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Garcilaso, Fray Luís y San Juan.doc
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Renacimiento                                                                                                                                  Montse Zanuy

GARCILASO DE LA VEGA, FRAY LUIS DE LEÓN Y SAN JUAN DE LA CRUZ.

I. La poesía del siglo XVI

Hasta mediados de siglo la poesía se adapta a las nuevas formas y contenidos de Italia. Una fecha clave será 1543, año en que se publican póstumamente las obras de Boscán y Garcilaso, pioneros en la defensa en España de la poesía renacentista italianizante y la difusión de su poesía fue decisiva para el triunfo de la nueva corriente en nuestras fronteras.

Conjuntamente con este gusto por la nueva poesía, nuestros poetas toman géneros y temas de la poesía grecolatina.

Veamos los tópicos clásicos:

-Carpe diem: “goza del día de hoy”. Es una invitación a aprovechar el momento, ya que la vida es breve y la fortuna variable.

-Collige, virgo, rosas: “recoge, doncella, las rosas”. Se exhorta a una joven para que ame antes de que el tiempo marchite su belleza.

-Aurea mediocritas: “la feliz mediocridad”. Alabanza de la vida moderada, lejos de las grandes ambiciones y pasiones, que solo conllevan preocupaciones e infelicidad.

-Beatus ille: “feliz aquél”. Añoranza de la vida apartada de lo mundano, generalmente en contacto con la naturaleza, lugar apropiado para encontrar la paz y la armonía.  

Tópicos renacentistas:

“menosprecio de corte y alabanza de aldea”, que valora la vida sencilla en el campo en detrimento de la complicada vida cortesana.

El tema de la poesía renacentista es el amor, concebido de modo diferente a como lo era en la literatura medieval. En la novela sentimental, en la poesía del cancionero o en “La Celestina”, el amor es pasión, un amor sensual dominado por las pasiones y con carácter destructor.  En la literatura renacentista,  el amor está influido por el neoplatonismo.

En el Renacimiento el amor aparece casi desligado de los apetitos carnales, es una virtud de entendimiento, que ayuda a mejorar a las personas. Gracias al amor, los seres humanos se elevan de lo material a lo inmaterial y, superando la sensualidad, la contemplación de la belleza femenina, de la naturaleza o de la música les permite acceder al conocimiento de la Belleza Absoluta.

No obstante, como en la época anterior, el amor también puede ser causa de frustración y dolor: al enamorado le resulta imposible alcanzar ese estado de perfección espiritual, de amor.

La importancia de la poesía moral irá creciendo a lo largo del XVI. En esta poesía se desarrollarán los tópicos del “beatus ille” y del “aurea mediocritas”, mientras que la lírica amorosa optará por el “carpe diem” o el “collige, virgo, rosas”. Hay que entender esta poesía moral como una expresión de la insatisfacción con la nueva sociedad individualista y urbana y también como consecuencia de la nueva moral de la Contrarreforma surgida a partir del Concilio de Trento, que defiende un código de conducta más rígido frente al puritanismo protestante.

La poesía renacentista es muy innovadora en lo formal:

La lírica amorosa se expresa en canciones, sonetos, madrigales, sextinas; la lírica de temática moral prefiere géneros como la epístola o la oda y estrofas cómo el terceto encadenado, la silva, la lira o el soneto.

El soneto, estrofa surgida en el siglo XIII en Sicilia, es la forma emblemática de la nueva poesía que ya tuvo un gran desarrollo en la lírica italiana, desde Dante y Petrarca a los poetas renacentistas, y fue adaptada al castellano con éxito por Garcilaso y otros poetas. Durante los siglos XVI y XVII se escribieron y publicaron miles de sonetos (Lope de Vega escribió casi 1600.)

