El Motel como poema

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 “La poesía es algo que anda por las calles. Que se mueve, que pasa a nuestro lado. Todas las cosas tienen su misterio, y la poesía es el misterio que tienen todas las cosas.”

Federico García Lorca

Los moteles… esas pequeñas edificaciones de uno o dos pisos, de fachadas sencillas, solitarias y misteriosas ubicadas como parte del paisaje urbano de Caracas. Muchos no saben que existen (aunque unos si saben, pero se hacen los locos). Otros saben, no lo usan  y los conciben a través de los prejuicios: “ese sitio de mala muerte”, “ese antro” dicen los más conservadores. Unos lo ven como atracción para la chismografía cotidiana y  siempre están pendiente de la entrada y salida de los clientes, para ellos esa actividad se convierten en un evento: “¿Quién será? ¿Ese no este chamo de al lado?”, “mira esos dos van a lo suyo”, “esos acaban de salir de su juju, picarones…”. Otros saben de los moteles y los usan, unos sin pena y otros apenados. Lo importante es que la entrada y salida de personas es un suceso que le otorga vida a esas mansiones lúdicas camuflajeadas con el ajetreo de la ciudad. Más allá del conocimiento de los ciudadanos, ellos están ahí ubicados en un espacio único y singular en las calles… además, por algo están todavía, vivitos y coliando.

Una vez superada la gama de prejuicios que rodea a los moteles, adentro el ambiente se concibe distinto. Se respira un éter poético, de complicidad y enigma. Pero a la vez, sus instalaciones te hacen sentir cómodo y familiar, casi como un hogar. Si coincides con otro cliente reina la incomodidad, no porque se conozcan, sino porque los dos saben porqué están ahí. Luego toca pedir una habitación: “Un rato nada más” es el código para solo estar un tiempo determinado y no pasar la noche. Los clientes lo pronuncian en la caja, el cajero entiende y cobra la tarifa. La relación es simple y mediada por una frase breve, pero que dentro del motel adquiere una carga inmensa de significados y se convierte en la clave que da inicio a una serie de acontecimientos placenteros. Cuatro horas es el promedio que dura “un rato” en los hoteles/moteles de Caracas. Tiempo más que suficiente para pasar, precisamente, “un rato” de goce y deleite. También están los que se alojan toda una noche y sus fantasías ascienden hasta el amanecer.

 En la habitación el ambiente es aún más pronunciado. Sus finas paredes hacen que los gritos vecinos entren como soundtrack, como música de los dioses y aunque te molesten ¿De qué te puedes quejar? si tu y tu compañera/as (o compañero) producirán los mismos o peores ruidos. Hay una cama amplia, bien tendida con sábanas y almohadas que fueron mojadas y mordidas por otros amantes, pero tampoco te puedes quejar, ya sabemos la razón... hay espejos en las paredes, con miles y miles de cuerpo desnudos guardados en su interior. Hay actos memorables guardados en la memoria colectiva de la habitación, pero no puedo detallarlos todos, no porque no quiera, sino porque es imposible hacer un conteo de las aventuras amorosas, placenteras, perversas, locas… que suceden en la habitación de un motel. Pero ya una vez que entras, las dos personas saben qué sucederá y que en las demás habitaciones sucede o sucedió lo mismo. El motel es un cúmulo de complicidades y placeres, y el conjunto de todo eso se siente y respira dentro de cada habitación. C:\Users\usuario\Downloads\metodologia\MOTEL NIGHTS 21995CHARCOAL ON PAPER15 X 21 IN.jpg

El ambiente del Motel es en sí un poema. Que va desde su fachada solitaria y misteriosa; pasando por su entrada y las cortas, pero semánticamente potentes frases que se usan dentro de él; hasta llegar a su habitación y sus historias de secretos escondidos en cada una de sus paredes, camas y colchas. Solo hace falta un poco de concentración e imaginación para darse cuenta que en cada habitación hay una historia, pero que todas tienen el mismo hilo conductor: el placer. El motel es la encarnación viva del poema que escribe el deseo. Es la arquitectura ubicada en el medio de la ciudad, que sostiene y aloja en sus habitaciones las expresiones de las musas impúdicas. El Motel se esgrime como la celebración de la complicidad, del secreto, de lo prohibido y por todo esto: de la poesía.http://2.bp.blogspot.com/-YdieazYLr4c/UUxHTGYq5cI/AAAAAAAAPwM/LaPEvSRnEJ0/s400/malerie-marder.jpg