Un día en mi vida enfrentando el rollo de la información y la lectura.
Por Tito Fuentes.
Caracas, 26 de Mayo de 2015
Si nos preguntaran qué tratamiento le damos a la información y la lectura a lo largo del día, secuencialmente no sería difícil responder, a no ser que nos falle la memoria de tantas veces que nos enfrentamos a ellas y, entonces, nos falten tiempo y espacio para redactar. Pero si nos preguntaran cómo nos trata la información a lo largo del día y cómo la abordamos a través de la lectura? Quizás caeríamos en cuenta de que ciertamente éstas están más presentes en nuestras jornadas diarias de lo que podríamos ahora asegurar y que consciente o inconscientemente perfilan y mejora nuestras vidas. ¿Cuándo y cómo comienza nuestro encuentro con ellas? Desde muy temprano, con la lectura del reloj seguidamente a la activación de la alarma del despertador, en ese momento aunque parezca tonto y obvio decirlo, debemos leer la hora del reloj. Desde entonces y hasta el último momento en que nos vamos a dormir la información y lectura se hace presente. Trataré pues de responder como si de verdad me hubieran formulado tal pregunta e intentaré hacerlo como si esta fuera un rollo que se va revelando frente a mí poco a poco, tomando en cuenta lo que nos sucede en cualquier día de nuestra existencia e exponiendo acciones que van desde las muy simples a las muy complejas.
Suena el reloj muy temprano, deben ser las 6:15 AM, es la alarma del celular y debo corroborar esa información leyendo la pantalla del teléfono inteligente, que tan inteligente es que nos da la hora desde hace ya muchos años y nos hemos percatado conscientemente que hacemos esa lectura. Luego de preparar el café, tarea en la que por cierto debo leer las medidas de la cafetera, tomo una taza de tan estimulante infusión, paso al baño y tomo para leer una revista o un libro (novela, manual, periódico, cualquier cosa leíble) que me relaje. Si, para este ejercicio confieso que, como muchos, me es inevitable leer en el baño.
Luego de tomar una ducha y vestirme para ir al trabajo, de seguido reviso los mensajes del celular, leo los SMS , el twitter, los WhatsApps y hasta algunos e-mails, mientras me tomo otra taza, esta vez acompañado de un sándwich como desayuno. Me dirijo más tarde a tomar un transporte que me lleve hasta mi trabajo. En el ascensor es inevitable leer el tablero y seleccionar Planta Baja, como tampoco lo es leer anuncios de la Junta de Condominio para recordarnos que los perros no son gente o para que tonemos previsiones problemas de seguridad en la zona o recorte de servicio de agua, cosas que como verán son eventos infrecuentes, extraños y sorprendentes. Ya en la avenida, y para nada recordando la lectura, veo para todos lados, me alejo hasta de los viejitos, pero igual. leo los muchos anuncios de distintos destinos de los transporte, para después abordar el que requiero.
Ya en la buseta, camino al trabajo no leo las señales de tránsito, pues eso lo hará el conductor. Lo que si leo es algo nuevo que pudiera llamar poderosamente mi atención como pudiera ser, por ejemplo, un anuncio rápidamente captado de una presentación de Un recitar de Floria Márquez, y un toque de “Caramelos de Cianuro”. Sin embargo, algunas veces escucho la Radio del conductor (el programa de Cesar Miguel Rondón o el de Full Chola) y cuando no, escucho música, pero en ambos casos la información hecha noticia, opinión o música directa o indirectamente me hace reflexionar. Durante esos traslados, cuando estoy acompañado, resulta inevitable discutir sobre aspectos relacionados con mi área de interés: la información, literatura o sociales. Cuando no, en otras oportunidades aprovecho y leo prensa, pero no la mía sino la de la persona que llevo al lado. Aunque entiendo que esto, hasta no hace mucho tiempo, era demostración de mala educación, asumo que hoy día no lo es, debido a lo difícil que es encontrar buena prensa impresa y a lo costoso de la misma. En fin, leo como muchos hacen, la prensa del otro, pero además con descaro y una atención con la que a veces pienso que inmovilizo al dueño del periódico para que no pase la página mientras me informo completamente acerca de lo allí contenido.
