La fila cuatro.

En una oficina del Registro Civil, cierto día había largas filas de personas que necesitaban tramitar diversos documentos personales. Había cuatro ventanillas, la número uno para rectificación de documentos, la número dos para tramitar actas de ese estado, la número tres para tramitar la CURP y la número cuatro para sacar actas de otros estados.

La ventanilla cuatro era la que tenía la fila más corta; sin embargo, avanzaba muy lentamente. La última persona en esa fila era un señor de edad avanzada, delante de él estaba un hombre con su hija de aproximadamente tres años. De repente la niña volteo para atrás y miró fijamente al señor al mismo tiempo que le sonreía, en ese momento su papá se percató del hecho y también volteo.

- Señor, si gusta puedo cambiarle el lugar.

-No se preocupe, así está bien.

-Bueno, avanzará solo un lugar, pero es mejor ¿no cree?

-Está bien. ¡Muchas gracias!

Los dos hombres reían mientras intercambiaron el lugar. Al cabo de un rato, el anciano sacó una torta y le dio la mitad a la niña.

-Gracias –dijo la niña muy contenta.

-Por nada pequeña.

-¿Es su única hija? –preguntó el anciano.

-Sí, es la única.

-¿Y cómo se llama?

-¡Me llamo Sofía como mi mamá!  -respondió la niña.

-Qué bonito nombre ¿y dónde está tu mami?

La niña miró a su papá y después bajó la cabeza.

-Mi esposa murió hace poco -dijo el padre con la voz quebrada.

-Perdón, lo siento mucho –dijo el anciano.

-Yo perdí mi acta de nacimiento y la necesito para seguir cobrando mi pensión, por eso vine a sacarla –comentó el anciano.

-¡Ah mire! Yo la voy a tramitar porque ocupo una reciente para una entrevista de empleo. Pero mi cita es en una hora y media, y tardo media hora en llegar de aquí al lugar de la entrevista.

-¡Ojalá que la fila avance más rápido!

El anciano observó la cara del señor y notó su desesperación.

-Seguramente que alcanzará.

En eso llegó un muchacho muy joven y se formó detrás del señor y su hija. Era alto, delgado, y vestía con ropa muy elegante y fina.

-Papi quiero ir al baño.

-Aguanta un poco, no nos podemos quitar de aquí.

-Llevo rato haciéndolo, ya no puedo -dijo la niña apretando las piernitas.

-Llévela, yo le aparto el lugar –dijo el anciano.

El señor abrazó a su hija y corrió en busca de un baño. Después de unos minutos el señor entró a la oficina y notó que en su lugar estaba una chica bonita que llevaba puesto un vestido muy corto.

-Perdón señorita, aquí voy yo, sólo llevé a mi hija al baño.

-¡No, este joven me dejó su lugar! –y miraba al joven que vestía elegantemente.

-Pero yo voy aquí joven, ¿lo recuerda?

-¡Es verdad, aquí va el señor! –dijo el anciano.

-Pues para qué se fue –dijo la chica.

-No nos moveremos de aquí –dijo el joven en voz alta y con los ojos sobresaltados.

Entonces el señor los miró fijamente y se formó atrás. Pasado un rato, la fila comenzó a avanzar más rápido; pero la fila de la ventanilla tres disminuía a mayor velocidad.

-¡Vámonos de aquí! –y se formaron en la fila tres al ver que avanzaba más.

-Por hoy sólo atenderemos hasta donde está el señor con la niña –anunció la encargada de la ventanilla cuatro.

Luego de unos minutos la fila cuatro avanzó más rápido y le tocó el turno al señor que se acompañaba de su hija. Muy contento porque llegaría a tiempo a su entrevista, se marchó.

De repente, el joven, que platicaba muy contento con la chica, levantó la vista y leyó:   -Consulta de CURP.

-Disculpe, ¿para qué es esta fila?

-Para sacar la CURP –contestó la señora que estaba delante de él.

-Entonces, ¿dónde saco mi acta de nacimiento?

-Pues… ¿es de este estado o de otro?

-De otro –contestaron el joven y la chica.

-Pues tendrá que venir mañana. Porque es en la ventanilla cuatro y en esa ya no están atendiendo.

El joven y la chica caminaron a la ventanilla cuatro mientras leían desconsolados:

-Trámite de actas de otro estado.