Érase una vez un niño que se compró un ordenador y no sabía muy bien como se usaba. Lo primero que hizo fue comprar unas entradas por internet para un partido de fútbol al que tenía que meter sus datos y la tarjeta de crédito para poder comprarlas. Él ni miró el precio, pues estaba muy ilusionado.
Al cabo de unos días y haber ido al partido de fútbol, le empezaron a llegar correos muy raros y su ordenador empezó a tener virus. Alguien empezó a descubrir sus datos personales y a descubrir todo sobre él y su familia. Después algo impresionante ocurrió. Un señor se les apareció en la casa y les pidió que les diesen todo el dinero que llevasen encima les tuvieron que dar los móviles, el dinero y por alguna razón el ladrón quiso un monopoli y unas cartas de pocker y españolas. Ellos para que no les hiciesen nada le dieron todo eso.
Entonces, muy asustado, no se atrevió a decirle a sus padres que había comprado las entradas y que había introducido sus datos personales. Sus padres llamaron a la policía, que le preguntó si había introducido sus datos personales en alguna web.
El niño dijo que sí, y se sintió muy avergonzado por haberlo tenido que decir. Los padres a parte de enfadarse mucho con su hijo, se preocuparon mucho por lo que podría pasar.
El policía les advirtió que mientras buscaran al causante de todos esos virus que tuviera mucho cuidado, y que sería aconsejante que no usara el ordenador para nada durante un tiempo.
Beltrán, como no podía usar el ordenador, se aburría muchísimo y ya no sabía que hacer. Pasaban los días y todavía no había no habían capturado al causante del virus. Como Beltrán ya no sabía que hacer, sin que se enteraran sus padres, encendió el ordenador, abrió internet y cuando se metió en el buscador... ¡Le salió un video! Le dio al play, y el video comenzó a cargarse. Entonces, salió en la pantalla una animación de un fantasma que empezó a hablar.
Decía:
- Si no quieres que que este virus se expanda por todo el mundo, ven al parque este sábado por la noche y trae contigo todo lo que tengas de valor en tu casa.
El chico asustado, llamó a sus padres, que estos a su vez llamaron a la policía. Pero el niño como era un poco tonto se dispuso a ir ahí y pegar al señor que le había amenazado.
Descubrió que el señor era el mejor luchador de boxeo del mundo.El niño se dispuso a correr pero ya era demasiado tarde Morson Aristondiano ya le había visto... iba detrás de él corriendo y entonces le pilló y le pegó un puñetazo que le dejó inconsciente y se lo llevó a su casa dispuesto a robarle todo y raptarle...
Pero justo a tiempo llegaron sus padres y la policía, dispuestos a arrestar al luchador. Este, comenzó a correr y la policía a perseguirle. En cambio, los padres de Beltrán, corrieron hacia él para ver si el luchador le había hecho daño. Les dijo que no, pero acto seguido se puso a llorar. Se había asustado muchísimo. Después de aquel día juró no meter sus datos personales en la web, sin antes permiso de sus padres, o profesores.
Pero aquí no se acaba la historia. La policía descubrió una banda que, a través de páginas web, conseguían meterse en tu correo electrónico, meterse en tu historial y formatear las cookies de tu ordenador. Y todavía peor, te podían quitar las cuentas bancarias.
La policía protegió a la familia de Beltrán durante un tiempo, hasta que se descubriera el culpable, que a la semana siguiente ya estaba entre rejas.
Aquel día Beltrán aprendió a usar su ordenador y un poco sobre la privacidad en internet. Nunca más volvería a usar su ordenador de aquella manera, sin antes, el permiso de sus padres o profesor. Y tampoco sin supervisión de un adulto cerca, ya sean sus padres, familiares, profesores o padres de un amigo suyo.
Al final la historia acabó bien, pero siempre hay que tener cuidado con internet, por lo tanto esto nos demuestra a todos que nunca hay que confiar en páginas webs desconocidas o hablar con desconocidos, porque te puedes llevar un buen susto y la mayoría de las veces puede acabar con un final malo si no se detecta el problema a tiempo.
Autores:Beltrán Zamorano,Alexandra de Witte y Loreto Niño