fue en su propio auto.

Eric regresó a la sala de estar. Eché un vistazo hacia él, preocupada sobre lo que se traía entre manos.

-¿Ha sido visto su auto? -Eric preguntó.

Él no sabía que él había sido quién lo había escondido.

-No, no se le ha visto ni un pelo, -dijo Amanda, que era una imagen extraña de usar para referirse a un auto. -Estoy segura que ella solamente se escapó a algún sitio para superar su rabia y humillación. Ser abjurada; eso es terrible. Ya han pasado años desde que oí decir aquellas palabras.

-¿Su familia no cree que esto sea el caso? ¿Qué ella haya ido a algún sitio, er, a meditar las cosas?

-Ellos tienen miedo de que ella se haya hecho algo a sí misma. -Amanda resopló. Intercambiamos vistazos, mostrando que estábamos perfectamente de acuerdo sobre la escasa probabilidad de Debbie suicidándose. -Ella no haría nada tan conveniente, -dijo Amanda, ya que ella tenía el nervio para decirlo en voz alta y yo no.  

-¿Cómo lo lleva Alcide? -Pregunté con inquietud.

-Difícilmente puede participar en la búsqueda, -indicó ella, -ya que él es quién la abjuró. Él actúa como si nada, pero noté que el Coronel le llama para avisarle lo que pasa. Que, hasta ahora, es cero. -Amanda se puso de pie, y la acompañe hasta la puerta principal. -Seguro ha sido una mala temporada para que la gente se extravíe, -dijo ella. -Pero escuche por allí que tú recuperaste a tu hermano, y Eric ha vuelto a ser el mismo, según parece. -Ella le echó un vistazo para asegurarse que él supiera que tan poco le gustaba eso. -Ahora Debbie es quien anda extraviada, pero tal vez aparezca, también. Lamento haberte molestado.

-No tengas cuidado. Buena suerte, -dije, lo que era sin sentido dadas las circunstancias. La puerta se cerró detrás de ella, y deseé desesperadamente el poder caminar hacia fuera y entrar en mi auto y conducir para trabajar.

Me obligué a girar. Eric estaba de pie.

-¿Te vas? -Dije, incapaz de impedirme sonar sobresaltada y aliviada.

-Sí, dijiste que tienes que irte a trabajar, -dijo él suavemente.

-Cierto.

-Te sugiero que lleves puesta aquella chaqueta, esa que es demasiado ligera para este clima, -dijo él. -Ya que tu horroroso abrigo está todavía en mal estado.

Lo metí en la lavadora con agua fría, pero supongo que no lo revisé lo suficientemente bien para estar segura de que todo había salido. Allí era donde él fue, a buscar mi abrigo. Él lo había encontrado colgado sobre el porche trasero, y lo examinó.

-De hecho, -Eric dijo, cuando él se dirigió a la puerta principal, -yo lo tiraría tal cual. Tal vez lo quemaría.

Se marchó, cerrando la puerta detrás de él muy silenciosamente.

Yo sabía, tan seguro como conocía mi nombre, que mañana él me enviaría otro abrigo, en una gran caja de una boutique, con un gran moño sobre ella. Sería de la talla correcta, sería una marca exclusiva, y sería caliente.

Era color rojo arándano, a prueba de agua con material aislante, una capucha desmontable, y botones de carey.

Fin del cuarto libro.

Estimado Lector,

En caso de que usted no me haya conocido antes, mi nombre es Sookie Stackhouse. He estado trabajando en el Bar Merlotte´s durante cuatro años. Durante los primeros tres, las cosas fueron tranquilas. Entonces, una noche, Bill el Vampiro entro caminando en el bar, y mi vida cambió para siempre. Nuestra relación ha seguido un modelo familiar (vampiro encuentra a la muchacha, vampiro consigue a la muchacha, vampiro pierde a la muchacha) pero tengo el  presentimiento de que en nuestra asociación aún están por venir más giros y vueltas.

En el primer mes que conocí a Bill, había un asesino múltiple en el área que perseguía a las camareras con novios vampiros—y el principal sospechoso era mi hermano Jason (MUERTO HASTA EL ANOCHECER).

Entonces, a principios de Otoño, los vampiros de Dallas les preguntaron a los vampiros de Shreveport si ellos podían tomarme prestada para investigar un poco la ausencia de un hermano de nido suyo. Al mismo tiempo, el cocinero de medio tiempo en Merlotte´s fue asesinado, y ya que me contaba como su amiga, sentí que debería hacer todo lo posible para solucionar el misterio de su muerte. El jefe de Bill, Eric, tuvo mucho que ver conmigo durante mi viaje a la Gran D, y él desarrolló un interés por mí que no ha decaído (VIVIENDO MUERTO EN DALLAS).

 Un poco antes de la Navidad, comencé a pensar que Bill estaba metido en algún tipo de engaño. Él dejó la ciudad, y desapareció en Misisipí. Eric habló conmigo para irlo a buscar a Jackson. Como cubierta, fui escoltada por un Hombre-lobo; Alcide Herveaux. Buscando a Bill, conocí a algunos ciudadanos poco respetables de la comunidad sobrenatural en Jackson, en un lugar llamado CLUB MUERTO.

Esto me trae al inicio de MUERTO PARA EL MUNDO.