Pero resulta que trabajo en una biblioteca. Y aunque sé que cuando llegue allí me enfrentaré inevitablemente con la información y la lectura, mi encuentro con éstas ocurre de una forma no necesariamente tan convencional. Al llegar a la oficina, me siento frente a una PC y leo la presentación del software libre, los menús de los programas y sus contenidos, pues debo revisar un artículo que escribo y como este otro que usted lee, lo hago para el Web Blog “CEDINBI al momento”. Para estar seguro que es el documento en el que trabajo, debo leer cuidadosamente si se trata del documento correspondiente por su nombre, como por su contenido, por cuanto he venido trabajando con base en diversas versiones.
Mientras ubico el archivo, la información sigue llamando mi atención y no puedo dejar de revisar y leer la prensa digital. Son entre 10 y 20 minutos de lectura. Estar informado y notificado de situaciones que ocurren es una materia obligatoria en la Biblioteca, y la prensa me permite enterarme y hasta documentarme, como todos sabemos, del diario acontecer nacional e internacional. Así, estoy preparado para dar una respuesta a un compañero o a un estudiante, si lo exige la situación o simplemente enterarme de todo cuanto pueda porque uno no sabe qué pueda ocurrir y qué decisión tomar. Pero retomando mi oficio de escribir para el blog, la versión que escribo y consulto constantemente fuentes biblio-documentales para apoyar mis argumentación y ofrecer evidencias demostrativas.
Ya en sala, el conocimiento y la lectura son fundamentales, inseparables como necesarios. En efecto, al llevar a cabo mi trabajo, debo entrevistar o leer lo que necesita el usuario para buscarla y recuperarla en el sistema de información, acción en la que obviamente debo leer.
En la Biblioteca Nacional, como en otros episodios de nuestra vida, la información está a la orden del día, razón por la cual debemos leer con la finalidad de prestar un mejor servicio. De esta forma, al tiempo que presto un servicio con valor agregado, voy complementando una carrera autodidacta en el campo de las Ciencias de la Información y la Bibliotecología. Igualmente, al localizar y recuperar información electrónica y digital (una de las tantas funciones requeridas o concebidas para los usuarios); se me hace inevitable leer el contenido que muestra el catálogo en línea, los dominios .com, .edu, .net, etc. Visto así, el manejo de la información y los conocimientos siempre formaran una parte fundamental en mi desarrollo y desempeño profesional.
Al salir de la biblioteca, la información y lectura no me abandona, luego de una breve colaboración en casa con la cocina, hacer ejercicios y tomar un baño, desde las 8:30 PM y hasta la 11:30 PM prefiero ver documentales en cable, alternándolos con responder dudas y requerimientos de mi familia y revisar la prensa en Internet. Asimismo, simultáneamente puedo intentar leer un libro, la prensa o revista electrónica, revisar mensajes diversos y fugaces en el celular entre otras muchas cosas. De modo que, al culminar todo, una de conversación con mi esposa, me relaja y me prepara para el sueño nuevamente hasta las 6:15 AM del día siguiente.
Diariamente la información, el conocimiento y lectura llenan un espacio en nuestras vidas, desde el simple acto de descodificar palabras en acciones de lecturas en teléfono celulares, instrucciones, indicaciones médicas, recetas, ingredientes de alimentos, etc. hasta lecturas complejas y necesarias para nuestro trabajo intelectual o técnico-profesional. En muchos casos leer resulta ser rutinario en forma consciente o inconsciente. Del mismo modo, ya sea escuchando detenidamente a alguien que lee o referencia un a texto en voz alta, cuando escuchamos la radio o manipulamos dispositivos electrónicos, enfrentamos a la información y al conocimiento. En fin, tal se ha evidenciado a través de esta extensa exposición de hechos ocurridos diariamente cómo la información y la lectura ocupan un espacio en nuestras vidas, y contribuyen a darle calidad a nuestra existencia más allá de lo que podamos percibir y creer. Y usted ¿cómo trata a la información y la lectura en su diario trajinar?