DEL AMOR

En medio del silencio, cuando 1a Ursa corre

veloz hacía la mano' de la estrella Bootes, cuando el piadoso sueño esparce sus licores, suspendíendo el trabajo dra los cansados hombres, Amor a mis umbrales, llegó acaso una noche,

y llamando a las puertas, del Sueño despertóme.

Quién es el atrevido, aíradp dije entonces,

que a tales horas llama

y al que duerme interrompe 1?» währe, piadoso huésped,

las púertas, me responde,

y deja el miedo, amigo, que mi ìlamar te pone; porque soy un muchàcho que ando toda la noche perdido por ser ciego

y helado por ser pobre» Yo, movido a sus ruegos y amigable a sus voces, las puertas abri luego por que çntre el que las rompe: cuando v1’ un niño ciego,

a] modo de los dioses, .

con alas en sus hombros

y en su carcaj arpcmes. Subile a mi aposento, @Candi-mis carbones, enjugué sus cabelîos

y apague sus temblores. Sus manos con las mías le àpreté, y entonces, viéndose redimîdo

del hielo y sus rigores: «Proof-amos, dice, el arco, por si el nervio se encoge»; y estirando Ia cuerda,

el pecho atravesóme. Luego, con mil risa'das, de mi casa Salióse, diciendo al despedirse: «Huésped, queda a los dioses; pero primero advierte

que tras hacer tal golpe, mis arcos quedan sanos,

y tú con mil dolores»

DE si MISMO

'Debajo de estos mil-tos y de estos verdes lotos, beber-é dulcemente echado sobre el codo. Pero venga Cupido

con 1a toalla al hombro, 'y sírvame 1a taza

con el vino sabroso. Porque la edad ligera se va de entre nosotros, así como las ruedas

del carro presuroso. Huyan, pues, los cuidados, que si vienen, a todos. desatados los huesos,

nos volverán en polvo. Pues, necio, ¿por qué unges con bálsamo oloroso

la triste sepultura

que da terror y asombro? ¿Por qué, di, desperdicías el vino precïoso, que sabe dar agrados, que sabe quitar odios? Mientras yo vivo, viva el gusto y el 1'etozo;

mi frente ciñan rosas, mis sienes unjan óleos,

y a mi dulce muchacha llamarásïa, ea, mozo;

que quiero darme un verde, antes de darme al Orco.

DE LA ROSA

La rosa de Cupido juntamos a Lieo, y de ella laureados, bebamos y juguemos. La rosa, que a las ñores es süave ornamento,

y del verano alegre

el cuidado primero;

1a rosa, que a los dioses es deleite, y por esto de rosas coronado

danzas sigue el de Venus. Haz, pues, oh padre Baco, que de rosas compuesto y de lira adornado, me :reciba tu templo. Süaves daré olores, süaves diré versos,

y juntos yo y mi dama süaves baîlaremos.



I/DE si MISMO

Dícenme las muchachas: “Vieio estás, Anaal-con, y para que lo veas,

IomJa, toma el`espejo, verás que en la cabeza ya no tienes cabello,

y que muestras la frente con calva y sobrecejo.” Pero y0 las respondo: "Muchachas, no me meto en si ha quedado aiguno 0 todos se cayeron; sólo podré deciros

que de amores y juegos, cuando más se le acerca la muerte, trata el viejo.”

DE. UN SUEÑO

En un pabellón rojo estaba y0 durmiendo, cuando luego a mi cama se me vino este sueño. soñaba, pues, que estaba alegre con Lieo,

entre un corro de mozas retozandç» y corriendo; y que-allí bien bebidas también unos mancebos, por ellas me decían injurias y c_ienuestos. Quise a todas besar-las y todas se me huyeron; y asl', bur-lado y solo,

volví luego a mi sueño.

Vengan, vengan amores, que me manda en efeto el Amor que los tenga, y es forzoso tenerlos, Verdad Cs que al principio no quise obedeccrlo, inoranre del daño

que me vino por ello; por lo cual e] vendado, disparando del nervio las saetas de om,

a ml' viene corriendo. Pero yo, barreado, como Aquiles un tiempo, de loriga y escudo.

me lc pongo soberbiov La batalla se empieza; flechas cqrtan el viento, y a sus plantas, cobardé, las espaldas Ie vuelvo. Ya _mudalpa cn erizo

la facción de guerrero,

su caroaj heredando

mis hombros con mi riesgo; y él, al verse viudo

de tantos aparejos,

cual sacra ligera

se me lanza ligero.

Intenté resistirle:

¿pero de qué provecho

son las armas por fqera,

si Ia guerra es por dentro?

DEL BEBER

Bebe la tierra

y a la tierra las plantas, las aguas a los mentos, los soles a las aguas,

y a los soles las lunas y las estrellas claras. ¿Pues por qué la bebida me vedáis, camaradas?