Finalmente, hay que destacar el desarrollo en el siglo XVI de una peculiar literatura de carácter religioso, la llamada literatura mística. Los místicos aspiran a comunicarse directamente con Dios y expresan esa experiencia en prosa o en verso. La mística sería un hecho característico de la transición de la Edad Media a la Moderna. Se elaboran discursos para llegar al sentido de lo absoluto. En este panorama de deterioro del orden religioso tradicional, se forman comunidades (cenobios, casas de retiro, monasterios…) en las que se quiere restaurar la comunicación espiritual. El problema es, entonces, encontrar la lengua, las palabras adecuadas para restablecer el contacto con Dios.

El fenómeno místico termina por desaparecer y queda reducido a la marginalidad. Las instituciones religiosas asimilan e integran el movimiento, anulando su potencialidad crítica. Realmente, la frontera entre místicos ortodoxos y herejes no fue clara: la misma doctrina de Juan de la Cruz, por su carácter contemplativo, por su rara radicalidad, es contraria al espíritu de la Contrarreforma, por lo que sus enseñanzas quedan marginadas en el interior de la orden carmelita.

II. Garcilaso de la Vega

Nació en Toledo hacia 1501 en el seno de una familia noble. Se casó en 1525 y al año siguiente conoció a Isabel Freyre, una de las damas portuguesas de la emperatriz. Isabel se casó poco después y murió, lo que produjo una grave crisis sentimental en el poeta. Este amor imposible y el dolor por la muerte de la dama dejaron huella profunda en su poesía.

En 1531 fue desterrado a una isla del Danubio y después a Nápoles. Su estancia en Italia fue decisiva, ya que allí se relacionó con importantes humanistas, leyó y estudió a los autores clásicos y escribió sus mejores versos. Murió en 1536 en Niza, tras una incursión militar.

Garcilaso es el prototipo del caballero renacentista, en la línea del modelo propuesto por el autor de “El cortesano” Baltasar de Castiglione. Armoniza en su persona el ideal de las armas y de las letras, soldado, cortesano y poeta.

Su amigo Juan Boscán preparó y publicó en 1543 su obra que es relativamente breve:

Los sonetos de Garcilaso significan la aclimatación definitiva de esta estrofa en la literatura española. Son generalmente de temática amorosa, algunos en la línea del cancionero; otros, están impregnados de la nueva sensibilidad renacentista.

El amor es el tema estrella en la poesía garcilasiana. El poeta muestra una concepción del amor marcadamente neoplatónica y con fuerte influencia petrarquista:

La poesía de Garcilaso transmite una fuerte sensación de sinceridad, habitualmente relacionada con el carácter autobiográfico de sus poemas.

El otro gran tema de su poesía es la presencia de la naturaleza, como entorno estilizado en el que los personajes se quejan de sus penas amorosas. La naturaleza se convierte en algunos poemas en confidente que escucha y consuela a los pastores. El elogio de la naturaleza primitiva y rústica, de carácter idealista, tiene su antecedente en la égloga clásica y en Virgilio.

Estilo: la labor poética de Garcilaso es la creación de un nuevo tipo de poesía, la lírica española de los siglos XVI y XVII, que funde la poesía de cancionero, característica del XV, con las influencias italianas. 

La nueva lengua poética se ajusta a los ideales renacentistas de naturalidad y elegancia. Su lenguaje es sencillo en apariencia, fluido y natural, busca el equilibrio entre la pasión y la contención. Este deseo de armonía se refleja en la frecuente simetría de estructuras poéticas: versos bimembres, paralelismos, etc. El tono de su poesía es dulce, triste, melancólico, como revelan los adjetivos antepuestos, uno de los rasgos más característicos de su estilo: dulces prendas, triste canto, solitario día, cansados años…

A este tono contribuye también la novedosa métrica garcilasiana, con predominio del endecasílabo, asociado al heptasílabo, y con versos de una gran musicalidad por la acertada combinación de acentos y rimas.

