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8 DE MARZO DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

En 1975, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 8 de marzo

como Día Internacional de la Mujer. Desde entonces, la conmemoración de este día

ha adquirido un carácter reivindicativo, gracias a la acción creciente de las mujeres

que, actuando de forma global, han unido su empeño y fortaleza en la lucha contra

la discriminación, contribuyendo así a extender los Derechos Humanos de las

mujeres en todo el mundo.

 “Por un planeta 50-50 en 2030: demos un paso para la igualdad de género”.

Éste es el lema elegido por la ONU para 2016. Una declaración de intenciones para

que, en 15 años, nuestra sociedad sea más justa y equilibrada, como consecuencia

de una aplicación real y efectiva del principio de igualdad de oportunidades entre

mujeres y hombres.

 En los últimos años se han logrado avances en la igualdad de la mujer y de

las niñas en la enseñanza, el acceso al empleo o la representación política. Pese a

ello, queda aún mucho camino por recorrer en áreas en las que aún persiste la

desigualdad como el desarrollo de la carrera profesional, la división de la atención

no remunerada y el trabajo doméstico y la insuficiente y desigual participación de la

mujer en los procesos de toma de decisiones.

 En las sociedades desarrolladas, uno de los retos pendientes sigue siendo

lograr que las mujeres puedan ejercer su derecho a la plena autonomía. Para ello,

es clave impulsar el principio de igualdad entre mujeres y hombres en el mercado

laboral. No se trata únicamente de remover aquellos obstáculos que impiden el

desarrollo de la carrera profesional en empresas y otras organizaciones, sino de

garantizar que ésta sea compatible con la vida personal y familiar de las mujeres.

 Para ello, es necesario fomentar y adoptar medidas que garanticen, por un

lado, la igualdad retributiva que permita acabar con la brecha salarial de género y,

por otro, actuaciones desde el ámbito público y privado que permitan la conciliación

de la vida laboral, personal y familiar de las mujeres. Para lograr este objetivo, es

fundamental que las políticas de conciliación de empresas y Administraciones

Públicas incluyan tanto a mujeres como hombres, que deben implicarse en igual

medida que las mujeres, desterrando la idea aún demasiado extendida, de que la

conciliación únicamente les concierne a ellas.

Impulsar los derechos de las mujeres en el mundo laboral y garantizar su

pleno desarrollo en todas las facetas de la vida es, en primer lugar, una cuestión de

justicia. Pero además, supone un enriquecimiento para la sociedad en distintas

esferas públicas y privadas. Implica activar y promover el potencial profesional,

cultural, científico y deportivo de la mitad de la población. Renunciar a él es no es

sólo una discriminación intolerable, sino un freno a la transformación y desarrollo de

nuestras sociedades.

Para avanzar en esa dirección, es necesario que las instituciones públicas y

privadas apuesten por la implantación del principio de igualdad de género de forma

transversal en la educación, la cultura y el deporte; impulsando la participación de

las mujeres en la vida política y social; fomentando la corresponsabilidad; y

atendiendo las circunstancias que son causa de una doble discriminación.

Pero en un día como el de hoy, hay que tener presente también a aquellas

mujeres que viven en países donde son despojadas de sus derechos más

elementales, donde su integridad está desprotegida y donde viven bajo el yugo de

culturas que anulan su identidad individual y les impiden desarrollar su propio

proyecto de vida. Las mujeres y hombres de las sociedades libres debemos dar voz

a estas mujeres y comprometernos en el avance de la igualdad y de los Derechos

Humanos en estos países.

 No podemos olvidar tampoco a las mujeres que sufren la expresión más

extrema de la desigualdad: la violencia de género y la trata de mujeres con fines de

explotación sexual. Vivir una vida libre de violencia no es un privilegio, sino un

derecho fundamental que los poderes públicos deben garantizar y con el que la

sociedad debe estar sensibilizada y comprometida. Para erradicar la violencia

contra las mujeres, hay que avanzar en la educación para la igualdad desde edades

tempranas y la prevención de conductas discriminatorias, son herramientas

indispensables para erradicar la violencia contra las mujeres.

La conmemoración del 8 de Marzo es una oportunidad para visibilizar el

trabajo y el esfuerzo de tantas mujeres que, individual y colectivamente, luchan

desde distintos ámbitos para lograr que mujeres y hombres disfruten de las mismas

oportunidades. Pero es también el momento para recordar que la igualdad exige un

compromiso y trabajo permanentes que, además, deben ser expresión de la suma

de voluntades y actuaciones de los poderes públicos, las organizaciones de la

sociedad civil y la ciudadanía. Sólo así será posible lograr avances reales y

construir una sociedad asentada firmemente en los pilares de igualdad y la

democracia.