Dadme, dadmc, muchachas, el brindis de

que el seco calor-_mío

rile bebe cuanto bebo. ¿No cn ansias que de puro sediento,

sin poder dar un paso, como asmático anhelo? También me dad de vides una guirnalda luego,

para que así refresque mis sienes y celebro. iPero qué maravilla?

si dentŕo de mi pecho escondo los calores

del muchacho de Venus!

DEL CIRO

Si alargarse pudiera nuestra vida con oro,

sin duda le buscara

por un mundo o por otro;

y así luego a la muerte

en el día forzoso

le diera una gran suma

por que volviera el hombro. Pero ya que es Vedado hacer del hado logro.

¿de qué sirve el gemido?, ¿de qué sirve el sollozo? También, si inexcusable

es la vía del orco,

¿para qué las riquezas?, ¿para qué los tesoros?

Pues, ea, venga Cl vino ._ que me salte a los ojos,

que entre mis camaradas quiero hacerme beodo;

y -también I1a muchacha

con risadas y gozos,

y cierne mil abrazos,

que yo le daré otros.

i/DE sí MISMO

Cuando bebo el suave vino, con un rapto placentero

il las nueve Musas canto

y con himnos las celebro, Cuando bebo el suave vino, los cuidados, los consejos, mis alcázares dejando,

luego vuelan poi- el vienLQL_

Cuando bebo el suave vino, mis holguras disolviendo,

por las auras

me: arrebata ei buen Cuando bebo el suave vino, con guìrnalda, que y0 mesmo me he tejido de mil flores,

la feliz vida sustento.

Cuando bebo cl suave vino, rociado con ungùentos

_y abrazado con mi dama,

de la Venus canto en verso. Cuando bebo el suave vino, luego @I alma desenvuelve como pez en ancho vaso.

_v a los bailes mc encomiende. Cuando bebo el suave vino, con mí proprio logro encuentro; moriré, pues, con mi logro,

que el nllorìr al hombre: es cierto. 1 Cuando bebo cl suave vino,

mis desdichas sobrellevo: bebe, huésped, bebe y vivc, que si vivo es pol-que bebo.

Amor entre las rosas, no recelando el pico de una que allí volaba abeïa, salió herido;

y luego, dando al viento mil dolorosos gritos. en busca de su madre se fue cual torbellino. Hallóla, y en so gremio arrojado, esto dijo: "Madre, yo vengo muerto; sin duda, madre, expìro, que de una serpiccìlla con alas, vengo hcl-ido, :1 quien todos abeja llaman, y cs basilisco." Pero Venus entonces

le respondió a su niño: "Si un animal tan corto da dolor tan prohjo,

los que tú cada día pent-:tras con tus tiros, ¿cuántos más dolorosos

que tú estarán, Cupido?

L/DE LA ROSA

Con el verano alegre, que es padre de las flores, casernes a la rosa, que es ámbar de los dioses; la rosa que es suave

delicia de los hombres, ornato de las gracias

y beso de Dione:

ia rosa, que a poetas argumento cs conforme, y a las hermanas nmve del cabalifm monte;

la rosa, que es amable al brazo que la co e, por más que la deŕienda con espinas de bronce; la rosa, finalmente,

que süave re§ponde

àl tocar, con halagos,

al oler, con olores;

la que solemnes fiestas espléndida compone, pero donde ella falta

a Palas, preside

armada escuadrones,

del seno de la tierra

nació la rosa, entonces

que acudió con néctar

là turba de los dioses.

De cuya mata luegq,

tan dúlce como noble,

nació tu planta, Baco,

que es néctar de los hombres,

A UNA MUCHACHA'

/DE LAS MUIERÉS

Sabia naturaleza

dio dos cuernos al toro, cuatro pies al caballo, cuatro manos al oso, ligereza a la liebre, velocidad al Corzo

y una sima de dientes

al león prodigioso;

las aves soltó al viento, los peces echó al ponto, para sus Euros diestras, para sus aguas ductos; al hombre entendlmlenlo, a la mujer

¿Pues qué le dio? Belleza con natural adorno;

y esto en lugar de lanzas y de pavcsßs corvos,

por más fuerte que el fuego y que el acero todo.

¿qué adornos hay que sobran?

De rosa son los dedos del alba entre arreboles, y de rosa los brazos

de las ninfas del bosque la misma Citerea,

la hospedera de Adonìs, de rosa ha merecido

mil títulos y nombres. La rosa, pues, medzca

de sus aies al hombre, y al hecho ya cadáver libra de corrupcîones. Opónese a los tiempos, y er1 vejez uniforme despide aquelïos mismos que en juventud olores. Pero va de su origen, pues fue de sus loores,

y a quien la edad venera la antigüedad abone, Cuando con las espumas mezclados los vìgorcs, parîeron a ia Venus tan dulce como dócil, y el curado celebro del soberano love