No olvidemos que el primer tercio del siglo XVI es una época de intensa innovación. Garcilaso lo vivió primero en Italia y después en Italia. La renovación poética que representa la lírica de Garcilaso se evidencia en el ideal renacentista de la claridad y de la sencillez expresivas.

III. Fray Luis de León

Nació hacia 1527 en Belmonte (Cuenca). Ingresó como fraile en el convento agustino de Salamanca donde cursó teología y, después, hebreo en la Universidad de Alcalá. Fue catedrático de la Universidad de Salamanca y allí participó en las divergencias teológicas entre agustinos y dominicos, que acabarían por llevarlo a la cárcel inquisitorial de Valladolid, donde permaneció más de cuatro años. Fue acusado de haber traducido al castellano el “Cantar de los Cantares” y de haberse pronunciado a favor del texto de la Biblia en hebreo, desautorizando la versión de la “Vulgata”. Tras ser absuelto reanudó sus clases en la universidad. Murió en 1591.

Su vida fue turbulenta, lo que explica su deseo íntimo y profundo de apartamiento, recogimiento y serenidad. De ahí su anhelo de paz y tranquilidad. Palabras insistentemente reiteradas en sus escritos: armonía, concierto, concordia, música apaciguada…  El trasfondo filosófico de su pensamiento es una conjunción de platonismo y cristianismo.

Obra:

  1. Prosa: Escribió 4 importantes obras en castellano. Sus traducciones y comentarios “Cantar de los Cantares” y “Exposición del Libro de Job” inéditos hasta el siglo XVII. Obras originales suyas en prosa son “De los nombres de Cristo” y “La perfecta casada”.

b) Poesía: no publicada en vida. Fue Quevedo quien editó sus poemas en 1637. Fray Luis dividió su obra en poesía original, traducciones de clásicos y traducciones bíblicas.

Su obra poética original es breve. La mayoría de sus poemas son odas, de número indeterminado de versos, estrofas cortas y temas variados, aunque siempre serios y graves.  Entre sus odas más conocidas destacamos: “Oda a la vida retirada”, la “Profecía del Tajo”, que se sitúan dentro de la tradición clásica (deseo de soledad, desprecio de los placeres mundanos) En las compuestas en la cárcel, como “Noche serena”, “En la Ascensión” y “A la salida de la cárcel” se dan cabida a temas religiosos y a las quejas por las injusticias con él cometidas.

En las obras escritas a la salida de la cárcel, como las odas dedicadas al músico ciego Francisco Salinas o  a Felipe Ruiz, expresa su anhelo de armonía e infinitud, la nostalgia del paraíso evocado y cierto misticismo.

Temas:

La mayor parte de estos motivos tienen seurgen de la tradición clásica neoestoica y neoplatónica, es decir, en el “Beatus ille”, la búsqueda de la “descansada vida” y el alejamiento del “mundanal ruido”; la contemplación de la noche estrellada; la armonía universal sentida al escuchar las notas musicales; el demonio de las pasiones, la exaltación de la virtud, etc.

Estos temas hay que entenderlos dentro de la perspectiva cristiana agustiniana de la poesía de fray Luis. En él se aúnan admirablemente cristianismo y humanismo clásico. Su creación artística está guiada por el deseo de armonía, paz y serenidad, por lo que añora la soledad, la “vida retirada”, cantada por los poetas clásicos paganos, como Horacio: “Dichoso el humilde estado/del sabio que se retira…”  Este anhelo de vida sencilla lo conduce a la añoranza de la vida en el cielo. Se suele hablar de la poesía de fray Luis como expresión de la nostalgia del desterrado en la tierra. De ahí su ansia de perfección, de unión con la divinidad, un deseo que lo acerca a las experiencias de los místicos, aunque no se da el éxtasis vital a la manera de san Juan de la Cruz, sino una especie de éxtasis intelectual.

Estilo: su poesía es deudora de las tradiciones literarias grecolatinas, de los textos bíblicos y de la lírica renacentista, especialmente de la de Garcilaso. De este procede la estrofa preferida por fray Luis: la lira.