Ahora estoy muy mosqueada con todo el mundo, y Jason podría ser un Adapto para la siguiente luna llena ¿Qué va a pasar después?

Este es el camino que mi vida está yendo desde que Bill Compton entró en Merlotte´s, más no puedo saber.

"¡Soy una fan! En el momento que un nuevo libro de esta sensacional serie está en las librerías. Soy la primera en la línea para comprarlo. Una heroína magnífica y unas maravillosas aventuras supernaturales. Harris escribe con un estilo acogedor y cálido.” —Jayne Ann Krentz

"Harris escribe con esmero y cuidado.” —The New York Times Book Rewiew

"Harris conjuga varios géneros para crear uno nuevo que es su propia y brillante creación.” —Rocky Mountain News

“Usted no querrá perderse ningún párrafo de la serie “Vampiros Sureños”… una mezcla deliciosa de humor, intriga, erotismo dentro de la naturaleza humana (y no-humana).” —Cementery Dance

“Extraordinariamente original, altamente detallada, erótica y exótica…Harris narra de manera mágica una historia de vampiros dentro de un pueblecito de Luisiana.” —Lynn Hightower

"Una autora con un raro talento” —Publishers Weekly

"Un toque magistral." —Crescent Blues

“Charlaine Harris entrega la clase de emociones vampiricas que hacen las novelas de Anita Blake de Laurell Hamilton tan populares." —Locus

En Sookie Stackhouse—una camarera de cóctel del Sur con un regalo sobrenatural—Harris ha creado una heroína como pocas, y una serie que vuelve a poner en el ojo la ficción con vampiros. Ahora la serie se lanza en tapa dura para la aventura más grande de Sookie.


[1] Traer sobre; abreviación que utiliza la escritora para referirse a la transición de humano a vampiro. Significaría “Traer sobre la muerte”(N. de T).

[2] Lobato; termino que se usara a lo largo del libro para definir a los hombres-lobo como parte de una sociedad o grupo en particular (N. de T).

[3] Aquelarre; Agrupación de 13 o más brujas. Junta o reunión nocturna de brujos y brujas, con la supuesta intervención del demonio ordinariamente en figura de macho cabrío, para la práctica de las artes de esta superstición (N.de T.)

[4] Fort Knox; lugar donde EUA guarda sus reservas de oro. Con una seguridad impresionante (N. de T).

[5] Supe; palabra que utiliza la escritora para referirse a los seres sobrenaturales (N. de T.)

[6]Rohypnol; Barbitúrico y Sedante – Benzodiacepinas. Conocida en América como la droga por excelencia de los violadores, normalmente introducida dentro de la bebidas a la mujeres en bares y clubes. Recibe el dudoso titulo en América Latina de la droga “Reina” (N. de T.)

 

[7] Packmaster; líder para la jauría de los hombres-lobo (N. de T.)

[8] Clydesdale; caballos fuertes pesados y robustos, se caracterizan por tener un cuerpo en forma de barril y se utilizan como caballos de carga. Reciben su nombre por el área del río Clyde en Escocia donde fueron originalmente criados (N. de T.)

[9] Daytona 500; son 200 vueltas, 500 millas, parte del circuito NASCAR sostenida anualmente en la Pista de carreras Daytona Internacional en la playa de Daytona, Florida. El acontecimiento también es conocido como “The Super Bowl of NASCAR” y “La Gran Carrera Americana” (N. de T.)

[10] Naugahyde; una marca registrada usada para cuero artificial hecho de tela cubierta por vinilo (N. de T.)

[11] Una especie de juego de palabras que hace sentido sólo en inglés. Hallow en castellano significa “Santificar”, y Marnie es un diminutivo de la lengua inglesa de “María”. Quedaría algo así: “La Santificada María” o “La Santísima María” (N. de T.)

[12] Fee, fie, foe, fum; Referencia acerca del cuento infantil de “Juanito y las habichuelas mágicas”, cuando el gigante llega a su castillo y huele a alguien ahí, exclama: “Fee, fie, foe, fum, huelo a alguien aquí” (N. de T.)

[13] La Prohibición o conocida también como la Ley Seca; El tema más controvertido del periodo 1920-1932 fue la prohibición de la fabricación y venta de bebidas alcohólicas que dió origen a un periodo de violencia cuando bandas organizadas de criminales controlaron la venta ilegal de bebidas alcohólicas. En 1929, una comisión presidencial dictaminó que la puesta en práctica de las leyes antialcohólicas había constituido un fracaso (N. de T.)

[14] Hershey; empresa estadounidense manufacturera de chocolate (N. de T)

[15] Petit Four; pequeño bizcocho o tartaleta dulce: cualquier mezcla de pasteles de caramelo de tamaño pequeño servidos al final de la comida con el café (N. de T.)

[16] N.R.A; National Rifle Association. Es una organización civil de los Estados Unidos para la educación y segura portacion de armas de fuego, practicas de disparos y habilidades, deportes de tiro, y la defensa de derechos de los dueños de armas. La NRA a menudo se refiere a sí misma como la organización de derechos civil más vieja en los EE.UU, definiendo la propiedad de armas como un derecho civil protegido por la Declaración de derechos y rechaza cualquier regulación de armas por parte del gobierno (N. de T.)