Su poesía es de una simplicidad aparente, pues en ella entreteje muchos elementos tradicionales con cultos, debido a su formación lingüística, a su labor de traductor y su pasión por el lenguaje, pero siempre dentro de la norma renacentista de la elegancia y de la sencillez. Un rasgo peculiar es que muchas de sus poesías estén dirigidas a una segunda persona, lo que explica el carácter conversacional que suelen tener: abundantes enumeraciones, exclamaciones, interrogaciones retóricas, etc.

III. San Juan de la Cruz

Nació en Fontiveros (Ávila) en 1542 en un medio social muy humilde. Estudió Filosofía y Teología en la Universidad de Salamanca y allí conoció a fray Luis de León. Llevó una vida de gran austeridad. Tras conocer a Teresa de Jesús decidió unirse a los reformadores carmelitas que propugnaban una vida monacal de mayor rigor y pureza. Participó en la reforma del Carmelo, con el nombre de Juan de la Cruz. Pasó un tiempo en la cárcel conventual de Toledo por conflictos religiosos dentro de la orden. Allí comienza su actividad poética. Muere en Úbeda en 1591.

Desde joven eligió vivir alejado de las riquezas y de la comodidad. Su inclinación a la vida eremítica y al gusto por la soledad y el silencio hacen de él un asceta y un anacoreta. Se muestra despegado de la teología escolástica, del saber universitario y prefiere el conocimiento experimental de Dios, en sintonía con el espiritualismo europeo de aquella época.

Obra: Muy breve, se sitúa entre lo mejor de la lírica universal. Compuso tres grandes poemas: “Cántico espiritual”, “Noche oscura del alma” y “Llama de amor viva”, además de otros poemas menores.  

Los tres poemas mayores tienen sendas obras en prosa, escritas por el mismo San Juan, que pretenden explicar el sentido de los textos poéticos verso a verso y casi palabra a palabra.

El “Cántico espiritual” fue escrito en 1577. El texto sigue muy de cerca el “Cantar de los Cantares”. Es un diálogo entre la Amada y el Amado, al que aquélla ha buscado por valles y montañas hasta encontrarlo.

La “Noche oscura” (1584) está formado por ocho liras en las que la Amada, tras salir disfrazada de su casa por la noche, se une plenamente al Amado.

En “Llama de amor viva” (1584) expone en liras las sensaciones amorosas que expresa la Amada en la unión misma.

Los poemas menores desarrollan motivos similares. Cabe destacar “Un pastorcico solo está penado” o “Tras un amoroso lance”.

Temas: Se originan en la filosofía neoplatónica y en la literatura religiosa y mística de la Edad Media y del Renacimiento:

La poesía del “Cantar de los Cantares” y la poesía tradicional le dan otros motivos como, por ejemplo, el de la caza de amor. Si en un sentido estricto, podemos entender sus textos como poemas amorosos, estos van más allá de lo erótico y expresan un contenido espiritual trascendente. Se intenta comunicar la inefable unión mística a través de una alegoría del amor humano. Esta idea ya aparece en el “Cantar de los Cantares”, en el neoplatonismo y en la E. Media.

Su obra fue vista con suspicacia por la teología “oficial”. Juan de la Cruz concibe la fe como tiniebla, como oscuridad que genera luz, lo que nos da la clave del símbolo de la “noche oscura”, central en su poesía. La suya es una fe como itinerario a través de la “experiencia” hacia lo incognoscible: “Entréme donde no supe…/ toda ciencia trascendiendo”.

Esta capacidad poética y este grado de profundización y espiritualidad son muy significativos en la época de Felipe II.

Estilo: los metros preferidos por San Juan son la lira garcilasiana en los grandes poemas y los romances y canciones tradicionales para sus poemas menores.

Influencias en su poesía:

Características de su poesía: